Pervertido y semental (Parte número 28).
Parte veintiocho de esta larga historia, con contenido escatológico, que está llegando a su final y que confío en que sea del agrado de mis lectores más fieles y que, los que aún no hayan leído nada mío, la sigan con interés. Gracias a todos y para bien ó para mal, espero vuestros comentarios.
Pero, a pesar del ímpetu y de las muchas ganas que puso la mujer, el varón acabó perdiendo la erección y bastante contrariado por ello, la sacó el miembro viril de la boca y la hizo lamerme los huevos hasta que, empujándola, la hizo caer sobre mí con lo que recibí un buen golpe en los riñones. Resignada, se levantó y en cuanto volvió a ponerse de pie, la abofeteó varias veces antes de hacerla atar con cuerdas las tetas a Ivanka y a Svetlana para que ganaran voluminosidad; ponerlas pinzas en los pezones para que se las mantuvieran erectos e introducirlas anal y vaginalmente unos vibradores a pilas para que las siguieran estimulando. Después y una vez más a empujones, la hizo salir de la habitación para llevarla de nuevo al cuarto de baño en donde la ató de pies y manos y la azotó los glúteos mientras, a tirones, la iba depilando el “felpudo” pélvico. Me sentía tan humillado que, en vez de acudir en ayuda de Yordanka que no dejaba de gritar de dolor, me dieron ganas de llorar.
Como pude me levanté y despatarrado y molesto por la irritación anal que sufría me limpié con papel higiénico y me acerqué a Ivanka y a Svetlana intentando encontrar consuelo en ellas pero continuaban con las manos y las tetas atadas y con los pezones y sus agujeros vaginal y anal estimulados y estaban tan agotadas que lo único que pudieron hacer fue mirarme abriendo bien los ojos en los que me pareció ver cansancio, desesperación, impotencia y miedo. Localicé mi teléfono móvil y llamé a Sole pero la muy cerda me colgó sin dejarme hablar tras decirme que se encontraba a punto de embarcar. Era de noche, no sabía en donde estaba y como Ivanka y Svetlana no estaban en condiciones de acompañarme, pensé que, si salía a la calle, quizás podría encontrar un taxi ó lograr que alguna de las parejas que habían ido a retozar a la cercana zona de pinos me llevara hasta el hotel en el que nos habíamos alojado.
Cuándo el varón, acompañado por una entregada Yordanka, regresaron a la habitación me hizo un gesto despectivo mientras me señalaba la puerta como queriéndome decir que me podía ir cuándo quisiera pero, mientras él volvía a sobar a Ivanka y a Svetlana, la fémina me hizo acostarme, de nuevo, boca abajo en el suelo para suministrarme una buena cantidad de crema hidratante en el ojete antes de darme la vuelta para que pudiera hacer lo mismo con mi escocido capullo mientras me mantenía bajada la piel. Al acabar me acarició los huevos, me efectuó unas breves “chupaditas” al mismo tiempo que me succionaba la abertura con su garganta con lo que logró sacarme algunos chorros de micción y me dijo algo que no entendí. Un poco después me ayudó a levantarme, me ofreció una botella de agua fresca que me bebí casi entera mientras ella limpiaba el suelo y se empeñó en vestirme antes de permitir que la magreara las tetas mientras observaba a Ivanka y a Svetlana que, despatarradas en la cama y al seguir siendo estimuladas, no eran capaces de reponerse del tremendo desgaste que habían sufrido. No me quise despedir del varón, que tras magrear a las dos jóvenes búlgaras había ido a la cocina para prepararse un combinado, pero sí que lo hice de las tres hembras a las que besé en la boca.
Estaba bajando por las escaleras cuándo oí gritar a Ivanka y a Svetlana por lo que me supuse que aquel desgraciado no se había contentado con joderlas y con vaciarlas y que las estaba castigando a cuenta de lo que las había recriminado delante de mí. Volví a subir y aunque llamé varias veces y llegué a aporrear la puerta, nadie me abrió y creo que fue lo mejor puesto que, si vuelvo a acceder a la vivienda, le rompo la cara. Permanecí en el rellano hasta que Yordanka debió de interceder por ellas y por el ruido de los muelles, me supuse que el hombre, tras darla una sonora bofetada en la cara, se había acostado en el sofá cama con intención de que su “sierva” le volviera a poner bien tiesa su gran “salchicha” y le diera satisfacción. Al bajar las escaleras por segunda vez vi que un caballero elegantemente vestido abandonaba el edificio. Corrí tras él hasta que logré alcanzarle en la calle y le pregunté que si había por allí alguna parada de taxis. Me respondió negativamente pero me dijo que cerca iniciaba su recorrido un autobús urbano en el que me podría desplazar hasta el centro. Como, al final, me acompañó hasta la parada aproveché para intentar obtener información sobre el supuesto chulo de Ivanka, Svetlana y Yordanka pero me dijo que no le conocía y que él se limitaba a alquilar a un conocido por horas ó por días una vivienda amueblada en la que mantenía relaciones sexuales extramatrimoniales con sus “conquistas”.
El desplazamiento en el autobús fue de autentico “placer” ya que, en la parada inicial, se llenó de jóvenes que, después de haberse dado tralla en la zona de pinos, regresaban a sus domicilios y algunos chicos aún tenían ganas de que sus acompañantes le “dieran a la zambomba” mientras unas muchachas animaban a sus parejas a “meterlas mano” para que las tocaran y estimularan el chocho ó a restregarlas su “tranca” en el culo sin importarlas que las subieran la falda para, sabiendo que la mayoría no llevaba ropa interior, mantenerla en contacto con la desnuda raja de su trasero pero, diez minutos más tarde, me pude apear casi a la puerta del hotel en donde me indicaron que Sole se había hecho cargo de todos mis enseres por lo que recogí mi coche en el aparcamiento y emprendí el viaje de regreso a mi lugar de residencia.
Era bastante tarde cuándo llegué a mi domicilio por lo que me duché y me acosté. Esa noche y aunque fuera solo, dormí de maravilla a pesar de que seguía sintiendo escozor y molestias en mis atributos sexuales y en el ojete y no lograba quitarme de la cabeza que una persona de mi mismo sexo me hubiera poseído por el culo.
Si mi encuentro con Ivanka y Svetlana se hubiera producido en mi lugar de residencia lo más probable es que hubiera intentando localizarlas con intención de volver a retozar con ellas y de buscar la manera de liberarlas de su supuesto chulo con lo que, quizás, mi vida hubiera cambiado por completo pero, como no fue así, las recordé durante varias semanas aunque la frecuente e intensa actividad sexual que desarrollaba con mis chicas con las que me prodigaba en “clavársela” unas veces por vía vaginal y otras en metérsela bien profunda por el culo con el propósito de, aunque no siempre me era posible, sacársela cuándo me encontraba a punto de explotar para darlas “biberón” y el que el sábado siguiente comenzara a realizar los tríos con Espe y con Sole obteniendo un resultado muy satisfactorio de ello, me ayudó a que el recuerdo de las jóvenes búlgaras fuera desapareciendo de mi memoria aunque, antes de olvidarme de ellas, instauré con las “siete magníficas” y con Sole el que me cabalgaran al mismo tiempo que las daba por el culo.
C o n t i n u a r á