Perversiones conyugales

A veces tu marido quiere placeres en los que vos no has pensado

PERVERSIONES CONYUGALES.

En la biblioteca,  fumando un Camel, me puse a mirar lo que quedaba de la  última adquisición de la operación compra de arte, que coordinaba con Mónica, mientras analizaba lo que iba a hacer.

El lote consistía en  unas películas en super8 , un libro de grabados con dibujos maravillosos, y una colección de plumas y acuarelas, de un belleza inigualable y  todo con tema totalmente pornográfico. Aunque lo de pornográfico se quedaba corto. Yo, pese a mi imaginación calenturienta, había cosas que no se me habían cruzado por la mente y allí estaban con todo lujo de detalles.

Pasaba la mirada por los originales. Los grabados y las películas ya se habían vendido. La verdad que me calentaban y mis dedos buscaron mi botoncito de placer mientras los ojeaba. Llegué al final del placer mientras pasaba los ojos por una serie corta de acuarelas de dos mujeres satisfaciéndose.

Recordé  lo que había ocurrido.

Mónica,  era una joya en todos los aspectos. En dos meses había logrado comprar un Sempere y un Zobel, junto a un Berni, por menos de  150.000 euros. Fue a tras la compra del cuadro del pintor argentino cuando me comentó que había encontrado una colección de pinturas eróticas y filmes antiguos de carácter pornográfico por un poco mas de 30.000 euros.

Cuando le pregunté a mi marido qué hacía , me dijo:  adelante, era un producto de fácil salida y en el que se podía ganar mucho dinero, si era bueno. Eso sí pidió verlo antes de comprar. Nos lo habían dejado para comprobar su calidad y éramos lo que habíamos hecho.

Para las películas, mudas, en blanco y negro, Federico sacó del desván un viejo proyector. Viéndolas noté un cambio en él. Estaba absorto, como un investigador ante el microscopio. Eran cuatro.

-“ Lara, esto vale un pastón. Fíjate de las tres con mini argumento , dos son de la época de la República , otra está rodada en plena Dictadura. Y la que es sólo una mujer  quitándose la ropa, no sé si te has dado cuenta quién es: la reina del cante , apenas una niña. Esto vale lo que han pedido por todo . Prepara unos güisquis y vamos a ver los grabados y las pinturas.”-

Nos sentamos en el sofá , las bebidas en la mesita donde dejamos las pinturas. Al empezar a mirar los grabados me di cuenta que se excitaba.

-“¿ Quieres?- le pregunté acariciando su verga a través del pantalón.

- “ Sí, pero despacio.”-

Le saqué con mimo la verga, estaba gruesa pero morcillona. Mis dedos agarraron su glande como si fueran una capucha. Comencé a cerrarlos y abrirlos despacio mientras veíamos los grabados eróticos victorianos.

Casi todas las  mujeres iban en con corsé y faldas con miriñaque. Viendo la reacción de mi marido entendí su excitación  la noche que me disfracé de Escarlata O´hara.

Hembras penetradas en todas las posturas y por todos los orificios por uno o varios galanes o que participaban en orgías con personas de los dos sexos. Mujeres que acariciaban miembros de caballos, perros que las lamían y las poseían. La polla que tenía en mi mano estaba dura como una piedra y yo totalmente empapada. Habíamos acabado el libro. Federico no dijo nada, me hizo levantarme, me subió la falda, me bajó la braguita, metió un dedo en mi intimidad, comprobó que estaba excitada, lo chupo, me hizo girar y luego bajar hasta que su arma se fue introduciendo suavemente en mi funda vaginal.

Le cabalgué muy despacio mientras sus manos sobaban mis tetas y sus dedos apretaban mis pezones enhiestos. Yo me acariciaba el botón endurecido del placer. Mi marido se controlaba, sólo cuando sintió que me alcanzaban los primeros temblores del orgasmo, comenzó los empujes salvajes de su pelvis que me volvieron mas loca llevándome al más allá cuando su semen se derramó en mí.

Nos fuimos a la cama, desnudos jugó conmigo hasta que logró hacer que me fuera otras dos veces. Por la mañana, me despertó y aprovechando mi somnolencia me poseyó como un salvaje sólo ocupado de su propio placer.

Cuando me levanté, estaba sola en casa. Me había dejado una nota en la biblioteca.

“Mi diablillo me he llevado las películas y los grabados. Dale la pasta a Mónica para que los pague YA. Un mordisco donde tú sabes. Te veo por la noche.”

Me dejó extrañada el cambio de tono de mi marido, lo que unido a su actitud de la noche anterior me hizo pensar que aquellas pinturas y películas le habían afectado. Telefoneé a Mónica para que pagara el encargo y quedé con ella por la tarde. Su “ a sus ordenes, jefa,” me encendió .

En el tiempo que llevábamos juntas se había acostumbrado a llamarme Jefa y Patrona, enseguida entendí por qué. Le encantaba ser mi sumisa, obedeciendo mis ordenes y estando siempre dispuesta a darme placer. Dos veces en semana venía a casa, primero me hacía un resumen de su actividad laboral; después parada , con los ojos bajos, la sonrisa pícara curvando sus labios gordezuelos, me preguntaba: Jefa ,¿ qué desea que haga hoy?”**

Se había convertido en una buena alumna, una experta en comerme el coño y en darme placer con sus grandes pechos. Sabía jugar con ellos sobre mi piel desnuda y pasear sus pezones enhiestos por el valle de mi sexo logrando mi orgasmo con su roce continuado en el clítoris.

No tenía nada que hacer hasta que viniera Mónica o regresara mi marido, decidí subir al desván, no lo había hecho nunca, sabía que allí estaban recuerdos de la vida anterior de mi esposo, muebles que había apartado al casarse conmigo, pero cuando bajó con el proyector la noche anterior, me picó la curiosidad.

Había dejado la llave en su mesita de noche, la agarré y subí al piso superior. La puerta estaba cerrada. Mi casa es un edificio en dos plantas, en la baja, a la altura del jardín y la piscina, está nuestro dormitorio con su vestidor y baño, el salón comedor, la cocina, la biblioteca que sirve también de lugar de  descanso y trabajo, otro baño, pocas habitaciones pero muy grandes. El piso de arriba cuenta con dos dormitorios para invitados, antes uno lo ocupaba la difunta hija de mi marido, con un baño cada una. Una enorme terraza y el desván. Allí me encaminé. Nunca había tenido interés en ver lo que albergaba.

Casi todo el espacio lo ocupaban los muebles que había retirado al casarse conmigo: camas, sillas, mesitas de noche, alguna lámpara. Al fondo el proyector que había usado el día anterior junto a unas estanterías con aparatos de filmación de diferentes épocas, desde cámaras súper 8 y grabadoras de vídeo a maquinas de fotos. Y un armario grande cerrado.

Un armario cerrado es una tentación, por lo menos para mí, tanto que de pequeña, en casa de mis padres,  me había especializado en abrirlos con una horquilla. Así que bajé en  busca de una, cuando volví, estaba segura que descubriría lo que había dentro.

Al abrirlo me quedé impresionada. Estaba todo limpio, ordenado, cuidado. Una serie de disfraces, entre ellos los que habíamos usado en la fiesta donde conocí a Mónica. Los había de romanos, de súper héroes, como una media docena para ambos sexos. Pero eso no era lo que más me impactó. En perfecto estado, había una colección de lencería erótica espectacular: ligueros, corsés, bodys de todo color y transparencia, trajes de cuero y de látex,  botines y botas por debajo de la rodilla, altas hasta medio muslo. En fin un mundo de fantasía porno.

Había una cajonera grande, antes de investigarla, traje una silla, me senté y me eché un pucho. Me toqué la puerta del sexo y la encontré mojada. Aquella exhibición de erotismo me había excitado.

Cada cajón estaba especializado en un tema: Medias, antifaces, arneses, vibradores, instrumental para el sado como esposas,  látigos y otros instrumentos para azotar y en el más bajo una colección de álbums de fotos.

Había dos con imágenes familiares, las típicas de un matrimonio con su hija. Pude ver la historia de mi marido en su anterior vida, viajes, boda, niña pequeña, cumpleaños …, en fin los recuerdos que se guardan. Pero los otros dos eran totalmente diferentes.

Uno era una colección de fotografías eróticas de la primera mujer de mi marido. Las había con todo tipo de trajes y poses. Me quedé impresionada. Era una belleza morbosa que sabía estar ante la cámara.

El siguiente que vi contenía porno erotismo, una pareja,  Federico y su esposa haciendo el amor en diferentes posturas y vestuarios, eso sí cubiertos con las máscaras que estaban en el armario.

Entendí la excitación de mi esposo del día anterior con las colecciones que Mónica había traído. Yo pensaba que era un señor puritano y resulta que era un libertino exhibicionista, yo jugando a la niña pura y él aficionado al sado  como podía ver en aquellas fotos.

Guardé todo pero dejé al armario abierto.

Volví a la biblioteca  y me puse  a ojear el cuaderno de dibujos que mi marido mientras le daba vueltas a lo que había descubierto.

Me sobresaltó el teléfono, era Mónica.

Jefa, ya lo he pagado y he sacado una pequeña rebaja. Cuando quieras te doy lo que ha sobrado.”**

“Te veo mañana. Creo que te has ganado que el beneficio de la gestión te lo quedes tú todo. Disfrútalo.”

Noté su alegría cuando me contestó: Me viene al pelo ese dinero, estamos en las últimas. Mi marido no encuentra nada y sólo tenemos el ingreso de su paro, y lo que me das para la hipoteca. No sé como agradecértelo.”**

“Pequeña, seguro que mañana lo sabes hacer.”

Pasé el resto del día maquinando como debía aprovechar lo que había descubierto de las aficiones de mi marido y al fin di con la solución para tenerlo en un puño. Iba a jugar a su juego hasta que comiera en mi mano.

Cuando llegó le estaba esperando con un vestido de seda rosa de tirantes que si bien bajaba de la rodilla, tenía dos cortes que al moverme dejaban casi todos los muslos al descubierto y unas sandalias de taco alto. Era toda mi ropa. Debajo , desnuda sentía el roce de la tela sobe mi piel que me erizaba los pezones. No llevaba nada de maquillaje, era la imagen de una muchacha dulce, tierna pero sexy.

Sin darle un beso le llevé al comedor. Había preparado unos espárragos y un plato de jamón , en un cubo con hielo tenía dos copas y una botella de champagne. La abrí y serví dos copas. Federico me miraba con curiosidad.

Cariño, te quiero. Debes perdonarme pero hoy sin darme cuenta he visto parte de lo que tienes en el armario del desván. Estaba en el piso de arriba , la puerta se encontraba abierta , entré y curioseando vi el          armario sin cerrar y cuando vi los disfraces y las otras cosas me llevé una impresión.”**

Paré para tomar un sorbito de champagne y seguí, no quería que él dijera nada, tenía que liarle como había pensado.

“Eres mi amor, mi maestro, la persona que me ha hecho mujer, soy todo tuya. Me he dado cuenta que debo cambiar…soy demasiado niña,

Tú eres todo un hombre, mi hombre, y yo tengo que aprender a satisfacerte, a darte el placer que quieres ….y que necesitas….Por favor , ayúdame…haré todo lo que desees.  Eres mi dueño”

Sabía que le iba a dejar impresionado, una es astuta y le tenía convencido que era una mujercita inocente, así que aquella declaración era ponerse en sus manos.

“De verdad, ¿ quieres que juguemos a….que yo sea tu amo?”

“Federico , para mi no es un juego. Soy tu esposa y te serviré en lo que desees. Pero tienes que enseñarme. Y estoy dispuesta a aprender. Estoy desnuda bajo el vestido. He pensado que era la manera de decirte que soy toda tuya.”

“Lara, yo te desvirgué y me has vuelto loco. He tenido que reprimir toda una serie de deseos teniendo miedo asustarte, eres tan inocente a pesar de tu enorme capacidad de placer que temía asustarte. Soy miembro de un grupo de gente poderosa que comparte actitudes frente al sexo. Ahí he vendido el material que trajo Mónica….Mi difunta esposa y yo participábamos en las reuniones, de ahí las fotos que has visto….Pero tú eres tan niña…”

“Una niña que es tu mujer para todo. ¿ Qué quieres que haga?”-

Me quedé mirándolo, se había tragado mi virginidad falsa, pensaba que era una inocente, vamos que lo tenía en la mano. Podía ser dueña y señora de su enorme fortuna.

“Súbete el vestido y déjame verte.”- me rogó con voz ansiosa.

Me lo subí hasta casi los pechos, dejé a su mirada golosa  mis encantos femeninos. Me di una vuelta para que pudiera contemplarlos mejor.

-“ Apóyate en la mesa, deja el culito a mi alcance. Quiero que me lo regales.”-

Si bien había follado antes de estar con él, y para hacerle creer que era una virgen inocente, me había hecho rehacer el himen , por detrás no lo había probado y me daba miedo. Pero sabía que si quería tenerle en mis manos, debía dejarme.

-“Me da miedo .¿ Me va a doler mucho?...Por favor..”-

- “Si quieres lo dejamos. No te obligaré a nada.”- al oír esas palabras, noté un desencanto en su voz. Pensé en decir que no, pero no me convenía. Tenía que lograr que fuera un títere en mis manos. Y para eso las mujeres tenemos el sexo.

- “Amor mío, eres mi marido, haz lo que desees. Yo sólo quiero darte gusto. Pero procura no hacerme mucho daño.”-

- “ Te lo haré despacio. Tranquila, mi vida”-

Procuré poner mi culo lo mas en pompa posible y respiré profundo. Me relajé. Sus dedos me mojaron con saliva el ojete. Apoyó el glande y fue empujando despacio, hasta que la ciruela  me entró. Chillé, por un lado me había dolido, por otro así se daba cuenta que me sacrificaba por él.

-“¿ Te he hecho daño?- me preguntó, preocupado por mi grito.

- “Sí, pero sigue. Soy toda tuya. Haz conmigo lo que quieras.”-

La verdad es que una vez pasado el primer impacto, era molesto, pero no terrible. Empezó a meter más adentro su polla. Con una mano agarré el borde de la mesa, apretando como si me taladrara un obús. La otra la mordí, simulando aguantar el dolor. La verdad era que me estaba entrando la risa. Federico no la tiene muy grande, y aquello no era para tanto. Me pasó por la mente las veces que estaba estreñida o cuando había cagado un chorizo grande y pensé que aquello era lo mismo pero al revés.

Me dejé hacer, se movía despacio, sabía que su pija esta bien enguantada, me balanceé un poco, no podría aguantar mucho más, y así fue. Su semen salió como si fuera una irrigación anal.

Monté el teatro con un gemido desgarrador, que parecía salir de lo más profundo de mis entrañas y de lo hondo de mi corazón.

-“¡ TEE AAAMOOOO!”- No se si fue mi grito o que no daba para más, la verga se convirtió en pene, vamos que se quedó en nada, abandonando mi obscura intimidad.

No había sido muy desagradable,  y dada la emoción de mi marido , me di cuenta que era un modo de tenerle mas fijado a mi persona. Le besé , él estaba en la gloria y a mi me dio ganas de hacer aguas mayores, le volví a besar y salí disparada al servicio. Mientras yo evacuaba, él se lavó a fondo la minga.

En la cama , desnudos, abrazados, mientras fumábamos un cigarrillo, me dijo mimoso:

- “Lara, tú crees que podríamos hacer alguna película sexy con Mónica. Seguro que la vendíamos bien. Yo soy bueno con la cámara y…”-

-“Federico, intentaré convencerla. Ella y el marido tienen buenos cuerpos y están sin un euro. Yo te ayudaré, soy tu esposa para todo.”-

- “Te quiero mucho, eres maravillosa. Nunca pensé que una muchacha tan inocente podía hacer lo que haces tú. Me llenas de orgullo y satisfacción.”

Me quedé pensando en lo fáciles de llevar que son los hombres, porque les encanta creer que son el centro del universo.

Cuando llegó Mónica , yo tenía claro cómo  proponer la idea de que rodase unas películas porno, y el verla me convenció aún más. Era una belleza explosiva, sus ojazos verdes, su boca sensual de labios gruesos, con unos dientes blancos que una deseaba que te mordieran y aquel cuerpo exuberante enfundado en vestido verde manzana, que dejaba ver las piernas y los brazos con una piel color dorado canela. La fantasía que cualquier persona que le gustase el sexo.

Me besó en los labios y con una sonrisa de oreja a oreja teniéndome apretándome las manos me dijo:

-“ Jefa, muchas gracias. Me has salvado la vida. Estamos muy jodidos y esta pasta de más nos viene de cine.”-

-“¿ Cómo estáis realmente?-

- “A mi marido le queda un mes de paro, luego los 400 euros… tenemos que vender la casa y nadie nos ofrece nada. Así que esos 1100 euritos nos dan un respiro. Dime que quieres que haga. Soy tu más ferviente esclava”-

- “Creo que algo podremos hacer, pero antes acompáñame arriba que quiero que veas una cosa”-

Fuimos al desván y le mostré el armario, se quedó impresionada al ver aquella colección de artículos eróticos. Me abrazó con una mezcla de nervios y deseo.

- “Elige algo para que hagamos el amor hoy.”- le propuse acariciando sus nalgas duras y rotundas.

Miró todo con detenimiento y eligió un babydoll transparente, un arnés doble y una paleta de cuero negro.

-“Jefa, sé mi ama y mi dueña. ¿ Dónde quieres que me cambie?”- me dijo mientras me daba el arnés .

La dejé en el cuarto de invitados. Yo me desnudé y tras lavarlo, me puse el arnés. Nunca lo había usado  pero cuando noté el látex dentro de mí, llenándome , me até las cintas para sujetarlo y vi el enorme aparato que salía entre mis piernas, me di cuenta que había nacido para usarlo. Entré en la habitación donde me esperaba Mónica.Me mojé al verla, el pequeño camisón transparente, la hacía aún más tentadora, su cuerpo velado por la seda era explosivo. Se estaba tocando el sexo con la paleta.

- “ Señorita. Me estoy portando mal, como una niña sucia tocándome. Me va a tener que castigar”-

Me dió la palmeta y se puso en cuatro, al tiempo que se subía la breve prenda, dejando las nalgas al aire.

La golpeé varias veces, sus esferas gemelas pasaron al rosa intenso. Yo no aguantaba más. Estaba superexcitada. La visión de los labios de su sexo depilado era como un imán. Y a él me acerqué. Apoyé mi falsa verga y la metí hasta lo más profundo de un solo empujón.

La follé bien follada, Mónica chillaba como una posesa, yo gozaba del poder que me daba el falo de látex: penetrar a otra mujer. Me di cuenta que la parte que estaba dentro de mí, se movía en mi vagina menos que la que usaba con mi amiga. Me llenaba pero no deslizaba a lo largo de mi interior. El mayor placer lo obtenía cuando chocaba con sus nalgas y me golpeaba el clítoris. Decidí metérsela bien dentro y mover sólo las caderas para que el roce con mi puntita rosada fuera mayor. Entonces sí disfruté y llegué al orgasmo.

Íbamos 4-2. Mónica se había ido cuatro veces y yo dos, cuando después de su quinta vez que pasó el punto de no retorno con un grito enorme de Meee vooooyyy. Me miró a los ojos girando la cabeza y me pidió con voz de entregada.

- “ Dame por culo, por favor.”-

Saqué  el aparato de su coño y apunté al oscuro agujero, que se ofrecía pequeño, violable ante mis ojos. Recordé que debía aceitarlo y metí mi mano en su sexo lleno de flujos. Con mis dedos empapados unté bien su esfínter, los introduje en su ano, y cuando los saqué, apoyé la cabezota de la verga y empujé. Fue entrando despacio, ella gemía con mezcla de dolor y placer.

Repetí la operación de jugar con mi pelvis, ella reposó el tronco en la cama, dejando más en pompa su pompis y con una mano se comenzó a pajear.

Pronto llegó su orgasmo, seguí hasta que le vino el siguiente, me sentía poderosa, dueña de la vida y del placer, sus gemidos me excitaban aún mas, si ello fuera posible.

Me solté el arnés dejándoselo empotrado en su ano, y me tumbé abierta de piernas.

- “ ¡CÓMEME EL COÑO!” – la ordené. Yo tenía el clítoris duro, erguido, casi todo fuera de su pequeña capucha, el roce y el golpeteo la había vuelto de un color rosa fuerte. Su lengua se abalanzó sobre él , apenas me empezó a lamer sentí como de si lo más profundo de mí ser viniera una ola enorme que me llevaba fuera de mí. Explosioné como si una bomba me derrumbara.

Pero Mónica siguió, y yo continué. Cuando me comenzó a acariciar el punto G, mis estallidos se convirtieron en una tormenta de placer.

Cariño, ya se lo he propuesto y han aceptado. Van a ser a 800 euros por sesión de cuatro horas por semana. Podemos filmarlos haciendo lo que les digamos. Sólo me han puesto la condición que tienen que llevar máscara. He aceptado, me parece que quedará más erótico.”- le dije por teléfono a mi marido.

-“Eres una niña maravillosa. Una cabecita que entiende de números y que sabe hacer realidad mis fantasías. Estaré en casa para las ocho.”-

- “ Te daré una sorpresa con un disfraz. ¿ Quieres?”-

- “Uauu, sabes entender a tu marido.”-

Había tratado el tema de las películas porno con Mónica mientras limpiábamos el arnés, tras llamar a su esposo habían aceptado. Nos despedimos con besos. Estaba  tranquila, sus problemas económicos podían

empezar a resolverse.

Subí al desván , miré qué ponerme. Elegí una remera de nylon negro que se me pegaba como una segunda piel transparente. Unas botas a medio muslo, una cazadora de cuero negro. Me lo puse , estaba morbosa, perversa, soy alta y delgada, y parecía un ángel de la noche.

Iba a bajar cundo vi un arnés que me llamó la atención, simulaba tener una bolsa testicular que se podía llenar de líquido.

La agarré y pensé lo mismo a Federico le gustaba montárselo con un chico, y ese chico podía ser yo.

Esta historia está relacionada con otra mía: “ Eva y Escarlata” .

También puede leerse el otro lado del relato en : “Eva y Escarlata: fiesta de disfraces” de fchain.

Ambas están publicadas en TR