Perdiendo el Control En Otra Piel

- Me estas volviendo loco – le susurró Nolah, separando sus nalgas e invitándolo a entrar.

POR LOS QUE HAN OLVIDADO POR DONDE VA XD  http://www.todorelatos.com/relato/106172/

En la discoteca...

Robín se encontraba enervado por los efectos de la droga mesclada con el alcohol, tan pronto tuvo a su alcance a Javier lo rodeó con los brazos estrechándolo en un fraternal abrazo, Javier sonreía haciéndoles señas con la mano a Car y a Nina para que se acercaran. En ese momento Robín tomó el mentón de Javi con una mano y haciendo poco uso de un exceso de fuerza, lo beso apasionadamente a la francesa, ante la mirada sorprendida de todos.

Javier temblando ante la sorpresa, colocó ambas manos en el pecho de Robín haciéndolo retroceder,  en otras circunstancias aquel beso hubiese sido . Robín pareció ignorar el gesto aterrado que Javier tenía en el rostro al darse cuenta que a un escaso metro de ellos Car los miraba con las manos cerradas en puños y la quijada tensa de coraje.

Una hora antes.

Genial, al parecer ahora tengo una dosis de moral y de arrepentimiento, lo lamento lindura susurró Santiago al viento mientras veía alejarse a la bella pelirroja con quien había bailado en la pista segundos antes. Deseaba poder encontrar un poco más de magia en la vida, asombrarse con las cosas que asombran a los chicos de su edad, no era el simple hecho de ser precoz y tener una agudeza de análisis lo que lo diferenciaba con los chicos de su edad, si no que había etiquetado de “tradicionales” cosas que le erizarían la piel a los demás. Y sobre todas las cosas, tenía como urbe en su universo el exquisito encanto de Robín.  No podía evitar pensar en ser como él, lo admiraba, desde niño, admiraba su determinación, su aplomo, su imagen exitosa y también porque no decirlo admiraba su promiscuidad, la forma en que resultaba irresistible para todos. Respiró hondo mientras caminaba hacia los baños, recorrió el lugar con la mirada y se detuvo delante de una estrecha escalera de madera que daba hacia un largo pasillo.

¿Privados, tal vez? Sonrió sintiendo una extraña curiosidad seguida del morbo, el crujir de la madera era disimulado con el eco de la música, así que, subió rápido y sin mirar atrás, hasta llegar a un amplio pasillo alfombrado, no eran privados, eran oficinas, Santiago no pudo disimular su decepción y luego de llegar al final del pasillo sin encontrar nada que satisficiera su curiosidad, emprendió el regreso al piso de la discoteca.

Unos pasos amortiguados lo hicieron girar con brusquedad, detrás de una de las puertas de madera se encontraba una improvisada salita de espera que a primera vista había pasado por alto, dentro de  la salita, vio una graciosa chica esbelta y delgada como una modelo, llevaba puesto un pequeño top blanco de gasa bordado con diminutas lentejuelas tornasoles que era prácticamente transparente y revelaba la cremosa piel de sus pechos, le sorprendió la exquisita proporción de su cuerpo y se admiró durante un segundo de las piernas largas que estaban cubiertas con unas medias blancas de encaje que subían hasta sus pantis igualmente blancas con diminutas lentejuelas bordadas, con la diferencia de que en la parte de atrás tenían cosida una colita blanca de conejito, tras una coqueta diadema de conejita, su largo cabello rubio estaba recogido en una coleta alta que hacia que la piel blanca de su cuello se volviera más etérea, sus enormes ojos negros con una boquita y nariz pequeña le daban un adorable aspecto de muñeca, y su maquillaje era tan natural y exquisito que parecía sacada de un sueño.

Santiago abrió la boca para decirle algo, pero antes de que pudiera acercarse desapareció dentro de una de las puertas, antes de que la puerta se cerrara logró ver un pasillo cubierto con una alfombra exquisita de dorado y azul rey. A seguir el conejo blanco, murmuró para sí mismo, entrando detrás de ella,  La siguió hasta llegar  una de las habitaciones tapadas por cortinas que  se extendían a lo largo pasillo, se encontraba entre abierta lo que el interpretó como una invitación a entrar, dio un par de pasos hacia al frente con sigilo para que no lo escucharan, de pronto la puerta se abrió de golpe y de ella salió una hermosa mujer madura que se encontraba visiblemente molesta, haciendo sonar sus tacones al caminar se dirigió a  donde se encontraba él, y le dijo con un marcado acento francés

-          Ya es tarde, Robín… Gian me dijo que vendrías desde temprano, entra, está listo, Nolah lleva varias horas esperándote.

-          Yo… - Santiago estaba a punto de sacarla de su error, pero le causó muchísima gracia que lo confundieran con su ídolo, sabía perfectamente que a Ro, le daría mucha risa también, así que decidió fingir un poco – si  quiere verme, que me espere – le respondió usando ese extraño tono insufrible tan característico de Robín.

-          Escúchame bien bastardo, no creas que nada de esto me causa mucha gracia. – dijo tomando a Santiago de la camisa, le susurraba las palabras con una carga de odio que divirtió ligeramente al pequeño imitador, mientras pensaba, al menos puedes afirmar que te libré del regaño con mi magistral actuación, ¿Qué habrás hecho, Ro? La mujer se acercó un poco más, tensando la mano que se aferraba a la camisa, mientras continuaba diciendo – Espero que lo disfrutes, porque esto no se va a quedar así, hijo de la gran puta – la extraña mujer madura se alejó siseando unas palabras en francés, que Santiago reconoció como insultos.

-          Adiós, madame – exclamó Santiago haciendo una pequeña y burlona reverencia, la mujer se detuvo  mirándolo con frialdad, considerando fuertemente el regresar y borrarle del rostro esa sonrisa burlona a punta de cachetadas, pero  en lugar de eso siguió caminando con la cabeza en alto con un excelente aire de dignidad.

Entró esperando ver a la bella chica disfrazada de conejo que había visto antes pero no fue así, se detuvo un instante a contemplar improvisada oficina en la que se encontraba, había un pequeño olor a humedad disimulado por un perfume caro y unas muestras de ropa presumiblemente de marca colgadas en dos grandes bastidores móviles. Un gran sillón de piel con el forro un poco desgastado ocupaba un amplio espacio de espaldas a la pared que estaba escuetamente decorada con un cuadro amarillento, y frente a este se hallaba un escritorio color chocolate, pero lo que llamaba la atención de aquella habitación era la presencia de un joven exquisitamente vestido con un traje sastre en azul y negro, sentado sobre el escritorio con sus kilométricas piernas cruzadas en un gesto de desenfado.

Santiago le sonrió pegándose a la pared como haría Robín. Y lo examinó esperando que dijera algo, que algún movimiento le indicara lo que tenía que hacer a continuación para seguir con aquella divertida pantomima, pues en todo momento sentía que estaba cometiendo un error, ¿Qué se supone que tenía que hacer con aquel chico?  Conociendo los negocios de Robín, la respuesta lógica era solo una: Quería entrar.

-          ¿Y bien?... ¿me estabas esperando? – preguntó Santiago sacando un cigarrillo y colocándolo entre sus labios de la misma forma que habría hecho Robín. El chico lo miró estudiando sus movimientos, entrecerró los ojos como si necesitara enfocarlo y luego de un suspiro, asintió suavemente. Santiago sacó el humo del cigarro lentamente. El chico francés, meditó durante un segundo lo que iba a decir y hablo por fin con voz segura y pausada.

-          ¿Soy lo que estás buscando? – preguntó el chico hablando en un perfecto francés, enderezando la espalda y esbozando una sonrisa sensual – mi nombre es Nolah

-          Aun no me decido, Nolah – le respondió Santiago también en francés, devolviéndole la sonrisa y tirando al suelo el cigarro para aplastarlo con la suela del zapato.

Permanecieron mirándose durante un segundo y luego alargando la bien disimulada incertidumbre, el coqueto imitador se acercó hacia los bastidores pasando la mano con desinterés por las perchas de ropa, el francés lo observaba con atención, inmóvil desde el escritorio, Santiago lo miró de reojo y se dio cuenta de lo irreal que se veía el chico en aquella vieja oficina. Tenía todo el porte de un modelo, alto, esbelto, ligeramente musculado y con unas facciones exquisitas, su corte de cabello undercut revelaba a un esclavo de la moda, cerca de su boca un pequeño lunar le daba un aire sensual y mientras sonreía, su rostro anguloso se llenaba de una fuerza, típica de los modelos de pasarela.

Para Santiago no pasó desapercibido el tenue perfume que llevaba puesto, que lo invitaba a pensar en paseos de lujo en tierras lejanas, deseó ver aquel chico francés envuelto en telas vaporosas y pensó con entusiasmo que aquella creatura tan exquisita le proporcionaría una experiencia extraordinaria, hasta ese instante, ya parecía una historia que nadie le iba a creer.

-          ¿y madame? ¿Se fue? – preguntó el francés mirándolo con una expresión de adolescente rebelde. Santiago asintió con indiferencia mientras seguía examinando la ropa

El francés optó por respirar hondo y acercarse lentamente a Santiago, se colocó a un costado de él y llevándose las manos al cuello comenzó a desabotonar con calma la fina camisa que cubría su piel cincelada en mármol.  Santiago dudó durante un instante y como si de un niño se tratara, le sujetó ambas manos al francés, para que dejara de quitarse la ropa.

-          ¿No me deseas? – le preguntó en un susurro retador, aquella feroz expresión del francés hacia que las venas de su rostro se marcaran, haciéndolo mas varonil y sensual. Santiago lo miró  y sonrió, ciertamente no había conocido a alguien tan extraordinariamente bello como aquel joven, y posiblemente en cualquier otra circunstancia un chico así seria completamente inalcanzable.

Levantó la vista y entre la ropa creyó ver una persona de pie escondida, entre cerró los ojos y al abrirlos se dio cuenta que los bastidores ocultaban parcialmente un amplio espejo de madera.

-          Por supuesto, pero… ¿Cuál es la prisa? – comentó Santiago sin dejar de ver con fascinación el espejo. Extendió la mano hasta tocar el marco de madera del espejo, movió suavemente los bastidores y se detuvo un segundo a contemplar el reflejo de ambos. El francés lo observaba sin pronunciar una palabra. Santiago sonrió y su gemelo en el espejo le devolvió la sonrisa pícara, después como guiado por un extraordinario impulso dominador, sujetó con fuerza la nuca del francés con una mano, haciéndolo que caminara un par de pasos hacia al frente hasta quedar cara a cara frente al espejo. – desnúdate y tócate – le ordenó susurrándole al oído y viendo su reflejo mientras lo hacía, el francés lo miró sorprendido por el repentino despliegue de autoridad, pero asintió obedeciendo con una sonrisa cínica que encendió aún más a Santiago.

-          De acuerdo – le respondió Nolah, quitándose con rapidez y furia la camisa y tirándola al piso, con un suave gruñidito. Santiago se acercó a él por detrás besando y mordiéndole el cuello, mientras el francés repasaba su blanca tableta con las manos.

-          ¿Te excita ver tu reflejo? – le preguntó al francés que ahora tenía un suave rubor dándole color a sus pálidas mejillas, el falso Robín, continuó besando el cuello del chico, metiendo la mano dentro del pantalón para encontrar aquellas nalgas carnosas mientras con la otra mano desabrochaba con maestría el fino pantalón que impedía la completa visión de aquel extraordinario chico.

-          Mmjum… ¿y a ti… que te excita? – le preguntó Nolah pasando su lengua por los labios mientras movía sus caderas en suaves círculos pegándose a la entrepierna de Santiago, que cada vez  mostraba un bulto más prominente y duro.

-          ¿quieres saber que me excita? – le preguntó sujetando con fuerza la orilla del pantalón de Nolah y bajándolo con violencia, lo dejó completamente desnudo frente al espejo, el francés miró su reflejo y un dejó de egocentrismo brillo en sus ojos, Santiago lo notó, mientras recorría su espalda con ambas manos lo acomodó de perrito frente al espejo. ¿Cómo lo haría Robín? Pensó Santiago y humedeciendo un par de dedos comenzó a acariciar la entrada de su agujero…

-          Yo… no hago esto con mucha frecuencia – le advirtió el francés ligeramente atemorizado – por favor… ten cuidado – le pidió mirándolo con seriedad. Cualquiera pensaría que una frase así denotaría cierto aire de vulnerabilidad, pero no era así. Algo había en la mirada de Nolah que hacia desear a Santiago ser agresivo, tal vez era su airecito de chico malo, o tal vez la fortaleza y altanería que tenia en su elegante porte.

-          Pues peor para ti – le dijo sonriendo pícaramente mientras metía un dedo, sin dejarlo acostumbrarse comenzó a hacer ciertos movimientos circulares para prepararlo -  quiero ver que te toques – le ordenó y Nolah comenzó a acariciarse el miembro que comenzaba a ponerse a cien, perdido entre la lujuriosa imagen del espejo. Santiago metió un segundo dedo y prosiguió a darle un rítmico mete y saca con los dedos que aceleró la respiración de ambos.

-          Dios… hazlo ya, me estas torturando  – exclamó Nolah sintiendo como su miembro se erguía con tanta fuerza que resultaba imperiosa la necesidad de masturbarse cada vez más rápido. Santiago se puso de pie sacando sus dedos y caminó hasta el escritorio, se sentó en la silla y se bajó el cierre liberando su miembro erguido, Nolah completamente excitado frente al espejo tomó aire con fuerza y se acercó a gatas a Santiago, tenía que admitir que le estaba gustando ser bajado del pedestal y que lo trataran con rudeza.

-          Ven – le dijo Santiago y el francés se sentó sobre el mirándolo de forma azorada, tenía la piel tan suave y cremosa, casi libre de vellos y tan blanca que para Santiago era un deleite poder recorrerla con los labios, besándolo lentamente, de forma minuciosa, como si quisiera grabar en su mente aquel instante, aquel sentimiento, aquella ráfaga de excitación, quería que cada poro erizado de piel pasara por sus besos. Antes de penetrarlo lo acarició y beso pacientemente susurrándole al oído que continuara masturbándose para él. Nolah dejaba salir toda clase de exquisitos sonidos guturales con aquella voz varonil.

-          Me estas volviendo loco – le susurró Nolah, separando sus nalgas e invitándolo a entrar. Santiago lo besó acariciando sus labios con la lengua, Nolah le señaló el cajón del escritorio y Santiago comprendió sin necesidad de que dijeran una palabra. Tomó del lugar que le indicó el francés un preservativo y se lo colocó

Santiago se acercó a sus labios besándolo desenfrenadamente mientras la cabeza de su miembro entraba en aquel estrecho sitio de placer. Con forme ganaba terreno adentrándose en Nolah, aumentaba la intensidad de las caricias y lametones que hacían a Nolah desvivirse en gemidos.

Las embestidas que le daba eran cortas pero muy profundas, obligándolos a ambos a alargar el momento, Nolah, se separó un momento apoyando sus manos en el escritorio para no perder el equilibrio, pues le temblaban las piernas. Santiago igual se puso de pie y abrazando a Nolah lo levantó para sentarlo en el escritorio, Nolah se dejaba hacer temblando, con una suave capa de sudor humedeciendo su piel de alabastro.

Asi sentado frente a él, Santiago le separó las piernas y se aferró a sus perfiladas caderas para acercar de nuevo su miembro erguido a aquella funda que le daba la bienvenida con una deliciosa estrechez.

-          Ah… mas duro… - le pedía el francés mientras Santiago movía las caderas a un ritmo bestial, impulsándose con las manos en las caderas de Nolah lo penetraba rápida y profundamente, los gruñidos ahora inundaban la habitación, gimiendo y pidiendo por más. Santiago tensaba cada musculo de su ser intentando retrasar su inminente orgasmo hasta que Nolah explotó gritando mientras su corrida salpicaba el escritorio con deliciosas manchas blancas. Entonces fue como un banderazo para Santiago que se abandonó al placer corriéndose abundantemente en el preservativo. Se salió rápidamente y tiró el preservativo en la basura, se acomodó la ropa y le resultó divertido darse cuenta que prácticamente había tenido sexo con la ropa puesta.

Nolah permaneció un momento más recostado en el escritorio, sintiendo como su pequeño y ultrajado agujero se había agrandado para recibir aquel duro miembro rebosante de virilidad.  Luego de unos minutos se incorporó sintiendo como le temblaban las piernas, se puso el pantalón sin cruzar palabra con Santiago, y se dirigió a la puerta donde tras tocar dos veces con los nudillos se abrió dejando entrar a la hermosa chica vestida de conejita, que traía una botella de vino espumoso en una cubetita de hielo. Les sirvió a ambos una copa y se retiró con el mismo silencio con el que entró. Santiago encendió nuevamente un cigarro y tomó la copa que le ofreció Nolah.

-          Si no se da prisa Robín, no lograra probar el vino – dijo el chico en un seductor acento francés. Santiago abrió los ojos con una mescla de sorpresa e incertidumbre, casi atragantándose con el trago de vino que acababa de tomar – A diferencia de mi tía que no tiene la menor idea, yo  si conozco a Robín lo suficiente como para darme cuenta que aunque actúas igual que él, no lo eres. mi querido mentiroso... – aclaró Nolah, encogiéndose de hombros mientras tomaba un cambio de ropa de las perchas, Santiago sonrió y se acercó  dejando salir el humo con una sonrisita de lado.

-          Ya sabemos quién no soy… pero, la pregunta que importa es: ¿Quién eres tú? –  le contestó Santiago, sin borrar de su rostro la sonrisa, el francés sonrió  en respuesta sin quitar aquel gesto de análisis.

-          Soy un juguete que Gian está interesado en romper… - le respondió frunciendo ligeramente los labios, Santiago lo miró intrigado y espero a que continuara – está obligando a mi tía a pagar los favores que debe con… con mi trabajo en la casa grande de forma provisional, dicho de otra forma, quiere tenerme a su disposición hasta que se fastidie de mi – explicó el francés poniéndose de pie y acercándose a Santiago, era alto y de cerca su rostro pálido, se veía demasiado perfecto. Tan perfecto que parecia inalcanzable.

-          ¿Por qué no le dan dinero, en lugar de eso? Una vez que entras a trabajar con Gian, las cosas cambian… estoy seguro que si le ofrecieras una buena suma el…

-          ¡No quiere dinero! Mi tía daría hasta el último centavo que Gian le pidiera si con ello lo convenciera de dejarme fuera de la ecuación  pero… a él le interesa más humillarme para  quebrar a mi tía. Gian busca algo más grande que la simple realización personal de verla afectada, de eso estoy seguro y el único que puede ayudarme es Robín. Todos creen que estoy loco por confiar en él. Pero tengo una buena razón… y eso es todo lo que necesito – afirmó sirviéndose otra copa de vino y acercándose de nuevo a Santiago.

-          Y ¿Qué honorable razón hay para buscarlo con tantas ansias? – preguntó Santiago con una sonrisa sarcástica, deslizando su caricia hasta los pálidos pómulos que parecían labrados con esmero por un experto cincel.

-          Honorable y Robín no son palabras que uno escuche en el mismo enunciado – afirmó devolviendo la sonrisa y mirándolo directamente a los ojos, mientras movía con sutileza su mentón para que aquellos fríos dedos descendieran de sus pómulos a sus labios, los entre abrió para que sintiera la humedad que se ocultaba en su boca, mirándolo con un deseo que crecía poco a poco, pero Santiago jugaba sus cartas con astucia y adivinando dicho movimiento retiró sus dedos descendiendo de sus labios al cuello con rapidez – ¿Crees que Robín acepte ayudarme?

-          No puedo contestar eso y lo sabes – puntualizó Santiago sacando el humo del cigarrillo. Y acariciando con su mano el antebrazo del francés con una suave insinuación – robín es impredecible y ahora, lo es más que nunca… antes las variables eran sencillas, sexo o dinero, pero ahora… hay un elemento más que considerar.

-          ¿Qué?

-          No “que”, “quien” – Santiago sonrió y Nolah asintió sorprendido, chocaron las copas brindando con una sonrisita en los labios y apuraron el resto del vino.

-          Definitivamente eso si es una sorpresa… ¿Conozco por casualidad a la afortunada?

-          Lo dudo mucho… pero no te sientas celoso Nolah, que no es ni remotamente tan impactante como tú.

-          Gracias… por tus palabras y por escucharme, de verdad necesitaba sacar un poco de este estrés.

-          Nolah, si puedo ayudarte en algo lo hare con gusto, siempre y cuenta nunca olvides que mi lealtad esta con Robín. – la sonrisa fría y distante de Nolah se volvió cálida durante un segundo y Santiago aprovecho para besarlo  nuevamente, esta vez el beso le supo diferente, más efusivo y sincero.

-          Solo respóndeme si vendrá – le preguntó el francés mordiéndose el labio inferior, por toda respuesta Santiago se encogió de hombros, Nolah lo sujetó del brazo clavándole la mirada – No me hace mucha gracia estar perdiendo mi tiempo en este sitio tan desagradable – un par de venas se marcaron en su rostro pálido haciéndolo aún más atractivo con aquella muestra de enojo.

-          Perdona si juego contigo un poco, te vez muy atractivo cuando te enojas. – le respondió Santiago con una sonrisa, para después besarlo en el mentón de forma sorpresiva.

-          Ro, siempre dice exactamente lo mismo -  murmuró el francés esbozando una sonrisa, mientras se recargaba en el bastidor intentando ignorar la suave caricia que le quitaba la concentración – perdona, me desespero, es que, me urge hablar directamente con él, pero entiendo que no quiera verme, todos están molestos conmigo por mi obstinación de buscarlo…

-          Él está abajo, pero está ocupado con otros asuntos, si él te dijo que vendría, así será – le respondió sonriendo con gentileza, el francés asintió separándose de Santiago, permaneció un momento de espaldas, respirando hondo tomó una de las prendas del bastidor y se acercó con ella hasta el escritorio.

-          No sabía que ponerme, estaba un poco nervioso, así que mande a traer de todo un poco… no sé si le guste a Robín, a ti… ¿Qué te parece? – le preguntó señalando la ropa con un gracioso movimiento de cabeza.

-          Cualquier cosa que te pongas lucirá extraordinaria, Nolah – afirmó Santiago dándole un suave beso en los labios, se separó y caminó hacia la puerta seguido por Nolah.

-          Me ayudaste muchísimo a hacer más amena la espera. De verdad, muchas gracias – le dijo dándole un enérgico apretón de manos.

-          Yo solo seguí el conejo blanco, debí imaginar que me llevaría al país de las maravillas. – le contestó Santiago apurándose el contenido de la copa y Nolah le sonrió dejando que saliera por la puerta.

Parecía haber  estado una eternidad allí adentro, bajó con rapidez y se dirigió a la pista atravesando la marea de gente que se arremolinaba moviéndose al compás de la música, caminó entre las personas buscando con la mirada el cuerpo felino que conocía a la perfección, un mareo lo obligó a quedarse estático durante un segundo, respiró hondo y trató de encontrar en su mente la respuesta a las múltiples interrogantes que la platica con Nolah le había dejado, en medio de su instante introspectivo, sintió un empujón de un chico furioso que caminaba hacia el frente a toda velocidad, dio un paso hacia adelante para reclamarle el empujón y lo que encontró frente a sus ojos, lo hizo respirar hondo y prepararse para una golpiza.

Al mismo tiempo en el departamento de Gustavo

Adrián entró al departamento tirando su mochila al piso mientras se dirigía hacia la ducha sin levantar la mirada, sentía como los pies le latían con un dolor punzante que se extendía a través de sus piernas producto del extenuante día de trabajo. Anexo al cansancio corporal, se sentía agotado mentalmente ya que no sabía a ciencia cierta cuánto tiempo más lograría soportar aquel horario de trabajo miró su reloj dándose cuenta nuevamente su pareja había tenido que cenar e irse a la cama solo. Lo siento Tavo… murmuró mientras tomaba una corta ducha esperanzado en que esta borrara de su cuerpo todas las inseguridades.

Salió de la ducha completamente desnudo, y mientras caminaba hacia la cama buscó la silueta de Tavo por la habitación, aquel distanciamiento entre era cada vez más evidente, el amplio espacio del departamento le pareció terriblemente frio  y bajó la mirada sintiéndose estúpido por creer al principio que todo sería como en un cuento de hadas. Se repetía a si mismo que la luna de miel no era para siempre y que los primeros días de convivencia eran los más difíciles, pero si evaluaba todo lo que había pasado los últimos días, todo proyectaba a que aquella relación estaba proyectada al fracaso.

Absorto en sus pensamientos tardó un minuto en darse cuenta que Tavo no estaba en la cama, ¿ habrá salido?¿Sin avisar? ¿A la 1 am? Recorrió el departamento pensando, en Luis y en el dolor que le había causado al dejarlo por Gustavo, tal vez aquello era el castigo del universo por creer que saldría victorioso de la infamia que había cometido. El departamento de Gustavo contaba con 4 amplias habitaciones, la primera y mejor iluminada era la sala, decorada con un estilo moderno y contemporáneo, la segunda era la habitación principal donde se encontraba la cama, el baño principal y un amplio closet, la tercera habitación era un cuarto de huéspedes que parecía más bien una bodega y la última que Adrián encontraba un poco extraña  pues solo había entrado ahí en pocas ocasiones era la favorita de Gustavo, un estudio amplio con las paredes cubiertas de libros y unos mullidos divanes que adornaban el centro del lugar, en un costado había un estilizado escritorio blanco  donde reposaban de forma excesivamente organizada papeles, plumas y demás utensilios de oficina. Adrián abrió suavemente la puerta de esta última y frunció el ceño ligeramente enternecido con la escena que vio a continuación.

Gustavo se encontraba sentado en el suelo sobre la alfombra, reposando la pierna lastimada entre cojines, con la cara cubierta con un grueso libro de pasta verde botella, en el piso cerca de él, se encontraba su cena completamente intacta. Parecía un niño pequeño a quien sus padres habían olvidado en una biblioteca, pese a que se encontraba a mitad de la veintena, el rostro de Gustavo fácil podría confundirse con el de un adolescente, ya que había cierta pureza en él.  Adrian le quitó el libro de la cara con mucho sigilo, y dándole un suave beso en la mejilla, intentó levantarlo, sintiéndose atenazado por la melancolía.

-          Ya estás aquí… – murmuró Tavo esbozando una sonrisa, apoyándose en Adrián para incorporarse – lo siento, me quedé dormido mientras revisaba unos libros… ¿Cómo te fue? – preguntó aun somnoliento.

-          Muy cansado… de nuevo me tocó quedarme solo en la barra, Dany mi jefa tiene muchos problemas con una de las empleadas.

-          ¿es un mal elemento? – preguntó con poco interés, pero evitando ser irrespetuoso.

-          No… de hecho creo – murmuró con una risita, abrazando a Tavo para ayudarlo a caminar a la habitación – creo que están saliendo, o algo así… siempre andan muy misteriosas y como el administrador siempre que pasa le hace insinuaciones a la pobre chica, terminó por renunciar, y desde eso mi jefa está tan bipolar y neurótica, que cuando la hablo no sé si me va a sonreír o va aventarme una olla a la cabeza – comentó riéndose. Tavo igual sonrió separándose un momento para admirar como la luz nocturna que se filtraba por la ventana, iluminaba el rostro de Adrián.

-          Llevamos hablando varios minutos sin entrar en drama o pelearnos, creo que es un nuevo record – afirmó sonriendo y besando rápidamente el cuello de Adrián.

-          Haces que suene como si peleáramos todo el tiempo – Adrián frunció el ceño dolido por el comentario, separándose ligeramente de Tavo y mirándolo a los ojos – no sé qué pensar cuando dices esas cosas.

-          No es que peleemos todo el tiempo, es que el poco tiempo que te veo, se ocupa entre discusiones y mis dramas – Tavo se dio cuenta del error de sus palabras y se esforzó por mantener la sonrisa para restarle importancia al asunto – tal y como acabo de hacer en este momento, jaja. Lo siento, sigo sin estar a gusto con esto – dijo señalando sus miembros enyesados.

-          Las cosas están complicadas últimamente, porque pasas mucho tiempo encerrado acá… creo que si ya te sientes mejor podrías pedir que te traigan algunas cosas de la oficina central, para que trabajes desde aquí, eso podría distraerte.

-          Adri… en mi ausencia la “junta directiva” es decir mi tío, nombró a alguien que me reemplace… de forma indefinida. No me enoja, a decir verdad siempre fue una imposición de mi tío el trabajar en la compañía. Según él lo hace para castigarme pero… creo que podemos vivir perfectamente con el dinero que tengo ahorrado y el fideicomiso de mis padres. Además… si mi tío decide desheredarme posiblemente me esté haciendo un favor. Si eso ocurre me gustaría invertir en algunos proyectos que siempre he tenido en mente, volver a hacerme cargo de los viñedos de mi padre. ¿te imaginas? Vivir en un viñedo, en una hermosa casona en el sur… sé que te encantará estar ahí – Tavo hablaba rápidamente moviéndose hacia la cama con lentitud evitando recargarse demasiado en el yeso de la pierna. Adrián lo observaba serio sin dejar de prestarle atención.

-          Supongo que sería interesante, pero, ¿de verdad es eso lo que te haría feliz? – exclamó Adrián sonriendo con condescendencia mientras se acostaba en la cama a lado de Tavo.

-          ¿sabes que me haría verdaderamente feliz? No tener que responsabilizarme de la “imagen” de la familia,  que la hipocresía de mi tío no llegue al grado de repudiarme por mi elección de pareja  y sobre todas las cosas, ¡me haría infinitamente feliz que me quiten este maldito yeso! –dijo mordiendo una almohada y haciendo una serie de gruñiditos de inconformidad, Adrián evitaba estallar en carcajadas, mirándolo con ternura – ¿sabes qué otra cosa me habría muy feliz? – preguntó abriendo excesivamente los ojos en un intento cómico de parecer tierno.  Adrián sonrió negando con la cabeza – me haría muy feliz tener una familia... contigo.

Adrián se quedó de piedra mirándolo con una autentica expresión de asombro, su primera reacción iba a ser soltarse a reír, pero no quería que Tavo interpretara eso como una burla. Lo miró por un par de minutos sin encontrar nada que decir. Tavo no tardó en notar como el ambiente agradable se había vuelto tenso con aquel último comentario.

-          No, ahora no… obviamente me refiero a un futuro lejano… muy lejano – exclamó Tavo, intentando reparar su error.

-          No es que no quiera, es solo que… Tavo, no ahora, tengo 17 años, en unos meses apenas cumpliré 18 y mi trabajo es de ayudante de barman en un pequeño bar. Además de las cosas que hice en mi pasado y el papel de robín en todo esto… ¿Cómo podría criar un hijo? ¡además somos dos hombres! – Adrián se revolvía entre las sabanas frunciendo el ceño, Tavo sonrió tomando sus manos y besándolas.

-          Tranquilo, no quise en ningún momento decir ahorita mismo, sé que ahora la situación es bastante complicada, pero en el futuro me gustaría muchísimo ser papá, sueño con una familia Adrián, en serio… pero solo si es contigo, entiendo que por ser dos hombres será doble reto, pero si tu permaneces a mi lado creo que podríamos ser una hermosa familia. Sé que es una locura pensar en eso ahora…

-          No… creo que es una cuestión completamente lógica para unirnos de nuevo, pero no es la forma. Tavo, te amo pero no quiero hijos ni dar más pasos para formalizar nuestra relación sin antes solucionar los problemas que tenemos. Es terriblemente fácil fingir que no pasa nada y esconder las peleas en la bodega. Creo podemos aclarar las cosas con la madurez suficiente y solucionar nuestro distanciamiento antes de pensar en cualquier cosa. No voy a fingir que no pasa nada cuando casi me engañas con otro tipo por las inseguridades que te genera la situación que estamos viviendo como pareja, ni tampoco ignoraré el hecho de que fui yo quien se distanció para escapar de mi pasado que me impide que tu familia me considere una persona decente.

-          No te miento cuando te digo que una familia es algo que añoro. Pero tienes razón,  decirlo en este momento, fue como un intento un poco desesperado – afirmó Gustavo tomando las manos de Adrián –

-          Un intento que no tiene razón de ser…

-          Es que ya no quiero seguir peleando contigo… y quiero hacer algo para… recuperarnos

-          Voy a renunciar a mi trabajo…

-          Pero…

-          Tomé la decisión no solo por nosotros, sino porque el horario me está matando, hay una cafetería que esta un par de cuadras de aquí, hable con el dueño y posiblemente me acepte, además el horario seria desde que salga de la escuela hasta el cierre, que es a las 9. Así podría llegar a cenar contigo y no me acostaría tan tarde – Gustavo sonrió alegremente al escuchar eso, rodeándolo con el brazo para acercarlo a su pecho, Adrián estiró las piernas disfrutando de la frescura de las suaves sabanas de algodón, no había mejor almohada que el pecho de Tavo, que con aquella firmeza le daba refugio y tranquilidad

-          No se cómo hacerte entender que no hay necesidad de que trabajes, puedo mantenernos sin ningún problema, mientras terminas la escuela y decides que hacer con la universidad. Soy perfectamente capaz de sufragar todos los gastos – le decía Tavo mientras le acariciaba el cabello y depositaba tiernos besos en él.

-          No puedo seguir esperando que la gente a mí alrededor se haga cargo de mí, como si yo no fuera capaz de hacerlo. Me gusta trabajar, me gusta sentirme útil.  No seas tan posesivo conmigo, creo que tienes que aprender a no ser tan controlador – le respondió Adrián levantando el rostro lo suficiente para quedar a unos milímetros de sus labios, Gustavo bajo la mirada y alejó su rostro huyendo de su mirada, y pese a saber que Adrián tenía razón, no podía dejar de pensar en protegerlo, Adrián notó su turbación, estaba harto de tantas discusiones –  Lo siento, te amo, pero también amo la libertad que tengo de hacer las cosas a mi modo. Entiéndeme por favor, antes no podía… y ahora quisiera valerme por mí mismo. Incluso me gustaría poder vivir solo, pero… verte cada mañana es algo de lo que no me gustaría prescindir.

-          No, tienes razón Adri, y está bien, solo me gustaría que no tuvieras que trabajar en una cafetería, creo que si quieres independencia económica deberías pedirle algo a Robín, es lo justo, digo él se da la gran vida  y es tu dinero después de todo.

-          ¿¡Mi dinero!? – exclamó Adrián separándose bruscamente de Tavo y mirándolo con una furia desatada, que iba dirigida a alguien más, pero que definitivamente tavo había detonado con su comentario, abrió la boca intentando, explicar a lo que quería decir, pero Adrián lo interrumpió aferrándose a una almohada – ah… hablas del dinero que recibía de la gente que pagaba abusar de mi… ¿ese dinero? ¿O el dinero que le dabas tú para que nadie “tocara tus cosas”?  tienes razón, después de todo me lo gane ¿no? pero sabes “cariño” son pocas las ocasiones en que los padrotes le dan su parte a las prostitutas a las que explotan… deberías saberlo…

-          ¡NO! Adrián, no pretendía que sonara de esa forma y no me refería a eso, mira el dinero que deposité cuando me lo pidió Robín, está en una cuenta a tu nombre, y de cualquier forma el dinero que hay en ella es tuyo, porque le guste o no a Robin como titular de la cuenta puedes disponer de él. Yo creía que tu recibias ese dinero o al menos parte de él, ya que la cuenta estaba a tu nombre… lo lamento, no pensé que tu ignoraras por completo ese hecho.

-          Espera… ¿quieres decir que el dinero que le depositaron a Robín, está en una cuenta a mi nombre?  Puedo exigir que se me entregue…

-          No, creo que puedas “exigirlo”, no aun porque eres menor de edad, pero… si puedes llegar a cierto arreglo con él o esperar algunos meses a que cumplas los 18 años… suponiendo que Robin no se haya gastado todo el dinero podrias invertirlo o usarlo para cubrir algunos gastos de la universidad, o algo por el estilo.

-          Es cierto… yo, no me explico algo: ¿Porque habrá sido tan descuidado? ¿Por qué poner esa cuenta en mi nombre?

-          Tal vez pensó que era mejor que no apareciera a su nombre, para no levantar sospechas.

-          Si… es lo más probable…

-          ¿tienes los datos de la cuenta?

-          Sí, tengo el numero para depósito y el nombre del banco, con saber el nombre del banco, puedes decir que perdiste tu tarjeta y que no quieres que tu tío se entere, y así obtener un poco más de información. Nunca quise que sonara de esa forma, en realidad pensé que sabias lo de la cuenta.

-          No… perdona si reacciono mal, pero si te pones en mi lugar durante un instante…

-          Sé el infierno que debes haber vivido a manos de Robín hace que te pongas siempre a la defensiva.

Gustavo estrechó en sus brazos a Adrián besando lentamente sus parpados que se cerraban, a medida que las caricias se iban pintando en su piel, él se abandonaba lentamente en aquel espacio de ensueño, perdiéndose rápidamente en la felicidad que le proporcionaba Tavo.

De regreso en la discoteca.

El aire se volvió viscoso durante un segundo haciendo que a Car le fuera imposible respirar, y las personas a su alrededor se dibujaban en tonos oscuros y rojos, Javier había corrido a saludar a alguien y después, en un parpadeo los veía besándose, frente a él. De manera inconsciente sus manos se cerraron en puños y sin pensar se dirigió hacia ellos, los cuerpos apretujados le fueron indiferentes al abrirse paso a empujones. Y tan pronto estuvo a su alcance tomó al tipo por la solapa de la camisa empujándolo con toda la fuerza que sus potentes brazos podían alcanzar.

Javier ahogó un grito, intentando sujetar a Car con ambos brazos antes de que volviera a empujar a Robín, que desorientado y sin entender lo que pasaba los miraba con los ojos chispeantes de furia.  La mirada de Car repasó lentamente el cuerpo de Robín, deteniéndose en sus ojos, analizando a grosso modo su penetrante mirada felina para después descender a los labios  y el cuello que bajaba lentamente por la camisa entreabierta. Las siluetas de la ropa que llevaba puestas dejaban entrever un cuerpo bien trabajado sin  demasiados músculos pero de evidente fuerza. Fue imposible no darse cuenta también de la erección que chocaba contra los jeans entallados, y del innegable estado de ebriedad que tenía. Robín se acercó con toda la intención de devolver el empujón, cuando entre la multitud salió un chico de cabello dorado que lo sujetó con fuerza impidiéndole moverse.

Car se puso a la defensiva nuevamente pero las manos de Javier sobre su brazo, lo sacaron de aquella turbación, regresándolo al presente pegándose a él, como un niño que busca protección, el estruendo de la música ocultó el temblor en la voz de Javier mientras iniciaba las presentaciones de rigor.

-          Car, quiero presentarte a un amigo que literalmente casi me atropelló hace un tiempo, no sé si recuerdes que te hable de él… Hace algún tiempo que no lo veía… asi que no sabia que… ¡es que tiene mucho tiempo que no sabía de él!

-          Hace una eternidad,  que no nos veíamos – le interrumpió Robín intentando colocar sobre el rostro tenso una sonrisa de lado ligeramente burlona, se movió para desasirse de la prisión que representaban los brazos de Santiago, quien había corrido para intervenir en aquella pelea, este cedió poco a poco al notar que no habría más hostilidad, Robín se acomodó la ropa y se acercó  extendiendo la mano para estrechar la de Car – soy Robín, el mal ejemplo. Tú debes ser…

-          Car… el novio – respondió con ligera desconfianza recordando las supuestas “enseñanzas del famoso robín” que Javier había acatado al pie de la letra mientras estaban peleados. Pero sin lugar a dudas ahora comprendía por qué, era difícil no escuchar a alguien como él, pues tenía un magnetismo que lo hacía irresistible, que lo turbaba y le daba un poco de celos que intentó disimular.

-          Un gusto, entonces… ¿te llamas Car?... ¿Cómo los cochecitos en inglés? Rumm rumm – dijo Robín arrugando la nariz mientras reía dándole un golpecito en el brazo – no te tomes demasiado enserio el beso. El pequeño Javi y tenemos mucho sin coger… ni nada de eso, las cosas entre nosotros se enfriaron abruptamente, sospecho que la razón eres tu – le dijo casi en un susurro mientras le rodeaba los hombros con el brazo.

Javier  agradecía que la escasa iluminación ocultara sus mejillas rojas, Car arqueó las cejas, respirando hondo y alejándose de Robín con discreción para luego abrazar a novio de forma ligeramente posesiva. Santiago se acercó tomando a Robín del brazo y haciendo un verdadero esfuerzo por que se enfocara en lo que intentaba decirle, lo alejó de la multitud. Caminaron casi arrastrados por la marea de gente, hasta llegar a un cubículo dentro de los sanitarios. Allí Santiago preparó dos curiosas líneas de polvo blanco que Robín inhaló sin preguntar.

-          Te necesito sobrio, o por lo menos algo parecido a eso… Nolah está esperándote arriba, su tía está hecha una furia, llevan horas aquí esperando que aparezcas.

-          Busca a Luis, estaba en la barra, llévalo con nosotros, lo que voy a hablar con Nolah también le interesa a Luis.

-          ¿Qué estás haciendo Ro? A Gian no le va a causar mucha gracia que te metas en ese pleito – le reprendió cariñosamente Santiago, limpiando los restos de polvo blanco  de su perfilada nariz.

-          No, te preocupes por eso – le respondió Robín acariciándole el rostro – déjalo en mis manos, aunque no lo parezca se perfectamente lo que hago – murmuró mientras salía del baño perdiéndose nuevamente entre la multitud. Santiago respiró hondo y salió encaminándose hacia la barra.

Al mismo tiempo en la barra

Al ponerse de pie Luis se dio cuenta de lo desorientado que lo habían dejado los tragos que se había tomado, se sentía desesperado, intentando llegar hasta Robín entre la marea de cuerpos de la discoteca mientras apuraba el contenido del vaso dejándolo sobre una mesita.

Parecía como si un tambor sonara en su cabeza, fuerte y profundo, con un ritmo doloroso. Casi de milagro para evitar que cayera de bruces Santiago se cruzó en su camino sujetándolo por los hombros y acercándolo a una sillita.

-          ¿Lo viste? El fue quien lo besó… como ¡como si yo no existiera! ¡Corrió a buscarlo en tanto lo vió y le dio un beso! –dijo Luis, gritando para hacerse oír a través de la estridente música electrónica,  liberándose de los brazos de Santiago y poniéndose de pie nuevamente para continuar su camino.

-          Si… si lo vi, Luis, cálmate, Robín esta high estoy seguro que no tiene ni la menor idea de donde está parado, menos de a quien besó – le dijo Santiago de forma conciliadora saliendo de tras de él para sujetarlo, luchando para no perderlo de vista mientras se volvía a sumergir en el rio de gente. – ¿A dónde vas, Luis? – le gritó intentando hacerse escuchar a través del rio de gente.

-          A romperle la cara a puñetazos a Robín…- contestó en un susurro que Santiago no pudo escuchar pero que adivino.

A poco menos de un metro de llegar hasta ellos, Luis se detuvo en seco, lo que vio lo dejo helado impidiéndole dar otro paso al frente. Santiago lo tomó con fuerza de los hombros temiendo que se cayera, mientras intentaba ineficazmente adivinar qué era lo que pasaba por su cabeza en ese momento. Luis había reconocido aquel trio inconfundible de la escuela, el deportista musculoso a quien todos llamaban Car, el chico delgado y rubio, Javier, siempre seguido por Nicole a quien hasta los maestros llamaban Nina. Aquello lo frenó de golpe, clavándole los pies al piso, aquellos no solo eran sus alumnos, ¡eran amigos de Adrián! Luis miraba aterrado a Javier preguntándose seriamente como era posible que Robín conociera al único chico con quien Adrián se había animado a  entablar una amistad, una idea fugaz atravesó su mente aterrándolo  que tal si la amistad de Javier con Adrián había sido cuidadosamente premeditada por Robín… aquello seria demasiado.  Luis dió un paso hacia atrás chocando con Santiago que lo tomó del brazo  con más firmeza agradeciendo en silencio a dios  que Luis diera la media vuelta.

Luis se llevó las manos al rostro sintiendo como la rabia le inundaba los ojos. El alcohol en su sistema le impedía pensar con claridad, miró a Santiago y se abrazó a él respirando hondo para tranquilizarse. Santiago lo condujo al vestíbulo para que tomara un poco de aire, dejándose abrazar por él, ya que,  comprendía perfectamente lo que pasaba Luis.  Sabia que Robín tenía la habilidad de hacerte sentir que no había nadie en el mundo que le importara  más que tu… pero casi siempre era solo un capricho momentáneo.  Santiago había comprobado aquello de forma bastante dolorosa luego de experimentar sus primeras aventuras homoeróticas con él, en aquel tiempo estaba profundamente enamorado de él y aquella promiscuidad de Robín lo atormentaba, hasta que eventualmente comprendió que Robín para el siempre seria  como el agua que se escurría entre sus manos.

-          Creo que lo mejor será que me vaya – comentó Luis respirando hondo – sería inútil decirle algo a Robín en ese estado – la mirada en su  rostro denotaba que había afrontado una derrota y aquel gesto no pasó desapercibido para Santiago, que asintió mirándole con empatía, mientras se preguntaba cuántas derrotas más vendrían.

-          Puedo imaginar cómo te sientes, Robín y yo… bueno, fue tiempo atrás, cuando era yo más tonto y… tenía curiosidad… ya sabes, quería experimentar cosas – Santiago hablaba moviendo las manos intentando dejar salir las ideas inconexas en su cabeza – él era mayor y experimentado y… después de acostarnos un par de ocasiones, llegue a creer que Robín y yo éramos una pareja… claro él nunca me dijo que lo fuéramos, pero yo asumía que sí … pero después… verlo besarse o acostarse con alguien más… me hacía daño… creo que lo que estoy diciendo no tiene sentido. En alguna película, no recuerdo cual, decía “las creaturas del inframundo no podemos darlos el lujo de amar” sabes para lo que robín tiene que hacer es más que seguro que te encuentres frente a situaciones bastante desagradables, pero… la diferencia es que él… te ama, de verdad me consta que te ama, es solo que será demasiado difícil que cambie todo en su persona para demostrártelo. Robín es como es.

-          Sé que estoy haciendo esto más grande de lo que parece, pero no es fácil ¿sabes?… yo creo que cuando quieres estar con alguien, es solo con esa persona, que no necesitas estar con nadie más… y no porque no dejes de sentir atracción por los demás, sino porque respetas y valoras el compromiso que tienes con esa persona que es especial.

-          ¿Y se lo dijiste a Robín desde el inicio?

-          Pensé que todo eso estaba implícito… el me conoce, sabe cómo pienso.

-          Y tú lo conoces a él y sabes cómo piensa y eso no significa nada, si siguen dando las cosas por hecho, seguirán llevándose ese tipo de decepciones y malentendidos. Tienes que decirle las cosas de frente.

-          Pero si me tiene a mí… y sabe lo difícil que fue para mí iniciar una relación con él, sin cimientos y con la confianza fracturada.

-          Luis, no te lo tomes tan apecho  somos hombres… la testosterona es una perra, y más aún si la mezclas con alcohol…  no lo justifico pero lo entiendo, y de verdad creo que eso no quiere decir que Robín no te amé. Solo que si tú no le dices que eso no te parece, él no lo va a entender nunca.

-          Aun diciéndoselo, no creo que las cosas cambien, tal como dijiste, así es robín – Luis paso ambas manos por su cabello sintiendo como el aire fresco aliviaba un poco el dolor de cabeza que había empezado a martillearle las sienes – hazme un favor, Santiago, dile a robín que encontré a unos alumnos y me fui antes de que me vieran ebrio… que después lo veo en casa para que hablemos.

-          ¿No seria mejor que le dijeras la verdad…?

-          Es la verdad – comentó Luis con una sonrisa cansada que casi de inmediato se transformó una línea recta de seriedad, tragó saliva y al ver la cara de confusión de Santiago le comentó intentando que su voz no revelara lo que en realidad sentía –  el chico rubio al que besó, es alumno mío. El y también los otros dos con los que estaba, son alumnos míos y muy amigos de... mi anterior pareja.  Te confesare que solo por eso no fui a armarle una escena, no quiero decirle delante de ellos  algo de lo que me arrepienta después , sé que robín está más que simplemente ebrio y que no tiene caso, hablare con el luego, cuando estemos sobrios, por ahora  quiero estar solo.

-          Entiendo – confirmó Santiago con una sonrisa afable, mientras luis se alejaba intento decir algo mas pero al abrir la puerta del local, la noche en su exquisitamente dura oscuridad se tragó las palabras que permanecieron suspendidas en el aire sin que nadie las recibiera – hoy cuando les vi en la barra me di cuenta…

Me di cuenta de lo feliz que es Robín cuando está a tu lado, no lo dejes ir sin dar batalla… pensó y dejo que sus labios sacaran aquellas palabras como un tenue susurro. Luis tenia razón los reclamos en ese momento quedaban de más y sonarían demasiado falsas las promesas de perdón  como para decirlas en voz alta, pero ya habría tiempo para hacérselas saber. Cuando volvió a entrar la pista estaba aún más repleta, parecía que la población se había incrementado con cada segundo que pasaba y era prácticamente imposible reconocer a nadie en la multitud. Santiago hacia la sala VIP donde estaba seguro que encontraría a Robín tan pronto terminara de hablar con Nolah.

El conejo blanco le dio la bienvenida a Robín con una tímida sonrisa, abriendo la puerta despacio, mientras Nolah semidesnudo lo esperaba sentado sobre el escritorio jugueteando con la copa vacía de champagne entre sus largos y exquisitos dedos. Al verlo entrar trato de poner su pose más provocativa mirándolo con lascivia.  Robín lo observo sin inmutarse caminado hasta la ropa tirada en el piso y levantando una camisa la aventó hacia Nolah con una sonrisa para después hacer lo mismo con su exquisito pantalón de corte extranjero. Nolah frunció el ceño visiblemente molesto por aquel acto de indiferencia y Robín sonrió sabiendo que había surtido efecto su acción, se sentó a un costado de Nolah encendiendo un cigarrillo y mirándolo directamente a los ojos, Nolah le rodeó los hombros con uno de sus brazos de alabastro, acercando su rostro con una mirada que podría haber derretido el invierno. Pero Robin se desasió del abrazo, sujetándole el mentón mientras le decía impactándolo con la profundidad de sus ojos aceitunados:

-          Termina con la actuación cariño, tenemos que hablar de negocios.

EEEEA! ESTOY  DE REGRESO

BUENO PARA LOS QUE QUIERAN SABER PORQUE ESTUVE AUSENTE TANTO TIEMPO, MAS DE LA CUENTA... LA RAZON ES HERMOSA :D AL FIN HE TERMINADO LA UNIVERSIDAD YEEEEEY

PERO ESO TAMBIEN DESEMBOCO EN QUE DURANTE UNAS SEMANAS ME ENCONTRARA BASTANTE OCUPADA, LO QUE AL TERMINAR ME DEJO EXTENUADA Y SIN UN GRAMO DE INSPIRACION. TANTO QUE ESTE RELATO SE ATASCÓ.

DESDE HACE YA COMO UN MES Y MEDIO QUE ESTABA A LA MITAD ESPERANDO SER TERMINADO... Y ESTA SEMANA LO RETOME Y QUE CREEN, SE VOLVIÓ UN MOUSTRO EL DOBLE DE ESTE, POR LO QUE DECIDI DIVIDIRLO EN DOS :D  ASI QUE NADA MAS TERMINO DE DARLE UNOS DETALLES AL OTRO Y PAZ SERA PUBLICADO EN UNOS DIAS.

MUCHAS GRACIAS POR LEERME, ESPERO QUE LES GUSTE Y QUE NO ME DETESTEN DEMASIADO POR LO QUE VIENE A CONTINUACION... :D