Perfectamente imperfecta (iii)

Bien pudo haber sido el final de esta historia, pero...

Las semanas avanzaban demasiado rápido, y yo aún no reunía las palabras para decírselo  Cata, todo se me complico aún más cuando note que ella cambio drásticamente, sentía que ella también quería decirme algo pero una fuerza interior la detenía, incluso en la música se podía sentir aquel cambio, nuestras melodías eran demasiado nostálgicas carentes de esa alegría que siempre las caracterizo,  las letras de mis poesías se fueron tornando melancólicas y dolorosas, en ese punto deje de compartirlas con Cata ya que sería evidente que algo andaba mal.

Faltaban apenas dos semanas para mi graduación, 2008 estaba por dar su despedida y me temía que muchas cosas importantes de lo que era mi vida en aquel entonces también estaban por terminar su ficticio ciclo inmarcesible, sabía que debía decírselo, no podía solo desaparecer y dejar aquella amistad en el olvido, así que reuní el valor del que siempre me jacte y un día durante las clases de piano…

-          Oye Cata…

-          Dime peque…

-          Hay algo que debo decirte, igual y no sea tan importante, pero siento que debes saberlo…

-          Anda dime – dijo algo pensativa .

-          Hace unas semanas atrás mi madre me ha informado que… bueno que nos mudaremos cuando termine la escuela, y solo faltan unas semanas para eso…

-          Vaya con que eso es lo que te tenía tan extraña…

-          Solo eso dirás?

-          Es que también debo decirte algo, ya sabes que mi padre vive en España y ha decidido… bueno ha tomado la decisión de que al terminar el año quiere que me vaya a vivir con él, y mi madre ya ha aprobado esa decisión, así que también me iré peque… dijo queriendo ocultar el impetuoso llanto por venir .

-          Entonces nos separaremos, volverás?

-          Claro que sí, pero siempre estaremos en comunicación y ya sabes no es como si vamos a dejar de ser amigas ni nada de eso…

-          Si claro, bueno, igual falta algo de tiempo no? – sentí un dolor tan profundo que es imposible incluso ahora intentar explicarlo, solo pensaba que ambas fingíamos que nos importaba tan poco y la realidad distaba por mucho de ser así .

- Guardo silencio y me abrazo – tocamos algo?

-          Está bien – conteste sabiendo que esa sería una de las cosas que más extrañaría de ella, la manera en que nuestros estilos de percutir el piano contrastaban pero al mismo tiempo se complementaban de una manera tan perfecta, ella era as delicada y la paciencia adornaba sus notas, yo por el contrario tenía un estilo más impetuoso, permitía que las emociones que no sabía expresar ni reconocer se hicieran totalmente presentes al tocar las teclas de aquel piano .

Los días pasaban tan fugaces y efímeros como la imagen de una parvada de golondrinas adornando el horizonte, y nosotras, pues nosotras sabe el universo que intentamos con todas nuestras fuerzas hacer de aquellos últimos días los recuerdos más hermosos que pudieras guardar de alguien, sabíamos que solamente eso lograría aminorar el dolor de la venidera despedida.

La biblioteca fue nuestro más sublime aposento, allí fue donde nos conocimos y habíamos decidido que ese fuera también el lugar en donde nos despidiéramos, llego el gran día, mi graduación seria por la tarde, ella asistiría por la mañana así que acordamos vernos temprano, ese fue, el comienzo de mi suplicio…

-          Y aquí estamos no, en el mismo lugar en donde nos conocimos.

-          Sera la última vez que alguna de las dos visite este hermoso lugar peque.

-          Entonces, está decidido? te iras mañana mismo?

-          Si, tú también te mudas mañana cierto?

-          Lamentablemente y de cierto modo afortunado, no quisiera recordarte en estas calles sabiendo que vas en un avión a vivir tan lejos… - no logre evitarlo, llore, llore porque sabía que no la volvería a ver, y eso me hacía sentir vaciá, pero no entendía por qué me afectaba tanto .

-          Volveré, lo prometo peque, regresare y te buscare, espero que ya seas incluso mejor que yo con el piano – dijo esto intentando que una broma ocultase el llanto que le amenazaba los ojos y le anudaba la garganta .

-          Eso espero, te escribí algo – dije mientras le extendía un papel que ella empujo hacia mí .

-          Creo que sería mejor que me lo leas tú, podrías?

- Sabía que sería la última vez que le leería alguno de mis versos incoherentes, así que intente calmar el nudo que me oprimía la garganta y lo leí de la mejor manera que me permitió la fuerza de voluntad enfrentándose al dolor

QUERIDA MIA

Amiga mía, confidente mía, querida mía,

Tus pasos corren sin permiso lejos de mí,

Tu destino hoy se encuentra demasiado lejos del mío

Y mi única solución es seguir llamándote mía.

La distancia será dolorosa, y torturara lo sabemos

Tus noches que intentan ser tranquilas,

Pero en la turbulencia de las emociones

No permitas que olvidemos, la única verdad entre nosotras.

No nos veremos, no hablaremos, no podremos abrazarnos,

Pero no nos habremos perdido, solo estaremos extraviadas,

Perdidas entre la espesa neblina que separa los continentes

No te olvides amiga mía, que para ti, aquí siempre estaré.

No olvides el camino a tu hogar, a este verdadero, a este eterno,

Esperare paciente, callada y tolerante el tiempo que te tome volver,

Pero vuelve, no tardes demasiado, y no cambies nuestra historia,

Esperare tu mano en mi frente, y tus labios que me vuelvan a llamar “peque”.

-          Sera imposible que te olvide, será imposible…

-          Solo recuerda que has prometido volver Cata, yo prometo que te esperare.

Nos abrazamos, aquel momento no necesito más palabras que las que se había pronunciado, cualquier cosa añadida hubiese sido tan dolorosa como inútil, nada cambiaba el hecho de que nos separaríamos, que ambas temíamos no reencontrarnos o que el tiempo cambiase demasiado de nosotras, era un riesgo que debíamos afrontar, y ninguna tubo en aquel momento el valor para aceptar lo que era más que obvio, no eran solamente dos amigas las que se despedían, y era eso lo que nos dolía.

Sabíamos que algo había cambiado, y yo aunque no queriendo aceptarlo del todo, me resigne, acepte que aquel cariño desmesurado que había nacido entre nosotras dos debía quedar callado, aprisionado entre mis labios, sabía que ella no fue solo una amiga y que no era solo el hecho de que se marchara lo que me dolía sobremanera.

Ese fue el último momento que la vi, ambas nos marchamos y no volteamos atrás, la graduación transcurrió como se suponía que lo hiciera, pero mi tristeza era demasiado fuerte como para ocultarla, mis sentimientos estaban encontrados, estaba tan feliz por salir de la escuela, triste por tener que mudarme, dolida por perder a Cata, fue la primer ocasión en que experimente tantos sentimientos al mismo tiempo.

Ella había prometido volver, pero sabía muy bien que tantas cosas podía pasar en ese tiempo, y lo más probable era que no regresara, es decir que motivo tendría, quizá solo mintió para calmar mi angustia, nada me aseguraba que ella se sintiera de la misma manera que yo lo hacía en aquel momento, no había garantía de un “nosotras” de nuevo.

Pero mi vida continuaba al igual que la de ella.

Al día siguiente mientras terminaba de empacar mis cosas sabía que ella iba en el avión, y una pregunta persistente, por qué pienso tanto en ella, pensara ella también en mí?, jamás encontré en mi misma una respuesta.

Como lo supuse, noviembre, diciembre, adiós 2008, y yo no volví  saber nada de ella, ni una carta, ni un mensaje, ni una llamada, pero lejos de dolerme con el tiempo comencé a sentirme molesta con ella, pero aún más conmigo por no dejar de pensarla.

Bienvenido 2009, aquí comenzó lo que sería desde ahora mi vida.