Perla. 1. Mírame y te pajeas.

Quedar con una mujer algo más joven que tu, en tu primera cita con ella, nada más salir de su turno de trabajo, es en realidad cuando sabes que las mujeres saben lo que quieren, cuando lo quieren y durante cuanto tiempo, por eso, con Perla obtuve uno de mis mayores placeres sexuales, gracias.

Ayer tuve un encuentro muy especial a la par de muy sensual. Os pongo en conocimiento para que sepáis de que os hablo.

Hace dos días atrás, es decir, el sábado, recibí un mensaje en mi buzón de la página el cual me decía algo muy interesante, os lo pongo y veréis que os hablo.

“Tu plan para hoy soy yo.

Estoy en el hospital, mi turno acaba en torno a las 18h y vas a hacer dos cosas. La primera, mirar mi foto y entender, en una imagen, cómo quiero que me folles y que me des por todas partes, en qué postura y de qué manera....

Y la segunda, que si salgo a las 18h, a las 18 y 10, en tu coche, puedo estar comiéndotela mientras conduces y me llevas a algún sitio donde puedas follarme a gusto.

No quiero añadir más, tengo claro lo que busco, me ha gustado tu perfil y creo que si eres lo que intuyo, hoy vamos a follarnos como dos animales en celo. Sin excusas ni historias raras. Confírmame si vas a venir para poder concretarlo todo. Me encantas”.

Obviamente que le contesté, pero le indique que el sábado no podría ser, por tanto, me indico que podríamos hacerlo para el domingo, ya que estaba de turno de fin de semana.

Os pongo en antecedentes, ya que a ella la llamaré “Perla” y tiene veinte y nueve años, es una mujer que sabe lo que quiere, como lo quiere y cuando lo quiere, y como me fue tan sincera, pues yo también lo fui con ella. La parte importante es que ella trabaja en un hospital de la comarca, que no hay que decir cuál es, pero que está en una localidad algo conocida. Por tanto, lo de quedar cerca de dicho hospital, podría ser morboso, pero digamos que no pensaba que fuera el lugar idóneo para tener nuestro encuentro, por eso, estuve todo el sábado por la tarde buscando algún lugar donde poder realizar nuestro encuentro, pero lo que pasa en estos casos, es que los fines de semana está casi ocupado, por tanto, decidí que mejor sería en casa.

Al indicarle a Perla que lo haríamos en mi casa, entonces me dijo que mejor para ella, ya que el domingo salía del turno y podríamos estar toda la noche, bueno parte de la tarde, porque salía para las seis de la tarde, por ello, se quedaría a dormir conmigo, y bueno, no es que me quede todas las noches a dormir con alguna amiga, aunque ella no lo fuera aún, pero sabía que, si lo sería, por tanto, estuve recogiendo todo lo que podría parecer desordenado.

No salí de fiesta la noche del sábado, principalmente porque estaba lloviendo mucho y porque si iba a tener sexo del bueno con Perla, era tontería estar algo cansado para ella, por eso me quedé viendo la tv y me dormí. Cuando amanecí tirado en el sofá el domingo, miré mi móvil y tenía un par de citas cerca del pueblo donde estaba Perla trabajando, por tanto, acepté ir a dichas citas para dar unos masajes normales y corrientes. Si, en domingo también se trabaja, aunque no lo parezca, pero yo hice que dichas citas fueran acordes al tiempo que tenía para quedar con Perla.

Cuando llegaron las cinco y cuarenta minutos de la tarde, yo estaba en el parking del hospital, fumándome un cigarro, que, aunque en mi país no está permitido fumar cerca de los hospitales, pues en el parking si dejan, por el simple hecho de que los tubos de escape de los coches sacan más polución que un cigarro, y mientras esperaba echado en la puerta de atrás del piloto, pude ver como salían algunas de las compañeras o de enfermeras de su turno de mañana. Yo pensaba que los turno eran de ocho horas, pero luego oía hablar a algunas que iban a sus coches de que los turnos de doce horas son mortales, pero se pagan muy bien, aparte de sus días de descanso, en fin, que me distraje un poco oyendo a estas mujeres, cuando de repente se quedó una pegada a mí, me dijo que era Perla, y que si nos íbamos a nuestro encuentro.

Madre mía, pensé “¿Está es Perla?” Ufff, como estaba la nena, de verdad, si hubiera pensado en ella en algún momento tras la foto que me envió, se quedó corta con dicha imagen en relación a lo que estaba viendo ahora. Cuerpo bastante bien proporcionado, una altura decente para mí, el metro sesenta y cinco, y eso que iba sin plataforma, es decir, con suela lisa, pero lo que me llamo la atención fueron sus ojos, penetrantes y esa sonrisa, aunque no producida por salir de su trabajo, sino porque sabía ella perfectamente que había elegido un buen candidato para pasar la tarde y noche llena de actividades sexuales.

Nos presentamos como dos personas normales y corrientes, con los besos de rigor en las mejillas y como también era lógico, para ocultar posibles cotilleos con sus compañeras que se metían en sus respectivos vehículos, algunas les esperaban sus parejas, tanto hombres como mujeres, otras estaban solas, y alguna con hijos pequeños dentro, esperando a su mami, para pasar la tarde con ellas. El resultado fue que la ayudé a meter su bolsa de equipaje pequeño en el maletero y pude apreciar que efectivamente ese culo que me había mandado en la foto, tenía casi la misma forma, solo que ahora estaba con unos pantalones vaqueros, muy ajustados, tanto que apenas parecían esa tela vaquera, sino más bien una segunda piel.

Perla me quito de mi boca el cigarro y se lo acabo ella, cosa que eso no es que me excite mucho, pero si me dio la confianza de que ella quería todo lo que tuviera mi boca, al menos en ese instante, porque me saque de un bolsillo de mi cazadora un regaliz rojo, ella me lo quito de mi boca, mordiendo con la suya, vamos, que tenía ganas de jugar, por eso, cuando abrí las puertas para que entráramos en el coche, y tras besarnos mientras intercambiamos los trozos de dicho regaliz de su boca a la mía y viceversa, pues me dio ganas de saber si esta preciosa mujer joven para mí iba a ser más caliente que un horno, así que, sin decirle nada, metí mi mano derecha entre sus muslos, a la altura de su bragueta, y empuje hacia ella para notar si tenía ya ganas de calentar motores.

Ella gimió de placer, estaba claro que, si quería guerra sexual, por lo que, al meter la llave de contacto en la cerradura para arrancar el sistema eléctrico de mi coche, ella me bajo la cremallera metiendo su mano algo fría dentro de mi bóxer. ¿Saben esa sensación que se siente cuando una mano fría se posa en una parte de tu cuerpo que está muy calentita? Pues eso sentí yo y aunque ya empezaba a estar algo empalmado, el notar ese frio me hizo que se me pusiera más dura de lo normal, por lo que ella, se agacho y se metió lo que pudo de mi miembro dentro de su boca, y me empezó a hacer una señora mamada, pero claro, teníamos que salir del parking, porque mi vehículo no tiene los cristales tintados y la verdad es que si alguien aparcaba o iba a montarse en su coche, pues vería el espectáculo de una cabeza subiendo y bajando de mi entre pierna, que también tiene su morbo, todo hay que decirlo, cuando me lo han hecho, incluso he tenido un orgasmo bestial, pero hoy no era ni el lugar ni el posible público, que cuando van a visitar a un hospital, la gente no asiste a un espectáculo sexual, sino más bien, médico de algún familiar, vamos, que no me apetece que me vean caras tristes, así que, le agarre de su melena y tire hacia arriba para que se sacara de su boca lo que ella empezaba ya a follarse.

Entonces acerque mi boca a la suya y mientras su mano agitaba muy aceleradamente mi miembro, nos dimos un beso guarro metiendo nuestras lenguas y haciendo la danza que hacen las lenguas cuando están las mentes calientes, para sí yo incluso meter mi mano que sujetaba su melena por debajo de su camiseta y tocar uno de sus tetas por encima de su sujetador, comprobando que su pecho estaba incluso algo más erizado y duro de lo normal, vamos que estaba súper excitada, por lo que sin cortarme un pelo, baje mi mano, por dentro de su pantalón, y hasta que no llegue a su clítoris, no deje de acariciar la piel tan suave que tenía, pero no me deje mis dedos en dicho musculo genital de ella, sino que baje más hasta llegar a su ya mojado labio para introducir un dedo dentro ella, caliente que estaba, mientras seguía gimiendo, y entonces tiré hacia arriba como intentando levantarla pero realmente lo que hice es que se pusiera aún más caliente, por eso, cuando hice ese movimiento tres veces, ella se soltó de mi boca y entonces jadeo mientras me miraba con cara de deseo o como yo lo llamaré “mirada de como sigas haciendo eso con tu dedo, me voy a correr de lo caliente que me tienes, pedazo de cabrón”.

Por eso, una vez que supimos ambos qué nivel de lujuria nos íbamos a dar, le indique que se pusiera cómoda, que tendríamos como una media hora de trayecto, para ir a mi casa. Empezó a quitarse casi toda la ropa, menos el pantalón que llevaba, menos la camiseta y menos los zapatos, pero el abrigo se lo quito, la bufanda también, incluso no paro de tocar mi polla que estaba aún dura, por fuera de mi pantalón, todo el trayecto, hasta que al fin llegamos a mi localidad, pero claro, yo no soy de salir a la calle con la polla al aire, y menos que tenga un garaje en donde pueda desnudarla y follarla bien contra el capo de mi coche, sino que tenía que dejarlo en la calle, en la calle principal, en donde pasaba mucha gente, aunque hoy domingo, poca gente había, lloviendo, es difícil que tengas gente paseando como si fuera un día soleado, pero es lo que tiene el mes de enero, que nunca sabes qué tiempo va a hacer realmente. Indico que en el hospital no llovía, pero en mi localidad sí, es lo que tienen las nubes, que desprenden agua donde quieren.

Al llegar a mi piso, tras cerrar las puertas, fue cuando entonces pude hacer lo que quería, y fue que agarré de su cintura, estando yo detrás de ella. Desabroche su botón del pantalón, y se lo baje completamente, incluyendo su tanga, que por cierto estaba bastante mojado, por lo que pude notar con esas gotitas de líquido diminutas pero que brillaban con el reflejo de la luz.

Perla pudo ver un poco el salón y vio que tenía un sofá bastante largo, por lo que intento dirigirse a él, y cuando pudo apoyar un pie suyo, le ayude a quitarse toda su ropa, quedándose desnuda completamente para mí. Ni que decir tiene que tuve una fuerte erección en ese momento, por tanto, ella se sentó en una parte del sofá y se la trago completamente, sin manos, solo su boca abierta y su cabeza que se intentaba pegar a mi cadera, e incluso se agarró a mi culo para tragarse todo lo que pudiera y no dejar nada fuera de su boca.

Pedazo de garganta profunda que me metió la muy puta.

La verdad es que tenía ganas de tragar, porque ella sola se estaba follando su boca con mi ariete y claro, uno no es de piedra, después de llevar toda la noche del día anterior sin descargar mis huevos, toda la mañana del día de hoy pensando en la follada que le iba a meter a Perla, y lo más importante, el trabajo de su boca ahora mismo, por lo que intente aguantar un poco para no soltar rápidamente mi leche, pero la muy zorra era una maestra es descargar los genitales con su garganta, así que, sin poder evitarlo o no queriendo hacerlo, agarre de su cabeza y le di dos empujones, vaciando parte de mis testículos en el interior de su garganta y boca. Me temblaba todo el cuerpo y cuando ya noté que mi herramienta estaba empezando a desinflarse, fue cuando ella se la saco de la boca, relamiendo lo que aún le quedaba y abriendo su orificio bucal para enseñarme mi leche. Una verdadera zorra que estaba demostrándome que ella no venía para un simple polvo, sino que venía para una follada monumental, de las que nunca se olvidan por ambas partes.

Ni que decir tiene que cuando la vi sonriendo mientras se relamía, no pude evitar decirle:

— Pero que pedazo de puta eres, hasta que nos has conseguido tu recompensa, no has parado, pero que sepas que eso me pone más caliente aún, así que, prepárate para la sesión de folleteo que nos vamos a meter juntos. — Se lo indique con casi sin poder respirar, porque su mamada me había dejado con la respiración casi cortada, muy agitado y todavía con espasmos en mi cuerpo.

Pero Perla me dijo entonces:

— Quería probar tu leche, y como he estado toda la última hora de mi trabajo solo pensando en que podría hacerte para que me desearas más, aparte de la mamada que me he trabajado a conciencia, pues te voy a proponer un juego, por eso necesitaba vaciarte un poco tus huevos, así jugaremos mejor,— me indico mientras iba gateando encima del sofá hasta el final, y en donde se puso sentada, con las piernas abiertas, tocándose sus tetas y mirando mi polla y a mí, para decirme —, y quiero jugar al juego de “mírame y te haces una paja para mí, mientras yo me toco, me masturbo e incluso intento no tener un orgasmo tocándome, pero si en algún momento uno de los dos no puede más, tendrá que hacer que la otra persona tenga un señor orgasmo, no me vale una paja cutre, sino unas embestidas de las que me tiemble todo el cuerpo como acaba de temblar el tuyo”, te atreves?

Analicemos un momento el juego que ella quería hacer conmigo.

¿Quería pajearse delante mía y yo también, para ver el cuerpo de la otra persona y así excitarse más aún de lo que ya estábamos?

Quería realmente hacer el juego de “voyeur sin penetración” famoso en el mundo entero.

Ella, una mujer joven.

Deseaba ver cómo me masturbaba y a la vez masturbarse ella para excitarse más y ver hasta donde podríamos llegar sin abalanzarnos y follar como animales.

Ella quería realmente visualizar mi cuerpo y descubrir cómo me toco, porque no todos los hombres nos hacemos una paja igual que las mujeres no se hacen la paja igualmente.

Pues prometía mucho dicho juego, ya que a mí me gusta aparte de darme placer solo o en compañía, también el jugar con la mente, viendo, como muchas personas en este mundo hacemos en nuestra intimidad, cuando nos apetece tocarnos y sentir nuestro cuerpo mientras nuestra mente viaja por mundos llenos de sexo y lujuria, pero en el caso de Perla, quería verlo, no como en un video porno, sino en real.

Me gustó la idea, y en cuanto me desnudé, se senté al lado contrario de donde estaba ella, y teníamos casi un metro de distancia de nuestros cuerpos, por tanto, nos veíamos perfectamente, así que, ella empezó con una mano abriendo sus labios mientras la otra mano estrujaba sus tetas. Yo, obviamente con una sola mano me acariciaba y empezaba a agarrar mi mango de carne, que estaba muy desinflada, pero al ver como se tocaba, ya empezaba de nuevo a erguirse para desearla.

Realmente estuvimos casi una hora tocándonos, y Perla no podía creer que yo no me hubiera corrido, ya que no es normal que un hombre aguante tanto masturbándose, y menos viendo a ella, por eso, me indico:

— Vaya, parece ser que eres de los que aguantan, porque aún no te has corrido, y eso nunca me ha pasado, el hombre que más tiempo me duro, soltó un chorro casi a la media hora de empezar a jugar, aparte de que le hice lo mismo que a ti, y ninguno me ha aguantado tanto, por tanto, tienes premio.— Mientras se cambiaba de posición, venia hacia mí y quitándome la mano de mi miembro, se puso encima mía, para hacer lo mismo que mi mano, pero con sus labios, es decir, me siguió masturbando, y así ella me daba sus pechos para que se los comiera, mientras su clítoris se estimulaba con mi capullo y tronco, pero ella movía su cadera lentamente, deseaba realmente que esto fuera como un principio al mundo desconocido de las caricias mutuas sin manos.

Esto no es que lo haga muy a menudo, pero siempre se agradece aprender nuevas técnicas de estimulación sin manos, que normalmente cuando se está solo, pues no puedes hacerlo, y es cuando los dedos, palma y manos hacen ese maravilloso masaje que acaba con la explotación del semen fabricado en tus testículos, o en el caso de las mujeres, con ese maravilloso orgasmo que tienen cuando llegan a ese clímax que no tiene vuelta atrás y que es merecido por las caricias obtenidas y por follarse la mente en su momento de pasión egoísta.

Me gustaba tanto lo que me hacía, que seguiré contando en la segunda parte del relato.

®Todos los derechos reservados al autor de la historia.

Nota de autor:

Historia real vivida en el año 2018, exactamente en el mes de enero. Espero que les guste como yo lo viví y ahora estoy haciendo para que lo vivan o sientan ustedes, y si quieren seguir leyendo más historias calientes, no deben de visitar mis otras historias.

Siempre hay un momento para el placer, tanto comiendo como jugando, pero el placer de un cuerpo es cuando siente algo nuevo y que le produce mayores placeres que lo cotidiano, por eso, nunca dejen de jugar con su cuerpo, de explorar nuevas sensaciones, nuevos estímulos, y dejen que su imaginación les permita explorar mundos desconocidos, porque quien sabe dónde estará su próximo orgasmo. Sean felices y no dejen de gozar libremente.