Perversa y morbosa
Perversa y Morbosa
Perversa y Morbosa
Hola amigos. ¿Cómo estáis? Yo fantástica. Escribo porque quiero dejar constancia de un hecho que me tiene fascinada. Normalmente escribo en mi diario secreto, pero tengo miedo de que no sea tan secreto y lo lea alguno de mis hermanos o mis padres.
Mi nombre es Rebeca. Es el auténtico. Pensaba poner uno ficticio pero mi nombre me gusta y como no creo que esto caiga en manos de ninguna de las personas que conozco o me conocen, no temo decirlo.
Tengo 18 años cumplidos en agosto y soy rubia, con pelo largo y rizado, ojos azules, mido 1´75 estatura, soy delgada pero con curvas. Tengo una 95 de talla de sujetador y no me gustan ni los tatuajes ni los "piercing", mi nariz es un poco respingona y mis labios son normales. Espero que con esto os hagáis una idea del tipo de chica que soy.
He estudiado hasta este verano en un colegio concertado del que no diré el nombre que me ha hecho vestir de uniforme hasta el final, cuando amigas de otros colegios estaban exentas en el último año.
Lo bueno de eso es que no tenía que estar pendiente de que ropa ponerme, aunque eso si los dos últimos años me he negado a comprar faldas nuevas con lo que las que he estado llevando me quedaban un poco cortitas.
Alguna vez, cuando esperaba el autobús de ruta, he recibido ofertas para subirme en algún coche y también muchos piropos alguno de ellos bastante soez y chabacano pero en general simpáticos.
También quiero deciros que he estado en el club de voleibol de mi colegio y estoy entrenando para apuntarme a uno un poco más grande y mientras tanto entreno con un Club de Atletismo por que se me da bastante bien correr. Dejé la natación porque me llevaba muchas horas de entrenamiento que me quitaban del estudio. Estos tres deportes no los he hecho a la vez porque es imposible aguantar tanto ya que me esfuerzo mucho en todo lo que hago.
Soy muy buena estudiante y he empezado la carrera de Físicas porque me encanta aunque por las notas de selectividad podría haber estudiado lo que quisiera.
Una vez dada una explicación sobre mí, paso a lo que seguro que os interesa más. El motivo de esta historia.
Como os he dicho me encanta hacer deporte y con motivo del estudio de mi carrera me gusta entrenar temprano por lo que me enfundo mi chándal invernal y salgo a correr sobre las ocho de la mañana. Como ahora hace bastante frío mi indumentaria consta de unas mallas de invierno una camiseta de manga larga ajustada, una sudadera y un abrigo muy liviano de esos que se utilizan para escalada. No me gustan los guantes porque enseguida se mojan de sudor así que al principio y hasta que entro en calor me voy frotando las manos.
Vivo en una zona nueva en unas viviendas adosadas y hay muchas zonas verdes para correr, con diversas subidas y bajadas que permiten cambios de ritmo. Me pongo un pulsómetro por debajo del pecho y suelo entrenar durante hora y media.
Como es una zona nueva, siempre hay obreros trabajando a esas horas que te dicen muchas cosas y aunque no lo necesito para mi autoestima, se agradece.
Hoy por ejemplo, me han dejado muy caliente, Tan caliente que mientras corría me imaginaba rodeada de varios de ellos los cuales me desnudaban y me hacían de todo. Estos pensamientos me vienen desde que hace unos días en el ordenador que utiliza mi hermano vi una película pornográfica. Me la tragué entera. ¡Uff! Yo aún no había tenido ninguna experiencia sexual. No había pasado del jugueteo con las manos sobre mi sujetador o con las caricias de un amigo sobre el bikini debajo del agua mientras jugábamos en la piscina.
Desde que vi la película he entrado en varias ocasiones en la habitación de mi hermano para ver esa película otra vez y alguna más que se había descargado. El caso es que, cuando llegue a mi casa estaba muy caliente. No había nadie en casa y me dirigí a mi habitación, que se encuentra en la primera planta, En mi habitación hay un gran ventanal, que siempre tengo con las cortinas echadas para evitar que me vean desde el exterior. En mi habitación hay un cuarto de baño con ducha por lo que mientras subía las escaleras empecé a quitármelo todo.
Al llegar a mi habitación sólo llevaba las mallas puestas y vi que las cortinas no estaban echadas. Iba a cerrarlas cuando observe un hombre que paseaba su perro que miraba hacia mi ventana. Se me quedó mirando mientras yo estaba con los brazos abiertos y mis pechos al aire. El sonrío y me lanzó un beso y yo me quedé como tonta sonriéndole a él.
Yo ya lo había visto en varias ocasiones y aunque ronda los cuarenta años es un tipo que me gusta. Me he cruzado con él alguna vez corriendo y pasea por delante de mi casa todas las mañana y todas las noches, aunque normalmente no a la hora en la que nos encontramos.
No se porque lo hice, o quizá si, el caso es que le hice el gesto con la mano de que entrara en la casa y él me señaló el perro y me hizo el gesto de que lo llevaba a su casa a dejarlo y volvía.
Fueron cinco minutos que se me hicieron eternos. Me quité las mallas y me puse encima un albornoz para no enfriarme. Aunque estaba superexcitada en la habitación no hacía nada de calor. Cuando llamó al telefonillo, le abrí la cancela exterior y abrí la puerta de casa para observarle entrar por el jardín. Mis ojos se dirigieron a él y luego al edificio de enfrente para ver si algún vecino se percataba de la visita. A esas horas ya casi no hay nadie en los edificios pero no quería que nadie pensara que era una fresca.
Franqueo la entrada y enseguida cerré. No sabía que decirle y estaba claro que el tampoco. Me dijo que se llamaba Alberto y me preguntó mi nombre. Se lo dije, acercándome a él para darle dos besos en las mejillas. Mientras se los daba, me di cuenta que lo que quería era besarlo en la boca y lo hice. El estaba acalorado y se quitó el abrigo, me agarró por la cintura y me atrajo hacia él. Cuando me soltó le pedí que subiéramos a mi habitación ya que no estaba segura de a que hora llegaría mi madre que había pedido el día para hacer unas gestiones bancarias. Subimos las escaleras y Alberto iba acariciando mi cuerpo por encima del albornoz.
Al llegar cerré la puerta y empecé a besarle nuevamente. Él, mientras me besaba, me llevó hacia la cama y me tiró suavemente sobre ella. En ese momento me abrió el albornoz y empezó a acariciar mi piel. Yo aún no me había duchado y aunque el sudor había desaparecido me había dejado el cuerpo algo frío. Aún tenía el tanga deportivo puesto y Alberto empezó a recorrerlo con el dedo. Me beso en el ombligo y empezó a pasar la lengua alrededor. Me entró un calor muy violento de repente y los pezones se me pusieron duros. Una de sus manos la metió bajo mi nalga izquierda y la otra mano se dirigió al pecho derecho acariciándolo y pellizcando mi pezón. Yo empecé a suspirar, mordiéndome los labios y deseando que no parara nunca. En ese momento dejó de acariciarme el pecho y bajo su mano hacia mi cintura empezando a quitarme el tanga. Lo hizo muy lentamente, sacándolo de su sitio y besando el pequeño triángulo de vello púbico. Uno de sus dedos se junto a su lengua y me abrió el clítoris que yo tenia chorreando de jugos en ese momento. Su lengua acariciaba suavemente la aparte superior mientras su dedo entraba ligeramente. Estuvo jugando así un rato que se me hizo eterno porque me corrí dos veces. Me incorporaba ligeramente para verle como me hacía el sexo oral y no quería que acabase. De repente el paró, se puso de pie y empezó a quitarse la ropa, yo me senté al borde de la cama y terminé de quitarme el tanga.
En ese momento puso ante mi cara su miembro ya erecto y me pidió que se lo chupara. Lo agarré como había visto en las películas de mi hermano y empecé a masturbarle despacio. No sabía exactamente como hacerlo y puse mis labios en su prepucio. Mi lengua toco la punta encontrándola ligeramente salada. Alberto acarició mi pelo y suavemente me pidió que metiera en mi boca toda la polla, cosa que hice. Agarré sus testículos y retire lentamente mi boca recorriendo con mis labios toda la longitud de su miembro. Empecé a dar lengüetazos por todo su vástago y pequeños besos mientras le masturbaba y me encantó ver su rostro de placer. Sus manos acariciaban mi cabeza, mi mejilla y mis pechos, que estaban erectos.
Yo notaba como unas gotitas de líquido empezaban a salir las cuales se quedaban pegadas a mi lengua y que tenía un fuerte sabor, un poco desagradable pero que me excitaba. Las actrices de las películas que había estado viendo disfrutaban cuando les echaban el semen en la boca y yo deseaba vivir esa sensación aunque de momento el sabor no era muy agradable.
Alberto me dijo que lo hacía fantásticamente pero que si no paraba se iba a correr ya y deseaba penetrarme. Me besó la boca y me recostó sobre la almohada de mi cama. Se puso de rodillas entre mis piernas y dirigió su polla hacía mi vagina, para lo cual me levantó ligeramente la cintura. Cuando empezó a entrar le comente que era virgen y que tuviera cuidado ya que había leído que la primera vez era doloroso. Alberto me dijo que era la primera vez que estaba con una virgen y que tendría cuidado. Poco a poco entraba y yo sentí un placer indescriptible. No noté nada más que placer. Sin moverse empezó a balancear mi cintura hacia él separándome y acercándome. Yo suspiraba y quería gritar, así que agarré mi almohada y me la puse en la cabeza, tapando mis jadeos. Ahora mientras escribo lo sigo recordando y se me sigue mojando la ropa interior. Me dio la vuelta y me puso a cuatro patas. Agarró mi cintura con sus dos manos y empezó a embestirme, primero con suavidad y luego con energía. Me atrajo hacia él, haciendo que me incorporara y me beso la boca acariciando mis pechos mientras seguía dándome por detrás. Yo estaba disfrutando como no lo había hecho jamás.
Al rato paró y se tumbó en la cama boca arriba. Yo empecé a chuparle la polla nuevamente notándola mojada con mi flujo lo cual me puso más caliente todavía. El me paró enseguida y me pidió que me subiera sobre él. Obedecí. Desde luego que lo hice. Fue la culminación de todo. La notaba dentro de mi llegando hasta todos los rincones y llenándome de satisfacción. Me agarró ambas nalgas y empezamos a galopar. Su lengua chupaba mis pezones y sus labios los mordían con suavidad. Estaba atrapada en el abrazo mas deseado y solo sentía el paraíso.
De repente paró y me pidió con urgencia que me quitara de encima. Lo hice mientras veía como el se agarraba la polla y empezaba a gemir soltando un chorro de esperma que le cayó sobre el pecho y el abdomen. Cuando paró de salir semen se relajó quedándose boca arriba y jadeando como un animal herido. Me preguntó si tenía a mano alguna toallita o papel higiénico para limpiarse y cuando lo hizo tiró de mi para ponerme sobre él besando mi boca.
Me preguntó que tal estaba y si le había gustado. Yo estaba entusiasmada y hubiera deseado sentir en mi interior aquel chorro de esperma pero sin tomar la píldora hubiera sido un riesgo innecesario. He decidido pedir cita para que me la receten.
Le pregunté que si le apetecía que nos ducháramos juntos contestando que si y entre besos, abrazos y algún chupetón de polla nos dimos una buena ducha.
Han pasado varias horas pero no paro de pensar en Alberto y el polvo que hemos echado. No se lo he contado a nadie porque no me atrevo. Es un secreto que tenemos los dos y ya estoy deseando volver a verlo paseando su perro por delante de mi casa.
Por cierto Alberto se llevó de recuerdo mi tanga deportivo.