Pensamientos (1)

Primera entrega de una seguidilla de relatos cortos/pensamientos.

Ya mis ojos no ven más allá de la realidad que se me ha plantado. El vuelo eterno de mi mente me lleva siempre al mismo destino y vuelvo en una somnolencia onírica difícil de describir, pero fácil de sentir.

Sigo siendo el niño que conociste, aquel que tiembla y se sonroja, aquél que te mira deslumbrado sin saber que esta viendo. Y es que el tiempo escribió en mi libro las mismas hojas, una y otra vez.

La monotonía dulce de tu presencia me inunda. Aún no te conozco, aún no te he podido hablar, pero te siento a mi lado, respirando en mi cuello, sonriendo en mi habitación.

No puedo evitarlo, tengo que estar contigo. Te hago el amor en silencio, solo, convirtiendo mis caricias en las tuyas. Mi mano toma tu identidad y me disparo al paroxismo de un placer sin fronteras, porque ahora puedo aprovechar y hacerte lo que quiero, puedo entregarme a ti sin ninguna censura, tabú o represión. Te huelo sin saber como es tu olor, te siento sin saber como es tu piel. En este momento no soy yo, mi cuerpo eres tú y mi mente se convierte en dos personas y en un mundo entero para ti.

¡Ah! Siento el calor maldito de tu alma y me enloquezco con solo imaginar tu sexo en mí. La carne no es más que el transporte de la pasión añeja escondida en las almas que vagan por el mundo y la razón nos nubla al momento de decidir qué hacer, con quién estar o a quién amar. Es la eterna contradicción que vive en nosotros, humillándonos constantemente mientras que lloramos por aquello que podríamos tener, pero que no buscamos por miedo.

Y entonces viene la soledad....

Las garras afiladas de la bestia nos agarran por el cuello y el placer se convierte en tortura mientras los orgasmos se suceden lejos de la persona en la que pensamos, pero he saciado mi apetito por el dolor hace tiempo, y ahora muero por un bocado de tu sola mirada. Sé que no puedo tenerte, pero si piensas que me he rendido, entonces estás loco, y si llegas a pensar que no te amo, entonces estás totalmente equivocado. Solo espera, y me verás llegar por la ventana de tu habitación. Solo espera, y me verás respirando en tu boca.

Sí, solo espérame que estoy llegando a tu corazón.