Perdiendo el Control: en la parte detrás del coche
Adrian rozaba distraídamente la entrepierna de Gustavo mirando disimuladamente como le cresía con sus caricias un bulto en el pantalón
En el automóvil de Gustavo.
Adrian rozaba distraídamente la entrepierna de Gustavo mirando disimuladamente como le cresía con sus caricias un bulto en el pantalón , se encontraban a varios kilómetros de la fiesta y el trafico parecía imposible de sortear, el chofer había avisado que le tomaría varios minutos librarse del embotellamiento y ambos se relajaron en los asientos abrazándose, se sentía bien poder moverse con total libertar sin tener que cuidar que nadie los viera, el chofer entendió la orden implícita en la mirada de Gustavo y subió rápidamente la separación del coche para que ellos pudieran tener un poco mas de privacidad.
Abrazados como estaban Gustavo aprovecho para colocarle el antifaz que habian comprado en Venecia, a Adrian amarrándole la cinta de satín de la máscara con mucho cuidado, Adrian se giro cuando este hubo terminado y le dio un beso cálido con bastante ternura en el cuello, lo que provoco que Tavo se estremeciera y jalara a el pequeño Adrian sentándolo sobre sus piernas para poder mirarlo a los ojos mientras le acariciaba la espalda.
- Eres un pequeño diablito que sabe perfectamente como estremecerme, que paso con aquel tímido niño que se sonrojaba cuando lo besaba en público eh?
- La culpa te la tienes tú por hacerme perder el poco pudor que tengo.
- Me encanta hacerte perder cosas… como la ropa por ejemplo.
Adrian miro los ojos de Tavo, y comenzó a besarlo lentamente humedeciendo con su lengua sus labios y pegando tiernamente su nariz a la de él, mientras sus manos bajaban por su pecho deteniéndose en sus tetillas y quitando botón por botón sin dejar de besarlo introduciendo su lengua poco a poco mientras Tavo le acariciaba las mejillas perdido en el beso. Adrian se separo por un instante para acomodarse mejor de tal forma que la erección que ya era bastante evidente en los pantalones de Gustavo quedara a merced de sus manos, estas comenzaron a moverse sobre el pantalón frotando lentamente el contorno de la erección, Gustavo comenzaba a tener la boca seca.
- Síguete frotando así y te voy a comer aquí mismo
Apresuradamente tavo le desabrocho el cinturón a Adrian rozando con los dedos la piel de sus caderas, muriendo de ganas de proporcionarle placer. Adran sonrió de forma picara mientras le bajaba el cierre del pantalón. Tavo lo besaba en el cuello mordiéndolo suavemente susurrándole al oído ¿ te excita saber cómo me pones? Mi pequeño diablillo me estas torturando y lo sabes… mira que duro me tienes. Adrian gemía con cada palabra si había algo que le subía la temperatura era escuchar la voz de tavo penetrando en sus oídos con la fuerza de un huracán, susurrándole palabras sucias con aquella voz profunda, tierna y cariñosa. Esa voz… lo hacía derretirse en un charquito de placer.
- Pídeme que te vuelva a hacer el amor Adrian.
- Yo… yo quiero…que tu me…
- Pidemelo, quiero oir que sale de tus labios…
Adrian se encontraba completamente rojo, estaba completamente excitado pero nunca se había acostumbrado de decir ese tipo de cosas en voz alta, Tavo le lamio el cuello mordiéndole ligeramente mientras le acariciaba su cabello, sus manos descendieron poco a poco por su nuca recorriéndole la espalda. Se levanto sujetando a Adrian para que este no callera y girando su cuerpo acostó a Adrian en el asiento del coche quedando el sobre su cuerpo, presionando su erección contra el pantalón de adrian. Recorrió su cuerpo con las manos deleitándose de su piel morena, de su mirada excitada, de cómo se erizaba con cada beso y sonriendo como un tonto al besarlo, estaba completamente enamorado.
- Sin preámbulos – dijo quitándole los pantalones rápidamente a Adrian y separándole las piernas con una sonrisa adorable en el rostro - me muero por estar dentro de ti.
Tavo saco su miembro sin quitarse siquiera el pantalón, apresurando el momento como si estuvieran a la intemperie con miedo de ser descubiertos, con la premura de saber que estás haciendo algo prohibido. Adrian sujeto sus muslos por detrás de la rodilla jalándolos hacia su abdomen para facilitarle la entrada a Tavo.
Tavo saco un sobrecito de su saco vaciando su contenido en su miembro y en la entrada de Adrian para lubricar ese amor que morían por gritarse. Lo penetro limpiamente metiéndolo completo hasta que sintió como sus testículos chocaron contra la piel de Adrian, este reprimió un grito mordiéndose los labios y tavo apoyando los brazos en el asiento sin dejar caer todo su peso sobre el menudo joven que se estremecía bajo su cuerpo; sin esperar a que se acostumbrara el pequeño ano a aquel enorme intruso tavo bombeo como un poseso entrando y saliendo con los ojos cerrados y la boca entre abierta. Adrian temblaba observando como toda la piel se le erizaba de dolor y placer aunque en ese momento no atinaba a decir si era más el dolor o el placer que sentía, por más que trataba de relajarse para acostumbrarse al tamaño, cada que tavo se salía se tensaba apretando la entrada, lo que hacía que cuando tavo quisiera volver a entrar ahogara gritos con gemidos al encontrarse con una estrecha y húmeda bienvenida.
- No puedo aguantar más… si sigo me voy a venir…
- Sigue, vente dentro de mí…
El auto se detuvo sobresaltándolos, tavo dejo caer su peso sobre adrian intentando metérsela aun más profundamente dejando todo su semen correr dentro de aquel niño que lo miraba con los ojos entornados, mientras se masturbaba mirando como tavo se recuperaba de la corrida, adrian sentía el orgasmo acercarse a él, tavo lo beso en el abdomen mordiéndole suavemente, bajando hacia su entrepierna para lamerle el glande mientras adrian se masturbaba, hasta llegar a sus testículos, los beso los acaricio y lamió vorazmente, mientras adrian seguía cada vez más rápido deslizándose entre gemidos ahogados a un enorme venida, tavo anticipando segundos antes se acerco para lamerlo y termino recibiendo la corrida en su cara. Se vistieron rápidamente riendo como dos chiquillos que realizan una travesura, ansiosos de llegar a la fiesta que parecía estar en su mejor momento, ya que aun con los cristales cerrados llegaban ecos de la música, se sonrieron con complicidad y se acomodaron la ropa preparándose para bajar. Adrian tenía muchas ganas de estar en aquella fiesta con Tavo como su acompañante, fantaseando con la idea de entrar con él para que todos supieran que era su pareja, sin miedos, sin escondidas, dejar que tavo lo besara frente a todos, demostrándole que no tenía nada que ocultar y que se sentía orgulloso de tenerlo como novio. Al bajar del coche todas esas hermosas ideas se fueron diluyendo en un gesto de preocupación al ver una camioneta idéntica a la de Luis arrancar a toda velocidad. Perdóname… Luis no te mereces esto.
Tavo frunció ligeramente el seño al notal el cambio en la cara de Adrian, ¿te da miedo que nos encontremos con Robín? Yo soy el que debería temer… si supieras que he pagado para que no te atormente vendiéndote a otros… ¿entenderías mis motivos o te alejarías de mi?
- Antes de entrar… hay algo que quiero decirte.
- Yo… también Adrian. Pero antes que todo, quiero decirte que nunca me había enamorado tanto como me he enamorado de ti.
- Sé que tardamos en llegar hasta aquí pero… porque no vamos a otro sitio…
- ¿es por Robín? Si… - tavo titubeo un poco antes de seguir- si es por Robín… él, el ya sabe que nos estamos viendo. - Adrian abrió los ojos como platos con evidente sorpresa en su rostro, pero no interrumpió a tavo – yo mismo le pedí que me dejara seguir viéndote
- ¿Y te dijo que si?
- Más o menos, por lo pronto no hay problema con eso…
- Pero como lo convenciste… ¡No puedo creer que lo haya permitido!
- Adrian, te quiero, haría lo que fuera por estar contigo.
- No sé qué decir… yo también te quiero.
- No te preocupes y disfrutemos la fiesta. – Tavo dejo salir una sonrisa que borro todos los miedos de Adrian.
Entraron juntos tomados de la mano, chocando con la sonrisa indeleble de los edecanes que les ofrecían los chocolates “especiales” y el champagne. Antes de que Adrian se metiera el chocolate a la boca, tavo le explico que aquella “amenidad” tenía droga que era para colocar a la gente en un estado de excitación. Adrian guardo el chocolate en su bolsillo sin desenvolverlo susurrando al oído de tavo
- No necesito nada más que tus besos para excitarme.
. En el salón VIP de la fiesta de Disfraces.
Robín entro respirando hondo para que nadie notara como su corazón dolido asomaba por sus ojos aceitunados, miro hacia las personas que se encontraban en la fiesta y suspiro hondo tratando de alejar de su mente la forma directa y un tanto cruel pero completamente entendible en que Luis lo había rechazado ¿porque lo amó tanto si el es incapaz de corresponderme? Soy un perfecto imbécil Respiro hondo y tomó una de las copas de vino que se encontraban en las bandejas, tomó un pequeño sorbo y pensó que mientras Luis solo sentía rencor y nadie podía culparlo, el descendía en heladas espirales tratando de olvidarlo, Si pudiera cambiarlo todo, si pudiera pensar antes de echar las cosas a perder, las cosas serian diferentes, hoy al hacer el amor él me deseaba, se estremecía con MIS besos con MIS caricias, entonces porque no rinde ante lo que siente… ¿porque eres siempre un todo o nada?
No había pasado ni 5 segundos de entrar a la habitación cuando el olor intenso de un puro hizo que se le erizara la piel sacándolo de sus cavilaciones, ese olor en particular le daba una mescla entre miedo y repulsión, miro a ambos lados pero no veía a Gian entre el selecto grupo que conformaba el salón VIP. Quiso desaparecer o hacerse pequeñito, pero cuando mas deseas desaparecer es cuando todos parecen hacerse consientes de tu presencia.
Al dar unos pasos dentro del salón muchos de los invitados se acercaron a saludarlo, sonreía sin mirar los rostros, entre apretones de manos y besos a las damas, aquella cuna de arañas que se hacían llamar “amigos” quienes en su mayoría eran clientes especiales o proveedores de Gian que se encontraban ahí con un solo propósito “cerrar tratos”. Una voz áspera y melosa lo sobresaltó, sintiendo como una gruesa mano sedosa y olorosa a perfume francés le palmeaba la mejilla.
- Vi como te almorzabas a ese chico tan macizo ahí abajo, nunca cambias niño, pero tengo que admirar tu buen gusto, excelente fiesta Robín, como siempre tus fiestas son las mejores, te voy a tener que robar para que organices las mias.
Robín giro con una sonrisa perfecta asintiendo con la cabeza ante el cumplido de la horrorosa señora Stamford una vieja bruja, cuarentona, fea y moderadamente obesa que lo adulaba efusivamente con una sonrisa pastosa embadurnada de carmín. Pobre Carlos pensó robín mirando al guapísimo y fornido joven latino que le rodeaba la “cintura” a la fea mujer, aunque… pensándolo bien, no te tratan nada mal Carlos. Robín recorrió con la mirada a Carlos mientras le estrechaba la mano reparando en los regalitos que lucía mejor que nadie el adorable y tierno latino, regalitos como el smoking que traía puesto, que era de la última colección de Armani, el cual acentuaba sus rasgos galantes y magnificaba su piel bronceada en el Caribe, sus zapatos de corte italiano, el reloj de diseñador y el suave perfume que lo acompañaba como un manto que se ceñía a su piel perfume francés, Robín sintió deseos de reír ante la grotesca parodia de feliz pareja que hacían el joven y hermoso Carlos con la obesa y fea bruja de Judith Stamford.
Carlos, al igual que muchos otros jóvenes y jovencitas, era parte de una red bastante amplia de “servicios” que prestaban los “negocios” de Gian. Desde el primer día que llegaron Adriana y Robín ante sus padrinos, comprendieron que los negocios en los que estaban invertidos, tenían ciertos caminos alejados de la justicia, pues no había casi ninguna red delictiva en la que no tuviera Gian tendido uno o dos canales de distribución tráfico de órganos, fraudes, drogas, armas, mercenarios y prostitución . Mostrando particular interés en el último ya que con los “acompañantes especiales” ganaba clientes al por mayor influyendo directamente en el cierre de los contratos. El sexo y el miedo venden, decía frecuentemente Gian.
Carlos era un ejemplo claro de ello, este había sido presentado a la Sra. Stamford como una especie de incentivo con el objeto de obtener ciertos favores suyos en el congreso, ya que formaba parte de un grupo importante de senadores, volverla participe de estos negocios , haciendo que decline a favor de una cosa u otra en beneficio de Gian, estaba generando ganancias millonarias en transacciones internacionales, ella desde luego cobraba una generosa comisión, y tenía a Carlos que la mantenía vigilada y “contenta”… “ hacer negocios ”
Robín tenía una aguda inteligencia y un verdadero talento para los negocios además de una carismática y fiestera naturaleza que su tío-padrino Gian no había tardado en notar y que fue utilizando. Claro que a medida que Robín descubría las implicaciones de todos los negocios de Gian había comenzado a asquearse poco a poco, pero como todos sabían, una vez adentro… salir no es sencillo, es fácil acostumbrarse a tener dinero en la cartera y poder en las manos, aunque el miedo lo dominara y cada vez sintiera que los tratos que cerraba estaban impregnados en sangre y dinero sucio, cada día se le hacía más presente la idea de huir con su hermanita. Adriana, ella siempre había sido una niña dócil… conforme fue desarrollando y convirtiéndose en una pequeña mujercita Robín tenia presente que su hermanita era un peligro era demasiado hermosa e inocente, debido a su exótica figura y su singular belleza se convirtió en la joya de la casa, una obra de arte, que atrapo la mirada de Gian y de todo aquel que la miraba. Temía mucho por ella pues para Robín ella era lo más importante, el había sido su guardián desde la muerte de sus padres y aun después de eso siempre se desvivió protegiéndola. Sintio deseos de gritar… se sentía como Judas, la había traicionado cuando ella mas creyó en él, pero ella lo había traicionado primero… y aun no se cerraba esa herida, una herida que latía como si estuviera recién abierta.
La horrorosa señora Stamford lo saco de sus pensamientos palmeándole nuevamente la mejilla, pero ahora su mirada era casi maternal.
- ¿Te pasa algo Robín?
- En lo absoluto, solo estoy un poquito colgado… ya sabes
.Les sonrió nuevamente, ocultando sus pensamientos de aquel instante, se alejo lentamente de la “feliz pareja” y caminó hacia el rincón más apartado del salón, entonces un nuevo escalofrío lo recorrió cuando el aroma de un puro encendiéndose se hizo más fuerte, sabía que era él. Y tenía miedo de voltear la cara encontrándolo frente a él, cerró los ojos con fuerza deseando tener a Luis a su lado, el había sido más valiente, había tomado a Damián y se había largado sin mirar a atrás, en otras circunstancias habría amado como loco a ese hermoso bebe a su sobrino pero cada que miraba a Damián o a Adrian (como ponía tanto empeño en llamarse) veía en el a las dos personas mas significativas para Robín: a Luis a quien amaba desde el primer instante y a Gian a quien odiaba hasta los huesos. Cualquiera podía ser el padre del niño, Luis… abrió los ojos sintiendo la necesidad de recostarse y soñar con Luis rodeándolo con sus brazos como minutos antes había hecho, deseaba tener a alguien que lo protegiera a alguien a quien confesarle que aun después de tantos años y tanta basura de frivolidad aun tenía miedo…