Perra en el metro

Una sumisa desea ser domada y vaya si su amo la doma.

PERRA EN EL METRO

Ana era una chica a la que siempre la había atraído el tema de la sumisión y deseaba completar ese deseo y contactó con un Amo por Internet y se habían citado para entregarse a él como una buena sumisa.

Se habían citado en el metro, ella tenía que montarse en él vestida de colegiala como si fuera a la escuela aunque ya era mayorcita, tenía 24 años, una blusa blanca, con chaleco verde y una faldita plisada de color gris poco más arriba que las rodillas y debajo unas braguitas blancas de algodón, debía llevar la carpeta con ella y el móvil a mano para recibir los sms que su Amo la iba a enviar ya que la iba a estar vigilando sin que ella supiera quien es.

Ella salió de casa, pensaba que su Amo la vigilaría desde el metro que vendría montado ya en él pero lo que no esperaba es que estaba vigilándola cerca de la boca de metro que ella tenía que coger. Ella venía muy guapa con su melena morena rizada al viento, desde luego era un bomboncito y daba el pego como colegiala, ya era mayo, eran las diez de la mañana. Ella descendió las escaleras del metro y él detrás a una distancia prudencial para que ella no le advirtiese.

Se montaron en el primer metro que venía, ella se sentó en un banco en el sentido de la marcha pero el que daba al pasillo, en el metro venía muy poca gente como él suponía, entonces la mandó el primer sms:

Zorra, muy bien veo que has cumplido con lo que te ordené, te vas a bajar en la penúltima estación.

El la seguía observando mientras iban en el metro siempre oculto para que ella no pudiera sospechar. La estación en la que la había ordenado bajarse era una estación que solía estar cerrada prácticamente casi todo el día, solo se abría de noche y él había conseguido las llaves y en ella tenía pensado domarla. Cuando a partir de cierta parada como había calculado solo quedaban los dos en la estación mandó el segundo mensaje:

Perra, cuando te bajes entrarás corriendo en la estación pero antes dentro del tren, ahora mismo te bajarás las bragas y las guardarás en la carpeta para dármelas cuando te bajes y entres en el vestíbulo de la estación verás una bolsa de plástico, en ella hay un pañuelo negro, póntelo y espérame de pies con las manos a la espalda.

Ella sintió miedo, excitación y vergüenza pero fue cumpliendo paso a paso la orden, primero hizo deslizarse las bragas a sus tobillos, las sacó y las introdujo en la carpeta, un aire frio rozo su conejito, ya estaban llegando, se levantó y descendió del vagón. Ël que había bajado en la cabina delantera observándola por las pantallas del circuito interior del metro se bajó al andén contrario y se metió en el paso subterráneo para no ser visto.

Ella llegó donde estaba la bolsa, sacó el pañuelo y se lo puso en los ojos y esperó de pies, El Amo llegó y cogiendola de las muñecas la esposó las manos a la espalda y la dijo:

Ahora que?, ahora te puedo hacer lo que quiera, follarte hasta cansarme o lo que me de la gana, no tienes miedo?---se rió él llevándola a una estancia donde la encerró y la dejó allí después de hacer que se despojase de la ropa.

Amo, soy suya y estoy dispuesta a obedecerle en lo que usted ordene y agradecida que me use para su placer.--- respondió Ana.

Ana era una joven de estatura media, pelo moreno rizado largo llegando a la mitad de la espalda, ojos marrones, labios carnosos con bonita sonrisa, pechos pequeños, culo duro y respingón debido al ejercicio, iba a un gimnasio y el coño ligeramente velludo pero muy poco ya que se lo había arreglado por orden de su dueño.

Se sentó en el suelo en una esquina, la verdad es que la habitación en la que solo había una mesa y una silla estaba muy limpia, solo había en una esquina un trozo en que no había baldosas y como un agujero. Se durmió y perdió la noción del tiempo. Le despertó sus ganas de orinar y vió el agujero en la esquina y poniéndose en cuclillas fue allí, casualidad su Amo entraba en ese momento y la vió completamente abierta de piernas en cuclillas y orinando, entonces aprovechó y se dispuso a orinarla encima pero sin mojar su cara, cuando hubo terminado, la puso un collar de cuero con una plaquita que ponía perra Ana y la llevó a otra estancia donde había unas duchas a un lado y al otro unas sillas con una gran mesa, se veía que era algún vestuario o algo parecido. La metió a que se duchase y él se fue quitando la ropa mientras ella obedecía su orden.

El Amo penetró en las duchas y la exhortó que se pusiera contra la pared, la iba a cachear, la empezó a cachear, él notaba como su polla iba creciendo y la rozaba a ella con su verga en las nalgas, notaba como la muchacha se excitaba con cada golpe o caricia hasta que de un golpe la penetró en el coño con la polla, la fue follando con fuerza en el coño mientras la decía al oido lo puta que era y lo bien que follaba haciendo que la chica jadease más y se fuese excitando cada vez más, entonces él cogió la pastilla de jabón y se la fue untando en el agujerito del culo hasta que sus dedos se deslizaban dentro, entonces la descabalgó, la puso la polla en el culo y la fue metiendo, ella chilló al principio pero enseguida el dolor se fue convirtiendo en placer, cada vez sentía más placer, estaba muy caliente , él la pellizcaba los pezones y se los estiraba mientras con dos dedos la masturbaba y un tercero penetraba su vagina.

Cuando estaba punto de correrse él y después de que ella tuviera un gran orgasmo que hizo que se resbalase y cayese al suelo la obligó a que le mamase la polla. Ella la cogió como si fuera un caramelito y la dio lametones hasta que la tuvo toda mojadita y entonces abriendo la boca la fue haciendo entrar rozándola con los dientes y acariciándole los huevos logrando que en pocos segundos él derramase todo su semen en su boca, ella se quedó mirándole mientras la leche caía por sus labios, se terminaron de duchar y como él tenía que entrar a trabajar en ese turno la sentó en la silla atándola, la puso unos electrodos en los pezones y la metió dos consoladores uno en el coño bastante grande y gordo y otro más pequeño en el culo.

El volvía a intervalos cortos o largos según se lo permitía el trabajo que tenía y entonces la daba descargas en los pezones que luego pinzó con unas pinzas con pesas y ponía al máximo los consoladores o alternaba las velocidades de los dos, ella mientras él no estaba tenía que ver la película que él había puesto en el video una película porno y cuando terminaba otra y así continuamente hasta la finalización del turno. Para que no dejase de prestar atención a la película la había puesto unos cascos con los que la oía y se los había atado a la cabeza. Llegó el fin del turno a las seis de la mañana y la liberó, tenía los pezones y los labios vaginales al igual que el clítoris extraordinariamente sensible y casi estaba en un orgasmo continuo, la excitación era máxima, ahora iban a pasar el resto de la semana juntos y para volver a casa ella en vez de colegiala se tenía que vestir como una puta con ropa interior roja incluida e ir en un metro de hora punta donde debió de ir de pies mientras muchas manos la magrearon incluso alguna femenina, tuvo en el camino de vuelta un par de orgasmos y recibió en su carpeta los teléfonos de varias personas, cuatro hombres y una mujer.

Llegaron a casa y se metieron a dormir, durante el resto de la semana follaron, comieron y durmieron pero siempre ella recibiendo premios o castigos en forma de azotes y humillaciones, al fin y al cabo era la perrita.

Este relato es imaginario pero va para una chica que le excitan mucho todo este tipo de relatos de dominación. Si queréis podéis escribirme a:

Picante100@hotmail.com