Perla, UNA PUTA DE MIERDA.
Esta es la historia de una amiga de esta página, la pueden buscar como Perla...
Perla, UNA PUTA DE MIERDA.
Cuando invite a Perla a venir a mi país, nunca creí que aceptaría, nos conocimos por la página de Todo Relatos, empezamos una amistad hace algún tiempo y ha ido creciendo conforme nos contábamos nuestras intimidades, tanto sexuales, como de orden personal, Perla es una chica mexicana, viviendo en el sur de Estados Unidos, está casada con Johnny, un gringo de origen hispano, ella es una mujer exótica, de una belleza extraña, no tiene un cuerpo de Miss Universo, pero tiene una cara retadora, mitad niña y mitad femme fatale, ese contraste la hace única, su cuerpo es delgado, pero con unas piernas preciosas, es la tentación hecha mujer.
Perla está llegando a los treinta años de vida, su infancia fue terrible, ella se sentía fea, invisible, sufrió de mucho Bullying y eso la hizo rebelde, se enfrascó en ella misma y empezó a odiarse y como consecuencia, odiaba a todo el mundo, hasta que apareció Johnny, él la reinventó, sacó lo mejor de ella, fue su primer hombre, se casaron y empezó una nueva vida, él la adiestró en las artes amatorias, la enseñó a amar, a ser mujer, ahora nadie creería que fue fea, tiene una cabellera hermosa, una boca tentadora y un cuerpo por el que pagaría cualquiera, en pocas palabras, se transformó en toda una putita.
Todos le dicen que tiene cara de puta y terminó creyéndoselo, máxime cuando a Johnny se le ocurrió hacer un trío con Richard, un amigo de los dos y le gustó tanto la verga de Richard que empezó a coger con él a espaldas de su marido y eso la tiene atormentada, ama a Johnny, pero está envergada por Richard, tiene sentimientos encontrados, se siente toda una puta, no le gusta engañar a su marido, pero no lo puede evitar, la panocha le pica cada vez que ve a su amante, la muy estúpida aún no entiende que la calentura no tiene nada que ver con el amor, aún no se da cuenta que nació con alma de puta, pero para eso estamos mi marido y yo, para que de una buena vez por todas, entienda que ella nació para ser usada, humillada, sometida y esa es la causa de su venida al país.
Perla no me contó detalles de su trío, pero sé que es masoquista, le gusta que le peguen, ella dice que es su manera de castigarse por haberse sentido tan mal cuando era niña, es muy rara, pero lo que sí me contó fue que cuando tiene sexo con su marido, le encanta que la arrastre de las greñas, que le dé bofetadas, en fin, le gusta que la maltraten, si no, no puede llegar al orgasmo, a tal punto que Richard resultó más agresivo que su marido, además tiene la verga más rica, su amante es un verdadero amo para ella, lo más sucio que hicieron fue que se la cogió por el culo y luego de acabar, ella le limpió la verga llena de semen y de su propia mierda y le gustó, no conozco a otra como ella, está realmente enferma. Entre nuestras fantasías, siempre me decía que ella quería verme mamarle la verga a Richard, cuando saliera de su culo, toda embarrada de mierda.
Yo me llamo Helga y tengo 45 años, mi marido, Gerardo y tiene 60 años, somos una pareja diferente, es decir, desde que él me pidió que viviéramos juntos, lo hizo con la condición de vivir en pareja abierta, los dos podemos coger con otras personas, siempre y cuando nos lo contemos o compartamos un trío, ya sea con hombres como con mujeres, Gerardo es heterosexual, pero él me hizo bisexual, para mí no fue nada fácil al principio, pero ahora, amo tener una buena verga en mi boca tanto como una rica panochita y Perla me encantó desde las primeras fotos que me mandó, ella nunca ha estado con otra mujer, pero tengo la certeza que quiere probar, por eso la invité a mi país y ahora la llevo a conocer a mi marido.
Perla siempre jugó a que quería quitarme a mi marido y lejos de molestarme, yo me ponía muy excitada de fantasear como sería tenerla en nuestra cama, y ahora estamos a punto de lograrlo:
-Te siento muy nerviosa.
- ¿Y cómo quieres que no lo esté? Me besaste en la boca sin siquiera haber oído tu voz.
-Perdóname, es que hemos jugado tanto a que te besaba que no me pude resistir. ¿Te gustó?
-No sé…
-No te hagas la hipócrita conmigo, reconoce que te gustó.
-Te digo que no sé… es la primera vez que me besa otra mujer.
-Ya te irás acostumbrando… sé que te encantó porque traes bien paraditos los pezones.
-Bueno… yo sabía que eso podía pasar, pero por lo menos yo esperaba un “hola” antes de que me besaras.
-Ja, ja, ja y agradece que no te agarré las nalgas.
Gerardo es todo un caballero es su vida cotidiana, pero todo un perverso hijo de puta en la cama, por eso Perla se sorprendió cuando él al conocerla le besó la mano, la pobre niña estaba temblando, no está acostumbrada a ser tratada como a una princesa, lo de ella son golpes, insultos y humillaciones, pero a simple vista parece que se cayeron bien:
-Mucho Gusto, Perla, es un verdadero placer tenerte en nuestra casa.
-Gracias, Gerardo, siento que ya te conocía, Helga me ha hablado tanto de ti.
-Espero que hayan sido cosas buenas, porque también tengo mi lado obscuro.
-Sí, mi amor, justamente su lado obscuro es del que más le he hablado a Perla.
-Helga ¿Tú lo tratas de usted?
-Sí, es que cuando lo conocí era mi maestro y nunca pude tratarlo de otra forma. ¿Te quieres bañar? Imagino que el viaje fue muy agotador.
-Gracias, Helga, me caería muy bien.
La llevé al baño y luego le pregunté a Gerardo qué le parecía la niña, me dijo que me había quedado corta en mis apreciaciones, que realmente era espectacular y que, si por él fuera, se la cogía allí mismo, le dije que tuviera paciencia, que yo también tenía ganas de mamarla toda, pero que para eso deberíamos emborracharla un poco, Gerardo rápidamente sacó su acostumbrada botella de whisky, pero le dije que eso era para él, que nosotras tomaríamos cerveza, preparé con antelación unos camarones porque sé que le encantan a Perla, en eso salió del baño, vestida de negro, con una camisetita donde lucía todos sus tatús y una short muy ajustado que le hacían resaltar sus deliciosas nalguitas, además traía puestas una medias rayadas a medio muslo y una gorra del FBI.
Las cervezas y nuestra amena conversación fueron amainando sus nervios y mal humor, poco a poco empezaba a reír, cosa extraña en ella, ya medio borracha le fue contando a Gerardo todas las cosas que yo ya sabía, le dijo que se sentía atrapada en medio del amor por su marido y el deseo por su amante, que por eso había aceptado mi invitación, porque sentía que merecía ser castigada por puta y que yo le había contado las cosas que él me hacía y que venía por una buena vergueada, que la necesitaba, que solo el dolor le producían orgasmos y que a pesar de que su marido le pegaba, Richard era más despiadado con ella y eso la enloquecía, que ella esperaba que nosotros la domáramos, que ella se sentía como una potra desbocada.
En eso se levantó, se sentó en las piernas de mi marido y lo besó con lujuria, yo me reí y le dije que iba a necesitar más que eso para que yo le diera su merecido, entonces dijo las palabras que alborotaron a mi marido: dijo que ella había fantaseado con que nosotros éramos sus verdaderos padres y que le enseñábamos a coger, pero con violencia, como si ella se hubiera portado muy mal y necesitara un correctivo fuerte, que no tuviéramos piedad con ella… Gerardo la agarró con violencia de las greñas y le soltó una sonora bofetada, ella empezó con su papel de hija:
-Papi ¿Por qué me pegas? Tú sabes que yo estoy aquí para obedecerte.
-¿No te gusta que te pegue?
-Me encanta, papito, puedes hacer conmigo lo que quieras.
-¿Es cierto que nunca has estado con otra mujer?
-Nunca, papi, pero mi mami me quiere iniciar en sus juegos de lesbiana y yo no quiero, a mí no me gustan las panochas, yo necesito tu verga, quiero un verdadero macho que me domine.
-Pues si quieres que te dé verga, antes vas a obedecer a tu mami, es una orden.
-¡Ya te dije que no quiero!
Otra enorme bofetada cruzó su cara infantil, hasta yo sentí que a mi marido se le había ido la mano, en los ojos de Perla aparecieron chispeantes destellos de odio, pero lejos de consolarla, Gerardo la agarró de las greñas y literalmente limpió el piso con ella, la arrastraba de un lugar a otro, golpeándole el cuerpo con los muebles que tropezaban a su paso, cualquiera hubiera suplicado clemencia, pero en el rostro de Perla se dibujaba un enorme gozo, lo que a continuación hizo mi marido me sorprendió sobre manera, no le conocía esa faceta de domine, me pidió que vaciara unas cuantas cervezas en una palangana de metal y cuando terminé de vaciar la última cerveza, le metió la cabeza dentro de ella y casi la ahoga, yo estaba realmente preocupada, cada vez que salía su cara bañada en líquidos espumosos, se notaban sus ojos rojos, su cara alterada y su respiración ahogada, pero solo le daba tiempo para aspirar un poco de aire y volvía a hundir su cabeza dentro de la palangana, cada vez se tardaba más en sacarla, cuando sus piernas se empezaron a debilitar, le golpeó la cabeza dentro del fondo de la palangana, haciéndole un morete en la frente, la puso de pie, la abofeteó con saña, la aventó contra la mesa del comedor, Perla cayó al suelo, aturdida de tantos golpes y para terminar su faena le dio una patada en el estómago, luego se retiró a nuestra habitación.
No lo podía creer, mi marido era una bestia, me apresuré a auxiliarla, le dije que perdonara a Gerardo, que él no solía comportarse así, que creía que no había sido una buena idea que la invitara… pero Perla me interrumpió:
-No mami, no te preocupes, me lo merezco por ser tan puta, eso justamente es lo que necesitaba.
-¿Estás bien?
-Nunca me he sentido mejor, ven ayúdame, necesito descansar, entre las cervezas, el viaje y este suplicio delicioso; estoy agotada ¿Dónde voy a dormir? ¿Con ustedes?
-No creo que sea conveniente, hijita, mejor te quedas en el cuarto de huéspedes, deja que hable con tu papi y tal vez mañana te invitamos a nuestra cama.
-Ayúdame, por favor, que casi no puedo caminar.
-Ven te voy a curar ese golpe que te hizo en la frente.
-Gracias, pero antes necesito otro baño, apesto a cerveza.
Cuando llegamos al baño, la desnudé con ternura ¡Dios! Que cuerpo tenía esa niña, una cosa era verla en fotos y otra, admirar su cuerpo juvenil en contraste con su cara de puta, tenía unas tetitas de niña, pero eso sí, sus piernas mostraban que no era una niña y ese culo, por Dios, unas nalguitas bien paraditas y una cinturita de virgen que hacía que se me mojaran las dos bocas, para poder bañarla, me desnudé yo también, me enloquecía el contraste de su piel nívea con la mía morena, le enjaboné la espalda hasta llegar a sus nalguitas, metía mi mano en medio de ellas acariciando ese culito que tantas veces había deseado por fotos, le metí un dedo y ella movió las nalgas como perrita, ella se dejaba hacer, luego sus tetitas y por último su rajita, a pesar de estar mojadas, le metí un dedito y estaba empapada por dentro, ella gimió de placer, pero me dijo que no estaba acostumbrada a que otra mujer la tocara, yo hubiera querido agarrarla a golpes, como mi marido, pero se veía tan frágil, que obedecí sus deseos, la sequé, la llevé a la cama, le curé la herida, la besé en los labios y apagué la luz, al nomás salir, oí tras de la puerta que decía:
-Así, papi, pégame… gracias por castigarme por ser tan puta… ¿Te gusta ver cómo me meto los dedos dentro de mi panochita?... más papito, dame verga, por favor, mira, estoy abierta para ti, ay… así, entiérrame tu verga… no tengas compasión… párteme en dos… así papi, pégame en la cara… más… más fuerte… ahógame, nalguéame… gracias por abrirme la frente… sácame más sangre… púyame con tu enorme verga… chíngame, jódete a tu hija putita… sácame todos mis jugos… trátame peor que Richard… ay… me vengo, papi… dame más verga… ay… ya… yaaa… yaaaaaaaaaaaaaa…
Me quedé de una pieza, nunca creí que existiera una mujer que disfrutara tanto en ser humillada, pero Perla era única, lo peor es que ese baño me había dejado muy caliente, al llegar a mi habitación:
-¿Fui muy duro con esa niña?
-Yo también lo creí, pero la acabo de acostar y Perla se masturbó agradeciéndote por todos los golpes.
-¿Lo hizo delante de ti?
-No, me hubiera encantado verla, pero esperó a que cerrara la puerta para hacerlo.
-Esa niña sacó mi lado más perverso.
-Sí, nunca lo había visto así, al principio me asusté, creía que la iba ahogar, pero al ver la cara de placer de Perla, supe que le estaba encantando, una cosa es que ella me lo contara y otra ver cómo una mujer disfruta tanto con el dolor, de verdad está enferma.
Gerardo me pidió que le mamara la verga y yo encantada me la metí a la boca, hacía rato que no la sentía tan dura y tan parada, también le chupé los huevos… indudablemente esa niña lo había enloquecido, luego me agarró del pelo y me violaba la boca como si fuera una panocha, me ahogaba con su verga metida hasta el fondo de mi boca, luego me puso en cuatro y me la metió de un solo golpe hasta el fondo, yo estaba muy lubricada, así que lejos de que me doliera, la sentí exquisita, me cogió como hacía tiempo que no lo hacía, parecía un adolescente calenturiento, a tal punto que me hizo tener dos orgasmos antes de que él terminara.
Al día siguiente nos levantamos temprano para cumplir con nuestros trabajos, a pesar de que intentamos no hacer bulla para no despertar a Perla, ella apareció con un bodi blanco y unas calcetas rosadas a medio muslo, parecía una niña de 13 años, saludó con un –hola papi- a mi marido y un –hola mami- a mí, como si nada hubiera ocurrido la noche anterior, nos dio sendos besos y se sentó a desayunar como si realmente fuera nuestra hija, le dije que le había preparado un tour y que en una hora vendrían por ella los de la agencia para llevarla a conocer la ciudad de Guatemala.
Ella feliz me abrazó y luego se sentó en las piernas de su papi y le dijo que había dormido como una princesa gracias a los “cariños” que él le había regalado, Gerardo no supo que decirle, ella se dio cuenta y le restregó sus nalguitas en la verga, ella misma tomó una mano de mi marido y la llevó a sus tetitas, Gerardo se las acarició con ternura, como para exculpar la violencia de la noche anterior, luego con una carita de niña pícara, dejó caer un tenedor al piso y dijo –ups- se agachó y se metió bajo la mesa, entonces Gerardo dijo: -Me está mamando la verga- yo muerta de curiosidad me acerqué a verla, era delicioso como su boquita de niña, devoraba la verga de mi marido, por más esfuerzos que hizo, no le pudo sacar la leche, le expliqué que yo lo había deslechado anoche, entonces se puso de pie y le dijo que se recuperara porque a la noche quería que la desvirgara.
Nos sacó la risa con su ocurrencia, pero seguía pajeándole la verga sin soltarla:
–Mami, ¿No te dan celos que tu hijita le manosee la verga a papi?
-Sí y muchos, nena, pero ahora no tengo tiempo de castigarte, a la noche será mi turno y si te gustó todo lo que te hizo tu papi, ya verás lo que te espera, maldita enferma.
-¡Ay, que rico! Dime que te hace encabronar para que me castigues duro.
-Primero te voy a depilar la panocha porque a tu papi no le gustan los pelos y luego te voy a ablandar ese corazón negro que tienes.
-Papi me está tocando el culo.
Me levanté, me la puse sobre las piernas y la empecé a nalguear, al principio era como un juego, pero ella me retaba y me decía que no le dolía, entonces le pegué con fuerza, ya tenía las nalgas rojas y ella se reía, entonces tomé un tapón de metal, de esos que se usan para tapar una botella de vino, le eché mantequilla y se lo hundí dentro del culo:
-Así lo vas a llevar todo el día, a la noche, yo misma te lo voy a quitar, ¿Entendido?
-¿Y a eso le llamas tu castigo? Eres una principiante, si hasta siento rico, me encanta meterme cosas por el culo.
Le solté una bofetada tan fuerte, que se me quebró una uña y le rajé el labio, Perla se secó la sangre con la lengua:
-Eso está mejor, pero Richard lo hace más fuerte, tú parece que me acaricias las mejillas.
Entonces intervino mi marido y dijo que era hora de irnos, ella se prendió de su boca y le agarró la verga sobre el pantalón, yo la jalé del pelo y la tiré con violencia al piso.
-ha, ha, ha, ha… mira como me burlo, tus golpes parecen de viejita artrítica.
Eso sí me encabronó, pero la muy cabrona salió corriendo y se fue a encerrar a su cuarto.
Pasé todo el día pensando que tortura sería suficiente para domar a esa potranca rebelde, no quería nada militar, quería hacerla sufrir, pero que al mismo tiempo gozara de mis maltratos ¿No será que me está volviendo enferma a mí también?... después de mucho pensarlo haría lo que tanto odia, estar con otra mujer, la iba a obligar a que me mamara toda la panocha y el culo, eso nunca lo había hecho y sé que no le gustaba, yo moría por tenerla entre mis brazos, pero sería mejor que ella sintiera asco al chuparme la cotuza, además yo disfrutaría de ver su boca sensual comerme toda por dentro, ¡Sí, eso haría! A ver si así aprendía a temerle a los insultos y humillaciones, al fin y al cabo, que el objetivo de este viaje era que ella necesitaba ser castigada, a tal punto, que odiara volver a sentirse así, para que por fin sanara, olvidara a Richard e iniciara una buena vida junto a Johnny, nunca me dejarán de sorprender esos caminos obscuros que tiene la mente de las personas.
Al llegar a casa me sorprendió la naturalidad con que me saludó, tal parecía que no le había causado ningún daño los maltratos de la mañana, me enseñó la cantidad de regalos que había comprado para sus seres queridos, se tomó muchas selfies, esa niña es una adicta a tomarse fotos, al rato llegó Gerardo con dos cajas de regalo, me dio una a mí envuelta en papel rojo y la otra a Perla con una envoltura de Disney, tal parecía que se estaba tomando en serio su papel de papi, la mía era una lencería muy sensual de color negro con ribetes de seda rojos y la de Perla era un calzoncito, un sostén y unas medias de niña, color rosado, Perla saltó de la emoción, como si realmente fuera una niña menor de edad y besó a su papi con tal lujuria que tal parecía que se lo iba a comer todo, cuando yo iba a reaccionar, hizo lo mismo, me metió la lengua dentro de la boca y me chupo los labios.
Esta niña era impredecible, yo creí que le daba asco que la tocara otra mujer y ahora resulta que ella misma me besó a mí y sin que yo se lo ordenara… para no quedarme con la boca callada le dije que si tenía puesto el tapa botellas, como una niña inocente, se subió la falda, se bajó el calzón y nos enseñó el tapón dentro de su culo, Gerardo se agachó y se lo sacó, ella le dijo que necesitaba otra cosa para llenar su agujero, entonces le dije que le iba a meter toda la botella de vino y la muy puta gritó -¡Siiiiiiiiii- ¿Qué necesitaba esta niña para corregirse? ¿Tortura china?
Luego de cenar, Gerardo nos pidió que nos fuéramos a bañar, que nos pusiéramos nuestros regalos y que él nos esperaba en nuestra habitación, dijo que tenía mucha curiosidad por saber que castigo le iba a propinar yo esa noche… estaba devastada, según yo, había encontrado el castigo perfecto, pero ese beso me había hecho dudar, bueno ya veríamos, nos bañamos los tres por separado y cuando salí del baño, Gerardo se tomaba un whisky sentado en el sofá, como si estuviera esperando ver su película favorita en el cine, yo me maquillé como toda una puta, me puse mis botas negras y me alboroté el pelo, pero mi imagen quedó corta cuando apareció Perla, la muy cabrona se había hecho dos colitas a los lados de su cabello, lucía el regalo con una apariencia infantil y para colmo, se había maquillado en tonos rosa y traía puestos unos cachitos de diabla, rojos con rayas negras, que daban la impresión de una exquisita niña que va a empezar a emputecerse.
-¿Sabes, mami? Cuando ustedes se fueron me saqué el tapón del culo y me lo volví a meter hasta que regresé. ¿Merezco ser castigada por eso?
-Sí, mi nena hermosa, te voy a castigar, ven, bésame… ¿No que no te gustaban los besos de otra mujer?
-Y no me gustan, pero los tuyos sí, tienes una boca muy dulce y me gusta mucho chuparte la lengua.
-Ok. Desnúdame.
-No mami, eso no, una cosa es besarte la boca y otra es quitarte la ropa, ya te dije que no me gustan las panochas.
-¡Hazle caso a tu mami o te vuelvo a meter la cara dentro de la palangana!
-Prefiero eso a desnudarla.
-Pues vas a tener que hacerlo, hija de la chingada, para eso soy tu madre… así… primero el brasier… eso putita… cuélgatelo de uno de tus cachitos… muy bien… ahora el hilo… eso putita… ¿Ves que no era tan difícil?... ahora desnúdate para nosotros.
La muy hija de puta puso música y nos regaló el mejor streptease que hayamos visto, era una mezcla de Lolita con Demi Moore, su cuerpo de niña se iba moviendo al compás del rock-jazz, sus diminutas tetitas infantiles aparecieron desafiantes ante nuestros ojos y para terminar el show, se inclinó, dándonos la espalda, para bajarse el calzoncito y mostrarnos ese culito delicioso que pronto haríamos nuestro, cuando se volteó, nos sorprendió, ella misma se había depilado la cuquita, se veía espectacular:
-Ven hijita, frótame tus pezoncitos en los míos.
-Ya te dije que no quiero… ¡ay! ¿Por qué me pegas? Pídeme otra cosa, la que quieras… ¡Ay! ¡ay! ¡ay!... está bien, lo, voy a hacer…
-Ay, que rico, ¿Te gusta?
-No siento nada.
-¡Dime que te gusta! ¡Bruja maldita!
-¡Ay!... pero no me pegues… ¡Ay!... Sí, si me gusta…
-Ahora lame mis pezones… que me los mames te digo.
-¡Ay!... sí, sí, sí…
-Que delicia… no sabes cómo había soñado con tener tu boquita lamiéndome las chiches… que rico… ahora la otra… eso hija preciosa… mamas mejor que un hombre… ahora me voy a acostar y me vas a lamer de pies a cabeza para terminar en mi culo.
-No, mami, eso no, por favor… deja mi cachito en paz… ¿qué vas a hacer?... ¡Ay, no! No me lo metas en la panocha… ¡Ay!... si está bien… lo voy a hacer, pero necesito una cerveza.
Gerardo fue por una caja, abrió una, le cerró la nariz con los dedos y la obligó a tragarse la botella hasta terminársela, le pedí que le diera otra, en total se tomó seis, estaba atragantada, cuando le iba a dar la séptima:
-Está bien, papi, ya basta, voy a hacer lo que ustedes quieran, tú sí sabes cómo castigarme, mi mami es una inútil para eso.
-¿Inútil?
Y le pegué una manada en el estómago que la dejé sin aire.
-Ven, bésame de pies a cabeza.
-Está bien, mami, pero no me obligues a mamarte el culo, por favor.
-Gerardo, dele más cerveza a esta puta.
-No, no, no, está bien, también te voy a chupar el culo.
Me besó de pies a cabeza y cuando puso su lengua en mi culo:
-Ay, que delicia, que lengua más rica tienes, hijita, venga Gerardo, se me acaba de ocurrir una brillante idea… agite una cerveza, destápela y me la mete por el culo, quiero que nuestra hija se beba la cerveza saliendo de mi culo…
-No, qué asco, mami, no, por favor…
Gerardo hizo lo que le pedí, agarró a Perla de las greñas y le zampó la cara dentro de mis nalgas, yo expulsé la cerveza y la niña no tuvo más remedio que tomársela, luego le pedí que me mamara la rajita, como no quería, Gerardo le quitó el otro cachito y se lo metió por el culo, con la cara bañada de lágrimas accedió a mamarme, yo me acosté boca arriba, pero Gerardo tuvo una mejor idea, la puso sobre mí en posición 69, la agarré de las nalgas y le empecé a lamer las labios rosaditos, ella daba pequeños brincos, yo no sabía si eran de gusto o sentía asco, como ella aún no me había chupado, le di la vuelta y me senté en su cara, le tapé la nariz, como me había enseñado Gerardo y no tuvo más remedio que abrir la boca, mientras Perla me mamaba la panocha, yo tomaba cerveza y al terminármela, le saqué le cachito de la cuquita y le metí la botella por la parte más delgada.
La muy puta empezó a gemir, me mordió el clítoris y le propiné una catarata de bofetadas mientras le metía y le sacaba la botella, suplicó que ya no la torturara y cuando le saqué la botella nos regaló un delicioso squirt, la muy sucia se había venido como una cerda, Gerardo dijo que era su turno de cogérsela, que ya no aguantaba las ganas de profanar a su hija, Perla, feliz, se sacó el otro cachito del culo, yo me fui a sentar al sillón de Gerardo para ver mi película pornográfica en vivo y a todo color, Gerardo la agarró de la greña y la obligó a tragarse la verga, la pobre niña casi vomita, mi marido le mancillaba la boca a vergazos, pero ella estaba feliz siendo usada, luego la puso a lamerle las bolas, Perla se las metía a la boca mientras pajeaba a su papi, Gerardo no pudo más y se tiró a chuparle la cuquita, era delicioso verlos hacer un 69, ver a un viejo como mi marido, mamándose a una niña como Perla, de verdad era muy morboso verlos, más cuando Perla se volvió a venir en la boca de Gerardo y este se tomaba toda su venida infantil.
Cuando vi que se separaron, sabía que venía la cogida, entonces me senté en la cama junto a ellos para ver en primer plano esa primera penetrada, Gerardo le puso las piernas en sus hombros y le golpeaba la verga en su panocha, Perla estaba muy caliente, le pedía a su papi que ya se la cogiera, pero mi marido, viejo zorro, sabía que la iba a desesperar hasta que no pudiera más, Perla le buscaba la verga con la mano para metérsela, pero lo único que logró fue que la agarrara a golpes y le estrujara los pezoncitos al punto del dolor, luego la agarró del cuello y se lo apretó con fuerza, al extremo que Perla puso los ojos en blanco y comenzó a convulsionar, yo iba a intervenir, pero a ella la calentaban más todos los maltratos, le suplicaba por favor que le metiera la verga, pero Gerardo solo golpeaba su clítoris con la cabeza de su verga y para terminar el suplicio, le metía solo la cabeza y se la volvía a sacar, Perla estaba roja de la calentura, por fin se la metió hasta el fondo, pero se lo volvía a sacar, ella le preguntaba que qué quería que hiciera para que se la cogiera como Dios manda, creo que las palabras Dios y cogiera, enloquecieron a Gerardo porque se la metió como un preso que no ha probado mujer en muchos años, parecía un pistón, entraba y salía a una velocidad sorprendente, de pronto Perla se agarró de las sábanas y profiriendo cualquier cantidad de obscenidades, se volvió a venir como la sucia puta que era.
Perla estaba bañada en cerveza, sudor y saliva que recorría todo su juvenil cuerpo, era todo un poema erótico verla desfallecida, pero ella quería más, mi pobre Gerardo aún no se había venido, pero yo sé que por su edad necesita de ciertos estímulos para mantener por mucho tiempo la erección, entonces le dije a Perla que si quería seguir cogiendo que le pajeara la verga, le lamiera los huevos y le metiera un dedo en el culo, Gerardo se acomodó y ella obediente hizo todo lo que le dije, a los pocos minutos, mi marido tenía la verga como un toro.
Gerardo le dijo que como a mí no me gusta que ella iba a pagar los platos rotos, Perla le dijo que ya sabía, que a ella la enloquecía que se la cogieran por el culo, mi marido me acostó boca arriba, me puso a Perla encima y él parado a orilla de la cama, se la cogió por el culo, era toda una delicia ver cómo le taladraba el culo con su deliciosa verga, yo le chupaba los huevos y de paso le mamaba la cuquita a Perla, ella hacía lo mismo conmigo, ahora me mamaba con ganas, me agarraba de las nalgas y me hundía la lengua en la panocha, luego me sorbía el clítoris, esa caricia fue mucho para mí y le bañé la cara con mis jugos, casi al mismo tiempo Gerardo bufaba y le llenaba los intestinos a Perla de semen, ella al sentirlo, se chorreó en mi cara.
Perla quedó desmadejada pero feliz sobre la cama, se veía muy erótica con el semen saliendo de su culo, como cada quien conoce a su pareja, sabía que a mi marido le encanta que le limpie la verga después de coger, lo jodido era que al metérmela a la boca, tenía restos de mierda de Perla, pero ya era tarde, si Perla supiera que cumplí su fantasía sin quererlo, me había tragado parte de su mierda.
Luego fuimos los tres al baño, me dio pena ver su cuerpo mancillado, tenía la frente hinchada, y por todo su cuerpo se veían la cantidad de moretones que le hicimos, sus tetitas estaban golpeadas, los labios de su boca heridos, en el estómago se le veían los golpes, los brazos amoratados, el culo rojo de tantos golpes, en fin, era toda una muestra de sadomasoquismo… nos apapachamos con ternura, nos metíamos mano con gula, aunque Perla se volvió a calentar y nos pidió que la meáramos, la acostamos sobre el piso, yo me puse en cuclillas sobre su cara, Gerardo se ubicó en medio de su cintura y al unísono, la bañamos en miados, mientras ella tragaba gustosa nuestra lluvia dorada, lo sorprendente fue cuando se paró, nos agarró a ambos de las greñas y nos hincó, ella también vació todos sus meados en nuestras bocas y mientras lo hacía se tocaba el clítoris y la muy asquerosa se volvió a venir, dichosa juventud.
Esas y otras marranadas hicimos la semana en que Perla nos acompañó, pero había llegado la hora de las despedidas y nos dijo que su papi era todo un amo, que se había enamorado de él y que me lo iba a quitar, el ego de mi marido se fue a las nubes y a mí me dijo que le había encantado que la obligara a mamarme la cuca y el culo, que si no fuera de esa forma, nunca se hubiera atrevido, pero que seguía firme, a ella no le gustaban las mujeres, si alguna vez repitiera, solo sería conmigo, eso también hizo que mi Galatea volara hacia el cielo… de vez en cuando saco el par de cachitos que dejó olvidados, a veces los huelo y otra me masturbo con ellos, Ay Perla, ¿Qué habrá pasado con tu dilema?
FIN.