Perdiendo el Control en el sofá
-Por favor ¿Qué? dijo acariciándole la mejilla con una ternura indescriptible, aunque su voz seguía teniendo ese timbre cruel tan característico suyo será tan difícil como tu lo decidas, deja de tensarte... relájate la última palabra era un imperativo que puntualizó dándole una sonora nalgada
hola! como estan todos en este feliz sabadooooo :D se que ya paso casi un mes desde el ultimo y no hay palabras para decirles la pena que me da.
pero bueno... lo dije y no me creen que mientras menos estrellas pongan mas tardo en publicar, jajjaa no!!! no es verdad, lo que pasa es que estos dias he tenido una infernal cantidad de trabajo desde el alba hasta el anochecer y no he podido escribir mas que un par de lineas diarias y claro a escondidas...
de cualquier forma espero que les guste este capitulo y que pasen un excelente fin de semana :D
Gustavo sentía que por su garganta una daga de hielo se deslizaba cortándole las cuerdas vocales, todo lo que escapaba de su garganta era un suave gemido, mientras el alcohol en su cerebro le adormecía los sentidos, haciéndole temblar las manos ante la mirada sorprendida de su novio que con una sonrisa tímida se acercaba a él. Adrián retorcía nerviosamente un paño rojo con el que momentos antes limpiaba la barra, como un mudo recordatorio de que se encontraba trabajando. Gustavo se preguntaba ¿cómo había podido ser tan idiota y desconfiado? Sentía que sus mejillas se cubrían de un tenue rubor con cada paso que daba Adrián hacia él, la habitación le daba vueltas y lo hacía temblar de vergüenza, cuando por fin se acortó la distancia que los separaba, en un susurro confidencial comentó Adrián:
- Amor… yo, se lo que vas a decir – inició a decir adrián sintiendo como se extendía un tenue rubor por sus mejillas al tiempo que tomaba asiento frente a él – yo…
- Tú, estas… trabajando de mesero… – dijo Gustavo cubriéndose el rostro con las manos, sintiéndose completamente miserable
- De bar tender en realidad… - añadió con una sonrisa que ilumino su rostro ruborizado – amor, yo quería decirte… pero solo hasta que oficialmente el trabajo fuera mío, Daniela mi jefa me tiene aprueba esta semana…
- Soy un imbécil – murmuró Gustavo interrumpiéndole sin levantar el rostro de las manos. Adrián extendió sus dedos intentando quitarle las manos del rostro, extrañado ante la reacción de su novio y avergonzado por haber sido descubierto.
- ¿Qué pasa mi amor? – preguntó mientras entrelazaba sus dedos con los suyos observando como Gustavo rehuía la confrontación de sus ojos negros. Antes de que cualquiera de los dos dijera algo más, Santiago cruzó las mesas como un huracán hasta donde se encontraban Adrián y Gustavo, parándose frente a ellos ligeramente tambaleante, lo que hacía aún más evidente su estado de ebriedad. Completamente ajeno a todo lo demás se plantó frente a la pareja, pegándose a Gustavo para acariciarle el brazo que no tenía enyesado en un gesto evidentemente sensual que despertó en el interior de Adrián señales de alerta que vibraron en su corazón como las sirenas de alarma en un campo de batalla.
Intrigado miró con detenimiento a Santiago que tenía la camisa desarreglada y el cabello rubio cayéndole seductoramente sobre la cara, su amplio pecho al descubierto subía y bajaba con ligera violencia mientras recuperaba el aliento, ignorando completamente la presencia de Adrián, se dirigió a Gustavo con una voz entusiasta y susurrante que tenía un timbre extranjero que le brindaba cierto aire erótico a cada palabra, logrando con ello que Adrián se pusiera a la defensiva.
- Eh… al fin te encuentro hombre, que manera de salir disparado del hotel – exclamó Santiago con una sonrisa, mientras el aterrado Gustavo tomaba con fuerza la mano de Adrián, cuya mirada intrigada exigía una explicación; sin darle tiempo a Gustavo de contestar, Adrián le pregunto directamente:
- ¿hotel? – dijo sintiendo como en su estómago un nudo de celos le aprisionaba haciéndole retirar las manos de las de Gustavo mientras fulminaba con la mirada la sonrisa coqueta de Santiago. Percatándose del evidente peligro Gustavo de forma conciliadora volvió a tomar la mano de Adrián, dirigiéndose en un tono tan neutro y educado como fue capaz.
- Adrián deja te presento a Santiago un amigo, Santiago él es Adrián, mi novio. – dijo poniendo énfasis en la última palabra y acentuándola con un sutil movimiento del brazo evitando el contacto con Santiago – lamento mucho haber tenido que irme de esa forma, pero tenía el tiempo medido.
- Ah el novio… - murmuró Santiago indiferente ante el rechazo de Tavo y extendiéndole una mano a Adrián, quien lo miraba de arriba abajo con expresión seria – eres aún más hot que como te describió Gustavo… - continuó diciendo Santiago desinhibido por el alcohol, dejando que sus dedos traviesos acariciarán nuevamente el brazo de Gustavo, ese sencillo roce hizo tuvo el efecto impulsor que desencadeno un fuerte acceso de celos en Adrián, que no dejó pasar desapercibido el hecho de que ambos estaban ligeramente ebrios.
Adrián conociendo su temperamento, sabía que era cuestión de tiempo para que dijera algo que terminara por causar un conflicto, y no podía darse ese lujo; tomó aire y observó a Gustavo diciéndole con la mirada que era tiempo de que su amiguito se retirara. Gustavo los miraba sumergido en un silencio enervado sintiendo como si su relación temblara con cada palabra que salía de la boca de Santiago, quien parecía ignorar que estaba siendo bastante inapropiado. Luego de unos instantes que parecieron eternos Adrián respondió.
- Gracias… – le respondió Adrián con pesadez clavando la mirada en Gustavo de forma inquisitiva – Tengo que regresar a trabajar… en un momento te llamó un taxi, amor. - comentó diciendo entre líneas que era tiempo que se retirarán. Gustavo asintió sin estar muy convencido, sintiendo como le temblaba el labio inferior, pero Santiago pareció no notarlo mientras se dirigía a Adrián con voz insinuante.
- Olvida el taxi, guapo, yo puedo acompañarlo a casa… me asegurare de que este muy... Pero muy bien - dijo rodeando los hombros de Tavo que se removió de incomodidad ante la mirada asesina de Adrián, que se levantó de la mesa reprimiendo la pequeña ira que sentía por dentro, sabiendo que si no se retiraban en ese instante terminaría montando un espectáculo en su lugar de trabajo.
- Haz lo que quieras... - exclamó Adrián poniéndose de pie con miras a regresar a la barra. Aguijoneado por las brasas de los celos.
- Está bien, Santiago, no es necesario que me acompañes, puedo tomar un café mientras espero que salga Adrián para ir juntos a casa. – dijo Gustavo con firme y cautelosa voz, separándose de Santiago, logrando con ello, de forma inconsciente que se dibujara una sonrisa en los labios de Adrián, que al escuchar esas palabras en su corazón sintió la caricia de una pequeña victoria contra los celos que le hacían temblar las piernas.
- Amor... No es necesario… toma el taxi, nos vemos en la casa – exclamo Adrián fingiendo una sonrisa que se notó completamente falsa. Al notarlo Santiago reprimió una risita haciendo que tavo llegara al límite de su paciencia haciéndole una seña de lárgate con la mano que no tenía enyesada, este aun reprimiendo una risa salió del local con pasos tambaleantes, en cuanto Santiago se dio la media vuelta, se pusó de pie, ignorando el dolor de la pierna, para tomar a Adrián del brazo con dulzura antes de que continuara alejándose, pero había avanzado con tanta rapidez que ya se encontraba fuera de su alcance, dirigiéndose con pasos firmes hacia la barra, dejándolo ahí de pie con la mirada caída, sintiendo como el estómago se le deshacía en un abismo de preocupación que le helaba la sangre.
Adrián luchaba por controlar el temblor en su labio inferior mientras caminaba, en lugar de dirigirse a la barra, caminó hacia el baño, donde se mojó la cara para tranquilizarse. Confiaba en Gustavo, pero había algo que le despertaba las señales de alerta en su interior, un sexto sentido le advertía que algo no estaba bien. La culpa de la mentira era grande, pero más grande era la decepción de descubrirlo coqueteando con otro chico. Una pregunta saltó en su cabeza ¿Y si se termina hartando de mí? Todo a mi lado son problemas, y más problemas, ha pasado demasiado tiempo desde la última vez en que nos sentimos felices como pareja, entre su tío, el poco tiempo que pasamos juntos, el trabajo y ahora el tal Santiago… parece una carrera de obstáculos, y aunque siempre hemos dicho que lo que sentimos puede con todo mientras permanezcamos juntos… ¿Cuándo es el momento ideal para decir “suficiente”?. Ardía en deseos de salir corriendo, pero tampoco quería llegar a casa, quería un sencillo momento para respirar, anhelaba un solo segundo de paz.
Daniela desde la barra miraba disimuladamente a Gustavo que cojeaba hasta la puerta donde se había estacionado el taxi. Ella había pasado varios minutos aventurando sus especulaciones con una sonrisa pero al ver de reojo el rostro melancólico de Adrián, meneó la cabeza decidiendo no meterse donde no la llamaban en lugar de ello bajó el rostro rozando los dedos de Iza, la mesera rubia que la volteó a ver sorprendida, ruborizándose ligeramente, ya que aun sin palabras pudo entender lo que su jefa quería decirle, se sonrieron en silencio durante un momento y sus dedos se entrelazaron con más fuerza, sin apartar la mirada. El crujido de la puerta que conectaba el bar con la oficina, hizo que Daniela se sobresaltara soltando la mano de la rubia. German, el gerente y dueño salió de la oficina mirando directamente hacia Daniela, que volteó el rostro caminando en dirección a Adrián, murmurándole de forma confidencial Don German está en la barra, regresa a tu puesto.
La prominente barriga de don German se deslizó hasta donde se encontraba Iza, la camarera rubia que frunció los labios al sentirlo cerca mientras revisaba la cuenta que debía entregar a una de las mesas. Tan pronto la tuvo a su alcance, aspiró el tierno olor que desprendía aquel cabello rubio, pasando su mano por los glúteos de la chica aprisionándolos con malicia durante unos segundos, Iza ahogó un grito buscando con la mirada desesperada a Daniela. German aventó a la barra una taza de café vacía para después entrar nuevamente a su oficina, Iza luchando contra el asco y las ganas de gritar levantó la taza sintiendo como dos lágrimas de indignación rodaban por su mejilla, cada vez el maldito viejo llegaba más lejos. Los segundos que tardaron en llegar a la barra Daniela y Adrián se le hicieron eternos, cuando se encontraron frente a frente ella le dirigió una mirada helada y recriminante a Daniela escupiendo las palabras con un filo peligroso en la voz.
- Dany o le dices la verdad a Don German o renuncio …
- ¿De qué hablas…? - le preguntó Daniela arqueando las cejas asombrada, tomándola por los hombros, ambas ignoraban a Adrián que las miraba asombrado con sus ojos negros – sabes que no puedo decirle la verdad… Izy… ¿te hizo algo?
- Sabes que si… Dany, habla con él… o me voy
- Iza no puedo decir la verdad. Tu sabes que…
- Bien… lo entiendo – le contestó Iza bajando la cabeza dejando que los mechones rubios ocultaran sus ojos marrones de la mirada inquisitiva de Daniela, girando el rostro con una voz firme le aventó la comanda a Adrián diciendo – felicidades Adrián, el puesto de mesero es completamente tuyo.
Iza salió por la puerta casi corriendo, mientras Daniela la seguía con el ceño fruncido, llamándola por su nombre evitando gritar para no molestar a los comensales… Adrián se quedó en la barra mirándolas sin comprender nada, sosteniendo la comanda en las manos…
Oficina de Gian
Mensaje escrito hace más de dos horas por Robín para Luis, en la servilleta del restaurante, mientras esperaban la cuenta; lo hizo bolita antes de que Luis pudiera leerlo…
Desearía poder enmarcar esa sonrisa, acariciar para siempre tu mejilla deslizando mis dedos por esa piel ligeramente áspera, desearía que el tiempo dejara de ser tiempo y te quedaras a mi lado dejando que me beba tu aliento; sé que cada instante que tenemos es robado de la realidad que se ciñe sobre nosotros… al final, la medida del amor es amar sin medida.
Tenían varios minutos esperando dentro del vestíbulo de la oficina. Luis le apretó ligeramente la mano dándole confianza deslizando sus dedos entre los suyos en un gesto que cada vez se volvía más natural; Robín asintió dirigiéndole una mirada intensa con toda la belleza de sus ojos aceitunados, su rostro felino se tensó al respirar hondo y tocó la puerta aunque sabía perfectamente que Gian lo estaba esperando. La puerta de ébano se entreabrió dejando salir el frio del aire acondicionado que le acarició la piel haciendo que se erizara. Poco a poco avanzó con pasos temblorosos sin animarse a llegar hasta donde se encontraba él. Pero tan pronto la puerta se cerró tras de ellos, de forma invisible Luis pudo apreciar la transformación de Robín. Su postura cambió, su mirada, su sonrisa cínica… todo. Nuevamente era el mismo diablo en cuerpo de hombre, el que se naturalizaba delante de sus ojos, sintió como cada gesto gatuno reflejaba el hombre que danzaba entre dos extremos, aquellos ojos que lo habían mirado con ternura eran los mismos ojos que ahora parecían frívolos.
Robín sonrió con aquel gesto turbadoramente sensual como si todo aquello fuera un juego, al tiempo que jugaba con un cigarrillo entre los dedos, Gian los observó en silencio mientras le lanzaba un encendedor a robín, él lo atrapó en el aire y encendió el cigarro sentándose con elegancia y soltura en una de las sillas de piel. Luis metió sus manos en los bolsillos del pantalón sintiéndose un espectador frente a una puesta en escena, mordiéndose los labios al preguntarse ¿Qué papel interpretas robín? ¿Finges tu ternura al estar conmigo o tu cinismo al estar con él?
- Adelante Robín, y cierra la puerta – le dijo Gian mientras soltaba el humo de un puro; el cuerpo de Luis se deslizó dentro antes de que se cerrara la puerta, rodeando con el brazo derecho los hombros de robín haciéndole sentir su apoyo y compañía aunque parecía bastante evidente que Robín no necesitaba ningún tipo de apoyo. Gian los observó con aquel gesto inmutable, dejando el puro en el cenicero mientras con la mano le indicaba que tomara asiento – antes que inicies con tus justificaciones quiero recordarte que no hay nada que deteste mas que los dramitas en el trabajo. Se los he dicho siempre… - Robín asintió arqueando una ceja con chulería, como si no tuviera la menor idea de lo que se refería, Luis lo miraba disimuladamente esperando que dijera algo pero robín sentía como las olas de acciones pasadas erosionaban su mente cada que regresaban los recuerdos… había pasado tanto tiempo siendo el verdugo que se le había vuelto indiferente el terror de los acusados, del cual se había hecho consiente en ese instante cuando él era quien ocupaba ese lugar. Gian continuó hablando sin dejar de fumar - ¿me puedes explicar de forma rápida y concisa qué demonios pasó con el contrato de los Oliveri? Entiendo que Damián ha estado teniendo un comportamiento bastante travieso. Robín movió su hombro deshaciéndose de la mano de Luis mientras sacaba el aire en un suspiro de alivio que fue imperceptible para los demás…
- Damián es un niño Gian, se dio cuenta que Gustavo Oliveri esta enamorado de él y quiso jugar un poco para ver a donde llegaba… no algo de lo que valga la pena preocuparse – dijo Robín exhalando el humo por la nariz con un gesto indiferente, que le causó a Luis un terrible escalofrío
- El viejo Oliveri no opina lo mismo, quiere sacar a Gustavo de la mesa directiva y eso no nos conviene… El viejo esta desesperado, o al menos tiene que estarlo para pedirme que intervenga. – continuó diciendo Gian.
- Déjamelo a mi… yo lo tranquilizare. – dijo Robín encogiéndose de hombros – se lo que le gusta al viejo… le puedo enviar algunas amenidades que le encantaran para que tranquilice sus nervios – dijo asentando en el escritorio un pequeño frasquito con píldoras amarillas que Luis miró con un gesto de pánico como si fueran acido corrosivo, Gian tomó el frasco examinándolo con una sonrisa y un brillo demoniaco en los ojos
- ¿son las nuevas? – preguntó mirando a Robín con un dejo de satisfacción. Luis cruzó los brazos sintiendo el deseo de salir corriendo, se había quedado sin palabras.
- y en cuanto a Damián… lo de ellos un enamoramiento de escuela no es motivo de preocupación padrino, no creo que haya necesidad de alterarnos por ello… Pero me alegra que eso le haya traído aquí, tenia tiempo que lo le veía, y moría por ver su cara cuando examinara estas cifras – exclamó mientras le extendía un pequeño USB rojo que Gian conectó en la computadora reprimiendo una risa. Robín miró de reojo a Luis dedicándole un guiño mientras Gian analizaba en silencio el contenido de los archivos. Luis rehuyó su mirada sintiéndose asqueado.
- Robín… ¡valla! me tienes impresionado – exclamó luego de unos minutos – no creí que las cosas fueran a dar frutos tan rápido – comentó mirándolo con aprobación haciendo que robín sonriera apagando su cigarrillo y colocando otro en sus labios. – y ¿Cómo vas con el asunto del club?
- Hoy en la noche tengo una cita con el dueño, mañana a primera hora te doy una respuesta.
- Excelente – Gian sonrió reparando en Luis por primera vez desde que habían iniciado la conversación, se dirigió a él en un tono grave con un toque de hilaridad – espero que estés haciendo un buen trabajo cuidando de este niño, que vale todo su peso en oro. – Luis asintió mirando a Robín deseando salir de ahí lo más pronto posible.
- Más que solo un buen trabajo, Luis ha estado cuidándome intensivamente – dijo guiñando un ojo – aunque las puterías son solo para cuando el trabajo está listo…
- Es lo bueno de cuando haces del placer tu principal negocio… - sentenció Gian y Robín asintió fumando lentamente con una sonrisa cínica en los labios, el humo que salió de sus labios se elevó en una suave espiral que Luis siguió con la mirada cuestionando su propia resistencia mientras aferraba sus brazos musculosos a los brazos de la silla de piel, mientras en su interior libraba una batalla campal.
Casa de Javier
(Car) Nadie persigue por su gusto una utopía. Mucho menos ahora cuando todas las energías utópicas, al parecer, se han desgastado.- El filo de las palabras crueles dichas con amabilidad son de las pocas cosas que de verdad me desgastan… Nunca me había sentido tan humillado como en ese instante, sintiendo los latidos desbocados de mi corazón, percibiendo como la sangre se aglomeraba en mis mejillas dejándolas rojas, y quiero aclarar que nunca me he considerado inseguro, pero las palabras duras de la gente hacia mi persona, tienden abrazarme de forma completa, en algunas cosas me sirven de impulso, otras me son indiferentes, y algunas muy escazas me hacen cuestionarme, es como dice Javier: “te llenan de aire la cabeza”, desde el maldito instante en el que acepte embarcarme en esta locura, no he dejado de preguntarme ¿Qué demonios estoy haciendo? A mis casi 18 años y sin ser nada feo, perfectamente puedo conseguir a cualquier chica o chico, si ese fuera el caso… pero es él. Simplemente es él, con todo lo que para mi representa… su mirada con toda la fuerza de esos ojos verdes, su sonrisa cuando me mira de forma espontanea, su capacidad de hacerme gritar cuando hacemos el amor, y lo estúpidamente feliz que me siento cuando compartimos algo simple; hay veces en que el simple hecho de sentir que me roba un beso en la calle, hacen que todo mi sistema nervioso entre en estado critico, y no puedo evitar dejar de pensar que esto de estar a escondidas es genial porque tiene cierto toque de adrenalina… ¿pero?... como el agua del rio que se estrella repetidamente en una roca, tarde o temprano la despedaza, creo que así es el amor oculto, lentamente despedaza, sin que la culpa sea del agua o de la roca, es simple causa y efecto… solo nos queda crear un nuevo cause para este rio…
Y cuando lo siento así, pegado a mi… entrelazando sus dedos con los míos… pienso “maldito bastardo, te has colado hasta lo mas profundo de mi alma. Eres mio ahora así como yo soy tuyo… con todo lo que eso implica”
- Sin importar lo que pienses, para mi lo mas importante en este momento es tu salud – decía la tía Marcia, lanzando una mirada agresiva a Car y Javier que en silencio observaban a las hermanas discutir, en ningún momento se habían soltado de las manos brindándose mutuo apoyo – aun estas delicada de salud… y es por eso que me parece de muy mal gusto que te calienten la cabeza con sus… cosas, y sobre todo en plena cena de bienvenida.
- No tiene nada de malo que Javier quiera presentar formalmente a su… pareja – afirmó su madre mientras tragaba saliva con la voz temblorosa pero con una mirada que no dejaba dudas acerca de la convicción con la que brindaba apoyo a su hijo. – no me calientan la cabeza, y por el contrario, agradezco mucho a Car que se haya pasado estos días visitándome y apoyando a Javier.
- Si… apoyando. – con unos sutiles y graciosos movimientos tomó su abrigo de la silla, no sin antes desviar otra mirada amenazadora a los chicos – ya sabes que pienso de todo esto, pero no seré yo quien te diga como educar a tus hijos… - afirmó Marcia dándole un beso en la mejilla, mientras se dirigía a la puerta flanqueada por car y Javier.
- Tía Marcia – exclamó Javier abrazándola antes de que ella saliera por la puerta – lamento hacer que te preocupes… como hermano mayor se lo que significa querer proteger a tu hermanita… te entiendo, gracias por cuidar siempre de mi mamá, para mi también lo principal es su salud… por ello es mejor que sepa la verdad, conozco a mi mama y le dolería mas si yo le ocultara algo tan importante… no es un capricho ni una confusión, es la persona a quien he amado desde que tengo memoria… y si te digo esto, no es para que nos justifiques, si no para que nos entiendas y si no puedes tolerarlos, esta bien lo entiendo, no te pido que lo hagas… pero respétanos tía… te lo pido por el gran cariño que te tengo.
Marcia lo miró sin saber que contestarle, esos ojos verdes con toda la imprudencia de la juventud la atravesaban como si se tratara de un velo que se rasgaba ante el filo de una navaja, asintió porque no sabia que responderle y cruzó el umbral con un vacío en el pecho que impedía respirar… un niño que podía hablarle así… con aquella calma, con aquella paciencia en deslizar cada una de sus palabras con sutileza, como perlas en una bolsa de seda…
Departamento de Robín
- ¿me quieres explicar que demonios fue todo eso?, de verdad que no logro comprender como puedes… como finges, ¡que sangre tan fría la tuya! ¡carajo!... me pides que confíe en ti… pero veo esto y siento que venderías tu propia alma con tal de mantener a Gian tranquilo… - explotó Luis, sin lograr ordenar sus ideas, dejando que brotaran de sus labios como una fuga.
- ¿tengo otra opción? – preguntó Robín mirándole fijamente con una sonrisa fría en los labios, parecía un gato a punto de atacar, y la piel aceitunada vibró mientras respiraba pausadamente. – me reclamas… pero es en ti en quien no se ¡si puedo confiar. Te vi ahí adentro, a punto de huir nuevamente… es fácil ¿no? ¡huir de la situación dejando todo al carajo! – dijo Robín con una ira sosegada, sin exaltaciones, cada frase era un corte limpio, sin ambages, sin titubeos, diluyendo su ira con meticulosidad, mientras Luis exaltado, quitaba la camisa secándose el sudor con ella.
- ¡Eso son patrañas y lo sabes! ¡NO hay nada que te pidiera que hicieras que no estaría dispuesto a hacer por ti! – dijo acercándose a él y empujándolo contra la pared, Robín sintió el ímpetu de los poderosos músculos de Luis estrellándose contra su pecho, haciéndolo retroceder contra la pared de la pequeña pieza que era la salita de su departamento. Luis tenía las venas de los brazos marcados y podía verse un hilito de sudor rodando desde su pecho hasta su abdomen, la furia le teñía el rostro de un delicioso tono carmín que a Robín se le hizo exquisito, parecía un toro: Fuerte, viril, peligroso e indómito. Sabia que esas embestidas de ira eran suculentas cuando se trataba de destilar pasión, pero cuando lo que se destila es el veneno de las palabras duras, es fácil confundirse. - ¡Maldita sea Robín, todo esto para ti por lo visto es un maldito juego, un… un negocio, tu solo amas jugar con nosotros y manipularnos a tu antojo.
- ¡eres un idiota Luis!
- ¿Dónde esta el chico dulce y cariñoso que me da un beso en la sien mientras hacemos el amor? – dijo empujándolo con mas fuerza contra la pared, sin que robín moviera un musculo para defenderse – ¿Quién eres en verdad? Finges conmigo o con el. – bramaba Luis empujándolo repetidamente contra la pared, mientras robín con el seño fruncido lo miraba amenazadoramente sin alterarse.
- Con ninguno de los dos – grito Robín dejando de lado su aparente calma y usando el peso de Luis en su contra para hacerlo retroceder. – así soy yo, es mi maldita naturaleza… ya deberías conocerme y si me amas deberías saber que es con pros y contras – dijo con fiereza haciéndole una zancadilla que hizo a Luis perder el equilibrio y caer de espaldas en el sofá. Robín se trepó hincando las rodillas en el asiento, aprisionando a Luis su cuerpo entre su piel olivácea y el respaldo del sofá. La montaña de músculos de su torso, subía y bajaba agitadamente temblando ante la proximidad de Robín – ¿no me pedirías que hiciera nada que no estuvieras dispuesto a hacer por mi eh? Veamos si es verdad…
Luis tardó demasiado en comprender a lo que se refería, en esos momentos de duda Robín se separó de él haciendo que su cuerpo girara quedando con el pecho frente al respaldo del sofá, y fue hasta que sintió sus manos bajándole con rapidez el pantalón deportivo y el bóxer hasta la rodilla que supo a que se refería.
El temor no tardó en llegar a Luis haciéndolo forcejear contra el cuerpo de Robín que aun siendo atlético y marcado era mucho menos musculoso que él, pero estaba en una prisión psicológica, y Robín fungía a la perfección su papel como dueño de sus pensamientos, limitándole significativamente la opción de dudar.
- Te voy a enseñar a amarme… a amarme de forma bifrontal, como se ama el placer y el dolor al mismo tiempo, así me amaras a mi, no con tu amor hipócrita que solo quiere mi ternura, si no con un amor pleno que busca mi dureza y crueldad tanto como mi cariño y dulzura. – Robín le murmuraba aquellas palabras al oído, deslizándolas como mantequilla, Luis notó que tenia la boca seca cuando Robín rozó sus labios húmedos contra su nuca. Sabia que si impulsaba sus brazos con el respaldo del sofá, no le tomaría nada derribar a Robín, ya que era mucho mas fuerte que él. Pero no sabia si eso era lo que en verdad deseaba, bajo la cabeza rindiéndose ante la posibilidad de huir y desorientado por los besos húmedos que bajaban desde su nuca hasta la punta de sus nalgas. Abriéndolas, estrujándolas y dándole pequeñas palmaditas que resonaron con aquel peculiar sonido de piel contra piel.
- Ro… ve despacio… por favor. – murmuró Luis aferrándose con fuerza al respaldo del sofá, sintiendo como Robín le abría aun mas las piernas humedeciéndole con la lengua la hendidura de sus nalgas.
- No te prometo nada – respondió Robín con cinismo y Luis casi pudo imaginarse perfectamente la sonrisa que tendría dibujada en los labios, mientras le comía aquel pequeño agujero. Luis desconocía aquellas sensaciones por lo que jadeaba aferrado al respaldo concentrándose en el placer para poder dejar de lado el miedo. Robín intentaba penetrarlo con su lengua pero Luis estaba tan tenso, poniendo tanta presión en las piernas, que Robín tuvo que reprimir una risa para no herirle el orgullo, era evidente que era la primera vez que se encontraba en aquella situación – Luis, si no te relajas será peor para ti – exclamó dándole un sonoro cachete en la nalga derecha que lo estremeció, haciéndolo que se obligara a si mismo a liberar la tensión que lo hacia contraer los músculos, facilitando en gran medida las acometidas que Robín hacia con la lengua. Luis bajaba la cara, aun sabiendo que Robín no lo miraba, ya que se sentía mas expuesto que nunca antes en su vida.
La lengua de Robín se retiró durante un momento y Luis escuchó el sonido de la hebilla del pantalón tocando el piso, lo que mandó su relajación directo al abismo, tensando cada musculo de su cuerpo. Robín lo notó al volver a colocarse detrás de él, emitiendo un especie de gruñido que bien pudo traducirse en un… “te lo advertí”, con la mano derecha le acarició el cabello a Luis, deslizando sus dedos hasta su mejilla y luego hasta su boca. Luis comprendió humedeciéndole los dedos lo mejor que pudo, esperando sentir entre sus piernas la humedad de la saliva que había brindado, pero se equivocó, en lugar de ello sintió el calor del miembro latiente y duro de Robín abriéndose paso dolorosamente dentro de él. Robín se deslizó dentro de el presionándolo con fuerza ya que Luis estaba tan tenso que era casi doloroso penetrarlo, y casi reconsideró el continuar imaginando que debía ser millones de veces mas doloroso para Luis, pero hasta cierto punto aquel dolor que hacia que la piel de Luis se encontrara tan erizada, lo excitaba como nunca antes.
Luis respiraba hondo intentando controlar su respiración mientras recibía con humildad el miembro que lo abría en dos, aferraba sus dedos al cuero del sofá que se encontraba húmedo de su sudor, mientras sentía su piel abriéndole paso dolorosamente al miembro viril de Robín.
- Por favor
- Por favor ¿Qué? – dijo acariciándole la mejilla con una ternura indescriptible, aunque su voz seguía teniendo ese timbre cruel tan característico suyo – será tan difícil como tu lo decidas, deja de tensarte y abandónate, relájate. – la última palabra era un imperativo que puntualizó dándole otra nalgada. Luis respiró hondo liberando la tensión de su cuerpo una vez más. Tan pronto robín sintió que la resistencia de luis cedía, aprovecho para en un impulso penetrarlo por completo en una rápida y brutal estocada que arrebató de los labios de luis un gruñido gutural que casi se convirtió en grito. Aquello enloqueció por completo a robín que recorría con violencia el cuerpo de Luis, deleitado con la musculatura y la dureza viril que brillaban bajo una leve capa de sudor, respiró hondo con la nariz pegada a su nuca aspirando su olor y percatándose que Luis era considerablemente más alto. Tomo un impulso sacándole la verga hasta la mitad para volver a meterla con más fuerza, comenzó a embestirlo salvajemente, aprisionando aquel cuerpo duro y musculoso contra el respaldo del sofá, asfixiado con la marea de gruñidos que emitía luis y crujidos del sofá deseo tener un espejo para poder verle el rostro.
Aquel estrecho y momentos antes virginal agujero le aprisionaba el glande deliciosamente, mientras bombeaba con toda la potencia de sus caderas aferrando sus manos a sus hombros, acariciando sus pectorales y sus brazos que se aferraban al borde del sofá. Luis arqueó la espalda sintiendo el pecho desnudo y caliente de robín contra él, sintió como sus fuerzas lo abandonaban mientras pensaba “es él… estará bien mientras sea él, con nadie más podría hacer esto” cerró los ojos bajando la cara, dejando que aquellas manos firmes y duras le recorrían la piel, una de ellas se aferró a su cadera para tener mayor impulso con cada una de las colosales embestidas mientras la otra comenzó a estimular su pene, aprisionándolo y jugando con el hasta ponerlo a punto. Su piel estaba erizada, hastiada de sensaciones tanto placenteras como dolorosas, Robín lo notó y saliendo de él suavemente, lo tomó por los hombros girándolo, se puso de pie, mientras Luis se sentaba en el sofá, recuperando el aliento y casi de inmediato se sentó sobre el a horcajadas extendiendo sus brazos alrededor del cuello de Luis,, cuando las miradas se encontraron buscaron sus labios besándose con locura.
Robín tomó el duro glande de Luis guiándolo cariñosamente a la entrada de su ano, cuidando de no bajar de golpe para alargar lo más posible la dolorosa sensación de abrir su carne para recibirlo. Cuando lo tuvo dentro se dedicó a cabalgarlo, moviendo sus caderas con maestría sin dejar de besarlo, Luis lo abrazaba con timidez, entonces Robín se percató de que las mejillas de Luis estaban surcadas de lágrimas y se sintió como un monstruo, aquella montaña de músculos estaba rendida ante sus besos lo que le hacía darse cuenta que, había consentido, porque de querer negarse no le hubiese costado nada reducirlo. Con aquello en mente subió la intensidad de las cabalgadas, haciendo que ambos explotaran casi al mismo tiempo, bañándose de fluidos y sudor. Luis lo abrazaba al terminar besándole el cuello sintiendo como el semen de ambos se escurría entre sus piernas.
- Te amo – le susurró al oído de Robín – bicameral o bicoleidal o como se te de la pinche gana, te amo…
- Bilateral.
- Ridículo…. Como sea… te amo.
espero que les haya gustado! hasta la proxima semana!! no olviden ponerme sus comentarios y gracias por esperarme! sois los mejores
se despide con cariño! su esclava Aliliah