Perdí la cordura

Bueno me gustas y no sé si sea lo más correcto pero te juro que no aguanto más y...-hablaba hasta por los codos de los nervios pero no pudo decir nada más porque arremetí contra su boca.

Perdí la cordura.

"Desnúdame" Fue todo lo que pude escuchar antes de volverme completamente loca. ¿Cómo tan sólo una palabra puede hacerte perder la cordura?

La conocí en un bar.

Luces de neón por todos lados, la gente bailando, gritando y bebiendo sin parar. Apenas llegué, fui a la barra y pedí un whisky en las rocas. Me sentía impotente, molesta, incómoda con la situación que estaba viviendo y a la vez no lo podía creer. ¿Molesta? Creo que esa palabra se queda corta, echaba chispas por todos lados y todo porque justamente hace poquitas horas había encontrado en la cama con otra mujer a la que iba a ser mi esposa en 3 meses.

¿Qué hice? Nada. Absolutamente nada. No le reclamé, no armé una pelea, ni siquiera tomé mis cosas personales de su casa. Me importaba una mierda todo, ella ya no me importaba. Le entregué mi vida durante 5 largos años y así me pagaba. Woow las vueltas de la vida. Lo peor de todo es que lo presentía. Estúpida fui.

En ese bar me perdí durante varias noches seguidas y esas noches se transformaron en semanas. Después iba fijo todos los viernes. La bartender se convirtió en mi confidente, le contaba todas mis penas y ella sólo atinaba a decir que las chicas lindas no debían llorar. ¡Baah! A todas éstas nunca me fijé que alguien me observaba en la distancia. Y una de esas noches en las que yo me encontraba perdida en mi trago y en mis pensamientos... Ella... Decidió hablarme.

-¡Hola!-saludó alegre.

Ni la mire.

-¡Hola!-contesté secamente.

-Mmm he notado que hace un tiempo ya, vienes a este lugar pero sólo haces lo que justamente estás haciendo ahora- yo estaba sentada en la barra del bar y ya iba por mi tercer whisky, menos mal tenía aguante bebiendo. En otra situación ya me hubiese quedado dormida.

-No tengo nada mejor que hacer.

Arrugué mi cara.

-Bueno también he notado que algunas chicas se han acercado y tú ni las miras.

-Cómo te dije, no tengo nada mejor que hacer.

Apreté mi mandíbula. Suspiré profundamente. Bebí un sorbo de mi trago y luego me dí vuelta y la pude mirar por primera vez a los ojos.

Últimamente me había topado con chicas lindas que querían estar conmigo por una noche aunque sea pero yo ni las veía. Pero esta chica que tenía frente a mi me cautivó por completo. Una rubia preciosa, digna de la entrada en el Olimpo. Ojos verdes, mirada profunda e inocente. Debía medir apróximadamente 1,75. Era alta, aunque también los tacones que tenía puesto ayudaba un poco. Cuerpo de infarto y aún tenía la ropa puesta. Yo medía 1,78. Morocha de ojos miel y gracias a mi obsesión por el ejercicio y los deportes, tenía excelente cuerpo... Todo en su lugar.

Me quedé mirándola embobada y por tan sólo unos segundos toqué el cielo. Ella me inspiraba lo que hace tiempo dejé de sentir. Esa ilusión, esas cosquillas en la panza. ¿Pero qué carajos? La acababa de conocer.

-¡Hey!- me devuelve a la realidad- ¿estás bien?

No lo arruines, me repetía una y otra vez en mi cabeza mientras esa mujer inquietantemente bella me sonreía.

-Eeehhh sí. Ciertamente no es el mejor día que he tenido pero todavía puedo respirar- Le sonrío tímidamente. (De cuando acá soy tímida).

-Pues me gustaría hacer de tu día algo mejor- me sonríe tiernamente.

Toma asiento a mi derecha y estamos a menos de un metro de distancia.

-¿Le puedo invitar una copa?-

-Me encantaría un martini- vuelve a sonreír.

La bartender que esperaba paciente a la orden pronunció un "marchando" y se retiró a preparar la bebida, al cabo de un par de minutos volvió con el trago.

  • ¡Salud!

Chocamos las copas.

De estar sola bebiendo empedernida recordando lo estúpida que fuí, pasé a estar sentada al lado de una rubia divina, sonriendo y teniendo ganas de algo más.

-¿Dijiste que me habías observado venir varias veces?

-Así es- dice sonriendo.

-¿Cómo es que nunca me hablaste hasta hoy?

Se quedó callada por unos minutos. Hacía amague de hablar pero nada salía de su boca. No quise presionar y sólo espere a que estuviera lista.

-No pensé que me harías caso-sonrió tímidamente.

-¿Qué?

-Bueno... Amm.. Te ví rechazar a no se cuántas chicas realmente lindas. No tenía confianza para acercarme a ti.

-Bueno supongo que tenía que rechazarlas para llegar a ti. No sé, no tenía ganas antes.

-¿Y ahora?

-Ahora...-me quedé pensando unos segundo, la miré fijamente- ahora es diferente.

Días pasaron y yo pensaba en ella. ¿Estaría ella pensando en mí?

Prometimos vernos nuevamente el próximo viernes. El día llegó o mejor dicho la noche... En el bar... llegué y ella ya me estaba esperando sentada en la barra como la otra vez. Se ve que tomaba una copa de vino tinto. Me acerqué sigilosamente y le tape los ojos con mis manos. Ella llevó sus manos y las puso sobre las mías.

-Mmm. ¿Te gusta jugar?

-Nada más en la cama.

-¿Me estás incitando?

-No, estoy bromeando nada más.

Le quito mis manos y quedamos frente a frente.

-Hola.

-Hola.

Sonreímos.

Me senté a su lado y tal como la vez anterior, hablamos largo y tendido de cosas triviales. Bebimos varias copas y yo realmente estaba alegre ¿saben? Cuando uno siente que la cabeza da vueltas en el buen sentido (al menos a mi me pasa). Cuando uno siente el cuerpo caliente y ganas de pegarse a otro cuerpo. Cuando sinceramente uno necesita sexo. Yo quería sexo. Con ella. Y lo quería ahora.

Ella también estaba mareada y se reía bastante seguido de cualquier cosa. Sabía que era el momento de actuar. Pero por alguna razón, ella me producía una sensación extraña. Esas cosquillas en la panza. NO ERA NORMAL. No era normal sentirme así de nuevo. ¿De nuevo? ¿Alguna vez me había sentido así? Me bastó sólo una vez. Una puta vez.

La ví una vez y todo había cambiado para mí.

Un reinicio.

Una nueva vida.

Nos miramos fijamente. Deseo desbordaba por su cuerpo. Lo sabía. Lo sentía.

No hizo falta decir nada.

La tomé de la mano, ella sonrió.

Salimos de aquel lugar tan rápido, nos subimos al auto y a pesar de que quería ir volando por la carretera, me contuve. Mejor prevenir que lamentar. Llegamos al hotel más cercano. Estacioné y salimos corriendo prácticamente a la recepción. Pedimos una habitación. El recepcionista nos miraba de reojo con intención de hacer preguntas tontas pero se contuvo y rápidamente nos entregó la llave. Tomé su mano nuevamente y fuimos hacia el elevador. Entramos. Todo era silencio. La notaba nerviosa, suspiraba. Mi corazón se aceleraba más y más a medida que se acercaba nuestro piso. Y... click.. Piso 11. Habitación 212. Mi corazón quería literalmente salirse de mi pecho y el de ella.. Bueno el de ella lo sentía agitado también. Abrí la puerta y la invité a pasar. Entró sin dilación. Una vez adentro, le ofrecí algo de tomar pero dijo que así estaba bien.

-¿Estás bien?

-Mmmju-estaba nerviosa.

-¿Sí sabes ah que venimos verdad?

-¡Por supuesto que no!-respondió sarcástica.

-Sí bueno, a veces no soy tan brillante como parezco.

Ríe.

-La verdad a lo que me refiero es si... ¿Estás segura de esto?

-Sí...-no dudó en responder- quiero.. Mejor dicho necesito sacarme estas ganas que tengo de ti. No sabes cuánto tiempo imaginé este momento. Eres una mujer hermosa e interesante..Yo..y..yo... Bueno me gustas y no sé si sea lo más correcto pero te juro que no aguanto más y...-hablaba hasta por los codos de los nervios pero no pudo decir nada más porque arremetí contra su boca. La ataqué con mi lengua y ella correspondió rápidamente. No vaciló ni yo tampoco. Nos besábamos salvajemente, con pasión, con todo el deseo contenido por días. Bueno ella más que yo. Mi lengua se introducía en su boca y ella la recibía con gusto. ¡Oohh no saben que sensación era aquella! Poco a poco la niña tímida que me habló por primera vez desapareció frente a mí. Ella si tenía amor para dar. ¿Amor? No sé si exactamente amor pero se movía como loca, me tocaba como loca y yo simplemente quería estar con ella. La dejaba hacer. Me estaba dejando controlar y yo feliz de la vida. De repente me acercó a la cama y me empujó a ella. Caí de espaldas, tenía mis piernas abiertas y veía atónita lo que esta chica hacía. Se movía, me bailaba sensual y yo estaba boquiabierta. ¿Dónde quedó esa chica dulce que reía nerviosa? A la mierda, no me importaba. Esta era la faceta que yo estaba buscando. Una dama en la calle, una puta en la cama. Y aún no me hacía nada. Se fue incorporando en la cama y se puso sobre mí a horcajadas, me miraba fijamente mientras se movía en mi sexo una y otra vez. Primero lento, después de unos minutos comenzó a moverse como loca ¡Estaba en el cielo! Yo tenía mis manos en sus caderas y la movía también. Poco a poco se bajó de mí, se acostó a mi lado y nos besamos nuevamente. Esta vez fue diferente, fue tierno, dulce, lento. Había juego de lenguas pero nada grotesco. Dejamos de besarnos después de unos minutos para mirarnos fijamente a los ojos, yo tenía mi mano en su mejilla y la acariciaba. Ella pasó su lengua por mi labio inferior. Estaba excitada, desbordaba calentura en mi piel. Ella me estaba llevando al éxtasis. Se acercó a mi oído y pasó la lengua por mi oreja, una corriente eléctrica me atravesó todo el cuerpo, me dio un suave beso en mi mejilla para luego volver a mi oído y susurrar un "Desnúdame".

La cordura me llegó hasta ahí. Me fuí al carajo. La levanté, le quité rápidamente la blusa que casi se la arranqué. Me deleité viendo sus pechos, no eran gigantes tampoco pequeños.. Eran p-e-r-f-e-c-t-o-s. Su abdomen plano era divino. No aguanté más, la senté en la cama y me arrodillé frente a ella. Me acerqué a su abdomen y le dí algunos besos que pronto reemplacé con mi lengua. Jugaba con ella en su ombligo y ella gemía por lo bajo. Llevé mis manos a sus pechos y los aprete por encima del sujetador. "Aaahhh" escuché salir de su boca. Instintivamente abrió más sus piernas, quería que la acariciara ahi, no hizo falta que me lo dijera. Pero aún así, quise torturarla un poco. Fui subiendo con besos hasta llegar a su canalillo. Inhalé fuertemente y su olor me invadió por completo. Llevé mis manos a su espalda y quité esa prenda que tanto me estorbaba. No esperé mas, me sumergí en esos pechos divinos mientras sentía como alguien observaba atenta a cada paso que daba. Besé el derecho primero, mientras acariciaba con mi mano el izquierdo. Me metí el pezón a la boca y succioné con fuerza. Gimió. Lamí, mordí, besé, succioné y traté a ambos pechos por igual. No sé cuanto tiempo estuve haciéndolo sólo sentí que debía avanzar más cuando ella llevó su mano a su sexo. Estaba estimulándose. Eso no lo permitiría, para eso estaba yo. Quité su mano rápidamente y me lanzó una mirada traviesa. Ella ya se había quitado sus tacones, así que me tocaba a mi quitarle el pantalón. No tardé nada la verdad, prácticamente se lo arranqué. ¿Para qué esperar más? Ya el toque de erotismo estaba completado. Besé sus piernas y fui subiendo lentamente con mi lengua. Llegué a su sexo, le dí un beso por encima de sus bragas "Aaaahhh" salió de su boca. Llevé mis dedos y acaricié lentamenta.

-¡Qué húmeda estás!

-Mmmju..

-¿Te gusta lo que te hago?

Dicho esto apreté fuertemente su sexo.

-Aaahhhh... Oohhmm síiiii.

Deslicé mis dedos por dentro de sus bragas y logré penetrarla de golpe. Ella gimió fuerte y dió un saltito en la cama. No se lo esperaba. Entraba y salía de su cuerpo. ¡Que delicia sentirla caliente! Estuve así unos minutos hasta que una voz me sacó de mi ensoñacion.

-¡Cométela por favor! No me tortures más.

Me quedé embobaba con su súplica pero por suerte pude reaccionar rápidamente.

La tomé de la cintura y le arranqué las bragas. A la mierda, ella se lo había buscado. Le abrí más sus piernas como si eso fuese posible y me lancé a comerla completita. Primero pasaba mi lengua por toda su zona, estaba realmente húmeda. Cada vez eran más los jugos que brotaban de ella. ¡Oh dios.. Ella sabía tan bien! Acerqué mi boca a ese botoncito que ya no podía estar más hinchado y pedía a gritos ser atendido. Pasé mi lengua una, dos, tres veces y ella pegó un grito que seguramente se escuchó en todo el hotel cuando la penetré con tres dedos. Entraba y salía de ella rápidamente y lo hacía muy fuerte, mientras me seguía comiendo todo su sexo. Ella ya no estaba tan callada y disfrutaba como loca lo que yo le hacía. Se masajeaba sus pechos como loca. "Oh dios". "Sí, eso". "Asiiiiiii, sigue". "No aguanto más". Dicho esto último soltó un gemido que fué música para mis oídos. La contracción vaginal se hacía presente, ella comenzaba a correrse y yo bebía todo lo que salía de ella. Minutos después seguía agitada pero sin duda estaba más calmada. Dí un par de besos más a ese sexo brilloso y lo dejé descansar. Subí hasta llegar a la altura de su boca. Le dí un beso en los labios. Me acosté a su lado.

-Si hubiese sabido antes lo bien que lo hacías, te hablaba el primer día que te ví-suspiró.

Yo reí.

-No me causa gracia. No tienes idea de lo que estoy sintiendo. Me tiembla hasta el alma.

Reí más fuerte.

-Será mejor que te saque la ropita. Tengo una venganza preparada muy especialmente para ti-levanta las cejas divertida. Pone su mirada traviesa y procede a levantarse. Me quita cada una de mis prendas sin chistar, lo hizo callada y lentamente. Yo miraba embobada. Me dejaba hacer. Una vez desnuda, ella me mira de arriba a abajo comiéndome con la mirada. Creo que no sabe por donde empezar pero opta por probar mi sexo primero. Recorre mi entrepierna con su lengua, lo hacía tanteando el terreno, como con miedo. "Mmm" emite por lo bajo. "Sabe mejor de lo que pensé". Ahora si siguió con más vehemencia, se lo comía todo literalmente y se tomaba todo lo que salía de mí. Me incorporé un poco para ver lo que me estaba haciendo. Estaba como loca. Yo sentía que llegaba al orgasmo y por instinto la agarre de su cabeza e hice presión como para que no dejara de hacer justo lo que estaba haciendo. "Aaahhh" "Me vengo". Solté un gemido y un orgasmo descomunal llegó a mi. Como dije, ella se tomaba todo lo que salía de mí y parecía gustarle. Estuvo un rato más así. Subió con un camino de besos por mi abdomen, pasó su lengua. Subió más y llegó a mis pechos, los besó, lamió, succionó y mordió. Besó mi cuello y por último mi boca. Su lengua prácticamente violaba la mía y yo... Contenta.

Le dije que se pusiera encima de mi en horcajadas y le pedí que me cabalgue un rato. Lo hizo sin chistar y aquí íbamos otra vez. Nos movíamos a ritmo, yo apretaba sus pechos, ella se movía tan pero tan bien. ¡Qué sensación!. No sabía como era el Paraíso pero sin duda debía sentirse así. "Ooohh.. Síii..siii..siiii" "Qué rico por dios". "Sigue sigue". Así como éstas, otras palabras salían de nuestras bocas que emitían gemidos cada vez más fuertes. Sentí de pronto que bajaba la intensidad pero yo necesitaba ir más rápido, sentía que pronto iba a terminar de nuevo. Ella estaba cansada. Rápidamente la giré y me coloqué encima de ella de modo que nuestros sexos se rozaran. Al contacto, las dos gemimos descontroladamente. Me movía cada vez más rápido y ella ya no decía nada, estaba completamente ida, sólo gemía como loca. Puse una mano en su pecho y lo apreté, mi otra mano estaba en su pierna. Unos minutos más así y... ¡BINGO! Una corriente eléctrica espectacular que nos sacudió a ambas teniendo el orgasmo al unísono. Como pude me acosté a su lado. Nuestras respiraciones eran aceleradas, completamente agitadas. Después de varios minutos sin hablar, ella rompió el hielo.

-¿Me creerías si te dijo que eres mi primera mujer?

Me incorporé rápidamente.

-¿Quéeeee?

-Mmm que eres mi primera mujer.

-Pero..pero..

Me interrumpió con un beso. Me explicó que era heterosexual. Pero desde que me vió en el bar, me observaba atentamente y le produje una extraña sensación que con el tiempo entendió que era atracción. Dijo que quería sentír lo que era estar con una mujer y que me había elegido a mí para eso. Que no sabía si iba a pasar pero que sí yo se lo ofrecía, ella aceptaría la propuesta sin chistar. Y así fue. Sólo que nunca pensó que le gustaría tanto. Yo como era de esperarse, estaba embobada y sorprendida a la vez. Pero al fin y al cabo, la experiencia había resultado provechosa para ambas.

Estuvimos hablando por horas hasta que el sol nos dió en la cara. Nos duchamos juntas. Volvimos a hacer el amor. Nos vestimos en silencio y prometimos repetirlo en otra ocasión.

Han pasado 10 años desde aquel primer encuentro. Ella ahora es mi esposa y con todo el orgullo digo que el amor de mi vida también. Tenemos una hija de 5 años y es tan hermosa como ella. Tiene sus ojos y su mirada traviesa que me enamora cada día más. Su madre, mi esposa... Sigue cautivándome cada noche convirtiéndose en la puta que yo quería y aunque suene feo decirlo así, hay que aceptar que eso es lo que todos queremos en la intimidad. Una mujer que nos vuelva locas de placer. Pero que al llegar el día se comporte como toda una dama, como lo que realmente es. Una verdadera mujer. Dulce, tierna, amorosa y sobretodo. Una excelente madre. Mi esposa, mi hija y yo vivimos felices. Y espero que a través de los años siga perdiendo la cordura por ellas dos que son mi vida.