Perfectamente imperfecta (i)
Las historias siempre causan una reacción en el lector, aquí te dejo una de amor, sexo, dolor, decepción y sorpresas, que viví en carne propia, si quieres saber mas tendrás que aventurarte entre las letras de este relato.
Mi nombre es Onice, soy oriunda del Distrito Central de Honduras, ahora resido en Madrid, España, actualmente tengo 25 años, y he vivido a mi corta edad una de esas historias amorosas que parecieran sacadas de una novela, pero para contaros esta poco usual, pero real historia debo volver unos 14 años atrás…
Cursaba el año 2007, y yo estaba en quinto grado, tendría para aquel tiempo 11 años, como podrían imaginar no había en mi cuerpo ni la promesa de una mujer, pelo largo castaño claro y descuidado, piel blanca, ojos cambiantes según el clima, atuendo y a veces incluso emociones, era una chica pequeña y delgada, mi único atractivo ahora que lo pienso para aquel entonces serian mis ojos y claro, mi intelecto superior al de las demás niñas de mi edad.
Nunca me intereso ser modesta con respecto a esto último, siempre supe que era más inteligente y madura que el resto de las niñas, incluso aquellas 2 o 3 años mayores, de hecho para aquel año ya me habían hecho 2 ofertas de ascenderme al siguiente grado, pero claro esto en aquella escuela lejos de ser algo bueno resulto ser mi suplicio eterno, siempre me acarreo entre otras cosas, apodos triviales y poco originales como “nerd”, “boa”, “ñoña”, “sosa”, y la lista es algo extensa, este intento de bulling mal logrado me orillo en el peor de los casos a repudiar los recreos, al comienzo los pasaba en el aula, pero tras las insistencias de mi maestra a que saliera, termine refugiándome entre los vacíos cubículos de la biblioteca, entre los libros de ese salón poco y casi nada visitado de la escuela.
Aquel lugar llego en poco tiempo a convertirse en mi paraíso, mi segundo hogar, pasaba allí los recreos, y las frecuentemente largas esperas a la hora de salir mientras pasaban a recogerme, incluso cuando la maestra no llegaba y no podían llegar por mí me quedaba toda la jornada allí.
Mi mundo, mi pequeño y complicado mundo estaba entre la tinta de esas letras, entre las páginas de aquellos libros, en el húmedo olor a soledad, paz y felicidad, era así hasta que un día…
- Hola, no pensé que hubiera alguien aquí, te molesta si me siento? – escuche una voz dulce pero algo apagada o deprimida, nunca fui muy buena con eso de percibir emociones.
- Claro que no, es poco usual que alguien pase aquí.. – conteste mientras me encogía de hombros y levantaba la vista de entre el libro que leía en aquel instante, y allí estaba una chica blanca, poco más alta que yo, algo robusta, pero más importante con los ojos hinchados y llenos de lágrimas tentadas a salir - Le pasa algo? – pregunte suponiendo la respuesta, dado que conocía como eran las cosas en la escuela.
- Tratame de vos que no te llevo tantos años, y si, pasa que todos aquí son unos idiotas.
- Sonreí y conteste – pues no sé si lo seremos todos, pero sé que algunos pueden llegar a serlo sin mucho esfuerzo.
- Si lo siento por la generalización, supongo por tu respuesta que te molestan también, por qué?
- Pequeña, lentes, ratón de biblioteca, y claro envidia, no te dice eso algo, pero a ti por qué te molestan? – dije mientras regresaba mi vista al libro , y suponiendo la respuesta .
- Bueno tienes algo de razón, pues pasa que soy la chica más gorda del salón y eso les ha parecido un gracioso tema de burla.
- Gorda? yo creo que lo que tienes es más belleza para lucir que las demás, y por eso te molestan, eso es todo, es común que las personas molestes cuando no entienden algo, no tienen nada mejor que hacer o simplemente por envidia, no te enfades demasiado por esos idiotas como les has llamado antes – conteste sonriente .
- Eres muy buena con las palabras para ser una peque de quinto año por lo que va en tu carnet, no es común ese tipo de chicas en esta escuela, ya sabes todas van en estilo de conseguir el mejor novio y esas cosas– dijo al tiempo que alborotaba mi pelo .
- Es que leo mucho y he aprendido de los grandes con las palabras, paso aquí todo el tiempo que puedo, es bastante conveniente que no lleguen demasiados estudiantes a no ser que sea porque les corresponde la clase – sonó la campana .
- Bueno espero que no te moleste si este se convierte en mi refugio también, lo has hecho ver muy conveniente – sonrió y se fue .
Ese día fue la primera vez que hablaba con alguien de colegio sin ser víctima de alguna agresión verbal, pero igual no es que me emocionara demasiado ni el encuentro ni la promesa de volver así que mi rutina continuaba.
Como siempre al sonar el timbre me dirigía callada y queriendo pasar desapercibida a la biblioteca, pero ¡Sorpresa! a uno de los estudiantes le pareció muy gracioso empujar un estante y así, como si de piezas de domino se tratara, dejar caer el resto, afortunadamente ese día no llego mi maestra y nadie podía pasar por mí y como conocía a la perfección el sistema de almacenaje para los libros me ofrecí a ordenarlos, además que estaba segura de poder hacerlo más eficiente, y así pasaron 60 minutos y aun podía ver la pila de libros que faltaba acomodar, estaba perdiendo la esperanza de culminar lo que comencé, con lo que me molestaba eso desde aquella edad, cuando…
- Necesitas ayuda peque?
- Voltee mi rostro y allí estaba, aquella blanca y robusta chica, solo que ahora ostentaba una hermosa sonrisa – Seria bueno, pero está a punto de sonar el timbre y deberás volver a tu salón de clases.
- Tranquila, el profesor tuvo que retirarse y cómo debo esperar a que pasen por mí, pues tengo mucho tiempo libre – dijo mientras se encogía de hombros .
- Bueno pues vamos a comenzar – dije mientras pensaba en que serían las horas más aburridas del día, sin tema de conversación .
Luego me di cuenta de que no podía haber estado más equivocada, comenzamos a habar sobre los libros favoritos, género y autor, ambas coincidimos en un amor inexplicable por la poesía, y en una admiración por Pablo Neruda “el grande de los grandes” como le decía yo a los escritores que más me agradaban, libro favorito, fue sencillo “XX poemas de amor y una canción desesperada”, sorprendente fue coincidir incluso en el poema favorito dentro del libro, resulto ser una chica bastante divertida e inteligente, con un lenguaje adecuado, estaba tan emocionad por aprender en esas horas tantas nuevas palabras, nuestros temperamentos encajaron a la perfección, y el hablar con ella me hizo pasar rápidas las horas.
Hablamos de todo un poco, y entre tanta platica en donde frecuentemente terminábamos coincidiendo en gustos y disgustos, llego el tema de lo que nos gustaba hacer mientras no estábamos entre los libros…
- A mí me gusta escribir poesía, un día seré tan buena como los grandes que leemos y escribiré mi propio libro – dije eufórica .
- ¡Vaya! mira si serás una caja de sorpresas peque, yo quisiera ser tan buena con las palabras pero lo mío es la música, de hecho amo tocar el piano.
- ¡Wow! que genial, yo siempre he querido tocar el piano, pero no he tenido la oportunidad de aprender, pero me parece un instrumento hermoso.
- Bueno yo podría enseñarte si tú quieres, tengo un piano en casa, y creo que serias muy buena como aprendiz… oye por cierto aún no se tu nombre – ambas reímos al darnos cuenta de que entre tanta platica olvidamos presentarnos .
- Cierto, lo siento, me llamo Onice, aunque por aquí la mayoría me dice Onyx, es mi seudónimo artístico, y si me encantaría aprender.
- Original, pero prefiero Onice es un nombre hermoso, mi nombre es Catalina pero dime Cata, y si estas dispuesta sería un gusto ser tu maestra. – Sonrió .
- Ja irónico, es lo que quiero estudiar luego de la escuela, quiero ser maestra, entre tantas otras cosas.
- De verdad, bueno que valor, yo no podría pasar un vida entera entre las paredes de un salón de clases, lo mío es más la aventura y el peligro.
- Entonces qué quieres ser?
- Pues no lo tengo claro aún pero maestra no jajaja – dijo mientras me daba unas palmadas en la espalda – bueno mira que ya hemos terminado, ha quedado muy bien y justo a tiempo ya es hora de salir peque.
- Tienes razón, hacemos un buen equipo, bueno te veré otro día Cata.
- Si así será, pero a la próxima no estaría mal que sonrías un poco, eres demasiado seria – dijo esto último casi gritando mientras se alejaba .
Aquel fue el primero de interminables y entretenidos días con aquella interesante nueva amiga y nuestros amados libros.
Después de esto mi rutina no cambio demasiado, siempre pasaba en la biblioteca solo que ahora tenía alguien con quien discutir y analizar los libros, lo que fue mejorando poco a poco mi analítica y capacidad elocutiva.