Perfidia 3.

Mi pasión por Berto iba en aumento, follábamos cómo simios aunque cuándo me contó su sueño sentí que una sombra oscurecía nuestra recién iniciada relación ...

Capítulo 3

Desperté bostezando y estirando los brazos sobre mi cabeza.  Sentí frio, Berto no estaba a mi lado.

-   Albertoooooo, ¿ dónde estás ?.  – grité.

-   En la cocina, nena.  Baja y desayunamos.

Me puse el batín y bajé sonriendo, mi chico preparaba mi desayuno, como hacía a diario.

-  Te estoy preparando dos tostadas, ¿ las quieres con aceite o con mantequilla?.

Me abracé a su espalda y revolví su pelo con mis dedos.

-   Me has dejado sola, cielo.  He dormido como una marmota, con el calorcito de tu cuerpo, acurrucada entre tus brazos. -  dije mimosa.  -  ¿ Que hora es ?.

-   Las siete, ¿ dónde tienes que ir hoy ?.

-   Al Congreso de los Diputados, a las 8,45. Tengo tiempo de sobra.

-   Vaya tostón.  Yo regresaré esta tarde sobre las 7, tengo una reunión.

-   Hoy cocinaré yo Berto, te prepararé una cena que te vas a chupar los dedos.

-   Virgen del Amor Hermoso, tú en la cocina eres un peligro, cielo. -  se rio.

-   Jo, la semana pasada se me pasó un poco la carne, pero te la comiste y dijiste que estaba buena.  –protesté.

-   Ya, jajaja, sabes que estaba quemada.  Pero la hiciste con buena voluntad y quise animarte.

Nos levantamos, retiramos la mesa y fregamos los platos entre los dos.  Al terminar, lo miré fijamente a los ojos y abracé su cuello, mi batín se abrió mostrando mi cuerpo desnudo, junté mi cuerpo al suyo y musité en su oído:

-   ¿ Me dejas besarte, cielo ?, necesito sentir tus labios, tu cariño, esta noche me he sentido dichosa, protegida entre tus brazos, me dormí con tus manos en mis tetitas, escuchando los latidos de tu corazón.

-   Noelia,  - dijo abrazando mi cintura desnuda.   -  bésame como a un hermano, con ternura, pero.......

-   Déjate de tonterías, amor mío, te quiero con pasión y ya sé que te parezco una veleta, pero a un hermano no se le hincha el paquete cómo lo tienes ahora y lo tenías anoche, que lo noté tonto.

Besé sus labios con ansiedad, mordiéndolos, chupándolos, metiendo mi lengua entre ellos, jadeando con desespero.  Él se entregó a mí, respondiendo a mis besos, a mi lengua, mientras sus manos acariciaban mi espalda, mi culo y apretaba con ardor su pene contra mi vientre.

-   Noelia, hemos de darnos un respiro, no confundamos la pasión de un momento con el verdadero amor.  Me tuviste y me rechazaste por el que creíste que era tu amor.  Yo sigo enamorado de ti, te lo dije anoche y antes de anoche, pero no quiero que nos hagamos daño.  Voy a almorzar con una chica que me gusta y creo que yo a ella, quiero que lo sepas. – dijo deshaciendo nuestro abrazo.

-   Vale Berto, - dije desilusionada, con los ojos húmedos.  -  ¿ la chica es la que estaba junto a ti en la cena ?.

-   La misma, Gloria, pero terminamos de conocernos, sólo tiene 18 años. Comparándola contigo, sale perdiendo de largo, nena.

-   Es un bomboncito, Berto, como a ti te gustan.  De todos modos haré la cena esta noche y si la traes cenaremos los tres, si quieres, y dormiré en la habitación pequeña para que podáis  usar tu dormitorio y si no lo usáis, volveré a dormir entre tus brazos, ¡ que lo sepas, nene  !.  – respondí sonriendo.

Bajé vestida, media hora después.  Frunciendo mis morritos, besé sus labios.

-   Me está bien empleado, nene, por no valorar lo que tenía en casa, pero mírame a los ojos,  - él lo hizo.  – voy a luchar por ti, por tu amor.  – me marché.

Sobre las 6 volví a casa, cansada, aburrida, desanimada.  Empecé a hacer una salsa “fruta di mare” o algo así para acompañar a los espaguetis.  Me puse unos vaqueros y una camiseta sin mangas, hacía calor.  Poco más de las 7, volvió Alberto.  Traía dos paquetes en las manos.

-   Cumpleaños feliz, tócate la nariz..... – cantó riendo.

Quedé perpleja, desorientada.

-   Jo, es mi cumpleaños, te has acordado, amor..... Berto.

-   Llámame como quieras, no te quedes a medias.

-   Iba a decirte, amor mío, -  dije colgándome de su cuello y besándolo.  -  Ni yo misma recordaba que hoy era mi cumple.

-   He traído un trozo de tarta, una velita y un regalito para mi nena.

Abrí ilusionada los paquetitos, en uno, una pequeña tarta de chocolate y en el otro una preciosa blusa blanca.  Me emocioné, nadie se había acordado de felicitarme, salvo mi chico.  Me quité la camiseta y bailaron al aire mis tetas, me puse la blusa y me quedé sin habla mirándome al espejo.

-   Es preciosa, vida mía, un poco escotada ¿ no ?, se me salen las tetas, aunque tiene botones, pero me gusta cómo me queda así.  ¿ Cómo me ves tú, Berto  ?.       – pregunté mirándolo.

-   Cuándo la vi sobre un maniquí, pensé, es perfecta para las tetitas de mi nena.  Y lo es, estás para ....... comerte.

-   Cariño mío, no quiero ser plasta ni pesada, pero estoy ansiosa de que empieces a comerme, pero lo borro, no he dicho nada.    Por cierto,   ¿ viene Gloria a cenar ?.

-   Vendrá de 8 a 8,30.  No te importa ¿ verdad ?.  Es muy agradable, te va a gustar.  – dijo sonriendo.

-   Seguro que sí  - respondí frunciendo mis morritos.  – He preparado una salsa de fruta di mare, cuando llegue coceré los espaguetis.  Y me voy a poner la blusa que me has regalado.

Poco más de las 8 llegó Gloria con un ramillete de flores, que me entregó mientras me besaba las mejillas.  Los celos me invadieron furiosamente, era más que un bombón, parecía una sirena con su melenita rubia, unos vaqueros ajustados que apretaban un culo redondito y respingón, su camiseta gris sin mangas bajo la que se intuían unos melocotones redonditos, y una cara de niña angelical, sin maquillaje pero con unas pestañas que parecían abanicos. Joder con la niña, pensé.

Preparamos los espaguetis entre Berto y yo, mientras la niña esperaba en la mesa descorchando una botella de vino.  Cuando servimos la pasta, dije:

-   Voy a ponerme la blusa que Berto me ha regalado.  -  me quité la camiseta y mis tetas rebotaron liberadas, ¿ será por tetas ?, me puse la blusa.

-   ¿ Te gusta Gloria ?

-   Es preciosa, Noelia, claro que con tu cuerpo es difícil que algo te quede mal.   - sonrió apretando mi mano.

La cena fue deliciosa, los espaguetis estaban riquísimos y tomamos la tarta cantando con alegría. La verdad es que Gloria era encantadora y muy discreta, no comentó nada sobre mi convivencia con Berto.

Sobre las 10, Berto me dijo:

-   Acompaño a Gloria a su casa, sus padres le dan permiso hasta las 10,30.

Abracé a la niña y besé sus mejillas, olía a flores la condenada y le susurré:

-   Eres un encanto, Gloria, me encantará que vuelvas a cenar.  – mentí.

-   Lo haré Noelia, me gustaría ser vuestra amiga, de verdad.

Esperé a Berto hasta su regreso, cerca de las 12.  Estaba muy nerviosa por su tardanza y terminé la botella de vino.

-   Cielo, cuánto has tardado, me he bebido todo el vino esperándote.

-   Estuve un rato charlando con Gloria, avisó a sus padres que estaba en la puerta con un amigo y eso,.... nos enrollamos un poco.

-   ¿ Tiene los labios tan dulces como sus ojos ? – pregunté enfadada.

-   Sí los tiene, se parece a ti, nena, por eso me gusta.

-   Cariño,  - dije abrazando su cuello  -  la niña es un encanto.  Creí que pasaría la noche contigo y me reconcomían los celos.

-   Ella ha dicho que tú le parecías una mujer deliciosa, que eras bellísima.  Creo que le atraes más que yo, fíjate.

-   ¿ Quieres decir qué...... ?, jo, la nena.  Y claro, a ti te apetece tenernos a las dos.  Berto, estoy todo el día esperando sentirme entre tus brazos, sentir tus besos y..... hacerte mío, comerte y que me comas.  Ya se me ha retirado la regla, mi amor.

Subimos al dormitorio abrazando nuestras cinturas, riendo felices. Desnudos en la cama, apoyé mi cabeza en su pecho, con mi pierna sobre las suyas y mirando sus ojos, musité:

-   Me siento cómo si fuese la primera vez contigo y es que nunca te he amado tanto como hoy, haz de mí lo que quieras Berto, me entrego a ti por completo.

Su miembro estaba enorme, enhiesto.  Me incliné y succioné su glande, lo lamí  e introduje toda la polla en mi boca.

-   Nena, dame tu coñito, quiero tenerlo en mi boca, sentir tus temblores, comerte toda.

Me monté sobre su cara, abrí con mis manos mis pliegues y puse mi húmeda vagina sobre sus labios, empezó a lamer y succionar mis jugos, mi clítoris, todos y cada uno de mis huecos.

-   Estás hambriento de mí, vida mía, como yo lo estoy de ti. -  Me incliné y chupé su polla con delirio, mientras movía mis caderas, levantaba mi cintura y la dejaba caer sobre su boca con convulsiones.

Me ahogaba con su dura polla llenando mi boca, que él metía y sacaba sin descanso.  Alcancé el clímax, cuando sentí sus chorros en mi garganta.

-   Cariñooooooo, no pares nuncaaaaaa, me corrrooooooo....   -  farfullé con mi boca llena de su leche que escurría por mis labios y la notaba como entraba por mi garganta.

El seguía chupando mi vagina, mis ingles, mi ano, hasta que nuestros cuerpos yacieron rendidos.  Nos quedamos así un rato, suspirando, embriagados con nuestros íntimos aromas, con el sabor de nuestros cuerpos.

-   Alberto, que maravilla que desahogo, desde anoche he estado pensando en este momento, pero ni en sueños he podido imaginar lo que me has hecho.

-   Nena, te he sentido mía, aunque en algún momento he tenido pensamientos oscuros.

-   ¿ Oscuros, que pensamientos cielo ?, dímelos por favor.

-   Pensé que mi boca era la de Gloria, que eran sus labios los que acariciaban tu vagina y que tú chupabas la suya.  Tu cuerpo y el suyo juntos, han sido la leche.

-   ¿ El cuerpo de la niña te ha excitado ?

-   El de la niña y el de mi nena, pero tu me has hecho explotar, cielo.  Nadie es comparable a ti.

-   Berto, si la preparas y ella quiere, la compartiremos los dos.  A mí también me apetece comerla y que me coma, a la vez que tu me follas.  No lo había pensado, pero ahora que lo hago, wwwuuuaaauuu. Es muy jovencita, bonita y limpia, estoy viendo su boquita y me imagino besando sus labios entreabiertos. Invítala de nuevo a cenar.  Pero, ahora estamos los dos,  ¿ quieres follarme el coñito y el culito ?.

-  ¿ Me vas a dar tu culito ?.

-   Estoy deseando que lo llenes de tu amor, cariño, pero antes quiero sentirte entre mis piernas, y ésta vez piensa solo en mí, castiga mi coñito por haberte sido infiel, besa mis labios, abrázame y dame todo tu amor que lo necesito más que nunca.

Puso su cuerpo sobre el mío y lo recibí gozosa, abriendo mis piernas y estrechándolo entre mis brazos.  Nuestros cuerpos se fundieron, nuestras bocas se buscaban con desespero, nos mordíamos los labios, lamíamos nuestras lenguas entre ardientes suspiros.  Sentía el amor de mi chico, su entrega total, mi ardiente locura, Dios, me dije a mí misma, éste es el amor verdadero, el que siempre estuve buscando y nunca supe encontrarlo.  Abracé su cuello y musité en su oído:

-   Te quiero tanto, mi vida, que me duele el pecho de tanto amor.  Quiero ser tuya para siempre.

-   No voy a dejar que te alejes de mí, nena, nunca más.  – dijo mientras me besaba.

Noté su glande apoyarse en mi entrepierna buscando la entrada de mi vagina, bajé mi mano y separé mis pliegues, alzando mi cintura lo engullí y se introdujo un poco.  Metió su polla hasta el fondo de una violenta embestida, me causó dolor y gemí, pero a la vez levanté mis piernas apoyándolas en su cintura y moví mis caderas rítmicamente para sentirla todavía más dentro, mientras mis paredes vaginales se contraían sobre su hinchado pene.

-   Bertoooo, que delirio, que placer, métela fuerte, hazme daño por favor -  grité entre suspiros, mientras mordía su cuello.

-   Nena, me estás volviendo loco con tus movimientos y tus convulsiones.

Noté el chispazo en mi vientre, en mi coño, en todo mi cuerpo y mientras lanzaba un alarido empecé a temblar, a convulsionarme y llegó el orgasmo más increíble de mi vida.  Pero mi chico no paraba, seguía follándome de un modo brutal, mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas.  Sentía mi vagina destrozada por sus arremetidas y la felicidad inundaba mi alma, todo en una.

-   Cariño, estás llorando  ¿ te hago daño ?.  – preguntó mientras detenía sus movimientos y me miraba.

-   No, vida mía, lloro de felicidad, jamás me he sentido tan dichosa como esta noche entre tus brazos.  Sigue amándome cómo lo estás haciendo y lléname con tu simiente.  -  lo miré enamorada.

Se abrazó a mí, hundió su cara en mi cuello besándolo y continuó metiéndola suavemente al inicio y con contundencia después. Nos agarrábamos uno al otro con pasión, puso sus manos en mis glúteos y los empujó hacia él, notaba la polla alojada dentro de mi útero, o más adentro.  Nos convulsionábamos los dos, nos mordíamos y cuando sentí sus espasmos y sus chorros de leche,  reventó mi cuerpo, me corrí no sé cuantas veces, mi vagina se contraía sobre su pene pidiendo más y más quería que siguiese dentro de mí que se quedase ahí eternamente.  Continuábamos abrazados y empezamos a reír tontamente.  Finalmente se desmontó de mí y quedamos desfallecidos sobre la cama.

-  ¿ De qué te reías tonto ?

-   Pues de ti tonta, de tu cara de boba.

-   Me tienes embobada, cariño, no quería que la sacases de mi coñito, la quería ahí para siempre.  Te juro, Berto, que me he sentido esta noche..., jo, no se cómo explicarlo, sigo teniendo muchas ganas de ti, de que me sigas castigando y quiero enamorarte, que no puedas vivir sin mi.

-   Noelia, yo estoy enamorado de ti desde que te vi por primera vez y cada día lo estoy más. No me imagino mi vida sin ti.  – dijo besando mis labios.

Lo abracé muy dichosa y mordí su oreja.

-   Joder Noelia, me has hecho daño, tus dientes son un peligro.  Mi polla la tengo tumefacta de tus mordiscos, ¡ para ya !.  – dijo riendo.

-   Te seguiré mordiendo cuándo y donde me de la gana.     ¿Te enteras, nene ?.   ¿ Quieres mi culito, o estás cansadito ?.  – pregunté feliz.

-   Si tú quieres te lo hago esta noche, pero son las 3 y mañana hay que trabajar.  Tú decides cielo.

-   Joder, las horas se me pasan volando entre tus brazos.  Pero de mañana no pasa ¿ eh ?.  Vale cielo, quiero dormir como siempre, en tus brazos y con tus manos en mis tetitas.

Nos pusimos cómo nos gustaba, con mi culo en su vientre y sus dedos pellizcando mis pezones.   -  Buenas noches, amor mío.  -  dije feliz, aunque la imagen de Gloria rondaba por mi cabeza.