Pervertido y semental (Parte número 30).

Parte treinta y penúltima de esta larga historia, con contenido escatológico, que confío en que sea del agrado de mis lectores más fieles y que, los que aún no hayan leído nada mío, la sigan con interés. Gracias a todos y para bien ó para mal, espero vuestro comentarios que agradezco de antemano.

El estado emocional de Sole y el que se enterara de la situación idílica en la que a sus espaldas y desde hacía varios años vivía con mis compañeras, me ayudó a hacerla comprender que, al llevar bastantes años juntos, era normal que me hubiera cansado de ella. Aunque la costó muchas lágrimas y durante un tiempo no se dejó de reprochar el no haberse ocupado durante los últimos años con más intensidad de darme satisfacción sexual, al final decidió facilitarme que me fuera a vivir con Espe con la condición de que la permitiera continuar residiendo con sus recuerdos en el que había sido nuestro “nidito de amor” y que los fines de semana nos juntáramos para cenar juntos antes de realizar nuestros habituales “menages a trois” en los que, mientras me reponía tras haberlas dado varias lechadas y hacerlas un montón de cerdadas, me gustaba ponerme y lucir sus sujetadores con las copas sin llenar, sus ligueros y sus tangas en los que no me entraba el miembro viril para que, después de exhibirme ante ellas, una me lamiera los pezones mientras el otra conseguía que la “lámpara mágica” se me mantuviera erecta hacía adelante para que se pudieran estimular mientras veían como se me movía al andar ó al correr. Pero el plato fuerte de aquellos tríos lo ponía Sole a la que agradaba dedicar su tiempo y a mí verlas en acción, a retozar en plan lesbico con Espe, que no la ponía pegas para hacer la “tijereta” con ella, por lo que se convirtió en bisexual favoreciendo que, unos meses más tarde, comenzara a vivir con una jovencísima azafata con la que pronto se olvidó de nosotros y de los “menage a trois”. A pesar de que no suelo coincidir con ellas sé que continúan juntas y que su pareja, a través de la fecundación artificial, luce actualmente “bombo”.

Una vez solucionado el tema de Sole me dediqué a buscar “carne fresca” entre mis compañeras para sustituir a Andrea, a Bárbara, a Judith y a Lidia eligiendo a Agata, una agraciada joven a la que la encantaban las motos y llevar pañuelos al cuello y ropa muy ceñida; a Paloma, a la que gustaba vestir muy elegante con trajes de chaqueta tanto con falda como con pantalón y el dar y recibir palmaditas cariñosas en el culo y a Sandra, a la que la agradaban las faldas cortas y las botas altas de tacón por encima de sus rodillas con lo que, únicamente, lucía una pequeña porción de sus esbeltas piernas. Las tres jóvenes eran atractivas y exuberantes y como me había sucedido con Espe en su día, me parecieron unas salidas un tanto “ligeritas de cascos” por lo que, en cuanto hablé con ellas, no me costó demasiado convencerlas para que me dieran satisfacción poniendo todos sus encantos a mi disposición. Al encontrarse solteras y sin más compromiso que sus amistades, alguna de ellas no fue lo suficientemente discreta y comentó lo que hacía regularmente conmigo con una de sus compañeras y con el boca a boca, terminé ganándome a pulso una merecida fama de cabrón, cerdo, desgastador sexual y mujeriego en mi centro de trabajo. Carolina me aconsejó que me mantuviera al margen de aquellos comentarios puesto que la parecían propios de los celos de una ó más mujeres ardientes, deseosas por abrirse de piernas para mí y poner su “arco del triunfo”, su boca y su culo a mi disposición y que si me mostraba indiferente, más pronto ó más tarde, conseguiría dejar de oírlos como sucedió en cuanto surgieron ciertos rumores en el sentido de que Sandra, mientras estudiaba, había hecho sus “pinitos” en la prostitución y un compañero descubrió y proclamó a los cuatro vientos que una noche que había acudido de fiesta con sus amigos a un club de alterne se había encontrado en él con Sebastiana ( Sebas ), una joven inmigrante que trabajaba como limpiadora en la empresa, que hacía strip tease y alguna “cosita” más en aquel lugar.

Aquello envalentonó a Carolina que, semanas más tarde y echándome en cara que no lo hubiera hecho antes, me propuso incluir en mis relaciones sexuales a sus mejores amigas, Paula y Sonia, que, como ella, se encontraban “felizmente” casadas pero sentían la necesidad de “echar unas canitas al aire” y poder disfrutar de un miembro viril diferente al de sus cónyuges. A cambio de facilitarme que sus amigas se abrieran de piernas para mí la tuve que prometer que desde la semana siguiente se turnaría con Inés para retozar conmigo al finalizar nuestra jornada laboral.

Dos días después, por la tarde, nos reunimos con Paula y Sonia en una cafetería. Carolina, una vez que me las presentó, nos dijo que aún tenía que efectuar varias compras antes de que cerraran los comercios y me dejó con ellas. Intenté conocer cuales eran sus inquietudes sexuales antes de llevarlas a las márgenes del río en donde conocía varios lugares, llamémoslos un tanto íntimos, en el que las hice darse varias vueltas ante mí antes de que se sacaran las tetas por el escote de sus vestidos y que con sus “melones” al descubierto, se fueran subiendo la falda, poco a poco, hasta que pude comprobar que ambas usaban tanga. Me agradaron y con intención de mostrarme curtido en el sexo y educado, las indiqué que eran atractivas y que estaban dotadas de un bonito culo. Paula, en un tono bastante fanfarrón, me preguntó:

- “¿Quieres que te lo enseñemos ahora?” .

Las contesté afirmativamente con la cabeza con lo que, haciéndolas permanecer dobladas ante mí, con la falda levantada y el tanga a la altura de las rodillas, pude verlas y “catarlas” la raja vaginal y el ojete, que las lamí a conciencia con lo que favorecí que “liberaran ventosidades” antes de mantener mi primer contacto sexual con ellas haciendo que me montaran analmente mientras me mantenía tumbado boca arriba sobre la hierba. Aunque protestaron un poco y alegaron que pretendían que se la “clavara” vaginalmente, al final accedieron a hacer, primero Paula y después Sonia, lo que las había pedido con un resultado sumamente gratificante para los tres.

C o n t i n u a r á