Penetrado en el Taxi

Taxista en Madrid acaba la noche haciendo algo que no pensaba.

Esta historia es de cuando estuve trabajando con un taxi en  Madrid. Toda mi vida la he pasado detrás de un volante de diferentes maneras, pasando por varios sectores y después de muchos años acabe en dicho sector. Trabajaba tarde-noche porque a partir de una cierta hora el tráfico de Madrid baja y el estrés a la hora de conducir es bastante menor para una ciudad, que es una jungla.

Salí un sábado a trabajar, serían como las diez de la noche; "A ver que nos depara la noche" pensé para mis adentros. Tire para la zona del Bernabéu, había habido futbol y sería una buena zona para empezar.

Antes de llegar a la zona, ya había cogido el primer servicio y como todos los sábados noche fue un no parar. De aquí para allá con la clientela más variopinta que os podáis imaginar, la Gran Vía atestada de gente a la salida de los teatros, de los cines, de los restaurantes…

Las 3 de la mañana y un pequeño parón, una coca cola, un sándwich y a seguir lo que me quedaba para acabar la jornada.

Las 5.50 de la mañana, la noche no se había dado nada mal y me dije “Para casa que está bien por hoy”.

Sin haberme dado cuenta, me traiciono el ansia del taxista, deje el taxímetro encendido e iba con el verde en la capilla encendido. De repente, una mano a lo lejos, “No la voy hacer el feo” pensé.

Según me voy acercando, se va descubriendo ante mí una chica mulata, con una melena larga, no muy voluptuosa, unas curvas de infarto, una minifalda de las que salen unas piernas que parece no tener fin y una mirada cansada pero con una bonita sonrisa.

Me paro a su altura y se sube:

  • “Buenas noches”.

  • “Buenas noches, ¿Dónde quiere que la lleve?”  la conteste.

Me dice el destino, arranco y pongo el taxímetro, la pregunto por dónde quiere que la lleve a lo que me contesta “Por donde quiera”.

Pienso en la manera más rápida para llevarla y empieza a entablar conversación conmigo:

-     “¿Qué tal la noche, se dio bien?” me pregunta.

-     “Pues no me puedo quejar, me salió rentable salir con el taxi esta noche” la respondí.

-     “¿Cómo te llamas?” me dice.

-     “Manuel, y ¿usted?” respondo.

-     “Gabriela y no me trate de usted que no me gusta, tutéame por favor”

-     “La costumbre, perdona Gabriela. Y tú, ¿de vuelta a casa?”

-     “Sí, no ha salido la noche como de costumbre pero me voy contenta”.

En este momento es cuando me doy cuenta que es una meretriz trans que hace la calle, lo sé porque la zona donde la he recogido suele ser habitual que haya alguna pero vamos que parecía completamente una mujer.

Las compañeros que suelen trabajar la noche, me habían contado que por la noche en las zonas que se ejerce la prostitución, cuando llega la hora de que las meretrices se recogen, pueden pasar cualquier cosa, cosa que nunca a mí me había pasado y yo siempre pensé que era una leyenda urbana, hasta ese sábado.

Seguimos hablando un rato hasta que vamos llegando al destino, ha sido un trayecto corto pero no me viene mal para acabar la noche y no me deja muy lejos para coger la carretera que me lleva a mi casa.

Antes de llegar me suelta:

-     “Tengo un problema”

En ese momento se me pasaron miles de cosas por la cabeza.

-     “¿Cuál Gabriela?”

-     “El dinero que he sacado esta noche es para pagar el mes de alquiler del piso y … “

-     “No te preocupes, ya me lo pagaras otro día Gabriela.”  Me salió del alma, ni lo pensé, no sé porque pero le solté eso.

-     “¿De verdad, Manuel?”

-     “Sí. No te preocupes, si sueles ser habitual en la zona que te he cogido, me paso otro día y me lo pagas, y si no, ni te preocupes, no voy a salir de pobre y hemos pasado un ratillo agradable volviendo a casa.” Ya había dicho lo que había dicho, no podía echarme atrás.

-     “Pero ¿Por qué Manuel?”.

-     “Porque me caíste bien, Gabriela”.

-     “Pero si me acabas de conocer, no sabes nada de mí” me suelta

-     “Bueno, como te he dicho, no voy a salir de pobre” la vuelvo a decir.

-     “Pero esto no puede quedar así, me gustaría agradecértelo de alguna manera”  dice ella.

En ese momento me quedé atónito, esa frase me ha dejado noqueado, no supe responder. El morbo que me dan las chicas trans creo que supero a los demás pensamientos y al cansancio de toda la noche trabajando.

-     “No te preocupes Gabriela”, la volví a decir.

-     “No Manuel, así no lo vamos a dejar. Imagino que sabes a que me dedico y te lo voy pagar con un buen favor.”

-     “No hace falta” la volví a insistir.

Mientras estábamos manteniendo la discusión, estado totalmente el taxi parado, se metió entre los asientos, y se sentó en el asiento del copiloto. Estaba alucinando y de repente me quede un poco bloqueado por la situación.

-“Manuel, ¿por favor? Tú has tenido el detalle, ahora lo quiero tener yo”.

El morbo de estar con esa impresionante trans me hizo hacer caso a su mandamiento y accedí a ir donde me dijo, una zona alejada de los edificios, sin apenas luz y sin movimiento de gente.

Me dio un beso en la mejilla y me soltó:

-     “Apaga el motor, echa los asientos hacia delante y vamos a la parte de atrás para estar más cómodos”.

Obedecí como cualquier sumiso obedece a su ama y después de hacer lo que me dijo, me fui al asiento trasero del taxi.

-     “No tienes porque hacer nada Gabriela, no te preocupes” le dije con voz nerviosa.

-     “Calla, no digas nada” me increpa.

Nada más acabar de decirme esto, se abalanzo sobre mí y me soltó un morreo. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo por encima de la ropa, una de ellas la bajo hacia la entrepierna donde mi polla se había puesto dura por la situación.

-     “Uhm, Manuel como la tienes ya”.

-     “Normal Gabriela, no estoy muy acostumbrado a estas situaciones”.

-     “Desnúdate, quiero verte desnudo completo” me ordena.

-     “Pero…”

-     “Sin rechistar Manuel, aquí mando yo”.

Me desnudo entero a falta de calzoncillos los cuales aprietan mi polla erecta.

-     “¿Y los calzoncillos?” me suelta ella con cara de vicio.

Obedezco, me los quito y libero mi polla totalmente erecta por la situación. Completamente desnudo, uno que no es un adonis ni un actor porno, todo lo contrario gordito, con vello y con una polla normalita tirando a pequeña, la miro y me suelta:

-     “Uhm Manuel, que rico se te ve, me gustas”.

Salta hacia mí, me besa mientras me empieza a meter mano, me dejo llevar por el momento, la empiezo a tocar, su piel es suave, sus labios carnosos que me siguen besando, comiéndome por momentos, una mirada penetrante, lasciva con sus dos ojos clavados en mí, llenos de deseo y de poder, sabiendo lo que me va a hacer.

Con mis manos temblorosas intento empezar a desnudarla, le saco la blusa de la minifalda, la empiezo a desabotonar y delante de mi salen unos pequeños pechos apetecibles, los cuales me empiezo a comer, de repente se aparta y acaba quitándose la blusa, con su torso desnudo se vuelve a abalanzar a mis labios, me vuelve a besar, después se me acerca al oído, me susurra:

  • “Vas a ser mío”

Se vuelve a apartar, se quita las botas, se quita la minifalda y solo se queda con un tanga, el cual no deja a la imaginación porque se le salen los huevos por los lados con la polla ya bastante grande.

-     “Buff, que pollón tiene, y si empalmar”, pienso.

Vuelve a la carga, me vuelve a comer a besos, empieza a manosearme buscándome la polla y después de un beso largo, se baja y se la mete en la boca. Me la empieza a comer de una manera espectacular, mete las manos por debajo de mi trasero y se la mete hasta dentro, siempre mirándome a la cara. Mis manos agarran su cabeza y la aprieto contra mí, me las quita con un movimiento de hacia arriba de su cabeza y me dice:

-     “No hagas nada, déjate llevar” me dice.

Vuelve a mi boca, me vuelve a besar, se aparta y se quita el tanga. Sale una polla gorda, morcillona, con medio capullo fuera, unos huevos gordos y bien rasurados como toda su parte intima, se vuelve abalanzar sobre mí, me tumba, me empieza comer los labios de nuevo, mis pezones, mientras noto su cuerpo rozando contra el mío y su polla contra la mía. Se sienta en mi barriga y apunta con su polla contra mi cara y me suelta:

-     “Quiero que te la comas Manuel, te voy a violar la boca, así que ábrela que voy”

Abro la boca y apoya la punta en mis labios, empieza a empujar como si fuese un coño, la va metiendo despacio, empieza moverse como si me estuviese follando, siento como se va poniendo dura y creciendo en mi boca por momentos, pienso que me voy a ahogar, pega una embestida, me da una arcada y para, la saca y me vuelve a besar.

-     “Hoy no he descargado y quiero hacerlo en tu culo, ¿me dejas Manuel?” me suelta.

-     “Buff, eso no sé si me va entrar, es enorme Gabriela, y hace que tiempo que no juego con mi culo”.

Esto último le excita más, su polla crece del todo cuando yo había pensado que mas no podía hacerlo, tiene un tamaño espectacular, a ojo son más de 20 cm, y va creciendo de la punta al final como cual pirámide acabando siendo más gruesa que un vaso de tubo.

Se levanta, se sienta con la polla totalmente empalmada, coge el bolso, saca un bote y un par de preservativos, me coge de la cabeza y me baja a comérsela de nuevo, ahora no soy capaz de meter algo más que la mitad en mi boca, me aprieta suave la cabeza, con más cuidado que cuando me estaba follando la boca mientras con la otra mano busca mi culo, empieza a jugar con sus dedos en él, buscando mi agujero cerrado, levanta la mano de mi cabeza, y sin que se la deje de comer, escucho como abre el bote, lo siguiente que noto es la punta de uno de sus dedos intentando entrar dentro de mí, con el lubricante ha sido fácil. Me empieza a penetrar, despacio, suave, un dedo, dos en apenas segundos, siento como mi culo se empieza a abrir y lo sigue lubricando despacio, de repente un tercer dedo y un respingo mío, el cual me hace que se me escape su delicioso pollon.

-     “Ponte a cuatro patas Manuel, tengo que lubricarlo más”

Sin rechistar, me giro, me pongo a cuatro patas y dejo todo el culo a su merced, ahora noto el lubricante frio bajando entre mis nalgas, ha echado una buena cantidad, lo recoge con los dedos y vuelve a la carga pero directamente con dos dedos, han entrado sin dolor, siento como va abriéndose el culo cuando me mete de nuevo el tercero e intenta meter un cuarto, lo hace con delicadeza para no lastimarme, no sé como pero ha conseguido meter el cuarto, apenas me he enterado, me empieza a follar con sus cuatro dedos dentro y con la otra mano me acaricia, me manosea y me pajea suavemente, llevando totalmente el control.

Con el corazón a mil por el momento mientras continua follandome con sus dedos, mi cabeza intenta asimilar lo que me va a pasar a continuación, no sé si estaré preparado.

Saca su mano, y se oye un:

-“Ni te muevas Manuel”.

Giro mi cabeza, veo como sigue su polla empalmada mientras se enfunda uno de los dos preservativos que ha sacado. Se pone de rodillas detrás de mí, apunta a mi culo, apoya su capullo en el:

-“Si te hago daño me lo dices y lubricamos más” me comenta.

Empieza a empujar, suave despacio, noto como quiere entrar pero no lo hace, vuelvo a notar lubricante entre mis nalgas, esta vez lo recoge con su capullo, lo baja hacia el agujero y vuelve a la carga, ahora si entra, me hace suspirar pero soy capaz de aguantar el primer envite.

-     “Tranquilo Manuel, no quiero lastimarte” me tranquiliza con sus palabras.

Mientras espera unos segundos, vuelve a la carga, empuja, entra algo más y vuelve a parar.

Mi respiración la va haciendo saber cómo voy, se da cuenta que voy aguantando, de repente otro empujón:

-     “Buff”, se me escapa.

-     “¿Te duele cielo?” dice.

-     “No pero es muy gorda Gabriela”.

-     “Pues con la tontería te he metido más de media polla cariño” empieza a hablarme como si fuéramos una pareja de novios.

-     “¿Ya?” es lo único que me sale.

-     “Si, así que prepárate que ahora viene lo más gordo, el último tramo, ¿preparado amor?” comenta ella.

Diciéndome esto me ha cogido las muñecas, sin llegar a contestarla, sin que me dé tiempo a reaccionar, tira de ellas, pega el último empujón y me hace ver las estrellas.

-     “Ah” grito.

-     “Tranquilo cielo, ya está entera” me indica.

-     “Joder, que he notado como me acabas de partir el culo Gabriela” con todo su pollon dentro.

-     “Vale amor, paro para que se adapte bien y empiezo” suelta.

-     “Vale pero con cuidado”  la indico.

No sé cómo la puedo aguantar entera dentro es tremenda, me acaricia con dulzura, me besa la espalda, me pajea despacio, apenas un rato, segundos escasos, el dolor se ha convertido en placer, se empieza mover, me empieza a follar despacio, como me ha dicho:

-     “Me gustas, me gusta tu culo, que rico Manuel”

Dice mientras me va follando. Sigue un rato despacio, noto que se apoya encima de mí, me gira la cabeza, me besa para tranquilizarme porque ella sabe lo que va empezar ahora. Me coge otra vez de las muñecas, empieza a cambiar el ritmo, cada vez más deprisa, hasta que llega un momento que me está taladrando el culo, es un no parar, es una gozada, me está reventando pero me gusta.

Después de unos minutos la saca de golpe, me ha dejado el culo como un túnel:

-     “Date la vuelta amor, quiero verte la cara mientras te follo”

Me tumbo, me da un beso, me levanta del culo hacia ella quedando este al aire y apoyado de media espalda hacia arriba en el asiento del taxi, pone mis piernas por encima de sus hombros, coge su polla, apunta de nuevo a mi culo, la mete de golpe de nuevo, esta vez no ha dolido, me lo tiene tan abierto que ya solo siento placer, noto como va entrando y saliendo de mi de nuevo, se echa hacia delante como si me quisiera meter hasta los huevos, me besa, me dice:

-     “Que culito más rico, te voy a preñar con mi leche amor”

Vuelve a embestir con fuerza, no para, estoy a su merced, ha hecho conmigo lo que ha querido. Noto los espasmos de su polla antes de eyacular, un gemido y como el condón se llena de leche dentro de mí.

Me besa, un beso largo con lengua, me abraza y saca su pollon de dentro de mí, me arde el culo, noto un vacío después de tanto rato con semejante miembro metido dentro de mí. Se sienta, se quita el preservativo, se limpia, me dice;

-     “Ahora te toca a ti cielo”

Sigo tumbado como puedo en el asiento, me coge mi polla, la vuelve a masturbar, hasta que se pone dura, me pone el otro preservativo, se levanta, se sienta encima de ella y se la mete sin lubricante, empieza a cabalgar, cada vez más deprisa y exploto en segundos de la excitación dentro de ella, se levanta, se agacha, se la mete en la boca y me quita el preservativo con ella, lo deja a un lado, me da una lamida de los huevos hasta la punta recogiendo los restos de semen, se abalanza de nuevo, me mete la lengua en la boca, nunca había tenido ese sabor, el sabor de mi lefa en mi boca con un largo morreo.

-     “Ni te muevas, voy a limpiarte cariño”

Saca toallitas húmedas, empieza a limpiarme por todos los sitios, empieza por la polla, los huevos, después mi cara, un beso mientras, una mirada cariñosa y una sonrisa de oreja a oreja.

-     “Ha sido bestial, Gabriela” es lo único que me sale.

-     “Lo sé Manuel, se te nota en la cara que lo deseabas, tienes una cara de placer y eso es lo que más me gusta, haberte hecho disfrutar, que te haya gustado y que lo hayas disfrutado”

-     “Todavía no sé cómo he sido capaz de dejarme” la digo.

-     “Porque me deseabas desde que me monte el taxi, te lo notaba mientras hablábamos en tu voz, en tus miradas Manuel y me has dado la voz cantante para hacerlo”.

-     “Pero…” apenas me sale de la boca.

-     “No digas nada” y me suelta de nuevo otro beso.

Nos acabamos de vestir, le comento que se quede atrás y me bajo para volverme a mi posición de conductor, apenas puedo andar y me tiemblan un poco las piernas.

Arranco el motor, y subo la calle hasta donde me había comentado al principio.

-     “¿Me acompañas hasta el portal Manuel?”.

-     “Claro, Gabriela”.

Aparco, nos bajamos, se viene hacia a mí, me coge de la cintura como cualquier pareja, andamos hasta ese portal apagado

-     “Me tiemblan las piernas Gabriela”.

-     “Tranquilo, ¿te ha gustado amor?”.

-     “Ha sido bestial, nunca había hecho nada así Gabriela”.

-     “En parte ha sido culpa tuya que te has dejado llevar por mí en todo momento Manuel”

-     “¿Tenía otra opción?”

-     “No Manuel” y me vuelve a besar.

Llegamos al portal, me mira con cariño, me vuelve a besar

-     “La próxima vez en mi casa, ¿vale?”

-     “Vale, Gabriela”

-     “Eres adorable” me dice, mientras abre el portal.

Un beso de despedida, un “Hasta la próxima” y desparece por momentos ante mis ojos.

Me vuelvo al taxi, arranco y me voy a mi casa. No sé lo que tardare en asimilar lo que ha pasado, ha sido tremendo.