Perrito obediente

Silvia y Carlos irán contándoos su vida como pareja asimétrica, en la que el Amor se vive de manera heterodoxa. Esta es una primera aproximación.

Agarró el miembro de Carlos y acarició su sexo mojado, deslizándolo por la hendidura y el clítoris. Se miraron, Silvia sonrió pícara y mordió su labio inferior, él cerró los ojos y miró hacia el infinito...

-¿Quieres meterme ésto?-

-Si...si, por favor...- con sus manos apoyadas a cada lado de Silvia, gimió suavemente mientras su glande recorría el surco mojado-oh, si...si...me gusta...

Agarrando con firmeza el miembro por su base, Silvia hizo que el duro glande entrara en su oquedad, moviendo su mano para jugar a las sensaciones.

-¿Te gusta mi coño?-y Silvia soltó el miembro para agarrar las pelotas de Carlos y magrearlas con cierta brusquedad.

-Es...lo que...más me gusta... me encanta tu coño...-

Silvia se dio placer con los movimientos de su pelvis. El permanecía inmóvil y obediente a la mano que oprimía sus partes, y gozó los movimientos de ella. Obedeció el mandato de la mano que, tirando de sus partes delicadas, exigió que deslizara el miembro, hasta que sus respectivos pubis se encontraron. Un gemido de ella indicó la satisfacción que le producía la gruesa verga de Carlos...

-Uhmm...no perrito... no te muevas...sólo palpita dentro- musitó- eso es... mmm...

El goce de Carlos era permanecer con las manos plantadas a los lados de su amada, sintiéndose usado y entregado al placer de ella...en su mente existía la conciencia animal que le instaba a moverse en ella, buscando desaforadamente llenarla de su esencia, pero prevalecía la necesidad de saberse domesticado. Gimió ligeramente cuando la mano de Silvia exigió que comenzara a moverse dentro de ella... lentamente Silvia se recorría su mojada cueva, desde prácticamente dejar sólo el glande dentro de ella, hasta conducirlo a lo más profundo. Los gemidos de ambos amantes comenzaron a entrelazarse... Carlos comenzó a proferir ayes de placer, pues su amada requería con brusquedad que intensificara sus movimientos...

-Perrito... no seas ansioso...- oprimió las partes de su amado, para que recuperara la cadencia de movimientos que ella deseaba- eso es... despacito...uhmm... buen perro, buen perrito...

Carlos acercó la boca a los extendidos pechos de ella y los lamió, desplegando su lengua y notando la dureza de los pezones. Se le escapó un leve gruñido, provocado por la brusquedad de la mano de Silvia.

-Qué cariñoso es mi perrito... cómo desea ser obediente y agradar a su dueña...muévete ahora... muévete como un perro... mmm... si...si...que bien...qué bien...

De pura ansiedad animal, incluso se salió de Silvia, teniendo ésta que redirigirlo de nuevo a su empapada cueva.

-Cari... me voy a correr...-advirtió Carlos reduciendo el ritmo de sus movimientos.

-No.... salte, salte. Cómeme el coño... vamos, vamos...-

Se acomodó entre los muslos de Silvia y su lengua comenzó a dar placer y saborear el manantial que surgía de su sexo... Los gemidos de Silvia fueron transformándose en gritos de placer... hasta que llegó al clímax. El estallido arqueó su espalda, extendió los brazos hacia la almohada e inundó la boca y el rostro de su amado con la esencia líquida de placer puro y amargo.

Carlos se incorporó y se irguió mostrando la gruesa verga que anhelaba saciarse, se relamió y contempló el rostro atravesado por el cabello desordenado de su amada, su cuerpo aún temblaba ligeramente y respiraba agitadamente.

-Perrito... me...vuelves loca...- rió y suspiró. Alargó la mano hacia la verga de Carlos y la oprimió con fuerza- vamos, echa la leche...

Carlos empezó a moverse arrancándose placer de la mano de Silvia ansiosamente.

-Puedo... ¿puedo echar la leche?- la voz se quebró mientras se movía follando la mano de Silvia.

Silvia soltó el miembro y agarró los huevos... y empezó a magrearlos.

-Vamos echa la leche... perrito... sobre las tetas... ¿si?-

-Oh...me... corro... si...si...- el miembro sin fricción redujo la intensidad del orgasmo y los bruscos magreos en sus pelotas, lo convirtieron en una emulsión viscosa que cayó más sobre el vientre de Silvia que en sus tetas...-ay...ay... gracias... gracias...

-Que bien...perrito...-

Carlos se acomodó para engullir la lechada del vientre de su amada, y a continuación la compartieron juntos en un intenso beso. Saciados y gozosos, fueron transitando hacia el mundo de los sueños...