Perdiendo a la mujer de mi vida

Lo tenía todo con ella, y ahora es momento de decidir.

  • Podemos vernos hoy en el café de siempre, a las 7.00? =D

Leo el mensaje, mientras medito mi respuesta, hace dos meses ni siquiera lo hubiera dudado, pero ahora contesto

  • Lo siento Gerald, pero quede con Silvia, si quieres te lo repongo el fin de semana que va a estar de viaje, de verdad lo siento =(

Después de 2 minutos, en los que no recibo respuesta, emprendo mi camino a la escuela, soy Renata, estudió Finanzas y Contaduría Pública, y para ser una chica de 21 años, creo que llevo una vida bastante complicada, mi historia no es muy larga, pero si tiene varios enredos, innecesarios, tal vez.

Llego a la escuela con la cabeza vuelta un lio, estaciono mi auto, e inmediatamente vibra mi celular

  • Te veo en la oficina.

No necesitaba ver el remitente, porque sabía de antemano que era ella. Saque mi mochila de la cajuela, y me dirigí al departamento de negocios. Quería caminar al ritmo más lento que daban mis piernas, estaba muy nerviosa, realmente no tenía una respuesta que darle o quizá si lo sabía pero no quería tener que experimentar las consecuencias de mis decisiones.

  • Silvia, lo que pasa es que estoy muy confundida, yo te quiero muchísimo y lo sabes.
  • Entiendo que estés confundida, pero lo que no me parece correcto es que estés manteniendo dos relaciones al mismo tiempo, no es justo para nadie, ni para ella, ni para mí. Yo nunca te he jugado de esa manera, siempre te he dado tu lugar.

No podía ni sostenerle la mirada, sabía que si no hacía algo en ese preciso instante la iba a perder, y realmente toda la culpa habría sido mía.

  • Se sincera conmigo Renata, si ya no sientes nada, yo te entiendo, no tienes por qué sentirte culpable, nunca firmamos un papel donde te verías obligada a estar conmigo por siempre, pero si te pido que me respetes, y debería también de darse a respetar Gerald.

Imposible, ¿cómo se había enterado de que era Gerald con la que me había estado viendo? Ni siquiera había intentado negárselo porque sería perder la última oportunidad que tenía con ella. Ya había pasado el discurso de las disculpas y los reproches, realmente, me pesaba decirlo, pero no tenía nada más que hablar.

  • Te veo mañana en la oficina.

Salí de su casa, prendí el auto y tome la pista, realmente no sabía a donde ir, mi cabeza tenía muchísimas cosas que resolver, bueno realmente no tantas todo se simplificaba a esta pregunta ¿Silvia o Gerald? La verdad es que sí era una cuestión bastante complicada. Mi historia con Silvia empezó hace año y medio, es decir, cuando iba apenas en el segundo semestre de la carrera. La conocí porque era mi profesora de Información Financiera. No puedo decir que fue amor a primera vista, de hecho fue todo lo contrario, con ella las cosas fueron muy complicadas (y al parecer yo las sigo complicando). Al principio, he de admitir que tenía un poco de miedo de cursar la materia con ella, todo mundo se quejaba de sus clases, y principalmente de ella, es conocida como la típica maestra desalmada que quiere hacer sufrir a los alumnos, sin mayor remordimiento. Aun así, a sabiendas de la reputación que tenía Silvia, metí el curso con ella, era más bien como un reto, me gustaba probarles a los demás que realmente no era tan difícil como ellos lo describían.

Así que sí, ahí estaba yo, sentada en la penúltima banca de la fila pegada a la pared, exactamente a la hora llegó Silvia, dejo sus cosas en el escritorio y salió del aula, para regresar con una tasa de café. Había sólo 15 alumnos (precisamente por su mala reputación) el número justo para que no se cerrara el grupo, supongo que esperaba que llegaran más porque tardo en pasar lista, a simple vista, era una mujer de carácter fuerte, siendo muy franca, era bastante guapa a pesar de ya tener sus años, no medía más de 1.60, delgada, cabello castaño ondulado y tez blanca, pero lo que más me gustaba de ella era su mirada.

Al principio no teníamos precisamente una buena relación, ella un día término confesándome que no me tragaba porque siempre tenía respuesta a cualquier cosa que me preguntara; y a mí me parecía que era bastante grosera en su trato con los alumnos, al paso del tiempo no sé si me fui acostumbrando a sus malos tratos, o ella le bajo de tono.

Sinceramente nunca creí que de verdad en algún momento pudiera salir con ella, es decir ella lo tenía todo, no había motivo para que sin más se fijara en mí, aun así siempre he creído que vale la pena intentarlo, así si se fracasa al menos se tiene la satisfacción de haber hecho cuanto era posible, para llegar al objetivo, así que Silvia no sería mi excepción. Empecé tratando de hacerle la plática sobre cosas sin importancia, pero realmente funciono, eso dio paso a que me aceptara un café, recuerdo bien que fue un jueves 25 de Febrero cuando estaba recogiendo sus cosas, y platicábamos sobre su viaje a Perú, auditaba empresas, y sin más, le dije

  • ¿Me aceptaras un café hoy en la tarde?

¿Qué diantres acababa de decirle?, si las cosas iban tan bien, porqué me había apresurado! Se quedó callada unos segundos que me parecieron interminables mientras seguía recogiendo sus cosas.

  • ¿Café alumna – profesora?, suena un poco peligroso, ¿no crees?
  • Sólo te estoy invitando un café, no te digo que te vengas a vivir conmigo.
  • Son políticas de la institución, no puedo salir con mis alumnos.

Ok, ante ese argumento, no había forma de refutarlo, ni siquiera sabía cómo acabar cordialmente la plática.

  • Pero como bien me conoces, no soporto seguir las reglas. Así que, te parece el Starbucks del centro a las 6.00?
  • Me va bien. Te veo ahí

Tomé mis cosas y salí de ahí más emocionada que nunca. Continuará