Pequeña puta
Decidí llevar esta vida de mercenaria por que nunca me gustó quedarme quieta en un mismo lugar durante mucho tiempo, me gusta sentirme libre y viajar por todo lo ancho y largo del mundo, ver nuevos paisajes, conocer a gente y luchar con algún que otro atracador de caminos y poder medir tus fuerzas.
Decidí llevar esta vida de mercenaria por que nunca me gustó quedarme quieta en un mismo lugar durante mucho tiempo, me gusta sentirme libre y viajar por todo lo ancho y largo del mundo, ver nuevos paisajes, conocer a gente y luchar con algún que otro atracador de caminos y poder medir tus fuerzas. Como arma suelo utilizar la espada ya que tengo una gran maestría con ella, también se utilizar algún que otro hechizo de magia. A todo esto dejadme que me presente me llamo Beyoncé, soy alta sobre el 1,74 mas o menos, de tez morena, pelo largo por debajo de los hombros, ojos marrones oscuros y desafiantes, tengo unos pechos firmes y redondos, mis caderas están bien contoneadas y unas piernas largas y firmes.
Después de haber descrito un poco mi vida y como soy yo os contare una de mis aventuras.
Ya había llegado a la ciudad, así que fui directa a la primera posada que estaba decentemente y alojarme allí por unos días, cuando conseguí encontrar una alquile una habitación, deje mis cosas en ella excepto mi espada por si ocurría algo. Baje al comedor, escogí una mesa en el sitio más solitario no quería que nadie me molestase. En aquel rincón podía escuchar casi todas las conversaciones de otros mercenarios de poca monta, pero hubo una que me intereso así que decidí prestarle atención haber de que hablaban esos dos patanes.
-Pues como te lo digo, la princesa de este reino fue secuestrada hace unos días-
-¿Pero se sabe quienes son sus raptores?, y a todo esto ¿sabes cual es la recompensa por rescatar la princesa?- le preguntaba el amigo.
-He oído que el rey dará la mano de la princesa a quién la salve, y por lo que se la princesa no esta nada mal- eso que se ponen los dos estúpidos a reírse.
Cuando ya había escuchado lo suficiente, terminé mi comida subí a la habitación ponerme algo presentable para poder ver al rey. Cuando ya tenía la ropa elegida comencé a vestirme con ella, unos pantalones de cuero de color marrón oscuro, una camiseta blanca atada con unos cordones y un chaleco largo también de cuero estrecho por la espalda y largo hasta mis tobillos, enfunde mi espada y me dirigí al castillo.
Nada más entrar por las puertas, el patio y parte del salón estaba lleno de mercenarios y de gente de buena familia, así que no tuve más remedio que resignarme y esperar, al cabo de un par de horas la gente abandonaba el castillo, así que llegue rápido delante del rey, cuando ya estaba frente a él se quedo boquiabierto.
-Majestad- le dije mientras inclinaba mi cabeza.
-Pero…pero si eres una mujer….. que va a hacer una mujer con dos mercenarios tan sanguinarios no aguantarías ni dos segundos en pie, muchacha.
A lo que le respondí con muy buenas palabras
-Majestad he viajado por lo largo y ancho del país me he enfrentado a montaraces con gran maestría en la espada y he aprendido mucho de ellos, a lo que también he salvado alguna que otra doncella de los peligros que vos no creeríais. Además de mi arte con espada también se magia.
El rey dudo un rato, se acerco uno de sus consejeros y estuvieron cuchicheando de que hacer conmigo al cabo de un buen rato el consejero se retiro hacía un lado y el rey por fin hablo.
-De acuerdo muchacha estás contratada, ¿pero antes de marchar dinos tu nombre para que pueda aparecer en los libros si rescatas a mi hija?-
-Claro, mi nombre es Beyoncé, Majestad-
Cuando acabé de decir mi nombre más de uno tembló y se empezaron a escuchar murmullos por toda la sala, no pensé que fuera tan famosa en el lugar. Esa misma tarde me dirigí hacía la posada a recoger mis cosas y a pagar la habitación, pero me salió gratis ya que no la había utilizado, aquella noche la pase en el castillo.
Pronto llego la hora de la cena, eso parecía una especie de fiesta a mi honor por ir a salvar a la princesa, cuando ya no podía comer más y la gente seguía con los bailes, yo me fui a dar un paseo por los jardines y a contemplar las estrellas antes de irme a la cama. Cuando ya llevaba un rato caminando vi en la oscuridad a silueta correr, así que salí
detrás de ella, no me costo mucho alcanzarla y para mi sorpresa era unas de las sirvientas.
-Pero….¿que haces a estas horas por aquí fuera?
-Lo siento mi señora…..no,….no quería asustaros- lamentó la chica.
-Tranquila, pero….¿que hacías sola por aquí?-insistí con mi pregunta
-Prometedme que no se lo contareis al rey, si no me despediría-
-Esta bien, te guardo el secreto- le prometí.
La chica comenzó a contar que se veía con el hijo del jardinero y que nadie lo sabía por si se enteraba el rey y los echaba a ellos y a sus familias. Pero hubo un momento que deje de escuchar su conversación y me quede atraída por su belleza, tenia la piel clara, los ojos de una joven que nunca había roto un plato en su vida y verdosos, una cara angelical increíble, unos pechos pequeños pero apetecibles. No pude contenerme y le di un beso en los labios, la joven no se dejo de rogar y me ofreció su boca nos fundimos en un apasionado y ardiente beso, nuestras lenguas se peleaban por rozarse, nos separemos por un momento la chica me cogió del brazo y me llevo detrás de un gran seto, se nota que conoce bien el jardín. Seguimos con nuestro ritual de besos ella poco a poco se iba quitando la ropa, en ese momento yo estaba apunto de quitarme mi chaleco a lo que ella replicó.
-Por favor mi señora, no os quitéis el chaleco ni los pantalones, me encanta sentir el frío cuero en mi piel- me dijo a la vez que acariciaba mi pecho y mis muslos.
Yo asenté con la cabeza y me dejaba manejar por ella, la joven comenzó a desabrocharme los cordones de mi camisa hasta que me la quitó. Volvimos a besarnos pero esta vez con más fuerza a la vez que acariciábamos nuestros cuerpos, sus labios tenía un dulce sabor a alguna fruta, seguí besándola por el cuello hasta los hombros y seguí bajando hasta sus pechos, ella mientras me acariciaba el culo por encima de los pantalones hasta que encontró una trenza del mismo material que el pantalón que solía utilizar como un pequeño látigo o para atar a mis «presas», la chica me miro a los ojos con cara de picardía.
-Mi señora, por favor, dejadme probar vuestro látigo….. por favor- decía la muchacha jadeante.
-Quieres probarlo…..¿seguro?-. La muchacha asintió con la cabeza mientras besaba y lamía mis pantalones. De mis muñecas me quite unas muñequeras que llevaba y se las puse a ella, luego le anude dos cuerdas por unos pequeños agujeros, aquellas muñequeras servían como grilletes, cuando ya la tuve preparada le ate a un árbol en forma en que ella abrazaba al árbol, sus piernas estaban separadas, me puse detrás de ella y comencé a bufar mi látigo en sus nalgas.
-AAaaaaaahhh….. aaaaaahh…mmmmmmm…. siguid!!!!, mi señora, no tengáis piedad de mi….aaaaaaahhhh..- me decía con voz entrecortada.
Yo seguí azotando hasta que su culo estaba rojo como una cereza, en sus ojos había pequeñas lagrimas cosa que deje pasar, guarde mi látigo y me acerque a ella y comencé a lamerle todo el culo para que le bajara el dolor a la vez que mi lengua se dirigí hacía su coño, estaba chorreando todos aquellos jugos, su olor era delicioso y su sabor dulce. Introduje mi lengua dentro de su vagina hasta donde ella me alcanzaba hasta que descubrí su clítoris hincado, le entregaba todas mis caricias, mientras tanto le introducía un dedo en su vagina.
-Aaaaaaahhhmmmm… mmmmmmmm…. siiii!!!, seguiiid!!!, seguid mi amaaaa…!!!!!, no pareis por piedad…. mmmmm….!!!!- gemía la chica, mientras se contorsionaba por los espasmos.
-¿Como dices?…aah que pare de acariciarte, bueno si es así haré como tu me pides- le decía mientras le dejaba de acariciar y me ponía de pie.
-¡¡Nooo… mi señora!!!!, no os detengáis…. seguiiiid!!!, por favor…..- pedía la chica.
Le bese en el cuello y parte de su espalda mientras una de mis manos se apoderaban de sus pechos y jugaban con sus pezones y la otro volvía a introducirse dentro de su vagina.
-Siiiiiiiii!!!!……seguiiiiid!!!, seguid!!!!…..mmmmmmmmm….aaaaahhh….mmmmmm..me…me corroooo!!!, siiiii!!!!!!- gemía la ella mientras llegaba un fuerte orgasmo y caía desvanecida por el cansancio. La abra
ce mientras le quitaba la cuerda para dejarla libre, nos recostamos las dos en el suelo hasta que ella se recuperase del todo, mientras yo le quitaba las cuerdas y las muñequeras y me las colocaba.
Cuando ya estábamos vestidas nos fuimos directas a palacio cada una a su habitación, abrí la puerta de la mía y lo primero que hice fue quitarme las botas y tumbarme en la cama, no tarde mucho en quedarme dormida por el cansancio. La noche se me hizo corta, no se a que hora me despertaría y no quería saberlo, cuando abrí los ojos vi a la sirvienta pensé que estaba soñando era la misma chica con la que tuve una aventura esa misma noche.
-¡Buenos días, mi señora!, ¿habéis dormido bien?- me preguntó amablemente.
-Si…gracias, ¿que hora es?- le dije mientras me desperezaba y cuya pregunta no quería hacer, pero como no tenia nada de que hablar con ella fue lo primero que me salió.
-No es ni medio día-, me acerque a la ventana para averiguarlo, serían las 9 o 10 de la mañana, volví a la cama y me senté para desayunar algo, de pronto la muchacha se arrodillo a mi lado y me pregunto.
-¿Traeréis a la princesa, verdad?-me dijo ella con un tono de preocupación, -¿claro, para eso estoy aquí?- pero… por que me lo preguntáis-, -veréis, es que la princesa y yo nos llevamos muy bien nos conocemos desde pequeñas y no me gustaría que le pasase nada- me contó, así que yo decidí hacerle unas preguntas para saber más de la princesa.
En eso que ella se levantó, comenzó a ordenar un poco la habitación mientras me decía.
-El rey quiere hablar con vos, cuando acabéis de desayunar os esperara en las cuadras-, nada más darme el mensaje de vestí, ella me miraba de reojo, me puse la misma ropa que la de anoche, me lavé la cara y salí en busca del rey. Llegué a las cuadras y allí estaba admirando uno de sus tantos caballos.
-Majestad, creo que me estabais buscando- le dije mientras le saludaba.
-Si… quiero saber ¿cuando partirás?, para entregarte unos de mis mejores caballos-, mañana nada más salir el sol saldré de palacio.
-Bien!- me contestó, -¿eeehh….?, Majestad tengo que pediros un favor, -Decid-muchacha, -veréis tengo que bajar al pueblo para tener alguna información sobre el paradero de la princesa y la información como ya sabéis no sale gratis…-a lo que el rey contestó sin dejarme acabar la frase. -Si, se lo que me estás pidiendo…. toma esta bolsa con dinero- me dijo mientras me entregaba una bolsa llena de monedas, -¡¡muchas gracias Majestad!!, partiré enseguida al pueblo.
Deje al rey con sus caballos y salí hacía las puertas del castillo, me encontré con mi querida sirvienta que también se dirigía al pueblo. Le dije que si le podía acompañar a lo que ella me respondió con un si. Mientras caminábamos decidí entablar algo de conversación y conocernos un poco más.
-Perdona que te pregunté….pero, ¿como te llamas?-, – me llamo Soraya- me dijo mientras me lanzó una mirada llena de sensualidad, -el mío es Beyoncé, y encantada de haberos conocido- mientras le cogía la mano y le daba un pequeño beso, a lo que la chica se ruborizó.
Estuvimos hablando de ella, vivió desde siempre en el castillo con sus padres y que siempre jugaba con la princesa, pero había algo que no me cuadraba, luego ella me preguntó sobre mí le contesté a algunas de sus preguntas las típicas que se le hacen una chica de mundo. El camino se nos hizo corto y cuando llegamos al centro de la plaza del pueblo cada una se fue por un camino diferente pero quedamos en la misma plaza para volver juntas, me gustaba mucho la compañía de Soraya.
Después de haber pasado por varias posadas y haber perdido la paciencia otras cuantas veces, opté por ver a un viejo que por lo que se ve sabía todo lo que pasaba, así que no tuve opción, cuando lo encontré estaba en una taberna, me senté a su lado y comencé a hablar con él. Ya sabía todo lo que quería así que fui a la plaza mayor donde quedé con Soraya. A la vuelta del camino a palacio continuamos hablando y seguir preguntándole.
-¿Soraya…..lo tuyo con la princesa es algo más que amistad, verdad?-, la chica bajo la mirada y hubo un pequeño silencio, -si…., la princesa y yo somos amantes, no te lo había dicho hasta hora por si decías algo- me contestó lagrimosa, -desde cuando sois….amantes-,- como ya te dije desde siempre estuve con ella, solía ir a bañarse al río y yo la acompañaba y así poco a poco nos fuimos enamorando hasta hoy- a la pobre chica le comenzaron a brotar las lagrimas, la rodee con mis brazos y le di un beso en sus labios a lo que ella respondió muy bien a mi beso.
-No te preocupes, salvaré a la princesa y la traeré para ti, aunque el dinero me lo de su padre- le dije mientras conseguía sacarle una sonrisa. Llegamos al castillo y ella se dirigió a la cocina, mientras yo daba un paseo antes de subir a mi habitación un soldado me dijo que el rey quería verme.
Llegué a la sala del trono, allí estaba el y unos cuantos soldados. -¿Que sabes del paradero de mi hija?- me preguntó angustiado, – tranquilo Majestad, se donde se encuentra vuestra hija, y mañana por la mañana saldré a por ella-,-¡bien!, espero que tengas mucha suerte y la traigas pronto- suspiró el rey.
Abandoné la sala y me dirigí a mi habitación me senté en la ventana mientras pensaba que hacer, por mi mente pasaron cantidad de cosas, a la hora de la recompensa le podría sacar el doble o el triple ya que no me puedo casar con ella, pero lo que más me abordo fue mi mente sucia y obscena, como Soraya y la princesa se amaban en la orilla del río, solo como vestiduras el brillante reflejo del agua. Hasta que tocaron a la puerta y mis pensamientos se desvanecieron, era Soraya que me avisaba que la cena estaba lista y que podía bajar cuando quisiera, pensé que se había ido pero para mi sorpresa ella estaba allí de pie con la puerta cerrada, se acerco a mi y comenzamos a besarnos eufóricamente, cuando estuve apunto de quitarle el corsé ella se retiró y me susurró en el oído.
-A media noche, en los jardines, donde el sauce llorón- al terminar de decirme su mensaje me dio un lametón en el oído, a lo que yo solo pude a afirmar con mi cabeza, al rato de salir ella me fui yo hacía el comedor.
En esos momentos el tiempo se me hacía eterno no veía la hora de que llegara la media noche, cuando ya la mayoría de los invitados están ebrios, decidí que este era el mejor momento para irme. Ya había llegado al lugar de mi cita, pero no veía mi bella amante, hasta que de pronto sentí una fuerza que tiraba hacía atrás y vi que era Soraya sin nada de ropa solo su blanca piel y el color verde de sus ojos.
-Os he echado mucho de menos, mi señora- mientras se abalanzaba hacía mí para besarme, comenzó a quitarme la ropa, yo pensaba que me dejaría como la última vez con el pantalón pero para mi sorpresa no fue así me quito toda la ropa. -Soraya….. por qué no subimos a mi habitación, ¿aquí nos podría ver alguien?, -tranquila no nos vera nadie, con las ramas caídas del árbol estamos bien protegidas- me decía sin parar de besarme. Por lo que me deje llevar por el ella, esa noche la veía más bella que los otros días, empecé por besar sus labios, volví a sentir ese sabor a fruta, iba subiendo hasta llegar a su oído se lo iba devorando lentamente, quería que escuchase mi respiración, después seguí bajando hasta su cuello y hombros, llegue a sus pechos y allí me entretuve un rato con ellos, mientras ella me acariciaba la espalda y mis pechos, unas de mis manos se perdió por sus nalgas mientras que la otra acariciaba el interior de sus muslos.
Notaba como sus piernas empezaban a flaquearle, le invité a que se tumbara en el suelo, seguí besando sus muslos hasta llegar al centro de aquel preciado tesoro, pase mi lengua por su Monte de Venus, todavía no lo tenía muy abultado, podía percibir el aroma que desprendía su excitación, pase mi lengua por sus labios y poco a poco se la iba introduciendo dentro de ella luego sin sacar mi lengua le introduje un dedo.
-Aaaaaahh…….mmmmmmmmsiiii!!!…no pareis…seguiiiddd!!!!- gemía ella mientras movía sus caderas rítmicamente. Cuando descubrí su cl&i
acute;toris me abalance sobre él, estaba hinchado, de un color rosa, comencé a devorarlo, lamerlo, mordisquearlo y succionándolo. Levante mi cabeza para dirigirme hacía sus pechos que también me comía con glotonería, parecían que estaban apunto de estallarle.
-¿Te gusta, pequeña?-
-Siiiii!!….mi señora….me en….encanta…me volvéis loca….pero…pero no paréis….por piedad….- me comentaba jadeante.
Volví a bajar mi boca hacia su clítoris, sabía que no tardaría en correrse así que aumente mis movimientos, y cuando quise darme cuenta la chica estaba teniendo uno de sus mejores orgasmos. Su cuerpo se convulsionaba de placer a cada espasmo su orgasmo se iba debilitando.
-¡Sois la mejor mi señora!, desde que raptaron a la princesa no he sentido nada igual- me decía mientras me agarraba del cuello y me tumbaba a su lado,-bueno ahora me toca a mí, regalaros algo que deseáis- en un instante me la encontré sobre mí a horcajadas. Nada más empezar a besarme escuche risas de otras personas.
-Ssssh…., espera un momento, creo que viene alguien- le decía mientras salía para ver lo que pasaba, era otra pareja que venia hacia nosotras.
-¿Que pasa?…¿viene alguien?-, -si, será mejor que vayamos a otro sitio más tranquilo y yo se cual- le dije mientras nos poníamos algo de ropa y salíamos corriendo hacía el castillo.
Entramos en mi habitación y allí seguimos con nuestro pequeño ritual, ella se abalanzo sobre mí y caímos las dos en la cama, estaba ansiosa por devorarme entera y se tiro de cabeza hacía mi chorreante coño, tenia una lengua muy habilidosa y sabía por donde tocar.
-Siiiiii!!!!!!………pequeña… que…aaahh..que bien…lo haces, no…. pareess!!!- sabía que pronto llegaría al orgasmo ya que tenía una gran excitación, y así fue, nos paremos a descansar un rato y seguimos durante toda la noche hasta el amanecer.