Pequeño hermano mío: Viviré para hacerte feliz

El final de la historia... Todo principio tiene un final; o quizás todo final conlleva un nuevo principio...

Manu

Cuando mi hermana  me rodeó la cintura con sus piernas, creí que me corría en ese mismo instante. Su boca buscaba con ansia la mía, como si todo el tiempo que llevábamos jugando con fuego nos hubiera servido de afrodisíaco. Nuestras lenguas luchaban dentro de nuestras bocas mientras los movimientos de las caderas de mi hermana hacían que mi polla se frotara contra su tanga.

-                          No besas nada mal, hermanito…- dijo retirando su boca de la mía y esbozando una preciosa sonrisa.

-                          Llevo años soñando con esto, así me lo he imaginado mil veces hasta que saliera perfecto.

Sandra me hizo rodar sobre su cama para quedar encima de mí; incorporándose para poner las manos sobre mi pecho; comenzó a mover su culo, como si me estuviera follando. Mis manos subieron para agarrar sus tetas por fuera del sujetador.

-                          ¿Quieres verlas?- sonrió mi hermana subida sobre mí

Esa soberbia suya me había enardecido y, de un fuerte tirón, rompí el sujetador por la parte central, dejando sus tetazas al aire. No eran tan grandes como las de Carmen, pero estaban mucho más tiesas y duras.

-                          ¡Eres un bestia!- me dijo tapándose con las manos como si, de repente, le hubiera dado vergüenza.

Me levanté sobre mis codos y, con suavidad, retiré las manos de sus pechos para comenzar a besarlos con mucho cuidado. Ella gimió profundamente al notar mis labios sobre sus erectos pezones y comenzó a acariciar mi pelo, aferrándome contra su pecho.

-                          Así cariño… Trátame bien.- susurraba sin dejar de frotarse contra mí.- Chupalas, así…Ummm… Por esta noche son tuyas.

Por supuesto que escuché la frase, pero una vez conseguido lo que más quería en este mundo no iba a dejar escaparlo por nada del mundo. Pero ya me ocuparía más tarde, ahora sólo quería disfrutar de una noche maravillosa con mi hermana. Me levanté más aún haciendo que mi hermana cayera de espaldas sobre la cama.

-                          ¡Hey! ¿Qué haces?- dijo ella algo asustada al ver que, de nuevo, yo controlaba la situación.

-                          Déjame jugar un poco a mí, ¿vale?- contesté estando otra vez sobre ella.

Comencé a besar su cuello, bajando hacía sus tetas, mientras mis manos sobaban sus piernas y su culo; quizás presintiendo mis intenciones, mi hermanita levantó su trasero, dejando que mis manos entraran bajo el elástico de su tanguita, para comenzar a bajarlo y sacarlas por sus tobillos. Besé sus pies, haciéndola reír por las cosquillas, y volví a bajar por sus piernas hasta llegar al interior de sus muslos; abrió sus piernas enseñándome el mayor de sus tesoros: un coñito totalmente depilado a excepción de una pequeña línea de vello sobre su monte de Venus.

Bajé de la cama, para ponerme de rodillas a los pies de la cama y arrastrando a mi hermana de las piernas hasta situar su coñito justo al borde… Entonces bajé besando desde el ombligo, hasta que mi lengua entró en contacto con su delicioso coñito.

-                          Ummm, asíiiii. ¡Que bueno!- gimió mi hermana arqueando su espalda y echando la cabeza hacía atrás.

-                          Me lo comería durante horas…- susurré y volví a posar mi lengua buscando su clítoris.

-                          Pues no te cortes, cariño… Es tuyo…- seguía diciendo sin parar de gemir.

Mi lengua jugaba ya con su clítoris, mientras mis manos habían subido para agarrar desde abajo esas tetas que eran el motivo de mi devoción desde que tengo uso de razón casi.

-                          Manu… Umm… Sube a la cama, por favor… Quiero comerte a ti también.

-                          Lo que tu quieras, cariño.- dije subiendo a la cama bajándome el pantalón y el boxer de un solo tirón, sabiendo perfectamente lo que me esperar.

Al estar sobre la cama y con mi cabeza volviendo a mi escondite entre sus piernas, noté la mano de mi ansiada hermana agarrando mi polla.

-                          Ufff, Sandra que mano más caliente tienes…- dejé escapar separando de nuevo la boca de su coñito.

-                          Cállate y sigue, por favor…Ummm- dijo y comenzó a lamer el tronco de mi polla haciéndome estremecer.

-                          ¡Joooder!- exclamé para volver a comerme su coño, mientras notaba  como empezaba devorar mi polla.

Aquel 69 duró casi diez minutos, en los cuales noté como mi hermana se corría por primera llenando mi boca con sus jugos. Mi polla durísima salió de su boca a la vez que Sandra buscaba recuperar el aliento tras su primer orgasmo.

-                          Madre mía, amor… ¡Que boca tienes!

-                          Ha sido maravilloso…- le dije mientras me daba la vuelta para situar mi cara junto a la suya.

-                          Eres tan tierno…- dijo muy bajito mi hermana, acercando su boca para volver a besarnos.

Mientras su lengua lamía mis labios y mi barbilla, probando el sabor de propio coñito, su mano volvió a agarrar mi polla y comenzó a pajearla.

-                          Todavía no te has corrido… Habrá que hacer algo con esto, ¿no?- dijo dándome pequeños besos en los labios.

Yo la observaba en silencio totalmente superado por la situación. Ella pasó una pierna sobre mí para colocarse a horcajadas. Asió con fuerza mi polla y empezó a frotarla con su mojadísimo coñito.

-                          Ufffff… Estás empapada…- dejé escapar sin dejar de apretar los labios.

-                          Chisssst… Déjate llevar, ¿vale? Soy tu hermana mayor y tienes que hacerme caso… Ummm- dijo jadeando profundamente al empezar a introducirme mi polla.

-                          Ummm, joder… Que rico, así…- espeté sintiendo dentro de ella.

-                          Así hermanito… Siénteme… Que bueno…- dijo poniendo las manos sobre mi pecho y comenzando a cabalgarme muy despacio.

Allí estaba yo bajo mi hermana, sintiendo como se clavaba mi polla hasta los huevos y como movía sus caderas en círculos sobre mí. Mis manos volvieron a agarrar sus tetas que se sacudían con el trote.

-                          Parece que te han gustado… Ummm… Joder… Me voy a correr otra vez, hermanito…- dijo acelerando el ritmo mientras mis manos pasaban de sus tetas a los cachetes de su maravilloso culazo.

-                          Sandra, yo también me voy a correr… No puedo aguantar… Déjame salirme…

-                          Dios mío… Ufff… Joder, que rico… Córrete mi amor… Ahhhh…

Ya no pude aguantar más y comencé a correrme a chorrazos dentro del coñito de mi hermana mayor, mientras ella cogía uno de los cojines que había sobre la cama para morderlo y disimular sus gritos, ante la llegada de un nuevo orgasmo. Cayó derrumbada sobre mi pecho, juntándose nuestros sudados cuerpos el uno con el otro.

-                          Madre mía, nene… Menudo polvo…- me dijo con su cabeza al lado de la mía y acariciando mi pecho.

-                          Ufff… Creo que no me voy a poder mover en un mes…

-                          Pues creo que ahora tendrás que irte a tu cama, que mañana hay clase y hay que madrugar.

-                          ¿No me puedo quedar a dormir contigo?

-                          ¿Y que a mamá le dé por entrar en la habitación y nos vea juntos y desnudos?

La verdad que su razonamiento era bastante factible y nada alejado de la realidad. Acaricié su cara de ángel y volví a besarla.

-                          Sandra, antes has dicho que por esta noche serias mía… ¿Sólo por está noche?- dijo con la pena quemándome por dentro.

-                          Manu, te quiero con toda mi alma pero sabes tan bien como yo que esto es una autentica locura… Somos hermanos y no puede ir bien…

-                          Nos merecemos intentarlo… Nos lo merecemos…

Mi hermana guardó silencio unos instantes mirándome a los ojos, como si una lucha interior la estuviera atormentando.

-                          Es una locura, Manu…

-                          ¿Y quien ha dicho que no estemos locos…?

Sandra se levantó de la cama y se dirigió a la puerta de su habitación mientras yo la observaba desnudo desde su cama.

-                          Voy a limpiarme todo esto.- dijo haciendo un gesto que indicaba mi semen escurriendo entre sus muslos.- Cuando vuelva no te quiero ver aquí…

-                          Sólo me iré si me dices que sí…

-                          Que sí, ¿a qué?

-                          A que lo intentaremos…

Se acercó hasta abrir la puerta, recogió algo de mi lefa que escurría ya por sus muslos y se lo llevó a la boca…

-                          Sí… Lo intentaremos, pero ahora vete de mi dormitorio, pesado…

Sonreí cuando Sandra se marchó al baño; me levanté poniéndome el pantalón y los boxer y me dirigí a mi cuarto. Mañana sería el primer día del resto de mi vida…

Sandra

Me levanté por la mañana estirándome como una leona; había dormido completamente desnuda bajo las sabanas de mi cama. El recuerdo de la noche pasada con mi hermano Manu me hizo sonreír al levantarme. Me vestí para ir a la universidad, cogiendo unos vaqueros y una camiseta de manga larga, porque por la mañana refresca bastante…

Salí de mi habitación para bajar al salón, asomándome antes a la habitación de mi hermano que se levantaba un poco más tarde porque su facultad estaba bastante más cerca que la mía. Me enterneció ver a mi hermano metido en su cama tan tranquilo; parecía que no había roto un plato en su vida… Yo luchaba contra mis sentimientos desde hace meses pero, al final, no pude evitar dejarme llevar por lo que mi hermano pequeño me hacía sentir.

Bajé al salón bajando las escaleras de dos en dos y encontré a mi madre que me estaba preparando el desayuno en la cocina como cada mañana.

-                          Buenos días- me saludó poniendo la mejilla para que le diera un beso.

-                          Buenos días, mami…- contesté dándole el reclamado beso

-                          ¿Estaba ya despierto tu hermano?

-                          No, pero déjalo un rato más, pobrecillo- dije mientras apuraba el vaso de zumo.

-                          Desde luego vaya cambio entre vosotros… El año pasado te molestaba que durmiera más que tú y ahora me pides que lo deje dormir más.

-                          Bueno, supongo que no gano nada haciendo que Manu madrugue.

-                          Anda, vete ya… Que vas a llegar tarde…- me dijo dándome el sándwich liado en papel de aluminio para que me lo llevara.

Cogí el autobús hasta la universidad, encontrándome en la puerta de entrada a Lucía que venía con su hermano Lucho.

-                          Buenos días, guapísima…- dije cogiendo a mi amiga por la cintura y haciendo girar sobre sí misma

-                          ¡Joder!- se quejó con cara de sueño.- ¡Que bien estás para ser lunes! Parece que te ha sentado bien dejar a Germán.

Lucho sonrió ante el comentario de su hermana, lo que me hizo pensar que le había contado todo lo sucedido el día anterior con mi ya ex novio.

-                          Bueno, supongo que veo las cosas de distinta forma…- aclaré sin borrar la sonrisa de mi cara.

-                          Ayer, estuve jugando al basket con tu hermano, ¿te lo dijo?- dijo Lucho entrando en la conversación mientras seguíamos caminando.

-                          No, no me lo dijo.- contesté algo nerviosa al escuchar la primera referencia del día a mi hermano; me sentía incomoda, como si pensara que se me notaría algo.

-                          Bueno, será por la paliza que le dí… Le dará vergüenza que la gente lo sepa, jaja.

Reímos los tres al llegar a la puerta; Lucho besó en la mejilla a su hermana Lucía como hacía cada mañana para dirigirse a su aula… Me parecía que siempre hacía el gesto de darme dos besos tambien a mí, pero su timidez pesada más aún que sus ganas.

-                          Sandra, ahí está Germán con sus amigos…- me dijo Lucía una vez que Lucho se había marchado.- Parece que hoy no tiene ganas de entrar a clase…

No era extraño encontrar a Germán allí con sus amigos, porque el Ciclo Superior que estaba cursando tenía sus instalaciones justo al lado de mi facultad; de hecho esa fue la manera de conocerlo hace algunos meses. Miré hacía donde estaba sin dejar de caminar hacía mi clase. Él me miraba con gesto triste y serio, sentado en la moto de uno de sus amigos, que reían por cualquier otro tema. Pensé en la frase de Carmen, de que intentaría reconquistarme y pensé que, después de lo que había pasado esa noche por fin, con Manu lo tendría muy difícil.

El día de clase pasó muy lento, incluso con los descansos entre clases, porque estaba deseando hablar con mi hermano. Cada vez estaba más segura de que, como decía mi hermano, quería intentarlo. En uno de esos descansos, un mensaje llegó a mi móvil:

“Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo… Te echo de menos”

Por supuesto, era de Manu y me hizo poner una tonta sonrisa que llamó la atención de Lucía que se fumaba un cigarro en la entrada conmigo:

-                          ¡Vaya carita que has puesto! ¿de quien es ese mensaje?- dijo viendo mi cara atontada.

-                          No seas tonta, es de mi hermano… Que está tonto…- dije diciendo la verdad para ocultar esa misma verdad.

Sabía que aunque supiera que era un mensaje de mi hermano, Lucía nunca podría sospechar el sentido que tenía ese mensaje. Estaba deseando que Carmen estuviera en la ciudad, al ser la única persona con la que podía compartir mi secreto, porque necesitaba desahogarme.

Al acabar la jornada de clases, me dirigí a mi casa con unas ganas locas de ver a Manu; parecía una niña enamorada de su primer chico… En cierto sentido se podía decir que no iba muy desencaminada, porque estaba enamorada y, si lo pensaba bien, Manu siempre había sido mi “primer” chico.

Entré en el salón, nerviosa por guardar las apariencias delante de mi madre; pero no pude evitar dibujar una sonrisa en mi cara al ver a mi hermano sentado en el sofá con mi madre.

-                          ¡Vaya! que contenta vienes, ¿no?- dijo mi madre que tenía su mano en la rodilla de su hijo.

-                          No sé, supongo que me gusta llegar a casa…- me excusé sin perder la sonrisa y provocando otra sonrisa en mi hermano.

Comimos los tres viendo la televisión, echándonos miradas disimuladas llenas de morbo y excitación; como Manu siempre comía sentado frente a mí en una mesa tan grande, no existía ningún contacto entre nosotros, lo que agradecí en cierto modo, porque si mi hermano llegará a tocarme en ese momento, hubiera saltado sobre él, como una tigresa.

Después de comer, recogimos la cocina para ayudar a mi madre; en uno de lo momentos en los que coincidimos en el comedor, llevando yo los platos con las sobras a la cocina, Manu acarició mi culo con su mano, abarcando por completo uno de mis cachetes, por encima del vaquero.

Una vez recogida la cocina, mi hermano subió a su habitación mientras yo acababa de poner el lavavajillas y de limpiar la vitrocerámica.

-                          Nena, ¿acabas tú de recoger esto?- me dijo mi madre cogida de mi cintura.-Me voy a echar un rato en mi habitación, que me duele un poco la cabeza…

-                          Tranquila mamá, acabo yo y después me subiré a mi cuarto para no hacer ruido en el salón.

-                          Gracias cariño…- me dijo dándome un beso en la mejilla y saliendo de la cocina.

El hecho de saber que mi madre estaría durmiendo y podría estar sin preocupaciones con Manu, me hizo darme más prisa aún en las labores domesticas. Subí después a la planta de arriba y, sin pasar por mi habitación, entré a la habitación de mi hermano pequeño. Allí estaba él tumbado en su cama, sin camiseta, y viendo la televisión con los brazos tras la nuca

-                          Así que me echabas de menos, ¿eh?- dije una vez cerrada la puerta a mis espaldas.

-                          ¿Tú no?

-                          No sé como lo has hecho, pero me tienes todo el día pensando en ti…- comencé a acercarme al lateral de la cama

-                          Creo que somos muy pastelosos…- dijo sonriendo, incorporándose de la cama.

-                          ¿Pastelosos?- pregunté arqueando las cejas y con los brazos en jarras, de pie junto a su cama.

-                          No te enfades, guapa.- dijo sentando ya en la cama y rodeando mi culo con sus brazos y levantando mi camiseta para besar mi ombligo.

Un escalofrío me recorrió la espalda; aún no me acostumbraba a sus caricias. Yo le correspondía revolviéndole el pelo, mientras notaba su lengua jugando con mi barriga. Entonces comenzó a desabrochar el botón de mi pantalón vaquero y me lo bajó hasta los tobillos. Yo misma saqué mis zapatillas y después el pantalón para quedarme en tanga, delante de él.

-                          Ufff… No me cansaré nunca de verte así…- dijo notando, ahora sí, sus manos sobre mi culo desnudo.

-                          Pues vivimos juntos, así que no tendrás que ir muy lejos para verme…- contesté sentándome en la cama a su lado.

-                          Pues más cerca todavía te quisiera…- sentenció tumbándome en la cama mientras me daba un beso con lengua que me hizo gemir.

-                          No podemos hacer mucho ruido, nene… Mamá está dormida.

-                          Perdona, guapa. Pero aquí la escandalosa eres tú…- rió mientras volvía a besarme pero está vez agarrando mis tetas bajo la camiseta.

Nuestras manos exploraban cada recoveco de nuestros cuerpos, sin dejar de besarnos ni un instante. Me ayudó a incorporarme, para sacar por mi cabeza la camiseta y dejarme en un sujetador que, segundos después, cayó al suelo de su habitación.

Su boca se desplazó, inmediatamente, de mis labios a mis pechos succionándonos con fuerza mientras los apretaba con sus manos, llegando al fino umbral que separa el dolor del placer.

-                          ¡Ayyy! Ten cuidado, Manu… Me haces daño…

-                          Lo siento, es el ansia de tenerte…

-                          Pues relájate, cariño… Que me tendrás las veces que quieras.

A partir de ese momento, ya no hubo más palabras… Mirándome a los ojos, echó mi tanga a un lado, sin llegar a quitármelo, mientras metía su mano en el pantalón para sacar con mi ayuda su durísima polla; esta vez no hubo tantos preámbulos como la otra vez. Abrí mis piernas para que se colocara entre ellas y, agarrándole la polla, la sitúe a la entrad de mi coñito. Comenzó a empujar metiendo casi la mitad de un golpe de riñones.

Me abracé a él mientras le mordía el hombro para ahogar un grito de puro gusto. Él no pudo reprimir un grito apretando los dientes, ante mi mordisco. Sin pausa, comenzó unas embestidas profundas que me hacían llegar al cielo al sentir sus huevos chocando en mi trasero. Yo me agarraba con fuerza a las sabanas con los nudillos blancos de tanto apretar.

Yo sentí como un tremendo orgasmo nacía en mis ovarios, mientras mi hermano no dejaba de arremeter con su polla contra mi coñito, que se ensanchaba al máximo para dar cabida a ese gran invasor.

-                          Nena… Me voy a correr…Ufff….- me dijo en voz baja al oído mientras no paraba de follarme.

-                          Ca… Cállate… Por dios, y no pares ahora o te mato…- dije aferrándome a su musculosa espalda.

Minutos después, y besándonos con locura, noté como Manu comenzó a correrse, por segunda vez en dos días, dentro de mí. Lo acompañé corriéndome también mientras sentía como se vaciaba por completo en mi coñito. Dos últimos pollazos fuertes hicieron que volviera a morderle el hombro mientras con mis uñas cruzaba su espalda con arañazos.

Se retiró de encima mía, tratando de recuperar el aliento; yo no tenía fuerzas ni para cerrar las piernas y mi tanga se estaba empapando con la leche que salía de mi interior. Los dos nos quedamos, unos segundos, mirando al techo de la habitación sin decir una palabra.

-                          Eso ha dolido mucho…- dijo Manu tocándose la espalda con una sonrisa en sus labios.

-                          Lo siento… Habrán sido el ansia de tenerte…- repetí sin poder aguantar la risa.

-                          Serás…- soltó sin completar la frase mientras me hacía cosquillas en el costado.

-                          Para, jajajja, paraaaa…- decía sin poder parar de reír.

Se detuvo para mirarme de nuevo, con esos ojazos que me tenían enamorada, y besarme suavemente en los labios.

-                          Creo que ya es hora de irme…- dije sentándome en la cama y agachándome a coger mi sujetador.

Manu me cogió por el hombro para tumbarme otra vez en la cama. Yo reí ante su brusco gesto que me dejó de nuevo a su lado.

-                          Hoy si te puedes quedar a dormir la siesta conmigo… Mamá está dormida.

-                          De acuerdo, me quedaré… pero a dormir, ¿eh?

-                          Lo que usted ordene, mi sargento.- bromeó con un simpático gesto militar.

Manu

Tengo que admitir que esa semana fue una locura total; apenas podíamos controlar nuestros impulsos y cada día provocábamos situaciones que nos llevaban al límite del morbo y la excitación.

Por ejemplo, uno de los días estaba mi hermana en la cocina haciendo unas pizzas por la noche; llevaba una de sus camisetas anchas que le llegaban justo por debajo de la cadera, dejando sus maravillosos cachetes al aire.

Los días que mi hermana decía de preparar pizzas para cenar, mi madre se despreocupaba, quedándose en el salón viendo la tele y dejando que yo preparara la mesa. Pero al entrar en la cocina no lo pude evitar y cogí por la cintura desde atrás a Sandra, frotando mi bultazo contra su trasero.

-                          ¿Qué haces? ¿Estás loco?- susurró echando la cabeza hacía atrás.

-                          Si te callas no nos oirá.- contesté besándole el lóbulo de su oreja izquierda

Sabía perfectamente que ese era su punto débil y soltando un leve suspiro se rindió. La incliné sobre la encimera de la cocina levantándole la camiseta para dejar su culo al aire; como si no nos importara ya que nos pillaran, bajé sus braguitas hasta la mitad de sus muslos y la penetré muy suave… Agarrado a sus caderas, estuvimos follando durante unos minutos que se hicieron interminables para nosotros, llegando los dos casi a la vez a un tremendo orgasmo.

-                          Anda, tonto… Ahora pon la mesa antes de que mamá sospeche algo.- dijo subiendo las braguitas y colocándose la camiseta.

-                          Te quiero, hermanita.

-                          Y yo a ti, nene…- me besó en los labios para volver a estar pendiente del horno donde estaban metidas las pizzas.

Cada vez que, por la tarde, mi madre salía a dar algún paseo con Raúl aprovechábamos para hacer el amor en cualquier rincón de la casa, desde la cocina hasta el salón. Los días que coincidíamos con mi madre en casa, nos las ingeniábamos para pasar la noche juntos, alternando las habitaciones o para ducharnos juntos y follando bajo el agua caliente de la ducha.

Así, estuvimos hasta el fin de semana haciendo una media de dos veces al día… Estábamos desatados y, unas simples caricias nos encendían hasta el punto de acabar revolcándonos por cualquier rincón de la casa.

Aquel sábado, Sandra había salido para ir a ver a Lucía; supongo que para quedar para salir por la noche. Este era un problema que aún no habíamos afrontado: salir en pandilla con nuestros amigos sin que se notara nada… No sabía si sería capaz de estar toda una noche al lado de mi hermana sin poder besarla, ni acariciarla; pero teníamos claro que una cosa era la intimida de las cuatro paredes de nuestra casa y, otra muy distinta, una discoteca abarrotada de gente.

Estaba pensando en estás cosas cuando sonó el timbre, cosa que me extrañó porque tanto Sandra como mi madre tenían llaves de casa. Abrí la puerta, esperando que fuera el cartero o quizás alguien pidiendo limosna, y me encontré de bruces con Carmen, sonriendo ante la entrada de mi casa.

-                          Hola guapo, ¿me echabas de menos?- dijo con una radiante sonrisa.

Estaba preciosa como siempre, con un pantalón vaquero ancho, pero muy bajo de caderas y un una rebeca cruzada por el frío de la mañana.

-                          ¡Carmen! ¿Qué haces aquí?- dijo algo nervioso por la situación; allí estaba la chica que había hecho posible todos mis sueños, pero con la que también tenía una relación, que no sabía muy bien como catalogar.

-                          Pues que como llevas una semana desconectado y no sé nada de ti he decidido venir para pasar el fin de semana contigo.- me dijo entrando en mi casa y rodeando mi cuello con sus brazos.

-                          Lo siento mucho, Carmen… Yo no…- decía tratando de separarme de ella para que no notara mi erección; uno puede ser fiel pero sigue teniendo sangre en las venas.

-                          No seas tonto, Manu… Tu hermanita me lo ha contado todo; relájate, ¿vale?- me dijo riendo y cogiéndome de la mano para llevarme al sofá del salón.

Yo la seguía como un zombi, sin saber muy bien que le habría contado mi hermana; me sorprendí a mi mismo, mirándole el culo como hacía antes… Joder, es que tiene un jodido culo que es la muerte. Nos sentamos en el sofá y, sin soltar las manos, me preguntó:

-                          Bueno, cuéntamelo todo… Quiero saber como estás…

-                          ¿Qué te ha contado mi hermana exactamente?

-                          Lo suficiente como para que me resulte raro que a estas alturas la sigas llamando “hermana”…

-                          Pues sí, lo siento… Estoy con ella, queremos intentarlo, aunque sea difícil…- dije mirando al sofá sin querer afrontar su mirada.

-                          Oye nene, que no tienes nada que sentir, ¿vale?- me dijo cogiéndome la barbilla para elevar mi mirada.- Tengo que admitir que me gustas mucho, pero los dos sabíamos lo que buscabas… No estoy enfadada.

-                          ¿De verdad?

-                          De verdad… Nada que no te pueda perdonar a cambio de esto…- soltó echando mano a mi paquete, provocando que yo diera un salto del sofá.- ¡Que es broma hombre! Jaja.

-                          Quiero que sepas que tú también me gustas mucho y que, quizás, fuera mucho más fácil que me hubiera enamorado de ti en lugar que de mi…- corté la frase al darme cuenta de lo que iba a decir- Que de Sandra, pero no lo he podido evitar.

-                          No me digas esas cosas, que nada más que con tus disculpas ya me estás diciendo cosas más bonitas que las que ningún tío me ha dicho nunca.- dijo haciendo un gesto de abanicarse ante el calentón que le provocaban mis palabras.- Aunque no te lo creas, no sabes lo que me alegro por vosotros; ya encontraré alguien que me quiera…

-                          Lucho, por ejemplo…

-                          ¿Luisito?- preguntó con los ojos como platos.- ¡No me jodas que ahora me vas a hacer tú de celestino!

-                          Jajaja, no mujer… Pero es un buen tío y me dijo que follabas como una leona…

-                          ¿Eso te dijo?- dijo viendo por primera vez algún gesto de vergüenza en la descarada amiga de mi hermana.

-                          No sé, creo que pegáis un montón… Él tan cortado y tú tan lanzada; además ya lo conoces en la cama…

-                          No si no digo que no, pero…

-                          No dice que no, dice la tía, jajaja…-reí con ganas de lo receptiva que era Carmen para cualquier cosa.

-                          ¿Por qué te ríes de mí? Además no estábamos hablando de mí… ¿Me vas a contar como ha ido todo?

-                          Mejor me cuentas tú, lo que mi hermana te ha contado a ti.

-                          Bueno, pues… Me ha dicho que os habíais acostado y…

-                          ¿Por ahí ha empezado?- pregunté un poco decepcionado.

-                          ¿Me vas a dejar acabar de hablar?

-                          Sí, sí… Perdón.

-                          Pues eso, que no pudo evitar acostarse contigo; que tenía miedo a lo que podía pasar, pero que la tentación era demasiado grande… ¡Al final has conseguido lo que querías!

-                          No sé, esperaba que ella sintiera otra cosa… No parece que esté enamorada de mí…

-                          ¿Pero que dices, nene? ¡Está colgada por ti! Por supuesto que tiene dudas, pero nunca me había hablado así de ningún tío… Además, por lo visto, piensa igual que yo…

-                          ¿Qué?

-                          Que follas de puta madre…

En ese momento, no pude evitar reír a carcajadas al imaginarme esa frase saliendo de mi hermana; Carmen se contagió de mi risa y me miraba con gesto tierno… La verdad es que era una tía increíble y su reacción ante la relación entre mi hermana y yo era digna de estudio. Dejamos de reír para mirarnos el uno al otro; por un momento, temí que intentara besarme porque, en verdad, no sabía como podía reaccionar ante algo así.

-                          Te echaré mucho de menos…- dijo con las lágrimas saltadas.

-                          Carmen, no iré a ningún lado… Siempre me tendrás; te has ganado nuestro agradecimiento de por vida.- traté de calmarla, limpiando su mejilla con el dorso de mi mano.

-                          Ya lo sé, Manu… Si aunque no lo parezca ahora mismo, estoy muy feliz por vosotros… Cuando yo llegué al barrio, la primera amiga que tuve fue tu hermana, para mí es como si fuera mi propia hermana. Y tú, bueno, ya sabes…

Sonreí con gesto de expectación ante lo que iba a decir de mí; ella se dio cuenta de mi gesto y acarició mi cara con sus manos.

-                          Tú eres como el hermano pequeño que siempre daba el coñazo, pero de repente te convertiste en cisne… El día que me contaste lo que te pasaba con tu hermana, me pasé toda la noche dándole vueltas sin saber que hacer; si llamar a tu hermana, o pasar del tema… Pero entendí lo mucho que habías confiado en mí y tenía que ayudarte; aparte de que estás buenísimo y eso también ayuda…- volvió a bromear rompiendo lo sentimental del momento.

-                          Muchas gracias… Por lo de cisne, no por lo de buenísimo, jaja.

-                          Ya en serio; quería venir a verte antes de esta noche… Tu hermana no sabía que iba a venir este fin de semana, yo quería aclarar las cosas contigo…

-                          Lo entiendo, Carmen.

-                          Esperaré a tu hermana para darle una sorpresa y está noche nos iremos a celebrar lo vuestro.

-                          Bueno, eso es lo malo de esta situación; que no podemos celebrarlo ni hacerlo público…

-                          ¡Joder, Manu! No te estoy hablando de hacer una presentación oficial de la pareja… Si no de tomarnos unos chupitos los tres, para celebrar que nuestro plan salió perfecto…

-                          No le he contado nada de lo de “nuestro plan”

-                          ¿Ah no? Pues creo que deberías…

-                          ¿Y si se enfada?- pregunté un poco inseguro.

-                          Mira, tu hermana es un poco menos lanzada que yo; pero el hecho de que esté follando con su hermano, con perdón, creo que demuestra que está preparada para escuchar cualquier cosa.- explicó Carmen tratando de tranquilizarme.

-                          Quizás, pero por ahora prefiero no arriesgarme a enfadarla… Por favor, prométeme de no se lo contarás.

-                          Vaaaaale… Pero a cambio de una cosa…

-                          ¿Qué cosa?- la miré un poco preocupado por su intercambio.

-                          Quiero un último beso tuyo…

Yo me quedé un poco cortado, porque no sabía que decir; no sabía si bromeaba o no, pero por mi cabeza pasaba la idea de que no estaba bien besar a otra chica ahora que Sandra formaba parte de mi vida. Pero, Carmen me demostró que no bromeaba al acercarse a mí, arrinconándome en mi lado del sofá y besando, primero muy suave, mis labios, para después darme un pequeño bocado en el inferior; mi boca se abrió tímidamente para recibir su lengua… Con diferencia, el beso más tierno que me había dado Carmen desde que la conozco.

Se separó de mí, poco a poco, mientras yo la miraba con los ojos como platos y la polla durísima. Me faltaba el aliento y, aunque pensaba en mi hermana, por un momento imaginé  abalanzarme sobre ella… No podía hacerlo y eso me demostró que estaba más colgado de mi hermana que nunca.

-                          Que facilón eres, Manu… Jaja- rió Carmen dándome otro besito en los labios.- ¿Ya estás besando a otra mujer?

Creo que al ver mi cara de vergüenza y tristeza, por pensar que había traicionado a mi hermana,  Carmen reaccionó dándome un sonoro bofetón que me puso la cara roja.

-                          Es broma, Manu…- dijo para cogerme después de nuevo de las manos.- No pienso decir nada de esto; estás colgado por tu hermana y ella por ti. Yo sólo quería besarte por última vez pero nunca, y escucha bien esto, nunca pondría en peligro vuestra relación… Te vuelvo a repetir que os quiero más que a mi vida.

Ante esta declaración tan sincera e impactante, no pude evitar abrazarme a ella. Sentir su pecho pegado al mío y su cabeza echada en mi hombro, sin ninguna connotación sexual por primera vez, me hizo feliz… Éramos dos amigos abrazándose, diciendo con un gesto que siempre nos tendríamos el uno al otro.

-                          Anda, vete a la ducha… Qué es tarde y hueles a tigre.- dijo tapándose la nariz y alejándose de mí.

-                          ¡Que tonta eres!- le dije dándole un azote en la rodilla y levantándome del sofá y dirigiéndome a las escaleras.- ¿Te vas a quedar aquí a esperar a mi hermana?

-                          Hombre, si quieres invitarme a la ducha contigo…- bromeó como siempre.

-                          ¡Carmen!- protesté

-                          ¿Qué quieres? Una no puede cambiar de la noche a la mañana, ¿no? Jaja. Además, que no pueda tocar, no quiere decir que no pueda mirar, ¿verdad?

-                          Eres incorregible…- le dije mientras subía las escaleras escuchándola reír y como ponía el televisor, como si estuviera en su casa.

Llegué a mi habitación y cogí ropa interior limpia para irme a la ducha; la verdad que era bastante temprano aún para prepararse para la noche, así que preparé ropa deportiva para estar en casa, para ponérmela tras la ducha.

Sandra

Abrí la puerta de mi casa tras venir de casa de Lucía; había quedado con ella para pasar la tarde y planear la noche. Pero no me entretuve mucho, porque sabía que mi madre había salido con Raúl y no quería desaprovechar la ocasión de pasar la tarde con Manu en casa.

Al entrar escuché el televisor puesto, lo que me extrañó porque Manu, si estaba solo en casa, siempre veía la tele en su habitación. Pero pensé que quizás se había quedado en el salón para esperar a que yo llegase… Entré al salón con una sonrisa y me quedé de piedra al ver sentada en mi salón a mi amiga Carmen.

-                          Vaya cara, cariño…- dijo riéndose de mí.- ¿Esperabas a otra persona?

-                          CARMEEEEN- grité para echarme encima de ella para caernos al suelo desde el sofá.

-                          Tíaaa, que me vas a joder la espalda, jajajaja.

-                          ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me has avisado de que venías?- la martilleaba a preguntas mientras no dejaba de darle besos por toda la cara.

-                          Para, para, paraaa…- reía ella escandalosamente tratando de quitarme de encima suya.

Me senté en el suelo, dejando que se incorporará con dificultad; no podía dejar de mirarla con una sonrisa en los labios.

-                          Joder, que paliza me has dado…

-                          Lo siento.- me disculpé dándole otro beso en la mejilla.- ¿Y como has entrado?

-                          Me ha abierto Manu…

Por un instante una sombra de estúpidos celos se cruzó en mi mente; escuchar de boca de Carmen que había estado a solas con mi hermano, después de los encuentros sexuales de los había llegado a ser testigo, me hizo sentirme incomoda.

-                          ¿Y esa cara? ¿No me digas que estás celosa de mí? Jajaja.

-                          Ya sé que es una tontería, lo siento.

-                          Nena, tienes un novio que es un sol…

Menudo subidón escuchar la palabra “novio” relacionándolo con mi hermano; no había pensado nunca en eso, el hecho de que él fuera mi novio. Me entró vértigo de pensarlo… Poco a poco pensé, cada cosa a su momento.

-                          Que conste que me he insinuado y me ha rechazado…

-                          ¿Qué te has insinuado?- pregunté nerviosa.- Serás zorra…

-                          Jajaja… Que no mujer, sólo he venido para hablar con él. Creo que merecíamos tener una charla, ¿no?

-                          ¿Y te rechazó?- seguí preguntando, interesada solo en la parte de la conversación que me convenía.

-                          Escuchas lo que quieres, ¿eh? Mira, no debes temer por Manu, está loco por ti… En serio, hemos hablado porque quería saber como estaba él, porque aunque no te lo creas, hemos llegado a ser muy amigos.

-                          ¿Y donde está ahora?

-                          En la ducha… Juro que no he subido a mirar, jaja- dijo poniendo torpemente el gesto de Star Trek que usábamos mi hermano y yo.

Cogí su mano, y le separé los dedos para ayudarla a que el gesto fuera perfecto; ella me miró sonriendo como agradeciendo el gesto.

-                          Ahora si me perdonas, creo que alguien me espera en la ducha.- le dije con cara de niña mala.

-                          ¡Vaya con la mosquita muerta!- rió dándome un cachete en el culo al levantarme.- Espera que subo contigo y me quedo en tu habitación que aquí me aburro.

Subimos las dos bromeando, pero mi mente ya estaba puesta en meterme en la ducha con Manu, porque estaba realmente excitada de imaginármelo desnudo bajo el agua. Entré en la habitación con ella y empecé a quitarme la ropa, hasta quedar totalmente desnuda.

-                          Bueno, ahora vengo…- dije dirigiéndome hacia la puerta.

-                          Podrías dejarme la puerta entreabierta, jaja… Me debes una…

-                          Serás zorra…- le grité tirándole un cojín antes de salir del cuarto, mientras ella lo esquivaba entre carcajadas.

Abrí la puerta del cuarto de baño y  mi hermano dentro de la ducha se asustó al verme;  tras pensarlo un momento, dejé la puerta entreabierta… ¿Por qué no?

-                          ¿Te has asustado? ¿Esperabas a otra persona?- bromeé mientras me acercaba a la ducha.

-                          ¿Estás celosa, hermanita?- dejándome espacio dentro de la ducha

-                          ¿Debería estarlo?- me contoneé ya bajo el agua y agarrando con firmeza su polla con mi mano.

-                          Bueno, no sé… Quizás si algún día no me das lo suficiente…- bromeó Manu besándome en los labios y dándome a probar su lengua.

No perdí mucho tiempo, me agaché en la placa de ducha y empecé a lamer su duro tronco, mirándolo a los ojos; un suspiro escapó de su boca cuando me metí aquel capullazo en mi boca, para empezar a mamársela muy despacio; fui cogiendo ritmo para chuparle la polla a un buen ritmo durante cinco minutos.

-                          ¿Crees que te doy lo suficiente?-dije sacándome aquel rabazo de la boca para mirarlo con una sonrisa en los labios.

-                          Ven aquí…- me dijo cogiéndome de las axilas y apoyándome contra los azulejos del baño, con mi culito en pompa.

Noté el roce de su polla en la entrada de mi coñito, mientras sus manos acariciaban mi espalda. Justo en el momento que su polla comenzó a entrar en mí, provocando que un sonoro jadeo saliera de mi garganta, eché una mirada a la puerta entreabierta del baño y observé la sombra de Carmen, que nos observaba sin que Manu supiera nada.

-                          En paz… Ufff…- susurré recibiendo los pollazos de mi hermano.

-                          ¿Qué?- preguntó mi hermano, extrañado.

-                          Nada, nada… Tú sigue…

**

Eran las doce y media de la noche cuando llegamos esa noche a la disco; estaba deseando de llegar para ver a Manu, porque habíamos salido por separado para cuidarnos de no levantar suspicacias. Mi hermano nunca había quedado con nosotras, sino que nos lo habíamos encontrado en la discoteca, y eso es lo que decidimos hacer ese día.

Hicimos botellón en el parque donde se formó la escenita con Germán la semana pasada y después fuimos a la entrada; de nuevo, estábamos las tres juntas –Carmen, Lucía y yo- y la noche ya desde el principio prometía.

Justo al entrar en la pista vimos que había mucha gente, pero por más que buscaba con la mirada a mi hermano no lo encontraba. Por un momento, recordé cuando lo vi, en esa misma discoteca, besándome con otra en la barra; buff, que mal me había sentado.

-                          Ni lo pienses, nena… No estará con ninguna tía.- dijo Carmen a mi oído como si me leyera el pensamiento.

Le sonreí como una tonta; justo en ese momento, Lucho me dio un golpecito en el hombro, haciendo que lo mirara.

-                          Sandra, allí está tu hermano… ¿Te importa que lo emborrache?- me dijo con una sonrisa en los labios.

-                          Creo que sería mejor que trataras de emborrachar a alguna chica, ¿no crees?- dijo Carmen, insinuándose a Lucho acariciándole el hombro.

-                          No…No sé…- tartamudeó Lucho nervioso marchándose en busca de mi hermano.

-                          Tía eres una bestia…- reí dándole un golpe en el hombro.- ¿No ves que es muy tímido?

-                          Bueno, tu hermano también era tímido y me lo calcé.- dijo Carmen dándome un beso en la mejilla y yendo en busca de Lucho.

La noche fue pasando entre copas y risas y cada vez más nerviosa por no poder estar a solas con Manu. Las miradas entre nosotros eran continuas y mi corazón latía con fuerza por culpa de este amor “prohibido”.

-                          Hermanita, me debes una copa del otro día, ¿recuerdas?- me dijo mi hermano cogiéndome de la cintura delante de mis amigos y provocando la sonrisa de Carmen.

-                          Cla…Claro… Vamos a la barra y pedimos…- contesté con los nervios a flor de piel de sentir el contacto de la mano de mi hermano, jugando en mi cadera.

-                          Nosotros vamos a salir para fuera a la terraza, ¿vale?- dijo Carmen tratando de alejar a nuestros amigos de nosotros.- Vamos Lucho, que también me podías invitar a algo.

El pobre Lucho no sabía que hacer cuando Carmen se enganchó de su brazo; mientras se iban, Carmen se giró para guiñarnos un ojo en señal de complicidad. Lucía iba delante de ellos bromeando con Carmen.

-                          La madre que la parió- le dije a Manu, refiriéndome a Carmen.

-                          Bueno, ya la conoces, no parará hasta que no consiga lo que quiere… Siempre lo hace…

-                          Vaya, tú sabes mucho de eso, ¿no?

Por toda respuesta, Manu me cogió de la mano y me llevó a un rincón oscuro de la discoteca, para comenzar a besarme.

-                          Espera, espera… ¿Estás loco?- le dije separándome de sus brazos.

-                          Mírame y dime que no quieres besarme ahora mismo.- me dijo guapísimo en la penumbra de aquel rincón.

No pude evitarlo… Sonreí y me lancé de nuevo a sus brazos, comiéndonos la boca con ansia.

-                          Anda, loco… Vámonos a buscar a los otros, que ya llevamos demasiado rato aquí.

-                          Vete tú, iré pidiendo las copas, ¿vale?- me dijo dándome un azote en mi trasero marcado en aquella faldita de tablas.

-                          ¿Seguro?- le dije con voz melosa.

-                          Hermanita, tenemos toda la vida para estar juntos… Aguanta cinco minutos.

-                          Toda la vida… Suena muy bien.- le dije besándolo de nuevo y marchándome

Llegué a la terraza y busqué a la pandilla con la mirada… Desde lejos pude ver a Lucho y Carmen tonteando mientras la pobre Lucía hablaba con otra de sus amigas.  En ese momento, intenté analizar fríamente la etapa de mi vida en la que estaba; era feliz junto al hombre que quería y, aunque fuera muy difícil de entender, no me parecía nada descabellado intentar plantearme un futuro con él. Por otra parte, había encontrado en mi amiga Carmen a la hermana que nunca tuve y en la que podía confiar mis secretos más intimos, así de alguna manera se puede decir que me sentía plena y feliz.

Me dirigía hacía allí, justo cuando alguien me cogió del brazo con fuerza.

-                          ¿Ya ni me saludas siquiera?- dijo Germán con la cara totalmente desencajada por el alcohol y sabe dios que más sustancias.

-                          ¿Qué haces? Déjame me haces daño…

-                          No hace ni una semana que me dejaste y ya estás zorreando por la discoteca, ¿verdad?- me increpada mientras me arrastraba hacía la puerta de la discoteca.

En ese momento sé que lo conveniente hubiera sido gritar, pero tenía tanto miedo que las palabras no salían de mi garganta. Germán fuera de sí me arrastraba hacía un rincón de la terraza, mientras yo buscaba con la mirada a Carmen o a alguno de mis amigos para que me ayudaran.

-                          No soy bastante para ti, ¿eh?-me decía cogiéndome del pelo y gritándome al oído con ese pestazo a alcohol.

-                          Por favor… Germán… Para, por favor- le pedía sollozando tratando de calmarlo y asustada de ver sus ojos desencajados.

-                          No sé como coño pude fiarme de una zorra como tú… Desde cuando llevas liada con el otro tío… A mí no me engañas, ¡estás con otro tío!

Yo no sabía que decir, solo trataba de taparme la cara, ante los golpes que me daba en la coronilla mi ex novio; prefería ni mirarlo para que no creyera que me burlaba de él. De repente lo que escuché fue una voz desde lejos.

-                          ¿Qué coño estás haciendo, Germán?- escuché decir a Lucho que se acercó corriendo con Carmen detrás.

-                          Tú eres ese mierda, ¿verdad?- le decía Germán subiéndose las mangas de la camiseta, para increparme a mí después.- ¿Por esta mierda me has cambiado?

-                          Déjala en paz, tío… Estás borracho; la vas a joder pero bien…- repetía Lucho a una distancia prudencial de Germán, que me tenía agarrado por el pelo y por el brazo.

A esas alturas, éramos el centro de atención de toda la discoteca, pero ningún guarda de seguridad aparecía para ayudar…

  • Venga payaso, acércate si eres tan macho…- decía soltándome el brazo, pero sujetándome aún del pelo.

  • Germán tío… ¿Te estás viendo…? No estás…- decía Lucho acercándose despacio.

Pero no tuvo tiempo de acabar la frase, porque con un rápido movimiento, Germán me soltó para darle un tremendo cabezazo en la nariz a Lucho que cayó redondo al suelo, sangrando aparatosamente.

-                          NOOOOO…- gritó Lucía que corriendo trató de ayudar a su hermano en el suelo, con el apoyo de Carmen, que me miraba con panico.

Aproveché esos segundos para tratar de huir, andando a gatas por el terrizo de la terraza de la discoteca.

-                          ¿A dónde coño crees que vas?- me dijo Germán agarrándome de un tobillo y arrastrándome, de nuevo, junto a él.

Cogiéndome de la nuca me acercó a Lucho, tanto que casi podía oler su sangre.

-                          ¿Éste es el novio que quieres, zorra?

Y fue justo entonces cuando todo se desató; noté como mi cuerpo era lanzado hacía atrás y rodaba por el suelo, mientras Germán se estrellaba contra el suelo al fondo de la terraza, tirando algunas sillas que había apiladas.

  • Te dije que si volvías a tocarla te arrancaba el brazo, hijo de puta…- dijo Manu, que le había dado un puñetazo a germán separándonos dos o tres metros.

Germán se levantó, mientras Carmen aprovechaba el descuido para sacarme de en medio, abrazándome en el suelo. Manu y germán se enzarzaron a golpes, mientras yo gritaba pidiendo ayuda, sin poder ver que ocurría entre esos dos hombres tumbados en el suelo dándose golpes.

Manu estaba encima de Germán descargando puñetazos sin parar, en la cara y el costado de mi ex novio. Y de repente todo se detuvo… Germán estaba abrazado a Manu, para evitar que siguiera golpeándolo; segundos después, con un gran esfuerzo Germán se quitó de encima a mi hermano y, solo entonces, nos dimos cuenta de lo que realmente pasaba.

Manu tenía una enorme mancha de sangre en su abdomen y caía inerte boca arriba, mientras Germán con una navaja ensangrentada en la mano trataba de recuperar el aliento.

-                          MANUUUUUUUU…- grité desesperada acercándome a mi hermano que tosía débilmente echándose mano a su vientre.

En ese momento, llegaron dos guardas de la discoteca que arrebataron la navaja a Germán, que lloraba sin oponer ninguna resistencia. Pero a mi ya no me importaba nada de lo que ocurría a mi alrededor… Sólo quería llegar hasta Manu, que me miraba con lágrimas en los ojos y la cara desencajada.

“¡Llamad a Urgencias!”  “Joder, daros prisa” “No os acerquéis”… Las frases de las personas que nos rodeaban sonaban muy lejanas para mí… Sólo Manu…

-                          San…Sandra…- me decía con un débil hilo de voz.

-                          Estoy aquí, guapo.- decía yo sin poder contener las lágrimas.- Aguanta, mi vida, por favor…

-                          Te quiero… Te… Cof, cof…- comenzó a toser, saliendo sangre de su boca.

-                          Dios mío, por favor…- le abrazaba contra mi pecho llenándome mi blusa con su sangre.

De fondo se escuchaban las sirenas de una ambulancia, mientras uno de los guardas rompía la camiseta de mi hermano para apretar su herida con un trapo, que se empapó de sangre enseguida.

-                          Apártate, chica…- me dijo uno de los guardas.

-                          No pienso dejarlo…- decía cuando el propio Lucho me cogió de la cintura y me retiró de un tirón.- DEJADME CON ÉL…

Carmen me agarraba mientras Lucho daba vueltas alrededor del cuerpo inerte de mi hermano que se desangraba delante nuestra, mientras los guardas trataban de taponar la herida y esa ambulancia no llegaba nunca…

Entre las cabezas de las personas que lo atendían, pude ver como Manu me miraba con una débil sonrisa y los ojos casi en blanco… Estaba pálido por la perdida de sangre y notaba como se le iba la vida y aún así tuvo fuerzas para sonreírme, con los labios ensangrentados… Después, con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó su mano para hacer nuestro particular gesto de Star trek… “Te lo juro” Esas fueran las últimas “palabras” que me dedicó mi hermano… Al momento, su brazo cayó al suelo, al igual que su cabeza, mientras cerraba los ojos, manteniendo esa sonrisa en su cara.

Mientras el guarda de seguridad, le hacía el boca a boca, Lucho me sacaba de allí a tirones de mi cintura… A esas alturas las fuerzas me fallaban y no paraba de gritar desesperada el nombre de mi hermano… Carmen lloraba, pero se quedó al lado de Manu para que no estuviera “solo”. Lucía me acompañaba junto a su hermano, hacía la salida, donde nos cruzamos con los operarios de esa ambulancia que parecía no llegar nunca.

Dicen que, a veces, una persona puede escuchar como se le rompe el corazón… Puedo dar fe de que, ese día, mi corazón estalló en mil pedazos…

EPILOGO

Tres meses después

Sandra

El agua de la ducha caía por mi cuerpo desnudo, dejándola escurrir por mi cara y pensando en todo lo que había pasado últimamente; no pude evitar derramar algunas lágrimas.

-                          ¿Por qué lloras ahora?- me dijo Manu mientras me cogía dulcemente la cintura desde atrás.

Allí estaba mi hermano, en la ducha junto a mí, totalmente desnudo y abrazándome.

-                          No sé que habría hecho si te hubiera perdido, nene…- le dije acariciando la enorme cicatriz que cruzaba su vientre, fruto del navajazo y de las tres operaciones para extirparle el bazo y reconstruir el tejido abdominal.

-                          Pero eso no ha ocurrido… Te lo juré, ¿recuerdas?- dijo repitiendo de nuevo el gesto de Star Trek que hizo aquella noche.

-                          Para toda la vida…- susurré abrazándome a su pecho.

-                          Eso es, Sandra, para toda la vida…- se agachó para besar mi tripita de embarazada.

(FIN)