Pensando en ti [Capítulo único]
Cuando la ilusión se vuelve parte de la realidad, y todo lo que creemos cierto es tan sólo una quimera lejana, surge un mundo paralelo donde la felicidad es eterna y la perfección permanente... te amo.
Hola lectores asiduos de TR!
Hoy traigo un relato dedicado a una mujer por demás hermosa y especial en mi vida...
Te amo pequeña mimada! Me has hecho sonreír en medio de tanta tristeza!
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Pensando en ti
¡Hola mi amor!
Sé que hoy estamos lejos, que hoy no puedo abrazarte y mimarte a placer, que hoy la distancia nos gana, pero yo quiero hacerte saber cuánto te amo ahora, cuánto te he querido siempre. Así que te pido cierres los ojos de los sentidos y abras tu alma a mi. Cierra tus ojos e imagina un bosque tupido, verde intenso, con rayos tenues de sol que se escapan entre las hojas, un ambiente límpido, puro. Inspiras profundamente y notas el olor agreste, el oxígeno entrando y activando tu ser, estás en paz, contigo, conmigo y con el mundo.
Miras a tu alrededor y me encuentras parada frente a ti, estoy vestida de blanco, igual que tú, es una ropa holgada y suave, realmente cómoda. Nos vemos a los ojos y nos preguntamos con ellos qué hacemos allí, pero no importa, en esta fantasía nuestra, lo irreal es lo de afuera. Te sonrío y tú a mi, soy feliz de verte por eso me acerco lentamente a ti, sin perderte detalle, ¡estás hermosa! Acerco mi mano a tu rostro y lo acaricio levemente. Cierras los ojos y yo continúo, acercándome lentamente a tu frente, dejo un beso tierno allí y me miras de nuevo. Veo de cerca tus pupilas miel intenso y me enamoro aún más de ti. Mi otra mano va a tu cuello y nos pegamos lentamente, jugando con el aliento tibio que escapa de nuestra bocas.
Bajo mi mano a tu humbro y beso tus labios por primera vez. Muero de placer justo allí porque me deleitan profundamente, tu sabor, tu textura, tu delicadeza. Sonrío en tu boca y te miro, estás sumergida en ese instante y yo aprovecho de abrazarte suavemente. Abres tus ojos y te acercas más a mi, no soportas los pocos centímetros que nos separan. Acaricias mi rostro y me besas de nuevo, y a cada paso que ahora das te siento demandar más de mi. Acaricio tu espalda y te erizas por completo, retengo tu labio inferior con los mío y se te escapa un leve gemido acompañado de una brisa fresca que
nos envuelve, arrullándonos en el infinito. Yo vibro, jamás creí ver tanta belleza para mí. Suspiré y me fui a besar tu cuello, a recorrer cada espacio de él mientras tus manos cobran vida sobre mi cuerpo. Pero eres desesperada así que fuiste bajo mi blusa y yo morí de placer, mordí tu hombro con algo de fuerza, comenzabas a descontrolarme pues tus manos bajaban a mis nalgas.
Subí de nuevo a tus labios y te imité, toque tu piel tresa y un hormigueo recorrió mis piernas y mis brazos. Te despojé de la blusa y vi tus senos allí dispuestos para mí, desafiantes, erectos por el placer y el frío. Los acaricié suavemente con mis manos, eran perfectos para ellas, pero no me pude contener, bajé a jugar con mi lengua en ellos, a disfrutar de esa fruta fresca que se me regalaba y que sabía dulce. Besé todo a mi alrededor y luego, luego acaricié esos pezones hermosos con la punta de mi lengua... Parecías desesperada y lo disfruté, los mordí con suavidad, los chupé al tiempo que tus manos acariciándome decían lo mucho que te gustaba. Seguí bajando por tu abdomen, disfrutandolo hasta llegar a tu ombligo y jugar con mi lengua mientras mis manos tocaban tus senos, tus brasos o tus piernas.
Me separé y te admiré, eres bella. Pasé mis manos por tus caderas y me deshice del pantalón. Lo dejé estirado a un lado junto con tu blusa y te hice recostar allí. Besé tus labios sin parar de acariciarte -Te Amo- se me escapó en un momento pero ya nada importaba. Volví a bajar y ahora recorri tus piernas suavemente, besándolas, conociéndolas, ¡haciéndolas sólo mías! Regresé a tus caderas y besé todo menos tu sexo hermoso, atractivo, y seguramente delicioso. Quería matarte de placer. Acaricié tu espalda, tus piernas, senos y nalgas a cada que besaba otros senderos, hasta que tus manos me imploraron y yo concedi. Mi lengua húmeda por completo rozó toda la extención de tu vulva y una pequeña contracción te recorrió. Sonreí para mí, lentamente me adentré en tu sexo y descubría ese sabor tan exquisito y exótico, te lamía y bailabas a mi son. Jugué un par de luchas con tu clítoris y ya las piernas te temblaban un poco.
Bajé mi lengua un poco más y te penetré cuanto pude, gemiste sonoramente al tiempo que un trueno estallaba en las alturas y un cielo azul intenso y oscuro nos cubría. Me entregue al placer de tenerte y sentí como yo misma palpitaba de placer, como mis piernas se humedecían por ti. Subí mis labios a tu bello botón rosado y mis dedos resbalaron en ti. Gemiste con fuerza, apretaste mi cabeza contra ti, te moviste al ritmo de mis deseos mientras la naturaleza nos acompañaba. Seguí esa danza infinita de navegar en tu interior y extaciar tu placer. Seguí sin parar hasta notar que mis dedos eran apresados por ti y un grito de placer te abandonaba al tiempo que la lluvia torencial caía y yo saciaba mi sed en tus mieles.
A cada paso que avanzaba te relajabas entre mis manos y yo regresé hasta tu boca por medio de un sendero de besos olviados. Pasé de nuevo por tu vientre, tu ombligo, tus senos y cuello. Acaricié tus brazos y jugué con tu barbilla antes de besar esos labios sensuales, regalándote un poco de ti. Posando mi cuerpo a un lado del tuyo, escondiendo mi rostro en tu cuello, abrazándome a ti y dejando que la lluvia nos calmara... Que nos envolviera y fuera nuestra cómplice. Sonreí, te hice mía y ahora me refugiaba entre tus brazos como una bebé... como tu niña mimada.
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¡Muchas Gracias por leer este relato!
Los comentarios siempre serán bien recibidos, al igual que los lectores anónimos. Es un placer para mi ofrecerles este pedacitode mi.
Victorie