Perfidia.Parte2: Gloria eyacula

-Has eyaculado, Gloria. Veo que ha sido tu primer squirt . Conmigo alcanzaste tu primer orgasmo y hoy tu eyaculación.

Gloria

Llegué a la emisora de radio en la que trabajaba de locutora. A las tres en punto inicié el boletín informativo que se emitía cada hora con una duración variable dependiendo de la cantidad e importancia de las noticias, aunque nunca sobrepasando los diez minutos. A las 8,45 acabó mi turno y tras la habitual discusión con el redactor, Simón, que se empeñaba en complicarme la vida con frases o palabras erróneas y, a veces, sin sentido, alcancé mi coche de vuelta a casa.

Cuando llegué caminé a la salita y pude ver a Leti sentada en el sofá al lado de Noelia y esta con mi hija en sus piernas riendo las dos; Lauri dando palmaditas reía con regocijo y aunque me acerqué a ellas la niña ni siquiera reparó en mí, cosa que me asombró pues, habitualmente, Laura, en cuanto llegaba se lanzaba a mis brazos.

  • ¡Mira, Lauri, mami ya está aquí! – exclamó Noe al tiempo que la cogió con las manos y me la entregaba, pero la niña seguía dando palmitas, mirando a mi amiga desconsolada.

Leticia se marchó de inmediato, aduciendo que mañana tenía un examen y le quedaban horas de estudio. Noe había pedido la cena a un restaurante cercano para que lo sirviesen a las diez y cuarto. Bañamos a Lauri entre las dos y la acostamos en la cuna, junto a mi cama; se durmió enseguida, estaba muy cansada tras el jolgorio de las últimas horas. Preparamos la mesa de la cocina y Noe me avisó que traerían una botella de vino de Rioja con lo que saqué dos copas, justo en ese momento sonó el timbre de la puerta que abrió Noe, repartimos la espléndida cena en los platos y nos sentamos una frente a la otra.

-Supongo que has finalizado la carrera, Gloria – inquirió mi amiga, mirándome mientras sorbía el vino de la copa.

--Prácticamente sí, aunque estoy a la espera de la valoración de las prácticas que hago en una emisora de radio. Espero que el informe sea positivo, porque me he dejado la piel en el trabajo.

-¿Qué haces en la radio? Debiste elegir un medio escrito o mejor una cadena de televisión, porque sigues siendo preciosa y eso es importante para la tele, alegrar la vista de los televidentes.

-Ya me hubiese gustado poder elegir, Noe. – le miré intensamente a los ojos – Sabes que siempre fuiste mi referente, soñaba con ser como tú y, si faltaba algo, mi madre te tenía en un pedestal. Pero, la vida o el destino puso mis pies en la tierra, ahí estaba yo con veintitrés años, ingenua, inexperta y una hija en brazos.

-El destino lo construimos nosotros mismos, no cae del cielo – enlazó los dedos con los míos – piensa que mañana es el primer día de tu nueva vida, lucha por ella, pelea con la vida como yo lo hice   ...

-¡Claro, Noelia, en esa pelea me diste la patada! – exclamé alterada – me destrozaste el corazón, bien sabes que estaba dispuesta a ir contigo a Bruselas, a explicar a mis padres que me iba con la mujer de mi vida, pero claro, tu vida era tu maldita profesión que estaba muy por encima de la niña atolondrada, que te amaba más que a su vida...      – mi confesión claramente golpeó sus profundos sentimientos y sus recuerdos salieron a flote; retiró su mano de la mía.

-Ambas no amábamos, Gloria. Te recuerdo que juntas descubrimos el placer oculto entre dos mujeres, que tu primer orgasmo te asaltó mientras nos besábamos en el sofá de mi casa. – hablaba quedamente mientras sus ojos se clavaban en los míos – Aunque a la niña atolondrada no le bastaba con mi absoluta entrega y decidió que nuestro hombre la preñase, ¿fue antes o después de mi partida a Bélgica?  –  su pregunta me pilló desarmada pues mis pensamientos se recreaban en la tarde en que nos besamos deslizando sus manos bajo mi sujetador, acariciando mis escondidos pechos que no habían sido hollados por piel alguna.

-Pues ... – titubeé dudando si contarle la verdad o seguir con el cuento chino, aunque recuperé la firmeza – Lo cierto es que dejé de tomar la píldora días antes de tu huida porque presentí que tu ausencia no sería temporal y no quise que se rompiera el hermoso triángulo que los tres formábamos. Aunque pronto comprendí que el ángulo esencial que nos mantenía unidos eras tú, Noelia. Que mi vida con Alberto no tenía sentido alguno sin ti. Pensé, como último recurso, que el embarazo nos mantendría unidas – cerré los ojos buscando el contacto de su mano – Sabía que perderte era perder mi vida.

Su mano salió al encuentro de la mía, enlazamos los dedos y compartimos el intenso calor que irrumpía por nuestras venas, la sangre impregnada del sentimiento que nos embargaba como un torrente que, nos devolvía los inolvidables momentos que vivimos cuando éramos dos mujeres enamoradas con una sola alma. Abrí los ojos cuando noté sus manos acariciando los pómulos de mi rostro y los labios de Noelia a un centímetro de mi boca que inundaba su aliento. Sin poder evitarlo mis labios rozaron los suyos en un beso suave, pleno de ternura, de deseo reprimido ...

-¡Gloria, acabemos con esto! – dijo alzándose y retirando manos y labios, sacándome de la ensoñación – Ambas sabemos cómo va a terminar la noche si seguimos dando rienda suelta a nuestras emociones, que continúan ahí: dormidas pero no muertas – hizo una pausa mirando mis ojos, y siguió – Te amé como nunca lo hice a nadie, ni siquiera con Berto. Te hice mujer mostrándote los secretos del amor, te di cuanto yo tenía y tomé de ti lo que esa niña ingenua me entregaba despertando una pasión que nunca antes sentí y jamás sentiré por mucho que viva.

  • Pues esas reflexiones podrías haberlas hecho esta mañana, Noe. – salté encendida de pie con gesto retador – Pero no, era más divertido volver a tomarle el pelo a la niña rubia sentada en la terraza; debiste pasar de largo y no hacerme más daño del que ya me hiciste entonces.  En cuanto a nuestro amor,  – gemí con lágrimas resbalando por mis mejillas – solo  Dios sabe de mis noches de insomnio añorando tus besos, tus caricias y nuestra absoluta entrega, aunque tú me acompañabas cada noche en mis desvaríos, escuchaba tu susurro abrazada a mí, con el culito en tu vientre y tus dedos pellizcando mis tiernos pezones al tiempo que decías: Buenas noches, nena. Sueña conmigo.

Nuestras emociones despertaron de golpe. Ella con manos torpes desabotonó mi blusa a la vez que sus labios atropellaban los míos mientras yo la abrazaba  bajando la cremallera del vestido y así , desnudas, caímos en el sofá; nuestros cuerpos revueltos, gemidos ansiosos, lenguas que buscaban placeres infinitos que solo nosotras sabíamos darnos hasta que mi boca halló su rosa púrpura que latía entre sus entrañables muslos, besé con mucha ternura esos labios mayores que tanto placer me ofrecieron antaño y, como si hubiera pulsado el timbre, las piernas de Noelia se abrieron y mi lengua redescubrió el amoroso coñito que estrujaba mis labios sediento de lamidas.  Noelia se retorcía bajo mi cuerpo con suspiros entrecortados, hundió los labios en mi intimidad y su lengua profanó mi escondido tesoro hasta lo más hondo y al poco se  concentró en el inflamado clítoris que yo restregaba en su cara, pero de pronto noté una sensación nueva, inmensamente placentera: un fuerte chorro de orina salía de mi uretra y de inmediato sentí un orgasmo que me ahogaba y lo hacía porque a la vez noté el cuerpo convulso de Noe que se deshacía entre orgasmos encadenados. Yacimos las dos tras los impetuosos orgasmos en la misma postura, piel con piel, aspirando aromas y oxígeno, mas cuando apoyé las rodillas en el sofá, noté la humedad y de un salto me levanté.

-¡Lo siento, Noelia! ¡Te juro que jamás me había ocurrido! – exclamé avergonzada, aunque ella seguía postrada en el sofá y sonriendo respondió:

-Has eyaculado, cariño. Veo que ha sido tu primer squirt . – se alzó y abrazó mi cuello besando mi nariz – ¿Sabes qué?, pues que me siento orgullosa; conmigo alcanzaste tu primer orgasmo y hoy tu eyaculación. Nada puede hacerme más feliz, nena. Alza la cara porque esto confirma nuestra total dependencia, la una de la otra, nuestro inmenso amor que ha vuelto para quedarse.

Corrimos hacia la ducha felices y contentas, porque una cosa es el amor y otra la gran meada que había soltado en su boca. El agua templada limpiaba nuestros cuerpos que acariciábamos con las manos llenas de gel. Elegí un par de camisetas y regresamos al salón limpiando con amoníaco la mancha de uno de los sofás, el de la huella de mi pecado. Nos sentamos muy juntas en el otro sofá tras servir dos copas de licor pues esta noche quería celebrar el retorno de mi mujer, la que me había regalado los momentos más duces y ardientes de mi vida, la única persona adulta a la que entregué mi cuerpo y el corazón.  Sí, sé lo que pensáis: que Berto también contribuyó a esos momentos placenteros, incluso me regaló la joya más valiosa de mi mundo: Laurita, mi adorada hija. Pero, esa mujer me mostró el camino

-¿Sigues viendo a Berto? – indagó Noe, colándose en mis pensamientos.

-Bueno ... de vez en cuando se pasa por aquí para entregarme los quinientos euros con los que participa en el cuidado de Lauri.

-Eso explica lo enterada que estás de las andanzas de Alicia y mías – me miraba de forma escrutadora – ¿Seguís follando?

-¿Lo haces tù? – respondí airada – porque puestas a estar celosas, también yo lo estoy.  Conozco el rollo que os montasteis los tres: Alicia, Berto y tú. Sé que ahora trabajas en Nueva York y ... Dios sabe con quién te lo montas ahora – concluí enfadada.

-Gloria, te advertí un día que las dos somos mujeres muy sensuales, que necesitamos sexo prácticamente a diario. En mi caso, el trabajo y el sexo con las personas que amo son la razón de mi vida, aparte de mi hija, claro, ella está por encima de todo – suspiró y siguió – No voy a responder a tu pregunta porque, para mí, el amor y el sexo son la misma cosa, siempre van unidos. He tenido largas temporadas de ayuno, de estar sola, incluso lo estuve cuando parí a Berta, pero el amor siempre vuelve a mí como una tela de araña que me atrapa en la red. Son escasas las personas a las que me abrí: el abusón de Luis, Berto, la dulce Alicia y tú cariño, la niña de mis sueños ... bueno, también he tonteado con una antigua amiga que tú conoces, aunque con ella solo ha sido un desahogo, un juego.

Percibí que Noe estaba envuelta en los recuerdos, en ese momento era una mujer frágil y vulnerable, hundida en la melancolía. Confieso que tuve que esforzarme para no rasgar la camiseta y dejar su piel a merced de mis labios; sus pechos, su vulva, reclamaban a gritos mi lengua. Pero me contuve, lo hice porque lo de Luis y Berto lo conocía al dedillo, pero lo de las mujeres me mataban de celos y algo de curiosidad.

-Noe, confiesa. ¿Alicia también eyaculaba en tu boca? – susurré en su oreja al tiempo que mi mano se deslizaba bajo la camiseta acariciando un pezón.

-Siempre lo hacía – respondió como una autómata, como si estuviese en trance.

-¿Y tú?

-También

-¿Y esa antigua amiga? – aquí ya estaba totalmente furiosa y retorcí el pezón con los dedos y ella despertó del letargo.

-¡Joder, Gloria, casi me arrancas el pezón! – exclamó quejosa – Esa antigua amiga es Melisa, la mujer de Luis. Ya ves, mi vida es un círculo en el que los extremos se unen, una y otra vez, igual que me ha pasado contigo.

-Pero ... lo nuestro es distinto, ¿verdad?

-Al final todo es sexo. Te repito que el sexo y el amor suelen ir unidos, pero a estas alturas si tengo que elegir me quedo con el sexo que es más placentero, porque el amor suele ser cruel, al menos lo ha sido conmigo.