Perritas de oficina

Serie de cómo voy emputeciendo a mis compañeras de trabajo que empieza por M

M es una niña de 23 añitos que trabaja de secretaria en la misma empresa que trabajo yo. Es bajita y, aunque antes lucía tipito, su entrada en la edad adulta no le ha favorecido mucho.

Lo que me llamó la atención de M es que conserva la misma mirada de viciosa comepollas y, con unos buenos tacones, se convierte en una buena hembra con curvas. Su pelo teñido de rojo y sus lasbios carnosos terminan de configurar a una buena candidata a perrita.

El día que conocí a M supe que tenía ante mi a una hembra deseosa de ser usada. Se podía ver en su mirada y en su forma de hablar que necesitaba la aprobación de un individuo autoritario y también que estaba malfollada. Había tenido algunos novios y, como dice ella, lo había probado todo. Pero ese todo lejos de ser completo simplemente incluía algunos juegos morbosos y mal uso de cuantos agujeros tenía. Así poco a poco nos fuimos conociendo y cada vez tenía más claro que era una perra, asi que un dia le enseñé el típico manual de autobondage y pude percibir cómo su cuerpo respondía positivamente a la idea de ser inmovilizada.

  • No me pases estas cosas en el curro! - me dijo, falsamente ofendida y con la cara enrojecida en, lo que yo interpreté como una mezcla de verguenza y excitación. Yo solo le contesté con una sonrisa, sabedor de que no me lo tendría que trabajar mucho para tener a esa perrita a mi disposición. Pasaron unas semanas en las que la dejé que investigara por su cuenta y sacara sus propias conclusiones. Y entonces fue ella la que un día me envió el famoso libro de grey. Libro que yo ya había leído y sabía que, sin ser una obra maestra, es un indicio de que existe curiosidad por el mundo de la sumisión/dominación. Eran constantes los dobles sentidos en sus frases y bromas para provocarme. Yo me mantenía frío y le seguía la corriente. Quería demostrarle y que no era uno de esos niñatos de prometer hasta meter y que lo mío era más serio, a la vez que me mostraba autoritario con ella y estudiaba sus reacciones a ordenes directas cotidianas. Sus respuestas, por cierto, eran positivas: le brillaban los ojos, sonreía pícaramente y, de vez en cuando se le erizaban los pezones.

Así me decidí a emputecer a aquella perrita y convertirla en una gran zorra para mi disfrute personal. Compré una bala con mando a distancia y, un día que se presentó en una mini de tubo y chaqueta de vestir, se la dejé en su mesa con una nota:"Si eres una perrita obediente ponte esto y deja tu ropa interior en el armario de las medicinas. I"

Os juro que esperaba que vacilara, os aseguro que en mi mente existía la posibilidad de que se rajara. Sobretodo porque no podía estar segura de que fuera yo. Nada que ver...se levantó y fue al servicio. Yo desde mi posición podía controlar sus movimientos, así que, cuando enfiló su asiento las primeras vibraciones no se hicieron esperar. Ella, para un observador externo estaba acalorada y un poco nerviosa. En realidad, aquel trozo de plástico vibrando en su coño y el hecho de estar obedeciendo a un desconocido la tenían cachonda perdida. Como decía, lo puse en marcha en seguida, antes de que se le olvidara, y de la excitación dio un traspies lo que hizo que toda la oficina pusiera su atención en ella.

  • Pero qué torpe eres - le dije - ¿te encuentras bien, te veo nerviosa? - en ese momento apagué la vibración, no quería que se corriera tan rápido.

Suspirando contestó:

  • No que va, ha sido que como no estoy acostumbrada a estos tacones casi me caigo y me ha dado corte.

Yo que sabía que no llevaba ropa interior le espeté:

  • te imaginas que te pegas una hostia y le enseñas el tanga a toda la oficina...menudo espectáculo!

  • Uf...me da...- y volví a activar la vibración un poco más fuerte. Sus piernas se apretaron y su mano derecha buscó inconscientemente su entrepierna sin llegar a tocarla. - me da algo!

Yo con una sonrisa pícara - cualquiera diría que eres de esas zorritas que van sin bragas - y volví a desconectar. esta vez el susurro era mas bien un pequeño gemido. Ya la tenia cachonda solo tenia que rematar. Pero no iba a ser fácil, en la oficina había muchas miradas y ella se estaba delatando a cada momento. Me volví a mi sitio y esperé a que bajase a desayunar, cuando salía lo activé otra vez y recogí la ofrenda que la perrita dócilmente me había ofrecido. Era un tanguita de esos con una caricatura delante y una frase "happy day!", happy day el que te voy a dar yo! pensé... Una vez recogida mi ofrenda bajé a desayunar sabiendo que probablemente mi futura perrita ya se habría corrido y tampoco me hubiera extrañado que la humedad de su coño se aventurara por sus piernas o, mejor aún, se hubiera abierto camino a través de su falda. Cual fue mi sorpresa al no encontrarla frente a su café... la muy zorra se estaba pajeando en el baño o eso pensé. Así que, dispuesto a pillarla, me colé en el aseo de señoras y puse mi móvil a grabar.

  • M? estás bien? - y le di un respiro cortando la vibración

  • Emmm...mmmmm...sí. Qué estás haciendo aquí?

  • Pues nada, que me he encontrado un tanga en la oficina y estoy buscando a la zorra que se pasea sin tanga y con un vibrador en el coño! - entonces se abrió la puerta del aseo y apareció M con cara de no haber roto un plato en su vida

  • Así que eres tú el que me deja notitas...

  • Así que eres tú la perrita... - aunque estaba muy cachondo y podría habermela follado allí mismo, prefería enseñarle quien mandaba y empecé a hacerla mía.

  • Menuda puta zorra estás hecha, si te chorrea por la pierna y todo! - ahí se vio descubierta y se dio cuenta que lo estaba grabando todo...

  • Por favor, no se lo cuentes a nadie- Yo sonreí, aún no tenía decidido que iba a hacer con tal perra en celo, pero estaba seguro de que iba a disfrutarlo al máximo.

  • Lo primero: no te limpies ese coño chorreante de putita, lo segundo: en menos de 10 minutos quiero una foto tuya en el bar de tu entrepierna en 1979pedrito@gmail.com. Y no te olvides de que sé que eres una perra y tengo pruebas físicas y digitales de eso En lugar de mirarme con algo de rencor me sonrió con esos ojos que tenía que indicaban que estaba cachonda

  • Qué es lo que quieres? - fóllame, me decía con el cuerpo, y ganas no me faltaban, pero sabía que eso entraba en sus planes y en los míos...en los míos entraba emputecerla y hacerla mi perra, mi puta, mi hembra, mi mascota y cualquier cosa que se me pasara por la cabeza. Así que, negándome a mi mismo el placer de follármela allí mismo, salí del aseo esperando su foto. A los dos minutos ya tenía la notificación del correo con el coño de M brillando por la excitación. No voy a negar que estaba algo sorprendido por su entrega, pero la iba a aprovechar al máximo. Así que esperé hasta después de comer y le contesté:"te espero al salir en tu casa" activando otra vez la vibración entre sus piernas. Me gustaría que la hubieseis visto. Iba como en una nube, sonrojada, cachonda, ausente, meneando el culo, pidiendo polla a cada paso. Y se hizo la hora y la esperé en su puerta. Sabía que tenía que domar a esa perra, igual que sabía que tenía que negarle mi rabo si quería que se entregara a mi. cuando oí la puerta de abajo puse mi juguete a funcionar y ella gimió abiertamente. Mi polla se puso durísima, me iba a costar mantenerla en mi bragueta

  • eres un cabrón, llevo todo el día cachonda - me dijo mientras intentaba besarme

  • eres una perra, ponte a cuatro patas y dame las llaves del piso - le contesté deleitándome con su cara mezcla de indignación e incredulidad. Las perritas jóvenes suelen tener muchos humos y no están acostumbradas a que no quieras follartelas cuando se abren de piernas para ti. con las llaves en la mano y M en la posición indicada, me tomé mi tiempo en abrir la puerta, quería disfrutar del momento además de aumentar al morbo de que la pillaran meneando la colita en el rellano. Al final abrí y la hice pasar, sus piernas brillaban por tal cantidad de flujo que iba soltando, seguro que se había corrido un par de veces ( eso iba a tener que aprenderlo) y además necesitaba una polla ya.

  • fóllame, hijo de puta!! - me dijo

  • vas a tener que aprender modales si quieres que te folle zorra - y le di nuestro primer bofetón. No fue duro, ni siquiera fuerte, fue una simple caricia para ponerla en su sitio - A partit de ahora me llamarás señor, excepto cuando estemos trabajando o haya otra gente delante, entendido perrita? - Ella vaciló, era la primera vez que vacilaba, lo que indicaba que se estaba dando cuenta de que este juego iba en serio.

  • Sí señor - dijo entre avergonzada y excitada

  • Muy bien, a partir de mañana llevarás estos tacones (7cm mas o menos), sin ropa interior y nada de masturbarse o follarse a nadie sin mi permiso explícito- en el fondo eran reglas sencillas que me permitían por una parte controlar que las seguía y por otra parte tenerla cachonda y seguir emputeciendola.

  • follame por favor!- y tras una pausa dijo - señor...

Tenía claro que no follarla era la clave, y tenía claro que mi nueva perrita se merecía un orgasmo, así que busqué por la casa algo con lo que calmar a esa hembra en celo y encontré un collar y una correa. Se lo puse y le acaricié el lomo, ella seguía con la ropa de oficina a cuatro patas, cachonda como nunca y atada como la perra en que se estaba convirtiendo.

  • fólleme señor! - Joder que rápido aprendía la muy puta. Sacando fuerzas de donde no sabía que las tenía, me senté en el sofá, tiré de la correa hacia mi y le dije:" eres una perra en celo y como perra vas a correrte". Me remangué la pierna del pantalón activé la vibración y, sin que tuviera que indicarle, se empezó a restregar en mi y a gemir

  • Joder qué cachonda me pones!

  • Mírate zorra, atada y mendigando un polvo en una pierna

  • Mmmm ahhhh me corro!- a lo que yo me separé y le di un buen azote

  • Mmmm como me pones hijo puta

  • Perrita a mi me tratas de señor y se acabó el correrse sin permiso!

  • Puedo correrme señor? por favor! no puedo más

Aunque el chantaje era evidente, pensé que para un primer día era más que suficiente y le di permiso... Madre mía! empezó a frotarse con mi pierna como si no hubiera mañana y se su coño brotaba un manantial de placer que me estaba dejando perdido. Cuando terminó le ordené que lamiera sus flujos, lo que no le importó, seguramente ya lo había hecho antes.

  • Bueno, me deja que le haga una mamada señor?

Yo tenía ganas, qué coño, me moría de ganas.

  • No, no suelo follar con perras sin adiestrar nunca sabes lo que te puede pasar

En su cara emergió rabia, sorpresa y odio a partes iguales, así que le indiqué que no se quitara el collar y que me enviara una foto desnuda con el collar puesto antes de acostarse, otra recien levantada y un correo con las reflexiones del día. Ah! y le recordé que nada de ropa interior, tacones cada día y que debía tratarme con respeto

  • Muchas gracias señor

  • Cuánto nos vamos a divertir perrita...


Gracias por leerme

Espero que os haya gustado

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