Pervertido y semental (Parte número 27).
Parte veintisiete de esta larga historia, con contenido escatológico, que confío en que sea del agrado de mis lectores más fieles y que, los que aún no hayan leído nada mío, la sigan con interés. Gracias a todos y para bien ó para mal, espero vuestros comentarios que os agradezco de antemano.
Quedamos en que a intervalos de media hora penetraríamos a Ivanka, a Svetlana y a Yordanka al mismo tiempo por sus dos agujeros. Sin liberarla de las ataduras ni de la mordaza comenzamos por Ivanka, a la que hizo acostarse de lado en la cama para facilitar nuestra labor. Como aquel cabrón demostró un interés especial por poseer a las tres féminas por el culo no me quedó más remedio que permitir que se la “clavara” por detrás por lo que me pasé la tarde introduciéndolas la verga una y otra vez por su sumamente dilatado potorro para permitir que cambiara de agujero y por unos cinco minutos, una vez que descargaba mi leche y en su caso, mi lluvia dorada dentro de la cueva vaginal de aquellas jóvenes. Al terminar con Ivanka la dio una tregua para que se recuperara, eso sí “haciéndose unos dedos” y para que cuándo lo necesitara, bebiera agua ó meara y defecara en el caldero de plástico a través de una sonda doble que la colocó. Mientras tanto Svetlana, sin mordaza, me chupó despacio y con esmero la “banana” con intención de que se me mantuviera bien tiesa lo que, asimismo, hizo Yordanka con el hombre hasta que, a las seis y media, Svetlana se tumbó sobre mí introduciéndose mi “lámpara mágica” en la raja vaginal y el varón se echaba sobre ella y la “clavaba” la suya por el culo con lo que tuve que soportar todo el peso mientras la hacíamos el “bocadillo”.
Después de zumbarnos a Svetlana fue Ivanka, ya sin mordaza, la que se encargó de efectuarme la oportuna felación mientras Yordanka repetía con el que parecía ser su “amo y señor”. A las siete la tocó el turno a esta última que, colocada de lado en la cama, se comportó como una autentica jabata aunque acabó exhausta. Svetlana me chupó la “herramienta” mientras Ivanka hacía lo propio con el varón. A las siete y media repetimos con esta última que, para entonces, se encontraba bastante mermada de fuerzas a cuenta del gran desgaste que estaba sufriendo con aquella actividad sexual y los orgasmos secos de los que estaba “disfrutando” pero el hombre logró motivarla, con lo que me parecieron más amenazas que insultos, para que echara el resto antes de que, a las ocho y a doble sesión, se la “clavamos” de nuevo a Svetlana que estaba mucho más entera que Ivanka.
Por si acaso me olvidaba de ello el varón me recordó con sus gestos varias veces a lo largo de la tarde que el culo de aquellas tres guarras era un territorio casi acotado para su deleite personal. Me fastidiaba ya que me daba cuenta de que era una autentica delicia el poseerlas por detrás aunque tampoco me importaba mucho puesto que la “seta” de las tres y especialmente la de Ivanka y la de Svetlana se mantenía, además de abierta y dilatada, de lo más jugosa por lo que era una autentica delicia el mantener mi chorra introducida en su cueva vaginal a pesar de que, al haberlas vaciado, no me la podían empapar con su “baba” vaginal y con sus pérdidas de orina.
En el transcurso de la doble sesión final que mantuvimos con Svetlana fue cuándo me di cuenta de que, a pesar de lo mucho que parecía estimularle el encular a las tres hembras, aquel cabrón se había pasado la tarde sacándolas el cipote en cuanto sentía que estaba a punto de descargar para cortarse él mismo la eyaculación y esperar pacientemente a que explotara dentro de la “almeja” de la golfa de turno. Cuándo la siguiente se ponía en posición, se la “clavaba” por el culo, la “machacaba” con unos enérgicos y rápidos movimientos de “mete y saca” y al estar a “punto de caramelo”, volvía a actuar de la misma manera. Sólo una vez y creo que por apurar demasiado, explotó dentro del trasero de Svetlana. No entendía los motivos que podía tener para no dar debida cuenta de su virilidad y vaciarse con aquellas tres cerdas pero tampoco lo di mayor importancia puesto que lo que me interesaba era continuar cepillándomelas vaginalmente; darlas mi leche y mi orina; “clavársela” unos minutos por el culo e irme desfondando con ellas.
Eran más de las nueve y comenzaba a anochecer, cuándo decidimos dar por concluida la sesión sexual. Al extraerla la minga de la “chirla” a Svetlana comencé a sentir un intenso escozor y algunas molestias en mi miembro viril y en los huevos, que habían decidido protestar al no darles tiempo a reponer leche, pero no dudé un instante en metérsela por el culo y poseerla por detrás los cinco minutos reglamentarios. Las jóvenes terminaron totalmente rotas después de disfrutar repetidamente de las “delicias” del “bocadillo” y de los orgasmos secos. En cuanto me levanté de la cama oriné en el caldero mientras observaba la gran cantidad de lluvia dorada y de caca que, a lo largo de la tarde, se había depositado en él y al acabar se me ocurrió mirar por la ventana lo que me permitió observar que la habitación daba a un patio interior. El hombre me hizo apartarme del cristal y colocándose a mi lado, procedió a menearse el “nabo” con la mano derecha al mismo tiempo que extendía la izquierda ante mí lo que interpreté como una señal de que me estaba pidiendo dinero por lo que me separé de él, localicé mi pantalón y saqué de la cartera un billete de cincuenta Euros que le entregué. Creo que le pareció muy poco pero lo guardó en el armario antes de abalanzarse sobre mí. Me pilló tan de sorpresa que perdí el equilibrio y me desplomé sobre el desnudo cuerpo de las jóvenes búlgaras lo que, ayudado por Yordanka, aprovechó para proceder a atarme las manos a la espalda al igual que, horas antes, había hecho con Ivanka y con Svetlana.
Una vez más y a través de sus gestos, deduje que pretendía que me colocara a cuatro patas en el suelo. En cuanto lo hice Yordanka se arrodilló detrás de mí y me lamió meticulosamente el orificio anal mientras intentaba descargarme manualmente el pene con movimientos rápidos con los que, en lugar de sentir gusto, aumentó mi desazón a cuenta del escozor y de las molestias. De repente, noté que la mujer, aunque continuaba “dándole a la zambomba”, había dejado de ocuparse de mi ojete y que el varón me estaba colocando en él su erecta picha por lo que, temiéndome lo peor, cerré los ojos. Mis temores se vieron confirmados unos segundos más tarde cuándo, sin la menor delicadeza y con un par de envites, me “clavó” entera su monumental pilila por el agujero anal y actuando como un autentico poseso, procedió a darme por el culo mientras Yordanka intensificaba su estimulación manual a mi pirula.
No me sentía cómodo con aquella descomunal “herramienta” en mi interior y menos viendo que, mientras me enculaba, aquel cabrón me escupía en la espalda, obligaba a Yordanka a tirarme de los pezones con sus dedos y me repetía hasta la saciedad la única palabra que debía saber en castellano: marica. Me di cuenta de que no tenía otra opción que resignarse ya que se había estado estimulando con Ivanka, Svetlana y Yordanka y que si se había cortado tantas veces la eyaculación era con intención de poseerme analmente y darme su leche ya que parecía motivarle mucho más el permanecer con su “pistola” introducida en mi ojete que en el de las tres féminas. Mientras me daba buenos envites con sus enérgicos y cada vez más rápidos movimientos de “mete y saca” llegué a pensar que iba a lograr desgarrarme el ano y me sentí una golfa a su servicio. Deseaba que culminara cuanto antes pero tuve que soportar durante varios minutos más que su erecto y largo “pito” causara estragos en mi interior antes de que, muy a gusto y tras haberme poseído por detrás durante lo que me pareció una eternidad, me soltara una ingente cantidad de leche. La había retenido tantas veces que, ahora, me la estaba echando toda de golpe en una descarga portentosa que me pareció sumamente abundante y larga.
Mientras la recibía me sentí sumamente vejado y pensé que iba a “potar” al notar que mojaba el interior de mi culo con su lluvia dorada. Yordanka, ajena a todo ello, seguía “dándole a la zambomba” y al parecer, bastante indignada y molesta porque todavía no me había sacado una sola gota de leche. El hombre se resistía a que su “plátano” abandonara mi trasero por lo que, a un ritmo más lento, me continuó enculando hasta que la hembra me consiguió extraer una aguada lechada que se depositó íntegra en el suelo. En cuanto procedió a sacarme su polla me comencé a “jiñar”. El varón me escupió y me liberó las manos antes de darme una patada en el culo haciéndome caer boca abajo al suelo en donde me hizo permanecer tumbado boca abajo mientras seguía defecando con intención de que no pudiera ver la forma tan brutal con la que obligaba a Yordanka a chuparle el “rabo”.
C o n t i n u a r á