Perdon multiorgasmico
¿Quieres perdón? pídelo, pero pídelo bien, demuéstrame que de verdad lo quieres.
Te sueltas el cinturón no solo para despojarte de tus vestiduras sino para usarlo de instrumento para corregirme y enseñarme cómo se debe comportar la mejor de las putas.
No tengo permiso para hablar, pedir, ni suplicar.
-Amo, expíame de mis culpas - - libérame por ser mal portada – le suplico.
-Ya veremos - responde.
-Perdóname, perdóname – puedo rogar en silencio
(No contesta)
Mordisquea mis pezones y mete sus dedos en mi vagina, comprueba si estoy húmeda.
Estoy mojada, empapada.
-¿Quieres perdón? – pídelo, pero pídelo bien, demuéstrame que de verdad lo quieres.
Toma de mi pelo, lo tira, hace que me arrodille frente a su pene, lo introduce en mi boca, lo succiono y con mi lengua lo empiezo a recorrer en todo su esplendor.
-Perdóname- digo con apenas un hilo de voz.
-Bien, es hora de que empieces a obedecer mis órdenes y deseos-
Sus manos en mi cabeza marcan el ritmo para que pueda chuparlo firme y sin descanso una y otra vez.
Sin intención aún de correrse, busca mi clítoris y mete sus dedos en mi vagina para calentarme cada vez más, para que gimiera, para que gritara, para que me contorneara sin control ante cada movimiento de la punta de sus dedos.
-Creo que te has estado masturbando sin mi autorización-
-Si mi Amo – , -No sabía que debía pedir permiso para hacerlo cuando usted no está- le digo.
-Escucha guapisssima- me dice con su voz grave y pausada, - que te quede bien claro, el único que te puede entregar placer soy yo, nada ni nadie te lo puede dar, solo yo.
- ¿entendiste bien? –
-Si mi Amo – afirmando reiteradamente con mi cabeza.
Se sienta en el borde de un sillón, me inclina sobre sus rodillas dejando mi culo expuesto a su vista.
Acaricia mi trasero tranquilizando mi piel, lo besa con sus manos.
De pronto una mano cae fuertemente sobre mis nalgas, una y otra vez de forma alternada, lo acaricia nuevamente y vuelve a caer su mano con fuerza hasta que de lo más profundo de mí ser sale un grito, no de dolor, sino de placer.
Siento en mi entrepiernas la humedad que chorrea y las contracciones previas al orgasmo.
-Es hora de que entiendas que el que manda aquí soy yo, soy el Amo y Señor de todos tus sueños y placeres, si quieres algo, me lo pides – me susurra al oído.
-Si Amo – castígame, he sido una niña muy mala, he desobedecido en muchas ocasiones tus órdenes y deseos, castígame más duro.
Me levanta y me pone de frente mirando hacia la pared, los brazos extendidos y las piernas entre abiertas, el culo levantado.
-No te muevas- me dice
Toma su cinturón, lo dobla y siento el primer azote, gimo y grito de placer, otro más y me estremezco, mi vagina empieza a palpitar, una fuerte descarga eléctrica recorre mi cuerpo y acabo, me arrodillo y caigo plena, exhausta.
-Mi Amo, - le digo - no puedo evitar masturbarme en su ausencia, pienso en usted, en sus besos, en sus caricias y castigos, simplemente me caliento y lo hago-
-Sobre todo pienso en su pene- musito en voz baja
Bajo la vista hacia su hermoso pene, ahí está, erguido, duro y altanero esperando el momento justo para entrar en mí y devorarme entera.
De reojo mi Amo observa como estoy de embobada ante el magnifico ejemplar que tengo ante mis ojos.
-Te gusta lo que ves-
-Si Amo, me encanta-
Se recuesta sobre el sofá y monto sobre su pene, mis labios se abren, mi vagina se ensancha dando paso hasta lo más profundo, donde empiezo a moverme frenéticamente de adelante hacia atrás, arriba, abajo, mi clítoris roza su pubis generando eléctricas sensaciones en mi cuerpo, sensaciones cada vez más intensas hasta que no resisto más y acabo tan intensamente que no me queda ni una gota más.
Me doblo y me recuesto sobre su pecho con su pene aún dentro jadeante y emocionada.
-No puedo evitar estar tan caliente- le digo – sobre todo viendo cómo está su pene, eso me enloquece –
-Si tanto te gusta y tanto lo quieres, ven -
De bruces me coloca y levanta mis caderas, lubrica con mis fluidos y apunta a mi ano, empieza a penetrar suavemente, se desliza por un camino estrecho que hace que mis fibras y vellos se pongan de punta, gimo de placer, aprieto y suelto, lo siento en el fondo de mi alma.
Estoy totalmente mojada, mis muslos se resisten a soltarlo, solo siento como su respiración agitada viaja por mi espalda.
Con voz pausada, entrecortada y profunda susurra a mi oído.
-¿te gusta? –
-¿cuánto te gusta?-
No alcanzo a responder, mi Amo jadea, gime y empieza a penetrar rápida y profundamente, se estremece y emite un fuerte suspiro que queda suspendido en aire.
Siento sus pulsaciones, sus estertores, sus contracciones, su pene escupe y escupe en mi ano ese dulce néctar de la vida hasta rebosarlo de placer.
No puedo evitar correrme.
Recibo un nuevo regalo, un orgasmo universal donde siento como viaja mi pasión por el cuerpo de una sola vez, me quejo no de dolor, sino de un placer intenso que me colma de paz.
Dejo que mi espalda lo sostenga sin prisa, dejo que regrese con calma de su viaje, porque en ese breve instante somos uno, donde en otro momento fuimos dos.
Mi Amo, Mi Maestro, gracias por su perdón, en silencio y para siempre.