Perversiones en la red.
En mi infancia, Carol siempre ha sido como una hermana para mí. Me ha cuidado, me ha ayudado. Ahora ella ha vuelto y yo ya no soy un niño...
Carol tiene 37 años, recientemente casada, y amiga de la familia de toda la vida. Quizás no es el mejor momento de nuestra relación, viéndola como amistad obviamente, pues nunca ha pasado nada entre nosotros. Pero por unas cosas u otras, la relación se ha enfriado y nada recuerda a la de hace unos años, bastante más unidos. Recuerdo que de pequeño era como una hermana para mí, siempre pendiente de mí, me llevaba de paseo, me hacía regalos. Sin embargo cuando ella se fue a estudiar fuera le perdí la pista. Tardó en volver unos 12 años y cuando nos volvimos a encontrar yo ya no era un niño, pues ya tenía 25 años. Esto fue un cambio. Supongo que son esos pequeños detalles los que ahora me hacen plantearme darme el salto a esta locura.
Tengo que estudiarlo bien, cuidar cada detalle, preparar el terreno y lanzarme cuando todo sea propicio. Si no fuese así, me metería en un buen lío. No daré el paso hasta que sepa seguro que no va a rechazarme. Ahora que vivo en casa de mis padres, somos prácticamente vecinos. Lo que pasa es que hay dos problemas, primero ella vive con su marido, que es amigo también. Además, sus padres también viven con ellos, por lo que hacer cualquier cosa en su casa está descartado desde un principio.
Ambos compartimos una pasión, el tenis, por lo que va a ser clave para poder conseguir lo que me propongo. Hace unos años fue un buen momento para poder acercarnos más, ella no tenía pareja pero yo sí. Recuerdo que varias noches quedamos para jugar al tenis. Ella tenía un horario muy complicado por las semanas y quedábamos a horas algo tardías, sobre las 21:00. A esa hora en invierno es totalmente de noche y hace bastante frio. Solo fueron pocas veces, pero la sentía muy cerca cuando quedábamos. Por varios motivos, por ejemplo, el frio y el olor en invierno es muy intenso y afrodisiaco –al menos para mi- y sobretodo por las charlas en su coche tras los partidos. Sus besos y abrazos cuando nos despedíamos siempre eran muy intensos y llenos de cariño. Los modelitos que lucía en los partidos también ayudaban a, al menos, crear más atracción. Recuerdo sus faldas, y camisetas ceñidas sin sujetador, que unidos al frio que solía hacer, marcaba sus bonitos pezones. Digo bonitos pues sabía que lo eran, varias veces la pude ver en topless en la playa y alguna vez cambiándose en alguna fiesta. A ella no le importaba que la viese así. Sus pechos eran pequeños, pero muy bien formados, y tenían un aspecto muy apetecible y suave. Como se puede suponer, su físico es de deportista, bonitas caderas y piernas. Realmente lo que más destaca de su físico aparte de su bonita sonrisa es su culo, que es perfecto.
Quiero que sea mía durante unos minutos, no pido nada más. Quiero besarla, tocarla. Sentirla mía y ser suyo. Desnudarla sería ya algo increíble, y poder disfrutar de sus pechos o incluso masturbarla ya sería viajar al cielo. Sexualmente no se mucho de ella, aunque lo que sé es que perdió su virginidad muy tarde, demasiado tarde para una chica tan guapa. Ya pasaba la treintena cuando sucedió y el afortunado fue un amigo muy cercano que un día de borrachera se fue de la lengua. Por lo tanto, me espero una chica tímida y tradicional. Aunque quien sabe, quizás me sorprenda o quizás no lo sepa jamás. Igualmente, la deseo.
Por eso quiero volver a intentarlo con el tenis. Creo que es la mejor opción. Horas tardías, de noche, y dado que su marido no comparte su misma pasión, sería ideal para quedar solos.
Día 1
Después de insistir varias veces de quedar para ir a jugar al tenis un día accede, y como era de esperar, quedamos sobre las 22:00 de la noche, en la pista cercana al pueblo.
Por supuesto no voy a intentar nada en la primera “cita”, simplemente quiero retomar el buen rollo que teníamos antaño. Si voy a intentar cuidar mas detalles, mi aspecto, quiero serle apetecible y que me pille en alguna mirada indiscreta. También me gustaría pillarla a ella en alguna mirada. Para el primer día vestí pantalón corto y camiseta ceñida. El pelo lo até con una cinta. El primer partido fue intenso, hacía tiempo que no jugábamos ninguno de los dos y nos costó mucho coger forma. Al terminar, nos cogimos unos refrescos en la máquina y nos relajamos un poco comentando el partido y poniéndonos al día de cotilleos. Bueno, de casi todos.
Por lo pronto descubro que la vida de casada no le va tan bien como esperaba, eso es un punto a mi favor. Se la ve algo triste, y sus abrazos siguen siendo tan intensos.
Día 6
Quedamos varias veces más sin acercamiento de ningún tipo. Pero hoy es un día especial, uno de esos días que te levantas con más hambre de lo habitual, más confianza, y después de plantearme como llamar su “otra” atención en mí me decido a hacer algo muy simple. Hoy no llevaré bóxer, si no que solo llevaré el pantalón corto sin nada por debajo. La idea es sencilla, quiero que se fije en mi paquete, y para ello solo necesito tener una cierta erección y luego estar atento a sus miradas. Y tener una erección hoy no es complicado, sobretodo después de ver el modelito que ha elegido. Una falda que tapa lo justo, y para arriba un top que deja ver un poco de su escote. Para ayudarme me imagino que no lleva bragas. Mi imaginación trabaja perfectamente, solo pensar que quizás no lleve nada debajo hace despertar mi miembro. Va cogiendo dureza al tiempo que se gira hacia un lado, dejando a la vista un buen bulto. Todo hay que decirlo, no tengo una polla enorme, ni mucho menos, pero suficiente para que se pueda diferenciar bien el bulto. Ahora solo falta coger aire, mantener la compostura y estar atento a sus miradas. Es un juego morboso que mantiene mi erección durante toda la partida. Para ayudar, en esta partida subo más a la red, buscando estar cerca de ella. La partida sigue hasta que por fin capto su mirada, rápida pero clara, directa a mi paquete. Mi mirada es más rápida que la suya y aunque solo fue un segundo ha sido suficientemente clara. Por si no estaba suficientemente convencido, después de esa vienen más. Muy cortas, directas, rápido juego de ojos. Ahora ya no es una cierta erección, ahora está bien dura. No dejo de darle vueltas sobre que piensa ella de todo esto. Sobre qué siente al verme así. O si son todo imaginaciones mías. De seguro lo que no es imaginación es mi excitación, que me distrae mucho del juego. Normalmente cuando acabamos de jugar nos damos un abrazo. Esa es mi otra oportunidad. Pero debo hacerlo bien, no puedo abrazarle y restregar la cebolleta contra ella. Debo ser más sutil. La partida termina y me acerco a abrazarla. Antes del contacto, capto otra de sus rápidas miradas que hacen que mi bulto convulsione. Cojo aire y busco el abrazo, su pecho toca contra el mío y me acerco un poco más las caderas para sentir su abdomen sobre mi bulto. En cuando siento el contacto me separo, mostrándome avergonzado y no digo nada. Ella tampoco dice nada, y nos dirigimos como siempre a por un refresco. Charlamos un rato, nos despedimos y quedamos para la próxima vez.
Hoy ha salido todo como esperaba, realmente no ha pasado nada pero realmente si ha pasado.
Para el próxima vez, me planteo si debo volver a hacerlo mismo o si mejor que sea un día normal. Que sea un día normal puede hacer que aquello haya sido una anécdota y volver a hacerlo puede suponer que se vuelva habitual el jugar con ella con erección. Sin embargo una nueva idea aflora en mi cabeza.
Día 7
Hoy voy a dar un pasito más. Quiero hacerle ver que esta excitación es por ella. Normalmente ella comienza los partidos con una chaqueta deportiva puesta y a medida que se desarrolla el partido la quita quedándose solo en top. Empezamos la partida y jugamos normal, como siempre. Alguna mirada tímida al principio que creo dirigida a mi paquete pero no le doy mucha importancia. A mitad del partido, Carol se acerca a la grada y se quita la chaquetita, quedándose solo con el top. Nunca lleva ropa interior bajo el top, siempre se la ve muy sexy. En ese momento llamo a mi imaginación, y me imagino sobando tus pechos con una mano bajo su top y con otra mano bajo su falda, masturbándola ahí mismo. Mi erección se asoma en unos segundos, casi como un resorte. Esta vez la tengo algo más centrada por lo que el bulto es bastante mas prominente. Quiero que piense que mi bulto esta relacionado a que se ha quedado solo en top. Sus miradas vuelven, no es para menos, sobretodo cuando yo me dispongo a devolver una pelota. Me doy cuenta por lo despistada que está cuando le llegan a su lado. En un momento dado, al devolver una bola, miro para ella directamente, perdiendo el punto, pero captando su mirada bien directa a mi bulto. La cosa se pone todavía más interesante cuando en su top rojo se comienzan a marcar dos puntos. Sus pezones cogen forma y se muestran de una forma que nunca había visto en ella. Desconozco si es a raíz del frio de esas horas de la noche o bien porque está excitada. En cualquier caso, es la primera vez que se le marcan de esa manera. Los diez últimos minutos de partido fueron muy intensos, sus miradas a mi bulto y mis miradas a sus pezones. Estamos muy acalorados y se me ocurre una idea. Me quito la parte de arriba, quedándome a pecho descubierto. No es una noche calurosa pero realmente estoy acalorado y sudando. Después de fallar más que acertar, la partida finaliza. Toca abrazo. La busco para el abrazo y cuando la tengo entre mis brazos, la empujo hacia mi lo suficiente para sentir sus dos pezones clavarse en mi pecho húmedo. Un movimiento sutil de cadera para rozar con mi polla su abdomen y nos separamos en dirección a la máquina de refrescos. Mientras camino, siento todavía dos punzones en mi pecho, como si llevase sus pezones conmigo. Hoy la charla post-partido es más corta de lo habitual. Los dos lo achacamos a que fue un partido muy intenso.
Solo de imaginar que quizás el estado de sus pezones era gracias a mi me daba muchos ánimos de seguir con esto. Los días que había entre los partidos me los pasaba pensando, imaginando cual seria el mejor paso para continuar con el juego tan morboso. A veces pensaba en que estaba yendo muy lejos, que seria una locura que podría acabar con su matrimonio y quizás con nuestra amistad. Otras veces no.
Día siguientes
Los siguientes partidos fueron un poco la tónica del ultimo. Buscaba la erección cuando se quedaba en top e incluso a veces me parecía que jugaba conmigo, al sacarse la chaqueta o incluso volviéndosela a poner antes de terminar la partida para que no se le notasen tanto los pezones al llegar al abrazo. Un día noté algo extraño, pues ella siempre llevaba las pelotas guardadas por fuera de la cintura, utilizando una especie de cinto de velcro. Sin embargo, un día llegó con un nuevo sistema que ella me decía que le era más cómodo. El velcro lo llevaba a modo de liguero, bajo la falda, y las pelotas pegadas bajo ella. Lo interesante de este sistema es que cada vez que cogía una bola nueva tenía que meter la mano bajo la falda. Me acostumbré entonces a ver su ropa interior cada vez que buscaba una nueva pelota. Incluso un día me pareció ver que no llevaba nada debajo pero lo achaqué a mi calenturienta mente. Me daba la impresión que de que ella se iba metiendo en el juego, por esos detalles y por la frecuencia y duración de los partidos, que cada vez eran mayores. Otro día mientras recogía una pelota su falda se elevó lo suficiente para dejarme ver desde mi vista parte de una nalga, descubierta por la braguita deportiva descolocada. Algo que no entendía era que cada vez era mas reacia a darme abrazos, quizás se estaba dando cuenta de algo. Esto me preocupó y estuve falto de confianza los siguientes partidos, dejando a un lado mis erecciones y un poco resignándome a que aquello iba a ser imposible.
Durante una semana Carol no pudo quedar porque tenía un compromiso. Aproveché entonces ese tiempo para darle vueltas a la cabeza, sacando el morbo de mi interior, planeando una escena perfecta en la que no se pueda resistir a entregarse a mí. La cosa estaba muy verde aun para dar el paso definitivo, pero quería volver a coger ritmo.
Día 17
De nuevo en la pista, nos damos un buen abrazo nada mas vernos, pues hace dos semanas que no jugamos. Bromeamos por nuestro estado de forma y parece como que nuestros juegos sobre la pista han quedado atrás y como si no hubiesen sucedido. Esta vez Carol no venia con falda, si no con unos shorts negros deportivos que le sentaban divinamente. Para arriba, un top de asas corto, que dejaba ver su plano vientre. El pelo lo tenía agarrado con una coleta, está increíblemente sexy. Sólo unas dos pequeñas piezas de tela guardan su tan deseada desnudez. No dejo de imaginar mis manos pasando por todo su cuerpo, bajando por sus caderas llevándome con ellas su short. Quedándome de rodillas ante ella…
El partido acaba, y yo con una cierta erección causada por la conjunción entre mi imaginación y su modelito. Esta vez el abrazo es más largo de lo habitual. Un “me gustan tus abrazos” ayuda a tener unos segundos extra. Mis manos en su cintura desnuda, y apretándola suave hace mí, sintiendo sus pechos en mi pecho y su abdomen en mi bulto. Ella sonríe. Siento su respiración en mi cuello. Nos separamos, y vamos a por un refresco para luego volver al coche. Ya dentro, hay algo especial. No hablamos durante todo el camino. Al llegar a mi casa, nos damos otro abrazo intenso. Al separarnos busco su mejilla para darle un beso. Apuro el beso lo más que puedo, besándola muy cerca de la comisura de sus labios. Siento su respiración al hacerlo. Nos separamos definitivamente y me dedica una dulce sonrisa antes de despedirnos.
Día 18
Estamos en mitad de una nueva partida. Hoy ha vuelto a la falda habitual y top con chaqueta por encima. Esta vez estoy intentando mantener la compostura y aunque tampoco llevo bóxer intento centrarme en el juego para no excitarme. Capto sus miradas durante toda la partida. Me encanta que me mire. Busca mi bulto una y otra vez. Pero hoy no lo encuentra. Después de un punto, se dirige a la grada para dejar su chaqueta. Cuando se da la vuelta me sorprendo al notar que se le marcan mucho los pezones, muchísimo. Del frio no es, pues tenía la chaquetita puesta. Es imposible verla tan empitonada y no excitarse. Sin embargo, intento mantener la calma, hoy está siendo muy divertido y se está dando cuenta de ello. Desea ver mi bulto. Le gusta verme excitado. Algunas miradas son totalmente descaradas, está jugando conmigo. Cada vez que mete la mano bajo su falda para coger una pelota mi corazón se acelera. Pienso por momentos que lo que hace es tocarse. Se toma todo el tiempo del mundo cuando lo hace, levantando su falda más de lo necesario. Controlo mi excitación aunque cada vez me cuesta más. Tengo sus braguitas negras memorizadas. Me gusta verla así, buscando juego, incitándome. Estoy muy excitado y quiero saber hasta donde es capaz de llegar. Quizás hoy sea el gran día. No tarda en sorprenderme otra vez. En una jugada, estamos ambos jugando muy cerca de la red. Le devuelvo la pelota con un globo que cae al final de la pista. Me sonríe y se queda de pie observándome. Nos quedamos quietos descansando de la intensa jugada y de pronto veo como mira hacia su alrededor. Instintivamente giro la cabeza y veo también alrededor, no hay nadie. Vuelvo a mirar para ella y no me acabo de creer lo que ven mis ojos: Carol había recogido toda la parte delantera de su falda y la tenía subida hasta la cintura. En mitad de la pista, de pie, enseñándome las bragas. A mí. El tan deseado triángulo se muestra ante mí, solo tapado por esa fina tela. Obviamente no puede controlar mi excitación, y mi miembro se levanta como un resorte. Cuando se da cuenta de mi bulto, suelta su falda y se da la vuelta, buscando la pelota. Yo jadeo atónito.
Seguimos jugando un rato, mi bulto ya no sé bajó durante toda la partida. Estoy muy nervioso por todo lo sucedido. El partido termina y nos buscamos como siempre para darnos el abrazo de rigor. Nos abrazamos muy fuerte. Sus pezones se clavaron en mi pecho, y mi bulto en su abdomen. Busqué su mejilla y la besé. Ambos jadeamos por el cansancio. Mis manos bien abiertas recorren su espalda, bajando hasta su cadera y apoyándolas allí. Nos vemos a los ojos y un cosquilleo recorre mi cuerpo. Deseo tanto besarla.. Me lo pienso una y otra vez y vuelvo a buscar su mejilla, ajustando el beso lo más que puedo, esperando a su reacción. Sin embargo se separa y se va en dirección a la máquina de refrescos. Me quedo un poco cortado y la acompaño.
Nos metemos en el coche. Hoy es una noche especialmente oscura. Cuando me estoy poniendo el cinto miro para ella, está quieta mirando para mí. Su mirada me dice todo lo que necesito saber. Suelto el cinto y me acerco a ella. Pongo una mano en su mejilla y busco sus labios con convicción. Cierro mis ojos y en ese momento me dispongo a disfrutar de algo maravilloso. Sus labios me esperan. Son finos, pero extremadamente suaves. Me dejan hacer. Se deforman con los míos, se entreabren. Me dan permiso para entrar y mi lengua lo hace despacio. Siento el calor de su boca, y su lengua me da la bienvenida. Nuestras lenguas se ponen rápido a jugar y el beso se alarga un par de minutos, subiendo de intensidad con rapidez. Ninguno se para a valorar lo que hacemos, solo seguimos nuestro instinto. Luego ya habrá tiempo para lo que sea, ahora es lo que tiene que pasar. Me separo, la observo, y no puedo evitar buscar su boca y lengua otra vez, con más intensidad. Nuestras respiraciones se aceleran, aunque ahora no es del cansancio del partido.
No me acabo de creer que esté besándola, llevaba mucho tiempo deseando hacerlo. ¿Esto significa que tengo permiso para hacerla mía? Pienso mientras nuestras lenguas giran entrelazándose una y otra vez. Mi mano se desliza por su mejilla cuello y la apoyo en su hombro, casi desnudo y suave. Ella se gira hacia mí y aunque estamos bastante incómodos nada nos puede separar de nuestro beso. Me muero de ganas de desnudarla. Me planteo que quizás es una locura pero su respiración agitada junto con los juegos de ese día me dan confianza a coger entre mis dedos el asa derecha de su top. Me separo ahora y la observo. Hay oscuridad absoluta en el parking, no hay ningún alma, y solo la luz de la luna llena nos ilumina un poco. La luna ilumina su cara, está preciosa, le brillan mucho los ojos. Con mis dedos juego con el tirante del top. Ella ya sabe lo que quiero hacer, solo necesito que me dé permiso a hacerlo. No dice nada, pero eleva un poco su cuerpo de forma que uno de sus pechos queda iluminado también por la luz de la luna. Ese es el permiso que necesito. Observo su pecho con detenimiento, el pezón se marca de una forma exagerada. Solo una pequeña tela me impide verlo. Y es una tela que tengo permiso para quitar. Carol mira ahora para su hombro y observa mis dedos temblorosos. Su mirada me dice que adelante. Un cosquilleo recorre todo mi cuerpo. Ella respira mas tranquila, pero muy profundamente. Solo nuestras respiraciones y el golpear de las lejanas olas rompen el silencio. Cojo ahora el tirante del top con dos dedos y lo deslizo. Es tan suave que baja con facilidad, mostrando su hombro ahora si desnudo de todo. El tirante se descuelga y queda suelto a la altura del codo. Sin embargo es tan ceñido el top que queda pegado a su pecho. Tengo que coger el tirante otra vez y tirar de el hacia abajo para hacer que se baje. Lo hago muy poco a poco, quiero disfrutar cada segundo. Su piel iluminada se va mostrando a escasos centímetros de mi atenta mirada. Su pecho desnudo se va revelando. Respiro nervioso cuando parte de la aureola va mostrándose. Un pequeño tirón más y su pezón asoma enorme, bien erecto y proyectando una sombra sobre el mismo pecho. Sigo tirando muy nervioso, Carol saca su mano del tirante y así puedo deslizarlo de todo, dejando el pecho entero a la vista. Suelto el top y ella me dedica una dulce sonrisa mientras mira también para su pecho recién descubierto. Observo su desnudez con detalle. No es la primera vez que veo sus pechos, pero desde luego esta vez es muy especial. Me quedo un poco parado ahora sin saber que hacer. Pero Carol me ayuda, elevando más su cuerpo, acercándolo a mi cara. No tardo nada en fundir mis labios con su pecho. Un pequeño gemido mientras siento la dureza de su pezón en mi lengua. Me separo un poco y observo nuevamente su pecho, esta vez con el pezón humedecido de mi saliva. Lo busco nuevamente, acariciándolo con mis labios, la aureola entera para luego besar por todo su contorno. Vuelvo al pezón y lo chupo con deseo, metiéndolo entero en la boca y jugando con la lengua dentro. Cuando lo saco de la boca, aprieto con mis labios como haciendo de pinza, sintiendo su dureza. Lamo la aureola haciendo círculos y mamo como un bebé. Carol me observa y gime ligeramente cuando hago cierta presión. Mi pantalón va a estallar de lo excitado que estoy. Me separo y busco su boca, besándola muy alocadamente. Bajo mi mano y comienzo a masajear su pecho húmedo, apretándolo, sosteniéndolo con la mano abierta, levantándolo.. en definitiva, disfrutándolo.
Nuestro beso se interrumpe de golpe. Carol se separa y se queda con gesto de preocupación. Dejo de tocarla y se coloca rápidamente el top. Pide para irnos. Nos vamos. En el coche se despide solo con un beso en la mejilla. Un jarro de agua fría.
Me voy bastante preocupado, creo que esto se nos ha ido de las manos. Pasan los días y no sé nada de ella. Paso unos días muy mal y pienso que quizás no la vuelva a ver más. –parte 1 -
Día 19
Ha pasado una semana desde nuestro ultimo partido. No sé nada de Carol. Ni una llamada ni mensaje. Se me pasa por la cabeza que me he pasado y que está enfadada conmigo. Sin embargo, hoy me llama y quedamos como siempre. Sospecho que hoy hablaremos sobre lo pasado el otro día y supongo que tomaremos alguna decisión.
Ya en el coche, Carol me saluda con un cálido beso en la mejilla, y nos pasamos todo el trayecto sin decir nada. La cosa está tensa. Llegamos a la pista y comenzamos a calentar, sin hablar apenas. Hoy viste el mismo top y falda que el otro día. Sólo al verla la recuerdo en el coche, con un pecho fuera y yo disfrutando de él como un niño. La partida transcurre sin más problemas, sin juego y en realidad un poco apagada. Sin embargo yo ardo en mi interior, aunque no se me note visiblemente. El no hablar sobre lo que pasó es un poco raro. Quizás se reserve para hablarlo luego, o quizás directamente no quiere hablar del tema. ¿Y seguir con ese juego? Eso por ahora no lo sabré, pero no voy a esperar a otro día para salir de dudas.
Durante una jugada, la pelota se queda enganchada en la valla que hay detrás de su zona, justo en la esquina con las gradas. Es un lugar algo lúgubre pues la escasa luz de la pista no alumbra esa zona. La bola se queda encajada muy fuerte justo en uno de los huecos de la valla y a Carol le cuesta bastante sacarla. Al verlo, me acerco y dejo mi raqueta en la grada. Nada mas llegar a su posición, ella está de espaldas, algo flexionada intentando sacar la bola con cuidado de que no se caiga para la pista del otro lado. Sólo verla en esa postura ya me produce una erección y me comienzo a sentir muy nervioso. Ella se da la vuelta y de una rápida mirada se fija en mi bulto. La oigo suspirar y se da la vuelta otra vez, ahora totalmente de pie. Me acerco desde atrás y apoyo mis manos en su cintura, sin presionar pero firme. Acerco mis caderas hasta que su culo detiene mi bulto. Apoyo mi cabeza en su hombro y busco su mejilla. Sin embargo, Carol se gira hacia mi y me ofrece sus labios. Los beso sin dudarlo. Ya desde el primer momento su lengua sale a buscarme. Jadeamos con el beso, otra vez fuera de control. Aprieto un poco mis caderas contra ella, quiero que sienta mi excitación como nunca. Deslizo mis manos hacia su estómago y agarro la parte inferior de su top y lo subo un par de centímetros dejando a la vista su ombligo. Carol deja de besarme y mira hacia los lados. Yo también miro, no hay nadie. Sin embargo por precaución, ella da dos pasos hacia delante, más cerca de la esquina de la vaya con la grada. Yo la sigo y no me separo ni un centímetro. Vuelve a buscar mi boca y yo mientras tanto sigo subiendo su top hasta dejarlo solo agarrado por sus pezones. Un tirón más y sus pechos aparecen dando un pequeño rebote. Dejo de besarla para poder bajar la vista y distinguirlos entre la tenue luz. Subo mis manos a su costado y agarrándolos por el exterior cojo ambos senos con las manos y comienzo a manosearlos. Sus pezones están muy duros ya, contrasta con la blandura del resto. Gime ligeramente mientras nos besamos otra vez. Aprieto más mis caderas y mis manos sobre su cuerpo, haciéndola ver que al menos estos minutos me pertenece. Reboso calor, me siento más excitado que nunca. Deslizo ahora una de mis manos por su cuerpo, mientras con la otra me turno con cada pecho. Nuestras lenguas juegan más que nunca, a veces fuera de nuestras bocas. Mi mano busca la goma de su falda y cuando la encuentro la paso de largo, colándola debajo y acariciando su braguita. Carol abre inconscientemente sus piernas y deja que mi mano se cuele entre ellas. Siento el calor de su coño en mi mano, su humedad, que me acelera más y mas. Ella gime ahora mientras la acaricio por encima. Noto perfectamente la forma de sus labios y como se abren con el paso de mis dedos. Quiero más. Dejo de besarla y me separo un poco, bajo la vista y con ambas manos levanto su falda, observando su bonito culo. Con una mano agarro la falda y con la otra voy bajando sus bragas, primero por un extremo de su cadera y luego por el otro. Poco a poco, hasta ir desvelando su desnudez y dejando la braga justo debajo de las nalgas. Es perfecto. Ahora suelto la falda y busco sus pechos otra vez, apretándolos entre ellos, separándolos y sosteniéndolos con las manos a modo de sujetador. Aprieto mi bulto contra ella, ahora solo separados por la delgada tela de mi pantalón deportivo. Siente mi calor. Mi dureza. Nos besamos. Bajo una mano otra vez y la cuelo debajo de su falda. Carol nerviosa levanta la mirada y mira hacia alrededor. No hay nadie. Acaricio su vientre hasta llegar a una zona de vello que me da la bienvenida a su zona más intima, que está totalmente depilada. Paso la mano entera por su coño, deslizado mi dedo central entre sus labios, y con los de los lados separándolos. Está empapada, y siento su olor ya desde esa postura. Bajo mas mi dedo hasta llegar a su agujero, y lo acaricio suave notando como se dilata el solo. Ella gime ahora y sus piernas tiemblan. Hago fuerza con mi otro brazo para que mantenga el equilibrio. Como esto no es suficiente, se apoya con ambas manos en la reja que tiene justo delante. Muevo mis dedos en círculos y comienzo a masturbarla. Sus gemidos suenan increíbles en ese silencio y oscuridad. Muevo mis dedos por todas las zonas para buscar la que mejor funcione para llevarla al orgasmo. Quiero que me lo dé ahí mismo. Bajo ahora un dedo e intento penetrar en ella. Está increíblemente cerrado, pero tanta humedad es suficiente para poder entrar. Introduzco un dedo y comienzo a moverlo despacio. Bajo mi otra mano, pasando mi antebrazo entre sus pechos y con mis dedos buscando su clítoris. Comienzo a masturbarla ahora con dos manos. Con una la penetro con un dedo y con la otra estimulo su clítoris. Carol gime cada vez más fuerte y me hace acelerar el ritmo. Siento el ruido de la reja al ser apretada por sus manos. Muevo el dedo que tengo dentro en círculos y hago presión hacia sus paredes. Noto como se pone en tensión todo su cuerpo. Su respiración se agita de una forma increíble. Gime. Tengo que dejar de besarla porque siento que se ahoga. Muevo ambas manos más rápido. Siento que está a punto y miro para su cara, que maravilla. Ahora su respiración se para, noto como su cuerpo convulsiona entre mis brazos. Hay un tenso silencio y luego vienen gemidos de placer. Carol se agarra muy fuerte a la valla mientras disfruta de su orgasmo. Noto en mi dedo como líquido sale de su interior. Su cuerpo se relaja y parece como si se me fuese a desplomar en el suelo. La sostengo fuerte mientras va recuperando su respiración. Me mira y me besa otra vez. Cuando se relaja, subo sus bragas con ambas manos y le acomodo la falda. Luego bajo el top hasta su posición habitual. Carol se suelta de la valla y mira para sus manos, en las que se pueden ver las marcas del alambre. Se da la vuelta y me abraza. No decimos nada, nos quedamos así un buen rato hasta que después, cogidos de la mano, vamos a la máquina de refrescos. Recupera su aliento. Ha sido increíble.
Después de un par de bromas vamos para el coche. Yo me subo en el lado del acompañante, como siempre. Carol no hace mas que suspirar a cada momento. Me mira con media sonrisa, y con cara pilla baja la mirada. Mi paquete esta como estaba hace un rato, bien marcado. Sin mediar palabra, baja su mano y comienza a acariciarme el bulto por encima del pantalón deportivo. Se me marca muchísimo. Recorre su forma con los dedos, alternando su mirada entre mis ojos y mi paquete. Siento pequeñas convulsiones solo con esas caricias. Con sutileza y despacio, baja su otra mano y deshace el lazo del pantalón deportivo, sin dejar de tocarme con la otra. Ahora levanta la goma con una mano y cuela la otra. Miro para sus ojos al tiempo que siento su delicada mano buscando mi miembro. Encuentra la postura y me la agarra. Su mirada es increíble. Y más aún cuando tira de ella y me la saca fuera. Suspiro muy fuerte, estoy muy excitado. Comienza a masturbarme casi al momento, a un ritmo bastante rápido. Con su mano libre levanta su top con dificultad hasta dejar ambos pechos al descubierto. Estiro una mano y comienzo a disfrutar de ellos mientras me masturba enérgicamente. Siento que no voy a tardar mucho en terminar. Jadeo fuerte. Ella al darse cuenta de que no me falta mucho, me levanta la camiseta deportiva dejándome el pecho al descubierto. Una de sus manos me acaricia ambos pezones. Siento que me voy ya y la miro para transmitírselo. Jadeo y siento la primera convulsión. El primer chorro de semen sale muy despacio, deslizándose por el tronco y cayendo sobre sus dedos. Carol se sorprende al ver que ya comienzo y luego dirige la punta hacia mi pecho, donde van cayendo los siguientes chorros, empapándome. Su mirada es un poema, sonríe mientras me hace disfrutar hasta el infinito. Siento el calor de mi semen por mi pecho, golpeándome y luego escurriéndose. Ella sigue masturbándome despacio una vez que acabo. Con la mano limpia busca toallitas húmedas y nos limpiamos. Subo mi pantalón deportivo y ella baja su top. Nos sonreímos y nos damos un buen beso.
Todavía no nos decidimos a hablar de lo que estamos haciendo, es demasiado intenso para opinar sobre ello, solo se puede disfrutar y nada más.
Día 20
Después de nuestra tórrida última sesión, espero ansioso a que Carol pase a buscarme. Hoy estoy más nervioso de lo habitual. El otro día nos soltamos –y de que manera- y hoy no se como afrontar el día. Sé que esto se terminará pronto, solo falta saber qué día será. Quizás sea hoy.
Entro en el coche y ella me saluda con una sonrisa. Luego viene un dulce beso en la mejilla, y antes de separaros y tras una rápida mirada hacia los lados, me da otro en los labios. Ese beso me hace relajarme y me saca una sonrisa. De camino hablamos sobre trabajo, las típicas conversaciones que teníamos siempre, como si no hubiese pasado nada entre nosotros. Como si sus gemidos cuando agarraba fuertemente la valla el otro día fuesen fruto de mi imaginación.
Me cuesta no traer a mi mente todo lo que pasó en días pasados. La veo muy activa hoy, sus sonrisas y miradas me traen desarmado desde el primer momento. Después de aparcar y antes de salir del coche, nos abrazamos y nos damos un largo e intenso beso. Salimos y nos dirigimos a la pista. Está claro que hoy no será un partido normal. Y pronto me doy cuenta de ello cuando para recoger la pelota para sacar, Carol levanta suficientemente su falda para dejarme ver que no lleva bragas. Su preciosa entrepierna depilada se muestra ante mi. Aunque ya la he masturbado el día anterior, no pude contemplarla directamente por la posición en la que nos encontrábamos. Ahora si la veo perfectamente y es increíble. Cada vez que necesita una bola hace lo mismo, dejándome verlo durante unos segundos cada vez. Cuando está de espaldas, al recoger una pelota, tampoco duda en levantar la falda para dejarme ver el culo. Me trae loco durante toda la partida. Cuando va a dejar su chaqueta como siempre, sube una pierna a la grada, mirando hacia mi y levanta su falda, para verla bien abierta. Ya en la pista, deja caer una de sus asas del top dejándome ver su pecho empitonado. Es más, juega varios puntos así, con un pecho al aire. Una de las veces que busca una pelota bajo su falda me doy cuenta de que tarda demasiado. Acercándome veo claramente como se está tocando, y levanta la falda para que vea como lo hace. Son imágenes que no se me borrarán de la mente nunca. Hoy deseo poseerla más que nunca y siento que ella también lo desea. Carol se muestra ante mi, de pie, masturbándose con una mano mientras que con la otra sostiene la falda. Está muy nerviosa pero más excitada que nunca. Mira hacia los lados nerviosa de que pueda ser pillada pero está demasiado cerca para parar ahora. Suelta ahora su falda pero no deja de masturbarse. Dos de sus dedos desaparecen en su interior mientras gime al otro lado de la pista. Mira nerviosa a los lados y con su mano libre busca sus pechos, metiendo la mano por debajo del top y acariciándoselos. Es una maravilla verla, me quedo inmóvil, con una tienda de campaña en mi pantalón deportivo y sin saber qué hacer. Sus gemidos comienzan a salir tímidamente de sus labios. Acelera el ritmo. Yo no puedo aguantar más sin tocarme. Bajo la mano y tras una rápida mirada a la calle, desabrocho el lazo el pantalón y lo bajo lo justo para dejar salir mi polla, que rebota como un resorte. Sin perder tiempo me la agarro y comienzo a masturbarme. Esto la acelera más, que tiembla en medio de la pista. Me acerco más a la red y ella hace lo propio, quedando muy cerca ambos, solo separados por el fino cordel. Ahí seguimos unos minutos, masturbándonos el uno para el otro. Miradas nerviosas a la calle, pero pronto volvemos a fijarnos en nosotros mismos. Los dos queremos terminar así, solo intentamos que sea lo más acompasado posible. Carol ahora deja sus pechos y levanta la falda, para permitirme ver mejor lo que está haciendo. Tiene el coño a escasos centímetros de la red y yo a la misma distancia pero al otro lado. Estamos muy cerca, siento sus jadeos, su respiración. Flexiona un poco las rodillas, me ofrece su entrepierna. Susurra unas palabras que no llego a entender y luego se queda en silencio su respiración, su cuerpo se pone en tensión, y luego se relaja con varios gemidos que resuenan en la pista. Carol tiene un orgasmo muy intenso y disfruto observándola sin dejar de tocarme. Verla así corriéndose es increíble, y hace que yo esté más cerca también. Ella lo sabe y no se va de mi lado. Quiere ver como termino también. Se acerca más a la red y se coloca de lado, subiendo la falda con una mano y acercando una de sus nalgas a la red, llegando a rozarla. Me ofrece su piel para acabar sobre ella y me excita todavía más. Acerco mi glande brillante y húmedo a su nalga y acelero el ritmo. Ella me mira de lado y me da un último regalo más, me deja ver uno de sus preciosos pechos, deslizando el asa del top muy sensualmente. Noto que me llega ya, jadeo y comienzo a respirar muy fuerte. Carol acerca más su nalga echándose casi por encima de la red, se gira un poco más y con la mano sube mas la falda dejándome ver su bonito culo. Me viene, siento el semen recorriendo el tronco de mi pene y después de varias convulsiones previas, éste sale muy fuerte cayendo una y otra vez sobre sus nalgas. Gimo en un orgasmo memorable y largo. Mi líquido blanco se acumula y poco a poco se va deslizando por sus muslos, dejando una vista llena de morbo. Termino y me quedo de pie, con las piernas flexionadas y jadeando, todavía con mi miembro en la mano. Carol me busca y nos abrazamos con la red en medio de ambos. Nos besamos muy intensamente y debido a la excitación que todavía tengo bajo mis manos a sus mojadas nalgas, y extiendo todo mi líquido todavía caliente. Nos besamos durante un buen rato y sonreímos. Ella baja sus manos y suavemente agarra mi pene y la dirige dentro del pantalón deportivo. Para luego con calma hacer un lazo.
Carol se aleja en busca de su mochila y quita un paquete de kleenex. Está muy sexy, frente a la grada, levantando la falda y limpiándose la nalga, que brilla al estar húmeda. Por supuesto me dedica sonrisa y mirada al hacerlo.
Ya dentro del coche, nos buscamos casi al instante. Nos fundimos en un beso muy intenso, su lengua está más juguetona que nunca. Me cuesta seguir su ritmo. Bajo una mano a sus pechos y los magreo con deseo. Ella hace lo mismo con mi entrepierna, que ya comienza a responder otra vez. Carol se abalanza sobre mí, jadeando mientras no se separa de mi boca. Va pasando del asiento del conductor al copiloto. Le dejo el sitio que puedo y se coloca sobre mí, con unas rodillas a cada lado del asiento. Baja sus caderas y se sienta sobre mi bulto. Siento su calor extremo, pues sigue sin bragas. Estamos más fuera de control que nunca, totalmente desatados. Carol mueve sus caderas en círculos, rozándome toda su entrepierna con la mía. Comenzamos a jadear, nuestras lenguas están fuera de nuestras bocas ya. Bajo mis manos por sus caderas y sin dudarlo las llevo bajo su falda, agarrando fuerte ambas nalgas. Aprieto su culo, con deseo, a lo que ella responde rozándose más y subiendo la intensidad de sus movimientos. Subo mis manos a sus hombros ahora, y, sin dejar de besarla, bajo ambos tirantes del top. Sobo sus pechos y luego bajo la cabeza para saborearlos. Ella se eleva para dejármelos a la altura de la cara mientras cuela sus manos entre mi pelo. Saboreo sus pezones con deseo, metiéndolos de todo en la boca y de vez en cuando soltando un pequeño mordisco. Mis manos vuelven a sus nalgas, apretándolas con más fuerza. Me alterno lamiendo y chupando sus preciosos pechos mientras Carol baila con su cuerpo sobre mi. Siento que me va a estallar el pantalón deportivo. Ella se separa ahora lo justo para colar su mano y tocarme por encima del pantalón. Me acaricia un rato mirándome a los ojos. Está súper sexy con la tenue luz de la luna y de farolas lejanas. Con ambas manos desabrocha mi pantalón, y como puede lo desliza lo suficiente para dejar mi verga al aire. La mira y con una mano comienza a masturbarme despacio. Noto como me aprieta y desliza su mano con deseo. La deja ahora apoyada siguiendo la dirección de su raja y vuelve a ponerse sobre mi. Baja su cuerpo y me da un escalofrío al sentir piel desnuda de su entrepierna sobre mi pene. Comienza a moverse adelante y atrás masturbándome con sus labios. Siento lo empapada y caliente que está. Eso me saca de mis casillas. Vuelvo a llevar la boca a sus pechos y mis manos a sus nalgas. Aprieto su culo y sigo sus movimientos. Su coño me roza lo suficiente para masturbarme de una forma increíble. Busco su boca, y mis manos bajan a sus pechos. La deseo. Carol gime ahora en mi oído mientras se mueve rozándome cada vez mas fuerte y rápido. De pronto, se detiene y eleva un poco su cuerpo, baja su mano agarrándomela y la pone vertical. Me pongo un poco nervioso, pero es lo que deseo. Me calma diciéndome que toma la píldora al oído. Coloca mi glande en su entrada y se sienta sobre mi. No me lo puedo creer. Me tiembla todo al sentir como entro en ella. Está muy cerrada pero mojada a la vez. Es muy placentero sentir como la voy llenando. Ella se queda parada una vez que está dentro de todo. Tiembla sobre mí, jadeando. Nos quedamos así un buen rato, disfrutando solo de sentirnos unidos por un momento. Nos besamos, nos acariciamos. Pongo mis manos en sus caderas, esto hace que comience a dar círculos despacio. “Hazlo” “fóllame”. Susurro. Carol comienza a mover sus caderas, adelante y atrás, mientras comienza a jadear fuerte. Gime. Con mis manos sigo su ritmo, haciendo que se levante más y más en cada embestida. Comienza a saltar ligeramente, sus pequeños pechos botan delante mía. Acelera muy rápido y mis manos va ahora a sus nalgas, las aprieto y separo bajo la falda. Su espalda brilla y está húmeda del sudor, aunque nada que ver con la humedad que siento dentro de ella. Ella coloca las manos en mi nuca primero y luego en ambos lados del respaldo del asiento. Gime como loca, y me lleva a mi con ella. Sujeto su cabeza con una mano y la acerco a mi boca, besándola fuerte en los labios. Jadea muy fuerte, casi no puede respirar. Subo mis caderas y empujo de ella hacia abajo. Hago que se detenga y soy yo quien mueve las caderas arriba y abajo, penetrándola lo más adentro que puedo. Estamos sudando, El coche se mueve y estoy seguro de que los gemidos de ambos se escuchan desde fuera. Los cristales están muy empañados. Hace frio fuera, y un calor infernal dentro. Estamos cerca ambos, ella vuelve a tomar el control y se mueve rapidísimo, con saltos que hacen que mi polla salga la mitad por lo menos. Esta vez agarro su pelo y acerco su cara otra vez, la beso con deseo mientras con la otra mano pellizco uno de sus pezones, que están durísimos y empapados de mi saliva. Bajo otra vez una mano a su culo y le doy un cachete que resuena dentro del coche. Es mía.
Nos cuesta acompasarnos de lo rápido y desesperados que estamos. Ella me agarra ahora de la cabeza y me aprieta contra su pecho. Acelera con unos gemidos increíbles hasta que su respiración se corta y después de quedarse en tensión sobre mi, descarga todo su placer dejando caer su cuerpo sobre mi, quedándose jadeando y temblando. Yo estoy casi a punto y tomo el control, agarrando sus caderas y moviéndome yo, lo más rápido que puedo. Noto que me voy ya, y de un ultimo empujón me quedo bien dentro. Hago fuerza en el músculo de mi pene para que note más todavía mis contracciones. Quiero que note como me muero dentro de ella. Gimo en su oído mientras siento mi calor saliendo a borbotones. La abrazo fuerte contra mi, deseando estar lo más cerca posible en este momento tan intenso.
Nos quedamos en esa postura unos 15 minutos. Sin decir nada, solo respirando y alguna suave caricia. Todavía no queremos pensar en lo que hemos hecho. Un halo de tristeza envuelve el momento, creo que ambos sabemos que eso va a terminar ahí. Ha sido maravilloso.
Nos incorporamos, ella tiene tez de preocupación. Y yo también. Nos limpiamos y nos vestimos. El trayecto hacia casa transcurre en silencio. Carol se despide con un beso en la mejilla, un suspiro y sin decirme cuando pasará a recogerme la próxima vez...