Perfidia.12 : Caracas
Su lengua entró hasta lo más profundo, lamiendo sin descanso mis músculos vaginales, cada hueco de mi vagina, mientras mis paredes se contraían tratando de retener su lengua, de aprisionarla.
Mi despertador sonó a las 4 de la madrugada, bostecé y estiré mis brazos, pero Berto no estaba a mi lado, escuché ruido en la cocina. Entré al baño, hice lo que tenía que hacer, me duché, me vestí y salí hacia la cocina, mi marido ya había sacado mi maleta, bueno, la maleta y alguna cosa más, porque anoche quedamos dormidos uno dentro de otra y, aunque sudada, dormí como los ángeles. ¡ Llena de él !.
- Nene, ¿ que puñetas estás haciendo ?, me has dejado sola y me gusta despertar entre tus brazos.
- Te he hecho café, tostadas y zumo de naranja, Noelia, recuerda que soy tu ama de casa. - respondió abrazándome.
- Sólo tomaré el zumo y el café, que es muy temprano, - respondí a su abrazo - Berto, encima de mi mesita de noche he dejado una de mis tarjetas de crédito, la Visa Oro, el PIN o contraseña es tu año de nacimiento, úsala por favor, y mi PC está sobre la mesa del salón, la contraseña para entrar es ALBERTO.
- Las contraseñas, ¿ las has puesto ahora, cariño ?.
- No, tonto, siempre lo han sido. Si quieres acceder a mi cuenta corriente, que está en el PC, el PIN es el mismo de la tarjeta. - lo miré con ternura.
Sonó mi móvil y respondí.
- Es el chófer, el coche está en la puerta. Mi vida, esta noche intentaré llamarte, y ni se te ocurra mirar a otra mujer, ¿ estamos ?. - nos besamos, nos abrazamos y mi chico me acompañó hasta el coche con la maleta en la mano.
Mi día en Caracas fue convulso, las calles eran un hervidero de gente manifestándose, de uno y otro bando, la tensión podía cortarse. Entrevisté a dos generales del ejército venezolano y sobre las 20 horas llamé al móvil de Berto.
- Hola nene, ve a mi PC, en 5 minutos te llamo por vídeo conferencia. Quiero ver tu carita de besugo.
Minutos después contactamos.
- Cariño, ¿ ya has cenado, y a qué viene ese gesto triste ?. - pregunté.
- No he cenado, Noelia, estaba pendiente de tu llamada, he visto en directo tus entrevistas y el follón de las calles. Estoy muy preocupado, la situación en Caracas es peligrosa y .......
- Berto, quiero que cenes en cuánto terminemos de hablar, y no te preocupes por mí, llevo tres guarda espaldas, aparte de Henry, mi cameraman y estamos en la Embajada U.S.A., mira, lo vas a conocer. Henryyyyy, - grité - ven a conocer a mi marido.
- ¿ Está contigo, en tu dormitorio ? - preguntó molesto.
- No tonto, está en la habitación contigua, pero hay una puerta que nos comunica y la tenemos abierta. - Henry, se colocó a mi lado - Enrico, te presento a mi marido, Alberto, el amor de mi vida.
- Un placer, Alberto, - dijo sonriendo el grandullón de Henry - aunque ya te vi, en la puerta de la ONU, cuándo la lagarta de mi jefa, se colgó de tu brazo.
- ¡ Deja de decir mariconadas, Enrico. ! - dije entre carcajadas.
- Encantado de conocerte, Henry, - respondió Berto - supongo que cuándo dices “ la lagarta “ te refieres a Noelia.
- Uuuuyyyy, ¡ que susceptible es tu Bertín !, pues que sepas que normalmente, la llamo cosas peores, ¿ a que sí, zorrita ?, os dejo, que tenéis que deciros muchas cosas. By, Bertín. – dijo Henry, mientras se marchaba.
- Nena, ¿ Henry no se pasa un pelín contigo ? - preguntó mi chico.
- No se pasa nada, cielo, es mi mejor amigo, siempre me protege, ya ves que es un armario, juega al rugbi los fines de semana y para tu tranquilidad, que te conozco, es gay. - respondí riendo.
- Eso me tranquiliza, parece un buen tío. Ten mucho cuidado, amor mío, te necesito entre mis brazos, - dijo suspirando - me siento tan solo sin ti.
- Berto, no te voy responder lo que haría esta noche contigo, estoy ardiendo, - musité con dulzura - y no te lo explico porque, estoy segura, que alguien nos está viendo y escuchando, pero quiero que el mundo lo sepa, ¡ te adoro, amo a mi hombre con locura y mañana, me lo voy a comer enterito !, cariño, esto se va a cortar, espero regresar mañana en la noche....
La imagen se diluyó en la pantalla, se había cortado la conferencia.
El siguiente día pude realizar la entrevista con Guaidó, las turbulencias en las calles habían aumentado y se desató la violencia, sonaban disparos por doquier, estábamos rodeados por manifestantes que arrasaban lo que se ponía por delante, mientras nosotros filmábamos y yo trataba de recoger opiniones. Recibí un fuerte golpe en la cabeza y caí al suelo, de inmediato me rodearon los guarda espaldas y pude ver a Henry pegar una patada a alguien que voló por los aires, era mi agresor.
Pudimos llegar a la embajada y me atendieron los servicios médicos, tenía un fuerte hematoma en la frente, me hicieron radiografías y otras pruebas, pero no parecía nada grave, prescribieron analgésicos y una crema sobre la herida y me alertaron sobre una posible conmoción cerebral. No debía dormir sin alguien que me vigilase.
La entrevista con el Presidente se canceló sine die, parece que había salido del país. CBS, nos envió un avión privado que nos esperaba en el aeropuerto; a las 19 horas aterrizamos en New York donde nos esperaba Robert Benson, junto a otras personas, entre ellas un médico, subieron al avión y el doctor me examinó.
- Parece que todo va bien, solo necesita descanso. – concluyó tras el examen.
- ¿ No sería mejor ingresarla en un hospital ? - preguntó Robert.
- No lo veo necesario, Mr. Benson, mas si usted lo prefiere......
- Robert, estoy bien, de verdad, - me apresuré a responder - solo quiero irme a casa y descansar.
- Bien, Noelia, en ese caso te acompañaré a tu casa. – respondió él - Tu trabajo en Caracas ha sido magnífico, cómo siempre.
- Gracias Robert, - le sonreí - no te molestes en acompañarme, lo hará Henry Caruso, y no te olvides de felicitarlo porque el trabajo ha sido de los dos.
- Lo haré. Descansa el fin de semana, mañana iré a tu casa acompañado del médico. – acarició mi mano y se marchó.
Nos montamos en uno de los coches Enrico y yo, haciéndonos bromas.
- Noelia, me ha felicitado Benson, supongo que se lo has pedido tú, él nunca suele hacerlo. Gracias, jodida jefa. – dijo riendo, mientras me pegaba un cachete en la cabeza.
- Joder, mariconazo, tus cachetes hacen daño. - respondí pegándole un puñetazo en el hombro que dejó dolorida mi propia mano.
Llegamos a mi apartamento, Henry cogió mi maleta, subimos y llamé al timbre, abrió Berto y me abrazó, mientras yo besaba su cuello y estrechaba su cintura.
- Vale tortolitos, me voy que me espera el coche en la calle, - añadió mirando a Berto - cuida de ella, está hecha polvo.
- Gracias Henry, - respondió Berto, dándole un abrazo - he podido ver cómo la cuidabas tú en Caracas, aquí tienes un amigo para siempre.
Ya solos, nos dirigimos al salón cogidos de la cintura.
- ¿ Qué le has hecho de cena a tu mujercita ? - pregunté feliz mientras me sentaba en el sofá.
- Esta tarde cociné un guiso de cordero, sólo hay que calentarlo. Hace 30 minutos escasos, me han llamado para confirmarme que venías a casa, yo estaba loco de ansiedad.
- Sí cielo, les di tu número de móvil, para que te llamasen si era necesario. Voy a ducharme, que estoy sucia y pateada, ¿vale?.
- No vale, luego te ducharé yo, - respondió serio - te quedas sentadita y yo preparo la cena, sólo tardaré unos minutos, ¿ te encuentras bien, nena ?.
- Me encuentro súper bien a tu lado, nene, pero ésta noche has de cuidarme y mimarme de un modo muy especial, - lo miré amorosa - eres la mejor medicina para mis males.
Se dirigió hacia la cocina y yo fui tras él, como una perrita, me abracé a su espalda y, de puntillas, mordí su cuello.
- Noeliaaaa, te he dicho que te sientes, que descanses y deja de morderme. - gritó riendo.
Metí mi mano entre sus piernas y le apreté el escroto, él dio un salto.
- A mí no me grites, idiota, - grité yo - te muerdo y estrujo tus pelotas, cuándo me dé la real gana. Además, tendré que lavarme las manos por lo menos, sobre todo, después de tocarte los huevos.
- Berto, que bueno está, - dije mientras comíamos – el cordero, las patatas, los guisantes, la zanahoria..... estaba hambrienta, no comí nada en todo el día. Por esto te quiero, bobo, que si no, te iba a aguantar tu tía, la de Burgos.
- Cielito, cómo te han dejado la cara, - dijo cabreado - los muy cabrones se han ensañado contigo.
- No me mires, lo siento, sé que estoy muy fea. - lo miré triste - Pero no hablemos de eso, por favor.
- ¿ Que no te mire ?, he de contenerme para no besar cada centímetro de tu rostro, estás preciosa, cariño, - dijo acariciando mi cara - como siempre.
- Pues no te contengas, amor mío, - me abracé a su cuello, lo besé e introduje mi lengua entre sus labios - Berto, te he quitado un trozo de cordero que tenías en la boca, y está buenísimo. - dije mientras reía.
Ya en el dormitorio, él me ayudó a desvestirme y me llevó a la ducha, nos enjabonamos restregando el gel por mi cuerpo muy suavemente.
- ¡ Que no soy de porcelana, Berto !, limpia más fuerte mi piel, que doy asquito.
- Joder Noelia, llevas otro moratón en la espalda y otro en el muslo, ¿ los ha visto el médico ?. – preguntó alarmado.
- Me han examinado hasta el culo, incluyendo mi entrepierna, así que tendrás que cumplir tu palabra y matarlos a todos, a los cuatro médicos de la embajada - reí - Son patadas que recibí, no tienen importancia.
Me secó con mucho cuidado, me tomó en sus brazos y me llevó a la cama.
- Me van a tener que patear todos los días, son deliciosos tus mimos. – musité en su oído.
- Noelia, debes descansar, estás agotada y yo vigilaré tu sueño. – susurró.
- ¡ De eso nada, Alberto !, no me cabrees, - grité mirándolo - dormiré como cada noche, entre tus brazos, pero necesito tu amor, sentirte dentro de mi y lo vas a hacer yaaaaaa, ¿ estamos ?.
Riendo a carcajadas, puso su cuerpo sobre el mío, apoyándose sobre sus codos para no lastimarme, besó mis labios intensamente mientras su lengua invadía mi boca.
- Nene, refriega tu cuerpo sobre mí, no me lastimas, pero ve con cuidado con mi boca, la cara sí me duele, así que utiliza tu lengua en otro sitio.
- ¿ Qué otro sitio, zorrón ?.
- Pues en mi bizcocho, joder, en mi coño. - exclamé riendo abrazándolo.
Puso su cabeza entre mis abiertas piernas, sentí sus besos y su lengua en mis muslos, mis ingles, el pubis, la tripa, mis enhiestos pezones que lamió y mordió mientras yo suspiraba y ardía de deseo. Bajó de nuevo su cabeza, husmeó mis pliegues y los separó con su lengua, “ cómo conocía mi hombre, cada uno de los rincones de mi cuerpo “ - pensé.
- Berto...., ¡ lámelo todo !, me estoy muriendo de gusto. – gemí.
Su lengua entró hasta lo más profundo, lamiendo sin descanso mis músculos vaginales, cada hueco de mi vagina, mientras mis paredes se contraían tratando de retener su lengua, de aprisionarla. Alcé mis brazos sobre mi cabeza y mis caderas contra su boca, mi cuerpo temblaba y cuando noté su primera lamida sobre el clítoris sentí un chasquido en todo mi cuerpo, tuve un enorme orgasmo entre convulsiones. El siguió lamiendo, apretando mis nalgas con sus manos, empujando mi cuerpo hacia su boca, castigando mi clítoris con su lengua, mientras mis fluidos inundaban su boca y mis convulsiones golpeaban su cara. Mis orgasmos no paraban, uno tras otro, hasta que mi cuerpo quedó yaciente, rendido.
Él, besó con dulzura mis labios vaginales y levantando mis nalgas con sus manos, lamió mi ano con todo el amor del mundo. Mi marido me estaba volviendo loca, me entregaba todo su inmenso amor.
- Nena, mi mujer, abre los ojos que te quedas dormida. – rio a mi lado, mientras me abrazaba.
- Alberto, - dije con voz entrecortada con una sonrisa enamorada - ¿ qué me estás haciendo ?, cada una de mis noches a tu lado, haces que te ame más, que me sienta más tuya, que sea más feliz.
- ¿ Antes no lo eras, cariño ?.
- No Berto, los dos últimos años era una mujer frustrada, infeliz, pero cuándo te vi en la puerta de la ONU, se iluminó mi corazón, me colgué de tu brazo y apreté mi pecho contra él, seguramente tú no te diste cuenta, pero mi corazón saltaba jubiloso y sentía cosquillas en mi vientre.
- Claro que me di cuenta, tonta del culo, notaba tu tetita en mi brazo, pero después ya en el restaurante, te pusiste borde, tuve que utilizar el truco del lloriqueo, para que te ablandases. – se rio el muy berzas.
- ¡ Eres un cabrito !, - me enfurecí - creí que llorabas de verdad y besé tu mano y después tus labios, ¡ seré idiota !.
- ¿ Te arrepientes de haberlo hecho, Noelia ?. – me miró serio.
- Lo volvería a hacer mil veces, vida mía, con truco o sin él. – sonreí - pero me fastidia que, aunque siempre parezca que me des la razón, al final te sales con la tuya. Venga, sigue castigándome que mi cuevita te espera.
- Te lo digo en serio, Noelia, quiero que descanses así que por hoy ya está bien, duerme entre mis brazos y mañana más. - dijo.
Dormí como un lirón, calentita entre sus brazos. A las 9 desayunamos juntos y a mitad de la mañana, llegó Robert con el médico quien me examinó y nos dijo que todo iba bien, en pocos días desaparecerían la hinchazón y el moratón.
- Noelia, - dijo Robert - descansa los días que sean necesarios, ya tenemos preparadas tus próximas entrevistas, Theresa May y Corbyn en Reino Unido, estamos concretando las fechas y desde allí te irás a Madrid. Por cierto, ayer fuimos líderes de audiencia, todas las cadenas USA, retransmitieron tus entrevistas en Caracas, especialmente tu agresión. Enhorabuena, eres la mejor.
- Gracias Robert, estaré donde y cuando vosotros queráis, ya he visto las noticias - dije riendo - la foto más vista y la más comentada, ha sido la que yo estaba en el suelo con la falda subida y enseñando el culo, como era de esperar. Es vergonzoso. - rieron todos.