Perfectamente imperfecta (ix)
Nuestra ultima noche...
Abril del 2014, cumplíamos dos años de estar juntas con mi amada Paula, ella estaba por terminar su licenciatura en la universidad y yo por obtener mi título en el colegio, cumpliría 18 años, y ya habíamos informado a nuestras familias que era un hecho, para finales de año nos mudaríamos a vivir juntas, yo jamás imagine que las cosas pudieran andar tan bien, quizá mi imaginación resultaba ser más sensata que mi realidad.
Mayo, era un día como cualquier otro, debido a los horarios Paula y yo no habíamos podido vernos, pero como siempre me conecte a las 9:00 pm a Skype para hablar con ella, eran las 10:00 y ni rastro de Paula, no cogía el teléfono, no contestaba mis mensajes, ni rastro de ella, pensé que se había dormido o algo así, espere al día siguiente y nada, lo mismo, no supe de ella, llame a una amiga que teníamos en común…
- Hola Sindy, que tal estas?
- Bien y tú que tal? a que debo tu llamada.
- Si bueno es que veras, ya van dos días que no sé nada de Paula, y quería saber si tú la has visto por la universidad o algo.
- Que no lo sabes?
- Saber qué?
- El padre de Paula ha fallecido ayer..
- …. Gracias Sindy – colgué la llamada .
Habían tres cosas importantes sobre Paula, odiaba los consuelos o palabras lastimeras, odiaba los funerales y siempre que algo malo le ocurría se aislaba de todo el mundo, por lo que asumí que intentar saber de ella por su madre habría sido inútil, la cosa ahora era pensar en donde estaría, y solo había un lugar que se me ocurría, un lugar demasiado básico como para que a alguien se le ocurriera buscarla allí, su propia casa.
Me dirigí al lugar y en efecto el auto estaba en el garaje, toque unas mil veces el timbre hasta que al fin salió, al verme tuvo la intención de regresar adentro pero le pedí que me dejara pasar y amenace con no irme hasta que me abriera, así que finalmente me dejo pasar, no dije nada, solo pase, la casa estaba hecha un desastre, había tirado todo al suelo, ella se fue a su habitación, por mi parte me dispuse a arreglar aquel desastre, le prepare algo de comida y subí, al contrario del resto de la casa su habitación estaba demasiado ordenada…
- Te prepare algo para comer..
- Por qué viniste?
- Quería saber de ti, y luego llame a Sindy, ella me ha contado…
- Si, bueno debes saber entonces que prefiero estar sola.
- Si lo sé, no quiere decir que es lo que necesites Paula – me acerque a ella, deje la bandeja en la mesa de al lado y le abrace, guarde silencio .
- No se supone que fuera así – dijo esto y rompió a llorar, jamás la había visto así se derrumbo entre mis brazos como una niña, solo la abrace, no dije nada aunque su comentario me daba curiosidad .
Esa tarde deje que llorara hasta dormirse, pase la noche con ella, entre sueños podía escucharla sollozar y temblar, el verla así me rompía el alma, ella que siempre se mostró tan fuerte, simplemente no pudo más.
- Hey, buenos días hace cuánto despertaste? – dije mientras veía a Paula que me había estado observando mientras dormía .
- No hace mucho, oye, gracias por lo de ayer…
- No hay nada que agradecer, juntas en las buenas y en las malas recuerdas…
Paula me explico que hace tiempo que sabían que su padre tenía una trombosis en el cerebro, y que era inoperable, que también sabían que de un momento a otro podía morir, pero que jamás esperaron que fuera tan pronto, yo entendí lo que era aquel sentimiento, ella sabía que si bien mi madre había sido operada de un cáncer que tenía esa era una enfermedad que no tenía cura, y que al igual que ella vivía bajo la esperanza de que su día tardara en llegar.
Los meses siguientes estuvieron sumidos en un ambiente pesado y algo lúgubre, hice todo cuanto estuviera en mis manos para contentar a Paula, pero ella simplemente había entrado en un coma emocional, siempre pensé que era por lo de su padre, así que jamás le pregunte nada, le apoye en todo cuanto me fue posible.
El colegio y la universidad nos distanciaron un poco, pero nuestra relación iba lo mejor posible, nos veíamos cada que teníamos oportunidad, y de pronto fue como si le hubiesen llenado vida el cerebro, ella tenía ganas de hacer todo cuanto se le ocurriera desde teatro, opera, conciertos, hasta canopi, buceo, escalar, etc, y en cada una de sus aventuras estaba incluida yo, fueron en definitiva los mejores meses de nuestra relación, no había cosa que dentro de nuestras posibilidades no hubiésemos hecho, o eso pensé hasta que en septiembre del 2014…
- Oye Onice, tú sabes que te amo cierto – preguntaba mientras tocábamos el piano .
- Claro que lo se amor…
- Sabes ya casi terminas el colegio, y bueno acordamos que al terminar te vendrías a vivir conmigo recuerdas?
- Pues si cielo claro que lo recuerdo, ya falta muy poco…
- Bueno pues ya llevamos 2 años y 5 meses de estar juntas, y sabes que nos llevamos muy bien, y en realidad creo que hacemos una pareja espectacular…
- Anda ya Paula que te conozco, a que viene tanto rodeo, que has hecho ahora?
- No es lo que hecho sino lo que estoy a punto de hacer – se puso de pie para luego arrodillarse – Onice, te gustaría casarte conmigo?
- Anda ya hablas en serio? pero claro que si mi amor, por supuesto. – Ese día llore pero de alegría, sabía que en realidad no podíamos casarnos, al menos no en ese país, pero aquello fue tan serio como cualquier otra propuesta de matrimonio .
Esa noche hicimos el amor como la primera vez, pasamos toda la noche diciéndonos y demostrándonos cuanto nos amábamos, esa fue una noche que jamás podre borrar de mi memoria.
Termino septiembre y luego octubre y yo ya era oficialmente una maestra de educación primaria, así que comencé el papeleo para conseguir un trabajo, Paula había terminado su licenciatura y de hecho mucho antes de eso estaba trabajando, y como habíamos acordado me mude a vivir con Paula, no sin los típicos pregones de mi madre diciendo que no dejara de visitarla, y mi padre con sus prácticos consejos de cómo arreglar uno mismo los problemas en casa, dijo que era hora de poner en práctica lo que me había enseñado años atrás, que ahora si debía ser un verdadero caballero, todo aquello me ponía muy nerviosa pero no había nada que pensar, un día termine mis maletas, me despedí de mis hermanos y ya con 18 años emprendí la aventura de vivir junto a mi futura esposa.
Noviembre los primeros días fueron una verdadera locura, andábamos haciendo el amor todo el tiempo, nuestra vida era eso, estar en la cama, comer y dormir, claro que eso solo al comienzo, luego nos acoplamos a una verdadera vida marital, con deberes en casa y todo eso, ninguna de estas cosas supuso un problema, hacíamos una muy buena pareja.
Pero nada es tan bonito como parece, ya viviendo con Paula y estando junto a ella casi todo el tiempo fui notando como bajaba de peso, era algo tan discreto que antes no lo había notado, pero ella se veía bastante bien así que pensé que sería estrés, hasta que un día por la prisa de llegar tarde al trabajo dejo olvidado el móvil, su madre habría llamado ya unas 5 veces así que finalmente cogí el móvil y conteste, como desearía no haberlo hecho, el motivo de la llamada era simple, quería saber si Paula estaba asistiendo a las citas, luego de rogarle una explicación termino diciéndomelo, Paula tenía cáncer, y uno en etapa avanzada, solté el teléfono, no recuerdo si habré colgado o no la llamada, solo sé que me metí a la ducha abrí la regadera y comencé a llorar, llore y llore tanto que sentí que en algún momento me quede sin lágrimas.
Todo tenía sentido, la propuesta de matrimonio, las recientes aventuras, el ímpetu con que hacia cada cosa, no estaba construyendo una vida, estaba dignificando su muerte, me pregunte a mí misma una y mil veces el por qué no me lo habría dicho, por qué no dejar que le poyara, pero lo sabía hubiese sido inevitable que mi reacción le terminara molestando, no quería que yo la viera como una enferma desahuciada, me había escuchado hablar tantas veces con dolor de esa enfermedad, su cáncer era inoperable, y había decidido no tomar las quimio, todo era tan simple la estaba perdiendo.
Cogí el teléfono y llame a su madre…
- Hola, Onice querida estas bien, yo pensé que tú lo sabias, pensé que la acompañabas a los tratamientos, eso me dijo ella…
- Cuanto?
- A que te refieres?
- Cuanto tiempo le queda?
- Querida, yo..
- Cuanto tiempo le queda!!??
- Con el tratamiento meses, quizá años – dijo notablemente dolida al saber que ella no estaba siguiendo tal tratamiento .
- Y sin él?
- No lo sé, Onice no lo sé, es algo demasiado delicado. – dijo llorando .
- Lo siento Mirian, lamento hacerte pasar por esto, muchas gracias.
Que hacer ahora, lo que ella quería, llevar una vida ignorando aquella situación, sé que cualquiera hubiese dicho que lo mejor era convencerla de seguir el tratamiento, pero sabía lo que las quimio harían en ella, cambios de humor, pérdida de peso, depresión, debilidad, perdida del cabello, todo eso lo había vivido con mi madre, pero el cáncer de Paula era mucho más drástico, prácticamente los médicos la habían desahuciado, solo le ofrecían una pequeña extensión, no le haría eso, prefería verla vivir y no sobrevivir.
Así fue, paso el mes de noviembre y yo solo veía a mi amada desmejorar, no tenía apetito, bajo demasiado de peso, el cáncer la estaba consumiendo, y yo la perdía, ella jamás me dijo nada, y se inventaba cualquier excusa para su condición yo simplemente fingí ignorancia de la verdad, llego diciembre y todo se volvió demasiado obvio, ella ni siquiera se preocupaba por excusar nada, de alguna manera sabía que yo conocía la verdad, pero seguía fingiendo lo contrario, no sé si lo hizo por mi o por ella.
Pase junto a ella hasta el último instante, pero llego la obscura noche, 15 de diciembre del 2014, ese día fuimos a la cama como cualquier otra noche, recuerdo que ella había estado tan animada por la mañana que una tenue esperanza de que mejorara se pintó en mi mente, entonces hicimos el amor, pero fue tan diferente, todo fue tan tierno y delicado, y sus lágrimas al final me dibujaban ahora una despedida.
Dormimos juntas, abrazadas, repito como cualquier otra noche, la diferencia es que ella jamás despertó, Morfeo la reclamo en un sueño eterno alejándola de mi lado.
Me duro tan poco la felicidad, nos faltó tato tiempo por vivir, tantas cosas por hacer, tantos sueños por cumplir, ella murió entre mis brazos, su cuerpo fue tornándose frio mientras yo dormía junto a ella, maldije, maldije a la vida misma por arrebatármela, y me sumí en una depresión tan profunda, como era posible que de pronto aquella casa me pareciera tan grande, tan obscura, tan tenebrosa, paso el funeral, y mientras ella descendía en el féretro con ambos anillos de compromiso en sus manos, yo pude notar como se llevaba mi alma, mi vida, mi razón de ser junto con ella, había una sola persona en ese ataúd, pero fueron dos las que murieron aquella noche…