Pervertida por mi perro Duffy (4)
A veces una no puede escapar a su propio destino
Pervertida por mi perro Duffy (4)
Continuando con mis acontecimientos con mi amiguita Vera y su mascota Duffy.
Posiblemente volveré a relatar algunos momentos en que de alguna manera se repetirían en mis anteriores narraciones.
Agradezco a mis lectores por las notas y consultas que me han enviado
Después de aquel fin de semana intenso, con Vera y nuestro amante canino, si bien lo había disfrutado ampliamente, había tomado la decisión de cortar con esa relación, sabía que estaba actuando indebidamente. El hecho de tener una hija, me hacía sentir que era una mala madre por mi proceder, era una cuestión de conciencia, por lo tanto opte por suspender con ese tipo de anomalía.
Con algunas excusas deje de ver a Vera, en ese ínterin conocí a un muchacho soltero de casi mi misma edad, que me ayudo a olvidar a mi amiga y su perro. Se entabló una linda relación, sobre la que no quisiera contarla, por una cuestión personal.
Una tarde salí a pasear con mi hija, cuando vi a Vera con su mascota, que lo llevaba con una correa, al verme se acerco para saludarme, con un "Hola Leila" muy afectivo, (a lo que no puedo negar que me agrado encontrarla, después de todo habíamos pasado unos lindos momentos), nos abrazamos, cuando sentí el hocico de Duffy meterlo bajo mi corta pollera, traté de quitarlo, pero un rápido movimiento de su trompa, rozó mi vagina, sentí como un escalofrió, fue un instante suficiente para venirme a la mente, los momentos en que me apareo.
Trate de disimular, por la presencia de mi hija, pero por suerte Vera lo inmovilizó con la correa, y solamente paso como un incidente, ante los vista de mi niña, los ojos de mi amiga se cruzaron con los míos, reflejando en su mirada, el recuerdo de aquel último encuentro, parecía decirme, " Quisieras volver a repetirlo?" , mire hacia otra parte, quitándome la mirada de mi amiga, aunque mi rostro se sonrojo, cosa que creo, que me delato.
A pesar de mi fuerza de voluntad, parecía que el destino jugaba en mi contra, un día paseando con mi novio, en una plaza vi una escena, que volvió a alterarme, un perro grande bombeando a una perrita, mientras caminábamos, no podía dejar de mirarlos, al punto que no atendía lo que me decía mi pareja, por unos instantes envidie a esa perra. Después de unas frenéticas sacudidas, y ante los quejidos de la perrita, quedaron acoplados, girando el animal hasta quedar sus culos a la par.
Mientras regresábamos a casa, mi mente mantenía esas imágenes, estaba bastante alterada, al punto que incite a mi novio para tener relaciones, a pesar que sabía que en cualquier momento llegaría mi hija.
Lo lleve al dormitorio, me desnude rápidamente, y me coloque en cuatro, posición que hasta el momento no habíamos practicado. Germán, que así se llama, se bajo los pantalones, y me la introduzco. Mi mente continuaba en el perro, imaginaba que era él quien me estaba cogiendo, no mi novio, mi mente era un torbellino de fantasías, gemía, al sentir su esperma evacuarse en mi cavidad, acabe como loca, quería mas, pero la resistencia del pene de mi novio había decrecido. Así que me gire y comencé a mamar su flácida verga, aun impregnada de sus fluidos.
Germán estaba sorprendido de mi desempeño, cosa que en el poco tiempo en que hemos estado juntos, he sido algo recatada en nuestra relación. Si bien había tenido un buen orgasmo, tenía la sensación que quería algo más, cosa que en parte me preocupaba.
Durante un considerable tiempo seguí manteniéndome al margen, con respecto a la zoofilia, mi hija y Germán eran las personas por las cuales me prevenía, aunque no puedo negar que en el fondo de mi ser lo deseaba. Pasaron los días y hasta los meses, cuando un día me llamo Vera, charlamos un buen rato, y prometimos en encontrarnos.
En un nuevo encuentro en la calle, volvió a insistirme de que fuese a su casa, dando la palabra que lo haría, que estaba algo comprometida, con mi hija el trabajo y mi novio, pero en cuanto estuviese más liberada de mis compromisos, se lo haría saber.
Cada tanto me llamaba para concretar, a la que siempre tenía una excusa, hasta que un día, las cosas se presentaron como para decidirme ir a su casa. Habíamos discutido con mi novio, mi hija estaba en lo de su padre y la soledad sumada a mi estado anímico hizo que decidiera ver a mi amiga, a la que llame para ir a visitarla.
Me hice la promesa que no haría absolutamente nada, mientras iba camino a su hogar, al llegar tuvimos un muy emotivo encuentro. Comenzamos a contarnos nuestras cosas, el tiempo paso volando, estabamos tan entretenidas, que se había hecho tardísimo, cuando decidí irme, me insistió en que me quedase a dormir, me rehusé, aunque fue bastante insistente, a lo que terminé aceptando la invitación, dado que no tenia compromisos, además la noche estaba bastante fría y no era hora de andar sola por la calle. Cerca de la una de la mañana nos fuimos a acostar, y entre charla y charla nos quedamos dormidas. No sé qué hora seria, pero algo me despertó, era la lengua de Duffy que me pasaba por los dedos del pie, sentí que mi cuerpo se erizaba, hasta sentí como mis pezones se erguían. Saque el pie rápidamente, aunque en el fondo me agradaba, eso hizo que se despertara mi amiga, medio dormida pregunto qué sucedía, hasta que vio a Duffy, que al ver a su dueña se aproximó, comenzando Vera a acariciar su cabeza.
Coloco Duffy las patas delanteras sobre la cama, mientras su hocico inicio la búsqueda de la entrepierna de su ama, mi amiga se sonrió ante la intención de su mascota, preguntándole
"¿Que buscas, mi chiquito?" me miró como si yo aprobase su posible intención, agregando "Pobre hace mucho que su ama no le da mimos"
Me imagine a lo que se refería, y sin pensarlo le digo "Si quieres mimarlo, puedes hacerlo"
Nos reímos de mi ocurrencia, pero indeliberadamente, estaba dando pie a lo que no quería hacer. Fue suficiente motivo, para que Vera se levantase su camisón y corriese su braga. La lengua de Duffy comenzó a deglutir su vagina, mi corazón comenzó a palpitar apresuradamente, traté de contenerme, pero sin pensarlo, me puse en cuclillas y abrace a mi amiga, que estaba con las piernas abiertas recibiendo la golosa lengua de su mascota.
Mi lívido se estaba acelerando progresivamente, mis manos estaban ciñéndola, las introduje bajo su camisón, hasta tomar sus senos agitados, toque sus pezones rígidos, mis dedos lo aprisionaron con algo de fuerza, en el instante que giro su cara buscando mis labios, para finalizar unidos a los míos, prendiéndonos en un apasionado beso.
Eso fue el desencadenamiento, le saque el camisón, besando sus íntegros senos, me levanto mi sostén, liberando mis pechos agitados por mi respiración entrecortada, producto de la emoción que me embargaba. El perro se subió a la cama y nuestros cuerpos semidesnudos se rozaban con el pelaje del Duffy. Vera me besaba, mientras sus manos buscaban el interior de mis bragas, palpando mi grieta húmeda y deseosa de cualquier locura. El perro sobre nosotras, desencadenándose un caos total, Vera manoteo su bulto, comenzando a surgir su punta roja, vio mi sorprendido rostro, tomo mi mano y la llevo a su miembro, comencé a acariciarlo, viendo cómo iba apareciendo su verga roja y venosa.
"¿Quieres mamárselo?" me pregunto Vera,
"Vamos aprovecha, no te contengas"
Tímidamente rocé con mis labios, su verga, saque la lengua y la pasé sobre la carnosa y roja superficie del miembro, mientras mi amiga desprendía mi sostén, besando mis pezones, eso me estímulo para hacer algo mas, así que acerque mi boca a su glande, respirando fuertemente sobre él, soplando con mi tibio aliento, rozando mi lengua, lo fui introduciendo en mi boca, bajando y subiendo mi cabeza. Acostada bajo el perro veía como continuaba creciendo, cuando las manos de Vera terminaron de quitar mi última prenda, acelerándose mi excitación. Mi boca tragaba su verga, chupándola con devoción, mientras la lengua de Vera, lamia mi vagina, induciendo a mamar ese aparato con mayor desesperación.
Estaba totalmente entregada a esa verga, cuando Duffy se libero de mi felatio intentando montarme, me provocaba, me encantaba ese juego, en que buscaba penetrar a su "perrita" en celo, haciéndome rogar un poco más, me saltaba arañando parte de mi cuerpo, me provocaba, hasta que abrazo una de mis piernas, efectuando los movimientos de bombeo, tan propio en los perros. Eso era como una incitación, para entregar mi cuerpo al animal, sin pensarlo me baje de la cama y tome la posición perruna, moviendo mi culito, y dándome palmadas a mis nalgas, que sin pérdida de tiempo se abalanzo sobre mí. Desnuda y en posición de perrita, sentí nuevamente su lengua rugosa y rápida, apreciaba su sonido al pasarla por mi vagina y ano, humedeciéndose cada vez más por mis jugos internos y su saliva, ese contacto parecían golpes eléctricos que me hacían encender cada vez más, mi corazón palpitaba vigorosamente. Ya me encontraba en cuatro dispuesta nuevamente a recibir la verga de ese animal, mi fuerza de voluntad fue nuevamente superada, el deseo volvió a prevalecer, mi intención de dar término a este tipo de "libertinaje", por así llamarlo.
Me preparaba como lo hace con su hembra, volvería a ser su perrita, era fascinante saber que te estaba acomodando, como poniendo sobre aviso para el próximo y definitivo paso, eso me excitaba. Dio su última lamida, y sin pérdida de tiempo me montó, sentí su pelaje sobre mi espalda, y sus patas aferrándose a mi cintura, sacudiéndose rápidamente, intentando introducir su verga en mi sexo.
Mi cuerpo estaba a su disposición, mi corazón latía como la primera vez, mis muslos percibían como puntadas la punta desea verga, buscando afanosamente mi abertura. Su voracidad y su instinto de poseerme me excitaban, era su sumisa hembra entregada para ser poseída nuevamente por Duffy, que no dejaba de apresarme. El golpeteo de su punta contra mis nalgas me aceleraba, hasta que después de unos instantes, sin ningún tipo de ayuda, fui nuevamente penetrada, en ese instante ya no pensé en nadie, quería gozar, disfrutar de ese momento, debo reconocer que me gustaba, sentir como su verga agitaba contra las paredes de mi cavidad, creciendo progresivamente, un grito escapo de mis labios al sentirla buscar mi interior, un veloz bombeo palpaba las paredes de mi vagina, mi excitación aumentaba dulcemente.
Duffy era mi amo y señor, era el macho que me estaba fornicando como su perra, su fuerza se apoderaba intensamente de mi cuerpo, apresándome con sus patas delanteras, y apoyando sus traseras en mis pantorrillas, para intentar introducir la totalidad de su viril y rigido miembro en mi deseoso sexo, ese acoplamiento de nuestros sexos, me excitaba de sobremanera,
Comencé a sentir su progresivo crecimiento, que lentamente iba haciéndose dueño de mi íntimo claustro vaginal, era suya, sin ya poder desistir de su deseo canino, al verme reflejada por primera vez en un espejo, que Vera puso de ex profeso, sentí una extraña sensación, como que esa no era yo, pero a su vez me excito ver, como un animal, hacia presa a una mujer, para descargar en ella toda su simiente.
Los bombeos aun continuaban, sacudiendo mi cuerpo, y vapuleando mis tetas, escuchaba los jadeos del perro, sintiendo su baba, humedecer mi espalda.
La bola había adquirido el máximo de su volumen, los movimientos habían mermado, estaba apresada, abotonada, por esa verga capturada en mi vulva. Un fuerte espasmo me hizo gemir de placer, cuando Vera comenzó a besarme, mientras la presión de la bola continuaba dilatándose en mi interior.
Todo iba tornándose cada vez más intenso, Vera se acomodo hasta que su pelvis estaba cerca de mis labios al tiempo que me pedía que se la mamara, yo ya estaba pegada a ella chupándosela, mordiéndola y lamiéndola como enloquecida, la penetre con mi lengua, pudiendo notar la gran cantidad de líquidos que emanaba de su sexual abertura. **"No me muerdas, perra puta" me grito en un momento, todo sucedió cuando sentí que el perro me partía en dos, Vera lo percibió, porque me dijo:
"Tranquila amor, respira profundamente el perro te está cogiendo como su perra, estas abotonada porque te metió la bola".
Sabía bien que sucedía, pero creía que iba a estallar, mis entrañas sentían mucha presión y aprecié un liquido caliente dentro de mí, eran chorros los que valoraba, que bañaban las paredes de mi matriz, el perro ya quieto no se sacudía, me sentía en el limbo del placer, mamando la concha a Vera con sumo fervor, mientras ella continuaba emanando sus brebajes, que salían con tanta fuerza que me dejaba la cara completamente mojada.Después de largos minutos, Vera soltó las pata delanteras del perro, y segundos después sonó un plop, era como si hubieren destapado una botella de champan, y el perro de desconecto de mi sexo, dejándome sola y se fue a un rincón a darse lengua en su verga, Vera me contemplaba, disfrutando de mi desnudo cuerpo, agitado por el feroz encuentro. Trate de relajarme, y acortar mi agitada respiración, cuando Vera se lanzo sobre mí, abrió mis piernas, y comenzó a lamer mi raja, de la que emanaba aun los líquidos de mi amante perruno. Intente detenerla para tratar de tener un respiro, pero su desesperada acción me lo impidió, prosiguiendo de una manera enloquecida, hasta que me produzco otro fuertísimo orgasmo. Un leve vértigo se apodero de mí, hasta quedar tendida sobre la alfombra.
Estaba como, contrariada por mí proceder, pero satisfecha por el goce que esa relación me proporcionó, admito que fui débil pero no arrepentida por lo que hice, pensé en vestirme e irme, pero eran como las 5 de la mañana y muy frio en el exterior.
Me di una ducha rápida y regrese a la cama, envuelta en una toalla, apenas me tiré sobre la cama, quedé profundamente dormida.**
Mientras dormía profundamente, sentí algo, eran los delicados dedos de Vera, que frotaban en los bordes de mis labios inferiores, aun algo dormida separé mis piernas, para liberar mi sexo, a sus nuevas intenciones. El roce se fue enfatizando paulatinamente, sus dedos abordaron mi sexo, que ya comenzaba a perturbar, produciendo esa secreción propia de mi exaltación. Sus dedillos hurgaban sigilosamente, en mis cavidades, para iniciar una incursión en mi interior, era muy placentero y excitante momento. Su dedo tocaba mi esfínter, acariciando las paredes de mi recto, al que respondía con mis gemidos en signo de consentimiento.
Un segundo dedo fue introducido, a lo que respondí con una suave exclamación de dolor, pero a pesar de eso Vera continuo implantándolos lentamente, me puso boca abajo, sin quitarlos de mi recto. Lograba aumentar gradualmente mi ansia, elevando mi culito, para permitir una mayor penetración anal, manteniéndome así durante algunos minutos.
Estaba en un estado de adormecimiento, disfrutando esas caricias penetrantes, dejándome llevar por mi dulce amiga.
Con el furor de los provocantes mimos, me encontré en determinado momento arrodillada al borde de la cama, y sin haberme percatado Duffy continuaba en la habitación, se acerco, sintiendo su placentera lamida sobre mis nalgas, cuando Vera quito sus dedos de mi dilatado esfínter, continuando el canino pasando su áspera lengua en mis privadas cavidades.
Dispuesto a nuevamente hacer uso de mi persona, me monto sin demasiada advertencia, para iniciar su decisión de introducir su vigoroso instrumento, mientras permanecía pasiva, a la espera de su intromisión. Pero mi sorpresa fue cuando, con la ayuda de Vera, mi conducto renal, era en objetivo buscado, trate de reusarme, pero creo que en el fondo de mi ser lo aceptaba. La verga de Duffy, comenzó a penetrarme abruptamente, rozando las paredes de mi conducto, sintiéndola crecer como veces anteriores, pero por otro lado. Sus patas se aferraban fuertemente a mis caderas, mientras el impulso de su cuerpo, intentaba ayudar a introducir su miembro, que comenzaba a aumentar su volumen. Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, a través de mi recto. Supongo que cada vez más enrojecido por ese taladro de carne, el esfínter parecía latir para tolerar mejor la incursión. Sentía que mi culo se partía, estaba siendo desvirgada por una bestia insaciable e incontrolada, dispuesto a satisfacer su instinto animal, no importaba porque conducto.
Aprecié sus primeros infusiones regar mi interior, me excitaba, disfrutaba eso, a pesar del dolor, su bombeo era implacable y lleno de violencia, en donde mi culito era violentado sin mayores cortesías.
Su verga aumentaba más y más, mermando los bombeos por falta de dilatación, se había hecho dueña de mi interior, aprisionada nuevamente. Su bola estaba también dentro produciéndome un fuerte dolor, su eyaculación fue eminente y prolongada, inundando mi cañería. Mi estado hormonal, parecía estallar, produciéndome una serie de convulsiones, ante esa morbosa penetración anal.
Habíamos quedado abrochados, su bola inflamada, impedía salirse de mi ceñido aro, Vera lo ayudo a girarse, quedando nuestros culos a la par, Duffy trataba de zafarse, arrastrándome y produciendo un fuerte dolor en mi esfínter, mientras mi amiga trataba de contenerlo, evitando que se moviese.
Concebía como palpitaba su verga en mi interior, produciéndome otro orgasmo, disfrutando plenamente ese momento, el que duro bastante tiempo, mientras mi querida Vera no dejaba de masturbarse viendo el espectáculo que le ofrecía, recibiendo sexo anal por su mascota.
Después de unos cuantos minutos, se contrajo la verga del animal, pudiendo despejarnos, me ardía bastante mi aro, sintiendo como el esperma me chorreaba entre las piernas, algo teñido por la sangre. Debo aceptar que Vera hizo un trabajo delicado, hasta lograr a tener sexo anal con su mascota, que de habérmelo sugerido, me hubiese negado, pero al estado de excitación que me transportó, consentí todo, llegando a ofrecer mi anillo trasero, que fue removido con brusquedad llevándome a revolucionar mi adrenalina.
Esa vez no seguí teniendo sexo con Duffy, dado que mis pobres cavidades estaban completamente inflamadas y doloridas, pero continúe yendo a lo de mi amiga, para entregarme a su perro.