Perversión (2)

"Hijo mío, parece que tu amigo Marcos está un poco nervioso. Por qué no lo tranquilizamos un poco, eh?. Anda, sé un buen chico. Ven aquí y muéstrale lo que haces para relajar a papá“.

Perversión (2)

Era media mañana, y en la silenciosa calma del local sólo se escuchaba una suave música de fondo.

El sol inundaba el lugar, y dibujaba en el piso el cartel escrito en la vidriera: " Sistemas de aire acondicionado – Service Especializado ".

Marcos se encontraba desarmando un equipo cuando el teléfono sonó. El técnico levantó el auricular, y después de asegurarse de que era él una telefonista le pidió que por favor no cortara mientras lo comunicaba con otra persona. Marcos aguardó, y segundos después una voz joven y masculina sonó a través de la bocina. El hombre le comentó que lo llamaba recomendado por un amigo, y luego de eso en pocas palabras le explicó que el equipo de su oficina no estaba funcionando bien. El técnico ofreció pasar por allí a media tarde, pero el hombre le pidió si no podía hacerlo a última hora, cuando ya no hubiera personal, para no interrumpir el trabajo. A Marcos le pareció razonable el pedido, y como no tenía otro compromiso acordó en acudir al lugar al anochecer.

A la hora convenida, Marcos llegó a la dirección que le habían pasado por teléfono. Era un edificio muy alto, totalmente ocupado por oficinas, que a esa hora estaba prácticamente vacío. El personal de seguridad de la planta baja constató que lo estaban esperando, y luego de eso lo dejaron pasar.

El ascensor corrió velozmente hasta el piso 15, y cuando la puerta se abrió Marcos vio ante él un frente vidriado, y detrás una recepción alfombraba y revestida en madera. Casi al instante apareció dentro del recinto un hombre de unos treinta y ocho años, que sonriendo se acercó a la puerta de vidrio y la abrió con la llave que llevaba en la mano.

" Marcos, verdad? " le preguntó mientras le estrechaba la mano. " Yo soy Roberto ".

Era un tipo alto y delgado, bastante bien parecido, de pelo rubio oscuro y ojos claros. Tenía las espaldas anchas y unas piernas fuertes que se notaban a través del pantalón del traje. Llevaba el cuello de la camisa desabotonado, y por la abertura asomaba una gran cantidad de vellos del pecho. Por la calidad de la ropa, el reloj de la muñeca y el suave perfume, Marcos dedujo que el hombre debía ocupar un cargo importante en esa empresa, y aunque estaba seguro de no haberlo visto antes había algo en los rasgos que le resultaba familiar.

El hombre cerró la puerta de vidrio con llave, y después le pidió a Marcos que lo acompañara a su oficina. Así caminaron por un salón amplio subdividido con tabiques bajos, que a esa hora estaba completamente vacío. La oficina del ejecutivo estaba al final del salón, y una vez que ambos estuvieron adentro Roberto cerró la puerta con llave.

" Vamos a estar ocupados, y no queremos que nadie nos moleste, no es cierto? " dijo el hombre. Marcos asintió, aunque no dejó de extrañarle tanta preocupación con respecto a la aparición de alguna persona.

" ¿Y el equipo? " preguntó Marcos, luego de notar que no había ninguno en la oficina en la que estaban.

" Ah! Está en la otra oficina, esta es la de mi secretaria. Detrás de esa puerta. Pasa, yo ya te alcanzo ".

Marcos abrió la puerta y entró. Y vio que, efectivamente, en la pared opuesta había un acondicionador de aire. Y además, sentado en un amplio sillón, estaba Andrés.

" ¡Hey! ¡Hola hombre! ¿Cómo has estado? ".

Marcos palideció y sintió que las sienes comenzaban a latirle dolorosamente.

" ¿No me habrás olvidado, verdad? " dijo el muchachito, sonriendo malignamente.

No, como olvidarlo. Desde el momento en que había probado la carne tierna del adolescente su cuerpo se había ocupado de recordárselo una y otra vez, por más que su mente trataba de borrar lo sucedido en la casa del chico. Y ahora, teniéndolo nuevamente frente a sí, sus hormonas se disparaban enloquecidas, y mientras su corazón latía más aprisa su sexo se endurecía descontrolado entre sus piernas.

Marcos tardó unos segundos en encadenar los hechos, pero comprendió que había caído en una trampa. Y sin que nadie se lo dijera supo que el apuesto hombre que ahora estaba detrás suyo era el padre del muchacho. Entonces su mente comenzó a divagar sin rumbo, tratando de imaginar por que lo habían llevado engañado allí. Tal vez el adolescente había inventado vaya a saber que historia sobre lo que había pasado, y ahora su padre iba a hacerle quien sabe qué por haber follado a su hijo. O tal vez . . . tal vez . . .

" Dime Marcos ¿Qué te ha parecido la sorpresa?" dijo Roberto.

" Yo . . . no . . . ¿Qué es esto? ¿Qué pretenden? ".

" Tranquilo, tranquilo que no va a pasarte nada malo. Al contrario. Si sé que has sido muy . . . bueno . . . con Andresito ".

Marcos manoteó el picaporte de la puerta, y comprobó que estaba cerrada con llave.

" Quiero salir de aquí " dijo con la voz entrecortada por los nervios.

" ¡Epa! ¿Qué es eso? Hijo mío, parece que tu amigo Marcos está un poco nervioso. Por qué no lo tranquilizamos un poco, eh?. Anda, sé un buen chico. Ven aquí y muéstrale lo que haces para relajar a papá ".

Andrés se acercó y se arrodilló frente a la entrepierna de su padre. Muy lentamente comenzó a bajar el cierre de la bragueta, metió la mano dentro del boxer y sacó la hinchada verga del hombre. El miembro era largo y grueso, surcado por venas, y remataba en una gran cabeza triangular que ya brillaba por los líquidos que comenzaba a segregar.

El muchacho abrió su boca, y deslizando sus labios por el enorme falo lo sepultó por completo en sus anhelantes fauces. Después comenzó a chupar lascivamente la tranca que comenzaba a endurecerse, arrancando gemidos de placer a su dueño.

" Así, así, muy bien. Buen chico. Papi está gozando mucho ".

Marcos, parado al lado del hombre y el muchacho, asistía al espectáculo como embrutecido, sintiéndose sumiso en una especie de sopor que no lo dejaba razonar. Como la primera vez que había visto en acción al adolescente, su conciencia gritaba que lo estaba sucediendo era incorrecto, pero su cuerpo reaccionaba de otra manera provocándole una erección descomunal que sus pantalones apretaban dolorosamente.

El padre de Andrés miró al técnico, y acariciando la cabeza del chico le dijo:

" Que tal si atiendes a tu amigo, eh? ".

El muchachito sonrió, y ubicándose frente a la entrepierna de Marcos intentó bajarle el cierre de la bragueta. El técnico trató de detenerlo, pero entonces Roberto le trabó fuertemente ambas brazos impidiendo que los moviera. Marcos forcejeó, pero en unos segundos las hábiles manos de Andrés liberaron de su encierro la durísima polla del técnico, y sin darle tiempo a nada la introdujo totalmente en su húmeda boca.

Marcos gimió. El contacto con la caliente y babeante lengua del muchacho fue como una descarga, y en un instante revivió el inmenso gozo que había sentido durante su primer encuentro con el adolescente. Su cuerpo se vio invadido por olas de placer, que lo estremecían y le hacían temblar las piernas.

Nada de esto escapaba al padre del chico, que acercando su boca al oído de Marcos le dijo casi en un susurro:

" Lo hace bien, verdad? Seguro que sí!. Yo mismo le enseñé ".

Después, viendo que Marcos estaba entregado, le soltó los brazos. El técnico había perdido la cordura nuevamente ante el irresistible estímulo, y apoyando suavemente sus manos en la cabeza de Andrés comenzó a acompañar el movimiento de vaivén que el imberbe ejecutaba tan diestramente sobre su agarrotado miembro.

Roberto se ubicó detrás de su hijo, lo tomó de las caderas y suavemente, sin interrumpir la mamada que le estaba dando a Marcos, lo hizo poner de pie. Después le bajó el pantalón y el boxer, dejando al descubierto las suaves nalgas del muchachito. Entonces se agachó, y llevando sus labios al rosado orificio comenzó a introducir su lengua, chupándolo con auténtico deleite.

Andrés gimió ante la ardiente caricia de su padre, y entrecerrando los ojos aumentó la fuerza de la succión sobre la polla de Marcos. Su esbelto cuerpo se estremecía de gozo ante la cálida humedad que invadía su ano, y segundo a segundo el jovencito sentía como su orificio se iba dilatando.

Cuando el hoyito estuvo a punto, Roberto se incorporó y apoyó la cabeza de su vergajo en el sonrosado agujero. Entonces empezó a empujar con lentitud, deslizando el tronco de su mástil a través de las irresistibles nalgas de su hijo. Después, cuando todo el vergajo estuvo adentro, empezó a bombear rítmicamente en el delicioso esfínter, arrancándole sordos gemidos de placer al adolescente.

Marcos estaba desbordado por lo que veía, y se sentía completamente a merced de sus más bajos instintos. Su conciencia ya había enmudecido, y la erección de su babeada verga era tan impresionante que le causaba dolor.

Roberto empaló a su hijo durante unos cuantos minutos, durante los cuales el técnico estuvo a punto de correrse varias veces. El padre del muchacho pareció adivinar que Marcos no resistiría mucho más, porque sacando la verga del culo de Andrés le dijo:

" Ven aquí. Ya está a punto ".

Marcos obedeció como si fuera un autómata, y segundos después toda su polla estaba alojada en el culo de Andrés mientras Roberto llenaba nuevamente con su imponente verga la boca de su hijo. El técnico sintió otra vez sobre su miembro la enloquecedora presión de la carne firme del imberbe, y no pudo resistir la tentación de acariciar la suave piel de las rosadas nalgas en las cuales se perdía su tranca. Y abandonado al infinito gozo animal que se había posesionado de su cuerpo, comenzó a serruchar con su herramienta en el culo del chico.

Roberto miraba extasiado, regodeándose con la imagen de la gruesa pija del técnico entrando y saliendo del redondo trasero de Andrés, disfrutando cada vez que el adolescente se quejaba dulcemente ante el roce de la carne dura en su esfínter. Con cada embestida el muchachito apretaba más los labios alrededor de su verga, poniéndolo una y otra vez al borde del orgasmo. Pero Roberto se controlaba, porque aún no quería correrse.

Marcos estaba demasiado excitado, y bastaron pocos movimientos para llevarlo al clímax. Entonces su polla empezó a escupir andanadas de guasca, una tras otra, anegando el estrecho canal del adolescente. El técnico gritaba roncamente, aferrando con sus manos las masculinas caderas del muchacho, atrayéndolo hacia su cuerpo para clavarle hasta el fondo su latiente verga.

Era el momento que Roberto esperaba. Y así, mientras Marcos aún continuaba descargándose en el precioso culo, tomó entre sus manos el rostro de Andrés y comenzó a jadear, corriéndose abundantemente en la boca de su muchacho.

El estímulo de dos grandes trancas llenándolo con sus jugos fue muy fuerte para el jovencito, y mientras sus orificios seguían ocupados por los feroces miembros, su enhiesta polla escupió trallazos de blanquísima leche en el suelo alfombrado sin que tuviera necesidad de tocarla.

" Así, así. Buen chico " dijo Roberto mientras acariciaba la cabeza de su hijo.

Marcos sacó muy despacio su hinchado miembro del culo de Andrés. El muchacho se incorporó, y mientras miraba sonriendo al técnico le dijo a su padre:

" ¿Valía la pena, verdad? Te dije que era bueno ".

" Totalmente de acuerdo contigo, hijo. Es un buen pedazo de macho ".

" Yo . . . creo que debo irme . . . " balbuceó Marcos.

" Aunque un poco tímido. Habrá que educarlo. Pero por hoy está bien, no le pidamos más. Anda, llévalo a la salida ".

Roberto se acercó a Marcos, y poniéndole la mano en el hombro le dijo:

" Vamos a llamarte para que vengas nuevamente ".

" No, no vendré ".

Padre e hijo estallaron en una carcajada, y Andrés le dijo a su progenitor: " Te dije que diría eso ".

Marcos cruzó el umbral del frente vidriado y llamó al ascensor. Andrés se acercó al joven, y plantándose frente a él acercó su boca y comenzó a pasar su rosada lengua sobre los labios del hombre. Pero ahora Marcos no se resistió; por el contrario, tomando al adolescente entre sus fuertes brazos lo hizo girar hasta apoyarlo contra la pared, y apretándolo con su cuerpo le devolvió el beso con ardor. El técnico recorrió con su lengua la boca del muchacho, y sintió un gusto extraño que tardíamente identificó como el del semen de Roberto . . .

" Para que nos lleves a los dos en tu boca " le dijo el muchachito con una sonrisa.

Minutos después, Marcos salía del edificio. Esta vez su conciencia no reclamaba nada, y su sexo, listo ya para una nueva batalla, se endurecía sin remordimientos cuando pensaba en el delicioso adolescente . . . o cuando sentía en su boca el regusto de ese sabor nuevo y tremendamente viril del padre del chico.