Pensaba que era mi amigo

Mi primer relato. Supongo que carecerá de demasiado morbo o algo, pero espero mejorar.

El relato que a continuación se disponen a leer es completamente ficticio.

Ya hacía años que le conocía, de niños jugábamos los dos y pasábamos horas juntos pero un buen día nuestros caminos se separaron sin motivo. No hablo de que dejáramos la amistad de lado, sin embargo ésta se enfrió visiblemente, sino que simplemente cada uno hizo su vida por su lado. A veces él venía a casa, pues tenía problemas de internet, con la excusa de que quería hablar, sin embargo pasaba horas delante de mi ordenador y hablábamos más bien poco. Llegó un día en que lo pillé viendo una página de sexo homosexual, él se puso rojo y me dijo que sólo eran tonterías...sin embargo todo cambio desde ese día, aunque yo jamás lo supe en ese momento.

Comenzó a surgir la pubertad, y con ella las 'inquietudes varoniles', y al cabo de unas vergonzosas conversaciones acabamos decidiendo que nos masturbaríamos los dos en el mismo ordenador. Al principio todo iba bien, cada uno miraba la pantalla y punto, llegaba el clímax y nos limpiábamos y hasta otro día. Pero en un momento, no supe bien cómo llegó, acabamos mirándonos los miembros, erectos, y bromeamos sobre aquello. Al final acabamos, como quizá la mayoría de los chavales, pajeándonos el uno al otro. Pasó el tiempo, superamos la mayoría de edad, y un día sin saber bien cómo o porqué le dije que quería chupársela.

Yo: Sólo por curiosidad, saber qué se siente (yo estaba muy nervioso) Él: Pero a mí éso no me va...(sin embargo no se le veía muy en desacuerdo) Yo: vamos, no seas tonto, no va a pasar nada... Él: Vale, está bien, sólo un poco...

Yo acerqué mi cara a su pene, un miembro grande y grueso, y lo empecé a masturbar. Cuando noté que se nos pasaron los nervios humedecí su punta con mi lengua y me la metí en la boca, entera. Él al poco empezó a moverme la cabeza y yo me aparté.

Yo: Para, no soy ninguna puta. Él: Lo siento...es que me dejé llevar. Yo: Ahora te toca a tí (Acerqué mi polla, que tampoco se quedaba corta, a su cara pero él se apartó) Él: Me voy...

Pasó el tiempo, un día volvió y finalmente accedió a las prácticas de felación entre los dos, tanto es así que incluso hacíamos el 69. Pero un día él vino y, cuando estaba a gusto con mi boca en su miembro, me soltó una sonora bofetada.

Yo: ¿Qué coño haces? ¿estás tonto? Él: Hoy quiero probar algo diferente, date la vuelta Yo: ¿Tú qué diablos has fumado? ¡ni de coña!

Al final me propinó una buena paliza, me pegó con fuerza. Me dejó tirado en la cama y me  bajó los pantalones.

Yo: Para, déjame (Lloraba amargamente) Él: Ni de broma, hoy te voy a follar bien (Se reía y jugaba con la punta de su miembro en mi culo)

Al final me penetró. Me sorprendió muchísimo que mi culo al final se acomodase a aquella tranca, pero me costó demasiado llegar a éso. Yo sangraba, me revolvía pero él me tenía la nuca sujeta y me daba cachetes en el culo, se reía, gemía...lo estaba gozando, me prometía que yo también lo haría, aunque lo dudaba. Y, al rato, comencé a disfrutarlo. Finalmente él la sacó, se pajeó, y se corrió en un trozo de papel.

Él: Si se lo dices a alguien...te mato. Yo: Déjame...lárgate (Lloraba en la cama, avergonzado)

Al final se fué. Con los meses volvió pero ésta vez ambos disfrutamos de las mamadas y las sodomizaciones.