¿Perderías una amistad por un polvo?
A veces una cuando se te jode una fiesta, empieza otra mejor.
Me gustaría preguntaros si alguna vez os jugaríais vuestra amistad por un polvo de una noche, yo siempre decía que amigos antes que mujeres…hasta aquella noche.
Carlos y yo siempre hemos sido muy buenos amigos, nos conocimos cuando ambos coincidimos en un módulo de administrativo. Al principio nos pasó como a todos, nos caíamos fatal y no nos podíamos ni ver, sin embargo, después de que el profesor de contabilidad nos obligase a hacer un trabajo juntos nos dimos cuenta de que nos podíamos llevar mejor de lo que pensábamos.
La relación mejoró hasta tal punto de que nos empezamos a sentar juntos en clase y hasta a salir los fines de semana. Unas veces salía yo con los amigos de Carlos y otras veces él se venía con mis colegas. Pero un día que nunca olvidaré fue cuando me presentó a la que era su mejor amiga…Tatiana.
Tatiana era una chica diferente al resto y eso era algo que se podía ver a kilómetros. En más de una ocasión Carlos me había estado hablando de ella pero por lo que escuchaba no me llamaba mucho la atención, aunque lo que sí que quedaba claro era que Carlos sentía algo por ella, un tío no habla tanto de una tía si no siente algo.
Aquel fin de semana estaba en el sofá de mi casa cotilleando Facebook cuando me llegó un mensaje de Carlos:
-Nene, ¿Te vienes con estos y conmigo? Es el cumple de Javi y la cosa promete. Un poco de baile, alcohol, fiesta…
Medité la respuesta durante un rato pero terminé por aceptar la invitación. Era eso o quedarme aburrido el fin de semana en casa.
Fuimos a cenar a un restaurante italiano que acababan de abrir en la ciudad, quedamos gratamente satisfechos. La comida sabrosa, el servicio muy atento y por si fuese poco, en señal de gratitud nos invitaron a unas copas gratis. La noche se fue animando poco a poco, cuando nos terminamos aquellas copas seguimos con la fiesta por la calle hasta que alguien sugirió continuar la noche en una discoteca; así que tras varios minutos de discusiones e indecisión por ver qué local incluía copa con la entrada y cual ponía mejor música que los otros conseguimos decantarnos por una.
Después de hacer varios minutos de cola, conseguimos entrar y encontrar un sitio donde poder bailar; hubo un momento en el que le perdí la pista a Carlos hasta que lo vi a lo lejos hablar con una chica. Parecía que la conversación iba bien y se lo estaban pasando en grande. “Ha ligado, pensé” sin embargo al rato lo vi acercarse con ella.
-Mira Alberto, te presento a Tatiana dijo Carlos.
-Hola, encantado respondimos ambos tras darnos dos besos.
La situación no fue más allá de ahí. Carlos y Tati se sumaron al grupo y la noche siguió hasta como entonces. Unos bailaban, otros reían por cómo ese bailaba, luego se sumaban al baile, y así uno detrás de otro.
Un rato allí parado y un par de canciones después decidí ir a pedir la consumición que me venía con la entrada, aunque si lo llego a saber no me muevo del lugar. La cola para pedir la copa era más larga que para entrar a la propia discoteca. Terminé perdiendo la noción del tiempo hasta llegar a la barra pero cuando estaba a punto de pedir noto que una mano golpea mi hombro. Era Carlos:
-Tío, me tengo que ir a casa, Tatiana se encuentra mal y necesita descansar. Luego me avisas y te abro ¿vale?...
Esa noche yo dormía en casa de Carlos, hacía tiempo que no salía de fiesta y me apetecía llegar tarde pero tampoco quería volverme solo andando; así que me resigné y disimulando mi enfado, me fui con ellos.
Al llegar a casa Carlos acompañó del brazo a Tatiana hasta la cama. Me pidió si podía dormir en el sofá ya que le había dado mi cama a Tatiana, así que nuevamente tuve que ceder ante aquella noche que estaba saliendo totalmente al contrario de cómo me la había planteado Carlos.
Agarré un par de mantas para no pasar frío y tras ponerme el pijama me acosté. En mitad de la noche sentí la necesidad de ir al aseo, di un par de vueltas en la cama con la intención de coger el sueño y evitar tener que levantarme de la cama, pero fue en vano. Así que sin hacer mucho ruido fui a oscuras por la casa hasta encontrar el baño. Para mi sorpresa cuando llegué la puerta estaba cerrada, golpee un par de veces pensando que era Carlos:
-Vamos cabrón, date prisa que me estoy meando, me va a estallar la polla.
A los pocos segundos se escuchó la cadena del váter y con ella el pestillo; perdona si he tardado mucho dijo Tatiana. Mi cara de imbécil era para haberle echado una foto. Disculpa por hacerte dormir en el sofá, le he dicho a Carlos que no me importaba quedarme en el sofá pero me ha insistido tanto que no he querido parecer maleducada.
-No te preocupes, me ha dicho que te encontrabas mal. Eso sí, la próxima vez no te pienso dejar la cama tan fácil, vas a tener que buscarte una excusa mejor dije con tono satírico.
-Ven y échame…
En ese instante no sé si no fui consciente del peso de las palabras que me acaba de decir o directamente no quise entenderlas. Solo sabía que me estaba meando y no podía aguantarme más, así que tras responder con una carcajada entré en el baño, me bajé los pantalones, levanté los brazos apoyando mis manos sobre la nuca y dejé que la naturaleza siguiera su curso.
-Pensaba que era un mito lo de que los hombres meabais así, pero ya veo que es cierto se escuchó de fondo. Era Tatiana. No te preocupes, no miro, solo venía a lavarme los dientes que se me había olvidado.
Al verla me subí rápidamente los pantalones sin que pudiese ver nada y mientras ella echaba agua sobre su cepillo yo pasaba por detrás suya con dirección a la puerta.
-¿No piensas lavarte las manos después de mear? Dijo ella, qué cerdo eres…
Sin entender bien por qué le hice caso, volví al baño…Abrí el grifo y mientras ella seguía el movimiento de su cepillo en el espejo, coloqué mis manos bajo el agua.
-Te falta el jabón añadió Tatiana, yo te lo doy. Adelantó su figura colocándola por delante de la mía y una vez así cogió la pastilla de jabón a la par que frotaba su culo sobre mi miembro.
-Aquí lo tienes decía mientras colocaba el jabón sobre mi mano.
-Mu…muchas gracias llegué a decir yo sin saber muy bien dónde meterme cuando en ese momento se me cayó el jabón.
-No te preocupes, ya lo cojo yo expresó Tati.
-No podemos hacerle esto a Carlos, tú le gustas y yo soy su amigo añadí agobiado.
-¿Por qué se tiene que enterar? Yo no le voy a decir nada y tú tampoco ¿verdad? Recitaba mientras bajaba poco a poco el pantalón de mi pijama y comenzaba a felar mi sexo.
Y así me encontraba yo, frente al espejo del baño de mi amigo contemplando las caras que ponía a consecuencia de la felación que aquella golfa me estaba haciendo. Tati se lo estaba pasando en grande, cada vez que agachaba la cabeza me devolvía la mirada y me la lamía incluso con más fuerza, parecía que el simple hecho de ver lo bien que me la estaba chupando la ponía aún más cachonda.
-Alberto, ¿estás ahí? Se escuchó desde el pasillo.
El tiempo se detuvo en ese instante, Tati y yo nos miramos, era Carlos.
-Dime tío, estoy un tanto ocupado, qué quieres formulé con miedo.
-Es que me he desvelado y he ido al cuarto de Tati para ver cómo se encontraba, pero he tocado a la puerta y no me ha respondido, parece que está sobada del todo.
-Eso es buena señal, quiere decir que ya se encuentra mejor respondí.
-Pues sí, ¿te queda mucho? Preguntó Carlos.
-Un rato, parece que el italiano no me ha sentado muy bien tuve que poner como excusa.
-Vale, oye por cierto, ¿qué tal te ha caído tati? A que es muy simpática afirmó Carlos.
Fue en ese preciso instante cuando Tati agarró mis glúteos con cada una de sus manos y mientras escuchaba hablar a Carlos, me dedicó una sonrisa y volvió a comerme la polla sin apartarme la mirada. Me quería morir de placer y de vergüenza al mismo tiempo.
Carlos seguía allí, hablando. Llegó un punto en el que no supe ni lo que me decía ni lo que yo le estaba respondiendo. Solo recuerdo que Tatiana se puso de pie frente a mí y tras susurrarme al oído que abriese la boca me introdujo sus bragas en la boca. Estaban empapadas…
-Quiero que nos pille dijo ella mientras levantaba la camiseta que Carlos le había dejado para dormir, le quedaba enorme, pero madre mía cómo le quedaba. La dejó caer al suelo y usando como gancho el dedo índice de su mano me atrajo hasta ella.
Tatiana, una vez desnuda se sentó sobre el borde del lavabo, inclinó su cabeza escupiendo y dejando que la baba fuese cayendo lentamente hasta depositarse sobre su coño. Nunca pensé que algo tan asqueroso pudiese ponerme tan cachondo. Comenzó a frotar sus labios inferiores con la yema de los dedos al mismo tiempo que me dedicaba las miradas de placer que esa masturbación le estaba provocando. Yo no podía contenerme más así que colocándome frente a ella, agarré mi sexo con la mano y tras restregarlo un par de veces hacia arriba y hacia abajo a la par que ella se estimulaba el clítoris…se la metí.
-Tú crees que tengo alguna posibilidad con ella Alberto se escuchó en ese momento de la boca de Carlos.
-Dile que sí me volvió a decir Tatiana en forma de susurro mientras se reía y sentía mi polla pasar por entre sus piernas. Quiero que se lo digas repitió.
Tatiana estaba a punto de correrse, así que para darle más emoción cogí las bragas que me había metido en la boca y ahora las usé para atarle las muñecas. Ante su sorpresa la puse de pie de espaldas a mí, dejando que ahora fuese mi polla y su culo los que tuviesen que solucionar aquella situación.
-Quiero que te mires al espejo mientras follamos y que veas lo mala que eres por hacerme perder un amigo le dije mirando su reflejo a la par que iba introduciendo mi polla ahora por la parte trasera de su coño.
Así que una vez agarradas sus tetas y mis labios succionando su cuello; empecé a follármela como se merecían esa clase de mujeres.
-Tápame la boca, tápame la boca repetía ella mientras se estremecía del gusto, te lo digo en serio, tápamela…Un grito de placer ensordeció la tranquilidad de la noche.
-Qué ha sido eso preguntaba Carlos mientras abría la puerta del baño intuyendo lo que podía estar pasando. Y allí estábamos, el uno encima del otro. Sois unos hijos de puta añadió mientras se abalanzaba sobre mí.
Lo peor de todo no solo fue perder a Carlos como amigo, sino el no haberme corrido. Me salió muy caro el polvo.
Días después recibí un mensaje de Tati:
“Ya te dije que me taparas la boca…”.