Perro de Alquiler (12)

Siguen las aventuras de Arturo en su viaje al Petén. Ya se ha acostumbrado a ser un puto, y hasta le esta hallando el gusto. Es fácil, cuando su amante es un muchacho tan joven y hermoso.

Perro de Alquiler XII

Despertamos al día siguiente como a eso de las 7:30, Angie me dijo que se tenía que ir de regreso a su hotel y reunirse con las otras 2 putas con las que venía. Tomó un baño y se visitó, luego me besó suavemente antes de salir. Yo me quedé tirado sobre la cama, desnudo y cansado, pero satisfecho. También me duché y luego salí hacia el chalet de Ángel.

Bueno, usted es mi regalo de cumpleaños, así que de ahora en adelante solo se pude mantener conmigo… ¿entendido? – me regañó Héctor.

Entendido… – le respondí.

Pasé los siguientes 3 días como el perrito faldero del muchacho, y me dejaba hacer de el lo que se le diera la gana. Le encantaba estar metido dentro de mi, cogerme a cada rato, ¡ah, el vigor sexual de un adolescente! Y cuando me lograba escapar, era Ángel el que me metía unas ricas enculadas. Incluso, llegaron a cogerme entre los 2, ese niño estaba dispuesto a aprender de todo.

Héctor aprendió rápidamente a mamármela, y le gustó mucho probar semen por primera vez, le encantó y pronto se aficionó a recibir mis descargas dentro de su boca abierta, les dije que ese niño prometía. También quería perder su virginidad anal, para lo cual yo pasaba largos ratos masajeándole el ano con los dedos, llegando a introducirle hasta 3, no con cierta dificultad. Pero no lograba penetrarlo, le dolía mucho y aun le faltaba algo más de trabajo para que su hoyito pudiera alojar mi tremendo garrote.

Su tío solo se reía cuando lo miraba desnudo, boca abajo sobre mi regazo, con la carita enrojecida por recibir tanto placer, mientras mis dedos entraban y salían de en medio de sus redondas y suaves nalgas. A veces nos sorprendía haciéndonos un 69, el encima y yo debajo. Mientras me chupaba la verga, yo se la mamaba a el y hurgaba con los dedos dentro de su culito, casi siempre terminaba así, lo que hacía presagiar que se trataba de un pasivo.

Pero con algo de constancia, conseguí darle gusto y sodomizarlo. Fue justo el último día de su estancia en el Petén, el quería hacer de su despedida algo memorable.

Arturo, quiero que haga algo para mi. – me dijo.

¿Qué cosa?

Con esa tanga roja que trae, quiero que se la ponga y nos modele como hace un físico culturista.

¡Siiiiiii! – gritó Ángel excitado.

Pues, a petición del público

Corrí hacia el baño y me puse la tanga, una pequeñísima prenda que me marcaba muy bien el paquete y cuya tira trasera, se me metía en lo profundo de las nalgas. Así, salí con ninguna otra prenda, ante los ojos brillantes y excitados de mis espectadores.

¿Les gusta? – les pregunté mientras asumía poses de bodybuilder, tratando de hacerlas lo más eróticas posibles.

¡Me encanta! ¡Usted está bien bueno! – dijo Héctor.

¡Y pensar que me lo he cogido miles de veces, je, je, je, je! – agregó Ángel.

Tiene unas nalgas soberbias.

Gracias… vos también estás buenísimo

Bueno, bueno, que siga. – protestó el tío.

Héctor se sentó en un sillón aparte, sacándose la verga por la bragueta del pantalón y poniéndose a masturbarse, Ángel me veía de frente, visiblemente excitado. Comencé a modelar, sacando los músculos como me enseñaron los entrenadores del gimnasio al que voy, girando poco a poco sobre mi eje para que pudieran verme por completo. Contraía los bíceps, los abdominales, los trapecios y los glúteos, el punto de mayor atención. Mi musculatura estaba soberbia, perfectamente bien marcada, y mi público ya estaba respirando aceleradamente.

Arturo, sos una cosita bien rica, – dijo Ángel, que también tenía ya la verga parada y entre sus manos – ponete en cuatro y modelanos como una perra.

Comencé a avanzar a gatas como un perro, bamboleando las caderas para mostrar mi redondo, abultado y peludo trasero de la forma más sensual que podía. Me encantó verles las caras, la expresión que tenían en ellas al ver como mis 18 cm de verga se meneaban, duros y verticales pues estaba muy excitado.

Movían la cabeza y la acomodaban para poder verme los huevos, que colgaban como 2 peltas pequeñas debajo de la selva que se formaba entre mis carnosos glúteos. Al frente, mi enhiesta y amenazante paloma me empezaba a pedir batalla.

¡¡PUTA MADRE!! – exclamó el muchacho fuera de si – Arturo, venga aquí y chúpemela

Inmediatamente acaté la orden, la verdad es que yo también quería comerme a ese muchachito entero. Me coloqué entre sus piernas y con ternura me puse a besarle la punta del glande. Me tragué entero aquel pene, que me sabía a miel y a agua de azúcar. Hábilmente me la tragué entera hasta la gargantas, llegando a lamerle los huevos mientras le acariciaba la raya del culo, de ese culo virgen que quería para mi.

¡¡¡Si!!! ¡¡¡Si!!! ¡¡¡Si!!!… ¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!!! – gimió y gritó Héctor, inundando mi boca y garganta con su ardiente jugo – Gracias… gracias Arturo… ha, ha, ha… eso… ha, ha, ha, ha, ha… eso… eso fue delicioso… ahora quiero que me la meta

¿Estás seguro Héctor? Ya probamos y te dolió

no quiero regresar a El Salvador siendo virgen de ninguna parte.

Pero Héctor, ya viste como la tiene de grande Arturo, ¿estás seguro de verdad?

Si tío, completamente seguro, la quiero adentro. – la resolución de ese muchacho no dejaba lugar a dudas o peros, así que me preparé para hacerlo.

Como un relámpago se despojó de su ropa, poniéndose en 4 en el suelo y parando el culito como me veía a mi hacerlo para su tío. Miren, créanme, si antes estaba caliente por ser visto como un pedazo de carne, ahora era peor, la imagen de ese hermoso niño, lampiño, de piel rosa y tersa, cara de nena y ojos de cielo, me elevaba a dimensiones nunca antes vistas.

Me volteó a ver sonriente, divertido por mi cara de idiota. Así que no había razón para seguir alargando la cosa, me tiré al suelo y me arrodillé detrás de el, metí la cara entre sus nalgotas con la lengua al frente y me dediqué a conciencia a chuparle su delicado anillo anal. Perdí de vista a Ángel por un momento, pero cuando volvió, llevaba un frasco de vaselina y estaba desnudo también. Pero en vez de clavarme el culo como pesé (y deseaba) se puso frente a sus sobrino con la verga tiesa apuntándole.

Héctor, ¿qué te parece si le das una mamada a su tiito?

¡¿Pero sos mi tío?!… ¡¡SIIIII, TE LA QUIERO AMAMAR!! ¡¡¡QUIERO SABER LO QUE SE SIENTE SER UNA PERRA PARA DOS MACHOS!!! – ¡qué bueno que se hizo del rogar ese patojo!

Abrió la boca y dejó tranquilamente pasar como Juan por su casa, esa verga consanguínea de el. Los 17 cm del tío penetraron hasta su úvula, lo que le provocó arcadas, pero una vez controlada esa pequeña situación, el niño se dedicó a mamar como una auténtica loca, mientras yo no dejaba de chuparle el culo.

Pronto, vi que su pene se había recuperado y pedía pelea, así que lo incluí, junto a sus huevos, en mi faena. Le daba largas y lentas lamidas desde los huevos hasta la punta de su colita, pasando por todo lo largo de su raya y haciendo especial en el esfínter anal. Vi que cada vez este se volvía un poco más flexible y elástico, así que decidí meterle un dedo. Entró fácil, así que metí otro, y luego otro. Y viendo que mi joven amante, lejos de incomodarse se ponía a gemir de placer, me atreví con un cuarto. Este entró con un poco más de dificultad, y el se quedó quieto un momento, sintiéndolo y acostumbrándose, pero una vez aclimatado, empezó a empujar suavemente hacia atrás.

Ángel, mirá, ¡4 dedos y todavía quiere más!

¡Partilo a la mitad Arturo! – estaba a punto de ponerme un condón, cuando el niño me interrumpió.

¡No, sin condón!

Pero así es seguro

Yo confío en usted

Pero de todas maneras así

le juro que jamás me dejaré coger sin un condón, pero quiero que mi primera vez sea sin el, que sea piel con piel. – consulté con la mirada a su tío, que asintió sin decir nada.

Pues bien, dejé el condón a un lado y me preparé para entrar. Lo tomé de las axilas y lo tendí en el suelo boca arriba, abriéndome el solo las piernas, invitándome a entrar. Se le notaba el nerviosismo en la cara, así como las ansias y las ganas que tenía de ser empalado. Su respiración agitada y su corazón latiendo frenéticamente me decían "¡apurate!". Y pensar que antes de llegar al Petén no era más que un muchacho que buscaba definir sus inclinaciones sexuales, y ahora ya se estaba convirtiendo en una puta.

Coloqué una buena cantidad de vaselina en su interior, y luego la cabeza de mi verga pelada, que despacio comencé a empujar y a presionar, hasta que le entró el glande. Me quedé quieto un momento, en lo que Héctor se acostumbraba a tener ese invasor adentro. Poco a poco fui sacándoselo, para volverlo a meter, y así me lo cogía, entrando un poco más profundo a cada empujón.

Héctor tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido, no importaba qué tan delicado fuera, al ser esa su primera vez era inevitable que sintiera molestias, más aun con un pene como el mío (modestia aparte). Para cuando sintió, ya había llegado yo hasta el fondo, topándole los huevos a sus nalgas.

Ya está Héctor… ¡la tenés hasta el fondo! – el muchacho abrió los ojos y volteó a ver, su tío le daba palmaditas en el hombro y lo felicitaba.

¡Así se hace Héctor, así se hace!

Patojo, vos me dirás cuando te sintás bien y pueda empezar a moverme

Quiero que me parta a la mitad… – dijo en voz baja y con los ojos cerrados.

Dale suave… luego vemos… – me dijo al oído Ángel.

Comencé con suaves y pausados movimientos de embolo, en donde le sacaba hasta la mitad la verga, aprovechando para untarla con más vaselina, para luego metérsela despacio. Pronto empecé a sentir como su esfínter daba de si, cuando al principio apretaba con fuerza el cuello de mi mástil. Si, definitivamente el culito de Héctor era un amante de las vergas… como el mío.

Mientras tanto el tío le volvió a dar la paloma en la boca al sobrino, que la tragaba goloso, gimiendo quedamente, sintiéndome invadirlo muy adentro. Los minutos pasaban largos y haraganes, y cada vez mi pene entraba con mayor comodidad, y su ano se mostraba más suelto y relajado. Y su tremenda cara de placer, reflejada en la brillantez que con su saliva le daba al pene de su tío, me decía que podía irme con mayor ímpetu.

Héctor, tu culito está dando mucho de si, ¿cómo te sentís?

Eneljielo… – me contestó con la boca llena.

¿Te animás a un poco de mayor rudeza?

Mmmmm… – dijo dibujando una sonrisa; su tío me dio el permiso con una mirada y me preparé para embestirlo.

Nene, jalate la verga junto con los huevos, para que mis caderas no los golpeen. – le dije.

Héctor me hizo casi, se agarró los huevos y la verga y cerró fuerte los ojos cuando le di el primer embate fuerte. Con firmeza le sacaba la verga hasta ¾ partes de mi longitud, y se la volvía a meter hasta el fondo con idéntica firmeza. Así, Héctor estaba sintiendo la primera barrenada de su vida en mis manos.

El apenas mostró dolor al principio, pero la lubricación rápidamente lo convirtió en placer, me admiraba de la manera con que asimilaba las estocadas y su ano abrazaba y envolvía mi garrote. Me fui animando a usar cada vez más fuerza, a medida que lo oía gimiendo de placer, pronto mis caderas se movían frenéticamente, golpeando con fuerza la casi preadolescente ingle, abierta a mas no poder.

Por su parte, Ángel, arrodillado frente a la cabeza de su sobrino, le daba en la boca toda la longitud de su tranca, dándole un rica cogida oral, su primera cogida oral. Y por su posición podía adelantarse y darle ya los huevos o el culo, para que la fina y vivaz lengua del muchachito le diera placer. Yo no me pude resistir, me agaché y empezó a darle lengüetazos al pene del adinerado salvadoreño.

¡¡¡¡DURO!!!! ¡¡¡¡DURO!!!! ¡¡¡¡DURO!!!!… ¡¡¡¡PÁRTANME EN DOOOOOOOSSSSSS!!!! – gritaba fuera de si Héctor.

Los 2 nos unimos en la chupada de la verga de Ángel, tratábamos de rozar y acariciarnos las lenguas mientras chupábamos simultáneamente esa talega amada, el por debajo y yo por arriba. El se acercó más aun, colocándose sobre la cara del niño para que le chupara testículos y ano, dejándome a mi el placer de trabajar su falo. Poco después me agarró del pelo, moviéndome para que lo chupara más a profundidad.

Ángel se levantó y se colocó detrás de mi, levanto las piernas de su esposa y colocó su pene en posición. Yo ya sabía lo que venía y lo deseaba con pasión. Sin condón, me penetró con fuerza, y yo apreté los dientes y le entregué mis entrañas como siempre lo hacía.

¡¡¡¡AAAAHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAHHHH!!!!

¡¡¡ASÍ ES COMO TE GUSTA, PERROOOO!!!… ¡¡¡¡GOZALOOO!!!! ¡¡¡¡GOZALOOO!!!!

¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!! – gritaba yo.

¡¡¡¡OOOOUUUUGGGGGHHHH!!!!… ¡¡¡¡MÁTEME!!!! ¡¡¡¡MÁTEME ARTURO!!!! ¡¡¡¡AAGGHH!!!! ¡¡¡¡ PÁRTAME EN DOOOOOOSSSS!!!! – gritaba Héctor.

El tío me cogió como un loco mientras yo hacía otro tanto con el sobrino. En cierto momento, me levanté del suelo, sin dejar que ángel me la sacra.

¿Qué vas a hacer? – me preguntó, le respondí con un sonrisa.

Le tendí la mano al muchachito y lo ayudé a ponerse de pié, luego lo coloqué de espaldas a mi y lo volví a penetrar, le di con todo tal y como me lo pidió (y cada vez me pedía más duro y fuerte). Pero entonces pasé mis brazos bajo los suyos y lo abracé por el vientre, así lo levanté en vilo y me lo seguí chimando en el aire, mientras ángel, loco de la calentura que esto le provocó, me empezó a dar mucho más duro, llegando la cosa a tal grado que yo ya casi no tenías que hacer mucho esfuerzo por apalear con fuerza al adolescente, la potencia de los macanazos del tío contra mi ano bastaban.

Estuvimos dándole duro por más de 40 minutos. Al final, terminamos eyaculando sobre la cara de Héctor, que mantenía la boca abierta, arrodillado, tratando atrapar tanto semen como pudiera. Su carita de Ángel quedó completamente cubierta y embarrada de la blanca esperma de su puto y regalo de cumpleaños, y de su propio tío, prácticamente lo bañamos.

Nos dormimos los 3 desnudos en la misma cama, Héctor estaba en medio de los 2 y soñaba como un ángel. Al día siguiente regresaron a El Salvador, dejándome solo en Petén. Me trasladé a un hotel y participé en una gran orgía a la noche siguiente, en la cual se suponía que cogería con la amiga de Angie, Teresa, pero, por problemas con un cliente, no pudo asistir. Así que me conformé con pasarle encima a Angie y a su amiga Sophie frente a un nutrido público… pero esa es otra historia. Por ahora me despido, invitándolos a escribirme al correo electrónico de mi cuñada: garganta_de_cuero@latinmail.com . Gracias.

Continuará

Garganta de Cuero.