Perro de Alquiler (17)

Arturo ve un nuevo video de su mamá, en el que sus secuestradores la convierten en menos que una cosa. Nuestro protagonista ya no aguanta, las tiene que encontrar ya... el final está muy cerca.

Perro de Alquiler XVII

Luego de la visita a Ochrier, el tiempo se me hacía eterno, no sabía cómo hacer para acortarlo. Angie se quedó conmigo todo ese tiempo, ella si que es una gran amiga, estuvo al tanto de mi mientras la pesadilla duró. Otro que se portó muy bien también fue el tal Felipe, llamó varias veces para preguntar noticias nuevas, diciendo que seguía buscando por su lado, que todas sus muchachas estaba aleccionadas para que le contaran el menor indicio. Aun así, todavía no tenía noticias de nada.

Mis hijos eran mi única fuente de alegría, pero nada más, el resto del tiempo lo pasaba como un león enjaulado, dando vueltas y vueltas. Por esa razón, decidí ponerme a hacer algo manual y físico que me distrajera, concretamente a limpiar la casa, como buenos viejitos, mis padres tenían la costumbre de guardarlo todo y no tirar nada nunca.

Entré a una habitación que usaban como bodega y me puse a limpiar unas cajas. Me topé con un baúl, estaba sin candado, así que lo abrí, allí encontré bolsitas negras que contenían diversas cosas. Abrí una y vi otro video. Abrí otras y lo mismo, "¡Mierda!", dije para mi adentros.

Les juro que no quería ver ninguno, ya sabía yo lo que tenían, pero no lo pude evitar, la necesidad de saber la verdad era más fuerte que cualquier otra cosa. Así que me dirigí a la habitación de mis padres y lo puse en la video, el video iba por la mitad y rápidamente apareció una escena que me heló la sangre, era mi madre desnuda sobre el sofá de su habitación (el mismo donde estaba yo sentado) sollozando. Frente a ella se hallaba un hombre maduro, cabello canoso y porte fuerte, varonil, aun atlético, que reía para si mismo, viendo a mamá mientras bebía una cerveza.

Sentí una inmensa rabia, hacia el y hacia ella, que siempre había sido una mujer muy decente, o por lo menos así lo sostuvo muchos años. ¿Cómo había permitido todo aquello, cómo había acabado así? Bueno, en realidad yo no tenía derecho a decirle nada, pero en momento de ofuscación, todo se nos va en rabiar y descargar nuestro dolor contra algo, lo que sea.

Se notaba que acababan de coger, el estaba tan solo con un bóxer, ella completamente desnuda y sudorosa, sabía que el la había disfrutado mucho. El camarógrafo hacía acercamientos con el zoom, y, dada la posición de mamá, pude ver una vagina enrojecida, con los labios carnosos hinchados y mujada.

El tipo tomó asiento junto a mi madre y continuó bebiendo, la dejó llorar hasta que alguien entró por la puerta. Se puso de pié y los fue a recibir, eran 2 hombres, un joven de piel morena clara, delgado, con apariencia de malhechor, y un negro enorme, de fuerte hechura. "¡Orel!" fue lo primero que me vino a la mente.

Los hizo entrar, mama se recogió sobre el sofá, dándoles la espalda y sujetando una almohada entre sus piernas y pecho, sollozando en silencio. Los 2 tipos rieron al ver a la madura mujer desnuda, indefensa. El tipo también sonrió

¡Señores, me la acabo de coger! Ahora es su turno de disfrutar de mi perra… – volvió hacia atrás y se sentó sobre la cama, frente a mi madre, mientras sus amigos se quitaban la ropa.

A ella la veía como medio ausente, es cierto, estaba llorando, pero me daba la impresión de que no estaba en contacto con la realidad, como si solo estuviese allí corporalmente, pues su mente andaba por otros caminos.

¡Time to play, miss! – dijo el negro, que yo pensaba era Orel, en Inglés.

La tomaron de los brazos y le dieron vuelto por la fuerza, mamá gritó y quiso luchar, pero rápidamente fue reducida, pues el negro era muy fuerte y el otro tampoco era débil. El otro hombre, el viejo, solo sonreía.

Orel, dale lo que necesita. – ¡si era Orel!

El hombre desgraciado ese le zampó 2 fuertes bofetadas a mi pobre madre, que la hicieron caer al suelo. Ella se tapó la cara y se puso a llorar con más fuerza. Y yo, sentando allí con cara de idiota y sintiéndome el hombre más inútil de este mundo, mientras mi mamá estaba siendo violada como un animal… ¡que mierda de vida!

¡Esteban, Esteban! ¡Ya, ya! – suplicaba ella a ese hombre que resultó llamarse Esteban - ¡Por favor, te lo suplico!

¡Entonces entendé de una vez, perra que sos mía, solo mía!

¡No! ¡No!

¡Si! ¡Si! Norberto me despojó de lo mío hace muchos años, pero he vuelto, ¡y regresé por vos! Yo sé que recordás todas aquellas noche que pasamos, las veces que me juraste lealtad y obediencia eternas… ¿Ya lo olvidaste?… ¡Pues yo no!, y a menos que querrás que lastime mucho a ese idiota de marido tuyo… y a tus hijos, me vas a obedecer en todo.

¡Por favor, noooooo!

O lo hacés… o empiezo con tu nuera… está casada con tu hijo, ¿verdad? Tiene un culito delicioso la pisada esa, ha de ser una gran puta vestida de decente. ¿Querés que la haga mi esclava también?

No

Entonces ¿tu volverás a ser mi esclava sexual?

-… – mamás solo se limitaba a sollozar ya, sabía que no tenía alternativa.

¿Perra? Si

¿Si, qué?

Voy a volver a ser tu perra

¿Y qué te podré hacer?

Lo que usted quiera

¿A quién creés que le estás hablando, maldito animal inmundo?

Per… perdón… lo que usted quiera… amo

Así está mucho mejor. ¿Tomaste todo esto? – preguntó Esteban al de la cámara – No quiero que te perdás de nada… y ahora Carmela, mi hermosa y viciosa perra, vas a atender a mis amigos como se merecen… y a cualquier hombre con el que te quiera compartir, ¿entendiste?

Si… amo

Esteban se levantó del sofá y acercó una silla pata tener una visión de lujo de las vejaciones que estaban a punto de hacerle a mamá. Orel entonces volvió a la carga, levantando del pelo, la sentó en el sofá nuevamente, y se puso a manosearla. Le pasaba los dedos por todo lo largo de la vagina, que estaba mojadísima, no lo podía creer. Ella desvió la mirada, trataba de perder su mente en otros sitios, de sentir que no estaba allí, que no era ella, pero la realidad es demasiado contundente a veces. Y yo sentí repugnancia mirando esta escena.

Le metió su dedo medio y se lo empezó a meter y sacar, frotándolo vigorosamente, sintiéndole las paredes interiores. La respiración de mamá se aceleró, y sus ojos empezaron a cerrarse. Orel sonrió triunfante, sabía perfectamente bien que, cada vez más, mamá perdía el control y se iba entregando a sus sucios deseos.

Probá… – le dijo al otro, el joven que se veía como un maleante.

¡Qué pusa tan caliente! – exclamó al meterle el mismo un dedo – ¡Está empapada, qué vieja más puta! – al sacarlo, una larga liga de flujos salió pegado a el – Orel, ¿puedo cogérmela primero?

La perra es de Esteban

Dale, dale, si Orel está de acuerdo. – contestó el otro.

Luego de que el negro lo autorizara, el muchacho se colocó en medio de las piernas abiertas de mi viejita adorada, frotó un poco su miembro contra la delicada entrada de mi progenitora, empujó fuerte y se la enterró. Y yo senté una cosa bien fea en el pecho cuando vi la raja mujer madura que me trajo al mundo, invadida por esa mierda invasora. Comenzó a gruñir mientras se la cogía rápidamente, mamá solo se mordía los labios y cerraba los ojos con fuerza, tenía las piernas sobre sus hombros y se dejaba penetrar constante.

¡Mierda! ¡Mierda Esteban, qué perra!¡Siento como si tuviera la verga en un horno! – gimió.

El negro colocó un impresionante falo frente a la cara de mamá, restregándoselo sobre ella y golpeándola con el.

Chúpemelo perra… – ordenó Orel.

La cabeza me daba vueltas, el estómago lo tenía revuelto, estaban violando a mi mamá y yo lo estaba viendo. Sentía asco y repugnancia, esos malditos la usaban pero que a una mujerzuela, la tenían como a un objeto, una cosa. El viejo se divertía solo con mirar, masturbaba un grueso pene y no perdía detalle de la acción. Y mamá, ella seguía con los ojos cerrados, incapaz de resistirse. Pero también, sintiendo otras cosas, su rostro ya no podía ocultarlo más, estaba disfrutando hasta cierto punto de su tortura. Con sus piernas levantadas sobre los hombros del semental de turno, el mete y saca de ese duro pene acariciara su clítoris, causándole deliciosas sensaciones. Inconscientemente empezó suavemente a arquear la espalda, chupando ávidamente el pene del otro. Todos se dieron cuenta, lo que constituyó un aliciente para cogerla con más fuerza.

¡Disfrutá perra! – gritó Esteban – ¡Disfrutá como lo hacías antes! – cada vez mamá se veía más conmocionada, su cuerpo la traicionaba y movía las caderas contra el que la penetraba.

¡Mierda! ¡Mierda!… ¡¡MIERDA!! ¡¡¡AHHHHHH!!! ¡¡¡AHHHHHH!!! ¡¡¡AHHHHHH!!! – gritó desesperado el muchacho, inundando de esperma el interior de la mujer.

Y ella, por su parte, gimió a cada chorro que era depositado en su interior. Aun fue penetrada unos minutos más, hasta que se retiró, dándosela en la boca para que se la limpiara. Otro acercamiento con el zoom mostró como su vagina, vacía, se contraía buscando una nueva talega que la invadiera. ¡¿Cómo era eso posible?! Yo sabía que a veces pasaba eso, varias veces lo sentí con mi esposa cuando, por alguna razón, le sacaba la verga de la vagina y se la volvía a meter.

Le mamaba la paloma al tipo con fruición, tratando de ordeñarla hasta la última gota de espera. Su rostro ya no era de dolor y de miedo, ahora era de placer y de gusto. Al final, el muchacho se fue a sentar junto al viejo, que seguía mirando.

Orel, ¿te la querés coger?

Si… mucho

¿Te gusta mi perra?

¡Está buenísima! Desde la primera vez que me la cogí me encantó… ¿dónde podré yo encontrar una perra vieja como ella?

¡Ella es única, una en un millón! ¿Por qué creés que no la puedo dejar ir?

Si, lo entiendo

Cogétela duro mano, partila en 2. – mamá los veía con miedo, la verga del negro era muy larga y gruesísima, sabía que la lastimaría mucho.

Orel tomó su macana y la colocó frente a la raja roja y húmeda de mi mami, rodeada de un denso matorral de vellos negros, despeinados y barrados de semen y de sus propios flujos. Empujó con fuerza y esta entró profundamente, ella casi lloró cuando la sintió hasta adentro, el inmenso miembro la llenaba completamente. El negro se puso sus piernas sobre los hombros y se la comenzó a coger. Las fuerza y brutalidad de los embates eran exageradas, su cuerpo se estremecía y ella no paraba de gritar a cada puyón. Su cuerpo la traicionaba, y junto al intenso dolor que seguramente sentía, un tremendo placer se hacía nido en todo su ser.

¡¡¡OOOOOHHHHHH!!!! ¡¡¡SIIIIIIII!!! ¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡¡AAAHHH!!!… ¡¡¡ME PARTE EN DOS!!! ¡¡¡ME PARTE EN DOS!!!

¡¡DESTROZÁ A ESA PUTA OREL!! ¡¡QUE APRENDA A NO ABANDONARME NUNCA!! ¡¡¡A MI NADIE ME DEJA POR UN PENDEJO, NADIE!!!

Mi madre seguía gritando, derrotada por un placer enfermo y malsano que la arroyaba. Pegaba de alaridos mientras sentía como alcanzaba un intenso orgasmo que la elevaba hasta la locura. Luego, como una muñeca de trapo, cayó en un profundo trance y se dejó hacer de todo, todo lo que se le dio la gana al negro maldito ese.

Orel la violó durante más o menos 35 minutos, ella alcanzó otros 2 clímax antes que el negro se vaciara en su interior. Entonces, ella solo permaneció tendida sobre el sofá, jadeante, completamente empapada de sudor, su cuerpo todavía seguía estremeciéndose suavemente y su vagina contrayéndose. Y esa horrible cara de satisfacción me dio ganas de llorar. Orel le metía los dedos, recogiendo su semen y dándoselo en la boca. Apagué la vide cuando el degenerado de Esteban se puso de pié para seguir con al fiestecita.

Me urgía hallarla, sacarla de esa vida y que volviera a ser lo de antes… aunque, muy en el fondo, sabía que eso no era posible.

Continuará

Garganta de Cuero ( garganta_de_cuero@latinmail.com ).