Perro de Alquiler (16)

Desesperado, Arturo tendrá que entregarse como esclavo sexual definitivamente... tal fvez así logré dar con el paradero de su esposa y de su madre.

Perro de Alquiler XVI

Arturo, comprendo de verdad su miedo y su preocupación, a nadie le desearía una desgracia como esta, pero ¿en qué lo podría yo ayudar? – Ochrier me veía extrañado, su semblante reflejaba interés en mi persona.

Señor Ochrier, fue usted el que me introdujo a ese mundo de sexo y lujuria, usted podría mover sus influencias, tan solo para obtener información sobre el paradero de mi esposa y de mi madre. – el francés me veía sin verme, no estaba de acuerdo en hacer eso, después de todo el siempre fue una persona muy discreta, pero yo estaba dispuesto a jugarme el todo por el todo.

Le repito que comparto su preocupación, pero comprenderá que eso no lo puedo hacer… no es tan sencillo

Estoy dispuesto a convertirme en su esclavo por el resto de mi vida si es necesario. – le dije, y viendo sus fríos ojos azules abrirse como canicas, supe que le había dado donde flaquea.

Ya pasaban 2 días sin saber nada de mi madre y de Lucía, y casualmente, Ochrier había regresado 2 días antes de su desaparición, tuve suerte que me llamara para un trabajo, y ahora me tenía suplicándole su ayuda y ofreciéndome como su esclavo a cambio de ella. Sabía que el precio que pagaría sería alto, pero solo así no se negaría.

¿Está seguro que eso es lo que me va a ofrecer Arturo?

Si ellas aparecen sanas y salvas… si.

Bueno… ¿le he comentado que es un excelente negociador? Hoy mismo haré algunas llamadas… esperemos a ver los resultados. Mientras tanto, por favor, desnúdese

El hecho que Bertrand Ochrier ya estuviera cobrándose me tranquilizaba, porque quería decir que si tenía confianza en localizar a mi esposa y madre. Me desvestí tal y como me ordenó, el me vio de pies a cabeza, con gesto complacido.

Ve que se ha entrenado mucho Arturo, lo noto mucho más musculoso que la última vez que lo vi.

Si, ingresé a un gimnasio… ahora hago pesas y de todo tipo de deporte.

Lo felicito, le ha caído de maravilla… quédese así… vamos a ver si de verdad me va a dar lo que acaba de ofrecer. Haré la llamada de inmediato, por mi parte. Necesito que me diga todo acerco de esos sucesos.

Le conté con lujo de detalles todo lo que sabía, también le hablé de Orel, le dije que mi esposa era una puta de lujo que se hacía llamar "Teresa" y que trabajaba en Cobán para Felipe, el lo conocía, aparentemente era un pronexeta de sólida reputación. Le dije además que mi madre era una prostituta y le di toda su descripción.

Esperemos que eso sea suficiente. Existe la posibilidad de que la localicen, especialmente si los secuestradores las están explotando sexualmente, una mujer con las descripciones de su madre no pasaría desapercibida fácilmente. Por otro lado, este tal Orel… a mi me parece un prostituto profesional… si lo es, será fácil dar con el… ahora permítame, voy a hacer otra llamada.

Volvió a llamar, esta vez tardó mucho menos.

Bueno Arturo, usted sabe que soy un hombre exigente, de gusto refinados. Espero que si logro encontrar a su mujer y a su madre, la paga esté acorde al esfuerzo realizado.

Le pagaré con creces señor Ochrier.

Bien, bien, eso espero.

Mientras lo decía se sacó la paloma ya tiesa del pantalón, instintivamente me arrodillé y el me llevó la cabeza hacia ella. "Ya sabe lo que me gusta" me dijo, y yo comencé a mamar desesperadamente. Al principio fue suave y despacio, concentrándome en dar lametazos cortos, pero intensos. Poco a poco fui succionando con más fuerza, metiéndomela más adentro.

La excitación de francés fue en aumento, un rato después, sentado en un cómodo diván, empezó a moverme, sujetándome de la cabeza, como si estuviera cogiendo. La punta de su talega me golpeaba la garganta con fuerza y noté como un dedo trataba de abrirse paso entre mis nalgas, el culo me ardía de calor, estaba deseando ser penetrado.

De pronto me la sacó de la boca, se puso de pié y detrás de mi, y me hizo apoyar los codos en el diván, de manera que quedé con el culo en pompa. Me separó las piernas y dilató un poco mi agujero con los dedos, para penetrarme finalmente de un solo golpe seco.

Me cogía de forma salvaje, se notaba que había estado esperando aquello durante mucho tiempo (tal es mi efecto con mis amantes). La chimada fue intensa y rápida, sus caderas chocaban y rebotaban contra mis carnosos glúteos a gran velocidad. Mi ano, que aun no estaba del todo listo, se resentía, pero el placer que estaba sintiendo era muy grande.

Creía que así me iba a coger, que me destrozaría solo el, pero no, el tenía otros planes, quería saber de verdad hasta dónde estaba dispuesto a llegar. Al oír ruido levanté la cabeza y pude ver que un grupo de hombres estaban entrando por la puerta. Me alarmé, pero luego comprendí que eran parte del plan.

Buenas tardes señores. – saludó Ochrier.

Buenas tardes señor… ese es el semental que nos vamos a comer

Así es… Arturo, ¿le parece si pasamos a mi habitación? – como si me pudiera negar.

Todos caminos hacia la habitación, yo iba desnudo, aun sintiendo el placer inacabado en mi culito y con la verga tiesa. Eran alrededor de catorce o quince hombres, además de Ochrier, quien venía dispuesto a gozar del espectáculo.

El que parecía llevar la voz cantante era un tipo grandulón, malencarado y de manos enormes, me cogió y me puso cara a la pared. Levantó mis brazos por encima de mi cabeza y los apoyó contra el muro. Luego me metía los dedos, hurgando en mi culito. Decía que me iban a partir, que me iban a despedazar vivo, que el señor Ochrier era un genio por conseguirse estos putos tan ricos.

De repente me jaló hacia atrás, me separó de la pared y me agarró fuertemente de la nuca para agacharme, sin permitirme bajar nunca el culo. Otro de los presentes se acercó y me clavó la verga entre la boca, mientras el jefe me pasaba la cabeza de la suya por todo lo largo de la raja. Solo me cercioré que usara un condón y me dejé penetrar.

El tamaño de la virilidad del tipo era normal, aunque un poco gruesa, me cogí como si fuese el último culo de su vida, agarrándome fuertemente del pelo me clavaba como un verdadero salvaje, arrancándome gemidos de dolor y placer. El de adelante no se quería quedar atrás y entre los dos hacían toda la fuerza que podían para barrenarme las entrañas. Así, me cogieron por más o menos unos 10 minutos hasta que acabaron, uno dentro del condón, el otro de lleno en mi boca hambrienta.

Y así, pareja de libidinosos hijos de puta tras pareja durante más de una hora. A media orgía estaba ya en 4 patas, con el ano tan dilatado que hasta un bate de béisbol me podía entrar sin ningún problema. Mis gemidos de dolor habían dado lugar a jadeos y roncos alaridos, se me estaba yendo la voz de tanto gritar. Ochrier se limitaba a ver la escena, sin masturbarse, nada, solo viendo y sonriéndome.

Todos terminaron por lo menos una vez, el líder se volvió a mi y me dijo:

Ya estás listo para el Juanjo

No tenía ni idea de quién era ese Juanjo, pero me lo podía imaginar, uno en este negocio, después de un tiempo, puede inferir esas cosas. Vi que 3 de los tipos esos salieron, yo me quedé arrodillado en el suelo, con la boca rebalsada de semen, que se me escurría por el pecho cubriéndome el cuello y el mentón. Cuando regresaron, venían con un tipo alto y fornido, aunque ni marcar mucho los músculos, era más bien corpulento. Cuando me vio allí arrodillado, sonrió.

¡Ja, ja, ja, ja! ¡¿Y ese garañón es el que me voy a coger?! El señor Ochrier siempre se consigue las mejores bestias. Y tiene la cara llena de semen… vení hombre, te voy a limpiar.

Me puse de pié con algo de trabajo y nos fundimos en un apasionado beso, el tal Juanjo era más o menos de mi estatura, por lo que me era fácil besarlo. Podía sentir su lengua pasando por toda mi cara, sorbiendo el semen de sus compañeros y ofreciéndome parte en más besos. Mientras tanto, sus manos recorrían entero mi cuerpo, metiéndose entre los resquicios más ocultos, impregnándose del sudor que cubría mi cuerpo. Me gustó mucho esa forma de acariciarme, el parecía mucho más tierno que el resto de sus amigos.

Inconscientemente mis manos buscaron su bulto, sentí una dura y gorda protuberancia en su entrepierna, por lo que le apliqué más de mis caricias, buscaba que esa cosa creciera tanto como le era posible, ya sabía que sería bastante.

Chupámela, perro de mierda. – me dijo.

Desabroché su cinturón y le bajé el pantalón y el bóxer de un solo, entonces, frente a mis ojos, saltó uno de los mejores penes que he visto en mi vida. era una pija soberbia de 27 cm, muy gruesa además. La mía se veía pequeña junto a esta y eso que no soy nada pequeño, la tengo de 18 cm y de un grueso considerable.

La tomé del tronco con firmeza, abrí la boca y me la traté de meter, pero me era imposible, su glande era muy grueso y con forma de hongo, apenas una parte de este entraba entre mis labios. Me conformé con besarlo, acariciarlo y lamerlo como un helado, dándole un vigoroso masaje con las manos que subían y bajaban haciendo que alcanzara sus dimensiones máximas.

Entonces, alguien jaló mis manos bruscamente y con fuerza desde atrás, colocándome y cerrando unas esposas, tan rápidamente que no pude reaccionar a tiempo. Me dejaron inmóvil, indefenso, eso no me gustó nada y a punto estuve de luchar, cuando vi los ojos de mi patrón de mi amo. Brillaban con ese frío gélido suyo, y recordé cual había sido mi promesa, así que dejé de oponerme. Además, a estas alturas, por grande que fuera una verga ya no me iba a rajar.

Perdón mano, pero es que muchos se echan para atrás a la mera hora

Me puso boca arriba en el piso, despacio, fue poniendo mis piernas sobre sus hombros hasta me zambulló por completo su cara en medio de mi culo. Luego me agarró fuertemente de los antebrazos y jaló para atrás. No sé como, no sé ni de donde sacó las fuerzas, pero se puso de pié conmigo en esa posición. No sé si algunos de ustedes ya habrán visto fotos de 69´s de pie, en donde la mujer esta de cabeza, abrazada a la cintura del hombre y mamándole el pene, mientras este hace lo mismo con su vagina. Pues bien, esa fue la pose en que quedamos, solo con conmigo mirando al frente y dándole la espalda.

Debo decir que estaba haciendo un trabajo espectacular en mi ano con su lengua, logró una gran dilatación, mientras yo me hallaba lamiendo y chupando la paloma de otro de los presentes, que se acercó para metérmela. El hacía otro poco con mi pene, chupándolo con fruición.

No logré aguantar más, y sin decir nada comencé a eyacular furiosamente mientras pegaba de rugidos y bufidos. Todos rompieron en risas cuando el tipo ese empezó a toser, atragantándose y casi ahogándose por tanto semen que inesperadamente le cayó entre la garganta.

Este pisado ya está… – anunció Juanjo, y me bajó al suelo.

Me colocó sobre la cama, boca abajo y con el culito parado, ofreciéndole mi hoyo a esa tranca increíble. Al sentir como esa exageradamente gruesa cabeza, dura y caliente, trataba de abrirse paso entre mi ano, se me salió un gemido de excitación.

¡¡¡AAAAAHHHHHHHH!!!

Ya va perro, ya va… paciencia, paciencia

La presión fue haciendo que mi ano cediera poco a poco, no sin causarme bastante dolor, pero también un gran placer. Para que no tratara de escapar, con sus manos me tenía fuertemente tomado de los antebrazos, atrayéndome hacia el y la inevitable penetración. Y cuando el glande por fin entro, sentí un terrible dolor que me arrancó varios gritos.

¡¡¡¡AAAGGGGHHHH!!!!… ¡¡¡¡ME VA A ROMPEEEEERRRRR!!!! ¡¡¡¡ME VA A ROMPEEEEERRRRR!!!!

Así te gusta perra, así te gusta, que te den duro y como a un animal

Era increíble, sentía que me estaba partiendo a la mitad, y apenas llevaba menos de la mitad de su tremendísima talega metida. Me sentía empalado e inmovilizado, completamente indefenso, totalmente a su merced. Juanjo logró llegar hasta el fondo, topando sus huevos con los míos. Esperó un momento para dejar que mis entrañas se acostumbraran a tan poderosos invasor, antes de empezar a apalearme. Y pasado este momento, comenzó a moverse lentamente, de atrás hacia delante, dejando que mi hoyo se fuera amoldando, haciéndome gozar como la auténtica perra (o perro) que soy.

Así, poco a poco iba acelerando sus movimientos. Mientras su garrote entraba y salía, con saliva lubricaba más mi ano y sus manos apretaban mis pezones. Este placer inmenso me hizo acabar de inmediato, y chorros de leche cayeron sobre la cama.

Minutos más tarde su pija ya entraba y salía con facilidad. Me la sacó y me dio media vuelta poniendo mis piernas sobre sus hombros y penetrándome de frente, esta vez con mucha más facilidad. ¡Era delicioso, ese pedazo impresionante de virilidad entrando y saliendo de mi ano! Y la forma en que lo hacía me ponía alucinado, cada tanto me la sacaba y me la daba en la boca para la lamiera como a un helado, y de vuelta a mi interior.

Me cogió durante largos minutos, al final me la metía de forma infernal, sentía casi me arrancaba el ano y los intestinos cada vez que venía para afuera, pero era absolutamente delicioso. Y así, justo antes de acabar, y como 45 minutos después de haber empezado a apalearme, se salió de mi y sentí sus primeros chorros de semen caliente y espeso sobre mi pecho, hasta llegar a mi boca que vino desbordar. Lamí esa verga poronga hasta dejarla limpia, palpitaba por lo caliente mientras su tamaño se encogía levemente entre mis labios.

Bueno, yo ya quedé satisfecho… pero creo que mis amigos no… – me dijo jadeando y señalándome a los demás, que se hallaban frente a mi con las palomas paradas.

Uno a uno pasaron para saciarse de nuevo, cogiéndome como verdaderos animales. Claro, problemas de dilatación ya no tenía, pero igual me agarraron como piñata. cada uno me violó una o dos veces. Al final quedé dormido de costado, aun esposado.

Juanjo me despertó unos 30 minutos después de terminar esa orgía, el contacto de su pene entre mis nalgas y su movimiento no solo me despabiló, sino que me calentó nuevamente. Sus caricias, nalgadas y pellizcos me pusieron a punto, y no dejaba de pasar en forma vertical su impresionante pene a lo largo de la raya de mi culo.

Me dio vuelta y me besó, me volvió a colocar en 4 como antes, ofreciéndole el culo otra vez. Sentí como su mano se deslizaba por completo dentro mío, previo a meterme la verga, que entró sin problema alguno. No sé como describir esa sensación que ese glande obeso me hacía sentir cada vez que llegaba hasta lo más profundo de mi ser, con ese movimiento circular que terminaba por abrirme totalmente. Fue una cogida larga y consistente, algo más pausada y suave, pero igualmente potentes. Sus caderazos me hacían gemir por esa mezcla rara de dolor y placer extremo, mis movimientos acompañaban los suyos, al ritmo de las palmadas en mis nalgas. Más de media hora me zarandeó antes de poder sentir los chorros de semen invadir mi interior, no había usado condón el desgraciado. Aun así, logró elevarme a un paroxismo total. Mi culito quedó escurriendo semen cuando me la sacó.

Juanjo acercó su talegota a mi cara y me grito:

¡Abrí la boca marica, abrila!. – lo hice y empezó a mear adentro.

Ahí terminó todo… por ese día, pues desde entonces, por lo menos una vez al mes, pasó un fin de semana entero con el señor Ochrier, en donde le doy mi cuerpo para lo que se le de la gana, como el dueño que es de esta mercancía.

Ochrier cumplió con su palabra, 2 días des pues me llamó a Cobán para informarme que, seguramente había logrado localizar a ese tal Orel, pero eso se los voy a contar en mi próximo relato, que será el último de esta serie. Gracias y hasta pronto, mientras tanto, pueden escribirme al correo de mi cuñada Laura, Garganta de Cuero:

garganta_de_cuero@latinmail.com

Continuará

Garganta de Cuero.