Perfidia.13 : Alícia se cuela entre nosotros

Sí, buenísima sí que lo está, y se te comía con los ojos, Berto. - grité mientras lo miraba - soy muy celosa, lo sabes y cómo me entere de que haces ojitos con Alicia .... ¡ te corto los huevos, joder !

Alicia

-  Ali,    -  escuché la voz de Mario   -  ven un momento, por favor.

Llegué a su despacho, estaba junto a un hombre alto y sonriente.

-  Te quiero presentar a Alberto, ya te hablé de él, un gran amigo y ex socio.

Nos estrechamos la mano y nos sentamos los tres.

-   Alicia,  - retomó la voz Mario   -  como convinimos, he hecho la propuesta a Berto y ha aceptado, mañana empieza a trabajar con nosotros.

-   Pues estoy encantada, Berto,  -  le miré sonriente   -  estamos de trabajo hasta mas arriba del coco, ya te lo habrá dicho Mario y sé que eres muy buen profesional.

-   Bueno Ali, a veces Mario exagera un poco, como gran amigo que es, -  respondió mirando mis ojos   -  lo que sí prometo es esforzarme.

-  ¿ Trabajabas en USA, no es cierto  ?, debe ser fascinante,  pero vuelves a Madrid.   -  sonreí, devolviéndole la mirada.

-  Como suele decirse, no es oro todo lo que reluce, pero sí.  En realidad vuelvo por mi mujer que ha sido destinada aquí.

-  Por cierto,  - preguntó Mario  - ¿ cómo está Noelia  ?, vi su entrevista a Theresa May, como siempre está guapísima, ¿ que tal si cenamos juntos un día de estos  ?, los cinco, así conoceré al fin a tu pareja, Ali.

-  Por mi encantada y a Gustavo también le gustará conoceros,  ¿ que tal el sábado, os gusta la comida italiana  ?,  -   asintieron  ambos  - conozco un sitio estupendo. Yo me ocupo de la reserva.

-  Os lo confirmo esta tarde, he de consultar a Noelia, -  dijo Berto -  si ella no tiene compromiso, está hecho.

Alberto se marchó y nosotros seguimos con nuestras tareas.  Parece un buen tipo,  -  pensé       -  ¡ y vaya mirada, te traspasa con sus ojos  !, la estrella de la tele ha sabido elegir bien, el tío esta de rechupete.

Al día siguiente, jueves, Berto se incorporo a la Consultoría, le expliqué los tres proyectos que debía completar, Mario estaba en una empresa cliente habitual, pasamos el día trabajando juntos, a veces discutiendo y otras riendo, siempre con buen rollo.  El nos había confirmado la tarde anterior, que asistiría con su mujer  a la cena del sábado.

Noelia

La tarde del miércoles llegue rendida a casa, eran las 7 de la tarde y no había parado en todo el día.  Doce días antes, habíamos llegado a Londres, Berto y yo, realicé las entrevistas a May y Corbyn y tras una noche de ensueño con mi chico, llegamos a Madrid.  Nuestra casa, era inmensa, preciosa, un dúplex situado junto al Estadio Bernabeu, muy cerca de las oficinas de CBS, que estaban en la Castellana.

Hablé con casi todos los corresponsales de Europa y reorganicé sus tareas, según mi criterio.

-   ¡  Nena, ven a cenar  !   -  escuché a Berto.

-   Estoy muy cansada, cielo.  Solo me apetece que nos acostemos. -  respondí abrazada a su espalda.

-   Y lo haremos, cariño, he llegado tarde y solo he hecho una tortilla de patatas y ensalada.  Anda, lávate las patitas delanteras.  -  rio .

Mientras cenamos, me contó su entrevista con Mario y su decisión de aceptar el trabajo.

-   ¿ Te parece bien, Noelia. ?  – me miró.

-    Me parece bien lo que  decidas, pero podrías trabajar en CBS, eres un estupendo informático.

-    Noelia.....

-    Ya lo sé Berto, quieres andar tu propio camino.

-    El sábado, me han propuesto que cenemos juntos, Mario, su socia Alicia y su pareja, les he dicho que te consultaría, me gustaría que aceptases.

-   Cariño, eres tú el que debe aceptar, yo voy donde vaya mi marido.  Van a creer que necesitas mi permiso, tontito.  – le di un beso en la nariz.

El sábado a las 20,30, entramos al restaurante, donde ya estaban los tres comensales.  Cuando nos dirigíamos hacia la mesa, se acercaron a mí una joven pareja, me pidieron un autógrafo y nos hicimos un selfie.

Nos presentamos, mutuamente, le di un fuerte abrazo a Mario y él comentó:

-   Es el precio de la fama, Noelia, has aceptado con mucha amabilidad.

-   Yo no soy famosa, Mario, solo algunos me reconocen, si acaso, algo popular.       -  respondí sonriendo.

La cena transcurrió en un agradable ambiente, Alicia llevaba puesto un vestido rojo, entallado y con un generoso escote que mostraba más que escondía.  No paraba de reír con las bromas entre Berto y yo y los comentarios de Mario, quién estaba muy contento.  Gustavo, sin embargo, estaba serio, la verdad es que era bastante estirado.  En un momento dado, noté la mano de Berto sobre mi pierna.

-   Bertoooo, ¡ quita tu puñetera mano de mi pierna, compórtate  !.  – reí.

-   ¿ Qué dices, Noelia ?,   -  exclamó  -  rascaba mi rodilla.

-   ¿ Sí, y desde cuándo tu rodilla está en mi muslo, cielo  ?.

A Mario le salían las lágrimas mientras se carcajeaba, Ali reía igualmente.

-   Sois muy divertidos, se os ve muy felices.  ¿ Siempre estáis de tan buen humor ?.  -  preguntó sonriendo Alicia.

-   Nena,  - respondí mientras la miraba  -  todo el día estoy seria, concentrada en mi trabajo, pero cada tarde, cuándo veo a mi marido junto a mí, la felicidad inunda mi alma, no sé si me explico.  – puse mi mano sobre la de Berto.

-   ¿ Y a qué esperáis para darme un sobrino  ?.  – preguntó riendo Mario.

-   Estamos en ello, Mario, nos hace mucha ilusión y cuándo ocurra, no sólo serás  su tío, también su padrino, ¿ verdad cariño ?.  -  me miró y asentí encantada.

-   Noelia, -  intervino Gustavo   -    tú que has entrevistado a Theresa May y Jeremy Corbyn hace algunos días en Londres, ¿ crees que se llegará a un buen acuerdo con el Brexit ?.

-   Ni idea, Gustavo,   - respondí  -  sólo soy periodista, no analista política, así que cuento cosas, pero mis opiniones me las guardo para mí.

-   Hija, podrías ser menos esquiva que estás con amigos.  – dijo agriamente.

-   Si quieres, te doy mi opinión sobre el buenazo de Brad Pitt, a quién entrevisté hace dos meses,  -  respondí riendo  - de eso sí puedo hablar.

-   ¿ Está tan bueno, en persona  ?  -  preguntó Ali entusiasmada.

-   Más todavía Alicia,  -  reí  -  además es un encanto en la cercanía.

Mientras volvíamos a casa en el coche, me preguntó Berto:

-   ¿ Qué te han parecido, cielo  ?, son buena gente.

-   Mario, un encanto, como siempre.  Gustavo, un coñazo, un estirado, no sé cómo Ali lo aguanta.  Ella, Alicia, muy guapa, demasiado.....          -  respondí frunciendo los labios.

-   ¿ Cómo que demasiado  ?,  - dijo él    -  es una buenísima compañera te lo aseguro.

-   Sí, buenísima sí que lo está, y se te comía con los ojos,   Berto. -  grité mientras lo miraba   -  soy muy celosa, lo sabes y cómo me entere de que haces ojitos  con ella ....   ¡ te corto los huevos, joder !.

Paró el coche junto al bordillo, me abrazó con mucha ternura y musitó en mi oído:

-   Nadie puede compararse a mi mujercita, venga, quítate las braguitas que no puedo esperar a llegar a casa y nunca lo hemos hecho en el coche.  – suspiró.

Me las quité de inmediato, besé y mordí sus labios, temblando entre sus brazos.

-   No seas bobo, toma mis bragas,  - las aplasté sobre su cara  -  pero vamos directos a nuestra cama, porque ésta noche te castigaré yo.

Siguió conduciendo mordiendo mis bragas con sus dientes, el muy bobo.

-   Bertooooo, suelta mis bragas, eres más idiota de lo que pareces  - se las arranqué con mi mano, riendo.

Ya en casa, mi chico descorchó una botella de cava y nos sentamos en el sofá.

-   Quítate el vestido, Noelia, quiero beber de tu boca.

Me lo quité y quedé completamente desnuda; las bragas seguían en mi bolso y, como siempre, no llevaba sujetador, abrí mis piernas y me senté sobre las suyas, cabalgándolo.  Sus manos acariciaban mi espalda, mis glúteos, mientras sus labios mordisqueaban mis pezones, me puse como una burra, sorbí un trago de la copa, besé su boca y así nos bebimos media botella.

Abrazados en la cama de nuestro dormitorio, susurró en mi oído:

-   No me habías contado lo de Brad Pitt.  ¿  Sus encantos te los mostró ?, ¿ jugueteasteis ?

-   No me fastidies, Berto, tú no eres celoso,  - dije mirando sus ojos, muy seria  -  no trates de despistarme, mis celos son fundados, no me hace ninguna gracia que pases cada día con Alicia, sé que le gustas, lo he notado en sus miradas.

-   ¡  No te despistes tú, Noelia !,  - respondió enfadado  - te he preguntado por Brad  ¿ hubo algo entre vosotros  ?.

-   Pues sí, vivimos una noche loca  ¿ te enteras  ?.   – me enfadé.

-   Nena, quedo enterado,  - dijo sonriendo  - hicisteis bien, eso nos abre muchas posibilidades a los dos.

-   ¿Posibilidades a los dos? ¿quieres decir que puedo acostarme con quién me apetezca, que no te importa ?, pues que sepas que hay cola.   -  vociferé.

-   No entiendo por qué te enfadas y gritas, Noelia,  -  respondió tranquilo  - tú eres muy sensual y yo también lo soy, así que no me importa que elijas a los que te apetezca de esa cola de la que hablas.

-   Alberto, vete de mi cama,  - dije con contundencia   - ya he escuchado bastantes chorradas. Tengo que pensar.

Se fue y lo escuché en el salón, mientras que yo tapada con la sábana hasta el cuello, mirando al techo lloraba como una magdalena.  Seguro que el cabrito se está bebiendo el cava y lo que no es el cava, pensé, la culpa es mía por contarle lo que no debía, soy demasiado posesiva con él y quizá tenga razón deberíamos darnos más libertad, ser más liberales ...... no quiero estar sola, lo necesito a mi lado.  Una hora después, cansada de dar vueltas en la cama me acerqué a la balaustrada de la escalera y llamé bajito:

-   Albertooooo, sube conmigo por favor, tengo mucho frío.

-   Voyyyyy pesada.  – respondió tras un minuto.

Subió las escaleras tambaleante y cuando llegó a mí lo abracé y lo conduje hasta la cama, nos acostamos yo inclinada sobre su cara, besándolo, acariciando su pelo.

-   Estás un poco borrachito, mi cielo,  - musité mirando su cara de bobo sonriente   - hueles a whisky que alimenta, necesito que me abraces. Ésta noche soy solo tuya..... y mañana Dios dirá.  -  suspiré.

-   Has estado pensando,  -  respondió con voz pastosa  - y eso no es habitual en ti....

-   Déjate de tonterías, Berto,  -  dije mirándolo amorosa  - he entendido tu mensaje, de verdad, y estoy de acuerdo en que no podemos ser tan posesivos el uno del otro.  Solo te pido una cosa.

-   ¿  Cuala  ?  - preguntó riendo el imbécil.

-   Escúchame y recuérdalo siempre, cada tarde cuando llegue a casa quiero ver a mi hombre esperándome, si llego yo antes, te esperaré a ti, te juro que lo haré, júralo tu.

-   Lo juro, palabrita del Niño Jesús.  – reía entrecruzando dos dedos sobre su boca.

Puse mi cuerpo sobre el suyo cabalgándolo, cogí su pene que estaba duro y lo apoyé entre mis pliegues, moví mis caderas y entró suavemente hasta lo más profundo de mí, restregábamos nuestros cuerpos, mis pechos sobre el suyo, él acariciaba febrilmente mi culo, mi espalda, mientras nuestras lenguas se enlazaban, temblábamos los dos.

Comenzaron las convulsiones impetuosamente, sentí sus chorros de semen abrasando mi mojada vagina y nos corrimos con violencia, con pasión, los dos a la vez. Tras un par de dulces minutos en esa posición, me tumbé a su lado.

-   Noelia,  -  musitó en mi oído   -  ¿ es esta la última noche que hacemos el amor  ?.

-   Creo que sí, Alberto,  - respondí suspirando  - me temo que no volveremos a hacer el amor, aunque espero que cuando nos apetezca a los dos, podamos aparearnos como animales – reí relajada porque mi hombre, el único amor de mi vida, había vuelto a mí.

Dormimos como siempre, abrazados uno al otro.  Desperté sobre las 10, era domingo y no tenía prisa, estaba segura que mi chico estaba preparando nuestro desayuno, me duché y bajé riendo.  Berto, no estaba en la cocina, la casa estaba vacía.  Preparé un café con leche y lo tomé sentada en la mesa. “ ¿ Que narices está ocurriendo  ? , me dije furibunda, el borde se lo ha tomado al pie de la letra, me ha dejado sola y        ¿ ahora qué ?, mi mundo, mi vida está ligada a él, no tengo a nadie más, joder, ni quiero tener a nadie que no sea él, ¡ seguro que se está revolcando con esa guarra, con Alicia  ! “.

Empecé a llorar con desespero, hipando como una tonta.  Oí abrirse la puerta y escuché a Berto:  -  Nena, he comprado ensaimadas y cruasanes.....   ¿ Pero, que ocurre Noelia por qué lloras, te sientes mal  ?.  – preguntó asustado, abrazado a mi cuello.

Tomé sus manos, las cubrí de besos y mordí con furia una de sus palmas.

-   Es que no estabas,   - respondí, todavía hipando y llorando   -  me dejaste sola,      pensé que no volverías.  -  sollocé todavía más fuerte.

-   Mira lo que me has hecho, -  me mostró su mano con gotas de sangre    - cariño, vamos a desayunar juntos, que eres tonta.

Nos sentamos muy juntos y comimos toda la bollería que había comprado.  Lamí la herida de su mano, besé con dulzura sus labios y dije mirándolo:

-   Alberto, anoche dije un montón de tonterías.  Cuándo no te vi esta mañana estaba aterrada, ya me viste, yo ya no puedo vivir sin ti, sé que tú sí puedes hacerlo sin mí, estoy dispuesta a aceptar cualquiera de tus condiciones ¡ cualquiera !, pero no me dejes, por favor.  -  supliqué

Alicia

Entré en la oficina corriendo, era tarde me entretuve en el gimnasio más de la cuenta y el tráfico era terrible, aunque vestía una suave blusa y una falda corta, estaba sudando y con voz entrecortada saludé a Mario.

-   Hola Mario,  - hablé con voz entrecortada  - me he retrasado.....

-   No pasa nada, bonita.  Ali, es urgente que le echéis mano al asunto  de Petisa, han llamado reclamándolo, busca su expediente y trabajáis en él.

-   Descuida, Mario   - respondí a mi socio  - ésta misma tarde estará listo, Berto y yo trabajaremos en él.  Por cierto, Alberto es una máquina, qué buen fichaje has hecho.

-   Ya te lo dije, Alicia, él es el mejor.  Venga, tengo que irme a Colomarsa a ver si puedo terminar el proyecto; mañana Berto vendrá conmigo, hay unos puntos que soy incapaz de resolver.  – se marchó.

-   Buenos días, Berto,  - saludé poniendo una mano sobre su hombro, a su espalda  - ¿ en qué estás trabajando ?  - me incliné mirando la pantalla de su PC.

-   Estoy terminando este proyecto, en diez minutos estará listo. - respondió sin girar su cabeza   - por cierto, que bien hueles,  ese aroma....

-   Ese aroma es mi sudor, grandullón,  - dije riendo  -  he venido corriendo, el tráfico estaba terrible y aún así me he retrasado.  Termina lo que estás haciendo y nos ponemos los dos con el expediente Petisa.  Mientras, voy a lavarme la cara.

Trabajamos juntos durante horas, uno frente al otro en el mencionado expediente, surgieron problemas que yo no podía resolver, pero allí estaba él que  lo resolvía todo, me puse a su espalda mirando su pantalla por encima de su hombro.  Señalé con el dedo una de las fórmulas.

-   ¿ De donde obtienes esto, Berto ?.  -  al inclinarme,  apoyé mis pechos levemente en su nuca y ahí se quedaron, me di cuenta, noté su ligera convulsión, pero no los aparté, al contrario los apoyé más fuerte.

-   De aquí y de éste, señaló su pantalla, pero necesito antecedentes de la empresa.  – respondió imperturbable.

-   Voy a buscar el archivo, está en el almacén  - dije resignada mientras me alzaba.

-   Bertooooo,  - lo llamé   -  necesito tu ayuda, no llego está muy alto - aunque estaba de puntillas, apenas podía tocarlo con mis dedos.

Noté su cuerpo en mi espalda y fácilmente sacó el archivo, lo dejó sobre una mesa anexa.  Me giré hacia él, enlacé su cuello con mis brazos y lo besé mientras mi lengua buscaba la suya. Puso sus manos en mis caderas, pero no respondió a mi abrazo aunque sí a mi beso.

-   Alberto, lo siento,   - tartamudeé, separando mi cuerpo  - yo...es que ... ¡ que porras, no lo siento !, estaba deseando hacerlo, lo estaba desde el mismo momento en que te vi por primera vez, pero ésta mañana....

Me abrazó, me besó,  sin dejarme terminar  de hablar, apoyó mi espalda contra la pared y se pegó a mi cuerpo, sentí un bulto apretándose sobre mi vientre y me volví loca, apreté mis manos sobre su culo, me restregué contra su cuerpo y respondí a su beso, lamí su lengua que inundaba mi boca, suspiré fuertemente en la suya.

-   Alicia,  - me miró serio, separándose de mi boca, pero no de mi cuerpo que seguía contra la pared   -  somos compañeros de trabajo y los dos tenemos pareja......

-   Si sigues mirándome así, como tú lo haces, estoy perdida cariño – respondí a su mirada   -  Gustavo ya no es mi pareja, dejó de serlo hace días y Noelia .....  ¿ qué quieres que haga, mi vida, qué quieres que haga con mi corazón ?.

-   Alicia,  -  dijo acariciando mi cara  -  tenemos que hablar de esto, tú me gustas mucho, pero ahora tenemos que trabajar.  – se separó de mi.

-   ¿ “esto”, “te gusto”  ?  - respondí airada  -  esto es amor, Berto,  sé que te gusto, pero yo estoy enamorada.

Continuamos con el trabajo, hablando lo justo sobre el expediente, pedimos dos bocadillos al bar, que comimos mientras seguíamos con los PC.  Cerca de las 6, concluimos el expediente, ya estaba finalizado, me levanté y sin siquiera despedirme, me dirigí hacia la puerta y vi reflejada en el cristal su cabeza girada hacia mi, me giré y dijo:

-   Hasta mañana, Alicia.  – lo miré con una leve sonrisa e incliné ligeramente la barbilla, no quise hablar por que sabía que iba a sollozar si lo hacía.

Noelia

Regresé a nuestra casa poco más tarde de las 6, cansada e inquieta.  Berto no estaba y eso me inquietó más, pero tenía que hacer la cena, como habíamos acordado, justo en ese momento escuché abrirse la puerta, se acercó a mi  y frunciendo sus labios me dio un besito.

-   Berto, puedes besarme o no, pero cuando lo hagas no me des un piquito,   - abracé su cuello y lo besé como siempre, con pasión  - voy a hacer la cena, que veo que estás desganado al menos de mis besos.

-   Nena, cenemos fuera  ¿ te apetece ?.  -  preguntó mirándome.

-   Me apetece estar a tu lado, nene  - dije riendo sin ganas.

Anduvimos hacia un restaurante cercano, cogida de su brazo.  Estaba muy asustada, algo estaba cambiando entre nosotros, lo veía en su mirada, en su actitud.  Tras mirar las cartas, elegimos los platos y yo pedí una botella de vino de rioja.

-   Cariño, no podemos seguir así,  - lo miré angustiada  - sé que he metido la pata a fondo, pero necesito todo tu cariño, no solo un poco. Hemos discutido como hacen todas las parejas, yo ya lo he olvidado, pero creo que tú no.

-   Noelia, es cierto que algo está cambiando,  - me miró muy seriamente  - pero no te echo la culpa a ti, creo que la culpa es mía.  Mira, voy a ser sincero: estoy cansado de ser la pareja de una estrella, como tú lo eres, y de ser un don nadie, como lo soy yo.

-   No me digas eso, mi vida,- respondí con mis ojos húmedos- no soy  una estrella, soy tu mujer, y tú no eres un don nadie....

Se acercaron unos jóvenes a pedirme un autógrafo, con el móvil preparado.

-   Ahora no, por favor.  -  los miré enfadada.

-   ¿ Lo ves, cielo  ?, sí eres una estrella y más lo vas a ser, eres vanidosa como lo has sido con esos chicos.

Me levanté y fui hacia la mesa de la joven pareja, tras pedirles disculpas les firmé autógrafos y nos hicimos selfies, se unieron otros y los complací a todos.

-   ¿ Estás satisfecho, Berto ?, -  lo miré muy seria  - soy periodista y salgo en la tele, si eso te molesta, apaga y vámonos.

-   No soy yo quién te ha echado de la cama, Noelia.  – respondió.

-   Eres rencoroso, Alberto,  -  respondí  - sabes que después te supliqué que me estrechases entre tus brazos, pero ya veo que de nada sirven ni mis lloros ni mis lamentos.

Pagó la cena y salimos, no sin antes saludar con la mano a los jóvenes con una  sonrisa.  Llegados a casa, me senté en el sofá tras servirme una copa, él subió al dormitorio y tras varios minutos bajó con su equipaje.

-   Me voy Noelia, - dijo mientras dejaba sobre la mesa, la llave de casa y la tarjeta Visa  - que sepas que no la he usado.

-   Que te vaya bonito, Alberto   - respondí sin mirarlo.