Pervertida Ana 3
En un mundo de órganos sexuales las enfermeras de urología tienen el control
Jose me pareció un tio fenomenal que sabía disfrutar de la vida y aprovechar las ocasiones que se aparecen para satisfacer las más íntimas perversiones y encontró a la mujer adecuada. Una guarra y sumisa perra gorda insaciable de sexo sucio y dominante, acostumbrada a limpiar los restos de la follada de la pareja alfa comiendo esos fluidos esperando alcanzar algo del más allá, como maná celestial. Concha parió 3 hijos 2 de ellos hembras que cohabitaban con ella tras su divorcio y eso realmente lo que impulsó a Jose a casarse con ella.
Concha trabajaba como enfermera en la especialidad de urología y Jose era enfermero en el mismo centro hospitalario. Se conocieron cuando a Jose le detectaron un cancer de próstata del cuál sobrevive 15 años después y pasó por la consulta de urología. Jose tiene una polla bien resultona en reposo aunque intimida menos cuando se le pone dura pero con la inflamación que arrastraba le reventaba el pantalón. Cuenta Jose que olió el coño húmedo de Concha conforme ella puso sus ojos en su paquete.
Tenía que sondarse para realizarle unos análisis y Concha le pidió que se desnudara de cintura para abajo. Concha desabrachoba su bata dejando a las claras las tremendas y sonrosadas tetas que la adornan fingiendo lavarse las manos. Cuando se giró y tuvo ante sí la tremenda inflamación de la polla de Jose se estremeció se le cerraron las rodillas y comenzaban a palpitar su vulva y su ano.
Concha dejó bien a las claras que quería follarlo allí mismo cuando al lubricar su polla para sondarlo la masajeo con obnubilación y deleite viendo crecer y crecer aquel órgano que alcanzaba dimensiones exageradas no ya por la longitud sino por el grosor, cuenta Jose que no le dolió entonces y había llegado arrastras al hospital con la polla flácida, hasta que abalanzó su hambrienta boca contra el falo de carne enferma. Lo intentó clavar hasta lo más profundo de su garganta con el fin de que Jose no pudiera oponerse pero el desmesurado grosor apenas dejaba entrar en su totalidad el amoratado capullo. Escupió y babeó su polla lamiéndola de arriba abajo, succionando los bordes ante la impotencia de no poder tragarla mientras refregaba sus gordas tetas ya libres por las piernas del dueño de aquel monstruo compadeciente. Jose se incorporó y cubaneó las gordísimas y fofas tetas de Concha mezclando su saliva con la de aquella enfermera fea, gorda y desagradable pero sucia, lasciva y complaciente.
Llevaba ya un rato con la polla entre sus tetas y las babas de ambos chorreaban por el coño ya húmedo y el culo de Concha la giró y la arreó por el coño. Intento forzarla e introducirla de golpe pero ese tamaño desmesurado no estaba para tanta brutalidad ni siquiera para el ya amplio coño de una mujer madre de tres hijos y tuvo que dilatarlo introduciendo lentamente cada centímetro de grosor de la inflamada y erecta polla. Poco a poco fue abriéndose paso en su vagina penetrándola de pie con ella sentada en la camilla y sus piernas de cerda preñada sobre sus hombros, agarrado a sus pezones mientras empujaba cada vez con más intensidad pellizcando cada vez más fuerte y estirando el gordo cuerpo de Concha contra sí hasta poder introducir totalmente el miembro, chocando las carnes acumuladas sobre la cintura barriga contra barriga. Siguió así follándola hasta cansarse de ver su cara de morcilla dorándose tranquilamente en la parrilla se tumbó en el suelo y la pidió que se sentara sobre aquella estaca de espaladas a él para deleitarse con el bamboleo y tiriteo de aquella masa celulítica de carne arriba y abajo, es espectacular ver como mueve el culo la Concha y más aún lo que te hace sentir esta guarra en esa posición ya sea con tu polla en su chocho o en su ano. Estaban así follando con Concha saltando de sobre la desmesurada inflamación de Jose mirando hacia la puerta cuando apareció el especialista.
El especialista sabía perfectamente la follada que se iba a pegar y por eso la pidió de enfermera, llegó con la polla ya dura bajo el pantalón verde. Se coloco junto a ella ofreciéndole la polla y Concha se agarró al nuevo mástil como a la última rama en la caída al precipicio. Se la trago entera y satisfecha de volver a ver que su boca experta tragadora de pollas seguía podiendo con pollas gordas y largas, el especialista epujaba a caderazos su polla contra la campanilla de ella acompasando los encabritados saltos que daba sobre la polla de Jose. Esta zorra sería la mitad de gorda si se moviera siempre igual y le gustara menos el abrirse de patas y que se lo hagan todo siempre decía Jose, pero aquella inmensa polla la había puesto como de cachonada como el saber que era el último óvulo de la tierra.
Las gordas y rebosantes tetas botaban como un balón de baloncesto abollado hasta que Concha dijo que no podía más, la edad y la falta de este tipo de ejercicio, Jose la giró y la puso a cabalgar con sus tetorras calientes y lubricadas sobre su pecho, dejando el agujero del culo para el especialista. Cuando un culo está follado no es casi necesario entretenerse en dilatarlo ni lubricarlo y el especialista debía saber que el da Concha era un orificio muy perforado porque con un escupitajo y un empujón le metió todo el badajo hasta que golpearon sus huevos contra los de Jose. Comenzarón a acompasarse sus movimientos con cada vez más energia, la Concha tenia las dos pollas clavadas hasta lo más hondo, una inflamada, gorda como un puño taladrando su vagina y otra afilada y potente perforando sus entrañas más sucias con violencia abriendo las carnes de sus nalgas con fuerza enrojeciéndolas. La follaron fuerte, vaya si la follaron fuerte, pero estando en el trabajo no hay tiempo para una plena ración de jodienda y no puedes romper como merecen ser rotos los orificios de una mala zorra como Concha y en pocos minutos se corrieron dentro de ella dándole a sus pollas el último empujon hasta notar sus capullos en el interior del estómago de ella. Así se conocieron los padres de Ana y conociendo a sus padres conocí a su semilla.