Perdiendo el Control con el hijo de la mejor amiga

- Me excita mucho que me hables sucio, ¿sabes? – Robín sonrió asintiendo mientras le arañaba con suavidad las nalgas metiéndosela hasta el fondo

Hola a todos, millones y millones de disculpas por tardar tanto en publicar, como les he dicho a muchos, estoy un poquito atareada porque es mi último año en la escuela y nos traen... uff de arriba a abajo. Pero bueno antes que nada mil gracias a los que me siguen leyendo a pesar de mis constantes lagunas de tiempo, ¡¡no voy a dejar esto sin terminar  LO PROMETO!!

Segundo, este relato es algo larguito en comparación con los otros que he publicado, así que si quieren brincarse de lleno a la parte del sexo adelante está en el último encabezado de este relato y espero que les guste.  Si les gusta la historia pero no recuerdan bien en que quedó porque no leyeron el anterior o ya se les olvidó (mea culpa por tardar demasiado) les dejó el link del capítulo anterior http://www.todorelatos.com/relato/100811/

Y para finalizar me gustaría decirles que toooooodo lo que quieran comentar del relato, bueno o malo, crítica constructiva, destructiva, dudas, aclaraciones, encuestas y demás, lo que quieran, son libres de enviar los comentarios ya que a final de cuentas es para ustedes este relato.

¡Gracias y ojala les guste!

Aliliah 112

Escuchaba en su cabeza un espantoso ruido metálico, la voz de Gustavo maldiciendo y el llanto de una mujer, ¿Dónde está Luis? Luis lo siento tanto, no sé en que estaba pensando… ¿Luis? No… no es Luis. No… una frase le atravesó el pecho inundando cada rincón de su mente ¿Dónde está Gustavo? Abrió los ojos sintiendo una extraña punzada en la sien, Gustavo tenía una mueca de dolor reprimido en el rostro, se encontraba de pie a pocos metros del coche hablando enérgicamente por teléfono mirando una y otra vez hacia donde se encontraba, Adrian parecía estar en un estado de sopor, como cuando el sueño te atrapa después de muchas horas de esfuerzo físico y por más que deseas estar consciente, no puedes pensar con la claridad que te gustaría. El ruido de una sirena parecía tan lejano y tan onírico que solo podía ser parte de su imaginación, fueron las manos frías lo que le dieron un toque de realismo por un instante en el que se sintió ingrávido y se dio cuenta que estaba siendo levantado, ¿y Gustavo? El momento de ingravidez había pasado ahora solo sentía un extraño olor antiséptico y el rose de una manta áspera y almidonada que por alguna razón le daba paz, se abandonó a esa paz y cerró los ojos en un descanso sin sueños, mientras a lo lejos Gustavo lo miraba desde la distancia mientras se llevaba a la boca la mano que no tenia inmovilizada, lloró en seco mirando la ambulancia alejarse, y  pidió en silencio que la fortaleza no lo abandonada en ese momento en que la situación le demandaba tener la cabeza fría.

Cuando Adrian  abrió los ojos una bonita y regordeta enfermera pelirroja le aplicaba con cuidado una compresa fría en la cabeza, se encontraba en una extraordinaria habitación con un elegante decorado clásico, los aparatos que en ella se encontraban no dejaban duda alguna, era evidente que estaba en alguna clase hospital aunque a juzgar por el espacio y la decoración era uno muy caro. Tan pronto la enfermera se percató de que ya había despertado se apresuró a checarle las pupilas para ver si se dilataban de la forma correcta y una vez terminada su inspección sonrió preguntando con una voz amable y bonachona.

-        Qué bueno que ya despertó Señor Tavalas estábamos preocupados por usted, ¿Cómo se siente?

-        Bien, solo me duele un poco la cabeza… ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Gustavo? Acabamos de tener un accidente de auto, creo que me golpee la cabeza – dijo Adrian intentando ponerse de pie, para ir a buscar a Gustavo, la enfermera le detuvo tomándolo del brazo cortésmente.

-        Señor Tavalas, tengo instrucciones de hacerle una serie de estudios solicitados por el Sr. Oliveri para comprobar  que todo está en orden, se dio un golpe muy fuerte, lo mejor es descartar cualquier tipo de…

-        Me encuentro bien… en serio – comentó adrian interrumpiendo a la enfermera que asintió con dulzura.

-        lo sé, pero tengo órdenes muy específicas del Sr. Oliveri.

-        ¿Gustavo Oliveri?

-        Si, también me solicitó que tan pronto los estudios se hayan realizado lo lleve con él, pero solo hasta que los estudios estén realizados. Sr Tavalas. – la enfermera sonrió guiñándole un ojo de complicidad.

-        Qué bien me conoce  tavo – murmuró sonriendo tiernamente – ¿puede decirme cómo se encuentra él?

-        Tiene una fisura en la pierna izquierda y se fracturo el brazo izquierdo por el impacto, afortunadamente no tiene heridas de gravedad. Tuvieron mucha suerte, no puedo decir lo mismo de la Sra que les chocó…

-        ¿Qué le pasó?

-        Bueno… – la enfermera abrió la boca pero de inmediato lo pensó mejor diciendo amable pero tajantemente – disculpe Sr Tavalas pero no puedo darle esa información a nadie más que a los familiares

Adrian asintió tranquilo con la idea de saber que Tavo estaba bien y que no tenía nada de gravedad. Durante casi 2 horas se sometió a todas las pruebas para comprobar que el golpe no tendría ninguna consecuencia. Una vez terminados todos los estudios la adorable y regordeta enfermera tal y como se le indicó condujo a Adrian a la habitación de Gustavo, abrió la puerta y de pie frente a la cama de Gustavo platicando detalles del seguro del vehículo se encontraba el tío de Tavo, Adrian lo recordaba perfectamente, meses atrás el Sr. Oliveri había pactado con Robín un encuentro para que él “entretuviera a su sobrino” en un paseo en yate,  desde aquella ocasión no había vuelto a verlo, dudo en entrar pero moría de ganas de saber cómo se encontraba Tavo.

Avanzó con pasos cortos con una media sonrisa tímida en el rostro, hasta que llegó a la cama. Adrian saludó muy educadamente a Don Guillermo extendiendo la mano de forma cortes, este sonrío y  lo miró intrigado, se tomó un instante como meditando  pero  al final de forma amable correspondió el saludo estrechando su mano y sonriéndole a su sobrino.

-        Ya veo porque estabas distraído al manejar. ¿Sabe Robín que se encuentra aquí contigo su sobrino? Siento mucho todo este lio Damián –  Adrian sintió un extraño espasmo de preocupación cuando escucho el nombre de Robín, aunque era lógico pensar que don Guillermo solo lo recordara como el sobrino de Robín. Lo que no vio venir fue lo siguiente, pues don Guillermo en un gesto de inconsciente arrogancia sacó de su bolsillo dos billetes de 500 euros y los puso en la mano de Adrian – creo que con eso será suficiente para pagar por sus servicios y para compensar por el penoso incidente, puedes retirarte ahora.

-        Yo… – adrian dudó en continuar, no quería decir algo impropio delante del tío de Tavo. Aunque no podía ocultar que estaba completamente desconcertado, miraba a Gustavo intentando buscar una explicación pero Gustavo parecía tan sorprendido y apenado que no buscaba que decir tampoco, miró a adrian suplicándole una disculpa con los ojos y luego se dirigió a su tío.

-        Tío… Adrian no está aquí en calidad de acompañante… él y yo… estamos “saliendo” – tavo estiró su mano y Adrian entendió de inmediato entrelazando sus dedos con los suyos.

Durante un minuto hubo un silencio incomodo, don Guillermo los miraba de forma seca, sin decir nada como esperando que alguno de los dos desmintiera lo que se acababa de decir, esperando de alguna forma que fuera broma, pero Gustavo se quedo mirándolo de frente con una sonrisa afable. Adrian sonrió tiernamente con una timidez sincera, deseando secrétame que se dijiera algo, lo que fuera, en lugar de ese aplastante silencio.  Don Guillermo comenzó a hablar conteniendo su voz, aunque era evidente que se encontraba furioso.

-        Ya veo… Damián, nos disculpas un momento, quiero hablar con mi sobrino.

-        Don Guillermo, disculpe mi franqueza pero quisiera decirle que tiene mucho tiempo que no… “trabajo”  para mi tío, que no ando tras el dinero de su sobrino porque como usted sabe mi familia también tiene, aunque su procedencia no sea de mi agrado y para nada este de acuerdo, espero no me juzgue por mis acciones pasadas, yo… siento un verdadero aprecio por Gustavo.

-        Me lo imagino, por favor  Damián, necesito hablar con mi sobrino, déjanos solos.

-        Claro que si don Guillermo – Adrian miró los billetes que tenía en la mano  y se los devolvió, con una tímida mirada haciendo, una ligera inclinación respetuosa y dejando muy en claro que estaba rechazándolos, don Guillermo los tomó mirándolo fríamente sin decir una palabra y adrian se dirigió a la puerta – una cosa más – dijo antes de salir – mi nombre, por favor no me llame Damián mi nombre es Adrian

Don Guillermo lo miró irse en silencio, y tan pronto cerró la puerta Adrian se sintió completamente tentado, a pegar su oído a la puerta pero decidió no hacerlo, tenía idea de que era lo que le diría y se sentía terriblemente avergonzado por ello, ya que en cierta forma entendía su rechazo, miró su móvil, ya eran casi las 5 de la tarde, se quedó contemplando la pantalla  pensando en sí debería o no llamarlo de nuevo, el número de Luis aparecía en la pantalla

Don Guillermo salió del cuarto a los pocos minutos le dirigió una mirada fría y camino por el pasillo hasta el elevador, sin voltear atrás. Había un mal presentimiento que le golpeaba el pecho, sabía que nada bueno surgiría de todo eso.

Abrió la puerta nuevamente, Gustavo lo observaba sonriendo con ternura, posiblemente era el brazo enyesado o la misma habitación del hospital lo que le daba un aire de persona indefensa, adrian moría por decirle algo, quería preguntarle que había dicho su tío, por alguna razón con Gustavo nunca podía dejar el sentimiento de que en cualquier momento todo terminaría, una voz pesimista interna le hacía creer que era demasiado bueno para que durara.

-        Siento mucho lo que pasó

-        No fue tu culpa, la señora no hizo su alto, además no me pasó nada, fue solo el golpe y el susto… nada mas

-        Hablo de mi tío y su “equivocación” al creer que estabas conmigo por otra razón, entiendo que debió ser muy humillante para ti, lo siento adrian te prometo que no permitiré que nadie te señale o te menosprecie, tienes mi palabra.

-        Exactamente como pretendes evitar que me traten como si fuera una prostituta. ¿ya se te olvido como nos conocimos? – respiró hondo y caminó hasta sentarse en el borde de la cama entrelazando sus dedos con los de Gustavo – Supongo que entiendo que tu tío lo último que quiere es ver a su sobrino relacionarse con alguien como yo. Y mientras Robín siga amenazándome con hablar con Luis veo muy difícil que todo esto termine, además… mentiría al decir que no pagas por estar conmigo. ¿o me equivoco?

-        El dinero que le doy a Robín no es para acostarme contigo, no me insultes de esa forma, lo único que quería era garantizar con eso que nadie más te tocara contra tu voluntad. Y te lastimaran como el día en que te conocí. No sé porque estas tan molesto conmigo, ni porque me hablas así Adrian.

-        No estoy molesto contigo. Estoy furioso porque odio tener un dedo señalándome y no poder defenderme porque sus acusaciones son verdaderas aun en contra de mi voluntad

-        Nadie te está acusando de nada, está preocupado si… no te lo voy a negar, pero no tengo nada de qué avergonzarme y si por esto él decide que yo no seré la cabeza de las compañías que dirige pues mejor, nunca quise ser un hombre de negocios. Tengo el  dinero que me heredaron mis padres y mi abuela puedo vivir sin problemas dedicándome a lo que me gusta, sin tantas presiones. Si tengo que escoger, te escojo a ti.

-        ¿Lo dices en serio? – adrian tomó su mano mirándolo a los ojos sintiendo como la presión en su pecho se desvanecía – entonces… solo seria hablar con Robín

-        No te preocupes por él.  En tan pronto terminen el papeleo de salida nos iremos a hablar con Robín y todo se va a solucionar.  Sonríe Adrian, quiero verte sonreír – adrian esbozo una sonrisa y pudo haber sido el momento más tierno del día, pero el sonido de su estomago demandando comida los hizo reír a carcajadas.

-        Iré por algo de comida a la cafetería en lo que terminan de hacer el papeleo ¿quieres algo?

-        Quiero un beso – Adrian se acercó mordiéndole los labios con pasión en un beso cálido y húmedo que tuvo el efecto mágico de hacer que destensaran los hombros y se relajaran por un momento.

Los besos a veces tienen la propiedad de desconectarnos del caos mental que ronda nuestra mente, trayendo siempre lo mejor de la miel, es curioso que un beso diga y haga tanto… aun en contra de nuestra voluntad un beso es como una ola…

En el departamento de Robín

Habían pasado incontables minutos besándose, sintiendo la presión de la piel de uno con el otro, dejando que cada caricia dijera lo que las palabras no se atrevían a decir, Luis no podía quitar la mirada de aquellos ojos, mientras las  manos de Robín recorrían traviesamente todo su cuerpo,  sentía un extraño alivio al tenerlo entre sus brazos. Perdiendo la noción de cuánto tiempo tenían así, acariciándose en silencio, eso era lo más extraño, por alguna razón las palabras estaban de mas.

El teléfono de Luis comenzó a vibrar rompiendo la burbuja invisible en la que flotaban, Robín  se hizo consiente que todo ese tiempo había estado vestido solamente con la toalla y meditó por un momento la idea de levantarse por algo de ropa. Luis seguía abrasado a él acariciando su cuello con la nariz, el móvil vibró una vez más, y robín  deseó que Luis no contestara, que nada rompiera ese instante, y aunque sabia en ese instante después de tanto tiempo él lo miraba con dulzura,  en su pecho sentía el temor de dejarlo ir, temía que si el momento pasaba ya nunca regresaría, pero Luis no hizo ademan de moverse para contestarlo, Robín se incorporó lentamente, sorprendido que la herida en su espalda le doliera mucho menos, se puso de pie y caminó hasta su closet buscando algo de ropa. Luis miró de reojo mientras robín deslizaba por sus brazos una camisa negra, por un instante se sintió fuera de lugar, como si todo eso fuera irreal, producto de un sueño un tanto extraño. Robín le miró pensativo y dirigió una cálida mirada al tiempo que decía con voz juguetona

-        Vamos al centro a comer algo… yo invito – Luis asintió haciéndose consciente de que el también tenía hambre, se incorporó de la cama  alisándose la camisa.

-        Ro… me gustaría pensar que todo entre nosotros puede ir cambiando poco a poco, justo ahora, mientras estábamos abrazados eras tú de nuevo, sin cinismos, sin poses sarcásticas, solo tú. Cuando estas así… siento que podría estar contigo para siempre y ser feliz.

-        ¿Pero…?

-        Pero detesto cuando te pones sarcástico, cínico e insufrible. Sé que esos aires inalcanzables hacen que todos suspiren por ti, intrigados por el peligro que exudas en cada poro, quieren cojerte porque pareces el chico malo y rebelde de una película…

-        Es que no lo has entendido… en realidad yo SOY el chico malo de la película – Luis puso los ojos en blanco sonriendo sarcásticamente.

-        Vale… pero eso no es todo, sabes que yo tengo que cuidar de Adrian.

-        Lo sé…

-        Ni siquiera sé que le voy a decir…

-        Ahórrame el discurso y ve al punto Luis ¿Qué pasara ahora con nosotros?

-        Robín ven acércate a mí – Luis lo tomó del brazo abrazándolo contra su pecho -  por alguna razón siento que ya no puedo dejarte ir – le susurró al oído – pero ya te dije antes y te lo repito ahora mientras no me digas la verdad, no podrá haber nada entre nosotros.

-        Si te digo la verdad, definitivamente no habrá nada entre nosotros.

-        A que te refieres…

-        Seguiremos… peleados como perro y gato, incluso después de besarnos… de estar así… llámame tonto pero después quererte por tanto tiempo, prefiero tener las cosas a medias que no tener nada

-        Si… lo entiendo pero de verdad creo que podemos aspirar a las cosas completas, no tiene porque ser solo a medias, pero, si tú no me dices la verdad jamás podré confiar en ti y sin confianza no hay relación que pueda vivir. Lo siento pero… esa es la verdad.

-        De verdad… no quiero. Si hablo terminaras odiándome…

-         Si no lo intentas nunca lo sabrás

-        De verdad he hecho cosas despreciables – Robín se pasó los dedos por el cabello separándose ligeramente de Luis – muchas de ellas, me hacen sentir asco de mi mismo. De verdad han pasado cosas que no sabes, cosas que son imperdonables.

-        Ponme a prueba. Dispara una de esas… “cosas imperdonables”.

Robín lo miró dudando por un momento, si lo pensaba demasiado terminaría quedándose en silencio de nuevo, era necesario ver la reacción de Luis, seria doloroso pero no habría otra forma. Ambos lo sabían, aunque el saberlo no lo hacía más sencillo. Robín tomo aire y sin mayor preámbulo confesó.

-        Adrian y yo nos acostamos hace unos meses. Yo lo forcé. Fue por rabia más que por deseo, lo odiaba y quería hacerles daño.

-        No es verdad – Luis sintió un intenso dolor en el pecho, tenía los ojos abiertos y el corazón le latía desbocado, estaba completamente seguro de que era mentira, adrian se lo hubiese dicho de ser verdad, no se guardaría algo tan importante.  – no me mientas con algo tan importante Robín, lo que dices no puede ser verdad.

-        Si lo es, y eso Luis es solo la punta del iceberg…

Luis se dio media vuelta caminando hacia la puerta  sin decir una palabra, le ardían los ojos, desde ese instante los colores parecían haberse opacado, sentía como si el aire estuviese contaminado y un acto simple como respirar era terriblemente doloroso, necesitaba salir de ahí. Robín lo miró un instante antes de que  saliera por la puerta, Luis se encontró con sus ojos y le sorprendió verlos llenos de lagrimas, abrió la boca pero temía decir algo sin pensar.

-        ¿la tregua terminó supongo? – preguntó robín pasándose los dedos por el cabello, mientras suspiraba resignado.

-        Tengo  saberlo todo… pero, no sé si quiero.

Luis volvió sobre sus pasos acercándose a robín y sujetándolo por los brazos, buscó su boca comiéndola con furia en un beso salvaje y extraño, mientras las lágrimas de robín rodaban por sus mejillas mojando las de los dos. Poco a poco pensó Luis. No me hagas odiarte, suelta el veneno poco a poco. Robín respondía el beso sintiendo su cuerpo temblar, era demasiado y no podía resistirlo por más tiempo. Apoyo sus dedos en los brazos de Luis presionando con ternura hasta hacerlo retroceder lentamente de nuevo hacia la puerta.

-        Mejor vete… he dicho suficiente ahora, ya habrá otra ocasión en la que podamos hablar. Te repito que… me quema por dentro todo esto y  aunque me arrepiento ya no puedo hacer nada para cambiarlo.

Luis asintió mientras tomaba el pomo de la puerta, salió como un autómata pues su mente estaba paralizada con las palabras de robín rebotando sin sentido quitándole toda capacidad de pensar, lo que robín decía no tenía sentido y necesitaba hablar con la única persona que podría aclarar todo eso. Adrian. Robín cerró la puerta sintiendo como el calor que Luis le había dado con su beso y su abrazo se disolvían cediéndole el paso al frio, miró a su alrededor y sin pensarlo sacó la maleta de cuero negro Harley-Davidson  que guardaba en el closet, escogió algunas prendas, zapatos y sus artículos básicos como cepillo, hoja de afeitar y demás, metiéndolo todo de forma apresurada, llego a la mesita y metió el ipad dentro de la maleta, tomó su cartera y su teléfono guardándolo en el pantalón y se giró observando todo con lentitud… ¿ Qué más puedo necesitar? Entonces el frasquito que Luis le había dado pareció gritar oculto entre los pliegues de las sabanas, Robín lo sostuvo frente a sus ojos con la mano derecha y lo metió sin pensarlo más dentro de la maleta. Tengo todo al parecer se encaminó hacia la salida con la maleta en el hombro y una chamarra de cuero negro bajo el brazo. Al salir vio a lo lejos a Luis que se dirigía a su camioneta. El colocó la maleta en el asiento del copiloto de su convertible y poniéndose los lentes negros arranco el auto, sin dejar de mirar por el espejo retrovisor aquella musculosa silueta que abordaba su vehículo.

Luis buscó su móvil al tiempo que subía a la camioneta, al mirar la pantalla se percató que tenía más de 7 llamadas perdidas de Adrian. Remarcó el número antes de arrancar el motor y se sorprendió de escuchar la voz de alguien más.

-        ¿Con quien habló? Este es el número de Adrian.

-        Con Gustavo, adrian salió un momento, dejo su móvil, le diré que le devuelva la llamada… disculpe ¿usted es…?

-        Luis. Valla no esperaba hablar contigo de esta forma, espero que sepas quien soy.

-        Si… sé quién es usted Adrian me ha contado todo.

-        Me imagino que sí, yo en cambio casi no sé nada de ti. Me da gusto que contestaras,  tenía muchos deseos de hablar contigo, no se si sientes lo mismo pero me interesaría más de lo que te imaginas el poder hablar frente a frente  a cerca de Adrian ¿Estarías dispuesto a reunirte conmigo?

-        Lo que tenga que ver con adrian para mi es prioridad, si… estaría dispuesto,  estoy a tu disposición, ¿te parece bien mañana en el café del club de yates? Mañana, tarde  o noche, tu dime…

-        9:00 de la mañana

-        Ahí estaré – Gustavo sonrío ligeramente sintiendo como su corazón daba pequeños brinquitos emocionados pues después de ese trago amargo tenía la impresión de que la vida a lado de Adrian cambiaria para bien.

Adrian entró a la habitación del hospital sosteniendo una pequeña bandeja con un plato de  galletas y cafés, Gustavo le hacía señas con el brazo enyesado para que se acercara y tomara el teléfono, se veía en su mirada que era importante, tardo apenas un segundo en darse cuenta que el teléfono que sostenía era el suyo, así que se apresuro a poner la bandeja en la mesita de noche y con una expresión seria  tomó el teléfono de manos de su novio.

-        ¿sí?...

-        Acabo de ver tus llamadas perdidas

-        Luis… – la voz pausada y firme de Luis le erizó la piel ¿Qué tanto se habrán dicho él y Gustavo? pensó sintiendo un pequeño golpe en el pecho.

-        ¿Para qué me necesitabas?

-        Quería saber si – le había llamado para saber si podría pasar a buscarlo, convencido de que después de que hablara Tavo con su tío todo entre ellos terminaría, pero no podía decirle eso delante de Gustavo – habías hablando con Robín

-        Si… y por eso te devolví la llamada, hay muchas cosas que me tienes que explicar.

Su corazón dio un salto estrellándose contra la nada, todo cuando había temido estaba materializado ante sus ojos. Quiso salir corriendo a su encuentro, ¿Qué tanto le habría dicho Robín? Lo malo de apilar mentiras es que irremediablemente se caerán sobre tu cabeza, se sintió tan pequeño y cansado , Robín había jurado no decir nada, aunque era de esperar que un ser tan despreciable no honrara un juramento, lo triste era que las palabras ponzoñosas de Robín estarían seguramente mezcladas con mas mentiras que irremediablemente lastimarían a Luis, porque robín solo pensaba en eso, en hacer daño y no descansará hasta verme solo y humillado,sé que me culpas por la muerte de mi madre, sé que me odias mas porque ando con Luis a quien tu consideras tu enemigo, pero estas equivocado querido tío. Ya no estoy solo, tengo a Gustavo Oliveri de mi parte y no dejare que tengas a Luis de la tuya.

-        Es verdad… tengo que explicarte muchas cosas, ¿podrías pasar por mi?

En la cocina de Javier.

La hermana pequeña de Javier, Amelié,  comía sin prisa sentada en la mesa con un suave vestido de algodón embarrado con la salsa del espagueti que había preparado Car, ya pasaban de las 5 de la tarde y un ambiente de preocupación flotaba en el aire sin que la pequeña se diera cuenta, mientras Javier lavaba los platos  no dejaba de mirar de reojo el reloj sintiendo a cada segundo un golpecito de preocupación en el pecho

-        Mamá ya tardó… es raro que ella llegué tan tarde ¿no te ha llamado? – preguntó Amelié sin dejar de observar a Car que jugaba con las galletas intentando formar una casita con ellas

-        No… ya estoy un poco preocupado – contestó Javier secándose las manos y mirando de reojo a Car.

-        Javi ¿por qué no le llamas, pregúntale si no va a llegar pronto? – sugirió Car amablemente.

Javier asintió y se sacó el móvil del bolsillo, le sorprendió encontrarlo con la batería casi muerta, si no lo ponía a cargar se apagaría en medio de la llamada, lo mejor sería llamar desde el teléfono de la casa, se acercó al teléfono de la cocina y le sorprendió verlo descolgado… posiblemente al iniciar sus juegos en la cocina lo habían tirado sin darse cuenta, lo colocó en la base y justo en ese instante comenzó a sonar. Javier apretó los dientes, probablemente su madre llevaba rato intentando comunicarse con ellos para avisar que llegaría tarde. ¿Pero por qué no le había llamado al móvil como siempre hacia?. La voz alterada de su tía Marcia, hermana de su madre,  sonó del otro lado de la línea vociferando frases como: “¿donde coño están que nadie contesta el maldito teléfono? Me tienen con el alma en un hilo,  Llevo horas llamando, etc. Javier intentó tranquilizarla diciendo que el teléfono se había quedado descolgado por error, pero que ambos estaban en casa acompañados por uno de sus amigos.

-        ¿Qué pasa tía? Mi mamá no está ¿quieres que le diga algo por ti?

-        Javier… ¿esta Amelié contigo?

-        Si…

-        Necesito que vengan al hospital de Santa Mónica, su mamá tuvo un accidente automovilístico, me tiene entre sus números de emergencia y por eso me avisaron hace como dos horas y llevo rato intentando localizarles y este es el único número que conozco de ustedes. Aun no hay noticias de cómo se encuentra, toma un taxi y ven lo más pronto que puedas.

-        Si…

-        ¿Javier? ¿me estas entendiendo? No quiero que alteres a tu hermanita, pero ven lo más pronto que puedas.

-        Si tía, vamos enseguida.

Javier colgó y jaló a car del brazo hacia su habitación, ruido blanco, todo a partir de ese entonces parecía ruido blanco, las palabras que salían de su boca eran ruido blanco, agradeció que Car estuviera ahí, pues mirándolo a los ojos le dijo unas palabras que detonó las acciones haciendo que su cerebro se despejara, salieron del cuarto tomados de la mano, todo, absolutamente todo lo que venga lo afrontaremos juntos. Car se acercó a Amelié que los miraba intrigados, explicándole con calma que tenían que ir a ver a su tía, que estaba acompañando a su madre. Javier tomo su cartera y su móvil saliendo a la calle buscando un taxi, seguido por Car y Amelié.

En el asiento trasero del taxi, Car sostenía discretamente la mano de Javier, mirándolo de reojo con una expresión protectora, deseaba hacerle saber sin palabras que sin importar contaba con su apoyo, Javier agradecía sentir su calor, pero no podía evitar que sus pensamientos corrieran de forma sombría pensando en su madre y en la importante platica que dejaron pendiente, un accidente… su madre era una conductora prudente, de eso estaba seguro, así que lo más probable era que no fuese su culpa…

Tan pronto el taxi se estacionó los tres salieron rápidamente, la conjugación de sonidos dentro de aquella ala del hospital era impresionante, llegaban sin cesar ecos de voces dolientes, cansadas o preocupadas a sus oídos, contribuyendo a la histeria que experimentaba el rubio adolescente ante la incertidumbre de no saber cuál era el estado de salud de su madre.  Javier daba grandes zancadas prácticamente corriendo mientras  Car y Amelié pagaban al conductor del taxi e intentaban en vano seguirle el paso. En la sala de espera caminando en círculos se encontraba su tía que lo miró con un gesto de reproche, Javier se aproximó lentamente como si le pesaran las piernas con cada movimiento, miró hacia atrás cruzando la mirada con la  de Car, a quien le indicó con un gesto que esperara ahí cuidando de su hermanita mientras él hablaba con la tía Marcia

-        Perdona que tardáramos tanto… no sabíamos que el teléfono estaba descolgado. ¿Qué paso?

-        Al parecer… venia distraída y se cruzó la luz roja, se impactó con una camioneta – Javier observaba lentamente como le temblaba el labio superior a su tía intentando pronunciar esas palabras, y la vio tan extrañamente débil, como si no fuese capaz de controlar sus emociones respiró hondo y entendió que tenía que ser más fuerte que nunca, inhalo lentamente dominando sus intensas ganas de sentarse a llorar y trato de escuchar con aparente frialdad los detalles sobre el choque y la aseguradora que exponía su tía, aunque lo que verdaderamente le importaba en ese momento era la condición física de su mamá – tiene una contusión craneal, están esperando que vuelva en si para que puedan determinar si hay algún sentido comprometido, o amnesia.

-        ¿Es muy grave?

-        Aun no saben… pero Javier tienes que cuidar a tu hermana, es muy importante, ahora más que nunca tienes que ser el hombre de la casa, ¿Dónde dejaste a tu hermanita?

Antes de que Javier pudiese contestar, su tía ya había salido como un cohete hacia la sala de espera donde se encontraba sentado Car, sosteniendo en brazos a Amelié mientras ella le jugaba el cabello con aire apático, Javier esbozo una ligera sonrisa, le gustaba ver que Car y su pequeña “cuñada” se llevaran tan bien, él la estrechaba en sus musculosos brazos y ella jugaba con él ajena a lo que pasaba a su alrededor, era reconfortante verla tan juguetona e inocente, aunque se pasara las tardes haciéndole bromas, ignorándola y molestándola, era su hermana pequeña y la protegería contra todo. Car parecía tener una facilidad extraordinaria para mantenerla calmada, eso era maravilloso, pues era obvio que Amelié se sentía en confianza con Car, atesoró ese pensamiento feliz de imaginar ella no sentiría raro el verlos juntos como pareja pues estaría encariñada con Car, terminaría pareciéndole algo natural.

Amelié se puso de pie tan pronto su tía se acercó hacia ellos corriendo hacia ella con los brazos extendidos, car se puso de pie saludando seriamente con una inclinación de cabeza y un escueto “buenas tardes”

-        Javier no seas irresponsable, no dejes a la bebe con extraños. – dijo mirándolo muy severa al tiempo que levantaba en brazos  a Amelié, esta al escuchar como la llamaban “bebe” protesto inmediatamente, sin dejar de rodear el cuello de su tía con los brazos.

-        No soy una bebe tía ya tengo 7 años y car no es un extraño– Marcia ignoró por completo el comentario y continuó dirigiéndose a Javier y mirando de reojo a Car

-        Javier es preciso que seas más responsable en cuanto al cuidado de Ame, además creo que lo correcto sería que le pidas a tu amigo que se retire.

Javier de forma prácticamente inconsciente se acercó a car rozando brazo con el dorso de la mano, al lo cual por puro reflejo car respondió tomando su mano y entrelazando sus dedos, detalle que no pasó por alto su tía clavándoles la mirada de forma inquisitiva.

-        De verdad preferiría que Car se quedara – Car bajo la mirada y sintió sobre sus hombros la mirada pesada y desaprobatoria de Marcia.

-        Javier esto es un asunto familiar y tu amiguito…

-        Compañero, t tía – Javier sentía el corazón latiéndole en las orejas, deseo poder decir “mi novio” pero no lo consideró apropiado, aun así la idea llegó a su tía provocando que arrugara la nariz sin disimular su profundo desagrado – y preferiría que se quedara si él así lo desea.

-        Creo que tu tía tiene razón – comentó Car mirando de forma tensa a Javier, el cual aparentemente pretendía salir del closet ante toda la familia, moría de ganas de susurrarle lo valiente que era y lo orgulloso que lo hacía sentir que siempre le diera su lugar, pero ese no era el momento, menos delante de la tía que parecía querer ahorcarlo con la mirada. –  quizá debería irme, Javi si necesitas cualquier cosa puedes llamarme.

Marcia lo miró de forma fría convencida de que le dio la razón de forma condescendiente para “quedar bien” pero asintió ante el comentario de Car con una sonrisa demasiado forzada como para que pasara desapercibida. Car se giró abrazando de forma amistosa a Amelié y mirando a Javi sin saber si debería o no abrazarlo para despedirse, este entendió y se acercó de nuevo a él abrazándolo  y dándole un beso en la mejilla, inhalando profundamente antes de despegarse. Car le sonrió y se alejo caminando aun con el peso de la mirada de Marcia sobre sus hombros.

No bien se hubo alejado hasta la entrada, Marcia miró furiosa a Javier buscando una explicación para la “incomoda escenita” que había montado,  Javier miraba hacia el piso estaba cansado, era obvio que la tía Marcia no reaccionaria con la ternura de su madre, en ese instante sintió un vacio en su pecho con un frio helado, pensando en la condición de su madre se sintió frustrado y mentalmente agotado.

-        Javier, me parece increíble que tengas el descaro de andarte exhibiendo de esa forma, con ese… ese pervertido, esto es por la ausencia de tu padre, se lo dije a tu madre muchas veces, que necesitabas el ejemplo de un hombre, ahora más en tu adolescencia… pero nunca me hace caso, es tan terca.

-        Tía… por favor…

-        Por favor nada… ¿Sabe tu madre de tus… tus gustos?

-        Si… hoy hable con ella, de hecho teníamos una plática pendiente cuando ella regresara del… tra-ba-jo – dijo Javier sintiendo como las lagrimas se aglomeraban en sus ojos

-        Pues con razón venia toda distraída, con semejante noticia… al menos ya sé porque no venía prestando atención al manejar.

Al instante Javier no capto la mordaz profundidad de las palabras que acababa de escuchar, sin embargo, no contestó, se limitó a observar con el seño fruncido hacia el final del pasillo donde los doctores salían y entraban, uno de los doctores se acercó rápidamente hacia ellos sosteniendo una papeleta en la mano izquierda, Javier sintió que el color blanco de su bata se apoderaba de sus sentidos como si fuera una pantalla que le impidiera usar los demás sentidos, perdido en el intenso color blanco de la bata y la camisa. El médico pronuncio el nombre de su madre de forma clara, quitando la barrera blanca de sus sentidos y depositándolo en la realidad.

-        Respondió bien a todas las pruebas, ahora está consciente y pregunta por usted –  Marcia lo miró asintiendo invitándole a que continuara explicándoles – si no presenta ninguna complicación durante la noche, se le dará el alta en la mañana

-        ¿Entonces se encuentra bien? – preguntó Marcia con voz chillona.

-        Tiene  contracturas en las vertebras cervicales por lo que el traumatólogo le explicara con detenimiento cual será el tratamiento a seguir, pero no hay razón para tenerla internada.

-        ¿Podemos pasar a verla?

-        Sí, pero no más de 5 minutos por favor.

Cruzando la puerta las palabras de Marcia se acomodaron en su mente cobrando un significado poderoso, él era el culpable del accidente, era culpa suya que ella estuviera así… deseó poder decir algo que enmendara la imagen que había delante suyo pero no había nada que pudiese hacerse, Javier se plantó en la puerta sintiendo como todo su cuerpo temblaba de impotencia. Yo soy el culpable pensó sin poder apartar la vista de la imagen de su madre acostada en la cama del hospital, se veía tan frágil y… rota; el collarín le daba un lastimero aspecto. Las cosas tenían que cambiar ahora más que nunca era el momento de tomar responsabilidad de sus acciones.

Al día siguiente 10: 30 am.

Un par de hermosos ojos miel fue lo primero que vio Robín al abrir los ojos, por un  momento se sintió completamente desorientado mirando con avidez hacia su alrededor, la joven de ojos color miel enfundada en su adorable traje de sobrecargo, le indicaba cortésmente que debía poner su asiento en posición vertical ya que en unos minutos iniciaría el aterrizaje en el aeropuerto de Monterrey en México . Robín asintió acomodando su asiento y tomándose el último trago de su botella de agua. Tan pronto el avión aterrizó tomó su única maleta y  descendió rápidamente, checó la pizarra y apresurándose tomo el próximo avión que lo dejaría por fin en la ciudad mexicana de Querétaro, después de haber cruzado el océano atlántico se sentía algo mareado y lo último que deseaba era  subir de nuevo a un avión; Robín miró a su alrededor se acomodó la maleta y prosiguió con su viaje.

Dos  horas después, Robín se encontraba en Tequisquiapan bajando del automóvil que había rentando; tenía puestos los lentes de sol y caminaba disfrutando de la paz de aquellas hermosas callejuelas adornadas de bugambilias caminó hasta la iglesia que se imponía en su tenue rosado, sonrió aspirando profundamente el aire cálido del medio día y creyó sentir un leve olor de café, atravesó la plaza hasta llegar a la sombra de los portales donde habían pequeños establecimientos de comida, sin mirar las fachadas se sentó en una de las mesas que daban a la plaza y pidió un café al tiempo que sacaba un cigarrillo. Miró su móvil releyendo el mensaje que había entrado unos minutos atrás. te veo en 5 minutos frente al quiosco .

Un relámpago rubio corrió hacia el sonriendo, antes de que robín pudiese ponerse de pie el chico ya lo había tacleado dándole un fuerte abrazo de oso, de tras de él, sonaban los tacones de  una mujer  madura  que caminaba con elegancia  siguiéndolo, el suave y muy elegante vestido de lino que llevaba dejaba ver una silueta muy bien conservada para sus casi 58 años. Al llegar a donde robín la abrazo con una sincera sonrisa  y mirándolos a ambos los invito a sentarse.

-        Santiago estas irreconocible – exclamó Robín sin quitarle la vista al fornido adolescente – ¿Qué edad ya tienes?

-        19 Ro, ya soy mayor de edad y recuerda que prometiste que…

-        Santiago – exclamó la mujer a modo de suave reprimenda, mientras con dulzura le apretaba el brazo sin dejar sonreír – tranquilo niño

-        Si recuerdo que te prometí que te llevaría a Madrid – dijo Robín sin evitar soltarse a reír.

-        Bueno robín, yo de verdad estoy bien intrigada; que aparezcas así tan de repente es un verdadero milagro – robín la miró asintiendo, y con una sonrisa picara saco un billete de 100 pesos que le extendió a Santiago.

-        Si quieres hacer meritos para ir conmigo a Madrid ve a la tienda que está en la esquina y cómprame una cajetilla de cigarros, ya sabes cuales – Santiago se puso de pie como un resorte tomando el billete saliendo como una bala hacia la tienda – no pensé que vendrías con el niño, ay Julia podría decirse que vengo huyendo.

-        ¡Dios mío! ¿Tuviste algún problema con Gian?

-        No… no, vengo huyendo de Luis –  al escuchar sus palabras Julia frunció ligeramente la boca, arqueando ligeramente las cejas perfectamente delineadas mientras se pasaba una mano por el cabello cobrizo.

-        ¿Tu estas huyendo?  ¿de Luis?  Haber… no entiendo, ¿no tu lo estabas persiguiendo a él?

-        Desafortunadamente lo encontré y las cosas  se pusieron un tanto complicadas…

-        ¿a qué te refieres?

-        El y yo… nos… nos acostamos – le susurró Robín, Julia abrió la boca pero se guardó las palabras al ver que Santiago regresaba corriendo  con una cajetilla en  la mano.

-        Aquí tienes Ro, oye y a que viniste a Tequisquiapan, tiene mucho que no te veía, la última vez que me dijeron que viniste yo estaba en Villahermosa, no te contó mi abuelita que me mandó a un internado  a la academia militar.

-        Si, si me dijo.

-        ¡Tengo muchísimas cosas que contarte! Te mande varios mensajes, no sé si los leíste pero tenias razón en todo lo que me dijiste y muchas gracias por los consejos un hubiese sobrevivido 3 años ahí de no ser por ti… por cierto robín si vienes a ver a las chavas nuevas ninguna t va a servir…

-        ¡Santiago! Ya estuvo bueno – dijo sonriéndole a Robín – lo lamento tanto, casi nunca habla pero cuando te ve se le suelta la lengua – Robín sonrió con picardía  tomando con ternura la mano de Julia.

-        Julia, ¿te molestaría si antes de seguir platicando, Santiago y yo damos un paseo? – julia lo miró entrecerrando los ojos, pero antes de que contestara Santiago ya estaba de pie pidiéndole la cuenta al mesero.

-        ¿Lo llevas a la casa terminando el dichoso paseo? – pregunto julia mirando de reojo a Santiago que poco le faltaba para dar brinquitos de felicidad.

-        Por supuesto, no te preocupes por nada.

Caminaron juntos hacia el auto rentado, Santiago le dio la vuelta al coche colocándose frente a Robín se acercó con su sonrisa iluminando su rostro sonrosado; pese a los 19 años aun poseía un rostro infantil, sus francos y puros ojos color café, su sonrisa de oreja a oreja mostrando una dentadura blanca con el colmillo izquierdo ligeramente desviado que le daba un aire adorable. Robín sonrió deteniéndose un momento a  prestar atención de los curiosos detalles de aquel rostro de adolescente; se sobresaltó durante un momento cuando sintió como Santiago deslizaba  lentamente las manos por el borde de sus jeans, siguiendo hasta meterlas en los bolsillos traseros y apretándole las nalgas mientras se mordía el labio inferior entrecerrando los ojos en un gesto tierno y sensual al mismo tiempo.  Robín arqueó las cejas dejándolo, pero casi de inmediato retiró sus manos sacando con ellas las llaves del coche; Santiago las hizo tintinear delante del rostro de robín, abriendo con la mano que tenia libre la manija del automóvil.

-        ¿Me dejas que yo maneje Ro?

-        ¿Ya tienes licencia?

-        Claro, me la entregaron la semana pasada. Pero mi abuela aun no quiere comprar un coche…

-        Aun eres un niño.

-        Tu a mi edad ya habías tenido dos coches diferentes

-        Yo no soy un buen ejemplo a seguir – robín sonrió quitándole las llaves y sentándose en el asiento del conductor.

Desde que habían salido a carretera Santiago había estado jugando con la radio, contándole algunas cosas aleatorias acerca de su nueva universidad, de sus amigos y las fiestas que estos hacían, Robín lo escuchaba asintiendo, definitivamente era un buen chico, algo atolondrado pero aun conservaba cierta inocencia  que la malicia de las personas del medio en el que se desenvolvían no habían podido robar. Llegaron a Querétaro luego de una hora y media  de viajar escuchando música sin que Santiago en ningún momento guardara silencio, Robín respiró hondo sonriendo, le gustaba estar ahí, donde podía relajarse y no pensar en nada ni en nadie. Ambos querían caminar, así que buscaron un lugarcito para  estacionarse cerca de  uno de los parques, desgraciadamente el parque encontraron vacio y  caminaron por el observando los arboles hablando de cosas sin importancia.

-        Frente a este parque hay un hotel, deberíamos ir – sugirió Santiago encogiendo los hombros y sonriendo con picardía.

-        Santiago…

-        Oh vamos Ro, tiene muchísimo tiempo desde la última vez que “jugamos”

-        Pensé por lo que me habías mandado en mensajes que eras completamente hetero

-        Esperaba que me hicieras cambiar de parecer… como aquella vez.

Robín le dedicó una sonrisa de lado, moviendo la cabeza en gesto de negación, Santiago lo observaba con idolatría, mojándose los labios a cada rato, robín lo miraba de reojo viendo como en aquellas mejillas de adolescente se pintaba un tierno rubor al intentar pegarse a él, Santiago se acercó un poco mas rosando la mano de robín y en un segundo de valentía lo tomó de la mano entrelazando sus dedos, Robín se sorprendió pero no dijo nada, Santiago pegó su cabeza a la de Robín como si fuesen dos enamorados y continuaron caminando hasta llegar a un lugar escondido entre los arbustos donde las parejitas se reunían pero que en ese instante estaba desierto. Encontraron una banca ligeramente desvencijada y se sentaron, el lugar arrebataba suspiros cuando el aire mecía los arboles refrescando la mañana.

-        Te extrañé demasiado, quiero decirte algo pero no quiero que te vayas a enojar.

-        No te preocupes dime lo que quieras

-        Si tuve relaciones con otros chicos, pero las dos veces que lo intenté, la verdad no me gustó, ambos fueron toscos y a decir verdad solo sentí mucho dolor.

-        Les falta practica supongo… y lubricante – ambos rieron –  si no te sientes cómodo y relajado no lo disfrutaras, te lo dije desde la primera vez.

-        Si… lo recuerdo. Oye… ¿y si me llevaras a Madrid? ¿Y tu sobrino? ¿él también está en Madrid? ¿ya apareció? Quiero conocerlo, el es casi de mi edad ¿no? ¿está guapo?  ¿el es hetero, gay o bi? ¿tiene novia o novio o alguna relación? ¿También el está metido en el negocio o no lo dejan entrar como a mí?. Apuesto que siempre pelea por ir a las fiestas contigo – robín soltó una sonora carcajada escuchando la veloz lengua de Santiago, que hablaba sin darle tiempo para responder.

-        Mi sobrino y yo no nos llevamos bien, el detesta el negocio y me detesta a mí.

-        ¿Cómo puede no llevarse bien contigo? Eres el tío mas genial del mundo, lo que yo daría por tener un tío así, tan guay… aunque pensándolo bien, es mejor que no seas mi tio de verdad – sonrió guiñando el ojo.

-        Me sobrevaloras enano, esa es la verdad. Creo que él tiene todo el derecho a odiarme, he sido un bastardo en muchas ocasiones.

-        Me queda clara una cosa  tío Ro, nadie es tan malo como cuentan sus enemigos, tampoco tan bueno como piensan sus amigos; no te juzgues tan duramente y déjame consentirte, tiene mucho desde la última vez que tu y yo…

Santiago se aproximó lentamente besando la línea de su quijada sin animarse a cruzar buscando la boca, Robín se tensó durante un momento, escuchando las alarmas en su cabeza,  pero en el fondo tampoco quería rechazarlo, se sentía bien tener a alguien que no pensara lo peor de él, se sentía bien que te besaran sabiendo que en sus ojos no había culpa ni miedos, solo afecto… solo había cariño y admiración.  Robín se dejó besar lentamente acariciándole la mejilla con dulzura.

-        Vamos a un lugar más privado… ¿sí?  Son casi la una… aun hay tiempo para perdernos un ratito, ¿qué dices? – Robín asintió al escuchar nuevamente la sugerencia, era una bonita forma de no pensar en el dolor, de no pensar en Luis.

-        Si… vamos ¿Por qué no?

Robín se acercó a Santiago que  se encontraba completamente ruborizado y  comenzó a besarle los labios mordiéndolo ligeramente, su lengua traviesa  salió para lamerle los labios de forma juguetona hasta que robín  lo dejó encontrarse con la suya y  rodeando su cuerpo deslizó sus manos para sentir aquella espalda estrecha que se veía ligeramente marcada del ejercicio, Santiago hizo lo mismo y suspirando se quedó así abrazándolo y besándole con desesperación el pequeño timbre del ascensor les anunció que estaban en el piso de su hotel y los hizo separarse un momento aunque Santiago nunca dejó de sostener la mano de Robín. Una vez fuera del elevador caminaron casi corriendo por el extenso pasillo hasta llegar a la habitación del hotel.  Entraron y todo estaba a oscuras medio iluminado por un pequeño hilo de luz que se filtraba a través de las gruesas cortinas oscuras,  Santiago se sentó en el borde de la cama observando la decoración del lugar , Robín buscaba el interruptor de la luz, cuando por fin lo encontró, una cálida luz amarilla inundo la habitación  poniendo un ambiente de media luz,  Robín se paró frente a  Santiago tomándolo de las manos y entrelazando sus dedos con él, levantándolo de la cama mientras se miraban, Santiago abrió la boca para decir algo pero inmediatamente lo pensó mejor y pegó su frente al pecho de robín dándole un tierno beso. Robín le levantó la barbilla sosteniéndola con la mano y lo besó, le soltó las manos para poder comenzar a acariciarlo  Inmediatamente el ambiente se caldeó y los besos se tornaron mas y mas intensos, robín lo besaba con sed, aferrándose a la ternura de su tierno y adolescente amante,  Santiago tenia las mejillas cubiertas de un intenso rubor, su piel blanca lo delataba con facilidad, su ritmo cardiaco se había disparado y una potente erección se podía adivinar en el fuerte bulto de sus jeans.

Robín le quitó la playera sin dejar de besarle el cuello y acariciarle el paquete por encima de los jeans, los intentos de “respirar” de Santiago ahora eran sonoros gemidos, y su verga estaba a punto de reventar bajo los bóxers blancos que llevaba cuando robín comenzó a masturbarlo sobre la ropa. Ambos tenían la frente perlada de sudor,  Santiago sentía como las piernas le temblaban cuando robín mordisqueaba su cuello, incluso deseó que le dejara alguna marca que, aunque se viese vulgar él era feliz con cualquier recordatorio de ese momento.

-        Ro… me encantas. Te quie… – robín sabía perfectamente que es lo que diría y por mucho que le doliera su soledad no quería escuchar declaraciones de amor de nadie que no fuera Luis. Le puso un dedo en los labios indicándole silencio y Santiago  se separó de él  cruzando los brazos – no puedo…  Ro, sabes que siento por ti.

-        Y tú sabes que yo siento algo por alguien más.

-        Tú te vas a ir… yo me quedo aquí, que daño puede hacerte que yo te quiera, estando aquí tan lejos.

-        Santiago, te quiero lo suficiente como para no querer lastimarte. Si no quieres que sigamos con esto lo entiendo – robín se separó del todo acomodándose la ropa y dándole la espalda a Santiago, que lo miraba mordiéndose las uñas de forma inconsciente,  entonces, Robín sintió como una mano le acariciaba la espalda rodeándolo en un abraso, Santiago se colocó a la altura de su oído susurrándole mientras le pasaba la lengua por el lóbulo de la oreja.

-        Claro que quiero continuar… olvida lo que dije.

Robín giró para quedar frente a él sosteniéndolo por los hombros y se paró en seco mirándolo a los ojos, era un niño en muchos aspectos, excepto en el cuerpo. La línea varonil de su quijada y su cuello altivo le daban un aire de guerrero, contrastaban con su cara de niño, su cuerpo delgado comenzaba a marcarse por el ejercicio y se veía una fuerte espalda ancha moldeada por los incontables años de natación y clavado. La lujuria lo alcanzó como un látigo, quería arrancarle la camisa y  ver de nuevo el cuerpo del adolescente a quien le había robado la virginidad algunos años atrás, Santiago se apoderó de su cuello y comenzó a besarlo dándole suaves lametones descendiendo hasta su pecho, busco sus tetillas y comenzó a besarlas y lamerlas con maestría mojando la tela de su camisa. Robín lo sujetó con fuerza de la cadera acariciándole las nalgas con rudeza, apretando sus glúteos y deshaciéndose de su cinturón, Santiago sentía como su corazón golpeaba locamente contra su pecho, estaba ligeramente mareado y con una euforia extraordinaria, robín lo siguió desvistiendo;   quitándole la playera y el pantalón para después entretenerse recorriendo con las manos aquella firme espalda hasta llegar  a sus glúteos y apretarlos nuevamente.

-        Me encantas – dijo Robín besándolo mientras Santiago intentaba con manos temblorosas quitarle el cinturón de los jeans.

-        Mmm…

Robín le dio un pequeño manotazo haciendo que abandonara su inútil intento de quitarle el pantalón, pues tal era el nerviosismo de Santiago que no atinaba a desabrochar la hebilla, Santiago lo miró dando un paso atrás al sentir el manotazo, ruborizándose aun más.  Robín le sonrío guiñándole un ojo mientras se quitaba el pantalón y lo tomando un extremo en cada mano lo pasó sobre Santiago atrapándolo y jalándolo hacia él para darle un tosco y sensual beso, mordiéndole y excitándose de sentir como se estremecía ante el roce de la piel desnuda contra la ropa que aun tenia Robín puesta.

Robín se deshizo de su camisa y se bajó los jeans quitándose los zapatos rápidamente, ante la mirada azorada de Santiago que se tocaba la erección sobre el bóxer con movimientos lentos y ascendentes; ya ambos en bóxer se miraron de frente besándose apasionadamente,  robín abrazó a Santiago rodeándole la cintura e ignorando el dolor de la herida de su espalda lo levantó, cargándolo hacia la mesa de escritorio que tenía la habitación del hotel, Santiago le facilitó el trabajo enrollando sus piernas en la cadera  de robín, se dejó conducir al escritorio, sentándose en el sin quitar sus piernas de la cadera de Robín.

-        ¡Quiero que me la metas ya! – le gruñó al oído, mientras le arañaba la espalda.

Robín sonrió al escucharlo y como respuesta le bajó el bóxer liberando su pene, se veía largo aunque no muy grueso y rosado completamente erecto y saludándole con un cabeceo que hizo que robín  se pasara la lengua por los labios de forma inconsciente, definitivamente ha crecido en estos años. Sonrió mientras se inclinaba lamiéndole la punta y descapullándolo con suavidad usando los labios, Santiago se recostó en la mesa sintiendo la fría superficie calentarse con el contacto de su espalda, se pasó las manos por el cabello reprimiendo un gemido, mientras robín lo tomaba con una mano masturbándolo mientras con la boca seguía metiendo y sacando el glande sin dejar de acariciarlo con la punta de la lengua.

-        No ah… no sigas… me voy a venir – protestaba Santiago mordiéndose los labios – quiero que me la metas

Robín dejó de jugar con su glande pero no de masturbarlo, mientras dejaba que su lengua lamiera mas y mas abajo, llegó hasta la entrada de su ano, la besó y humedeció con su saliva intentando meterle la lengua para mojarlo por completo,  la mano que le quedaba libre la dirigió hacia la boca de Santiago, le acaricio los labios  poco a poco con los dedos índice y anular  sin dejar de lamerlo  de sus testículos a su ano, deteniéndose en este ultimo para meter poco a poco la lengua; Santiago le lamió los dedos, pasándoles la lengua desesperado, como si fueran el miembro de Robín que moría por saborear. Robín lo penetro con uno de los dedos que Santiago había mojado tratando de prepararlo para lo que venía, Santiago se retorcía cubriéndose el rostro con las manos, así que robín aumentó el ritmo con el que lo masturbaba, susurrándole

-        Shh… relájate, no te tenses  de por si estas muy estrecho, si te tensas no lo vas a disfrutar.

-        No me duele… solo quiero… mas… quiero tu pene no tus dedos – le dijo casi gritando de forma entrecortada.

Robín comenzó a sacar y meter su dedo intentando desesperadamente hacerle sentir placer,  en el instante en el que Santiago comenzó a jadear metió el segundo dedo abriéndolo un poco más acelerando nuevamente el ritmo y metiéndose uno de sus testículos a la boca.

-        Sigue… oh dios si… sigue – le susurraba entre gemiditos

Robín sacó los dedos y se quitó el bóxer rápidamente, tomó  del piso su pantalón y saco de su bolsillo un preservativo con extra lubricación, que se colocó mirando de reojo a Santiago, este se masturbaba lamiéndose los labios. Robín le sujetó las piernas  y las colocó sobre sus hombros, dirigió su mano hacia la entrada y volvió a meter sus dedos solo para checar que estuviera lo suficientemente dilatado como para no lastimarlo, Santiago le sujetó la verga con la mano  y la guió hasta la entrada asintiendo al mirarlo indicándole que estaba listo,  Robín le sonrió lanzándole un beso.

-        Si por favor… métemela.

Robín empujó sus caderas penetrándolo lentamente sintiendo como se abría paso en el estrecho agujero que poco a poco se abría devorándolo con lenta glotonería, hasta meterla completamente.  Pensó que Santiago protestaría ante el dolor pero para su sorpresa se encontraba sereno, aunque con la respiración algo agitada y los ojos cerrados como en un transe entonces para sorpresa de Robín se comenzó a mover lentamente impulsando sus caderas para hacerlas girar adelante y hacia atrás permitiendo que se la metieran y sacaran a un ritmo lento pero muy intenso y profundo.

-        ¡Sí!, sigue moviéndote así – exclamaba Robín sujetándolo de las caderas y moviéndoselas.

-        ¿Te gusta?

-        Me fascina, y estás tan estrecho… ¡dios!

-        Me excita mucho que me hables sucio, ¿sabes? – Robín sonrió asintiendo mientras le arañaba con suavidad las nalgas metiéndosela hasta el fondo

-        ¿Te gusta mi verga?

-        ¡Me encanta! ¡quiero que me la metas más duro!

Robín tomó eso como una invitación y comenzó a embestirlo cada vez más profundo y a mayor velocidad, mientras Santiago se masturbaba cerrando los ojos y gimiendo por lo bajo, robín sintió como tensaba las piernas pero no dijo nada   siguió moviéndose dentro de él con aquellas embestidas brutales.

-        Más duro… Ro… mas… me voy a… ¡no te detengas!

Robín le sostenía firmemente las caderas sin aminorar el intenso  ritmo, gruñía aferrándose a él, metiéndola y sacándola mientras Santiago gemía y murmuraba palabras incompresibles, robín apretó mas el ritmo alcanzando una velocidad increíble mientras lo masturbaba sin dejar de penetrarlo brutalmente.

-        Si… si… Robín no te detengas, mas  ay así… me ven… vengo

Decía Santiago de forma ahogada  liberando toda su leche y manchando los dedos de robín, este bajó un poco el ritmo, mirando el semen en su mano y lamiéndolo de su mano, Santiago estaba completamente rojo y su piel estaba erizada, mientras el trataba de jalar aire a sus pulmones.

-        Ro… eso estuvo increíble.

-        No creas que ya terminamos, yo no me he venido aun – le exclamó Robín, acariciándole las piernas mientras se las acomodaba alrededor de la cadera. Santiago lo escuchó enterrando la cara entre las manos

-        Lo siento, pero no podía aguantar más – dijo mirándolo completamente ruborizado.

Robín lo levantó de nuevo cargándolo hasta la cama, sentándose en el borde con él montado sobre sus piernas frente a él, sintiendo como su pene le rozaba la punta del ano. Santiago lo empujó ligeramente para que Robín se reclinara completamente acostándose en la cama mientras él lo cabalgaba rítmicamente. Santiago apoyó los codos en la cama quedando de frente sobre la boca de Robín, comenzaron a besarse lentamente, dejando que sus manos lo recorrieran todo,  permanecieron así, cogiendo lentamente, variando los ritmos y las posiciones,  mientras detrás de las gruesas cortinas que cubrían las ventanas, el sol había comenzado a ocultarse.