Pequeño hermano mío: El tiempo no todo lo cura...
Sigue la historia de Sandra y Manu... Al final he decidido que no sea el último capitulo, espero no decepcionaros
Sandra
- Sandra… Hermana… Tengo algo que contarte.
Manu estaba tan cerca de mí que podía notar su aliento, cuando aún tenía su sabor en mis labios. Me miraba con gesto serio, mientras se mordía el labio inferior en un gracioso gesto. Estaba guapísimo. Yo aún trataba de mantener a raya mi llanto, pero su mano en mi barbilla tenía un efecto tranquilizador.
Me cogió de la mano y me llevó a su cama para que nos sentáramos sobre ella. No soltó mi mano en ningún momento y, cabizbajo, parecía buscar las palabras oportunas para explicar lo que estaba ocurriendo entre los dos.
- Me gustas mucho… No sé como ha ocurrido, pero me gustas mucho…- repitió sin levantar la mirada del suelo.
- Manu… Yo… Esto es una locura…
- Lo sé… Pero no lo puedo evitar- me cortó, esta vez mirándome con sus preciosos ojos.- Y saber que tú sientes lo mismo lo hace más difícil todavía.
Seguimos acariciándonos las manos y uno de sus dedos sujetó la lágrima que caía por mi mejilla. No sabía lo que decir porque, a pesar de lo incomodo de la situación, sentada a su lado me sentía completa y en paz conmigo misma. Me levanté tratando de poner un poco de distancia entre nosotros porque me tocaba razonar, como la hermana mayor, y poner un poco de cordura en la situación.
- Manu… Eres muy importante para mí… De hecho sabes que eres lo que más quiero en este mundo, pero la vida es mucho más compleja que obtener todo lo que se desea.
- Pero… Tú les has dicho a Carmen que yo te gustaba…- decía él resistiéndose a lo que le estaba diciendo.- Lo he oído antes que me dieras con la puerta en las narices.
- ¡Ya sé lo que he dicho! Y me gustas…Pero somos hermanos y eso no lo puede cambiar nadie.
Un inquieto silencio se adueñó de la habitación durante unos eternos segundos. Parecía buscar algún argumento con el que defender su postura, pero sabía que yo tenía razón en lo que decía… No era tan fácil decir: “Hola, mamá…Nos queremos”.
- ¿Te puedes quedar esta noche a dormir conmigo, Sandra?- me dijo mirándome desde la cama.- Como hacías hace tiempo…
Su frase me hizo recordar aquellos tiempos en los que, inocentemente, compartíamos cama. Fueron los primeros meses tras la separación de nuestros padres y me metía en su cama y me abrazaba a Manu para dormirnos… Él acariciaba mi espalda hasta que me dormía profundamente. En ese momento, recordando aquello, me dí cuenta que fue la primero que compartía cama con un chico y lo incomoda que me sentí cuando dormí la primera vez con Germán; no hay ese sentimiento que me trasmitía Manu. ¡Dios, que locura! ¿Desde entonces sentía eso mi hermano por mí?
- Manu, no creo que sea buena idea…- le dije sobre su idea de compartir cama.- Lo mejor es que me vaya a mi habitación y…
- Tienes razón…- me cortó sorprendiéndome con su cambio de actitud.- Quizás sea lo mejor…
No lo pude evitar y viendo como sonreía tratando de esconder su dolor, me acerqué a él y cogiéndolo de la barbilla lo besé suavemente en los labios… Volver a sentir el calor de esa boca me hizo feliz. Me giré y me dirigí a la salida de la habitación, sintiendo de nuevo la mirada de Manu en mi trasero.
- Manuuu…- le reñí
- Al menos tendrás que acostumbrarte a que te mire, ¿no?
Arqueé las cejas ante su ocurrencia; no era una mirada diferente a la que me había dedicado estos días de atrás, pero el hecho de tener la seguridad de que eran miradas de deseo me hacían sentir rara… Me sentía bien… Bufff, ¡Cuando os digo que mi cabeza era un lío…! Salí de la habitación y me fui a la mía. Allí estaba Carmen, liada en una tolla y tumbada en mi cama.
- ¿Y bien…?- me preguntó como quien preguntó por el resultado de unos análisis médicos.
- Las cosas han quedado más o menos claras… Carmen, quiero que lo hagas muy feliz.
- O sea, que nada de nada…- decía ella tratando de indagar más aún.
- Joder, ¡pues claro que no!- levanté la voz pero cuidando de que Manu no me oyera.- Somos hermanos, tía… En el mundo en el que vivimos eso no es normal, ni sano, ni legal, ni…
- Vale, vale… Entendido… No hace falta que te pongas así.- dijo muy tranquila.
- Lo que no entiendo es… ¿Por qué me has dicho que hablara con él? Si a ti te gusta, no sé como puedes echarlo en brazos de otra mujer…
- Bueno, a ti también te gusta y he estado follando con él en la habitación de al lado.- dijo con mucha seguridad.
- No… A mí no me gusta… Lo quiero, pero como se quiere a un hermano…
Carmen me miró con una simpática cara de incredulidad, dejándome claro que no creía una sola palabra de lo que le estaba diciendo. Pero yo estaba segura de lo que decía; al menos quería estar segura… Lo que sentía por mi hermano era amor filial, nada más que eso; lo confundí con otra cosa por su actitud y por los estúpidos celos. ¡Y porque está buenísimo!, ¡que coño!
- Mira, Sandra… Quiero que sepas que yo estoy aquí para apoyarte… Entiendo lo que haces y, a lo mejor, tienes razón y es lo correcto… Pero creo que esto no debería separarte de tu hermano… Ha hecho muchos progresos desde que intenta mostrarte sus sentimientos.
- ¿Cómo? ¿Me estás diciendo que tú sabías que él estaba colgado de mí?- espeté incrédula ante lo que me estaba diciendo Carmen…
- Bueno… Algo así.- dijo mi amiga que no sabía donde dirigir su mirada.
- Carmen Llaneza…- repliqué diciendo hasta su apellido.
- Vaaaale… Pues si lo sabía… Me lo dijo él.
- ¿Qué Manu te contó que yo le ponía?
- No, me contó que está enamorado de ti hasta las trancas… Bueno hasta la tranca, jiji…- dijo sin olvidar sus bromas.
- Déjate de cachondeos, por dios… Pero, ¿cómo se le ocurre contarle a nadie eso?
- Oye, que yo no soy cualquiera… Soy su amiga…
- ¡Y una mierda! Eres mi amiga… ¿Quien sabe a quien más le ha contado lo que siente?
En ese momento, Carmen se levantó con gesto enfadado y me cogió del brazo con fuerza; llegó a asustarme su gesto duro y exento de cualquier rastro de broma.
- ¿Sabes una cosa, Sandra? Si piensas eso de tu hermano es que no lo conoces y, por supuesto, no te lo mereces… Estás aprendiendo a prejuzgar a la gente… Cada vez te pareces más al estúpido de tu novio.- susurró muy cerca de mi cara, después me soltó y salió por la puerta de la habitación dando un portazo.
Me quedé de pie, en mitad de mi habitación, pensando en lo que Carmen me había dicho. Eran las palabras más duras que me había dedicado desde que nos conocíamos y me habían calado hondo… Me tumbé sobre mi cama y me puse a llorar amargamente.
Manu
Hacía un buen rato que mi hermana se había marchado de la habitación y yo estaba dándole vueltas a todo lo ocurrido… Nada había salido como yo había planeado; bueno, mejor dicho, nada había salido como Carmen había planeado. Pero, al menos había besado a mi hermana y sus labios me habían parecido lo mejor que había probado en toda mi vida.
En ese momento escuché un portazo en la habitación de mi hermana y me asusté. Estaba apunto de salir al pasillo, para ver que había pasado, cuando Carmen apareció por la puerta de mi habitación. Venía con una toalla rodeando su espectacular cuerpo y con cara de enfado al entrar por la puerta. Digo “al entrar por la puerta” porque, en el momento en que entró en mi habitación, volvió a sonreír con esa cara de niña traviesa que tenía siempre.
- Carmen, has metido la pata… Esto no va como suponías que iba a ir…- dije mientras se tumbaba en la cama con la cabeza en mi regazo.
- No, perdona guapo… La pata la has metido tú al entrar en el baño… Te dije que te quedaras en la habitación. Además, no esperarías que se consiguiera en una semana, ¿verdad?.
- No, pero tampoco esperaba tener que enfrentarme tan pronto a ella…
- ¿Qué le has dicho?
- Pues que me gustaba mucho… Y la he besado…
- ¿La has besado?- dijo levantando la cabeza de mis piernas.- ¡Joder, con el niño cortado!
Tuve que sonreír ante la cara de sorpresa de Carmen; tenía razón en que nunca había sido lanzado pero mi hermana me hacía ser totalmente distinto: seguro de mí mismo, sin miedo a nada…
- Pero, ¿le pediste permiso como a mí?- bromeó mi amiga apoyando sus codos en la cama.
- Déjalo ya, ¿vale? Lo importante es que ha pasado de mí y ahora la he cagado para siempre.
- ¿Ha pasado de ti?
- Claro… Me ha dicho que no puede ser, que yo también le gusto… Pero que tengo que pensar en que somos hermanos y que tenemos que portarnos como tal…
- A ver… ¿Te dijo que le gustabas?
- Sí
- ¿Y te devolvió el beso?
- Bueno, sí.- sonreí tímidamente.
- Entonces tienes toda la razón: pasó de ti… ¿Tú eres tonto?- dijo con sarcasmo Carmen.
- Pues lo seré porque no me entero de nada…
- ¡Joder, cabezón! Que no te ha rechazado, simplemente ha hecho lo normal… Ella está tan acojonada como estabas tú al principio… También es verdad que tenías que haberte esperado a decirle nada…
- ¡Pero si ella te había dicho en el baño que yo le gustaba…! Lo oí con mis propios oídos…
- Pues haberte callado y haber esperado a que hablara ella… No le hubieras confesado tú nada… La idea era que ella se fuera abriendo cada vez, no que tú se lo soltaras de sopetón…
Me quedé un poco cortado, porque no sabía como contestarle; Carmen parecía tenerlo todo planeado, pero yo sabía que los sentimientos no se planean… De todas formas, estaba dispuesta a escucharla, porque me había demostrado que llevaba razón en cada uno de las cosas que decía.
- ¿Me puedo quedar a dormir aquí contigo?- me preguntó con voz de niña.- Me he peleado con tu hermana…
- ¿En serio?
- Bueno, ella cree que sí, jaja… Digamos que estoy intentando arreglar lo que tú has estropeado.- dijo levantándose de la cama.
- Eres la hostia… Ya no sabré cuando hablas en serio o cuando hablas en broma.
- Además tengo que explicarte como tienes que portarte a partir de ahora…
- Conozco tu forma de explicarme las cosas…- le dije sonriendo.
- ¿Por qué lo dices?- rió dejando caer la toalla al suelo y dejando su cuerpazo ante mis ojos.
Se arrodilló ante mí y bajándome el boxer empezó a pajear mi polla que, en pocos segundos, alcanzó un tamaño bastante considerable.
- Antes de darte la lección… Hay que bajarte la tensión…- bromeó dándome un lametazo en el capullo que me hizo estremecer.
- Carmen, sigo sin entender…Ufff… Porque haces esto…- susurraba mientras sus labios rodeaban mi polla.
- No sé… Morbo… Ummm…- dijo sacándose un momento mi rabo de su boca.- Supongo que me gustas…
Supongo que me gustas … Joder, menuda frase para una tía desnuda arrodillada entre tus piernas… La verdad que me encantaba follar con ella, pero veía surrealista la situación por lo que mi hermana me hacía sentir.
- ¿Tú crees que tu hermana dejará de follar con tu amigo el subnormal?- dijo Carmen volviendo a mamar.
Esa frase me hizo explotar por dentro… Una rabia que no pude contener y, gruñendo, cogí de las axilas a Carmen y la levanté en vilo. Me había dolido que Germán apareciera en nuestra conversación; de hecho, ya había ocurrido antes cuando me imaginé que mi hermana estaría “despidiéndolo en el jardín de nuestra casa.
Con fuerza, rozando la violencia, eché a Carmen sobre la mesa de mi escritorio, dejando su culo en pompa.
- Espera, Manu… Por favor… ¿Qué haces?... Arghhhhh.- gritó al notar entrar toda mi polla hasta el fondo de un golpe de caderas.
La agarré fuerte por un brazo para que no se levantara y empecé a follármela con fuerza; el escritorio crujía y ella gritaba. Le tapé la boca y notaba como trataba de liberarse.
- UMMM…UMMM…UFFF.-trataba de gritar, pero mi mano en su boca se lo impedía.
En mi cabeza no estaba Carmen, solo lo que sentía contra Germán… Mis pollazos eran como si estuviera golpeando un saco de boxeo: secos, duros, fuertes… Notaba sus lágrimas mojar mis nudillos. Entonces, un poco de sensatez apareció en mi cabeza y me di cuenta que casi estaba violándola. Y paré en seco, sin sacar mi polla de su coñito, y quité la mano de su boca. Me tumbé sobre su espalda y comencé a besar su cuello.
- Lo siento… Lo siento… Lo siento…- repetía como un autómata.- Soy un gilipollas… Eres lo mejor que me ha pasado últimamente y te trato así.
Ella seguía callada, con sus tetazas aplastadas contra la mesa y aguantando mi peso sobre su espalda. Su respiración era agitada y notaba como trataba de guardar sus lágrimas. Entonces, empezó a mover su culo, adelante y atrás, metiéndose de nuevo mi polla de una forma muy suave.
- Sigue, Manu… Sigue… Suave… Así…- decía con la voz entrecortada.
- Per, Carmen…
- Por favor… Ahora no pares, ¿vale?- dijo volviendo a llorar.- No tenía que hablarte así tampoco… Pero ahora necesito que me hagas el amor, por primera vez.
Sus palabras me llegaron muy hondo, a la vez que me enternecieron… Acariciando su espalda seguí follándomela muy despacio; con penetraciones profundas y controladas. Ella gemía mientras echaba el cuello hacía atrás, provocando que le besara el cuello.
- Córrete dentro, Manu… Quiero sentirte…- me dijo de una forma que me atravesó el alma.
Tardé menos de dos minutos en vaciarme entre suspiros; noté como los chorrazos se estrechaban contra las paredes de su coñito, mientras no dejaba de besar su cuello y agarrar sus pechos, ya incorporada de la mesa. Salí y la cogí en brazos para llevarla a mi cama y estuvimos un rato tumbados. Carmen me acariciaba el pecho, en el gesto más cariñoso que había tenido conmigo desde hace dos semanas que empezó todo.
- Lo siento…- dije de nuevo acariciando su pelo.
- Bueno, al final lo has arreglado… Me has hecho sentir genial.- dijo levantando la cabeza de mi pecho para mirarme a los ojos.- Pero ahora me tengo que ir…
Dicho esto se levantó de mi cama casi de un salto, volviendo a ser la chica risueña de hace unos minutos. Yo, perplejo, la miraba desde mi cama sin entender nada.
- Tienes que portarte como el mejor hermano del mundo… Tan fácil como eso; hazla sentir que nada ha cambiado. Que no te alejas de ella, sino que estás más cerca que nunca.
- Pe…Pero no podré mirarla con los mismos ojos, sabiendo que ella lo sabe.- tartamudeé al ver como había retomado el tema, sin que le importara lo sucedido momentos antes.
- De eso se trata, nene… De que vea que la deseas pero que la respetas… Lo demás déjamelo a mí.- dijo abriendo la puerta de mi dormitorio
- ¿Dónde vas?
- A dormir con tu hermana… Ella no tiene esos arrebatos violentos.- me acusó haciendo que me entristeciera.
- Lo… Lo siento.
- Es broma… No pasa nada… Pero, eso no nos gusta a las chicas… Recuérdalo…- me dijo con algo de reprimenda en su voz.
- Sí…
- Y recuerda: mañana tienes que hacerle ver que entiendes lo que te ha pedido y la respetas…
- Lo que tú digas…- contesté mientras la veía salir de la habitación.- ¡Carmen!
Mi amante se asomó de nuevo a la puerta al escuchar mi llamada.
- Gracias…- susurré desde lo más profundo de mi corazón
Ella, por toda respuesta, me guió un ojo, me sacó la lengua y salió de nuevo al pasillo. A los pocos segundos, escuché la puerta de la habitación de mi hermana como se abría y se cerraba al instante. Me volvía tumbar en la cama mirando al techo.
- Hacerle ver que entiendo lo que me ha pedido y que la respeto… - me repetí una y otra vez, hasta que me quedé dormido.
Sandra
- ¡Arriba dormilonas!- nos despertó la voz de mi hermano.
A mi lado en mi misma cama estaba Carmen conmigo; dormimos abrazadas y tratando de consolarme por el mal rato que había pasado unas horas antes. Estuvimos charlando hasta altas horas de la madrugada después de que volviera de la habitación de Manu; noté por sus ojos que había estado llorando pero no me quiso contar nada. Decía que lo importante ahora mismo era yo… Que me apoyaría en lo que decidiera hacer respecto a mi hermano y que le constaba que mi hermano iba a respetar mi decisión.
- ¡Venga nenas! ¡Que son las once!- volvió a gritar mi hermano.
La verdad es que, el muy hijo de puta, estaba guapísimo hasta estando recién levantado. Llevaba puesta una camiseta de tirantes y un pantalón de deporte; tenía toda la pinta de que iba salir a correr esa mañana.
Yo me desperecé con las manos en alto y fijándome como los ojos de mi hermano, se posaban directamente en mi ombligo. Lo miré sorprendida y el sonrió. “Tendrás que acostumbrarte a que te miré” me dijo la noche anterior… Lo peor de todo es que me estaba gustando su mirada. Carmen vino en mi rescate, tirándole una almohada para que se largara y nos dejara dormir. La puerta se cerró para que chocara la almohada contra ella. Las risas de Manu se oían desde fuera y bajando las escaleras.
- ¡Os he dejado el desayuno preparado en la cocina!- gritó antes de escucharse la puerta de la entrada cerrarse.
Carmen, al escuchar esas palabras se incorporó como un vampiro, en un ángulo de noventa grados, y me miró con los ojos como platos.
- ¿Desayuno?- dijo relamiéndose entre bromas y saltando de la cama para salir de la habitación.
- La madre que te parió…- repliqué mientras corría detrás de ella escaleras abajo
- HOSTIAAAAS.-gritó Carmen que llegó a la cocina unos segundos antes que yo.
Y no era para menos… La mesa de la cocina parecía un buffet de cualquier hotel de cinco estrellas: zumo de naranja recién exprimido, café caliente, sándwiches, tostadas, mermeladas y mantequilla… Yo estaba flipando porque en mi vida había preparado mi hermano el desayuno. Aquel cosquilleo de hace unos días volvió a hacerse presente en mi nuca.
- Madre mía… ¡Que pasada!- relataba Carmen dando vueltas por la cocina.
No sé como lo hacía, pero se estaba echando un zumo, mientras cogía un sándwich y movía una cucharilla dentro de una taza de café. Yo la miraba tan alucinada por su actitud como por el tremendo desayuno que había en mi cocina.
- Nena… Pues si tú no lo quieres me lo quedo yo…- dijo Carmen mientras devoraba el sándwich
- Carmen, cariño… Hay suficiente comida para diez personas…
- No, no… Si me refiero a tu hermano…- rió mientras devoraba.
- No hagas bromas con eso, ¿vale?- le reñí pero con una mueca simpática por verla con la boca llena de comida.
- Vale, vale…- asintió sin dejar de comer.- Pero… Lo digo en serio…
- ¿El qué?
- Que si no te molesta, me gustaría intentarlo con Manu…- dijo dejando de comer y mirándome a los ojos.
- S…Si, claro… Es lo mejor…- mentí porque por dentro no podía soportar la idea de que mi hermano estuviera con otra chica.
- Eso creo… Me lo pidió a noche cuando estuve en su habitación, pero quería que tú me dieras permiso…
- ¿Te lo pidió anoche?- dije un poco alucinada al pensar que me había dicho que estaba enamorado de mí y media hora después, tras rechazarlo, se había declarado a mi mejor amiga.
- Sí, pero le dije que se pensara bien las cosas… Que lo hacía por despecho y eso no me servía… Pero con el tiempo, no sé… O sea, tú estás con Germán y tu hermano se olvidara poco a poco de ti…
- Carmen, yo no tengo que darte permiso…- le dije tragando saliva.- Ya te dije que veo normal que él esté con otras chicas.
- ¿Seguro? ¿Estás bien?
- ¿Por qué no voy a estar bien…?
- No sé, como le estás echando Cola-Cao al zumo de naranja…- rió a carcajadas.
- ¡Joder!- dije echando el zumo al fregadero.
Las dos empezamos a reír a carcajadas, olvidando la tensión de la conversación que habíamos tenido hace unos segundos. La verdad que sentía una sensación contradictoria: por un lado no quería llevar más lejos la relación con mi hermano, pero por otra parte los celos me devoraban de ver que Carmen estaba tan cerca de él.
- Ahora vamos a ducharnos que hoy podíamos salir a la piscina para aprovechar…- dijo Carmen que ya se levantaba de la mesa mientras se daba palmadas en la barriga, aludiendo a que estaba llena.a pesar de que la tensión
- Está bien, pero después tenemos que recoger todo esto… No quiero que Manu también tenga que recogerlo.
Carmen subió las escaleras retándome a una carrera; pero, cuando me disponía a salir de la cocina, eché un vistazo atrás para observar por última vez todo lo que mi hermanito había preparado… Por un momento pensé en que mi hermano tenía una forma muy extraña de tratar de volver a la normalidad.
Cogí un papel del bloc de notas del frigorífico y escribí una nota: Muchas gracias, guapo . Tu hermana Entré en su habitación al pasar camino de la ducha donde ya me esperaba Carmen, para dejar la nota sobre su consola, donde seguro que la vería…
- ¡Nenaaaa! ¡Qué se enfría el agua!- escuché gritar a Carmen desde la ducha.
- ¡Ya voy, pesada…!- contesté quitándome la camiseta ancha que cubría mi cuerpo y caminando hacía el aseo.
DOS MESES DESPUÉS
Manu
Al haber empezado el curso las cosas se habían relajado bastante, a pesar de que la tensión aún se podía palpar… Yo seguía los consejos de Carmen al pie de la letra, pero los prometidos avances no parecían llegar y eso me ponía nervioso. Para más desesperación, Carmen se había ido fuera a estudiar y no podía contar con su consejo; solo nos quedaban las conversaciones por Messenger que, de vez en cuando, podía tener con ella al conectarse desde el aula de audiovisual de la universidad.
Aquella noche en particular, Sandra había salido como tantos fines de semana con Germán y sabía que no volvería hasta las tantas de la madrugada. Yo había cenado con mi madre y habíamos visto una película juntos; esta era otra de las recomendaciones de Carmen, que me decía que si no iba a salir que no me quedara encerrado en mi habitación, sino que hiciera todo lo posible porque Sandra me viera por la casa… No entendía muy bien que motivación tenía el verme en pijama tumbado en el sofá con mi madre; pero prometí no llevarle la contraria a Carmen.
La cuestión es que estaba ya en mi habitación, leyendo una revista de cine que hacía una crítica bestial sobre la última película de Spielberg, cuando sonó un mensaje de texto en mi teléfono móvil. Era Carmen, lo que me extrañó porque no solía llamarme a esas horas nunca.
“Ola wapo, ¿Pq no t conectas? Ya tengo Internet en el pisooooo”
Sonreí dejando la revista a un lado y salté de la cama para coger el portátil. Lo conecté a la red Wifi y entré en mi cuenta de msn… Nada más verme conectado, saltó su ventana de conversación:
- Holaaaa
- Buenas noches, guapa
- Por fin tengo Internet en el piso de estudiante, además en mi dormitorio, jiji
- Eso está bien así podremos hablar de noche…
- Sí, porque en el fondo me echas de menos, ¿verdad?
- Bueno… Depende, a veces eras muy pesada…
- ¡Que cabrón!
- Es broma… Ya sabes que te echo de menos. Oye, ¿cómo sabías que estaría en casa?
- Bueno, sé que te estás dejando últimamente y no me haces caso en lo de encerrarte en tu habitación… Eso y que he hablado hace un rato con tu hermana y me lo ha dicho, jaja.
- ¿Has hablado con Sandra?
- Sí, hablamos casi todos los viernes
- Nunca me lo ha dicho.
- Si casi no hablas con ella… ¿Sabes que estás consiguiendo que se olvide de todo? No seas tonto, sé que sigues colgado por ella .
- Ya lo sé, pero es difícil para mí; cuando tú estabas aquí era más fácil, pero ahora la veo en el parque y está con Germán… Voy a clase y está con Germán…
- Tu amigo Germán…
- El gilipollas de Germán. El otro día, mi hermana volvió otra vez de clase llorando y se metió en su habitación. No bajó ni para cenar…
Carmen tardó un rato en contestar, supongo que sería lo equivalente a estar pensando que decir. Poco después vi la señal de escribiendo en su ventana de chat.
- ¿Y por qué no entraste a ver que le pasaba?
- ¿Crees que no lo pensé? Me moría de ganas de entrar y abrazarla para calmarla. Escuchaba su llanto desde mi habitación y juro que me daban ganas de reventar a ese capullo.
- Bueno, nene… “Ese capullo” es más grande que tú, además eso no te conviene… Ya te dije a que a la mayoría de las chicas, aunque creáis lo contario, no nos gustan los machitos. Además ella hubiera agradecido mucho más un abrazo tuyo, que el que le parieras la boca a su novio…
- ¿Sabes que a veces eres muy repelente?
- Jaja, sí… Pero me quieres… Oye ¿Y porque no sales con tus amigos esos?
- ¿Jesús y Adrián? Pero si se reían de mí la última vez…
- Bueno, eso fue antes de verte como te ibas conmigo…No es por presumir, pero creo que te convertí en el héroe de tus amigos.
- Si tú lo dices…
- Además, así puedes ligar con alguna tía…
- No me apetece otra tía…
- ¿Eso lo dices por mí o por tu hermanita?
- Por ella… O sea, por ti… ¡Joder! Por las dos…
- Tranquilo, nene… No me enfado, ya sabes que las cosas entre nosotros dos están muy claras. Nos desahogamos de vez en cuando, pero somos amigos sobre todo. Fui yo quien empezó todo esto y, tengo que admitir, que me da morbo la cosa.
- Ya pero entenderás, que me resulta extraño que me digas que salga con otra tía…
- Ey, yo no te he dicho que salgas con otra tía; yo te he dicho que te enrolles, una noche, con otra tía.
- Bueno, si tú lo dices lo haré…
- Jaja, veo que te supone un gran esfuerzo decidirte …
- No me estás pidiendo que vaya a picar piedra, ¿no? Jaja…
- Míralo, por el lado bueno… Te servirá de desahogo mientras yo vuelvo…
- Puede ser…
- Manu, hablando de desahogarse…
Karmenzita quiere iniciar camara web con usted. ¿Desea aceptar la invitación?
Un cosquilleo me recorrió la entrepierna porque sabía lo que eso significaba. Me sorprendí de las ganas que tenía de ver a Carmen, aunque fuera por cam, mientras mi polla daba muestras de que también le atraía la idea…
Por supuesto, acepté. Y en la pantalla de mi ordenador apareció Carmen con un sujetador precioso y una sonrisa espectacular. Miró a la pantalla y escribió:
- Guapo, ¿por qué no me pones tú también la cam? ¿o no quieres jugar conmigo?
Dejó de escribir para, muy despacio y sin dejar de mirar a la cámara, bajarse uno de los tirantes del sujetador, dejando a la vista casi la totalidad de una de sus tetas…
Sandra
La noche había sido larga; Germán y yo habíamos salido con sus amigos. Nunca han sido santos de mi devoción pero, quizás, el hecho de que Lucía y Lucho salieran con nosotros me hacía un poco más amena la velada. Hacía ya dos meses que Carmen se había ido a estudiar fuera y, solo entonces, me dí cuenta de lo importante que era para mí. Era ella la que me permitía ser yo misma; todos los viernes me llamaba para contarnos lo que íbamos a hacer ese fin de semana y contarnos como nos había ido la semana.
Bueno, al menos, las cosas con Manu parecían volver a la normalidad, hasta el punto de que nunca hablábamos de él en nuestras conversaciones… Creo que la ausencia de Carmen le había afectado más que a mí, pero la distancia parecía haber hecho que ella olvidara la estúpida idea de intentar una relación con mi hermano. Quizás sea de ser mala persona, pero en el fondo me alegraba de que se hubieran separado. ¿Celos? No sé, supongo que son cosas que no se pueden evitar.
Como iba diciendo la noche había sido bastante intensa, hasta el punto de enfadarme con Germán por otro de sus absurdos concursos de bebida con sus amigos. Hacía cerca de un mes que le quitaron el carnet de conducir por pillarlo totalmente borracho al volante… Por supuesto, yo era lo suficientemente inteligente para no subirme en el coche con él cuando estaba en esas condiciones, pero no lo bastante para poder convencerlo de que no condujera.
Esa noche en particular, después de tratar de que nos fuéramos ya, Germán discutió conmigo diciendo que era una aguafiestas. Iba totalmente borracho. Aprovechando que Lucía y Lucho ya se iban, les pedí el favor de que me llevaran a casa, antes de que la cosa fuera a mayores. Al día siguiente aclararía las cosas con mi novio. El problema era que siempre claudicaba a sus embaucadoras palabras, cuando sabía que semanas después volvería a repetirlo.
- Oye, ¿tienes algún plan para mañana?- dijo Lucía sentada en el asiento del copiloto, mientras Lucho conducía.
- Pues no lo sé… Supongo que ir a Moloko . Conteste mirándola entre los dos asientos.
Vi una ligera mirada de Lucho a mi escote por el espejo retrovisor, lo que me hizo reír por dentro. Este chico me recordaba tanto a Manu por su timidez como por su galantería con nosotras.
- No… Si me refiero a mediodía…- continuó Lucía ajena a la mirada de su hermano.
- ¡Ahh! Pues no sé… Ya sabes lo dormilona que soy… Los sábados por la mañana son sagrados, jaja.
- Bueno pues nada… Si te decides me llamas; iba a salir a tomar un café con Pili, por si quieres venir.
- No creo… Pero si me decido te llamo- afirme cuando el coche de Lucho se paró ante la puerta de mi casa.
- El taxi ha llegado a su destino…- bromeó Lucho.
- Muchas gracias, Lucho.- le dije dándole un beso en la mejilla que lo hizo sonrojar.
Me bajé del coche con cuidado que la minifalda que llevaba no me jugara una mala pasada. Lucho se esperó hasta que abrí la puerta de la casa antes de poner en marcha el coche, despidiéndose de mí con un gesto de la mano.
Entré con mucho cuidado de no hacer ruido, quitándome los zapatos y cerrando la puerta con sigilo… Eran cerca de las tres de la mañana y tanto mi madre como Manu estarían durmiendo. Fui a la cocina y dí un par de bocados a un sándwich frío que había dejado mi madre en el frigorífico porque, aunque no había bebido tanto como el bestia de mi novio, había suficiente alcohol en mi cuerpo, como para querer meter algo sólido en mi estomago.
Subí las escaleras muy despacio con dirección a mi habitación, cuando vi una tenue luz salir de la habitación de mi hermano que tenía la puerta entreabierta. Aún hoy me pregunto porque diablos tengo que ser tan cotilla, pero supuse que se habría quedado dormido viendo alguna de esas estúpidas películas que le gustan tanto.
Me asomé con mucho cuidado y lo que vi me dejo de piedra. La luz que había visto desde el pasillo no era el televisor, sino la pantalla del ordenador portátil que mi hermano tenía sobre la cama… La habitación estaba a oscuras pero yo podía ver, gracias a esa luz de la pantalla como Manu se masturbaba furiosamente viendo algo en el ordenador que yo no alcanzaba a distinguir.
Era la segunda vez que veía mi hermano pequeño masturbarse y, como aquella primera vez en la ducha, el tamaño de su polla me sorprendió… Él gemía muy bajito mientras su mano subía y bajaba por aquel duro tronco; con la otra mano, escribía de vez en cuando en el teclado, porque lo que supuse que estaba chateando con alguien. Alguien que estaría viendo la polla de mi hermano en primer plano en pantalla de su ordenador. ¡Dios mio! La situación me hacía sentir unos impulsos contradictorios: por un lado quería seguir mirando y masturbarme en la puerta de la habitación, y por otro quería huir a mi habitación para desechar esa imagen lo antes posible.
Durante unos minutos, seguí mirando la escena y mi hermano, ajeno a que tenía una espectadora de más, mostraba su rabo en todo su esplendor. Conseguí sacar fuerzas de flaqueza y marcharme a mi habitación; entorné muy despacio la puerta mientras escuchaba los gemidos de mi hermano de fondo, anunciando su próxima corrida, aprovechando que la habitación de mi madre estaba en la planta de abajo. Traté de hacer oídos sordos, pero las imágenes se repetían mi cabeza… Me puse el pijama y me metí en la cama; el ruido en el cuarto de mi hermano había cesado, por lo que supuse que se habría corrido.
Al rato, por la rendija que había dejado en mi puerta, pude ver como la luz proveniente del cuarto de mi hermano que se reflejaba en el pasillo desaparecía… Hubo silencio y yo permanecía con los ojos abiertos mirando al techo. He de admitir que estaba tremendamente excitada… Y empecé a tratar de justificarme: “No hago nada malo”, “sólo me masturbaré, no tiene nada que ver con Manu”… En mi cabeza traté de buscar imágenes de Germán, cuando comencé a meter la mano en mi pantaloncito del pijama para acariciarme el coñito.
No había forma, porque la calentura era demasiado grande y mi mente recurría a las imágenes de la paja que se estaba haciendo mi hermano minutos antes. Y tuve que morder la almohada para evitar que mis gemidos fueran escuchados en la habitación de al lado, donde dormía Manu. No puede evitar sonreír al sacar mis dedos empapados; creo que el morbo de la situación me superaba… Al rato, mucho más tranquila, comencé a conciliar el sueño volviendo a justificarme diciéndome que, al fin y al cabo, era natural excitarse al ver a un tío atractivo como mi hermano masturbarse.
*
- Sandra… Oye… Despierta…- escuché entre sueños la voz de mi hermano.
Metí la cabeza debajo de la almohada como tratando de sacar aquella voz de mi cabeza; por un momento, pensé que mi imaginación me estaba jugando una mala pasada y estaba en mitad de un sueño con mi hermano.
- Hermanita… ¡Venga mujer que son las doce!- insistió la voz en tono cariñoso mientras me acariciaba uno de mis hombros, destapados por la fina sábana que me cubría.
Saqué la cabeza de debajo de la almohada para, con los ojos aún a medio abrir, buscar el lugar de donde provenía la voz. Me fui a encontrar a mi hermano Manu, de cuclillas junto a mi cama con la barbilla apoyada en mi colchón, sonriéndome mientras no dejaba de tocarme el hombro. Al girar mi cabeza hacia el lado donde él estaba, mi boca quedó a centímetros de la suya y, al darme cuenta, me aparte un poco nerviosa y sin hacer ningún gesto brusco que lo incomodara.
- Hace un día cojonudo… Voy a salir a dar una vuelta con la moto y a tomar algo; ¿quieres venir conmigo?- me dijo sin dejar de sonreír y hablando en voz baja para no molestarme.
- ¿Qué hora es, enano?- dije incorporándome y estirando los brazos para espabilarme.
- Pues ya las doce y cuarto pasadas…- dijo mirando el reloj que había colgado en la pared de mi habitación.- ¿A que hora llegaste ayer?
- Pues sobre las cinco o por ahí…- mentí para que no supiera que podría haberlo visto.- ¿Dónde está mamá?
- Ya sabes que los sábados se va por la mañana a andar con sus amigas… ¿Vas a venir o qué?
Lo miré indecisa; allí estaba el objeto de mis fantasías sexuales, vestido con unos vaqueros y una camiseta sin mangas, despertándome con bonitas palabras e invitándome a tomar algo con él… Sólo una pequeña traba: que era mi hermano. Él permanecía callado, esperando mi respuesta como si fuera capaz de leer mis pensamientos. ¡Menos mal que no lo podía hacer!, porque iba a flipar el pobre.
- Tengo que ducharme y todo… ¿A que hora has quedado?- dije buscando una excusa que me diera una vía de escape.
- Pues tú dirás… Sólo he quedado contigo.- dijo levantándose del suelo y guiñándome un ojo.
¿Sabéis cuando en las películas de animación al protagonista se le aparecen un diablito y un angelito que representan los dos lados de la conciencia? Pues así me sentía yo… El angelito me decía que no era buena idea salir con él a solas porque se iban a complicar más las cosas. El diablito me decía que solo eran unas cervezas entre hermanos, sin ningún doble sentido; qué como podía haberme masturbado pensando en él la noche de antes y ahora ser incapaz de salir a tomar algo con él.
- Solo como hermanos… Lo prometo…- dijo Manu con el gesto de Star Trek en su mano, como si estuviera viendo mi lucha interior.
- Vale, enano… Me ducho en cinco minutos y nos vamos… - dije levantándome de un salto, como quien iba a una ansiada cita. En mi cabeza pude escuchar la tremenda patada en el culo que el diablillo le daba al pobre angelito.
Antes de salir de la habitación, me fijé en el reflejo del espejo que había justo al lado de la puerta; mi hermano me miraba descaradamente el culo que estaba escasamente tapado por el pantaloncito del pijama. Reí por dentro, porque tengo que admitir que esas miradas de los hombres me gustan y, mas aún viniendo de mi hermano. Ya sabía que no podía recriminarle nada porque, según él, “tenía que acostumbrarme a que me mire al menos”
Me duché con agua fría para espabilarme un poco; salí con la pequeña toalla que siempre usaba, quizás esperando que mi hermano siguiera en mi habitación. Creo que me decepcioné al ver mi cuarto vacío. Me coloqué un short vaquero que me marcaba mi culito y un top que dejaba al aire mi ombligo. ¿Quizás buscaba provocar a mi hermano? No sé, quizás fuera la escena de anoche o llevar una semana sin acostarme con mi novio, pero estaba más caliente que de costumbre.
Bajé las escaleras y allí estaba mi hermano esperándome con las llaves de la moto en la mano; me gustó la cara con la que me miró desde los pies de las escaleras. No sabía a que se debía pero me sentía ese día me sentía particularmente halagada por sus miradas.
- Que se te cae la baba, enano…- le dije pasando por delante de él y quitándole las llaves de la moto de la mano.
- Estás muy guapa… Ya sabes que no puedo evitarlo.- dijo mientras me agarraba de la cintura para arrebatarme las llaves.
- ¡Vale, vale…! Jajaja…- reí sin poder resistir sus cosquillas en el costado.
Salimos al jardín para subirnos a la scooter, uno de los regalos de compensación de mi padre los dos para sentirse menos culpable por la separación; aunque la moto era de loo dos, solía cogerla Manu porque yo no tenía ni siquiera permiso. Antes la cogíamos bastante juntos para dar una vuelta, pero desde que empecé a salir con Germán dejamos de hacerlo. La verdad que la idea de volver a salir en la moto con él me gustaba mucho.
Me subí en el ciclomotor, pegándome a la espalda de mi hermano; creo que se puso rígido al sentir mis pechos aplastados contra su columna. No me corté en absoluto y, con el casco integral puesto, lo rodeé con mis brazos por la cintura.
- ¿Nos vamos?- le dije tratando de aparentar normalidad.
- S…Sí, sí… - dijo algo nerviosa y dándole gas a la moto.
Llegamos a una plaza bastante llena de terrazas de bares y nos sentamos en uno de ellos; me pedí una cerveza mientras él se pedía el zumo de naranja de siempre. Estuvimos hablando durante cerca de dos horas, más o menos hasta mi tercera cerveza, de cosas muy diversas sin entrar en ningún escabroso relativo a estos tres últimos meses: música, moda, deportes… La verdad que me sentía muy a gusto con Manu y liberada como si pudiera hablar sin temer decir algo que le molestara.; en eso me dí cuenta que Manu no era Germán.
A veces lo miraba directamente a los ojos, mientras le daba un sorbo a la cerveza, y él me evitaba. De nuevo, se portaba como antes de irse Carmen: un chico agradable, encantador y muy adulador. Sus tímidas miradas a mis piernas también me indicaban que seguramente él seguía sintiendo esa loca atracción por mí.
Ayer hablé con Carmen- dije mirando su reacción al hablar de mi máxima rival por las atenciones de mi hermano.
Ya lo sé… También hablé con ella y me lo dijo.- dijo haciendo que la sorprendida fuera yo, porque creían que no había ningún contacto entre ellos.
Mi hermano observó mi reacción con una suficiencia que llegó a molestarme. ¿Sentía celos porque mi hermano siguiera teniendo una relativa relación con mi mejor amiga? Bueno, no tenía porqué, al fin y al cabo ellos también se conocían hace años.
- ¿Sabes que ya tiene Internet en su piso? Ayer hablé con ella por msn…- dijo para darme una información que me cayó como un bombazo.
- ¿A…Ayer hablaste con ella?- dije nerviosa empezando a encajar las piezas de lo que había visto anoche.- Y ¿qué te contó?
- Pues nada, eso… Que solía hablar contigo todos los viernes; no me habías dicho nada…- dijo observando él ahora mis reacciones.
- Bueno, no sé… Creí que estabais enfadados o que os habíais distanciado; ya sabes que no quise meterme en vuestra relación…
- ¿Relación? No hubo ninguna relación…- dijo esbozando una sonrisa.
Que no hubo relación decía el muy… Los vi follando como animales delante de mis propios ojos y pajeándose ayer con ella por el msn y dice que no hubo relación.
- Manu, no me gusta que trates así a Carmen… No es una chica de usar y tirar.- espeté para ver hasta donde era capaz de llegar.
- A ver, Sandra- dijo usando mi nombre de pila y haciéndome estremecer por como sonaba en sus labios.- para mí, Carmen no es de usar y tirar… Somos muy amigos y me gusta muchísimo, pero vamos despacio porque los dos sabemos lo que siento por ti…
- Por favor Manu, no empieces…- le corté disimulando que estaba deseando que siguiera con el tema.
- No, hermanita… No te enfades; trato de evitar cualquier referencia al tema y lo sabes… Pero es una cosa que no puedo negar; me prometí relacionarme con otras chicas para olvidarte… Y estoy en ello…- dijo con un sonrisa en los labios al decir esta última frase.
- ¿Estás en ello?- pregunté arqueando las cejas, mitad asombro, mitad irremediables celos.
- Bueno esta noche he quedado con Adrián y Jesús… Y con unas amigas.
- ¡Vaya con el ligoncete!- exclamé sorprendida y algo picada.
- Bueno, no se me da nada mal; a ti te llevé al huerto por un momento… Jaja.
- Eres un cabrón, jaja.- dije sin poder evitar reírme.
Estábamos jugando a un juego muy peligroso, y lo peor es que empezaba a disfrutar con ello.
- ¿Y donde vais a ir?- pregunté cruzando las piernas para que viera en primer plano mis muslos apenas cubiertos por el short.
- ¿Por qué? ¿Mi hermanita quiere pasar revistas a las lagartas que se acercan a su hermano?
- Chaval… Más quisieras tú que algunas de esas tías fuera rival para mí…- dije levantándome de la silla tras dejar el dinero de las consumiciones en la mesa.
- Bueno, tampoco Germán es rival para mí… Y lo peor es que lo sabes…- contestó sonriendo y caminando hacia la moto.
¿Os podéis creer que esta conversación tan sincera y de dobles sentidos hizo que se mojara mi tanga? Eran increíbles las sensaciones que despertaba mi hermano pequeño en mí. Cogimos la moto y volvimos a casa siguiendo con los jueguecitos picantes entre los dos. Menos mal que cuando llegamos a casa ya estaba mi madre allí, porque si soy sincera no sé que habría pasado por la calentura que llevaba.
Comimos con ella en el salón dirigiéndonos algunas miradas que ya no trataba de evitar. Cuando acabamos, subimos los dos a descansar a nuestras habitaciones; él estaba subiendo detrás de mí las escaleras y yo meneaba mi culo, sabiendo que sus ojos estaban fijos en él. Cuando estaba a punto de entrar en mi habitación…
- Moloko…- dijo mi hermano al pasar por delante de mi puerta.
- ¿Qué?- pregunté sin saber a que se refería.
- Que esta noche estaré en Moloko… ¿Te veo allí?
- Pues no sé que planes tendremos porque…
- Lo estás deseando… Y lo sabes…- dijo sonriendo antes de entrar en su cuarto…
¿Lo peor? Que era verdad…
(CONTINUARÁ)