Perro de Alquiler (07)

Continúa la vida de sexoservidor de Arturo, ahora junto a una nueva amiga.

Perro de Alquiler VII

¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

¡Dale duro a esa perra!… ¡dale duro!

¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

Me encontraba pasándole por encima a Angie ante la atenta y descompuesta mirada de nuestro cliente. A ella ya la conocen del capítulo anterior. Desde esa vez, una bonita amistad nació entre los 2, que aun perdura ahora. La verdad, me cayó como una bendición, pues gracias a ella no perdí todas las esperanzas de volver a ser como antes.

A veces hacíamos trabajitos juntos, a muchos clientes les gustaba ver coger 2 personas. Pagaban muy bien por ese servicio extra, ver a una mujer como ella siendo poseída y sometida por un hombre tan imponente como yo les producía mucho morbo.

Ataviada con un apretado corsé rojo que realzaba su piel blanca y rosada y su cabello rojizo, y que también realzaba el tamaño de sus senos, la mujer me recibía con toda mi potencia. Sus manos se aferraban a la cabecera de la cama, sus tobillos se mantenían separados y de su boca salían largos y profundos gemidos de placer. Así le gustaba estar a ella, sometida y a la merced de su amo de turno.

Yo me encontraba arrodillado en medio sus piernas, hincándole la verga entre su enrojecida raja mientras la levantaba asiéndola de las rodillas. Mi gran macana atravesaba las suaves y delicadas carnes de la puta, que se limitaba a berrear como una desesperada, gozando intensamente de este maltrato, es una puta muy dura… casi tanto como yo.

El cliente seguía mirando fuera de sí. Se encontraba completamente desnudo, con la verga tiesa e hinchada, loca por entrar en acción. Se la sobaba y meneaba buscando placer, pero no quería terminar así, no. "¡Deme espacio!" me ordenó y me quité. Llegó y ensartó a la mujer, que seguía recibiendo palo. Yo hice que el tipo se colocara de costado sobre la cama, frente a ella, volteándola y poniéndola a su vez de costado. Luego me posicioné atrás de ella apuntando a su ano. Ella ya sabía lo que me proponía y se alegró de ello, pues le gustan los sanguchitos.

Poco a poco, pero sin detenerme, empalé analmente a mi compañera. Ella comenzó a gemir y a jadear como si se encontrara pariendo enanos, recibiendo ambos penes dentro de su cuerpo, completamente indefensa.

¡Sí! ¡Sí! ¡Sufre perra, sufre!

¡¡AAAHHH!! ¡¡AAERRGGHHH!! ¡¡AAAHHH!!

¿Así le gusta?

¡¡¡SSSIIIIII!!! ¡¡¡ASÍ ME GUSTA ARTURO!!!… ¡¡¡MÁTENME SOY UNA PERRA SUCIA!!! ¡¡¡MÁTENME!!! ¡¡¡RÓMPANME EL CULO HIJOS DE LA CHINGADA!!! ¡¡¡AEERRRRRGGGG!!! ¡¡¡AAAHHH!!!

Angie sudaba a chorros, la estábamos llevando a los extremos del placer. Estaba completamente abierta por todos lados y en todos sus orificios, sentía que la querían matar.

¡Perro!… ¡quiero que me posea!… – exigió nuestro cliente.

Me salí de las suaves entrañas de mi amiga y me coloqué detrás del hombre, que seguía penetrando furiosamente a su amante. Esta no era una petición común para mi, por lo general me contrataban para recibir palo, no para darlo, pero bueno, a estas alturas ya no iba a despreciar un hambriento culo necesitado.

Posicioné mi pene en la entrada del ano y presioné hasta que entró la cabeza. Estaba bastante estrecho el tipo ese, que casi mugió del dolor inicial. Pero por supuesto, el seguía pidiendo y pidiendo más.

Empujé y terminé de empalarlo por completo, con mis 18 gruesos cm metidos bien adentro. Comencé a cogérmelo entonces, y el a bramar, a gemir, a aullar por el dolor del principio y por el placer del final. Penetrando como un animal y siendo penetrado igual, el tipo estaba gozando como un energúmeno.

Aquella era una escena de lo más caliente, seguramente. El tipo ese hundía su cara entre lo frondosos senos de la puta, lamiéndolos y mordisqueándolos mientras gemía y gruñía con fuerza. La chimada duró unos 10 minutos más, hasta que el dijo que iba a terminar. Se puso de pié y le quité el condón (sin dejar de cogerlo) y comencé a pajearlo hasta que se vació dentro de la boca abierta de mi compañera, su boca casi se rebalsa de semen.

Luego, el hombre me pidió continuar y no parar hasta terminar en su boca, por lo que lo puse en el suelo, lo coloqué en 4 patas y le seguí dando duro. Lo agarré como a un perrito por otro buen rato. El tipo incluso volvió a llegar a otro orgasmo solo por sentir el inmenso pene de su jinete dentro, horadándole las entrañas. 15 minutos después yo logré llegar al mío, que derramé en su boca como me lo había pedido, casi lo rebalsé.

Se puso de pié, en silencio se vistió mientras lo mirábamos acostados sobre la cama, mi amiga escupía leche aun. Nuestro empleador nos dejó un sobre con la cantidad acordada y salió de allí. Nosotros nos quedamos sobre la cama un rato más, en silencio. Solo se escuchaban los sonidos de chapoteos que ella producía, saboreando y jugando con el semen que todavía no se le había caído de la boca, o que no se había tragado aun.

Me invitaron a salir hoy… – me dijo.

¿clientes? – le pregunté mientras la abrazaba.

Si… uno de ellos ya lo conozco, pero va a llevar un acompañante.

¿Te da miedo eso?

Bueno, a estas alturas ya no tendría por qué… pero preferiría que solo el conocido fuera. ¿Me querés acompañar? Le hablé de vos y te quiere conocer.

Mmm… no se tu, no sé

¿Qué más tenés que hacer esta noche?

¿Aparte de envejecer un poco más? – le dije como broma.

Terminé aceptando salir con ella, la verdad no tenía nada más que hacer, y un dinero extra me convenía. La fui a dejar a su casa y yo me fui a la mía. Llamé a mi familia y platiqué con todos un rato, esas llamadas siempre me dejaban triste y nostálgico. Me duché y me puse otra ropa. Luego pasé por ella.

Fuimos a un bar de la zona viva capitalina. Tomamos una mesa y pedimos tragos, riéndonos y platicando, cuando se nos acerca un caballero mayor, voluminoso más no gordo, vestido con un traje azul impecable, anillo y reloj de oro, peinado y bronceado. Se acercó a Angie y la abrazó desde atrás. Ella se volteó y lo besó en los labios, así que ese era el cliente.

¿En dónde estaban? – preguntó Angie.

En la barra, con Óscar. – dijo señalando a un tipo de apariencia patibularia.

Pues decile que venga.

Se sentaron con nosotros y Angie nos presentó, el se llamaba Eulalio, "Lalo para los amigos". A su vez, el nos presentó a Óscar, amigo y empleado de uno de sus negocios. Nos invitó a un par de copas, con las cuales ya me puse bastante alegre (pues no fueron solo "un par" de copas). Angie, por su parte, se veía un poco más entera, y es que yo no acostumbraba a tomar.

Charlamos un buen rato, Lalo era buen conversador, divertido, alegre. Por su lado, el tal Óscar casi no hablaba, no hacía otra cosa que ver a su alrededor con cara de aburrimiento y el generoso escote que mi amiga traía, desabotonado un poco más de lo debido. Al final, cerca de la media noche, Lalo nos invitó a su departamento, localizado en las inmediaciones del bar.

Nos fuimos pues, Lalo conversando conmigo acerca de la economía del país, y Óscar y Angie charlando detrás, la mirada de ese hombre me desagradaba, la verdad.

El departamento estaba dentro de un exclusivo edificio, y Lalo lo compró luego de la muerte de su esposa, hacía unos 6 años. Como ya vivía solo, su casa le quedaba demasiado grande, aunque no por es el lugar era pequeño. Era como una casa espectacular empotrada en otra construcción, con 2 niveles, jacuzzi, chimenea y demás lujos.

Nos sentamos en la sala mientras el nos preparaba más bebidas, Angie me sacaba la lengua juguetona, me encanta el carácter de esa mujer. Empezamos a platicar entre los 4, pero poco a poco la conversación se fue desviando hacia el tema del sexo. Pronto cada uno comenzó a contar sus experiencias más locas, todos menos Óscar, que parecía como ajeno a todo eso.

El teléfono timbró y Lalo se disculpó para ir a contestarlo. Angie aprovechó para ir al baño y yo me quedé solo con Óscar, pero no por mucho tiempo, pues el, murmurando algo que no le entendí bien, se puso de pié y me dejó. No lo lamenté, claro. Pero entonces caí en la cuenta de algo, ese tipo de seguro se fue detrás de mi amiga. Pues bien, siendo un hombre tan paternalista y sobreprotector, me puse de pié y me dirigí hacia donde pensaba estaba el baño. La puerta estaba cerrada, pero la habitación no estaba vacía.

Me asomé al agujero de la cerradura y, tal como lo pensé, allí estaban los 2. Vi a mi amiga sentada en el retrete, sobre la tapa, llevándose la verga de ese tipo a la boca. Mi di cuenta que su cara era de protesta, seguramente a ella tampoco le agradó para nada ese hombre. Pero pronto volvió su cara amigable y caliente.

Se fue desnudando poco a poco hasta quedar de rodillas frente al tipo sin una sola prenda encima. Óscar se acariciaba los pezones mientras Angie mamaba con autentico placer. Y yo, la verdad, me sentía medio celoso de que mi amiga le estuviera haciendo eso a ese hombre con tanto gusto. Le chupaba la paloma y los huevos alternadamente, a la vez que se masturbaba, luego metía la cara hasta el mero fondo y le comía el culo. Yo podía ver claramente el inmenso placer que ambos sentían. La verga de ese hombre se fue poniendo dura, llegando a ser de proporciones más que respetables.

De repente sentí que alguien me abrazaba por la espalda. Era Lalo, que me vio mirando excitado esa escena.

Ángela me ha contado cosas impresionantes de vos… ¿me las querés enseñar?

¿Quién? – pregunté, pues no conocía a ninguna Ángela.

Angie, es que su verdadero nombre es Ángela… pero no le gusta, así que no le digás así.

Lalo me comenzó a besar el cuello, lamiéndolo y acariciándome la espalda y el pecho. Pronto bajó las manos por mi vientre y me agarró el paquetón, que ya iba en camino de adquirir sus dimensiones de guerra. Ese hombre sabía muy bien como acariciar.

Angie comenzó a gemir con mucha fuerza, casi a gritar. Me agaché nuevamente para ver por la cerradura y la vi a cuatro patas, ambos mirando hacía el espejo. A cada empellón de Óscar ella se desplazaba más y más hasta que se tuvo que sostener del lavamanos con las manos para no estrellarse. Así, ya solo podía verla de caderas para abajo.

Oscar le dio duro, pero en cierto momento paró y le sacó el miembro. Le susurró algo ininteligible al oído, que Angie negaba con la cabeza y los ojos cerrados. Le aproximó la verga otra vez colocándola en posición, hasta que, sin demasiado esfuerzo, se la dejó ir por el culo atravesándola hasta el fondo. Ella gritó fuerte, pero en ningún momento se lo trató de sacar de adentro. Así siguieron cogiendo, con grandes gemidos de placer de ambos, la podía escuchar pidiéndole más y más.

Dejalos allí cogiendo en paz… no te preocupés, Oscar no la va a lastimar, ¡ja!, si no, yo hubiese sido el primero en no invitarlo a la fiestecita.

Caminamos hasta el sofá más grande de la sala, allí seguimos besándonos. Entonces Lalo me empujó y me hizo sentar, mientras el se arrodillaba en medio de mis piernas. Me sobaba el paquete con fuerza, y al momento extrajo mi paloma dura, ya erecta. Sin más empezó a chupármela con gran gusto. Mamaba tan bien como acariciaba, me lamía los 18 cm desde la base hasta la puta, para luego regresar y agarrarme los testículos como si fuesen un helado. Y yo solo me limitaba a ver su cabello cano moverse al ritmo de las mamadas, mientras lo acariciaba.

Poco a poco nos fuimos desnudando hasta que quedamos totalmente en pelotas. Entonces salieron del baño los otros dos. Angie ya había dejado de berrear como una desesperada desde hacía un rato, supongo que Oscar habría terminado. Venía totalmente desnudo, tenía el típico cuerpo de gimnasio: musculoso y terso, moreno excepto por la marca de la calzoneta, totalmente depilado y con un tatuaje en el hombre izquierdo. Claramente vi en su mirada disgusto por hallar a su novio (eso debía ser) mamándole la verga a otro.

Lalo me dejó y avanzó hacia el, lo oí musitar "chiquito, no se ponga así" antes de besarlo con pasión y ternura. Oscar se lo llevó a otro sillón, en donde tomó asiento e hizo con el otro se arrodillara a chuparle la paloma, semi dormida. Lalo se desnudó en ese momento, el cincuentón ya no tenía en cuerpo de un joven, pues estaba pasado de peso y se veía fofo.

Lalo le comió la verga tal y como lo había hecho conmigo, ante la impresionada mirada de Angie, que parecía no poder creerlo. Mientras tanto, Oscar no dejaba de verle las chiches.

Nunca pensate – dijo casi sin dejar de mamar – que esto me fuera a gustar tanto, ¿verdad? La culpa es tuya, tu me enviciaste de verga. – me quedé en blanco, ¿de qué estaba hablando y por qué mi amiga tenía la boca abierta en franca expresión de sorpresa y algo de desagrado? – Arturo, ¿por qué no entretiene un poco a la niña? – me dijo.

Angie, sin cambiar su gesto, se fue subiendo poco a poco sobre mi, metiéndose mi enhiesta talega hasta el fondo. Empezó a subir y bajar con fuerza, pero sin decir nada. De repente reaccionó y volteó a verme, diciéndome "disculpame Arturo, es que todavía no lo puedo creer", mientras Oscar metía y sacaba su larga cola en la hambrienta boca de su, aparentemente, novio.

Poco a poco a Angie se le fue quitando la el estremecimiento de la sorpresa e iba sucumbiendo a los vapores lujuriosos del sexo. Ella solita empezó a subir con mucha fuerza y velocidad para dejarse caer luego con brusquedad sobre mi pene belicoso.

¿Querés que compartamos la verga de Oscar, Angie? – le propuso Lalo, meneando el falo.

Angie me volteó a ver mientras seguía cabalgándome, como pidiendo permiso. Entonces yo la bajé al suelo, sin salirme nunca de su interior, y la puse a cuatro patas. Así, a la par que me la cogía, avanzamos lentamente hasta donde estaba la otra pareja. Su cara se iba aproximando a la de nuestro anfitrión hasta que este le dejó la verga para que la besara.

Y los 2 empezaron a mamar con fuerza, compartiendo esa vergota mientras Oscar respiraba agitadamente y resoplaba. Yo tampoco me pude quedar demasiado tranquilo, ver eso me calentó más y aceleré la cogida, dándole duro y tupido a mi amiga. Oscar tampoco se pudo quedar quieto, ya que al poco tiempo se paró y agarró a Angie por la cabeza, comenzando a cogérsela por tan fuerte que le cortaba la respiración. La tremenda talega entraba hasta los huevos y salía casi por completo. Por un momento me preocupé mucho por mi amiga puta, pero en cuanto escuché sus gemidos supe que lo estaba gozando, ella llegó al orgasmo con mi verga barrenándole las entrañas y la de Oscar entre su boca.

Poco después era Oscar el que bufaba como un toro embravecido, al mismo tiempo que le decía cosas obscenas. Se arqueó y pegó un alarido que acompañó las descargas de esperma que inundaron la boca de la puta. Le dio los últimos empellones mientras le decía que se lo tragara, que se veía que era una puta sucia y viciosa.

Y yo, por mi parte, viendo como le escurría el semen por la comisura de los labios, ya no aguanté. Saqué la paloma del hoyo de mi amiga y exploté por todas direcciones, llenándole de semen la espalda y la boca, cuando ella llegó a recibirlo con gran placer. Inmediatamente Lalo me la agarró y se puso a chupar las últimas gotas, para terminar fundido en un beso largo y profundo con Angie, compartiendo toda la leche recogida.

Caímos rendidos los 4 sobre los sillones, desnudos y sudorosos. Angie aun se relamía el semen de la cara, lo mismo hacía Lalo.

Lalo, jamás me imaginé que las vergas te fueran a gustar tanto.

Ya te dije que es tu culpa Ángela

¡No me digás así!

Je, je, se me olvida… decime, ¿sorprendida? ¿molesta?

Sorprendida, ya sabés, nunca me lo imaginé

Creo que te puedo sorprender más… a ver si te acordás de este aparatito.

Nuestro anfitrión desapareció de la habitación, llevando la verga tiesa. Como siempre, Oscar se limitaba a ver el cuerpo desnudo de mi amiga, con ojos pervertidas, sin dirigirnos nunca la palabra. Volvió casi enseguida con un paquete en las manos. La cara de Angie dibujó una gran sonrisa y sus ojos brillaron. Se puso de pié y se colocó el dichoso aparato, que no era más que un cinturón con 2 penes colocados en direcciones opuestas. Uno lo introdujo en el interior de su vagina, el otro quedó mirando al frente.

Me volví a excitar, mi pene despertó nuevamente, pues, la verdad, Angie se veía increíble, imponente. Era extraño, aquel ser bello y delicado, de senos y glúteos redondos, grandes y turgentes, con esa cosota bamboleándose por el frente. Ella se paseaba delante de nosotros, sobándose, dándonos un espectáculo. Mientras, Lalo ya la esperaba en 4.

Sin preámbulos, sin palabras, ella se colocó detrás de el y se la metió hasta el fondo. Le dio duro delante de nosotros, mientras él se pajeaba y le decía sin parar que le diera duro, que lo despedazara. La verdad, no sabía quien era más puta, si el o ella… o yo.

Oscar y yo ya estábamos listos para coger otra vez. Vi como los ojos pérfidos de ese tipo se posaban sobre mi, ya sabía lo que pretendía. Me bajé del sillón y me coloqué en 4, con el culo parado y listo. Oscar no me hizo esperar y, casi de inmediato, me la metió hasta el fondo. Tomándome de las caderas me empezó a dar duro, como me gusta, barrenándome hasta el fondo entre grandes suspiros y fuertes gemidos. Angie se salió de interior de Lalo y se puso detrás de Oscar. Este le separó un poco las piernas y se dejó penetrar hasta el fondo, mientras su amante se colocaba detrás de la puta, penetrándola también.

¡¡¡QUÉ RICO!!! – gritó Angie, aquel era el primer trencito en el que participaba.

Así continuamos un buen rato, nos íbamos cambiando las posiciones, pasado un rato me puse de pié y me dirigí hacia la cola, enculando profundamente a Lalo mientras que el que quedaba en 4 al frente era Oscar. Luego le tocó esa posición a Angie, y luego a Lalo. Y cuando me volvió a tocar a mi, ya ninguno de los 3 aguantaba más, teníamos que explotar.

Angie se arrodilló en medio de todos, con la boca abierta y sobándose las tetas. Y nosotros 3 nos masturbamos mutuamente hasta eyacular a borbotones dentro, y sobre, la boca abierta de nuestra amiga, su cara, cabello y pecho, la dejamos hecha un charco de semen y sudor.

Aquella noche fue de coger y coger, me tocó sodomizar a Lalo y a Oscar, luego ellos a mi. Lo penetré mientras le hacían un sándwich a mi amiga, para después eyacular en la boca. Luego los 2 me colocaron boca arriba y me partieron a la mitad como se les dio la gana. Seguimos cogiendo hasta casi el amanecer.

Fue una noche inolvidable, al final ellos me pagaron solo a mi, pues Angie lo tomó como una reunión con viejos amigos. Ella me contaría más adelante que Lalo había sido su amante, su novio y que hasta habían vivido juntos cuando ella apenas empezaba en la prostitución. Pero por diferencia de temperamentos se separaron, tiempo en el cual el terminó de desarrollar su afición a ser sodomizado, algo que practicaba mucho con ella.

Pues bien, desde ese día, Lalo se hizo un buen amigo y cliente mío, y junto a Angie son innumerables las noches que hemos pasado juntos… algún día se las contaré.

Continuará

Garganta de Cuero.

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