Pepe y Elisa

Un polvo en casa, real como la vida misma, pasad y leed... ya me direis

El hombre se movía dando caderazos, metiéndola su miembro de tamaño normalito en el chochete, Elisa se movía recibiendo sus embestidas como siempre a cuatro patas y desde atrás, era rutina siempre la misma rutina  a la que la tenía acostumbrada desde hacía años ¿de dicha conyugal? No era justo, ella solo tenía 40 años y Pepe su marido 48 pero ya estaba gordo y algo fondón, además de estar siempre pendiente de la tele y el futbol, cuando no estaba en el curro pasaba las horas en el bar con los amígueles, solo 3 veces al mes la requería para follar y sin florituras, pin pan y me voy, si te vas a correr venga que me corro y no te espero así espabilas para la próxima vez.

Un azote bien dado en su aun firme culo, resonó en la habitación seguido de un grito de su marido:

-         ¡¡MUEVETE ZORRA SORDA!!

Elisa era ciertamente un poco dura de oído, fruto de uno de los arranques violentos de su amado esposo en forma de paliza fortuita, así que tras escucharle decir algo que apenas entendió, respondió:

-         Si cariño sigue así, yo también te quiero.

El cabrón de Pepe se puso a reír y bombeo con más ganas notando como ella aumentaba los movimientos oscilantes de sus caderas, tenía el control absoluto de aquella hembra con la que convivía, se agito mas vigorosamente mientras la funda carnosa que era el coño de su mujer le apretaba y masajeaba el cimbel, aquello fue demasiado para su poco autocontrol y se empezó a correr dentro de ella gimiendo de placer.

Para Elisa no fue tan malo como en otras ocasiones, sintió la oleada de calor y viscosidad dentro de ella y tuvo un orgasmo pequeñito y casi insignificante, pero al menos lo consiguió esta vez, sino tendría que esperar otra semana a que “su semental” le hiciera un hueco para follarla entre copas, amigos y futbol.

Se tumbaron en la cama relajándose, al cabo de un rato de fumar en silencio el dijo:

-         Has estado bien nena ¿te importaría traerme una birra de la nevera? Después de follarte a lo perro se me resienten las rodillas, además así te haces unos sándwiches y te los traes a la cama que yo voy poniendo el futbol y te espero.

Elisa saltó de la cama y fue a la cocina, pero su mente viajaba al lado de su otro amor, lo había conocido por internet, se llamaba Juan y era vigilante, las dos veces que lo había hecho con él lo había pasado como nunca, solo deseaba volver a tenerlo entre sus brazos (y muslos) era bueno y amable, nada que ver con el cromañón que estaba en la cama, mañana sin falta lo vería y disfrutaría mientras el idiota de su marido estaría en el curro.


Recordad que la vida es eso que os pasa mientras hacéis otros planes para el futuro.

Sé que a algunos lector@s leer este relato les dé mal rollo, pero en este gran país nuestro hay miles de mujeres en el caso de nuestra protagonista, también hay miles de hombres que se comportan como este Pepe, tampoco olvidemos que existe el otro lado de la historia , en que la mujer fastidia al marido impunemente negándose a hacerlo alegando cualquier excusa, aunque desconozco el tema imagino que en los colectivos de gays y lesbianas también sucede algo parecido, de todas formas si es el caso de alguien que ha leído este relato, le ofrezco tres soluciones:

-         A. Olvídate de esta historia.

-         B. Medita a donde puedes llegar tratando a tu pareja así.

-         C. Dejadlo o mejorad, nadie debería ser infeliz en una relación estable y sincera.

En cualquier caso intenta rectificar, solo hay una vida intenta disfrutarla con quien has decidido.

Y sobre todo ¡SED FELICES! un cordial saludo.