Perversiones en el pueblo

Mientras llevado por la euforia, no dejaba de animarme a mirar el empalme de ese animal, momento en que ambos nos corrimos, quedándome yo pringado por mi propia corrida, mientras este me preñaba una vez más entre gemidos y obscenidades.

Perversiones en el pueblo

Lo ocurrido fue uno de esos años en el cual acompañe a mis padres al pueblo, año en el cual cogió mis padres el puente largo de diciembre. Iniciándose desde el mismo cinco de diciembre, aprovechando los festivos seis (constitución) y ocho (Inmaculada), días que convierte a los supuestos laborales en puente, y como el mismo juego de la oca, saltas y acabas por coger en toda regla un ‘acueducto’.

Viaje que desde tengo conciencia nunca nos ha gustado, ni a mi hermana y mucho menos a mí, pero que no nos quedaba otra que aguantar. Donde íbamos de viaje, intentando estos narrarnos algunas de sus anécdotas a modo de hacernos reír, no dejando de contar sus batallitas a modo de embriagarnos. Donde tras llegar al pueblo, nos detenemos un poco a estirar las piernas antes de continuar, ya que la casa de mis abuelos aún está lejos. Andamos algo, y fue en ese nefasto momento en que mis padres se cruzan con algún conocido. Cuya conversación se anima por momentos, finalizando con una serie de comentarios hacia nosotros, comentario como...

  • “Y estos son vuestros hijos, joder si están iguales que hace tres años, tú hija ya está hecha toda una ‘moza’, y tú hijo... bueno aún le falta, aún es pronto puede ser un ‘buen mozo’”.

Comentarios que mis padres le quitan hierro al hablar conmigo, cosa que no comprendo, pues con mis diecinueve años e incluso con veinte años, por mi rostro y facciones, aparento mucho menos, suerte para algunas cosas y para otras no tanto. Podría deciros que aquel año a pesar de mi edad y altura, pues mediría el metro setenta y seis, delgado ya que también es verdad que no he dejado de practicar cualquier deporte. Cuyo peso en la báscula refleja entre los cincuenta y seis kilos y los cincuenta y nueve kilos, peso razonable dado mi cuerpo y complexión. Pero mis cabellos largos, ya sea por moda como por gusto, unido a veces a mi vestimenta, deja confuso a algunos, confundiéndome a veces con mi hermana, cosa que no comprendo, pero bueno, dejas pasar.

Lugar que desde que tengo memoria, de una manera u otra he acabado donde menos deseaba, pero que finalizas satisfecho, bueno creo que no tanto como ellos. Lugar que tengo infinidad de experiencias, como con uno de esos provincianos, persona en su momento no muy mayor, pero que las canas y el cuerpo poblado de arrugas, nos ha hecho recordar el inicio. O continuidad, como aquel día en el estábamos en una fiesta patronal, donde uno llego y saca a mi hermana a bailar, mientras yo continuaba observando. Acabando por acercarse un conocido, persona que con cierto disimulo y con disimulo, me hizo saber que lo siguiera... cosa que hice. Llevándome a ese lugar tan conocido como una especie de teatro, no siendo otra cosa que un salón de tertulias, etc. Lugar tan conocido para nosotros, dirigiéndome finalmente hacia la parte trasera, donde accedes a los palcos, donde tras detenerme, me dice...

  • “Cuanto te he echado de menos, y dime... ¿Y tú, me has echado de menos?”.

Siguiendo...

  • “Dime, ¿Estas tan excitado como yo?”.

Y es entonces como que me da por tomarle una de sus manos y dirigirla hacia mi pecho, deseando que sintiera como de duros están mis tetillas, queriendo que sepa como estoy. Y es cuando este, acaricia con ternura y posa sus labios en mi cuello, comenzando a besar cuello y comerme la oreja, notando como poco a poco se va emocionando.

Rodeando mi cuello con su mano derecha, mientras besa, chupa, lame y mordisquea mi cuello, sabiendo de sobra que ese es uno de mis debilidades. Y su mano izquierda ha dejado de juguetear con mis pezones, mano que ha descendido hasta alternar entre mi miembro y mis nalgas... aaahhh!!.

Y en minutos entre ambas, una vez que me han desabrochado el botón del pantalón y bajado la bragueta, tira de mi prenda hasta que esta cae por su propio peso hasta mis rodillas, sintiendo como perfora con dos de sus dedos mi orificio... mmm!!.

Como me hace saber que no puede más, y lo mucho que me desea, mientras bajo su cremallera e introduzco mi mano derecha en el interior, sacando su verga fuera. Polla caliente, gorda y gruesa, llena de venas marcadas, cuya mano mía desliza por su tronco hasta su glande, magreándolo hasta impregnarme con su precum. Y entre jadeos y suspiros, hacerme saber este que me va a follar mientras me desviste, finalizando por ir colocándome en mi postura ideal. Postura que no es otra que de rodillas y a cuatro patas, postura ideal y conveniente para él, donde tras introducirme de una sola estocada al menos la mitad, me hace saber que debo de ser... ‘servicial y complaciente’.

Penetrándome sin compasión, momentos en el cual, llega un instante en el cual, me tiene agarrando ambas muñecas a mi espalda, mientras con su otra mano tira de mis cabellos. Y entre gemidos por mi parte y sin llegar a tocarme, tengo mi primer orgasmo, diciéndome este eso de...

  • “Veo que me has echado de menos, mira te sientes tan excitado que cuando has sentido la polla de tu macho dentro, ¡no has durado mucho en correrte... uuuffff!!”.

Y minutos más tarde, comienza este a correrse, no solo sabiéndolo por los fuertes embiste que me da, sino por los gritos y por las fuertes nalgadas que me ha dado. Sacándolo de mi dolorido orificio, sacándola y quitándose el preservativo, acabando por metérmela en la boca para dejársela limpia, chupándosela con deseos, y satisfecho por haber cumplido con mi ‘amigo’. Y mientras él se viste, y espera que yo lo haga, acaba por soltarme...

  • “¿Te acuerdas de este sitio?, aquí es donde comenzamos lo nuestro”.

Comenzando nostálgico a recordarme nuestros inicios, donde siendo un adolescente, pero no tan inocente, coqueteaba conmigo aun sabiendo que era un chico. Seduciéndome poco a poco, acabando por llevarme a un lugar oscuro, donde tras sacarme mi miembro fuera, este se arrodillaba y me la chupaba hasta correrme. Dejándome con las piernas temblando una vez que me hace correrme hasta dos veces, mamada que con el tiempo se ayuda con sus dedos, perforando mi orificio. Sigue una vez tras otra, hasta acabar por hacerme prometer que la próxima vez lo hago yo, donde no solo disfruta de mi boca, sino hasta de mi manera de hacerlo.

Y desde la primera vez que me penetra, no hubo vez en el cual me cogía solo, para tomarme, no dejándole de recordar yo...

  • “Esto no podemos hacerlo, recuerda que soy un chico”.

Y este contestarme...

  • “No lo eres, eres mi nena, mi maricona”.

Decía mientras me comía el cuello, llevándome por la calle de la ‘amargura’, sintiendo como me iba abandonando a sus magreos y caricias, sintiendo con placer sus caricias y pellizco en mis pezones. El sonido del rasgar de algo plástico, tomándome de mis caderas y hacerme retroceder e inclinarme hacia delante, descubriendo en el suelo el envoltorio de su preservativo. Y acto seguido, su glande deslizarse entre mis glúteos hasta mi entrada anal, presionar y sentir con cierto dolor como este entraba, tomándome por mis caderas y comenzar a embestirme, no deteniéndose hasta correrse. Y mientras espera a que me arregle, como es normal en él, me ese día hace saber...

  • “Le he pedido a tus padres que, si este fin de semana me podrías echar una mano, acabando este por aceptar, y mira por donde te voy a tener toda una noche a mi disposición”.

Y recuerdo esos días claramente, ya que fue un desenfreno de sexo, cogiéndome tantas veces como podía, no dejándome apenas descansar, y mientras me penetraba, me decía...

  • “Ooohhh!!, joder que bueno... uuuffff!!”.

Me tenía en cualquier parte o lugar, ya sea tendido boca abajo o boca arriba, penetrándome, soltándome...

  • “Que buena putita eres, como sigas así, ¡te ayudaré a conseguir o sacar la nena que hay en ti... eeehhh!!”.

Y me viene a la memoria que su aguante se debía a una pastilla azul que se había tomado, bueno eso y otra cosa, acabando por darme a mi otro producto que, según él, decía...

  • “Tomate esto, te ayudara a no perder la excitación, teniendo un ardor en tú interior que desearas satisfacer”.

Acabando que, en un momento dado, esté finaliza por llevarme al interior del granero, colocándome sobre un potro junto a una vaya, lugar que mentaba que me sujetara mientras seguía embistiéndome desde atrás. Y mientras me embestía, recuerdo que me preguntaba...

  • “As visto a alguna vez a los caballos follar”.

Mi negativa ante su pregunta, unida entre mi rostro de vicio entre gemidos y suspiros, acabo este pervertido por invitarme a ver a unos caballos montar. Animal que, desde la corta distancia, pude ver que ese semental calzaba un pollón de cerca de cuarenta centímetros al menos, observando este mi cara de sorpresa a la cual tomo como de depravación. Volviéndome a preguntar...

  • “Como se nota que te gustan las pollas, ¡seguro que te gustaría cogérsela... eeehhh!!”.

Y sin dejarme contestar, pues entre mi repentina tartamudez ante tal comentario, ya que deseaba sacarle de su error. Este llamo al caballo por su nombre, animal que se acercó hasta la valla donde estábamos, acercándose mucho más al animal, cuya consecuencia fue notar su glande presionar mi próstata.

Viendo, como este que toma la rienda que le cuelga al animal del cuello, brida con la cual lo amarra al poste, quedando el animal frente a mí, acabo esté por incitarme a alzar mi mano y cogerle al animal su pollón. Mi negativa tuvo su castigo, pues comenzó este a embestirme de una forma brusca y endiablada. Penetración que acabo en el momento que alargue la mano, tomando nervioso aquel tremendo miembro de color negro, era la primera vez que iba a coger una. Pero creo recordar que el animal lo esperaba menos que yo, poniéndose nervioso y siendo su amo quien, mediante su voz y unas caricias en el lomo, acabo por tranquilizarlo. Animándome a continuar...

Yo continuaba muerto de miedo, nervioso y lleno de dudas, pero también es verdad que tenía curiosidad, animándome con cierta cautela a coger ese vástago a este animal. Comenzando sin saber qué hacía por masturbarlo, comencé despacio mientras el animal se quejaba, pero que no se retiraba. Sugiriéndome mi empotrador que utilizará saliva como método de lubricación, ya que estaba seco el vástago del animal y eso le ayudaría, cosa que fue así.

Y cuando tome el ritmo, observando como el animal no debía de pasarlo tan mal. Estaba en la gloria, pues este tenía un ritmo endiablado, deteniéndose y dejándomela dentro unos minutos, como si deseara que me acostumbrara... como si hiciera falta a estas alturas, volviendo a los pocos minutos al tajo. Todo esto mientras yo continuaba masturbando al animal, acabando ante las sugerencias de mi empotrador por ayudarme con mi otra mano, moviendo mis manos frenéticamente una vez tras otra. Hasta que el animal exploto, comenzando a echar largos chorros de semen, no sabría decir cuántos litros. Pero sí, deciros que una vez perdió su erección, ese miembro acabo por disminuir al tiempo que se le fue introduciendo, metiéndose en esa especie de capullo (como de gusanos).

Y al momento ambos nos corrimos, yo solo y quedándome pringado de mi propia corrida, y este preñándome una vez más entre gemidos y obscenidades. Comentarios que, llevado por la euforia, acabo por animarme a repetirlo lo del animal más tarde, pero no quédense aquí sus propuestas, ya que no dejaba de animarme en chupársela al animal o incluso dejarme follar, proposiciones que deje que dijera, pues estaba bajo los efectos de esos productos.

Y claro esta follar no me deje penetrar por ese animal, pero sí en cambio, tras este engañarme, acabe por chupársela a ese animal, cuya corrida me baño literalmente, bueno eso y que por poco me hace abogarme por su semen. Y todo a raíz de realizar otro de sus juegos, como de dejarme atar y vendar los ojos, dejándome hacer de todo y seguir con sus locuras, finalizando por saborear algo extraño.

Algo distinto, grueso y sin sabor y menos olor, engañándome ante sus palabras de ese un utensilio de placer, pero cuando estas disfrutando. Este llevado por la perversión, acaba por apartarme la venda, llevándome la sorpresa de que ese utensilio, no es otra cosa que el pollón de ese animal, no quedándome otra que finalizar si deseaba ser soltado. Y como he comentado anteriormente, finalice con la corrida de este animal, cuya cantidad de litro me baño literalmente. Y claro está, entre las perversiones de este hombre, estaba aquella que tanto deseaba, no siendo de sus preferencias al principio, pero llevado por unos comentarios de otras personas, acabo por proponerme. Pues como bien me decía...

  • “Como bien sabes, soy viudo y desearía tener a una chica a mi lado, dime... ¿No te importaría ser esa chica, cuando este conmigo?”.

Perversión que para nada me importa, pero que tampoco quise hacerle creer que era de mi agrado, aceptándolo de mala gana. Acabando por traerme una bolsa con ropa, haciéndome saber que eran de su hija, prendas que algunas piensa que debe de ser muy ‘puta’. Tocando luego el maquillaje, ya sabéis... base de maquillaje y corrector, sombra de ojos, delineador de cejas, rímel, lápiz de labios, esmalte de uñas (manos y pies, convencido al hacerme saber que con el quitaesmalte se quita), rubor y fijador de maquillaje. Toca peinarme como suele hacerlo mi hermana, bisutería que este medio y zapatos, observando que lo tiene todo calculado.

Y toca estar con él en todo momento, presentándome a veces a algunos conocidos suyos como una ‘amiga’, amigos que bien le decía que a su edad no se esforzara demasiado, dejándome este esfuerzo para ellos. Y como todo macho activo, gusta realizar tríos o incluso bacanal, proponiéndome a veces el ser la nena de dos e incluso tres, deseando verme cogido por sus amigos. Cosa que, en verdad, ya mantuve relación con alguno de ellos, el cual uno no dejaba de decirme...

  • “Aquí la única polla que vale y la que manda es la mía, no esa mierda a la cual dices que es tu ‘pito’, ¡ya que más parece la vulva de una hembra... eeehhh!!”.

Y mientras me penetra, este era de esos que le gustaba que yo me pusiera encima, ya sea de frente o de espalda, no dejándome de decirme...

  • “Venga... puta, ¡cabalga que debes de aprender yaaaaa!!”.

Pero bueno, como os he dicho experiencias en dicho pueblo tuve muchas, quizás este es el motivo por el cual no deseo volver, ya que sé de sobra que acabe con cualquiera de esos salidos, machos sementales que me hacen sacar de mi a ese nene sumiso y pasivo... mmm!!. Bueno ya os contaré mas de mis hazañas en ese pueblo, pero de momento toca despedirme, y agradecer de paso a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).