Perdiendo el Control, embriagado de su piel.
Los gemidos de luis iban en aumento y sabia que aquella tortura de rítmica lentitud le tenía al borde del orgasmo, pero no quería permitir que se viniera tan pronto, no teniendo la libertad de jugar con él hasta el hartazgo...
C'est pas ma faute et quand je donne ma langue aux chats je vois les autres tout prêts à se jeter sur moi. C'est pas ma faute si j'entends tout autour de moi Canturreaba Nolah mientras salía a medio vestir con el hermoso conejo blanco siguiéndole los pasos con un suave taconeo de sus exóticos tacones… La piel de Nolah aun mostraba las marcas recientes del violento amor de Tiago C'est pas ma faute repetía en un francés canturreado con cierto aire de triunfo. Mientras el conejo blanco le seguía como una aparición ajena al tiempo y espacio, casi irreal.
- Maître… -preguntó dudando él conejo blanco mientras se acercaba discretamente a su amo hablando en un francés exquisito y que sonaba como un arroyo fresco de agua cristalina, de esas voces que son pura cadencia y escucharlas es casi un deleite. - ¿Si no es un atrevimiento… puedo preguntar, qué pasó con Monsieur Robín?
- Oui, es un atrevimiento –contestó Nolah extendiendo su mano derecha para acariciar suavemente la tersa mejilla de la hermosa chica vestida de conejo – Dime ma chérie ¿escuchaste tras la puerta como me hacía el amor Tiago? – tras pronunciar esas palabras el rostro pálido del conejo blanco se tiñó de un rubor exquisitamente adorable a lo que respondió bajando el rostro y asintiendo con timidez.- Bien… muy bien… -exclamó Nolah soltándola y apretando el paso haciendo que ella tuviera que avanzar más rápido tras de él, saliendo con premura hacia la noche gélida que les esperaba con luna sonriéndoles.
Departamento de Gustavo, más tarde de madrugada.
Los golpes insistentes en la puerta le dieron la primera pista de que algo ocurría allí afuera, los ecos insistentes que lo arrastraban a una realidad que desconocía por completo, pues con los ojos cerrados solo existía el calor y la paz de dormir entre los brazos de Gustavo. Pero la insistencia de los golpes era demasiado fuerte, le arrancaba de aquel estado placido de ensoñación y aunque era difícil intentar enfocar en aquella oscuridad, el sobresalto se volvió más fuerte a medida que abandonaba el mundo de los sueños y recobraba la consciencia para darse cuenta que los golpes pertenecían al presente. Gustavo, estaba despierto igual, sobresaltado e intentando incorporarse con rapidez para atender el llamado. Adrián se paró como un resorte tomando a su novio del brazo en un gesto inconsciente de buscar refugió, de protegerse contra lo que estuviera allí afuera golpeando con premura. Incluso con las muletas Gustavo le daba la impresión de ser invencible, gracias a esa extraña manera que siempre tiene uno de mirar a las personas que ama. Este con calma y una sonrisa tranquilizadora le indicó a Adrian que permaneciera dentro de la recamara, mientras él con una velocidad superior a sus capacidades actuales avanzo hasta la puerta principal ayudado por las muletas.
Tras la puerta Luis toco nuevamente convencido de no irse de allí sin haber cumplido su cometido. El corazón le estaba estallando de dolor y culpa enervado por los efectos químicos que las drogas de robín le habían cocinado en el cerebro, respiraba agitadamente intentando mantenerse en pie pese a la necesidad anímica que tenia de desplomarse. Desplomarse bajo el peso caótico de la melancolía, de la pesadumbre de permanecer guardando sus sentimientos, contra el chico que juro amar y proteger y que ahora estaba a punto de lastimar. Gustavo le miró por la ranura destinada a revelar la identidad de las visitas, sorprendido y un poco confuso abrió la puerta.
- Luis… ¿tienes idea de la hora que es? ¿qué demonios sucede?
- Necesito hablar con Adrián
- ¿no puede esperar hasta mañana? –preguntó sintiendo el inconfundible aliento alcohólico que despedía Luis y poniéndose instintivamente a la defensiva -
- Tal vez mañana no pueda decirle lo que tengo que… yo… necesito hablar con él ahora… y sé que está aquí… por favor. –exclama mirabando sobre el hombro de Gustavo
- No Luis, mejor vete... Luis, tu estas borracho por favor vete
- No puedo irme, no sin hablar con él
- ¿Gian? … -preguntó Gustavo, en un esfuerzo por tratar de comprender las palabras ondulantes de luis - ¿paso algo grave? Luis…
- Es Robín… es por robín… - balbuceó Luis mientras se pasaba las manos por el rostro mordiendo sus labios al intentar jalar aire para continuar hablando. Gustavo aún no estaba convencido de acceder, cuando una mano cálida se apoyó en su espalda.
- Está bien Tavo, hablaré con él…. –exclamo Adrián mirando a ambos con los ojos como platos, con la mirada paseando por el cuerpo de Luís que apenas se sostenía del marco de la puerta, Luis ebrio… no podía recordar haberlo visto así antes, parecía como una persona ajena al Luís serio y reservado que conocía. Pero seguía siendo Luis y confiaba en él… Adrián, confundido y sin tener muy en claro lo que estaba pasando abrió la puerta completamente dejándolo pasar. Luis entró tambaleándose, caminando con dificultad hasta uno de los sillones y dejándose caer en él. Sentía los ojos pesados, el cansancio le caía sobre los hombros con un peso casi igual de abrazante que la culpa. Adrián tomo asiento en el sillón de enfrente y lo miro detenidamente esperando que iniciara a hablar, Gustavo se mantuvo de pie cerca de la puerta que acababa de cerrarse dudando si acercarse o no hasta ellos.
- Adrián se que ya es demasiado pedirte esto pero… ¿podemos hablar solos? – preguntó entrelazando los dedos de sus manos y frotándolos en un intento de quitar un frio que solo permanecía en su imaginación. Tavo aceptó sin palabras, caminando pacientemente hasta la habitación, mirando de reojo hacia ellos y aguzando el oído para escuchar lo que hablarían.
- ¿Qué pasa con Robín? ¿Es… estoy en peligro? –pregunto Adrián mirándolo sin saber que esperar como respuesta tensando los músculos del cuerpo y haciendo un repaso mental de sus pertenencias claves en caso de tener que huir-
- Yo te juro que no se exactamente como pasó… el … el no te hará ningún daño. Pero… con lo que vas a escuchar posiblemente yo si te lo haga. Robín… y yo… estamos juntos. Él… y yo… -tomo aire y dejó salir las tres palabras fatídicas como si fueran un disparo a quemarropa- Él me ama.
- ¿es una broma? ¿estas bromeando? ¿Robín?, el mismo robín… el hijo de puta que jodió mi vida… ¡¿estas bromeando?! ¿es algún tipo de venganza estúpida por haberte mentido? ¿estás haciendo esto por Gustavo? ¡Luis! ¿Por qué de todas las personas del mundo tenía que ser robín? –Adrián abrazaba su cuerpo con sus brazos, sintiendo como un frio sentimiento de pena se alojaba en cada uno de sus huesos-
- No… lo planee… suena estúpido pero simplemente pasó es decir… esas cosas suceden… y no es ninguna venganza, yo solo quería protegerte pero las cosas se salieron de control y me está consumiendo la culpa.
- ¿protegerme? ¡Luis! Robín te está usando… ¡Esto es parte de su plan! Tu no tienes ni la más remota idea de lo que Robin ha hecho.
- Si que la tengo… y por eso te estoy diciendo esto, porque no puedo con la culpa de mentirte, él es como un imán, que me atrae pegándome a su presencia con una fuerza superior a la mía. Pero prometí protegerte de todos, incluyéndome.
- ¿Y como crees que me vas a proteger estando del lado de Robín?… el solo quiere hacernos daño…
- Te equivocas el nos ha protegido de Gian todo este tiempo, por muchas razones pudo habernos delatado hace tiempo pero no lo hizo… él era mi mejor amigo… yo confiaba en el hace años, créeme cuando te digo que confió en el ahora…
- ¡No! … tu no entiendes, el es un manipulador… Luis te está manipulando para hacerme daño y ni siquiera puedes darte cuenta…. Tan solo mírate, mírate, tu no eres así, el Luis que conozco jamás se intoxicaría con alcohol hasta acabar borracho… el Luis que conozco jamás confiaría en robín, el Luis que conozco me protegía de ese monstruo…
- ¿qué puedo hacer mi peque… si estoy hundido hasta el cuello? -soltó Luis moviendo la cabeza abatido sintiendo las lágrimas anidarse en sus ojos – Dime peque… ¿qué hago?
- Déjalo Luis, aléjate de él… o de mí, porque mientras estés con Robín… yo no quiero saber nada de ti. –exclamó Adrián tan fríamente que su voz sonó ajena
Sus palabras fueron una sentencia seca, expedida sin tardanza y que golpeó a Luis como un látigo y lo hizo ponerse de pie sin poder decir nada. “ déjalo o déjame a mi” una sucesión de imágenes sele aglomeró en el pecho haciéndolo parpadear para ganar tiempo antes de encontrar una respuesta coherente, si… esas habían sido sus palabras, en realidad no podía esperar otra cosa. Se encontraba confundido, intento pronunciar alguna palabra pero de sus labios solo salió un gemido tenue, recriminatorio, dolido y cansado… entonces se dio cuenta que no había nada que pudiera decir que cambiara las cosas. Adrián se escuchó sorprendido de sus propias palabras y su mente era un tornado de pensamientos furiosos en sucesión de eventos dolorosos, Robín había ganado de nuevo… corrompiendo a Luis al único que podría rescatarlo, ahora bajo sus hilos ya no podría ser el mismo Luis de antes, ahora ya no era más el protector cuya calidez le arrabataba el frio, Robín se había llevado también eso...
- Te está usando Luis… y mientras tu estes con él… yo estaré lo más lejos que se pueda… -exclamo Adrián con los ojos inundados de dolor y angustia. Sentía las manos temblar de impotencia dolor y en su mente vibraba con un zumbido que crecia tomando forma con la palabra “traición“. Se sentía profundamente traicionado.
Luis se sorprendió a si mismo saliendo a tropezones del departamento sin voltear a ver al juez que le había dado una sentencia tan cruel… lo peor era dejarle el revolver en la mano para que el fuera su propio verdugo. Adrián lo miraba irse con los ojos inundados en lágrimas, por alguna extraña razón sentía la confianza de que si luis tenia un poco de sentido común sabría alejarse de Robín. Mientras cruzaba la puerta principal saliendo de nuevo al aire nocturno, Luis deseó no tener que tomar esa decisión, no tener que pensar, deseó no ser él mismo. Gustavo los escuchaba en el umbral de la puerta del dormitorio, exhalando un suspiro apesadumbrado y cerrando los ojos sin poder dejar de escuchar los sollozos de un inconsolable Adrian.
De regreso en el área VIP del Antro.
Car se encontraba sentado con las piernas flexionadas y su fuerte torso inclinado hacia el frente, mirando bailar a Javier con Nina, de aquel cuello de dios griego descendía una pequeña gotita de sudor que hacia brillar su piel bajo las hipnóticas luces del lugar. Su vista se perdía en los movimientos cadenciosos de su novio, intentando concentrarse en ello y no en la cantidad de problemas que tenía en ese momento. Agradeciendo en silencio, muy al pesar de su orgullo, el haberse encontrado con aquel amigo de Javier que en un derroche de amabilidad le había financiado las bebidas a los tres… de no ser por el la fiesta hubiese acabado para ellos desde hacía rato. El famoso Robín… no le sorprendía nada que Javier se hubiese deslumbrado de esa forma por el… era tal como lo había imaginado y no podía sentir más que envidia y admiración por aquel tipo. Sus pensamientos le tenían tan ensimismado que no pudo evitar sobresaltarse cuando una voz con un marcado acento extranjero, le tomó por sorpresa haciéndole regresar a la realidad entre luces estrambóticas y altísima música.
- Una belleza como pocas – exclamó Santiago tomando asiento a lado suyo, y Car se dio cuenta que también miraba hacia Javier y Nina – con un rostro que enmarca la inocencia y la fuerza de un hombre que apenas deja de ser niño.
- Javier… es el chico dorado, él no se da cuenta de lo irresistible que resulta mirarle, soy afortunado en tenerlo de novio, pero… -exclamo sonriendo de lado con ese airecito bravucón tan propio de car.- es evidente que siendo mi novio tendría que ser alguien excepcional. –Santiago lo escuchó riendo con soltura y girando para mirarle de frente.
- Si, así es… pero yo no hablaba de Javier, si no de ti –exclamo con una voz envolvedora, como una caricia gélida- ¿a qué te dedicas Car? Me imagino que estas estudiando…
Car asintió mirándole con las cejas arqueadas, ligeramente sorprendido por la forma tan extraña que tenía aquel chico al hablarle, por el acento podía notarse de inmediato que no era de aquí, pero era mucho más que el acento… era la forma tan engreída de hablarle, como si se riera de un chiste que él aun no comprendía, para su gusto era demasiado parecido a Robin. De forma casi imperceptible arqueo la espalda sentándose erguido y sacando el pecho con un gesto viril.
- Tu eres amigo de ese tal Robin, ¿cierto? –Preguntó Car clavando su mirada en Santiago.
- Su sobrino, y también de cierta forma le ayudo con sus negocios. – declaro con soltura. Haciendo que a Car le llamara aún más la atención ya que el chico parecía no ser demasiado mayor que ellos. – Tiago
- Un gusto –exclamó estrechándole la mano y guardando silencio durante un minuto, para después preguntar sin rodeos, con esa característica frontal tan propia de si - ¿negocios?
- Oh muchos… incluso alguno de ellos en los que alguien como tu sería de gran ayuda, pero no depende de mí… -exclamó guiñándole un ojo con cierto grado de complicidad, lo cual hizo sentir a car aún más desconfiado y tensó los brazos poniéndose a la defensiva. Santiago lo notó pero hizo caso omiso, sabía tratar perfectamente a las personas como Car, y también tenía un olfato innato para saber que personas eran más susceptibles a dejarse “ayudar” – Sería interesante ver qué opina Robín de ti…
- No me interesa saber su opinión acerca de mí… apenas le conozco y lo único que me impidió romper la cara de galancito a puñetazos fue que Javier le tiene en buen concepto y es su amigo.
- Y ¿tú en que concepto le tienes? –se aventuró a preguntar Santiago con una sonrisa ladeada-
- Para mí no es más que un cretino, promiscuó que disfruta de jugar con las personas y llevárselas a la cama, que sus preceptos morales no son más que un sarcasmo…
- Un cretino, promiscuo, sarcástico…. Solo faltó drogadicto, manipulador e irresistiblemente guapo para que se asemeje a mi descripción… -exclamo Robín pegando su bebida helada a la mejilla de Car para llamar su atención. Santiago había girado igual para verlo al escuchar su voz. Y al ver su gesto burlón, el flashazo de asombro se transformó en una sonrisa de niño pequeño riéndose de una travesura.
- Oh Ro… ¿cómo nos fue con el francés? – exclamó de pronto Santiago, preguntándole con la mirada llena de un brillo especial.
- Très manifique –exclamo con una sonrisa ladeada, mientras bebía un amplio trago y después dirigía una mirada fugaz a Javier en la pista – El francés nos ayudará
- No te dijo nada sobre …
- No fue necesario que dijera nada, lo encontré con una excelente predisposición para hacer negocios… supongo que te lo debo a ti –exclamó con un susurro adorable mientras extendía su mano izquierda para revolverle el cabello. Santiago se movió hacia el frente restándole importancia con un gesto de la mano, sin embargo, no era ningún secreto para Robín que aquel extraño cumplido, significaba muchísimo para Tiago. Car los miraba de reojo fingiendo aún mirar hacia su novio y su amiga, aunque sin que pasara desapercibido el hecho que Tiago tenía una extraña necesidad de ser aceptado por su tío. Robín recorrió con la mirada la pista y también la barra, observó con detenimiento todas las caras y los cuerpos sin encontrar el que buscaba – Tiago… ¿Y Luis? ¿Dónde está?
- Para que te sirve el celular si no lo revisas… -siseó Santiago palmeándole el brazo- Se fue mientras hablabas con el francés, te avisé pero supongo que no revisaste mis mensajes… él se sentía un poco mal, tal vez deberías ir a verlo. –Robín escuchó las palabras sintiendo un pequeño agujero en el estómago, casi sin prestar atención a las últimas palabras de Tiago al mismo tiempo una rabia enloquecedora por haber sido abandonado en la disco - Ro… si el asunto con el francés está listo… ¿porque no vas a casa con Luis? – Por toda respuesta Robin encogió los hombros volteando a ver a Car y dirigiéndose hacia él nuevamente.
- ¿qué pasa novio celoso? Te preocupa que se lo roben si le quitas la vista un minuto –tanteó Robín haciendo que Car tensara los hombros, sin embargo éste trato de ignorar aquellas palabras sabiendo que su único propósito era provocarlo.
- Solo me gusta verlo bailar…
- ¿Y tú no bailas? – le preguntó Santiago inclinándose hacia él
- Por puesto que va a bailar… conmigo –exclamó robín poniéndose de pie apurando su bebida de un solo trago y clavando lo ojos en car mientras le tomaba le brazo arrastrándole a la pista. El intento de este por safarse era vago, encogiendo los hombros y mirándolo con una fingida inconformidad.
- No se bailar –exclamó mirándolo con un imperceptible rubor tiñendo sus pómulos – y… somos dos h-hombres.
- Olvídate de eso aquí a nadie le importa eso, tu solo déjame a mí y sigue la música –exclamó robín deteniéndose entre la apretujada multitud de la pista mientras el sonido les acompañaba en aquella charla a gritos.
Javier los observaba con el corazón latiendo contra su pecho con un sentimiento de incomodidad creciendo, mirando como un felino se acerca a la presa con aquel sigilo indómito con que se vio asediado él mismo tiempo atrás. Los celos divino elixir maldito se aglomeraban subiendo por su cuello en forma de un grito que se debía ser sofocado. Tensó la mandíbula con fuerza esperando que al cerrar los dientes el monstruo verde de los celos permaneciera atrapado en el interior de su garganta. Robín, no tenía un gramo de respeto por las relaciones él había aclarado su punto sobre ello en el pasado y cualquier cosa podría pasar cuando uno se hallaba bajo su poderosa influencia. Con la vista fija en su novio tomó la mano de Nina guiándola sin palabras hasta ellos, avanzando cada paso como quien avanza sobre hielo delgado. Robín bailaba moviéndose al compás de la música hipnotizante, esa era la palabra para describirlo, hipnotizante, hombres y mujeres le miraban de reojo por aquella extraña sensación de inquietud perturbadora que tenía cada que se movía. “No por favor no con él”. Pensaba Javier mientras se acercaba entre la multitud. Santiago permanecía atento como un mudo espectador, viendo a Javier acercarse y a Robín bailando como si nada de ello le perturbara en lo más mínimo. Sus ojos aceitunados, su piel gitana, la extraña aspereza de su carácter, el delicioso ritmo de entonar las palabras y los movimientos salvajes y caprichosos de su cuerpo al bailar, Robin era en una palabra todo cuando Santiago quería ser o poseer, con una mano llamó a uno de los meseros indicándole sin palabras que le trajera otra bebida que por supuesto era la misma que tomaba Robín, soltó un pesado suspiro mientras sacaba un cigarro del bolsillo trasero y lo colocaba en su boca capturándolo con los labios, mientras con la otra mano batallaba para lograr encenderlo, concentrado giraba la rosquita del sencillo encendedor sin obtener de él una llama apropiada para encenderlo. Cuando por fin tuvo éxito fue arrebatado de los labios, Robin de pie frente a él sostenia el cigarro con dos dedos llevándoselo a la boca con una sensualidad innata, Santiago pensó que si aun se pudiera hacer publicidad de cigarrillos en la tele abierta una foto a Robin en ese instante le bastaría para masificar el consumo del tabaco. Robin le guiñó un ojo al verlo anonadado y le lanzó a las manos su teléfono celular que vibraba insistentemente. Una llamada perdida de Luis.
- ¿No vas a contestar? – pregunto elevando la mirada hacia Robín que se alejaba de nuevo hacia los chicos que ya bailaban con más soltura. Robín por toda respuesta le entornó una mirada furiosa que rápidamente fue ocultada por el sarcasmo mientras movía el índice haciendo un movimiento de negación, mientras de sus labios escapaba un jugueton “tsk tsk”. Santiago asintió tomando el móvil y contestando para atender la llamada de Luis. Le costaba entender las palabras por el acento, la rapidez y la forma en la que hablaba que denotaba su estado de ebriedad, sin embargo logró captar la idea central, se puso de pie caminando tras Robin y jalándolo del brazo le entregó el móvil mirándolo con severidad- Tienes que ir a verlo... Esta en tu departamento. – Robin lo miró sorprendido ante el tono de voz tan severo que había empleado Tiago. – Ve con él.
Suite presidencial, habitación de Nolah.
El conejo blanco caminaba sin zapatos sobre la alfombra mullida que acondicionaba toda la habitación, cargando contra su piel de durazno una helada botella de vino y una copa espiga llena a la mitad de jugo de naranja. Nolah permanecía frente al helado cristal de la ventana principal, completamente desnudo mirando su reflejo como quien mira algo digno de estudio, pero no era vanidad ni fascinación más bien puro y simple análisis. Una hilera de pensamientos le tenía profundamente capturado, al punto que no supo cuando tiempo llevaba su conejita con la copa extendida. Él la tomó con suavidad cerrando sus dedos índice y pulgar por el tallo de la copa rozando con intención los dedos blancos de la jovencita. Ella soltó la capa bajando la cara con sumisión y de inmediato procedió a completar el contenido con el contenido de la botella de vino espumoso.
- Maître… -susurró ella suplicante y él comprendió asintiendo sin voltear a verla. Ella entonces se encaminó a la ducha con aquella celeridad que le daba un aire fantasioso, llegó al baño desprendiéndose por completo de la sugerente lencería de conejo que adornaba su cuerpo y dejando salir un suspiro cansado se introdujo en la ducha. Se bañó con minuciosidad y rapidez saliendo rápidamente del baño y colocándose la toalla alrededor del cuerpo, antes de que lograra llegar a su pequeña maleta colocada en el closet dentro del baño, pero Nolah ya estaba de pie en la entrada del baño, sujetando un par de piezas de lencería con perlas bordadas en suave encaje color lavanda sobre tela blanca, ella tomó la ropa con una mirada agradecida, secándose y colocándose la ropa apresuradamente. El suspiró apurando el ultimo contenido de la copa y dejándola en una de las mesitas de noche al tiempo que tomaba con la otra mano un perfil de mango blanco. La jovencita entendió inmediatamente acercándose a él y sentándose de rodillas a su frente dándole la espalda para que el con suaves movimientos comenzara a cepillar su espeso y bonito cabello.
- Sanya… -Pronunció el despacio en un exquisito francés, mientras ella se sobresaltó al escuchar su nombre, ya que casi nunca era llamada de ese modo – mañana debes poner en orden todas tus cosas para regresar a Kiev… las cosas se van a complicar ma chérrie una vez que entre a la casa de Gian… Robín se pondrá en contacto contigo él tiene todo planeado y tú pondrás en orden las cosas desde Kiev. Y allí te buscaré cuando todo haya terminado. Ella asintió con una sonrisa discreta y arqueó sus cejas, con una mirada que Nolah conocía como “permiso para hablar” a lo que él asintió condescendientemente, pero ella en el mismo silencio discreto se puso de pie caminando hacia el ordenador portátil que se encontraba en la mesa, con sumo cuidado lo tomó sin cerrarlo y se lo entregó a Nolah susurrando.
- Maître, sé que no me lo pidió pero… aquí está la información sobre Monsieur Santiago. –exclamó apuntando con delicadeza hacia una pequeña carpeta. Nolah la miró sin poder evitar esbozar una sonrisa.
- Retírate – exclamó sin levantar la mirada del ordenador dejando caer el peine al suelo y acomodándose plácidamente en la cama- déjame solo quiero leer…
- Oui Maître. –Respondió con un murmullo apenas audible, mientras se encaminaba hacia la salita contigua dentro de la inmensa suite. Tomando asiento en uno de los sillones y dejando salir una pequeña sonrisa al recordar las deliciosas embestidas que su amo había recibido horas antes de manos de aquel desconocido.
En el departamento de Robin.
Luis estaba acostado en la cama abarcándola casi en su totalidad, con aquel cuerpo colosalmente moldeado por el ejercicio en un perfecto estado de ensoñación, había perdido gracias al alcohol el sentimiento del tiempo y el espacio, solo sentía un delicioso mareo, como si la habitación se meciera, como si en lugar de en edificio estuviera en un barco, se dejaba mecer, arrullar por el suave susurro de las olas que mecían la cama, suavemente deslizó su mano por la superficie de las sabanas que le devolvieron la caricia, era tan suave como la piel de Robín, entre sus brazos… oh era tan distinto de Adrián, era como comparar el azúcar con la sal, Adrián era delgado y pequeño, sensual en aquella inocencia, tierno y cariñoso para amar; Robin en cambio tenía el cuerpo de dios griego, ligeramente musculado y varonil, con los rasgos felinos… el cuerpo de Robín entre sus brazos era un huracán apasionado. No había forma de compararlos siquiera y sin embargo tendría que elegir. Abrazo la almohada con fuerza cerrando los ojos, cuando una grietita de luz inundó el cuarto haciéndole tornar la vista hacia la entrada, y la silueta a contraluz avanzó cerrando la puerta y dejando de nuevo la penumbra en la que ambos se sentían mas cómodos , no tenía siquiera que verlo con atención, conocía ese andar gatuno. Luis volvió la mirada a la almohada enterrando su rostro en ella y girándose de espaldas. Respiró hondo y en su ensoñación sintió los brazos que le rodeaban con dulzura.
- Si por favor abrázame… necesito que me abraces, quiero quedarme solo me faltan motivos, dame motivos mi Ro… dame motivos para elegirte –le murmuraba de forma apenas audible y el abrazo no se hizo esperar, sintiendo como un par de brazos torneados le apretaban con fuerza atrayéndolo hacia el calor corporal, mientras le besaban el cuello y la nuca con una mezcla entre ternura y fiereza. Luis inhalo hondamente y a su nariz le llegó los suaves aromas del tabaco, el alcohol un ligero aroma colonia de agave, que delicia sentir el suave roce, de la tela, el suave calor que manaba su cuerpo y la ligera presión de tenerlo a su lado – Te amo Ro - le susurro girando su torso hacia el para buscar su frente, enterrando su rostro en entre su cuello y su pecho, entre su ensoñación distorsionada no deseaba abrir los ojos a sí que a tientas buscó sus labios besando con suavidad su mentón subiendo con calma hasta los labios que le respondieron con una pequeña mordidita inexperta. Abrió los ojos despacio buscando el encuentro de aquella mirada aceitunada. Cuando de pronto un suave clack seguido por un flashazo de luz blanca le deslumbró haciéndole cerrar los ojos con fuerza. La puerta se había abierto de nuevo y una mano tanteando abría encendido el interruptor de luz. Apenas podía enfocar pero no le costó mucho distinguir a Robín en la puerta y a un palmo de su rostro con la vista nublada en culpa y un asomo de algo parecido a la vergüenza la mirada de Tiago. Durante un instante Luis hizo ademán de separarse, pero el gesto de incredulidad de Robín rápidamente se convirtió en una sonrisa ladeada, arqueando la ceja con una mezcla de asombro e ironía. Continuó avanzando sin decir una palabra, dejándose caer en el borde de la cama, con el cuerpo lánguidamente recostado boca arriba, con ambos brazos flexionados para entrelazar sus dedos bajo su nuca, cerrando los ojos como si se dispusiera a hacer ejercicios abdominales. Tiago se movió rápido pasando a gatas sobre el cuerpo de Luis acercándose a Robín y abrazándolo casi de la misma forma en que había hecho con Luis, pegando sus labios al oído de Robín para susurrarle algo que Luis no pudo escuchar, pero esperaba con todas las fuerzas de su embobado sentido común que fuera una explicación. Robín permaneció sin alterar su placido semblante, mientras Luis les miraba con la boca entreabierta y el corazón latiéndole con violencia. Tenía miedo de moverse, y ni siquiera podía articular palabra alguna, por un instante pensó en recriminarle que él había besado al jovencito adolescente de la disco y que ahora estaban a mano, pero dudaba que aquello contara como una disculpa, ya que después de todo él no había planeado enrollarse con Santiago, ni siquiera se había dado cuenta que no era Robín a quien besaba. Santiago seguía abrazando a robín aunque ahora en silencio y este parecía imperturbable. Luis estaba paralizado, incapaz de moverse o decir nada, mientras Santiago le abrazaba como si fuera un niño adormilado. Luis dudo durante un segundo y tragando saliva se incorporó para sentarse en la cama y tal vez acercarse un poco a ellos para decir algo, y aquel movimiento pareció terminar con el encantamiento de paz que tenía Robín, pues al mismo tiempo en que Luis se movió este abrió los ojos mirándole fijamente – Te confundí con Santiago –murmuró de forma tan baja y apresurada que era poco probable que Robín hubiese escuchado. Robín tenía una mirada cristalina como un velo nostálgico le cubriera aquellos ojos de felino. Santiago igual se incorporó levemente. Para mirarlos y Robín con un suave movimiento de la mano derecha que traía hacia el frente mientras se acomodaba para quedar de costado mirándoles de frente a ambos, le indicó a Luis que se acercara.
- Bésalo – le dijo Robín mirando fijamente a Luis consiente de la confusión que aquello le había causado a ambos. – quiero ver que lo beses- Exclamó mientras permanecía en la misma posición relajada, acostado sobre su flanco izquierdo, con uno de los brazos flexionados en escuadra para sostener su cabeza apoyando con languidez la palma de su mano en su mejilla izquierda, mientras el otro brazo, le hacía a Luis el movimiento de “acércate” apuntando a Santiago. Luis permaneció de piedra, sin comprender lo que le decía, no porque no le escuchara, si no porque no lograba comprender las intenciones de Robín. Santiago se adelantó con la mirada baja, confundido pero sin deseos de desafiar a Robín, acercando su rostro despacio dándole tiempo a ambos de negarse y recapacitar. Pero Robín no dijo nada para retraerlo y Luis permanecía de piedra mirando fijamente a Robín con el corazón latiendo a todo galope. Santiago ya estaba a unos pocos centímetros cuando Luis se decidió a bajar el rostro clavando la mirada en la sabana. – Bésalo – ordeno nuevamente Robín y su voz sonó con una pequeña carga de dominación para la que el cerebro drogado de Luis no estaba preparado.
- No puedo – musitó por fin, sin mirarle a los ojos con una pequeña marca de rubor subiendo por sus mejillas, entonces robín tornó su mirada gatuna a Santiago diciendo sin palabras “Hazlo tu” y Santiago acató la orden acercándose a Luis y dándole un beso suave en la mejilla muy cerca de los labios sin atreverse a ir más lejos. Robín chasqueó la lengua con irritación levantándose en un instante y tomando con fuerza a Santiago por la nuca, en un agarre que parecía un zarpazo, sin darle tiempo a que este se reusara, acercando su rostro a él y devorándolo en un beso salvaje como si quisiera beberse una disculpa de aquellos labios de niño, ante la mirada anonadada de Luis que lo miraba como si no lograra enfocar lo que veía en sus narices, luego de lo que le pareció una eternidad Robín soltó a Santiago quien jadeaba ligeramente por el beso tan violento. Mientras este con la mirada destellando le repitió la orden a Luis una vez más.
- Bésalo – repitió alejando su rostro un par de centímetros hacia atrás pero sin dejar de mirarles. Luis jadeó suavemente cerrando los ojos, acercándose a Tiago con los labios entreabiertos ocupando el espacio que antes había tomado robín, le beso suavemente con desgana con una culpabilidad extraña y sintiendo el sabor de la sumisión que le proporcionaba acatar aquel mandato. Cuando se separó, sintió como Robín le jalaba de la camisa atrayéndolo hacia él para encontrarse con sus labios, besando a Luis con la misma fiereza salvaje que había empleado para con Santiago. Luis se sintió invadido y al mismo tiempo extrañamente excitado, dejando que Robin moviera los hilos le abrió las puertas de su boca para que aquella lengua experta le conquistara, apenas podía contener el aliento y sentía como se mareaba ligeramente. Robín se separó un par de centímetros nuevamente dejándolo con los ojos cerrados y los labios entreabiertos diciéndole con el mismo tono gélido- Eso es besar… ahora… bésalo. – repitió mientras señalaba a Santiago con el dedo índice. Luis obedeció con la mirada baja sin deseo pero con mucho más ahínco que la primera vez, en algún punto abrió los ojos tornando su mirada a Robín preguntándole sin palabras “¿Por qué?” pero el parecía ajeno a aquella silenciosa recriminación, permaneció tranquilo mordiéndose los labios observando aquellas bocas unidas en un beso que sabía a fuerza y culpabilidad.
- No puedo –Gritó Luis separándose de Santiago con un suave empujón que hizo que Santiago casi se fuera de boca contra la tela de las sabanas, mientras Luis poniéndose de pie tambaleante gracias al alcohol en su cerebro que aun hacía girar el departamento donde se encontraba, repetía con la mirada abatida recriminando a Robín- No puedo
- Oh perdona ¿quieres que salga de la habitación para que puedan hacerlo a gusto? – preguntó Robín con una chispa furiosa atravesando su mirada aunque su tono de voz tenia aquel tonito sarcástico y burlón que Luís conocía a la perfección como la defensa natural de Robín hacia las cosas que le dolían.
- Ro… hace un momento Luis pensó que yo era tu… esta… estamos borrachos. – intentó decir Santiago en defensa de ambos. Pero Robín le demandó silencio con un gesto de la mano. Acercándose a Luis con la mirada fría llena de una furia incalculable. Luis retrocedió un paso hacia atrás de forma prudente pero Robin siguió avanzando hasta que la espalda de Luis topo con la pared incapaz de seguir huyendo de aquella mirada.
- Ven… -exclamó Robin en un tono suave y directo extendiendo los brazos hacia Luis invitándole a que se refugiara en ellos. Luis dudó un segundo pero al final dio un paso tambaleante hacia el frente, rodeando a Robín con aquellos brazos duros como la roca, estrechándole con fuerza mientras Robín le acariciaba el cabello con suavidad, como quien conforta aun niño pequeño después de un regaño pasaba los dedos por el cabello de Luis calmándole con ternura, besando su frente sudada y paladeando de manera inconsciente el sabor salado de su piel guiándole despacio hacia la cama, sin dejar de besarlo con suavidad y ternura en el cuello y la oreja, hasta que poco a poco las resistencias fueron cayendo y Luis se dejó conducir hasta la cama, dócil y con los ojos cerrados sin poder resistirse a ese toque que tanto necesitaba en ese momento, a esa ternura fría de Robín, a esa paz que sentía entre sus brazos aun estando en el momento más extraño. Robín lo ayudo a acostarse en la cama, mirando al mismo tiempo a Santiago para indicarle que no se atreviera a moverse. Luis se dejó recostar pero sin soltar a Robín, dejando que este se colocara sobre de el sin dejar de besarle con ternura, suavemente Robín comenzó a desvestirle dejándolo únicamente en bóxer, con un escalofrío subiéndole por la espalda, parecía que todo el calor de su cuerpo le abandonaba centrándose en una sola zona que latía hirviente y deseosa de que Robín llevara esos besos más allá. Tiago contenía la respiración mirándoles con el corazón latiendo repleto de dudas sobre irse o permanecer allí como ordenaba Robín, observando como Luis era besado de forma descendiente bajando desde sus labios hasta su mentón y más tarde el abdomen esculpido en músculos, después de haber pasado concienzudamente por su cuello y sus pectorales. Luis gemía bajito con los ojos cerrados sintiendo como Robín le regalaba ese festín de exquisitas sensaciones. Poco a poco Robín se desvestía haciendo malabares para sacarse la ropa sin despegarse demasiado de la piel de Luís. Para después poco a poco bajar hacia la orilla elástica del bóxer besando la piel que iba descubriendo al bajarlo con suavidad, mientras Luís respiraba aceleradamente sin poder controlar los gemidos que Robín arrancaba con cada centímetro que descendía hacia aquel miembro que enhiesto esperaba con suaves cabeceos espasmódicos rogando al dador de caricias que por favor le entregara ese placer exquisito que tanto anhelaba. Robín presionaba una mano sobre la cadera de Luis aferrándose a él con fuerza mientras con la otra le indicaba a Tiago que se acercara, este sentía unos profundos deseos de salir corriendo pero no lograba reunir la fortaleza para negarle nada a Robín. Tiago se acercó poco a poco hacia aquel mástil duro como el acero que apuntaba al techo, húmedo de los lametones acompasadamente lentos que le proporcionaba Robin. A la señal apropiada, Tiago se posicionó entre las piernas de Robín imitando los movimientos que este hacía en Luis lamiendo despacio sin prisa abarcando con suavidad desde la base hasta la punta del pene, metiendo la cabeza entre sus labios húmedos para dejarla salir ejerciendo un poco de presión con sus labios, asi una y otra vez en un ritmo espasmódico y jadeante que se acompañaba de los suaves gemidos que Luís dejaba sacar al ritmo de la exquisita mamada que recibía. Los gemidos de luis iban en aumento y sabia que aquella tortura de rítmica lentitud le tenía al borde del orgasmo, pero no quería permitir que se viniera tan pronto no teniendo la libertad de jugar con él hasta el hartazgo, así que poco a poco sacó el pene de su boca, indicándole a Santiago que se detuviera de igual manera. Santiago se acercó a Robín preguntándole si debía retirarse, esperando con fuerza un si , pero lo que salió de los labios de robín fue un escueto- Sube – mientras señalaba el miembro erguido de Luis y colocaba un condón en su mano. Tiago obedeció en silencio subiéndose a horcajadas sobre Luis para ponerle el condón, mientras Robín se acercaba a él acostándose a un costado suyo y besando a Luis con tanta hambre que parecía que necesitaba beber hasta el último de sus alientos. A Luis le tomó unos instantes comprender lo que estaba a punto de suceder, Santiago dudó un segundo antes de subir al mástil de sangre erguida, lo que fue suficiente para que Luis le tomara con fuerza el brazo a Robin susurrando: NO. Tornando la mirada de fiera herida a Santiago para dejar salir de sus labios un firme “Vete”. El chico no necesitó más que eso, con el corazón saliendo desbocado de su pecho salió de la habitación. Mordiéndose los labios para no gritar.
- ¿Qué pasa? Estaba bajo la impresión de que eso era lo que querías. – exclamó Robín arqueado la ceja, en sus ojos vibraban las líneas de ira que le hacían sonreír con malicia.
- Te amo a ti, si crees que amarte es compartirte o compartirme estas muy equivocado – Luis arrastraba las palabras una a una con aquella voz cansada típica cuando se está embobado por el alcohol – Si quieres jugar juguemos, pero no así, no de esta forma, no cuando ni siquiera sé si lo recordaré en la mañana. – aquellas palabras habían desarmado a Robín, entre la furia que le nublaba el juicio y el cansancio del día, no alcanzó a decir ni una palabra para debatir a Luis, se limitó a dejarse caer en el cama soltando un suspiro, Aquello podía catalogar como una victoria, la fiera cediendo poco a poco ante Luis, quien para reafirmar el triunfo repitió – Te amo.
- Nunca, escúchame bien Luis, NUNCA EN TU PUTA VIDA VUELVAS A DEJARME ABANDONADO ASI. – Bramó Robin, clavando en el su mirada, y luis aun pesé a su estado de ebriedad, no podía quedarse callado.
- Fui a hacer lo correcto, porque tú no me vas a tomar en serio si no lo hacía, tu necesitas más certezas que las que yo te daba. – exclamó mientras se acercaba a Robín jalándolo del brazo para que se subiera a horcajadas sobre él – El rubio, el chico rubio que besaste, es mi alumno, y es amigo de Adrián. Yo fui a hablar con Adrián. No más secretos Robín. No tiene caso, que sigamos ocultando cosas… así nunca podrá haber confianza. Y joder, lo que más quiero en el mundo es poder confiarte hasta el alma. – Robín mantenía la mirada baja, mientras lentamente perfilaba la entrada de sus nalgas para el duro miembro de Luis. Dejando que lo penetrara suavemente ganando terreno centímetro a centímetro, mientras aquellas manos fuertes le recorrían la piel con lentitud, deleitándose de aquella piel gitana, de aquellos muslos duros como piedras, de cómo el vaivén de las caderas subiendo y bajando marcaban un ritmo demencial que amenazaba con hacerles explotar de placer. Luis se movía con lentitud, disfrutando del ritmo de la cabalgada, mientras Robin le rodeaba el cuello con los brazos, aferrado a él besándole con hambre, sintiendo el sabor de su piel como una exquisita droga más poderosa que ninguna, la droga de sentirte amado por la persona que te vuelve loco.
A los hijos del Rock & Roll, ¡Bienvenidos!
La modesta habitación apenas tenía el mobiliario genérico de todos los cuartuchos en renta pero Car agradecía el poder tener un lugar donde Javier y el pudieran estar sin preocuparse por sus padres, un sueño para todos los chicos de su edad, lo único que le preocupaban eran las circunstancias que lo habían obligado a llegar a ese punto. Cerró los ojos, como si con eso pudiera sacar de mente aquel sentimiento abrazador de abandono, el corazón le comenzó a pesar como si en vez de sangre bombeara plomo y cerrando las manos en puños sintió que las lágrimas comenzaban a salir. Jamás había experimentado un rechazo con aquella fuerza, los gritos de su padre, el llanto de su madre, y la incredulidad de ambos de creer que su hijo varón fuera…”marica”, ciertamente él ya esperaba una reacción dura, incluso que le prohibieran ver a Javier, era curioso como en la discusión que había imaginado él amenazaría con irse de la casa si no lo aceptaban. De cualquier forma no esperó en ningún momento que ambos le pidieran amablemente que se fuera. Recordar como toda su bravuconería se desvaneció en 1 segundo le hizo reír con ironía, pues las cosas no había resultado ni siquiera remotamente similares a lo que él pudiera imaginar, y no por la reacción de sus padres, que de cierta forma el anticipaba, mas bien por la propia.
Nunca se creyó incapaz de mirar a los ojos a sus padres y decirles adiós como si no significara nada. De mirar a su madre y recordar sus regaños, sus sonrisas, su forma tan atravesada de ponerle nombre a algunos objetos, la forma sensilla de reír de sus chistes aunque no dieran risa y los miles de besos que le dio cuando era niño. Su memoria dio un paseo por las veces que su madre puso los ojos en blanco cuando quería ver cierta película que ya había repetido unas 40 veces y que aun así rogaba verla de nuevo, ella debería estar harta pero aun así, la ponía una y otra vez. Las tantas veces que él llegó a la casa cansado y lo recibió en la entrada el embriagador aroma de su comida favorita. Los fuertes abrazos, tan efusivos de niño y tan embarazosos de adolescente que le daba a su madre y la forma en la que ella siempre hacía un mohín con los labios al mirar su cuarto puesto de cabeza si… era la misma mujer que sollozaba bajito mientras el cerraba la puerta con la mirada perdida como si viera alguien que no estaba allí, la misma mujer que lo había cubierto en besos, le había rechazado al enterarse que era homosexual, la misma mujer que canturreaba bajito en las mañanas, se había quedado inmóvil, había roto en llanto incapaz de articular palabras. Pensó en sus sollozos y se le atravesó un suave pensamiento… él le había hecho daño a aquella mujercita que tanto para cuidarlo como para regañarlo había estado allí para él. Respiró hondo dejando salir un par de lágrimas silenciosas y culpables, cerrando los ojos para continuar aquel transito, aquel viaje por un sin número de recuerdos cuyo protagonista era ahora su padre. Recordó sus risas jocosas, y la forma en la que siempre al comer manchaba su corbata, un par de lágrimas gruesas salieron recordado como de niño cantaba con él a todo pulmón canciones de rock.
Centró su mirada en la orilla de la cama y se vio nuevamente con 5 años sonriendo parado al borde de la cama con un micrófono improvisado con un peine de su madre. El niño miró a su público que consistía en varios muñecos de acción y peluches de felpa sentados en dos filas y en medio el invitado de honor sentado con las piernas cruzadas. Su padre. Quien no paraba de mirar de reojo hacia sus pies temeroso de que al joven cantante se le acabara el escenario y terminara en el suelo. Mientras el gritaba a todo pulmón ¡Buenas noches, bienvenidos, hijos del Rock & Roll! La sonrisa de su padre, mientras cantaba a coro “a los hijos del Rock &roll, bienvenidos”. Deseó volver a ser ese niño y lanzarse desde el borde de la cama a los brazos de su papá imaginando ser un cantante de rock que se lanzaba a su público a sabiendas que no necesitaba una multitud, solo un par de brazos fuertes con las mangas de la camisa arremangadas hasta los codos, que lo sostuvieran, que lo atraparan salvándole del vacio mientras coreaba con fuerza “a los hijos del rock & roll, bienvenidos”…
De vuelta al presente Car limpió sus lágrimas con el dorso de la mano, respirando hondo para relajar sus hombros, consciente de que no podía rechazar su pasado, tampoco podía culpar a sus padres, por que no fueron malos padres, le dieron la atención y el cariño que pudieron en la forma en la que ellos consideraban correcta. Pero tenían expectativas, planes, ideas de lo que querían que el fuera o hiciera, y simplemente olvidaron que, no está mal tener planes ni expectativas cuando son sobre tu propio camino, planificar la vida de alguien más, incluso siendo la vida de tu propio hijo es inútil y en el caso de sus padres había resultado frustrante. Ojala algún día se dieran cuenta que no hay forma equivocada de amar a alguien. Más aún cuando amas a la persona que desde niño ha estado allí para ti… Javier dormía con el gesto sereno abrazando con suavidad una de las almohadas, mientras Car le observaba dirigía su mirada hacia el abismo nocturno que se abría a través de la ventana. Cerró los ojos pensando en Robín y en la extraña propuesta de trabajo que le había hecho mientras bailaba, valía la pena el intento si con ello lograba mantener aquel modesto cuartito y seguir estudiando sin el apoyo económico de sus padres. Valía la pena si con ello se garantizaba a su mismo aquella vista. El sol despuntaba con unos rayos perezosos que pintaban el cielo de una serie de exquisitos colores pastel alejando la oscuridad de todos los temores que le asaltaban. Delineando con un juego de sombras los rasgos de Javier, la luz se colaba entre los mechones rubios haciendo que brillaran con el sol a contra luz, irradiando una belleza inconmensurable, los finos bellos de sus brazos, la paz que irradiaba su semblante. Era perfecto, recorrería el mismo camino espinado una y otra vez si al final la recompensa es tener entre sus brazos a la persona que significa todo para él, suspiró y se abrazó a Javier besando su cuello intentando conciliar el sueño lo que quedaba de la mañana. Javier se movió entre los pliegues de la cama al sentir el brazo de car rodeándole, avanzó sin abrir los ojos, dejando como único receptor el tacto de su piel, como un gusanito ciego, se cobijó entre aquellos poderosos brazos, su piel desnuda contra la suya brindándole seguridad y calor. Car lo abrazó sintiendo una sonrisa escapar de sus labios al darse cuenta de cómo su cuerpo encajaba a la perfección con el suyo. Antes de cerrar los ojos un rápido vistazo al rostro de Javier pegado a su pecho durmiendo con tranquilidad, le respondió la pregunta que venía rondando desde hacía horas en su mente. ¿Vale la pena?... ¡Joder, sí que lo vale!