Perdiendo el control en el elevador

- ¡no puedo! – gritó Gustavo, pero su protesta perdió validez al gemir con lujuria mientras Santiago aferrado a sus pezones le estimulaba vigorosamente con unos movimientos deliciosos de la lengua

-        Adrián… vete a dar un baño – exclamó Gustavo dando un respingo y separándose de Adrián que lo miraba sorprendido – apestas a licor… me imagino que debe estar bastante bueno tu trabajo de Química/matemáticas.

Adrián abrió la boca pero no supo que decir, tenia que pensar en una mentira creíble, pronto o terminar por afrontar la verdad. De cualquier forma, sentía su corazón encogerse ante la mirada furiosa de Gustavo…

-        Si… lo siento. Javier compró una botella de vodka para hacer preparados mientras terminábamos de resolver el ejercicio, pero… este… la botella se me cayó – comentó Adrián jugando con la orilla de la sabana, Gustavo lo miraba  entrecerrando los ojos sin creerle ni una sola palabra, sin embargo, tenia miedo de decir algo que pudiera sacar una dolorosa verdad, una verdad que lo consumiría, respiró hondo aferrándose a las palabras de Adrián, aun sabiendo que eran mentira…

-        Si… bueno… mejor será que te des un baño – comentó Gustavo sin animarse a mirarlo a los ojos. La presión en su pecho era incontrolable, quería gritar pero no tenía el valor para hacerlo, Adrián se puso de pie apesadumbrada mente y se encaminó hacia la ducha. ¿Qué puedo hacer? Tengo tanto miedo de perderte… pensaba mientras escuchaba el ruido del agua al caer. Recorrió el cuarto con la mirada, deteniéndose en la mochila que Adriánhabía colocado en el piso, intentando hacer el menor ruido posible dio unos pasos tambaleantes ignorando el dolor de la pierna, tomo la mochila entre sus manos y sintió como esta vibraba, ¿Qué demonios estoy haciendo? ¿Por qué revisar sus cosas? ¿hasta que punto he llegado? Luego de un pequeño instante de duda, sacó el móvil de Adrián que vibraba repetidamente notificando que tenía un mensaje nuevo el nombre del contacto decía “dany”, de forma inconsciente miró hacia la puerta del baño que estaba cerrada y siguiendo un impulso abrió el mensaje para leer su contenido. “¿Aguantarías otro round? Te necesito aquí.”

Gustavo permaneció inmóvil con el teléfono en la mano sintiendo como si le quemara las yemas de los dedos, ¿Quién carajos es Dany? Los deseos de estrellar el celular contra la pared parecieron dominarlo durante un segundo, sintiendo como la sangre le hervía en las venas borró el mensaje dejando de nuevo el celular dentro de la mochila, se quedó de pie dudando entre regresar a la cama fingiendo no saber nada o exigir una explicación… ¡no te voy a perder! Lo siento mucho “Dany” pero no me rindo sin dar batalla. Gustavo escuchó la llave del agua al cerrarse, haciéndolo moverse hacia la cama con la mayor rapidez que la pierna enyesada le permitió. Adrián salió instantes después, envuelto en la toalla sin nada mas que cubriera su cuerpo desnudo, su rostro se veía ligeramente somnoliento sin ningún indicio que develara turbación o culpabilidad, lentamente casi con los ojos cerrados se dirigió hacia la cama. Recostándose a lado de Gustavo que lo observaba en silencio. Veamos  si después de esta noche sigues pensando en alguien mas pensó para si mismo Gustavo mientras rodeaba con el brazo libre los hombros de Adrián pegándolo hacia él en un tibio abraso, Adrián se dejó abrazar pegando su frente ligeramente húmedaal pecho de Gustavo.

-        ¿No me vas a dar un beso antes de dormir? – exclamó Tavo buscando los labios de su novio, como un hombre en el desierto busca un poco de agua.

-        Ah… si amor – respondió Adrián ligeramente dormido, presionando sus labios a los de Tavo.

El beso de Gustavo era como la batalla de un naufrago contra las olas, peleando por sobrevivir, Adrián respondía con menor efusividad, lo cual incrementaba las caricias de Gustavo. La temperatura del beso subió gradualmente bajo el ataque, se aferraba a él besándolo con maestría, recorriendo su cuerpo desnudo con la mano.Las caricias eran torpes pero derramaban todo el amor que podían; Adrián lo miró sonriendo con una pasividad lánguida, observándolo con una sonrisa tierna en un estado de duermevela. Respirando hondo para no dejar ver lo doloroso que le resultaba moverse, Gustavo comenzó a besarlo lentamente en el cuello, lamiendo su quijada y dándole pequeños mordiscos juguetones, su mano se deslizó hasta la entrepierna de Adrián, sorprendiéndose al no encontrar una erección, sin dejarse amedrentar continuó besándolo, pero los ronroneos y suspiros de Adrián fueron diluyéndose lentamente en el silencio, hasta ser remplazados por ligeros ronquidos. Gustavo se incorporó mirándolo dormir profundamente, y acarició su mejilla susurrando:

-        Hey… amor, no te duermas…

-        Ummjum – le murmuró Adrián sin poder mantener los ojos abiertos.

Tragándose su frustración intentó besarle el abdomen bajando sugestivamente poco a poco, pero antes de llegar a su ombligo, levantó la vista solo para comprobar que Adrián dormía completamente ajeno a sus esfuerzos por demostrarle su amor. Tavo sintió la piel erizársele y reclinando su cabeza en la almohada, sintió correr una lagrima por la mejilla, la noche transcurrió lenta y dolorosa, acompañado sus miedos con la sutil respiración de la persona que amaba. ¿Qué puedo hacer para no perderte? La noche poco a poco daba paso a la luz del sol que despuntaba en el cielo despertando la ciudad, sin poder soportar mas Tavo cerró los ojos agradeciendo al sol que la noche terminara, en unos momentos mas cuando Adrián se despertase podrían hablar… solo un momento mas… pero el cansancio aguijoneaba sus ojos, lentamente fue perdiéndose en la profundidad del sueño, deslizándose por recuerdos cálidos empañados con miedos fríos. Si engañaste a Luis para estar conmigo, nada me garantiza que no me engañes a mi para estar con alguien mas… en sueños veía a Adrián aferrándose en besos a Luis que lo estrechaba en sus brazos, no era Luis… era alguien mas… no por favor, no tu… no me hagas esto… Abrió los ojos de golpe encontrándose solo en la habitación, al mirar su reloj que señalaba las 10 am. Adrián debía haber salido desde hacia horas rumbo a la escuela… La cama revuelta era una marea de miedos que hacían a Gustavo temblar, su mente gritando que anunciara la retirada mientras su corazón le rogaba que se aferrara hasta el final lo hicieron enrollarse entre las sabanas, sintiéndose terriblemente solo.

Departamento de Robín

Luis miraba hacia la puerta del baño mientras sentado en la cama jugaba con su teléfono, la ceñida camisa polo color azul marino con el logo de la escuela se le pegaba a la piel, marcando sus brazos, sus fuertes piernas bajo el pantalón deportivo se marcaban deliciosamente mientras esperaba que robín terminara de bañarse. Sonriendo al percibir un murmullo melódico que inequívocamente era  una canción canturreada por robín en la regadera. La llave se cerró haciendo mas audible la canción que Luis intentaba identificar sin éxito, sentía como la sonrisa le marcaba el rostro, se detuvo a pensar un segundo cuando había sido la ultima vez que había sonreído así… de forma espontanea. La puerta se abrió dejando salir un suave vapor con el aroma de la colonia de Robín, lo que hizo que la sonrisa de Luis se ensanchara aun más.

-        Harás que llegue tarde a la escuela, tengo que dar clases… ¡date prisa!

-        Te vez sexy vestido de maestro de deportes ¿sabias? – exclamó robín mientras se ponía el cinturón

-        ¡Tengo que ir a trabajar! si no t apuras no me dará tiempo de desayunar contigo – protestó Luis ante la lentitud de Robín para vestirse.

-        Ya estoy prácticamente listo… eres un maldito exagerado…

-        ¡No soy exagerado tu tardas demasiado! – gritó Luis con un toquecito alegre en la voz, a manera de respuesta robín se acomodó la camisa tomando su cartera y su teléfono rápidamente para meterlos en la bolsa del pantalón.

-        Ya estoy listo – dijo robín ladeando la cabeza con una arrebatadora sonrisa iluminando su rostro.

Luis se levantó de la cama acercándose a Robín que lo esperaba apoyado en el marco de la puerta de entrada con las manos en los bolsillos de los jeans, su postura se le hizo completamente apetecible, llegando incluso a considerar el mandar al carajo el trabajo y tomarse el día para estar a lado de Robín, había desperdiciado tanto tiempo que no quería perder ni un minuto mas lejos de él. Se besaron lentamente, permitiendo que sus lenguas danzarán delicadamente acompasadas por el ritmo de su respiración. Con los ojos cerrados se perdían en un instante irrepetible, cuando las palabras salen sobrando y comprendes que toda una vida a su lado no bastara para expresarle todas las cosas que sientes por el... Los miedos, las alegrías, las dudas, las divertidas peleas que lo único que hacen es que te fascines mas, cada una de esas emociones aplificada en mil los recorrían erizando los poros de la piel mientras se besaban. Cuando se separaron se quedaron un instante frente a frente absortos en un roce tímido.

-        Debiste avisarme anoche antes de irte que vendrías a buscarme para desayunar, así hubiese estado listo desde antes – comentó robín cerrando la puerta del departamento mientras salían.

-        Oh quería sorprenderte… no imagine que tardarías siglos en arreglarte – comentó Luis pasándole el brazo por los hombros mientras caminaban por el pasillo.

El ruido del celular rebotó en las paredes haciendo que Robín se sonrojara, Luis sonrió divertido al darse cuenta que la canción que le había enviado era ahora su tono de llamada.

-        Yo que pensaba que no te había gustado la canción… - comentó encogiéndose de hombros con una risita burlona.

La respuesta sarcástica que tenía preparada para el comentario de Luis se quedó colgada sin ser pronunciada cuando leyó el mensaje que le había entrado, Ya me enteré de los desmadres que has estado haciendo, tienes mucho que explicarme. Llegó en un par de horas, te veo en mi oficina. Gian. La mirada felina perdida en la pantalla del celular alertó a Luis de que las cosas no estaban bien; Robín se mordió el labio sin atreverse a mirar a Luis.

-        ¿Qué pasa?... Ro, ¿de quien era el mensaje? – preguntó Luis sonriendo mientras lo abrazaba, por toda respuesta robín le pasó el celular separándose de su abrazo, caminando apresuradamente hacia el elevador, Luis le seguía los pasos ordenando el caudal de pensamientos que se desbocaban en su mente. al cerrarse las puertas del elevador Luis nuevamente intentó pegarse a Robín tomándolo del brazo, acercándolo hacia el. - ¿crees que se enteró de lo de nosotros?

-        Si… y puede ser que igual sepa que me escape sin avisar a México y que me traje a Santiago – Robín se frotaba las manos como si tuviera frio, mordiéndose nerviosamente el labio inferior. Luis lo abrasó besándolo en la mejilla un momento antes de que se abriera la puerta del elevador, robín le paso la mano por el cabello, murmurando – no te preocupes, tratare de tranquilizarlo… tendremos que mantener la distancia un tiempo en lo que se convence de que lo de nosotros no interfiere en sus negocios.

-        De ninguna maldita manera, ¡lo que tienes que hacer es mandarlo a la mierda! Tienes que dejar de hacer todo lo que te pide

-        ¡como si pudiera!

-        ¿Por qué no? ¿Ah? Vámonos, hay mejores cosas que estar metido en las porquerías de Gian

-        Si como ser maestro de educación física en una escuela mediocre ¿no? – se arrepintió de cada palabra que salió de su boca demasiado tarde. Luis ya lo miraba arqueando las cejas furioso – quise decir…

-        Se bien lo que quisiste decir, ¡que es mas importante vivir este edificio de lujo manejando un convertible, que estar conmigo sin dinero y libre!

-        ¿crees que eres libre Luis? – preguntó cruzando los brazos sintiendo como le temblaba el labio inferior – me he pasado todo el tiempo cubriendo tus huellas y haciéndole creer que sigues en nuestro equipo, si se enterara de que intentaste huir con el niño, te mataría como un perro.

-        No debiste, yo nunca te pedí que lo hicieras – exclamó Luis furioso caminando hacia la salida, Robín se quedó de pie como si sus pies hubiesen sacado raíces en el suelo, con los brazos cruzados y con la cabeza baja. Luis miró hacia atrás un instante antes de salir del edificio, lo vio tan vulnerable que no pudo dar un paso más. Dio media vuelta llegando hasta robín y rodeando su cuerpo en un abrazo. Robín al sentir el calor de su cuerpo rodeando el suyo pegó sus labios a su cuello, susurrándole al oído.

-        Si te pasa algo Luis, me muero… por favor, aunque sea solo esta vez déjame hacer las cosas a mi manera – exclamó robín temblando ante el abrazo. Luis asintió besándole la frente.

-        Iré contigo, no te dejaré solo Ro

-        Pero…

-        Sin peros – le dijo Luis posando sobre sus labios el dedo índice. Robín asintió dejando que el calor de aquel abrazo le diera valor. Sabiendo que al estár frente a Gian se requeriría mucho valor.

Dentro del restaurante a medio día.

Gustavo caminó con dificultad hacia la barra del bar dentro del restaurante de uno de los hoteles que se encontraban en la calle principal, la comida relajada con la música acústica le eran indispensables para calmar la marea que emociones que se imponían en una telaraña dentro de su corazón,  la pierna adolorida le reclamaba su insistencia en no dejarla descansar, pero se sentía incapaz de permanecer en el departamento por mas tiempo, siempre se había considerado un romántico melancólico en el amor pero no había nada de poético en la angustia y la ansiedad que le provocaba Adrián con su actitud. Llegó a la barra pidiendo una mimosa, permaneció unos instantes de pie antes de decidir sentarse, observando a las personas a través del espejo. Sorprendiéndose de ver al chico del parque sentado solo en una de las mesas cercanas. Santiago levantó la vista al sentirse observado, encontrándose con la mirada tímida de Gustavo.

-        Que bonita coincidencia – exclamo Santiago con ese delicioso acento extranjero.

-        ¿esperas a alguien? – Gustavo se giró con dificultad cuidando en no derrabar la copa.

-        Si, a ti – dijo poniéndose de pie y separando una silla para ayudarlo a sentarse, Tavo sonrió ligeramente mirándolo inquisitivamente mientras tomaba asiento, intuyendo lo que pensaba continuó diciendo – no, la verdad no esperaba a nadie, Salí a dar una vuelta por la ciudad y como moría de hambre regrese al hotel a comer algo ¿y tú? ¿vas a desayunar con el novio? – preguntó Santiago haciendo que se Gustavo se ruborizara bajando la mirada mientras movía  la cabeza en forma de negación

-        No, mi novio esta en… clases en este instante – comentó distraídamente sin ahondar mas en el tema.

-        ¿estas bien? No quiero parecer chismoso, pero te vez mal…

-        Eh… de verdad no quisiera agarrar de paño de lágrimas a un chico que apenas conozco.

-        ¿y porque no?, tal vez nunca te vuelva a ver… y te puedo dar opinión completamente imparcial.

-        Tienes razón pero...

-        Sin peros, cuéntame - te hará bien desahogare.

Gustavo lo miró sin estar convencido, comentando algunos detalles no muy específicos,  mientras Santiago a cada segundo que pasaba ganaba milímetros  moviendo los dedos intentando rozarle la mano, intentando no sentirse culpable por aprovecharse de ese momento. Hablaron durante horas, Gustavo estaba dejando salir cada temor que le atenazaba el alma, así el desayuno rápidamente se transformó en un almuerzo acompañado por varias botellas de vino blanco. Santiago lo escuchaba con atención sin apurar las cosas pero una intención de trasfondo diluida en el alcohol. Después de varias horas en las que habían bromeado, el y Gustavo, salieron del restaurante caminando por un pasillo hasta el vestíbulo del hotel, en aquella deliciosa charla, Tavo no se daba cuenta que Santiago lo conducía hacia el elevador para ir a su habitación  sirviéndole de apoyo al caminar, pegándose peligrosamente a él.

Gustavo se dejaba conducir en un estado de seminconsciencia,  las copas que había tomado aquel día,  habían causado estragos en su criterio con mucha rapidez ayudadas por la falta de sueño. Además deseaba olvidarlo todo, dejar de sentir aquel dolor en el pecho.

Entraron en el elevador,  Gustavo se pegó a la pared como lo haría de haber estado lleno el elevador pese a encontrarse solos, atormentado por el tibio dolor de la pierna se sostuvo con fuerza de Santiago y el aprovechó esto para acercarse mas a él,   le rodeó con los brazos apoyando sus manos en la pared y sin pedir permiso comenzó a besarle el cuello, Gustavo ante la proximidad de Santiago sentía como la sangre en perfecta ebullición se aglomeraba en los lugares adecuados ensanchando su hombría mientras ocultos en la privacidad del espacio reducido disfrutaba del cuerpo sensual y cálido del adolescente que efusivo le besaba y acarciaba.    Con poca convicción le pidió que se detuviera mientras una parte dividida de su mente le gritaba que continuara.  Ante la débil invitación a detenerse, el  hizo caso omiso bajando un poco mas, abriendo los botones de la camisa y dejando que su lengua entablara una danza húmeda con la piel tersa que tenia frente  a él.  Aferrado en lamerle los abdominales Santiago se lucía estremeciéndole con cada pequeña lamida. Gustavo lo dejaba  suspirando con el corazón latiéndole a toda velocidad , observándole subir lentamente por los músculos flexionados de su brazo sin poder evitar morderlo ligeramente, aquellas deliciosas mordidas se extendieron hasta llegar a su rostro, deteniéndose en las mejillas sin atreverse a llegar a la boca, bajando de nuevo por la barbilla hacia el cuello. El alcohol mezclado con el dolor de la pierna entorpecia sus movimientos y su corazón le gritaba que se detuviera que ese era un error que lamentaría, pero su cuerpo para nada indiferente a la sensualidad de Santiago hervía en deseo. Santiago deslizó su mano hacia la entrepierna bajándole el cierre con un movimiento relámpago y metiendo su mano para acariciarlo sobre la tela del boxer. Su impresionante erección no dejaba lugar a dudas, lo estaba disfrutando todo: el movimiento sutil de la lengua repasado su cuello, los mordiscos y lametones, la presión de la mano que lo atenazaba subiendo y bajando, mientras de manera incomprensible murmuraba el nombre de Adrián, su rostro de decepcionado mirándolo, el dolor de perderlo, el dolor de hacer daño...

-        ¡no puedo! – gritó Gustavo, pero su protesta perdió validez al gemir con lujuria mientras Santiago aferrado a sus pezones le estimulaba vigorosamente con unos movimientos deliciosos de la lengua - ¡no puedo hacer esto! – dijo nuevamente suplicándole que se detuviera y haciéndolo retroceder, aprovechando que se había separado para presionó el botón para llegar nuevamente a recepción

-        ¿Por qué no? Él te engaña con el tal Dany, tu mismo me lo dijiste. Págale con la misma moneda - le contestó Santiago con voz melosa mientas intentaba regresar al ataque.

-        No puedo… aun si el me engaña yo no puedo hacerle lo mismo. Perdóname tengo que irme.

La puerta del elevador se abrió y Gustavo salió disparado, tenia que huir, era necesario escapar de esas emociones, amaba demasiado a Adrián, y jamás podría  engañarlo de esa forma. Salió a la calle buscando perderse entre la marea de gente, no quería mirar hacia atrás,  se sentía un fugitivo reprochándose el no haber sido mas firme en su negativa.  El dolor de la pierna se le extendía por todo el cuerpo haciéndolo temblar, creyó caer de bruces contra el suelo pero se encontró con un par de suaves brazos de piel color canela que lo sujetaron amablemente.  La pierna dentro del yeso le daba latidos, el simple hecho de asentarla en el suelo le parecía una tortura, y la muchacha que le habia ayudado a no caer, lo miró severamente y casi como un regaño le dijo de frente.

-        ¿Dónde tiene la cabeza para estar jugando a las carreras con una pierna rota? – la chica lo miraba con toda la severidad de sus ojos oscuros que eran fríos  pero amables, y Gustavo aun agitado y confuso se quedó mirándola sin lograr contestarle. El cabello castaño se le movió con el aire dejando ver una larga cicatriz que desfiguraba su hermoso rostro, ella notó que el gesto de sobresalto que tuvo Gustavo pero no dijo nada al respecto – vamos tienes que sentarte un momento o se te caerá la pierna.

Gustavo asintió dando unos pasos apoyado por ella, entraron a un bar pequeño que estaba a pocos metros, ella dejo que él se sentara y caminó directamente hacia una hermosa camarera rubia dándole un beso en la mejilla mientras le susurraba algo al oído, ella asintió mirando hacia donde se encontraba Gustavo.

Pasaron algunos segundos en los que Gustavo sentía como su mente divagaba entre el dolor d e su pierna y los latigazos de culpa, entonces la joven de la cicatriz que lo había ayudado se le acercó nuevamente sosteniendo un vaso con agua.

-        Toma, y por dios hombre tranquilízate. – le dijo mirándolo con una frialdad indiferente.

-        Gracias… eh, no es mi intención causar molestas, si fuera tan amable de pedirme un taxi, seria mas que suficiente – le contestó Gustavo con una tímida sonrisa, ella asintió frunciendo los labios en un gesto forzadamente amable y  después giró hacia la barra donde un chico moreno y esbelto se limpiaba el sudor con la orilla de la camisa gritándole

-        Adrián llama un taxi para el señor, por favor.

Al escuchar el nombre Gustavo levantó la vista chocando con los ojos negros de su novio, que lo miraba avergonzado con la boca entreabierta…

Cocina de la casa de Javier.

-        Que buen inició esta teniendo esta comida… - gruñía car mientras sentía como Javier le besaba las sienes y las mejillas lentamente deslizando sus labios hasta los de su novio depositando un beso cálido y dulce, bajando por su mentón hasta el cuello y descendiendo cada vez mas hasta los pectorales que lamió disfrutando de su dureza.

-        No se si soy yo… o cada vez quedas mas macizo amor. – afirmó Javier mirando hacia arriba para encontrarse con sus ojos mientras le dejaba un pequeño chupetón en el pecho.

Car sonrió acomodándose la camisa, la cocina desprendía un delicioso olor a comida casera y el reloj les anunciaba que era cuestión de minutos para que llegaran todos  al almuerzo que había organizado Javier para darle la bienvenida a su madre que salía del hospital. Aunque también serviría para presentar delante de su pequeña familia a Car como su pareja.  Acomodaron los platos en la mesa poniendo especial cuidado en cada uno de los detalles, simplemente tenia que ser perfecto.

-        ¿Estás nervioso, amor?  - preguntó Javier dirigiéndose a Car en un susurro

-        Un poco… - contestó car mientras colocaba la jarra del agua en el centro de la mesa – si acaso tus tíos son los únicos que me preocupan...  Tu tía no me puede ver ni en pintura.

-        Si… supongo que es de esperarse… mas después de lo que paso…

-        Sin importar lo que digan, yo estaré contigo y… tan pronto lleguen mis padres… te presentare con ellos. – ambos suspiraron tomándose de las manos.

Car miró el reloj casi al mismo tiempo en que sonó el timbre, la puerta que se abría no era la que dejaba entrar a la gente,  era el muro de aquellos miedos que en esa relación ya no tenían lugar, pues los cimientos habían estado firmes desde el momento en el que decidieron mandar a la mierda el “que dirán” y ser honestos consigo mismos.  Se tomaron de la mano porque sabían que era así como se libraban las batallas cuando dos son uno. ..