Perdiendo el miedo parte 2
Cati, una chica que va con sus amigas a la piscina donde le cuesta desenvolverse con su miedo al agua, y un socorrista muy atento que quiere ayudarla a soltarse... en todos los aspectos. SEXO
Estábamos a solas. Y yo no sabía muy bien que decir así que me quité la ropa y, sintiendo, como el calor me recorría la cara me acerqué a la piscina.
- Espera, voy a cerrar las puertas para que no venga nadie.
Tenía un nudo en el pecho, en la garganta y un burullo saltando en mi estómago. Estas situaciones conseguían ponerme muy tensa y nerviosa.
Escuché de fondo la puerta metálica cerrarse y unos pasos venir hasta a mi. Se quitó el silbato del cuello, las chanclas y se fue hasta la piscina.
Se tiró de cabeza. (pero luego dice que está prohibido... já).
- Vamos. - Me incitó con las manos desde la parte media de la piscina donde yo ahí ya no haría pies mas que de puntillas. - Tírate.
- ¿Qué? - Pregunté atónita. - No... no...
- No te va a pasar nada, estoy yo aquí.
- No te conozco lo suficiente para confiar en ti, permite que te lo diga.
- Pero ¿confías en mi título o eso tampoco? - Sonreía como si tuviera una percha en la boca. - ¡Vamos!
- No se ni tu nombre... como me vas a pedir que me lance al agua por que tu lo digas.
- Me llamo Adrián. Y tu sé que eres Cati, que se lo escuché a tus amigas.- Asentó con la cabeza y volvió a abrir los brazos. - ¿Te puedes tirar ahora?
- No, que no hago pie.
- Por eso es mejor que te tires aquí.
- Me voy a desnucar.
- ¿Qué? - Y empezó a reírse... se divertía conmigo desde luego. - No te va a pasar nada si saltas lejos del borde.
- Es que no sé.
- Coge un poco de carrerilla y salta.
- No...
- Bueno, vayamos por partes.
Salió de la piscina y yo quería meterme bajo el agua. No podía dejar de mirar como las gotas caían por su cuerpo y como estaba de empapado. (Cati, acaba de salir de una piscina, si no goteara es que habría un problema por ser piel antiadherente).
- Vamos, entra en la piscina como lo haces siempre.
Me fui hasta la escalerilla, bajé las escaleras metálicas y me quedé de pie esperando sus indicaciones.
- Ve hasta la parte media.
- No, sola no puedo.
Se metió el y cuando estaba pegado a mi sentí el contacto con su piel bajo el agua. Carraspeé.
- Venga, nada hasta allí.
Me coloqué en posición y empecé a mover brazos y piernas para ir hasta la parte media donde tanto miedo me daba sola. Me agarró por la cintura.
- Estoy aquí.
- Sé nadar... - Dije empezando a dudarlo. - no necesito que me cojas.
- Quiero que confíes en mi. - Susurró muy cerca de mi cara.
Comencé a ir hasta donde me había dicho y todo iba genial, hasta que empecé a notar que el me iba soltando y temía que me dejase sola en mitad de la piscina donde casi no hacía pie. Siempre me pasaba que al ponerme nerviosa era como si mi cerebro se reseteara y todas mis habilidades en el agua desaparecieran.
- No me sueltes.
- Confía en mi y en ti, puedes hacerlo. - Él seguía haciendo pie y avanzó un poco más hasta la parte donde ya no hacía pie alguno y tenía que nadar si no quería hundirme. - Sígueme, estoy seguro que puedes.
- No puedo.
- Sí puedes. - Vino hasta a mi y me cogió en brazos. - Voy a soltarte pegada a mi, no te pasará nada porque yo estoy aquí y no permitiría que te ocurriera nada.
Podía sentir su cuerpo pegado al mio, como yo, estática como una niña pequeña e indefensa, no me atrevía a moverme, y como su aliento rozaba mi cara al estar tan cerca.
- Nada Cati, nada. - Me soltó y se apartó un poco para dejarme espacio.
Todo iba bien, pese a mi miedo que me tenía el corazón acelerado, hasta que me dijo el siguiente paso.
- Muy bien, lo estás haciendo muy bien. - Se zambulló en el agua y desapareció unos segundos. Segundos que aprovechó para bucear y llegar hasta a mi, sacando la cabeza rozándome los pechos. - Ahora vamos a por lo de antes. Tienes que tirarte, sólo así perderás el miedo.
- No, no puedo.
- sí que puedes. Lo haré contigo.
Salimos de la piscina y nos pusimos mas atrás del borde, me dio la mano.
- Sígueme, muévete conmigo. - No sé por qué pero con esas palabras me vino a la cabeza otras cosas y otro tipo de movimiento. - ¿Cati?
- Perdona es que me aterra.
- Que tu cuerpo siga al mío, verás que fácil, salta cuando yo, y caeremos juntos.
Todo esto tenía una epicidad digna del Titanic, pero yo vivía en el mundo real y no estaba dispuesta a desnucarme con un tío que acababa de conocer sólo porque su vena de socorrista le presionara para salvarme de mi miedo.
- No, no no. No quiero. - Agarró mi mano y una descarga eléctrica me recorrió de arriba abajo, haciendo que el contacto de mi cuerpo con su tacto y el agua fría me pusiera los pezones duros.
- No va a pasar nada que no quieras. - Y parecía una promesa de algo ajeno a lo que estábamos haciendo. - Una vez y dejaré de insistir.
Accedí. Porque ya no sabía ni que cojones estaba haciendo yo allí y estaba perdiendo la cabeza con la situación tan surrealista.
Nos pusimos separados del borde, el empezó a coger impulso y yo hice lo mismo, llegamos al borde y saltamos a la vez impulsándonos para caer lejos del filo. Cerré los ojos en el salto y sentí como me zambullía en el agua y llegaba al final para que mi cuerpo después saliera a flote con un impulso en el suelo.
Me puse nerviosa cuando sentí que se soltaba de mi mano y no supe que hacer entonces. Pegué manotazos, abrí los ojos y empecé a nadar buscando la superficie. Cuando salí él estaba mirándome, me cogió en brazos y me pegó a él.
- ¿Ves? - Agarró mi cintura levantándome un poco. - Lo has hecho muy bien y no ha pasado nada.
- Quiero salir. - Logré decir cuando cogí aire presa del pánico.
- Vale. Pero te dejaré sola y tendrás que ir tu misma hasta la escalera.
- No por favor. - Supliqué atemorizándome sólo de pensar que me iba a quedar sola en el agua en un sitio donde no hago pie.
- Si quieres que me quede tendrás que hacer lo que yo te pida.
- ¿Qué? - La cosa se estaba poniendo tensa ya y yo me quería salir del agua.
- Cierra los ojos.
- ¿Estás loco?
- Confía en mi, hasta ahora no he hecho nada de lo que te arrepientas, ¿no?
- Esta bien... - Cerré los ojos.
- Cierra los ojos y nada con los ojos cerrados hacía adelante, cuando toques el borde los abres.
Hice caso confiando en que él estaba a mi lado, y avancé con los ojos cerrados hasta el borde más próximo de la piscina. Cuando llegué los abrí y no lo veía.
- Adrián... esto no tiene gracia. - Miraba intentando buscarle pero claro, sin mis gafas no veía nada bien. - Empiezo a asustarme y a ponerme nerviosa.
Hasta que descubrí que estaba debajo de mi, zambullido en el agua, y salió rozando mis pechos con su cabeza y pasando su cara por ellos, pegando su cuerpo más a mi y agarrando mi cintura.
- Estoy aquí.
- Ya te veo ya.
- ¿Ves como puedes confiar en mi?
- Sí... - Tragué saliva. Tenerlo tan cerca me estaba poniendo mala.
- Y podrías descubrir varias cosas que seguro te gustarían... si es que me dejas ayudarte a perder el miedo.
- ¿ah sí?
- Sí... - Pegó su cuerpo al mio más aun clavando sus manos en mi culo. - Todo es cuestión de confianza y valentía.
- ¿Qué... qué haces?- entre abrí la boca dejando escapar mi respiración entrecortada. - nos puede ver alguien.
- Sólo yo tengo la llave...
- Pero es que... - Agarró mi mano y la llevo hasta su entrepierna donde la colocó sobre su erección. - Adrián, por favor...
- No soy tonto... se muy bien que te gusto y que has estado toda la tarde cuchicheando con tus amigas y observándome. Lo sé por que yo también te he observado a ti.
No supe que decir, me limité a mirarle a los ojos y al fondo de la piscina. Me cogió de la cintura y me guió por el agua hasta el borde donde yo hacía pie. Me cogió a pulso y me levantó, sentándome en el filo y abriendo mis piernas, para colocar su cuerpo en medio.
Con su cara a la altura de mi vientre acercó sus labios hasta el y sacó la lengua, lamiendo las gotas de agua que se caían por mi piel. Agarró las bragas del bikini por la cinturilla lateral y las desató, quitándomelas en el momento. Sujeté su cabeza intentando evitar que se acercara.
- Ya te dije que conmigo las sorpresas te gustarían.
- En el agua no...
- Shhhh, cállate.
Agarró mis muslos con las manos y acercó su boca hasta mi vientre, bajó con su lengua jugando con mi ombligo y recorriendo cada recoveco para parar en la intimidad de mi entrepierna. Pasó la nariz, pasó los labios, hundió su boca y deslizó la lengua por la parte mas sensible de mi cuerpo, haciéndome respirar agitada, contraerme por la necesidad de sentir más, por la avaricia de querer que me diera todo de golpe.
Se apartó, pasó sus dedos por donde antes había estado su boca y me introdujo dos dedos con dificultad. Volvió a poner su boca y mientras me comía sin descanso jugaba con sus dedos entrando y saliendo de mi.
Volví a agarrar su cabeza, aunque esta vez era para pegarlo más a mi y no dejarle retirarse. Ansiaba correrme, dejarme llevar y disfrutar con lo que me estaba haciendo, pero cuando unos minutos después sentía que iba a hacerlo par´en seco, me agarró de la cintura y me puso de pie en el agua donde me quitó la parte de arriba del bikini, dejando mis pechos al descubierto y pegados a él.
Se quitó el bañador y se quedó con todo al descubierto. Aproveché la ocasión para agarrar su erección con mi mano y empezar a masturbarle bajo el agua.
Con una mano intentaba juntar, sin mucho éxito, mis tetas, que acercaba a su cara y besaba, mordía, pellizcaba... con su otra mano perdía sus dedos en mi interior y acariciándome en pequeños círculos hasta hacerme estremecer.
Abrí más las piernas y acerqué su miembro hasta mi sexo, lo rocé por el y jugueteé un rato masturbándolo con mi mano y mi coño. Me clavó la mano en el culo para pegarme tanto a él como fuera posible.
Cuando pensó que no podía seguir asó me la quitó de la mano, la agarró con la suya y abrió mis piernas con una de las suyas, para ponerse en medio y buscar mi entrada. Me penetró con brusquedad, casi con desesperación, como si ansiara perderse dentro de mi, y un dolor placentero mezclado con la sensación que producía hacerlo dentro del agua me estaba llevando al límite poco a poco de una manera rápida y excitante.
Agarré su cintura con mis piernas y se movía dentro de ellas entrando y saliendo de mi con fuerza, ganas...
Apoyada en la pared de la piscina sentía el vaivén del agua y su estimulación en mi cuerpo, en la parte más íntima de mi ser.
Con cada embestida me elevaba mas, con mis manos agarraba su cuello y acariciaba su pelo, sentía su barba en mi cuello y sus dientes clavarse en mi, su respiración agitada en mi oído, sus gemidos que intentaba callar mordiéndose los labios... aceleraba más el ritmo hasta que con la fricción me estimuló y me corrí sintiendo como entraba y salía de mi.
Me tapó la boca para callar mis quejidos y susurró entrecortado en mi oído. “Shhh” mientras me la metía más y más fuerte hasta que sentí como él mismo se movía más por instinto para correrse también.
Creyendo que lo haría dentro de mi se apartó, pegándola a mi vientre donde se corrió, notando la diferencia de temperatura en mi cuerpo del agua y su semen.
Se apoyó respirando con dificultar en el borde, encima de mi, y susurró en mi boca antes de besarme “no cabe duda que es tu primera vez en el agua, pero es una buena manera de ir perdiendo el miedo”.