Perdóname por decirte te quiero... (2)

Marina sufre problemas, Arturo intenta hacer lo posible sin delatar su calentura y da un paso adelante, Miguel y Arturo sacan sus conclusiones.

Resumen capítulo 1.

Arturo tiene 18 años, estudia en segundo de bachillerato, desde el primer día de clase está pillado de su compañera Marina, Miguel, su mejor amigo, lo apoya, tras una calentura en clase Arturo va al baño, pero se encuentra con una sorpresa...

Relato ficticio, disfruta lector.

Capítulo 2.

Realmente me esperaba cualquier persona, pero no, Marina estaba ahí en la puerta del baño, al principio pensé que había escuchado alguno de los suspiros de placer que escaparon de mí mientras me masturbaba, pero enseguida vi que estaba algo pálida.

No sé cómo lo hice, ya que los nervios que me provocaba la timidez eran enormes, se sumaban a que hacía 15 segundos me estaba taladrando la polla imaginándome a la persona que estaba viendo follarme de mil maneras, pero ya sea por instinto o vete tú a saber qué, reaccioné.

  • Ey Marina, ¿qué te pasa? estás muy pálida - decía mientras la agarraba de un brazo ya que su mareo era notorio.

  • Vine corriendo a clase recién desayunada, supongo que me sentó mal - tosió - creo que voy a vomitar Arturo.

  • Vale, mantén la calma y respira, no pasa nada si vomitas, estás conmigo, a la mínima aviso a alguien.

  • Muchas gracias - me miro sonriendo, enseguida apartó la mirada porque volvió a toser.

Aun con la situación bastante difícil, cabe comentar que en todo momento estaba con una erección descomunal, que disimulaba como podía con la larga sudadera que llevaba puesta.

Ayudé a Marina a agacharse al váter, de rodillas, ya que en cualquier momento podría vomitar y entonces me percaté que su corta falda hacía que con una mirada disimulada pudiese ver todo su culo.

Mantuve la mente fría de tal forma que de vez en cuando miraba, sus medias de rejilla dejaban trazos de sus braguitas de color negro, mi pene que parecía haberse calmado, volvió a erupcionar.

Marina vomito el desayuno, yo la ayudaba a apoyarse, la relajaba como podía con un diálogo más que típico, hacía lo que podía con el miedo de que se notase mi enorme erección y calentura.

  • Marina, ¿estás más tranquila? ¿crees que puedes levantarte?

  • S... Si - jadea - quizá me cueste un poquito, pero me apoyo en ti, ¿vale?

  • Sin problema! - sonreí.

La cogí de nuevo del brazo, y la ayudé a levantarse, no hubo mucho problema, pero el suelo estaba algo húmedo y Marina estuvo a nada de resbalarse y caer.

La agarré más fuerte para evitar que cayera al suelo, lo que hizo que en un abrir y cerrar de ojos estuvieran nuestros cuerpos completamente pegados el uno al otro... cada rincón de mi polla notaba sus glúteos, en mi oído izquierdo escuchaba su respiración algo agitada después del susto y en mi oído derecho mi subconsciente me suplicaba que me pegara aún más, que la empezara a acariciar y a tocar...

Milagrosamente mantuve la calma, no era el momento, ella no se encontraba bien, estábamos en un jodido baño de instituto, pero por unos pocos segundos pude sentir, aunque sea accidentalmente, un placer inefable.

Finalmente enredo su brazo en mi cuello y salimos del baño

  • Arturo... estoy mejor, creo que simplemente necesitaba vomitar, muchas gracias de verdad por ayudarme - su sonrisa era enorme.

  • De nada Marina, para algo estoy, jeje.

  • Si! - volvió a sonreír - oye, espera un poco y ya entras tu a clase, tal vez la profesora o los compañeros piensan algo que no es - se ríe.

  • Ya ves, esto de los baños mixtos trae mucho juego y la gente tiende a ser muy imaginativa.

  • Bueno Arturo, vuelvo a clase, tarda unos 2-3 minutos ¿vale?

  • No te preocupes, ves - sonreí.

Entonces Marina se dio la vuelta y empezó a dirigirse al aula, en ese momento pasaron mil cosas por mi cabeza, seguro que notó la erección, ¿pensó que era otra cosa? ¿o simplemente no dijo nada por respeto?, no lo sabía, pero de todas formas era de las primeras veces que habíamos hablado y me sentía super feliz.

Me acordé en ese instante, de que yo siempre había sido una persona muy ambiciosa en la vida, si sacaba un 9, quería el 10, si perdía una partida en la consola, quería ganar dos para remontar...

Entonces, ¿por qué no intentar algo más?

  • ¡Espera Marina! - Marina que ya estaba cerca de la puerta se dio la vuelta.

  • ¿Qué pasa? - sonrió.

Me acerqué a ella, decidido, ya sin ninguna erección y con todo en su sitio.

  • Pues... si quieres déjame tu número, para saber cómo estás o si necesitas algo, no estoy en el grupo de WhatsApp de clase entonces por eso te lo pido...

  • ¡Claro hombre! - saca su móvil mientras sonríe - toma anda - me da su móvil - apunta tu número en contactos, más tarde te hablaré - sonríe.

Apunté mi número y le devolví su móvil, ella volvió a repetirme que esperase un poco y entró en clase.

Realmente no sabría describir con palabras como me sentía, ¿feliz?, yo creo que incluso más que eso, volví a recordar lo sucedido en el baño y de nuevo la maquinaria volvió a funcionar, pero enseguida me quité esos pensamientos, yo iba al instituto a estudiar no a pajearme, me reí yo solo después de pensar eso.

Pasaron unos 5 minutos y volví a clase, obviamente Miguel estaba fuera de sí, con miles de preguntas que hacerme, pero fui listo y corté por lo sano.

  • A la salida te cuento todo, ahora no, Marina está justo delante y no quiero que por alguna de aquellas me escuche - le susurré en el oído.

Miguel siguió haciendo gestos de asombro y los dos nos descojonamos.

  • Chiiicos, va, poneros a hacer el comentario y parar de charrar - nos advirtió la profesora.

Pasaron el resto de horas con normalidad, de vez en cuando Marina se giraba a decirme que se encontraba mejor e intercambiábamos alguna que otra sonrisa, llegó la hora de marcharse, Miguel y yo fuimos al banco de hormigón de esa misma mañana donde nos contábamos nuestras tertulias y movidas.

Le conté todo con un detalle milimétrico y la reacción de Miguel fue la que me esperaba

  • Te la follas, fijo, vamos te sonríe todo el rato tío.

  • Pero qué coño dices - me reí - Miguel tío a lo mejor simplemente le gusta sonreír, es una chica alegre.

  • Alegre te va a dejar el utensilio... - se descojona - venga Arturo, ten algo de picante, luego le hablas por WhatsApp

  • Me dijo que me hablaría ella asique esperaré, luego ya veré que hago

  • Esta noche le haces un chat hot - se vuelve a descojonar

  • Miguel, hay que ser delicao´ cabrón - nos reímos los dos

  • Bueno, lo sé, pero así fue como ataqué a Andrea - Andrea era la novia de Miguel.

  • Quizás tuviste suerte, pero yo voy con calma, pero tengo claro que esa chica me vuelve puto loco.

  • Tu sabrás Arturito, me voy para casa que tengo hambre, cuídate hermano y suerte con la piva.

  • Gracias Miguel - le choco la mano y cada uno nos fuimos por calles diferentes.

Volví a mi casa, bastante cansado, y simplemente me dispuse a esperar, deduje que sobre la tarde me escribiría, comí y me tumbé en la cama, de nuevo a recordar lo de hoy, era el primer acercamiento con Marina desde que empezó el curso, hasta entonces solo habíamos intercambiado saludos y nos presentamos mínimamente...

Entre tanto recordar y pensar, caí en una profunda siesta.

Al despertar me di cuenta que mínimo había dormido 2 horas, ya que mi madre volvía a las 18:00 de trabajar y ya estaba en casa, cogí el móvil y miré las notificaciones

3 mensajes nuevos:

Migueell: Ye pajero ya t habló la piva??

Migueell: menudo sobetas estás hecho ya m contarás

+34 6XX XX XX: ¡Arturo!, perdona por no escribirte antes, estaba liada, ¿qué tal estas?

Mire la foto del número desconocido para asegurarme aunque ya estaba seguro de que era Marina.

Menuda alegría me llevé.

Continuará...

Este es mi primer relato, espero que os guste, el esfuerzo vale la pena, sería un placer recibir críticas para seguir aprendiendo. ¡¡¡Muchas gracias!!!