Perra
Me porto como una perra viciosa buscando el castigo del macho
PERRA.
Pareces una golfa. ¿ Te gusta salir así a la calle?
Sí.- respondo con voz quebrada por el deseo. Porque he bajado a la compra con un short de jean, una camiseta grande que deja ver por los lados casi todo mi torso, y debajo un bikini de hilo dental que compré en Río y apenas me tapa los pezones. El usar barbijo, ir con la cara tapada como si estuviera en una fiesta de carnaval, con gafas de sol y gorra de jugador de beisbol, que sólo vean mi cuerpo me excita, y excitar a los hombres que me encuentro en mis paseos, me pone muy cachonda.
Una perra, eso pareces- me dice Lalo con un tono de macho, amo y marido.
Una perra viciosa- contesto entregada.
Voy hacia el dormitorio, moviendo la cola como una perrita que busca juegos perversos.
Una niña mala, eso es lo que eres.
Una putita viciosa.
Y extiendo las manos para que me espose. He estado escribiendo un relato de dominación, durante el tiempo de redacción tienes que imaginarlo y eso me ha tenido muy caliente. El sacar la puta exhibicionista que soy, me pone en celo, cuando noto las ganas de follarme en los ojos de los machos. Necesito sexo duro.
Me lleva esposada hasta el baño. Me coloca bajo la argolla del techo, la usamos para hacer ejercicio o como ahora para juegos perversos. Pasa una cuerda por las esposas y luego por la argolla, hace que me estire, quedo con los brazos en alto frente al espejo. Me quita el short y la tanga, luego el pequeño corpiño. Y se va.
Me veo en el espejo, solo cubierta por la camiseta, que por la postura que estoy colgada, tapa hasta el principio del monte de Venus dejando a la vista mi coñito depilado. La cara tapada por el cubre bocas, llevando la gorra de NY que me recoge el pelo. No sé que me va a hacer y la intriga , el saberme en sus manos, el que pueda hacer conmigo lo que quiera, me calienta mucho.
En el espejo veo el macho que entra, viste una túnica blanca rayada en hilos dorados , lo mas impresionante es la máscara: Una cabeza de toro negro que deja al descubierto los ojos y la parte baja de la boca con la barbilla barbuda. Me doy cuenta que está grabando la sesión. Lo hace para un compañero suyo de trabajo. Coincidimos las parejas en Madrid y la pandemia nos ha dejado con la fantasía de un reencuentro. Hemos hecho algunos cortos porno juntos, siempre con mascaras, para mantener y aumentar las ganas de un intercambio .
Me moja la camiseta haciendo que se me pegue como una segunda piel y mis pezones duros , grandes, se marquen bajo el algodón. Me doy cuenta que debo escribir como conocí a Franco y a Agnes.
Perra , te portas como una puta muy descarada. ¿ Sabes lo que voy a hacer?
Sí, castigarme por viciosa. Lo merezco.
Emito un AAAAHHH promesa de masoca dispuesta al goce.
Me pone unos broches en los pezones erectos. Creo que todas hemos probado a usar las pinzas de colgar la ropa en los pezones, es una mezcla de dolor y placer, que con la camiseta empapada se mitiga el primero y se queda más en lo segundo. Me apetece porque quiero que me den duro.
- ¡ AAAYYY! Me aprietan mucho- musito con mezcla de entrega y vicio. Me estiro para lucir más el cuerpo, en la postura que estoy, las tetas quedan paradas, en alto, casi de adolescente tetona. Sé lo que me van a hacer a continuación , por eso me estremezco de lujuria cuando el enmascarado me muestra el látigo que va a usar. Es de tiras cortas, muchas y mango gordo. Cuando te azotan con él, duele un poco, pero sobre todo pica y te deja la carne ardiendo.
Se coloca tras mío y siento el primer latigazo en mis nalgas, lo suficiente fuerte para que comience a sentir el gustito del castigo. Sigue, los golpes llevan el ritmo de alguna canción que debe canta en su mente. Yo gimo gozosa, mezclando AAAYYYY y AAAHHH. Cuando para, tengo el culito ardiendo.
Se coloca delante mío, veo sus ojos en la mascara, se juntan el vicio y el control, mezcla explosiva para una perrita sumisa como yo.
Me quita los broches de los pezones, la sensación que me invade hace que lance un enorme suspiro, es el placer de dejar de golpe un dolor, no terrible pero sí fastidioso y continuo. Coloca la camiseta entre mis dos tetas que quedan desnudas, a la vista. Tengo los pezones duros, erectos, las areolas dilatadas, el marrón gris destaca sobre el bronceado de mis senos. Todos los días tomo un rato de sol desnuda cuando entra el sol en el salón.
Se chupa el índice y juega con mis pezones, siento la humedad de su saliva. Me pasa el tronco gordo del látigo por el monte de Venus, es como si una polla dura me acariciase la almohadilla. Mientras me chupa las tetas, las lame, las saborea, me roza la mascara. Me siento usada, al servicio de sus deseos, que noto sucios, posesivos, malvados. Me asusta y me gusta.
-Quiero ser mas puta que Agnes.- Le susurro para que no se oiga en la grabación.
- Gatita, la mas puta y perra siempre sos vos. - Ha cambiado la voz para hacerme entrar más en un personaje que debe estar en su mente y que yo quiero vivir en la mía.
Un vicioso desconocido que me va a someter y castigar gozando de mi cuerpo, que puede hacer lo que quiera conmigo y yo solo puedo sufrir y gozar.
- Sí, mi señor. Soy tu perra.
Se coloca tras mío, restregando su polla dura contra mis nalgas y me soba las tetas. Lo hace acariciando, apretando. Se concentra en los pezones, los toma entre el indice y el pulgar y los presiona , los retuerce, me duele y me gusta.
- ¡AAAAHHHH!- el gemido me sale de hembra entregada.
Creo saber qué va a seguir, pero se va. Me deja para que me vea y me caliente al verme. Creo que nos pasa a todas, cuando nos miramos en un espejo haciendo cosas eróticas o porno. Nos ponemos más cachondas. Y estar tan entregada, tan juguete de sus deseos, me pone aun más.
Me asusto cuando vuelve. En la mano lleva una fusta. La fusta duele y solo acepto que la use cuando me pongo un corsé que mitiga los azotes , tiene un forro que impide que te corte la piel, solo te deja las marcas rosas durante un buen rato.. Ahora solo llevo la camiseta mojada y la gorra de beisbol, le miro los ojos y veo que quiere que yo sepa que soy suya , su juguete, su hembra, su puta, su perra.
Respiro muy hondo y le ruego:
Por favor , la fusta … no.
Perra...¡ Que puta eres!- me dice mi macho, que me conoce bien.
Con la punta de la fusta recorre mis senos, se detiene y juega con mis pezones. Usa el látigo como si fuera el índice de una mano. Mis pezones se ponen mas duros, más erectos, mas ansiosos, están tan sensibles que me llega la corriente hasta la concha y estoy a punto de venirme. Me quita la gorra, me suelta el pelo, que me llega por debajo de los hombros. Al hacerlo se pega a mí y noto su polla dura bajo la túnica. Me lame la cara. Sé que va a empezar el castigo.
Levanta la fusta y ¡ ZAS! , el primer azote.
- ¡AAHHH!
Me da 5 fustazos en la espalda, me duelen y musito AAAAHHH cada vez que me golpea. Pasa a los muslos, otros 5 azotes. He pasado del AAAHHH al UUUHHH. Para, mis nalgas esperan temerosas el látigo. Son 10, en los que se me mezcla el dolor y el placer malvado de ser poseída y usada , de ser la perra de un macho poderoso.
Se para ante mí. Sonríe perverso. Y me azota los pechos, sabe hacerlo. Chillo en voz baja. Solo 4 golpes. Menos fuerte que en el culo, tengo las tetas muy sensibles y los pezones erectos y trabajados para el vicio no aguantarían mas castigo. Me vuelve loca como me domina, como saca de mí mis deseos más oscuros.
- ¡ Perra!... abre las piernas.
Obedezco , sumisa. Y juega con la fusta a darme, de abajo arriba en mi concha, son apenas 6 toques, pero no puedo más. Mi clítoris, excitado, con los golpes de mando, ha disparado la orden.
-¡ AAAAAYYYY!...¡ AAAAAYYYY!. - suelto mientras empiezo a venirme, sin poderme contener.
Mi dueño suelta la atadura y me quedo, esposada, a cuatro patas en el suelo, corriéndome de placer. El toro se coloca atrás, se sube la túnica, tiene la pija dura, grande, dispuesta, me llena de saliva mi puerta oscura, coloca el capullo en el esfínter y empuja hasta clavarme en el culo toda su polla. Me encula salvaje, fuerte, muy adentro y casi fuera, muy lento al principio, rápido cuando nota que llevo un rato en un largo orgasmo. La saca y siento la leche que se derrama en mis nalgas.
Apaga la luz del baño, estamos en penumbra, creo que ha dejado de grabar. Me quita el barbijo, me gira y me besa mimoso.
¡Menuda peli has hecho, Orson Wells!
Gatita, lo importante la actriz. - me dice sonriendo mientras me besuquea.