Pervertido y semental (Parte número 19).
Parte diecinueve de esta larga historia, con contenido escatológico, que confío en que sea del agrado de mis lectores más fieles y que, los que aún no hayan leído nada mío, la sigan con interés. Gracias a todos y para bien ó para mal, espero vuestros comentarios que agradezco de antemano.
Pero Espe no estaba dispuesta a consentir que la echara lechadas, llámemolas, un tanto rápidas ni a que la desgastara tanto como a Bárbara y pretendía, puesto que la agradaba que fuera así, que la obligara a esforzarse y a esmerarse para sacarme cada polvo con el propósito de que, a base de darla tralla y de joderla, la llegara a desfondar por lo que decidió que, antes de tirármela a ella a partir de las once de la noche, otra guarra se encargara de descargarme el “rabo” por lo que animó a Inés para que se me ofreciera sexualmente. A pesar de que mis ideas sobre ella continuaban siendo las mismas me atraía tanto su físico que acepté por lo que tuve que volver a instaurar las sesiones sexuales al finalizar nuestra jornada laboral que había desechado unas semanas antes para poder darla y recibir satisfacción.
A pesar de que, al principio, la tenía que desnudar y una vez en bolas, se mostraba como una chica bastante púdica y sumamente tímida, a medida que fue cogiendo confianza me fue demostrando que era una excelente “yegua” tan ardiente, cerda y viciosa como Andrea, Bárbara, Carolina, Espe, Judith ó Lidia y que estaba dispuesta a entregarse totalmente a mí para que la hiciera todo tipo de cochinadas y experimentara con ella las que se me iban ocurriendo al mismo tiempo que me instaba a que la insultara mientras la jodía; a introducirla una y otra vez bien profunda mi “salchicha” por todos sus agujeros en cada sesión sexual; a darla mi leche y mi lluvia dorada e incluso, a someterla, mostrándome dominante y sádico, para convertirla en una dócil, guarra y salida corderita.
Cuándo comprobé que ambas me daban una gran satisfacción decidí alternarme con Espe y con Inés en la oficina y en mi domicilio por lo que una semana me trajinaba a Espe en mi despacho para, unas horas más tarde, compartir cama con Inés en mi domicilio para a la siguiente retozar con ellas de forma inversa. Una tarde y mientras nos volvíamos a vestir después de haberme recreado sexualmente con Espe en la oficina hasta el punto de haberla hecho “disfrutar” de las “delicias” de un orgasmo bastante seco como culminación a mi larga penetración vaginal, me propuso hacer un “menage a trois” el sábado de la siguiente semana con Gloria, una compañera suya que no era tan agraciada físicamente como ella y a la que todavía no había “catado” a pesar de que se me había ofrecido para efectuarme felaciones y lo que surgiera. Desde que mantuve relaciones por separado con Natividad y Virginia había deseado hacer un trío con dos tías y aunque Sole había intentado darme esa satisfacción contando para ello con la colaboración de una compañera suya que formaba parte del personal de tierra, al final no pudimos llevarlos a cabo puesto que la joven tenía asignado el turno de noche y trabajaba de miércoles a domingo mientras que Sole pasaba la noche fuera de casa de domingo a jueves para librar los viernes y los sábados que eran los días que más la interesaba para poder participar en los ensayos y “lucir palmito” en los desfiles que, la mayoría de los sábados, solía organizar la firma para la que trabajaba.
Espe, aunque salía con un chico, no mantenía con él una relación formal por lo que, sin tener que darle demasiadas explicaciones, podía quedar libre el sábado que quisiera pero para mí era el día más conflictivo de la semana puesto que, cuándo Sole no tenía programado ningún desfile, aprovechaba para darla tralla por lo que, como me iba a ser complicado “escaquearme” y no había posibilidad de disfrutar de nuestra “noche loca” de lunes a jueves puesto que aquel sábado Gloria podía disponer libremente de su domicilio durante más de veinticuatro horas, me vi obligado a, con gran pesar, declinar su ofrecimiento.
La suerte se puso de mi lado ya que, el lunes siguiente, a Inés la surgieron unos compromisos ineludibles a última hora y como no dispuse de tiempo para sustituirla, no tuve que prolongar mi jornada laboral con el propósito de mantener un nuevo contacto sexual y cuándo llegué a casa, me encontré a Sole esperándome con su uniforme puesto. Agarrados por la cintura nos encaminamos a nuestro dormitorio y en cuanto nos acomodamos en el borde izquierdo de la cama, procedió a “comerme los morros” al mismo tiempo que me iba bajando el pantalón y el calzoncillo. En cuanto consiguió dejarme los atributos sexuales al descubierto procedió a menearme lentamente la “tranca” con su mano durante un par de minutos y al separar sus labios de los míos, se subió la falda, se desplazó el tanga de su raja vaginal y colocándose en cuclillas sobre mí, se introdujo entera mi “lámpara mágica” en la “seta” y me cabalgó. La conocía desde hacía mucho tiempo y me resultó bastante extraño verla tan sumamente salida. Me “machacó” de tal manera la verga con sus rápidos movimientos de “mete y saca” circulares que culminé enseguida en su interior. Al terminar de echarla mi leche la indiqué que me estimulaba muchísimo el hacerlo con ella uniformada. Me sonrió, se abrió la blusa, se subió las copas del sujetador y dejando sus “melones” al descubierto, me incitó a sobárselos y a mamárselos mientras me volvía a montar haciéndome mantener mis manos colocadas en sus glúteos. Unos cinco minutos después se incorporó para que mi “banana” tuviera que abandonar su empapada cueva vaginal y manteniéndose abierta de piernas delante de mí, me la “cascó” mientras me decía que hacía bastante tiempo que no me veía la chorra luciendo espléndida antes de la eyaculación ni echar la leche. Con sus caricias y sus movimientos manuales, cada vez más rápidos, exploté por segunda vez con más celeridad de la normal. Sin apartar sus ojos de la abertura pudo verme echar unos copiosos y largos chorros de “salsa” que se depositaron en su cuerpo, llegándola a caer en la parte baja de las tetas y en el mío, en su uniforme y en el suelo. En cuanto acabó de salirme leche y como sabía que me iba a mear, se colocó en posición para que la mojara la “delantera” con mi abundante lluvia dorada.
Quedé tan satisfecho que, al terminar, me tumbé boca arriba en la cama. Sole, empapada en mi leche y con mi orina goteándola, se acostó sobre mí, se volvió a meter mi cipote en la “almeja” y siguió moviéndose cada vez de una manera más intensa y rápida mientras frotaba su húmeda “delantera” en mi torso, me llenaba de besos y de caricias, me obligaba a mantenerla bien abierto el orificio anal con mis manos y me decía al oído que quería que la diera más leche pero esta vez tardé bastante más en complacerla. Después de volver a descargar en el interior de su cueva vaginal y mientras permanecía tumbada sobre mí aunque sin moverse, me dijo que un fin de semana próximo iba a tener que pasarlo fuera para participar por la tarde en un desfile de modelos y por la noche en la despedida de soltera de su hermana menor que iba a casarse un mes después. Aunque no supo decirme con certeza la fecha, esa noche y mientras Sole parecía no cansarse de extraerme la “salsa” con sus cabalgadas y sus exhaustivas felaciones, deseé fervientemente que coincidiera con la del sábado siguiente en que tenía la posibilidad de hacer un trío con Espe y Gloria, lo que mi pareja me confirmó la noche del miércoles por lo que al día siguiente, a primera hora de la mañana, me apresuré a indicar a mi compañera que podíamos llevar a cabo su plan.
C o n t i n u a r á