Pervertida Ana 2

En casa de los padres de Ana se folla mejor...

Ana era hija de padres separados y vivía junto a su hermana pequeña Blanca, su madre Concha y su padrastro José. Yo siempre he sido de mal estudiar y bastante rebelde así que tras discutir en mi casa tuve que irme a vivir con ella y su familia. La verdad es que era unos tios majos que no ponían pegas a nada y andaba por allí con ella como si estuvieramos solos, follábamos a cualquier hora en su habitación o en la ducha si estaban mis suegros y en los amplios sofas del comedor cuando estabamos solos, mi sitio preferido es el sofá.

Había mucha libertad para practicar y hablar de sexo y una sobremesa después de tomar alguna copa de más José me preguntó si alguna vez había orinado sobre el cuerpo de Ana. Me pilló completamente a destiempo y respondí sonrojado que no. Jose tenía la teoría de que si una mujer aceptaba que orinaras sobre ella y recibía con placer hasta tragar  tu orina estaba por completo sometida a ti y que por eso acepto casarse con mi suegra Concha. Le dije que no me tomara el pelo pero me reto a ver como mi suegra dejaba que el la orinara y acepte. Me dijo en un momento ves al baño y cuando oigas correr el agua de la ducha abre la puerta como si pensaras que no hay nadie entra y lo verás.

No sabía si quería reírse de mi pero me levanté y me dirigí al cuarto de baño, espere oír la ducha y entré. Mi suegra una mujer con un cuerpo similar al de una peonza, de tetorras como cantimploras que le colgaban más abajo aún de su gordo y celulítico pero asombrosamente levantado y respingón trasero estaba desnuda en el amplio plato de ducha arrodillada frente a la polla morcillona de Jose que colgaba a traves de la bragueta. Mira me dijo y ordenó a  Concha que abriera la boca, ella ni siquiera se había inmutado al verme entrar al baño, agarró su polla y comenzó a orinar sobre las tetas de Concha subiendo el chorro hasta mearle completamente la cara y el pelo mientras ella lenguteaba y recogía con sus manos para llevarse a la boca el amarillo y salado líquido. Ni que decir que se me puso completamente dura al ver aquella escena a pesar del desagradable cuerpo de mi suegra.  Estaba pensando salir de allí para agarrar a Ana, que fregaba los platos, levantarle la bata y encularla de cara a la pila  cuando Jose me dijo que me acercara y que meara también sobre el cuerpo húmedo de mi suegra, yo te invito fueron sus palabras. Como estaba indeciso me agarró y de un emujón puso mi paquete frente a las manos de mis suegra que se abalanzó sobre el bulto que dejaba bien a las claras mi erección. Me sacó la polla y me pidió que la meara mientras comenzaba a pajearme la polla y así lo hice comencé a mear la cara de aquella guarra hasta que agarré su cara le metí la polla en la boca y la obligué a que se lo tragara completamente todo.

Jose estaba completamente empalmado tras ver como había forzado a su esposa se puso tras ella la incorporó,  le levantó el culo y se la clavó por detrás, hasta lo más hondo del gordo culo de Concha. A esta zorra le gusta sufrir me dijo, quiero que le metas la polla en la boca hasta que se atragante y la folles duro, así lo hice mientras el le sostenía los brazos en la espalda dejándola indefensa. A sus 50 años Jose follaba duro como un chaval de mi edad metia y sacaba casi en su totalidad sus casi 20 cm  de gruesa negra y venosa polla con una cadencia impresionante. La cara de Concha estaba completamente roja a causa de la falta de oxígeno y la tremenda arremetida que le estábamos dando y de su boca no cesaba de resbalar la saliva producida con la profunda mamada que estaba obligando a que me hiciera.

Me corrí abundantemente en la ensalivada boca de mi suegra que trago mi semen ferozmente. Poco después Jose se la saco del culo la puso de rodillas y casi sin dejarla abrir la boca le empujó de golpe la sucia y fétida polla hasta la garganta mientras empujaba  la cabeza de ella contra su vientre, arremetió cuatro veces que casi veo salir el capullo de Jose por la nuca de Concha y se corrió, esta vez mi suegra no pudo tragarlo y el semen y los restos de su sucio culo se deslizaron por la comisura de sus labios. Me subí la bragueta y los dejé allí lavándose mientras volvía al comedor a terminar mi orujo de hierbas, en la cocina seguía Ana sin que al parecer se hubiera enterado de nada, algo que más tarde descubrí no fue así.