Perversiones en el pueblo (2)

Y recordar con satisfacción, como esa mano arrugada por el paso de los años mancillaba mi cuerpo, sintiendo el dolor en mis pezones por esos pellizcos, o como esa otra mano que magreaba mis glúteos, acaba su dueño por envalentonarse, dándole por perforarme mi orificio con sus dedos... ooohhh!!.

Perversiones en el pueblo (2)

Como dije en mi anterior relato, mis padres siempre que podían, nos llevaba al pueblo donde vivían nuestros abuelos, pueblo la verdad que no era ‘santo’ de nuestra devoción. Fui abordado con uno de esos amables vecinos, y todo a raíz por una meada en medio del campo, meada en que me puse a la sombra y como modo de cobijarme. Cuando se me acerco un hombre mayor, desconocido que me cogió por sorpresa, pero que no me hizo nada la verdad. Simplemente esté, bajándose su bragueta y tras sacarse su miembro, comenzó a orinar a mi lado también, no pudiendo evitar sonrojado su acto y claro esta su miembro.

Pero como he dicho, aquello se quedó como una anécdota, o al menos hasta el momento. Ya que, en una ocasión, deambulando por la zona recreativa, dejando a mi hermana allí, me dio por irme a los aseos a orinar, acabando por entrar en una de las dos cabinas vacías. No cerré la puerta ya que no creí necesario hacerlo, me puse delante del wáter, me bajé la cremallera y tras sacar mi miembro... comencé a orinar. Fue entonces cuando escuche la puerta del aseo abrirse, no echas cuenta y vas a lo tuyo, cuando me veo siendo empujado hacia delante desde detrás. Escuchar la puerta cerrarse, y el sonido del cerrojo echarse, balbuceé intentando decir algo, el miedo se apoderó de mí.

Y en esos momentos me hacen girarme al tiempo que veo mis pantalones caer a mis pies, no sé cuándo o en qué momento me ha desabotonado el botón del pantalón, pero aun así mi prenda esta en mis pies. Esta persona que me es conocida, acaba por arrodillarse, tomar mi miembro con una de sus manos y llevársela a la boca, comenzando a chuparme mi miembro. Siento la calidez del interior de su boca, y como su lengua se desliza por mi tronco, como chupa una vez tras otra, y el jugueteo de sus labios con mi glande.

Al principio intente apartarlo, pero me fue en vano, ya que se le notaba que es más fuerte, acabando por coger mis brazos a mi espalda, sujetándome mis muñecas con una de sus manos. Intentando resistirme, pero era difícil más por la habilidad de esa boca, sintiendo mi miembro cada vez más duro, y cada vez entregándome al mismo placer. Viendo este mi falta de resistencia, acabo por soltarme las muñecas, dedicándose con su mano derecha a acariciar mi pecho y tetillas... mmmm!!, mientras con la izquierda magreaba mis nalgas... mmmm!!.

Sintiendo mi cuerpo arquearse y como un escalofrió me recorría, acabe por correrme, descargando tomo mi leche en el interior de la boca de ese desconocido. Persona que continuo con su labor, llegándome a pedir en un momento dado... ‘quítate el suéter’, cosa que hice y lo mantuve en mi mano, sintiendo sus labios frotarse contra mi glande. Como sus manos mancillaba mi cuerpo, sintiendo el dolor de mis pezones por esos pellizcos, o como esa mano que magreaba mis glúteos, envalentonado le dio por perforarme con uno de sus dedos... ooohhh!!.

Y sin poderlo evitar, mostrando ya síntomas de flaqueza, comencé a correrme por segunda vez sin poderlo evitar, saliendo del interior de mi miembro mucho menos semen que antes. Levantándose ese hombre del suelo, cuya posición no dejaba de quejarse que no estaba, sonriente me hacía saber que había sido un placer. Acabando por posar su mano izquierda sobre mi nuca, al mismo tiempo que su mano derecha me tomaba por la barbilla, mirándole desecho y sin decir palabra alguna. Viejo desconocido que, sin esperarlo, esté se despidió de mi con un beso en mi boca, acabando por marcharse sin llegar a despedirse.

Yo me quede en se retrete unos minutos pensando, recapacitando por lo sucedido, no creyéndome del todo lo ocurrido, pensando en esa persona que me pareció conocida, pero no lograba recordar. Finalmente me puse el suéter, me subí los pantalones y calzoncillos, marchándome de allí hacia los recreativos, donde me esperaba mi hermana y que apenas se había percatado de mi ausencia. Ese día mientras me duchaba, vino a la memoria lo sucedido y sin poderlo evitar, mi polla se me endureció tanto que comencé a masturbarme, no teniendo bastante con una corrida, continúe hasta quedar rendido con la segunda.

No volví en dos días al menos a los recreativos, no porque no tuviera dinero, sino porque me daba cosa volverme a encontrar a ese desconocido, y eso que mi hermana se me puso muy pesada en la que le llevará, acabando por acercarla mi padre. Saliendo de casa de mis abuelos por las sugerencias de mi madre, acabando por acercarme creo recordar a casa de un amigo, conocido que vivía a unos tres o cuatro kilómetros (como he dicho vecinos ‘cercanos’). Y tras salir, me encamine a casa de mi amigo sin saber a ciencia cierta si este estaba o no, acabando por acortar por el monte, deteniéndome a medio camino al menos.

Parada que no fue por otra causa que, por mear, pero antes de ponerme, me dio por cerciorarme que no había nadie cerca o al menos en metros, e incluso busque algo de cobijo entre la maleza. Más tranquilo, cogí y en vez de sacarme mi pene por el pernil de las calzonas (pantalón corto deportivo), cogí y tire hacía abajo de mis calzonas y calzoncillos, espacio suficiente para que pudiera orinar sin preocupación alguna de mancharme. Estando en plena gloria, cuando un tirón desde atrás de mí, acabo con mis prendas en mis pies, girándome cabreado por quien coño era, cosa que para mi sorpresa era el desconocido del aseo.

Recuerdo que este me echo en cara mi falta de respeto por mi ausencia, cosa que no entendía, ya que el delito lo había infringido el, no solo por acoso a un menor sino por lo que conlleva eso. Este no echándome cuenta, volvía a peguntarme si había contado algo de lo sucedido a alguien, insistiendo que, si mis padres o algún adulto tenía constancia de ello, cosa que le hice saber que no. Diciéndome cosas y soltándome otras, como...

  • “No has contado nada por vergüenza, o no deseando admitir que has disfrutado, no queriendo quedar como un maricón antes tus mayores”.

Y decir esto, y sin decirme nada más, verlo arrodillar y coger mi miembro, volviéndoselo a introducir dentro de su boca, comenzando a chupármelo, engulléndolo una vez tras otra, echando hacia atrás el prepucio y darme lametones. Sintiendo como me tenía en la gloria, no deseando que se detuviera, aunque me costaba admitir que disfrutaba, gozando de esa boca y del magreo de sus manos. Manos que di por hecho que fueron las que después de descalzarme, finalizo por sacar por mis pies calzonas y calzoncillos, acabando por pedirme que me quitara la camiseta, quedando como Dios me trajo al mundo.

Tras mi primer orgasmo, esté en está ocasión sí que se detuvo, pero para intentar besarme mientras me decía... ‘qué guapo eres’, o ‘que bueno que estas’. Labios que evitaba, no solo porque olía mal sino por haberse metido mi miembro, este no desilusionado, siguió por comerme la oreja y cuello, descubriendo como me ponía... aaahhh!!. Todo esto mientras sus manos se dedicaban a mancillar mi cuerpo, sintiendo como acariciaba mi pecho y pellizcaba mis tetillas, o como magreaba mis nalgas e intentaba penetrar con la primera falange.

Arrodillándose de nuevo, pero en esta ocasión en vez de volverse a introducir mi miembro, comenzó a lamerme el culo, sensación nueva hasta ese momento, sintiendo su lengua ya sea alrededor de mi orificio como queriendo entrar. Poniéndome aquello como una moto, dándose cuenta y tras volver a girarme, cogió y se la introdujo nuevamente, chupándomela con ansias, devorando mi glande. Aquellas manera no tardó en hacerme efecto, pues comencé a correrme, deseando que se contentara ya me dejara marchar, esté trago con golosamente... ooohhh!!. Dándome cuenta que tras mi corrida continuaba, mi pene morcillón apenas podía levantarse, eso sumado al bajón y el desfallecimiento que sentí.

Viéndome este como caí al suelo, sentado sobre mis propias pantorrillas en el suelo, intentando reponerme, agotado del esfuerzo de mis tres corridas. Momento en que elevas la vista y vez a ese desconocido acercarse, observando como saca su miembro del interior de su pantalón, siendo el momento en que acabo reconociéndolo. Vejestorio que por el tamaño de su miembro no lo aparenta, hombre que con una mano levanta mi rostro al tiempo que, con la otra, comienza a restregarme su glande por mi cara, haciendo hincapié en mi propia boca.

Pero no solo me niego con la cabeza, sino que al abrir la boca y emitir mi negativa, esté aprovecha para introducirme su glande, pero al mismo tiempo que me amenaza con...

  • “Como se te ocurra morderla, no sales de aquí”.

Dice y continua con un tono más suave...

  • “Pero si me devuelves de la misma manera las mamadas que te he dado, te prometo que vas a disfrutar mucho más, y te dejaré marchar”.

Y es como ingenuo como soy, tomo su miembro y comienzo a chupársela, demostrándole que él no es el único con ciertas habilidades, pues tras sacarme su glande de la boca. Cojo y se la levanto, desciendo por su tronco al tiempo que lamo y beso, llegando a sus enormes testículos, cuyo chupo con dedicación e incluso me envalentono en introducirme cómo puedo. Esté no deja de gemir y suspirar al mismo tiempo que me suelta obscenidades, acariciando mi nuca y mis lóbulos, sugiriéndome que le coma la zona del perineo, pero advirtiéndome que no mucho más lejos. Y volver a ascender, volver a trabajar ese grueso tronco hasta su glande, rodearlo con mi lengua una vez tras otra.

E introducírmelo poco a poco, tragándome cada vez más hasta que las mismas arcadas y nauseas, me hacen detenerme cosa que al el no. Me hace seguir al tomarme con albas manos la cabeza, comenzando a moverme como si estuviera follándome la boca, siendo sus gritos los que me alertan de su corrida. Cosa que intento apartarme, pero él me lo impide, acabando por descargar y no dejándome quitarme hasta correrse, no quedándome otra que tragar parte de su agria corrida, semen viscoso que siento como baja por mi garganta.

Y tras acabar, saca su morcillón miembro de mi boca, se inclina y coge una de mis prendas, usando estas para limpiarse su polla y genitales, retirando todo resto. Mirándome al tiempo que me echa prisa para marcharnos, acompañándome hasta la casa de mis abuelos, dejándome allí y conversando con mi abuelo, explicándole esté que me había encontrado cerca de su casa, y sabiendo después que ese era el abuelo de mi amigo. Y caer en mi error, y sobre todo pensar en el marrón por no decir... ‘atolladero’. Persona que bien me acuerdo que antes de marcharse, coge y dice delante de mis abuelos y mi madre, soltando...

  • “Oye... llégate mañana por la mañana, creo que a esa hora estará Matías mi sobrino, bueno me marcho, ya sabes te espero”.

Y es cuando me encontré en una encrucijada, pues si mi idea inicial era no acercarme, cosa que al soltar este la invitación, no me pude negar, ya que mis abuelos y padres me preguntarían los motivos, no pudiéndole decir ese ‘oscuro secreto’. Secreto del que está persona se aprovecha, sabiendo de sobra que no diré nunca nada, ya no solo por la humillación sino por muchas cosas más. Matías que era el nombre del nieto, del padre de este amigo, y claro esta como era normal en la generación, de su propio abuelo.

Hombre que nada más verme al día siguiente, cambio las tornas, no disfrutando de chuparme hasta sacarme las dos o tres corridas, sino que me hizo poner de rodillas y chupársela a él como la vez pasada. Continuando por mancillar mi cuerpo joven como le venía en gana, y a medida que iba excitándose, continuaba con chupármela al mismo tiempo que me penetraba con sus dedos, o incluso una hortaliza como un pepino... ooohhh!!.

Aunque para encerrona, podría mencionar la que me metió dos años después, cuando volví al pueblo con apenas dieciocho años, cuyos conocidos en el pueblo me tomaron por el parecido por el hermano menor, ya que mi cuerpo aparenta menos que por mi propia edad. Pues decían...

  • “En serio tienes ya casi dieciocho años, pues aparentas dieciséis o incluso menos años, como coño lo haces, dímelo hombre”.

Y como he dicho, para encrucijada, cuando este mismo entre una oca y la otra, me sugirió ir a los aseos de local, aseos en el cual me tuvo y me hizo suyo. Estaba chupándosela, mientras esté gritaba como un poseso, y por mucho que le rogaba que bajara la voz, esté continuaba. Cuya consecuencia no fue otra que verbos sorprendidos por otro vecino del pueblo, persona de su edad y físico y anatomía. Hombre que, aunque nos hizo saber que fuéramos a lo nuestro, mientras él se ponía a orinar, no pudiendo evitar ver como se la comía a este, ya que no me permitía apartarme. Ya que me decía...

  • “Ya que nos ha visto, no tenemos nada que perder”.

Persona que viendo como el otro maduro disfrutaba, coge y con su polla erecta en mano, acaba por acercarse, sintiendo primero su mano basta y arrugada, acariciar mi espalda hasta mis cabellos. Y preguntar a este...

  • “Puedo probar yo Matías, ¡parece que disfrutáis... no!!”.

Y ver como Matías retrocede, sacando de mi boca su polla y ser ese otro quien ocupa su lugar, introduciéndome en mi boca su glande, miembro que pude comprobar que siendo de menor grosor, esta gana en longitud. Pollón que, sin problema alguno, me introduje entero y con facilidad hasta los mismos genitales. Y acabar por introducírmela por detrás Matías, siendo insertado por ambos, quedando como un pincho moruno, dándome caña entre los dos.

Agrandando el número de personas de ese oscuro secreto mío, cuyas personas eran de tres y pasando a cuatro, secreto que costaba mantenerlo, ya que la discreción daba a entender que no era lo suyo. Y el peor momento pasa, cuando te proponen un grupal, experiencia que por aquellos tiempos no tenia de esta envergadura, pero que estos insistían, ya que nunca habían mantenido una experiencia igual.

Debéis de perdonarme dejaros aquí, pero me acabo de darme cuenta que, me estoy extendiendo demasiado, mirad viendo lo mucho que se me ha alargado, quizás sea el momento de dejarlo aquí. Me debéis de perdonar, pero luego vienen el aluvión de críticas por lo extenso que es... Bueno lo dicho, agradecer a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).